LA REVELACION
A veces la vida podía ser irrisoria, a veces el destino podía ser cruel y a veces solo a veces aquello le agradaba como en ese momento, entonces no entendí porque sentía aquella extraña presión en su pecho. Quizás era el hecho de ver aquellos verdes ojos llenos de temor, quizás era el ver un perceptible temblor en aquel frágil cuerpo o quizás era el hecho de que aquella sonrisa que tanto le había llegado a gustar apenas y era visible en una mueca forzada por las circunstancias.
Pudo sentir apenas le saludo la incomodidad que sentía pero como se repuso casi enseguida cuando le recordó que eran amigos, amigos, cuanto podía hacer aquella palabra últimamente a su favor y cuanto podía desagradarle al recordar ciertos momentos de su vida.
Escucho una escueta escusa de como había olvidado realizar un trabajo con un compañero de Universidad y como no podía dejarlo para otro momento, supo entonces que él no se quedaría, aun si insistía en ello y por extraño que pareciera aquello no le molestaba.
Le vio marcharse mas rápido de lo que le vio entrar y apenas desapareció de su vista vio como alguien mas se sentaba en aquel puesto que debía haber sido ocupado por aquel joven castaño, mas no le extraño porque sospechaba que tras su ultima conversación telefónica aquel sujeto podía dejarse caer en aquel restaurante con el único fin de conocer a quien había ocupado el corazón depresivo de un joven pediatra que se negaba a olvidar a su gran amor.
-Entonces, donde se encuentra aquel espécimen del cual has hablado sin parar estas ultimas semanas-
Le sonrió serenamente recordando la expresión descompuesta de aquel joven llegando rápidamente a la conclusión de que este le había visto primero y de como sin saber su relación mutua prefirió huir del lugar antes que enfrentar un posible enfrentamiento con su amante.
-Creo que considero que esta cita podía crearle un conflicto de intereses- La ceja alzada del hombre sentado frente a él le reflejo su clara duda a sus palabras, se mordió el labio, aun no era el momento de sacar todos los huevos del canasto, aun no. –No me mal entiendas Usami, ya te dije que lo nuestro no es nada serio-
-Aun asi, no es algo muy honesto crearte ilusiones y después romperlas, no es de personas confiables dejarte botado a última hora-
-Vamos, la verdad es que estas molesto porque no pudiste conocerlo, no porque me dejara plantado-
-Eso no importa, ya habrá tiempo para eso-dijo el peli gris llamando con la mano a un garzón que no le hizo esperar ni un mísero segundo y que obviamente reconocía aquel sujeto por su visible nerviosismo.
-Vaya, siempre creí que eso de ser famoso tenia sus beneficios y veo que no me equivocaba-le dijo con algo de picardía al escritor que miraba sin ningún pudor la retaguardia del mesero que se marchaba por su pedido.
-No te equivocas pero eso a mi eso no me interesa-respondió tomando su celular desde su bolsillo.
-Estas seguro de eso-pico el moreno viendo a lo lejos aquel mesero que tanto le llamara la atención al escritor.
-En efecto, tipos como el solo son para pasar un buen rato, en cambio otros son para toda la vida-respondió sin dejar de teclear en su celular con una mirada sombría a lo que el creía la nula respuesta a quien se dedicaba a mandar mensajes de texto.
Asi que sus suposiciones eran ciertas y el gran Akihito realmente amaba a ese muchacho tan similar y diferente a…agito su cabeza, debía olvidar tales comparaciones que no hacían mas que hacerlo flaquear en sus decisiones. El mesero regreso con su pedido y pudo notar como la vista del peli gris se desviaba de la pantalla del dichoso aparato móvil para dirigirla nuevamente a cierta parte del cuerpo de este para darle a conocer otra revelación, no solo el chico engañaba al escritor, sino que este estaba acostumbrado a ponerle los cuernos a su joven amante y ahora que lo sabia tenia una nueva arma en su contra.