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Buscando... por Cristabelle

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El mundo de los sueños es un lugar tan placentero, es una pena abandonarlo de pronto. Eso pensó Finn al sentir unos suaves toquecitos en su hombro, los cuales tenían por propósito despertarlo.

–Perdona, pero tenemos visitas– le dijo Fionna.

Lo zarandeó bastante consiguiendo que Finn bajara tambaleante y somnoliento a la sala, donde observo que estaba preparada una suntuosa mesa repleta de bocadillos, pasteles y galletas  con seis tacitas de porcelana y una tetera.

–¿Una fiesta de té?– pregunto adormilado.

–Él insistió… –hizo un pequeño silencio antes de presentarlos– Finn, él es el Dulce Príncipe.

Lo saludo un joven de rostro tan dulce como su aroma que fácilmente podía ser descrito en tres palabras: amable, elegante y guapo.

Con movimientos refinados le dedico una venia y Finn asombrado correspondió como pudo, pensando: “¡lo sabía!”

–No imagina cuan afortunado me considero de conocer a alguien como usted.

–¿En serio?

El Dulce Príncipe asintió.

–Usted ha cambiado mi perspectiva, porque hasta ahora no había conseguido comprobar ni con la más ardua investigación, que la raza humana aún tenía probabilidades de evitar la extinción.

–Gracias… creo.

–¡Oigan! El té se enfría– dijo BMO chocando impaciente su tacita contra la mesa.

El aristócrata y el aventurero rieron por la ocurrencia de BMO y fueron a sentarse.

Se sirvieron las confituras charlando animadamente acerca de las habilidades reposteras del Dulce Príncipe y del delicioso té que preparó Fionna.

–Cambiando de tema –el Dulce Príncipe aclaro la garganta y miró a Finn– No quisiera atosigarle con preguntas, pero le agradecería si nos contara sobre usted, eso me permitiría recabar más información acerca de los humanos y si me permitiera el honor, me encantaría hacerle algunas pruebas en mi laboratorio.

El muchacho se atraganto con un bocado de galleta.

–¿También es científico?

–Correcto.

–Un momento– notó que una mano se asomaba por debajo de la mesa, acechando unos pastelillos de fresa.

El niño les hizo un gesto de silencio y con otro ademán propuso asomarse debajo del mantel.

–¡Marshall-Lee!– Gritaron todos excepto Finn que ya se esperaba algo así.

Sonreía con descaro, mostrando sus afilados colmillos de vampiro. De tez cadavérica; cabello y ojos oscuros, que bien podrían denotar maldad, siendo esto inadvertido a causa de su gran atractivo.

–Hola, ¿qué hacen?– los saludo con indiferencia, mientras salía de su escondite.

–Nos divertíamos, hasta que usted irrumpió nuestra reunión con su desagradable presencia– expresó el Dulce Príncipe molesto de verlo.

–¡Bah! Como si alguien pudiera divertirse contigo– respondió mirándolo con furia.

–Se llevan peor que el agua y el aceite, lo mejor es no inmiscuirse– le susurró Cake a Finn.

Pero Fionna intervino.

–Claro que Fionna es Fionna– añadió la gata.

–Marshall, no te esperábamos, pero eres bienvenido– dijo trayéndole una silla y sirviéndole un té bastante tinto.

–Si insistes– se acomodó al lado de Finn, observándolo con curiosidad.

–¡Vaya! ¿Pero qué tenemos aquí?

–Él es Finn, otro humano ¿no es maravilloso?– dijo la jovencita.

Marshall-Lee se encogió de hombros y con sus colmillos absorbió el alazán que contenía el té.

–Y bien Finn ¿vendrías conmigo al Dulce Reino?

–Yo…

–Dile que no, te aburrirás –intervino Marshall, que luego se paró y ante el desconcierto de todos abrazó a Finn– mejor acompáñame en una aventura.

El Dulce Príncipe se puso de pie.

–Con todo el respeto que no se merece, le pido que no se entrometa. Él vendrá conmigo–- jaló a Finn hacia su persona.

–¿Eso piensas? –transformó su anatomía en la de un tenebroso murciélago antropomorfo–oblígame.

–¡Esto se va a poner bueno!– comento BMO aplaudiendo.

–No quería ensuciarme las manos, pero hay que poner la basura en su lugar–- expuso sin inmutarse.

–Mimado, seguro llamaras a tus guardias– dijo Marshall-lee con una voz sombría y penetrante.

–Nunca lo he necesitado –saco un arma de rayos laser y le apunto– la ciencia está de mi lado.

Estaban a segundos de comenzar con su enfrentamiento, cuando Cake les increpó:

–¿Al menos podrían ir afuera?

–Estaba por sugerirlo, pero quise ahorrarle a Abadeer la vergüenza de negarse –sonrió burlón– aún no se ha ocultado el sol.

El monstruo gruñó y en un asombroso acto de inercia despojó a la mesa del mantel sin tirar nada al suelo y se cubrió con el tejido.

Ambos salieron de la casa y en seguida comenzaron a escucharse disparos y bufidos. Los demás se miraron agobiados.

–No puedo evitar pensar que de alguna manera esto es mi culpa– dijo Finn.

–No te preocupes. Siempre se la pasan peleando– expuso Fionna con cierta tristeza.

–Aunque… es la primera vez que llegan a los golpes– comento la felina.

–Es porque se están pelando por Finn– expreso BMO con una risita traviesa.

–¡Hey! –reprendió el muchacho sonrojado– de todas formas, me niego a quedarme de brazos cruzados.

Se dirigió a la puerta y atravesó el pórtico desenvainando su espada y corrió hacia los contrincantes; con una patada arranco el arma de las manos del Dulce Príncipe, luego dio un salto y con la acanaladura de su espada, asesto un golpe en la cabeza del vampiro, haciéndolo caer.

–Maldita sea, ¡eso dolió!– profirió Marshall.

–Esto es tan vergonzoso– comentó el noble.

–Sí es una vergüenza, mírense– les dijo Finn.

El Dulce Príncipe tenía la ropa hecha hinojos y el vampiro muchas quemaduras; al verse suspiraron cansados.

Ya había anochecido y las primeras estrellas comenzaban a brillar de la misma forma que se abren las flores en el campo, sin que nadie lo note.

–Dulce Príncipe, no me agrada la idea de ir a su laboratorio, pero si me gustaría visitar su reino.

–Qué bueno.

–Entonces, ¿luego vendrás conmigo?– dijo Marshall quitándose el mantel de la cabeza.

–Supongo, pero no entiendo a qué viene esa proposición.

–¡Hecho!, es una cita– desapareció.

Finn quiso protestar, pero ya no había rastro alguno del vampiro.

–Ignórelo –le pidió el Dulce Príncipe y añadió– ¿le parece si vamos ahora?

–¿Esta seguro?

–El Dulce Reino iluminado por la noche es muy hermoso.

–¿Y si se hace tarde?

–Puede pasar la noche en el castillo– le dio unas palmaditas cariñosas en la cabeza.

–Está bien… – dijo tocándose el lugar donde le acariciaron.

–Llamaré a Lord Monochromicon– fue de regreso a la casa del árbol.

 “Qué extraño… se siente tan distinto a cuando estoy con Lei….¿será que estoy bajo un hechizo?” Pensó Finn mirando, las florecillas titilantes del cielo nocturno, impaciente por volver con él.

Notas finales:

Tenían que pelearse por Finn (?) XD gracias por leer, sería muy feliz si me dejaran comentarios n,n


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