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LA CAIDA DEL ANGEL. por DRAGIOLA

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Notas del capitulo:

La historia se repetia como un vendito deja vú, pero que lamentablemente terminaba transformandose en una maldicion...su maldicion.

LA TRISTE AGONIA DEL INOCENTE

 

 

 

 

Al despertar ya no estaba en su cama, ni mucho menos entre sus brazos, se levanto con la vana esperanza de encontrarse con el en otra parte de su departamento pero no fue asi. El se había marchado sin siquiera despedirse pero aun asi no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa al notar en su mesa un plato que reposaba protegido por un paño de loza en el cual había una nota.

 

 

“Te prepare el desayuno, gracias por todo, Misaki”

 

 

Pensó en el durante todo el dia, en si estaría bien, en si habría resuelto sus problemas y si en realidad seguía junto aquel canalla de Usami, porque aun sin haberle dicho que él era el causante de aquella marca en su rostro, sabia a la perfección que asi era. Pasaron un par de días antes de que pudiesen volver a verse y para cuando lo hicieron lo primero que se le vino a la mente fue si es que asi seria siempre.

 

 

Parecía como si él hubiese estado haciendo guardia por semanas, no solo estaba cansado, si no agotado, sus pensamientos últimamente siempre estaban con cierto muchacho con el cual apenas había hablado en esos días y entonces como si algún deseo suyo por fin hubiese sido concedido escucho como llamaban a la puerta de su hogar encontrándose con el objeto de su obsesión.

 

 

-¿Misaki?-apenas alcanzo a decir para cuando noto como este aun cabes bajo lucia terriblemente afectado por algo que tenia nombre y apellido.

 

 

-Po…dria…quedarme, esta…noche, prome…to, no moles…tar-dijo el chico que apenas diera dos pasos se tambaleo siendo afirmado justo a tiempo por un moreno que no daba crédito a como se encontraba el muchacho que había tomado como prisionero su corazón hacia meses.

 

 

-¿Misaki que ocurrió?- fue lo único que atino a decir el pediatra que aun no daba crédito a lo que veían sus ojos.

 

 

-Me hire…si no deseas…tener…-apenas decía el chico con la lengua casi muerta intentando en vano de separarse del moreno que temía por su seguridad.

 

 

-No, quédate, ven conmigo- dijo el moreno llevándoselo hasta el sillón en donde lo dejo recostado mientras tanto él iba a poner la tetera para darle un café bien cargado al chico que aun con los ojos cerrados se podía notar que había llorado por horas.

 

 

 

Se preguntaba porque no dejaba al infeliz aquel porque de seguro el tenia algo que ver con el estado en el cual estaba, cuando noto como el chico apenas se levantaba del sillón intentando de llegar al baño tropezando en el intento.

 

 

-¡Misaki espera!- exclamo preocupado ayudándole a levantar y viendo como de esas hermosas orbes las lagrimas salían sin tregua de ellas.

 

 

Sintió como sus manos se iban aferrando a sus brazos, como sus uñas casi se le clavaban y como su rostro cada vez estaba mas cerca de él, pudo hasta inclusive sentir su cálido aliento con el inconfundible olor ha alcohol que hacia perder la conciencia de sus actos al chico que en esos momentos se debatía entre besar aquel noble hombre ante el o simplemente alejarse de su lado.

 

 

Le abrazo tal como lo hiciera antes, esperando tranquilizar asi aquel cuerpo tembloroso que había comenzado a gimotear dolorosamente.

 

 

-Nowaki- le llamo bajito el chico mientras este solo le acariciaba el cabello intentando de llevarlo de vuelta  hasta donde descansaba-Yo…Nowaki-

 

 

-Perdón, deseas que te ayude a llegar al baño- pregunto dudoso el moreno al notar como el chico no se movía para nada.

 

 

-Yo…yo…-titubeaba el chico que con esfuerzo notorio le volvia a mirar a la cara aun anegado en lagrimas-Lo siento tanto…se…él tiene razón…-apenas decía sorbiéndose la nariz y esquivando un par de ojos azules que le buscaban preocupado.

 

 

-Misaki, dime que ha pasado, confía en mí por favor, puedes hacerlo-

 

 

El chico le miraba otra vez, pero en esta ocacion dudoso, su rostro descompuesto por las lagrimas temblaba al igual que el resto de su cuerpo y el escucharle gemir ante él no le ayudaba en nada, mas que a sentir un desazón al no poder calmarle, ni siquiera con su cercanía.

 

 

-Yo no…no debería…-

 

 

-Misaki- dijo el moreno acariciando su mejilla sorprendiéndose al sentir un manotazo por parte del castaño que lo empujaba lejos de el aun si esto significaba caer de rodillas en el suelo.

 

 

-¡No me toques!...no merezco tu preocupación…no lo merezco…-le escuchaba decir apenas en un susurro.

 

 

-Porque Misaki, que ha ocurrido- preguntaba cada vez mas preocupado el moreno que se arrodillaba a su altura observando como las lagrimas del otro caían hasta el suelo formando una extraña mancha en la alfombra.

 

 

-Tú me debes odiar-

 

 

-¿Qué, por supuesto que no?-

 

 

-Deberías odiarme…repudiarme pero no…tu solo…eres tan amable y no lo merezco-

 

 

-No digas eso-dijo tomando su rostro entre sus manos-tu eres una persona noble que no merece pasar por lo que sea que se te este obligado, no tienes por qué soportarlo Misaki, tu no te mereces esto-

 

 

-¡Si lo merezco!-grito frustrado el chico zafando su rostro de aquellas cálidas manos que lo tranquilaron momentáneamente-¡lo merezco, merezco todo lo malo que me pueda ocurrir, merezco ser pisoteado, merezco morir, debería morir!-

 

 

-¡Ya basta Misaki, no sé que te haya dicho el desgraciado de Usami pero tu no mereces eso, entendiste!- dijo furioso el moreno tomándolo de ambos brazos y agitándolo con fuerza.

 

-Él tiene razón…Nowaki…es mi culpa, solo mi culpa- decía intentando de hablar con mayor claridad-el estaría contigo si no fuera por mi culpa…el profesor Kamijyou…él no se merecía aquello…el…él era tu verdadero amor, ¿verdad?-

 

 

Le soltó sin siquiera notarlo viendo como el chico caía nuevamente hasta el suelo entre medio de gemidos que iban cada vez mas en aumento.

 

 

Hiro-san, pensó el moreno recordando a su gran amor, Hiro-san, se decía viendo en un ajeno color de cabello castaño al de su amado, Hiro-san, se gritaba interiormente al ver unos ojos que no eran del mismo color que el de su amor, ¡Hiro-san!, aulló lleno de dolor al darse cuenta que le había dejado en el olvido.

 

 

Su piel quemaba y la razón era el, el que se había atrevido a tocarle, el que aun sufriendo le recordó algo que había deseado olvidar, el que tal parecía no era tan inocente como pensaba y que ahora le miraba con una extraña sonrisa en el rostro.

 

 

-Ves…tu también me odias, como el…-dijo el chico tomando sus manos que le rechazaron de inmediato-dijiste que podía confiar en ti, lo dijiste ¿o no?- dijo el chico tomando nuevamente sus manos que para su sorpresa fueron guiadas hasta la fina garganta de quien las sostenía-hazlo, lo merezco, por favor…solo hazlo- dijo el chico cerrando sus ojos.

 

 

Sus manos envolvían aquel cuello por completo, podía sentir las pulsaciones de sus venas tan fuertes y cálidas atraves de su piel que quemaban, era claro lo que estaba en sus manos, una vida, una que había sido la causante de la muerte de otra, una que lo había dejado en completa soledad, una que causaría aun mas daño con su deceso y que de paso no solo terminaría dejando sumido en el horror de la oscuridad a un alma, sino que también a él, porque el, aunque en lo mas profundo de su corazón lo odiara, también lo amaba.

 

 

 

Se alejó de él viendo como se sumía en su tristeza, observándolo desde una esquina caer totalmente derrotado sobre su alfombra y escuchando el incesante sonido de la tetera advirtiéndole que ya estaba lista, mas aun asi no se movió, no podía, estaba congelado, con miles de imágenes llenándole la cabeza, rememorando momentos felices, tristes, todos y cada uno de ellos extrañamente sin ser necesariamente con su amado Hiro-san.

 

 

El vacío que tenia en su pecho no había sido un impedimento para nuevamente prestar su ayuda a quien lo necesitaba, mucho menos para con quien sentía algo. Le tomo entre sus brazos llevándolo hasta el cuarto en donde ya dormido se removió mientras lo arropaba. Acaricio su frente sintiéndola un poco caliente y cuando iba a darle un beso en esta se detuvo en el instante al sentir como un nudo se apoderaba de su garganta.  Una, dos, tres eran las lagrimas que habían caído en ese rostro y por primera vez aquel sentimiento no era por quien amaba, sino por quien ocupaba su lugar en esos momentos.

 

 

 

Al despertar a diferencia de la vez anterior él no se había marchado, aun dormía y no se atrevió a despertarlo, tomo sus cosas, se vistió y se marcho a su trabajo intentando de no pensar en lo que había ocurrido la noche anterior.

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuara............................

 

Notas finales:

Perdon por la demora no tengo escusas o quizas si, lamentablemente mi flojeritis aguditis me ataco junto a otra amiga suya, igual de cruel  la apatia y falta de imaginativa, al menos con esta historia, siiiiiiiiiii, me puse a leer mucho "HP" y me envole. Eso si no quedan muchos capis para el fin.

Como siempre les agradesco a quienes leen y mucho mas a quienes comentan, hasta la proxima.


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