CAP. VII
VERDADES
-La sentencia ya ha sido cumplida su excelencia-
-Así es-
-Su alteza Shinou lo espera-
Con gran cansancio asintió mientras era dirigido al centro del templo en donde el primer Heika le esperaba con premura.
-Me puedes explicar porque no consultaste conmigo el dictamen-
Tras la reverencia de rigor se puso firme ante su dios que le veía molesto por las claras consecuencias de sus actos.
-Su alteza Shinou solo acate su propia decisión-
-No creas que conmigo será tan fácil evadir lo que has hecho-
Estaba molesto pero aun así se notaba preocupado por su salud y es que no dejaba de verle de pies a cabeza de forma escrupulosa temiendo que en cualquier momento se desmoronara, después de todo solo había transcurrido un mes desde que lo apuñalaran cobardemente lo cual saltaba a simple vista en su apariencia aun mas pálida de lo habitual.
-Gran Shinou, si lo que le preocupa es el futuro del reino le puedo asegurar que este aun se encuentra a salvo en mis manos-
-Mi Gran Sabio me ha informado de todo, ha dicho que piensas comprometerte con Elizabeth Von Setter, puedes explicarme ¿¡como es eso salvaguarda a mi reino!?-
El rubio le observo con suspicacia, sabia bien lo que en realidad le preocupaba al Gran dios de los demonios y le asqueaba, porque aunque no lo deseara debía darle en el gusto si deseaba conservar la paz tanto del reino como en el mundo entero.
-No tiene por qué temer su Alteza, porque la información que tiene el Gran Sabio es solo la que he ordenado darle a todo aquel que no es de mi entera confianza-
-De tu confianza o simplemente porque deseabas que él se enterara de la peor forma-
El demonio de fuego bajo sus defensas y sonrió ante la aseveración de su ante pasado ya sin tapujos, mientras este no se mostraba nada complacido con lo hecho por este.
-Ken Murata es mi hombre de confianza, mi Gran Sabio, no tenias porque mentirle solo bastaba con decirle lo que tenía que decir-
-Gran Shinou usted mejor que nadie sabe que la lealtad del…”Gran Sabio” estaría dividida en esta cuestión por lo cual solo quise hacer su tarea mas fácil-
Podía ver el cinismo reflejado en sus ojos, el mejor que nadie conocía aquella característica tan típica de su familia y tan recriminada por sus cercanos en la antigüedad, único defecto que hubiese deseado que sus descendientes no heredaran pero que para su mala suerte solo unos pocos se habían salvado de tener y que en ese joven idéntico a un antiguo ser amado era mas que notorio.
-Aun así, entiendes que por tus actos deberé traerle de vuelta-
-Creo que no me he explicado bien su Alteza- dijo en tono molesto el rubio menor mirando con saña al mayor que por todos los medios intentaba de mantenerse sereno –el futuro del reino aun esta ha salvo en mis entrañas y a menos que desee que esto no sea así, no se atreva a traer a ese asqueroso mestizo devuelta al reino o le aseguro que no responderé de mis actos- menciono ya molesto acercando la palma de su mano sobre su vientre en claro signo de amenaza que un dios supo al instante no se trataba de una simple treta o rabieta de un mocoso molesto.
-Así será entonces pero debes asegurarme que nada le ocurrirá-
El demonio de fuego le miro altanero pero sin quitar la mano de su posición.
-Así será su Alteza, la llave perdida de los Wincott estará a salvo en mi familia como siempre lo has estado, no tiene por qué preocuparse por ello, yo sabré cuidarle perfectamente-
Le miro con detenimiento, sin duda alguna era digno descendiente de su estirpe porque a diferencia de aquel joven a quien le entregara el poder con el único fin de acabar con la amenaza de Soushu, el sabia perfectamente que la amenaza aun persistía y que su derrota no era mas que un mero formalismo al igual que sus supuesta muerte.
-Las llaves serán resguardadas en Shin Makoku como siempre ha sido se lo puedo asegurar-
-Que hay con Sir Weller, escuche que se había auto exiliado del reino por el apoyo brindado a Shibuya-
-No tiene que preocuparse, eso ya esta arreglado-
-Explícate-
El joven de ojos esmeralda le miro orgulloso por lo conseguido con su hermano que tras intentar renunciar a su puesto de capitán al servicio del reino se viera siendo escoltado hasta sus habitaciones para encontrarse no con la furia eperada, sino con la comprensión de un joven que ha madurado de golpe tras las intransigencias de la vida. Si Conrad Weller alguna vez creyó que aquel muchacho que vio nacer le volvería a ver con odio y repulsión aquella era la ocasión, no por nada le había traicionado prefiriendo antes que a el a un extranjero que no había hecho otra cosa mas que engañarlos a todos. Pero ante su sorpresa en vez de recibir una bola de fuego de su parte o una orden para ser encarcelado en una celda igual o peor a la del ex monarca solo recibió la suplica sincera de un muchacho que como única sentencia le pedía quedarse a su lado sirviéndole de la misma manera fiel que a sus dos anteriores Maou. Si, Wólfram había aprendido bien los teje y manejes de la política, mucho más de la diplomacia y al fin comprendía que el orgullo no significaba actuar sin pensar, sino atacar en el momento adecuado.
-Seguirá en su puesto, sirviendo lealmente al reino-
-Y su castigo-
-Que mayor castigo que estar a servicio del menor de sus hermanos su Alteza-
Las palabras del rubio menor no lo convencían, sabia que había algo mas, pero no le importaba, lo único que le interesaba era que las llaves estuvieran en su poder, a salvo y conociendo a su joven descendiente mas tarde que temprano se las ingeniaría para que el segundo hijo de la ex Maou se casara y concibiera un hijo quien heredaría la responsabilidad de un pacto ancestral que unía a demonios con humanos por toda la eternidad.
-Tienes el alma corrupta- menciono un tanto decepcionado mientras le veía con ímpetu a lo cual su contraparte ni siquiera se vio afectado, sino mas bien alagado.
-Al igual que usted mi querido ancestro- dijo esbozando una gran sonrisa el menor de los Bielefeld ante la mirada atónita de un oji azul que no daba crédito a lo que acababa de escuchar he intentando en vano de sacar de su error al joven que no hacia mas que negar con la cabeza. Lo sabia, su secreto, la unión secreta de su sangre con la de su linaje o solo le probaba.
-Eres ingenuo si crees en los rumores del pueblo-
-Si lo soy o no es mi problema, no es así-
Lo sabía, aquella aseveración no era un simple juego de palabras, él lo sabia y no tan solo se lo decía de frente, sino que no temía en re afirmarlo.
-No debe preocuparse, mi tío ignora la veracidad de los rumores que rondan al reino por siglos, es mas, si no fuera por la insistencia de su protegido jamás me habría atrevido a hondar en la historia de mis ancestros y que cree, sin siquiera quererlo encontré la respuesta no solo en algunas cartas, sino en cierto anillo de Rufus Von Bielefeld, le recuerda-
Sintió una opresión en el pecho o al menos eso creyó, porque al no tener un cuerpo palpable pensar siquiera en ello seria una locura, mas en esos momentos era otra cosa la que le preocupaba.
-Si estas tan seguro de lo que dices debes estar consiente que de saberse no tan solo tu cabeza correría peligro, sino también la de tu familia-
El demonio de fuego lo miro con autosuficiencia casi ignorando sus palabras que para el eran nada mas que una exageración pero que en el fondo comprendía perfectamente, ya que por ningún motivo los Bielefeld serian considerados un linaje bastardo, aun siendo descendientes directos del mismo dios Shinou porque aquello solo produciria la vergüenza absoluta en su linaje y los celos irrefrenables de los otros miembros de la corte que los verían no como salvadores, sino como mala hierva que debía ser arrancada de raíz. No, el jamás develaría el verdadero origen de los descendientes de su casa.
-No debe preocuparse su Alteza porque de mi boca no saldrá ni una sola palabra-
-Más te vale cumplir con ello-
-Así será Gran Shinou, ahora si me disculpa, debo prepararme para mi coronación-
Hizo ademan para realizar una reverencia pero que el mismo dios impidió al notarle aun herido despidiéndose finalmente con un asentimiento de cabeza.
Pudo ver desde la mas alta de sus torres los fuegos artificiales que adornaban el cielo en señal de que un nuevo Heika había sido coronado, acompañado por las campanadas que lo anunciaban ante todo el reino como un hecho. Vio entonces con nostalgia parte de su reino, rogando por haber hecho lo correcto y deseando que esta vez su elección fuera la correcta o al menos durara más tiempo del estimado.
-No, tu si eres una buena elección mi descendiente, tu no me decepcionaras y si lo llegas a hacer el destierro será la menor de tus preocupaciones-
FIN