LA REVELACION II
Aquel dia había sido una gran revelación para sus planes que darían posiblemente un gran giro tras su gran descubrimiento, estaba ensimismado pensando en ello cuando frente a la puerta de su departamento se encontró con una de las personas que era parte fundamental de estos y que justamente esa noche ni se imaginaba volver a ver.
-Hai-dijo tímidamente el castaño apenas viéndole a la cara a lo cual el contesto de forma educada invitándole a pasar.
No sabia muy bien que lo llevaba hasta ahí, aunque estaba seguro que no solo era para tomar él te y su notorio nerviosismo se lo demostraba.
-Asi que terminaste temprano con tus compañeros-
El chico le miro extrañado para luego afirmar con desgano ha una mentira que el mismo había dicho.
-Yo…yo regrese después-
Le sirvió su taza de te intentando de disimular su evidente sorpresa para luego tomar asiento frente a él.
-No lo entiendo Misaki, si regresaste porque no entraste-
-Yo…hem…-el chico estaba nervioso, tomo la tasa de te entre sus manos intentando de servirse pero solo consiguiendo soplar el halo de esta y nada mas.
-¿Misaki?-
-Quizás esto te suene extraño pero de donde…-
Y ahí estaba lo que tanto había temido para sus planes, una interrupción pero él no se dejaría amedrentar.
-Misaki te encuentras bien, no ves…-el chico negó efusivamente para mirarlo por escasos segundos a los ojos y volverla a la dichosa taza de te.
-No sabía que conocías a Usagi-san-
-¿Usagi-san?-
-Al escritor, Usami Akihito- soltó un poco acongojado el chico.
-Por supuesto que lo conozco, no hace mucho tiempo claro esta, ¿Por qué eres su admirador?- no tenia porque negar la extraña relación que llevaba con aquel sujeto, después de todo él no estaba haciendo nada malo, ahora, con respecto al muchacho ya era otra cosa.
-No, no claro que no…es que… veras…- le vio dejar sobre la mesita su tasa de te y levantarse cansinamente del sillón dando unos pasos hacia la salida del departamento pero deteniéndose apenas le escucho hacer lo mismo.
-Misaki que sucede- le pregunto cínicamente sin imaginarse lo que realmente acongojaba al castaño en esos momentos.
-Yo…yo vivo con el hace un par de años…y…- Y ahí estaba el muchacho se había atrevido a revelar su relación o al menos eso creía-mi…mi hermano es amigo suyo y le pidió que me hospedara, solo mientras duren mis estudios claro esta-
No sabia si reírse o sentir lastima por el maldito de Usami Akihito porque ahí frente suyo estaba su pareja negando por completo una relación que él estaba seguro que tenían.
-No tenia idea, el jamás me hablo de ti-
El chico giro su cabeza para mirarlo de frente, veía perfectamente que aquello no solo no era de su agrado, sino que de cierta forma le dolía.
-Pero bueno, no es que hablemos de muchas cosas en realidad-
-Si…además solo somos compañeros de departamento…solo eso-dijo el chico soltando una risita despreocupada que se notaba claramente que no lo era.
-Misaki, no me digas que solo has venido por eso-
El chico esquivo sus ojos comenzando a juguetear con sus manos, había algo mas pero no sabia con exactitud que era pero lo sentía.
-Yo…-le vio caminar sin destino fijo, entonces noto como se paraba en seco frente a un estante y como sin el menor reparo tomaba entre sus manos una fotografía en particular. Y sintió su corazón detenerse, porque el no tenia porque mirar aquello, porque el no debía siquiera sostener uno de sus mas preciados recuerdos y sobre todo porque el no tenia porque mirarlo con aquella tristeza estampada en su rostro.
-El…tu y el… ¿eran amigos?-apenas alcanzo a decir el castaño cuando un moreno algo molesto le arrebato la fotografía de las manos-Perdón-
-No hay nada que perdonar- dijo con un tono molesto Nowaki sin poder calmarse del todo, aquella foto era una verdadera reliquia para el, era la que con mucho esfuerzo había logrado tomarse con su amor después de cierto año nuevo que por poco y lo pierde por una tontería llamada celos.
-El…él es Kamijyou-san verdad-pregunto dudoso el chico a lo cual el moreno no respondio-él era mi Sensei en la Universidad-
-Lo conociste- pregunto ya mas calmado el pediatra pero sin dejar de mirar la fotografía.
-Era mi maestro, no creo que yo fuera uno de sus alumnos favoritos…pero si, se puede decir que lo conocí- respondio con un dejo de tristeza en su voz.
-Sabes lo que le ocurrió-y su tono de voz se volvió dura con la pregunta que hizo temblar al muchacho, mas no de temor como pensara el moreno.
-Hai-
-Lo asesinaron, lo puedes creer-dijo mirándolo a aquellos ojos anegados en lagrimas-le quitaron la vida, asi como asi, sin importarles siquiera quien era…solo…solo por dinero…dinero que ni siquiera….-no alcanzo a terminar la frase porque entonces escucho el sollozo lastimero de aquel joven que deseaba herir hasta lo mas profundo de su ser y que cuando lo consiguió lo hizo sentir peor que una paria por ello.
-Lo…lo siento…yo…lo siento….-apenas se le alcanzaba a escuchar al chico entre sollozo y sollozo, mientras ocultaba su rostro entre sus manos.
El verlo tan desvalido le rompía el corazón, tanto que le entraban unas ganas horribles por ir hasta el y sostenerlo entre sus brazos, consolarlo, acariciarle, besarle pero no, eso no podía ser y el motivo de ello no solo eran los hechos, sino el recuerdo palpable de su amado que no le perdonaría tal acto con el causante de su deceso.
-Fue…fue…mi culpa…lo siento tanto…yo…-decía apenas el muchacho sin parar de llorar-ese dia…no…no fui…comenasai, comenasai…-dijo cayendo de rodillas comvulsionado por las lagrimas-fue mi culpa…lo…lo siento tanto-
No pudo mas, sin saber como estaba a la altura del muchacho envolviéndolo en un cálido abrazo que solo duro un par de segundos por que este mismo deshizo el agarre levantándose abruptamente del piso para tomar su bolso sobre el sillón y correr hacia la puerta del departamento sin que el moreno pudiese hacer nada para evitarlo.
Se levanto cansinamente sin entender lo que había ocurrido, dándose cuenta en ese momento que la fotografía antes en su mano se encontraba en el suelo. Fue hasta ella tomándola con sumo cuidado aprisionándola sobre su pecho con angustia para luego depositar un beso en aquel retrato que solo supo responderle con una cortadura que mancho la imagen de quien amara, recordándole nuevamente cual había sido el destino de su amado.