Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Open Mind por yaonita

[Reviews - 439]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola ^^

Capítulo muy largo y muy calentito como prometí ^^

¿Qué pasará entre Tristán y Kiel?

Ahora lo veremos XD

Un beso

Yaonita

29. Estaré ahí para ayudarte.

(Kiel)

- ¿Por qué no me lo dijiste antes? – Fui directo al grano, a pesar de lo impactado y triste que estaba por la noticia, no podía perdonarle que no me lo hubiera contado antes – Merecía saberlo Tristán, te habría ayudado desde un principio – Tristán me miraba sin decir nada ¿A caso no me iba a dar una explicación? – No te voy a perdonar tan fácilmente ¡Merecía saberlo joder! – Grité al fin. Pero por muy enfadado que estuviera verle tan triste me estaba ablandando y mis ojos estaban húmedos por las lágrimas retenidas.

- Solo puedo decir que lo siento – Murmuró – Lo siento Kiel, siento habértelo ocultado, siento el daño que te he hecho, siento que hayas tenido que enterarte así, lo siento todo, de verdad.

- ¿No confiabas en mí? – Le pregunté con tristeza – ¿Es por eso que no me lo dijiste?

(Tristán)

- ¿No confiabas en mí? – Preguntó con tristeza – ¿Es por eso que no me lo dijiste?

Lo último que quería era que se sintiera mal, él no tenía la culpa de nada, la culpa era mía y de mi miedo al rechazo, siempre fui un estúpido no podía evitarlo.

¿Por dónde empezar?, ¿Cómo hacer que me perdonará por todo lo que le había ocultado?

- No es culpa tuya Kiel, claro que confió en ti – Aseguré mirándole directamente a los ojos. Debía hacerle entender que no era culpa suya, todo era única y exclusivamente culpa mía y de mis miedos – Primero de todo, deberías saber que eres el segundo chico del que me enamoro. El primero fue Joel, fue mi primer amor, mi primera vez y el primero que me rompió el corazón – Mejor comenzar por el principio – A él tampoco le conté sobre mi enfermedad, siempre he tenido miedo de que la gente sienta lástima por mí.

- ¿Pensabas que sentiría lástima por ti si me lo contabas? – Preguntó apenas sin voz.

- Si – Reconocí – Pero no era lo único que me daba miedo, también me daba miedo que me dejarás después de saberlo, tal y como hizo Joel.

- ¿…l te dejo después de saberlo? – Siguió preguntando.

- Se enteró porque fue testigo de uno de mis ataques, cuando vino a verme al hospital no tuve más remedio que contárselo todo – Agaché la cabeza apenado – Me dejó en el mismo instante en que se enteró, ni siquiera esperó a que saliera del hospital.

- ¡Qué cruel! – Exclamó molesto.

- Y lo peor de todo no fue que me dejara – Seguí mi historia – Lo peor fue que con sus palabras me dejó completamente hundido, yo le amaba y no me esperaba algo así. Joel… él vino a decirme que como iba a morirme más pronto que tarde, no tenía derecho a amar a nadie, ya que mi amor acabaría causando daño a esa persona tarde o temprano. Que era un egoísta por querer enamorar a alguien aún sabiendo que pronto dejaría a esa persona, haciéndole sufrir con mi muerte, que lo mejor era que me olvidara del amor.

- Pero eso es una estupidez, todo el mundo tiene derecho a enamorarse, está en nuestra naturaleza unirnos a otra persona – Protestó con el ceño fruncido.

- Quizás sea una estupidez, pero yo le encontré la lógica – Aseguré – Cuando te enamoras de una persona, lo que más deseas en este mundo, es que esa persona sea feliz ¿Cómo puede ser esa persona feliz, si se enamora de ti y luego mueres?

- Así que, llegaste a la conclusión de que mejor alejarte de esa persona antes de que eso pasara ¿No? – Me miró confundido.

- Si – Reconocí.

- ¿Me amas Tristán? – Se acercó a mí y con la palma de su mano acarició mi mejilla – ¿Es por eso que intentas continuamente alejarte de mí?, ¿Para no hacerme daño?

- No puedo asegurarte que estaré siempre contigo, no puedo porque ni yo mismo sé cuánto tiempo de vida me queda – Mis ojos comenzaron a humedecerse – Pero lo que sí puedo asegurar es que te amo – Confesé – Por eso pensé que era mejor alejarme de ti y dejar que otra persona te hiciera feliz, otra persona que si que pudiera hacerlo.

- ¿Pero no te das cuenta de que no puedes decidir por mí? – Parecía molesto, aunque el suave tacto de su mano en mi mejilla no desaparecía – No puedes saber lo que es mejor para mí, Tristán. No deberías haber tomado ese tipo de decisiones si haberme consultado antes mis sentimientos.

- Yo… créeme que para mí fue muy duro, no sabes lo que me dolía verte con otro y saber que yo no podría volver a estar a tu lado, hacerme el frío e indiferente cuando en realidad me estaba muriendo por dentro, no sabes lo que significas para mí – Acabé casi en un susurro.

- Quizás lo sabría si hubieras hablado conmigo en lugar de esconderte en tu refugio, con esa muralla que levantas para que nadie conozca al verdadero Tristán y que aún levantas más cuando estás conmigo – Y de improvisto me besó, sus labios se posaron en los míos de manera suave, primero rozándolos ligeramente, luego saboreándolos para finalmente devorarlos. Mis labios se dejaron besar y se limitaron a disfrutar del contacto.

- ¿A qué debo el honor de poder saborear tus deliciosos labios? – Susurré casi sin voz al romper el beso.

- A que te amo – Aseguró – Y por más que he intentado evitarlo no puedo dejar de amarte. Y si tengo que gritarte lo que siento para que entiendas que puedes confiar en mí lo haré… te quiero con tus cosas malas y tus cosas buenas, con tu pasado y tu presente, con o sin enfermedad, y no puedo evitarlo por más que intente controlarlo.

- No controles tus sentimientos Kiel, yo tampoco lo haré a partir de ahora – Le cogí de la cintura para acercarlo más a mí y esta vez fui yo el que comenzó a besarle desesperadamente. Le amaba y ahora no me frenaría por nada del mundo – Ven vamos a hacerlo bien – Le cogí por una mano y lo llevé hacia mi habitación, él no dijo nada, simplemente se dejó llevar.

- No estás jugando conmigo ¿Verdad? – Se atrevió a preguntar al fin cuando llegamos a mi habitación, le sentía algo temeroso.

- Aunque no lo creas, nunca he jugado contigo Kiel, yo… ¡Te amo! – Volví a abrazarle por la cintura para comenzar a besarlo de nuevo, él por fin se dejo llevar, rodeó mi cuello con sus brazos e intensificó el beso. Su lengua, completamente desesperada, se hizo paso por mis labios hasta encontrar la mía y enredarse con ella de manera juguetona.

- He echado tanto de menos sentir tu piel – Kiel comenzó a quitarme la camiseta, luego comenzó a dejar pequeños besos por todo mi torso – Tan suave – Besó uno de mis pezones – Tan excitante – Lo mordió, provocándome un impulso eléctrico que recorrió todo mi cuerpo.

- Ahhh…. Kiel, que malo eres – Sonreí entre gemidos. Kiel siguió bajando por mi torso dejando pequeñas lamidas de vez en cuando, llegó a mi ombligo y metió su lengua en él, adueñándose por completo del piercing de mi ombligo, tirando y aflojando de vez en cuando de este. Mientras saboreaba y lamía mi ombligo, y tiraba de vez en cuando de mi piercing, con sus manos iba desabrochando el cierre de mis pantalones, y cuando estos estuvieron libres de ataduras, los bajó acompañándolos con sus manos. Primero por mi trasero, luego por mis muslos y finalmente por mis piernas, hasta dejarlos caer al suelo para así poder deshacerme de ellos.

- Me encanta tú ombligo – Susurró mirando hacia arriba con mirada picara y sonrisa perturbadora. Le obligué a subir, no aguantando más para poder besarlo de nuevo.

- Yo también quiero sentir tu piel – Le quité también la camiseta que llevaba, rompiendo el contacto de nuestros labios el menor tiempo posible – Tan deliciosa – Comencé lamiendo su cuello – Tan tentadora – Bajé hasta sus pezones y con una mano pellizcaba uno mientras con mi boca mordisqueaba el otro.

- Ahhh… Tris – Cuanto había echado de menos sus gemidos.

- Tan intensa – Bajé por su vientre, delimitando una línea imaginaria con mi lengua, podía sentir como su piel se erizaba a mi paso – Tan erótica – Le miré desde abajó y comencé a desabrochar sus pantalones, al igual que hizo él anteriormente comencé a deslizarlos por sus piernas – Tan sabrosa – No pude evitar dejar un mordisquito en su polla a través de los bóxers.

- ¿Quién es el malo ahora? – Se rió Kiel – Ven – Una vez me deshice de sus pantalones Kiel me indujo de nuevo a sus labios, deseábamos sentirnos continuamente, saber que no era solo sexo sino una forma de mostrar el amor que sentíamos el uno por el otro. Sin separar nuestros labios y nuestras lenguas, poco a poco, nos fuimos dejando caer sobre la cama.

Nuestras manos recorrían el cuerpo del otro, reconociendo el tacto anhelado, la piel se erizaba al contacto, corrientes eléctricas recorrían nuestros cuerpos y nuestros labios no querían separarse. Sobre la cama, dos cuerpos deseosos de sentirse el uno al otro, nada más, ni enfermedades, ni problemas, ni dudas, ni miedos, nada, solo el placer de sentirnos mutuamente.

Pronto nos deshicimos de la única prenda de ropa que aún resistía, ahora sí, nos sentíamos sin barreras de por medio, completamente desnudos, sin obstáculos, sin fronteras, sin prejuicios.

- ¡Te amo nene! – Deseaba que lo supiera una y otra vez, necesitaba decírselo – ¡Te amo! – No parábamos de dar vueltas sobre la cama al tiempo que nos besábamos y acariciábamos sin control. En esos momentos solo importábamos nosotros dos.

- Tris… ahhh… dímelo otra vez – Me suplicaba entre besos.

- ¡Te amo Kiel! – Volví a repetir – Y lo diré las veces que sean necesarias.

Llegó el momento de avanzar un poco más, los besos y las caricias estaban bien, estaban de maravilla, pero nuestros cuerpos necesitaban sentirse aún de forma más profunda, más intensa. Necesitaban desfogar tanto amor de alguna manera.

Poco a poco fui tomando la iniciativa, muy a mí pesar tuve que dejar sus labios, pero los sustituí por su dulce piel. Lentamente fui bajando a lo largo de su cuerpo, dejando mis huellas por cada rincón, por cara poro de su piel, sintiendo cada reacción, por pequeña que esta fuera. Cuando llegué a su polla, la admiré, como un niño pequeño admirando un caramelo, la cogí con una de mis manos y la metí en mi boca, sin pensármelo dos veces comencé a lamerla al tiempo que mi otra mano acariciaba su cadera.

- Ahhh… Tris – Me encantaba saber que lo que le estaba haciendo le estaba gustando, que le estaba dando placer.

Seguí con lo mío, con mi lengua saboreaba, con mis labios acariciaba, con mis dientes rozaba la sensible piel, con mis dedos ayudaba a masturbar y con mis ojos le miraba con adoración. Su cuerpo perlado de sudor, su boca entre abierta, sus ojos brillantes de deseo, su cuerpo estremeciéndose bajo el mío.

Decidí emplear mejor mi otra mano, sin parar lo que estaba haciendo dirigí mi mano libre a su boca, él sabía perfectamente lo que tenía que hacer, lamió mis dedos de forma voraz y decidida. Cuando estuvieron lo suficientemente húmedos volví a bajarlos, un maravilloso destino los esperaba. Empecé metiendo uno, poco a poco, rodeando la zona antes de entrar en acción, no me resultó difícil, Kiel estaba más que excitado, el segundo también entró fácilmente, pero cuando metí el tercero un pequeño sobresalto por parte de Kiel me hizo perder el ritmo de mi mamada y casi me provoca arcadas.

- Lo siento – Se disculpó un avergonzado Kiel.

- Esta cosa grandota casi me ahoga – Sonreí al tiempo que le miraba y le daba un besito en la punta de la polla.

Después de la pequeña interrupción seguí con lo mío. Mis dedos se movían en su interior para prepararle, mi boca le daba placer, mi otra mano abandonó su polla para ocuparse de la mía propia, aunque no necesitaba mucho para ponerse a punto debía darle el último toque. Los continuos gemidos de Kiel eran música para mis oídos, necesitaba hacerle sentirse bien para compensarle todos los malos ratos que le había hecho pasar.

Cuando lo creí completamente preparado, y él ya comenzaba a pedir más con su movimiento de caderas, decidí entrar en acción. Me puse sentado de rodillas entre sus piernas, le alcé las caderas para ponerlas encima de mis muslos, su trasero quedó justo en el lugar indicado, y mi polla encajó a la perfección en su deseado destino.

- Ahhhhh… Tris – De una sola embestida me había adentrado en su interior, provocando que arqueara su espalda de manera casi inhumana.

- Nene… ahhhh… lo siento – No había querido ser tan brusco pero no pude controlarme, comencé a acariciarle el pecho para tranquilizarlo, él respirada de manera descontrolada, seguramente intentando recuperar la calma. Evidentemente, me quedé quieto esperando su señal.

- Me las pagaras – Me sonrió – Muévete anda – Y sus palabras fueron ordenes.

Comencé a moverme, saliendo y entrando, profundizando cada vez más las embestidas. Le agarré por los muslos para acercarle aún más, para profundizar más si cabe mis penetraciones. Kiel, con sus manos a los lados de su cabeza agarraba las sabanas con fuerza, mordiéndose él labio para intentar no gemir tan alto, cosa que no podía evitar. Sus piernas se cruzaron tras mi espalda para unirse aún más a mí, para no dejarme escapar, estaba loco si pensaba que yo intentaría escapar de un placer así. Nuestros cuerpos sudorosos se movían al compás, yo embestía profundamente, él de igual manera movía su pelvis para intensificar aún más el contacto. Noté a la perfección cuando toqué su punto dulce, su cuerpo comenzó a temblar de placer, sus ojos brillaban de deseo y sus gemidos eran cada vez más descontrolados.

- No te detengas Tris… sigue así… ahhh – Me pedía por más, y yo encantado de dárselo.

- Así… ahhhh… ¿Te gusta ahí? – Mi cuerpo, envuelto en sudor, con los músculos en tensión y dejándose apoderar por la pasión, embestía cada vez con más fuerza, cada vez con más intensidad.

- Si… ahhhh… ahí – Me suplicaba Kiel.

- Vamos a probar algo nuevo – Como pude, y sin salir de su interior, le di la vuelta dejándolo de espaldas con sus rodillas hincadas en el colchón y el culo en pompa.

- Tris – Me miró sorprendido.

- Te gustara nene – Comencé a moverme de nuevo, con un ángulo nuevo y más profundo. Kiel seguía apretando la sabana entre sus manos, las mías estaban ancladas en su cintura.

- Ahhh… si… si… ahhh – Había vuelto a encontrar su punto, el cuerpo de Kiel estaba a punto de explotar y eso que ni siquiera le había puesto un dedo encima a su polla.

- Nene… ahhhh… eres increíble – Me incliné un poco hacia delante, para besar su nuca y luego ir bajando por su espalda dejando besos por toda su columna, con cada beso, podía sentir el sabor salado de su sudor.

- No puedo más Tris… ahhh – Con sus manos se agarró del cabecero de la cama para no desplomarse.

- Aguanta un poco más nene… ahhh – Mis jadeos eran tan intensos, que sonaban raros incluso para mí.

- Ahhhh…no puedo… ahhhh – Finalmente se dejó caer en la cama agotado, yo por un momento tuve intención de parar – No pares Tris, sigue… ahhh – Me coloqué mejor sobre su cuerpo y seguí embistiendo. No sabía cómo podía aguantar tanto, mi cuerpo estaba a rebosar de placer.

- Eres mi campeón… ahhhh – Intentaba animarle.

- Tris… tán… ahhhhh – Después de un largo gemido llegó su orgasmo e inmediatamente después le seguí, su cuerpo me había aprisionado de tal manera que no pude evitar explotar yo también.

- Nene… ahhh – Me dejé caer lentamente sobre él, aún sin salir de su interior – Te amo – Con mi mano cogí la suya y entrelace nuestros dedos.

- Yo también te amo – Susurró, y giró un poco su rostro para darme un beso.

- Te prometo que a partir de ahora estaré a tu lado – Aseguré – No volveré a fallarte si la salud me lo permite – Salí de su interior a desgana y me acomodé a su lado boca arriba, él se acomodó poniendo su cabeza en mi pecho.

- Juntos podremos con todo Tris – Estábamos tan agotados que apenas podíamos movernos.

- ¿No te importa que esté enfermo? – Pregunté con miedo.

- Lo único que me importa es no haberlo sabido antes para poder ayudarte – Aseguró – Estaré a tu lado en todo momento Tris, eso no lo dudes – Una sensación extraña recorrió mi pecho, no sabía si era orgullo o puro amor.

- ¿Qué pasará con Luis? – Kiel se tensó al momento, pero era una pregunta que debía hacerle.

- Dios, no había pensado en él – Se entristeció – No se merece lo que le estoy haciendo, pero tampoco puedo ir en contra de mi corazón. Hablaré con él y le confesaré que sigo amándote, y que voy a volver contigo.

- ¿De verdad? – Pregunté entusiasmado.

- Pues claro tonto – Sonrió – No he dejado de amarte Tris, pero no podía seguir contigo sin saber la verdad, no sabía si me engañabas con alguien o que pasaba exactamente, era muy duro para mí saber que me guardabas muchos secretos.

- Lo siento – Dije con sinceridad – Pero pensaba que si sabias la verdad acabarías dejándome, o lo que es peor, quedándote conmigo por lástima.

- Te amo por cómo eres, me enamoré de ti sin saber que estabas enfermo, ahora que lo sé, no van a cambiar mis sentimientos por ti – Sonrió – Bueno sí, ahora por lo menos no pensaré que eres un cabrón insensible que me pone los cuernos – Se rió.

- ¿Eso pensabas de mí? – Me reí yo también – Nunca te he puesto los cuernos, siempre he respetado las normas de nuestra relación – Aseguré.

- Hablando de eso… ¿Qué tipo de relación tendremos ahora? – Ahora era él quien preguntaba con miedo.

- Una en la que solo estaremos tú y yo – Aseguré sin dudar – Me basta y me sobra contigo Kiel, y no quiero compartirte con nadie más, nunca jamás.

- Yo tampoco quiero compartirte – Me abrazó con fuerza.

- Te prometo que no habrá más secretos – Susurré a su oído – Puedes preguntarme lo que quieras, quiero que lo sepas todo de mí. Te propongo un juego, tú preguntas lo que quieres saber y yo te respondo, pero por cada pregunta tuya yo te haré otra a ti ¿Qué te parece?

Si quería que lo nuestro funcionara debía ser completamente sincero, él tenía que saberlo todo de mí y yo todo de él.

(Kiel)

No me podía creer lo que estaba pasando. Primero el shock de saber que Tristán estaba enfermo, y no una simple enfermedad, una que le acabaría causando la muerte.

Cuando lo dijo no podía creérmelo, me sentí horrible por no haberme dado cuenta antes. Primero me enfadé conmigo mismo por no haberme dado cuenta de lo que le pasaba, luego me enfadé con Tristán por no habérmelo contado, por último, me enfadé con el mundo por ser tan injusto.

Después del shock de saber sobre su enfermedad, vino la alegría de saber que había una posibilidad, por lejana que fuera, de que se curara. Aunque tras la alegría, vino la indignación de saber que hoy en día, si no tienes dinero no puedes optar al tratamiento que te salvará la vida. Luego vino la rabia de saber todo lo que había tenido que hacer para poder ganar el dinero que necesitaba, y aún así, no haberlo conseguido todavía.

Y ahora, finalmente, sentirme amado entre sus brazos.

Y no solo eso, sino tener también la posibilidad de saber todas esas cosas de él que siempre deseé saber. Me estaba poniendo en bandeja el preguntarle todo aquello que siempre me había traído de cabeza, sin duda no iba a desaprovechar esa ocasión.

- Está bien, pero empiezo yo – Le miré a los ojos para hacerle la primera pregunta – ¿Cuándo es tu cumpleaños? – Tris se puso a reír.

- No me puedo creer que eso sea lo primero que quieres saber de mí – Siguió riéndose.

- No te rías tonto – Le di un pequeño golpecito en el pecho – No sabes lo mal novio que me siento sin saber si quiera tu cumpleaños – Puse morritos juguetones.

- Está bien – Dejo de reír – Cumplo veintiuno el veinticinco de agosto – Confesó.

- Cumples el veinticinco como yo – Sonreí – Y pronto es tú cumpleaños.

- Ahora me toca a mí preguntar – Se concentró para encontrar una pregunta – ¿Qué te parece el tamaño de mi polla? – Le miré con los ojos abiertos de par en par, y después exploté en carcajadas.

- ¿Eso es lo que deseas saber? Y luego te ríes de mis preguntas – Dije entre risas.

- Ya sabes que soy muy egocéntrico, necesito saber qué piensas de mi polla – Ahora era él quien ponía morritos.

- Tu polla me encanta – Me mordí el labio de forma golosa – Creo que es de las más grandes que he visto en mi vida, y puedo asegurarte que es la más grande que ha entrado en mi culito – Me puse pícaro.

- Me acabas de hacer el hombre más feliz del mundo – Me guiñó un ojo – Te toca.

- Quiero saber sobre tus tatuajes, siempre me has dicho que tenías seis, cuatro te los he visto, pero los otros dos ni idea de donde están, y puedo asegurarte que te he visto desnudito de arriba a abajo – Sonreí tímidamente – ¿Dónde tienes los otros dos?, ¿Y qué significan las letras del tatuaje de tu columna? – Tiempo atrás había admirado el tatuaje que recorría toda su columna, entre estrellas de diferentes tamaños había una serie de letras chinas, y siempre me quedé con las ganas de saber que significaban.

- “Más vale vivir un día como un león, que cien años como un ratón” Es lo que significan esas letras, es un proverbio chino que siempre me gustó – Sonrió con algo de tristeza – Uno de los tatuajes que no has visto lo tengo en la planta del pie – Levantó la pierna en una postura algo rara para que pudiera verlo – Pone danza y te puedes imaginar porque me lo hice, porque adoro la danza – Efectivamente era un pequeño tatuaje en la planta del pie en el que se podía leer danza, aún no entendía como no se lo había visto antes, aunque bien pensando… nunca me fije en su planta del pie – Y el otro tatuaje… lo has tocado con tus labios muchas veces – Se rió.

- No tienes un tatuaje en la polla – Protesté. Tristán comenzó a reír aún más fuerte.

- Eso ha tenido gracia –Seguía riéndose – Has dado por hecho que me refería a mi polla, que si, ha sido saboreada muchas veces por tus labios – Me sonrojé de inmediato – Pero me refería a mis labios tonto – Con sus dedos se bajó el labio inferior enseñándome la parte interna de este, allí casi diminuto había un tatuaje de dos cruces.

- No me lo puedo creer – Estaba asombrado – ¿Qué significa?

- Me lo hice al cumplir veinte años, es un veinte en números romanos, lo hice para demostrarles a los doctores que se equivocaban, que si que había llegado a vivir veinte años – Sonrió orgulloso – Y me lo hice en la boca en honor a los bocazas de los doctores – Se rió – Si llego a los treinta años me haré otra cruz – Sonrió de nuevo.

- Me gustan tus tatoos – Sonreí.

- Ahora me toca a mí preguntar ¿Tiene algún significado el tuyo? – Acarició con su mano la parte de mi espalda donde tenía mi tatuaje.

- El tatuaje en si no tiene ningún significado, simplemente me gustaban los dibujos maorís, pero me lo hice cuando rompí con Carlos, fue una especie de rabieta porque él odiaba los tatoos – Me reí.

- ¿Qué hubiera pasado si hubieras querido volver con él? – Se rió también Tristán.

- Cuando me lo hice tenía bastante claro que no iba a volver con él jamás – Aseguré.

- ¿Aún sientes algo por él? – Preguntó serio.

- Ya te lo dije en su día, estuve muy enamorado de él, pero me defraudó de tal manera que ya no siento absolutamente nada, jamás volvería con él aunque me lo suplicara de rodillas – Dije completamente convencido, Carlos era parte de mí pasado, de un pasado que no quería que volviera – Y tú ¿Sientes aún algo por Joel?

- No – Aseguró ahora él – Me costó mucho desengancharme de él, pero después de todo el daño que me hizo… – Se quedó pensativo – No te lo he contado nunca pero Joel ha venido alguna vez al pub – Me quedé de piedra al escucharle – Es increíble, pero es tan insensible, que después de lo que pasó ha intentado acostarse conmigo más de una vez, supongo que para follar conmigo no le importa que me vaya a morir – Sonrió cínicamente – Pero puedo asegurarte, que ni borracho, ni drogado, me volvería a acostar con él.

- ¿Ha venido estando yo? – Pregunté con curiosidad.

- Si – Confirmó – Roberto en cuanto lo ve lo echa a patadas, así que nunca está más de cinco minutos – Se rió – Joel suele ir a otro tipo de locales, más sibaritas ya me entiendes, una vez vino al Open Mind por casualidad acompañando a un amigo, y me vio. Desde que sabe que trabajo allí, de vez en cuando ha venido a molestar.

- Es un desgraciado – Dije molesto.

- No hablemos más de él, para mí es historia – Me sonrió.

- Hoy llevabas el piercing del ombligo, me he dado cuenta de que no siempre llevas los piercings ¿Por qué? – Cambié de tema radicalmente.

- Los únicos que siempre llevo son los de la oreja, los otros me molestan bastante para bailar así que solo me los pongo de vez en cuando – Comentó – Tú el de la ceja lo llevas siempre, pero no tienes ninguno más ¿No?

- No, solo el de la ceja, pero me gustan los tuyos – Le sonreí.

- Si te gustan me los pondré más a menudo – Me guiñó un ojo.

- Tengo que reconocer que el del labio me da mucho gustirrinin – Me reí.

- Pervertido – Se rió conmigo – Pues espera un momento – Se levantó de la cama y me dio la espalda dándome una vista perfecta de su retaguardia, se puso a rebuscar en uno de los cajones, cuando se dio la vuelta al cabo de un rato ya llevaba el piercing del labio puesto – ¿Quieres que dejemos el juego para otro día, y que te dé un poco de gustirrinin? – Preguntó con picardía.

- No te voy a decir que no señor pervertido – Me reí. Tristán no tardó en tirarse sobre mí, aprisionando mis manos con las suyas junto a mi cabeza.

- Creo que para hacer que el día sea aún más perfecto nos falta una segunda ronda – Me besó, sentir su piercing en mis labios me volvía loco, el frio del metal contrastando con sus cálidos labios era delicioso.

- ¿Y qué tienes planeado para la segunda ronda? – Susurré entre el beso y mordisqueé su piercing dando pequeños tirones.

- Ahora lo descubrirás – Comenzó a besarme de nuevo, luego besuqueó mi cuello y mi torso, las sensaciones se intensificaban por mil cuando el piercing rozaba mi pezón, era algo electrizante.

Después de haberse paseado por todo mi cuerpo, besando y acariciando con sus labios todos los poros de mi piel provocándome escalofríos y temblores varios, se giró de tal manera que quedáramos de forma transversal, para así tener su polla a mi alcance al tiempo que él tenía la mía ante su boca. Era una señal clara de lo que quería hacer.

Nos la chupamos mutuamente, el placer que sentía era enorme, incrementado por mil. A pesar de ser la segunda mamada que recibía en poco tiempo, no tardé en ponerme a tono. Tristán sabía perfectamente lo que me gustaba.

- Creo que ya estas lo suficientemente preparado nene – Tristán volvió a girarse, quedando ahora él sobre mí – Hazme el amor chiqui – Sonreí ¿Desde cuándo me llamaba chiqui?

- Me encanta como me lo pides – Giré para darnos la vuelta, dejándolo ahora a él bajo mi cuerpo – Déjame saborearte un poco más – Le di la vuelta, debía prepararlo y sabía perfectamente cómo hacerlo. Con mi lengua recorrí toda su espalda, siguiendo su columna y lamiendo el tatuaje que tanto me gustaba, llegué hasta donde la espalda pierde su nombre, y sin pensármelo dos veces, adentré mi lengua en ese agujero que me llamaba a gritos.

- Ahhh… nene… que bien mueves la lengua – Tristán se removía de placer bajo mi cuerpo – Ahhh – Yo no decía nada, prefería ocupar mi lengua en cosas más placenteras – Por favor… ahhhh… métemela ya nene – Me suplicaba Tristán, y eso me encantaba.

- ¿Estás seguro? – Me hice el duro.

- No me hagas rogar pervertido – Se rió.

- ¡Te amo! – Dejé su agujero y subí de nuevo por su espalda, al llegar a su cuello me detuve saboreándolo y deleitándome con la suave piel de su nuca, con mi mano, hice que Tristán se volteara ligeramente.

- Kiel… ahhh – Seguía degustando su cuello, provocando ligeros escalofríos en Tristán. Ambos nos quedamos de lado, mi pecho sobre su espalda, mi mano sobre su costado, acariciando todo su perfil, disfrutando de la silueta de su cuerpo.

- Tris… ahhh… no puedo más – Agarré su pierna por la pantorrilla y la subí a mis caderas, así podía tener un buen acceso a su trasero, dirigí mi polla hacia su agujero y me adentré en él de una sola estocada al tiempo que le mordía el cuello.

- Ahhh… nene… ahhh – Me quedé quieto para que se acostumbrara a mi invasión, él giró su rostro hacia mí y yo le besé, metiendo mi lengua, buscando la suya para enredarme en ella de manera juguetona. Pronto noté como empezaba a mover el culo, como invitándome a que me moviera, así lo hice.

- Ahhh… Tris – Mis embestidas comenzaron de manera lenta pero profunda, poco a poco avanzando más en cada estocada. Los gemidos de Tristán no se hicieron esperar y fueron acompañados por mis jadeos. Nuestros cuerpos no tardaron en volverse sudorosos, su cuello quedaba a mi alcance y eso significaba una delicia para mis labios. De vez en cuando, aplacaba sus gemidos con mi boca, besándolo desesperadamente. Ambos nos sumimos, por segunda vez en ese día, en una espiral de placer.

- Nene… ahhh déjame que te sorprenda – Sin darme tiempo a reaccionar, Tristán se volteó quedando sobre mi cuerpo, yo de espaldas al colchón, él sobre mi pecho apoyando su espalda baja en mí, sus brazos a mis costados para mantenerse erguido, sus piernas a mis costados por igual para impulsarse, todo esto sin dejar que saliera de su interior.

- Tris… ahhh – Comenzó a moverse sobre mí, cuando salí de mi estupor puse mis manos alrededor de sus caderas para ayudarle. Tenía una vista estupenda de su bien formada espalda, podía apreciar todos y cada uno de sus músculos en movimiento, podía deleitarme con su tatuaje, podía seguir con la vista su columna hasta el redondeado trasero.

- Ahhh… nene… es increíble – Un nuevo ángulo había incrementado al máximo las sensaciones, las embestidas eran mucho más profundas y sin duda había encontrado su punto de placer – Ahhhh… ahhhh.

- Ahhh… Tris – Con mis labios intentaba alcanzar su nuca, quería saborear su sudorosa piel. Una de mis manos se dirigió a su desatendida polla, y como pude intenté mantener el mismo ritmo de embestidas al tiempo que le masturbaba.

- Kiel… ahhh… no puedo… ahhh – Nos estaban comenzando a fallar las fuerzas.

- Tris… ahhhh… ya… ahhh – Estaba llegando a mi límite – Ahhhh – El orgasmo me llegó, me vacié en el interior de Tristán y noté como Tristán se corría en mi mano. Al momento se dejó caer sobre mí de sopetón, completamente agotado – Tris… me vas a aplastar – Comencé a reír aún con la respiración agitada.

- ¿Me estás llamando gordo? – Bromeó al tiempo que se daba la vuelta y empezaba a hacerme cosquillas por los costados. Ahora estábamos pecho contra pecho, y tenía a mi alcance sus deliciosos labios.

- No, tonto – No podía evitar reír – Estás perfecto tal y como estás – Dejé de reír y me lancé a devorar su boca. Estaba agotado, pero al lado de Tristán mis fuerzas renacían de la nada.

- Kiel… – Se acomodó mejor, puso su cabeza sobre mi pecho y con sus manos me acariciaba el vientre.

- ¿Ummm? – Ahora nos había venido de golpe el agotamiento, y ni fuerzas de hablar teníamos.

- No sé si lo conseguiré o no, pero quiero intentarlo, quiero vivir para así poder estar contigo – Aseguró. No podía verle la cara, pero casi podía asegurar que había comenzado a lagrimear, al igual que yo.

- Y yo estaré ahí para ayudarte – Comencé a acariciarle la cabeza – Ahora será mejor que descansemos un poco, estamos agotados y nos esperan días muy duros.

- ¡Te amo! – Fueron sus últimas palabras antes de entrar en un estado de somnolencia.

- ¡Yo también te amo mi amor! – Y no tardé también en dormirme, acariciando su pelo y deseando poder estar con él por mucho tiempo más.


Me sentía muy culpable por Luis, por haber intentado olvidar a Tristán a través de él, pero eso no era justo para nadie. Por desgracia yo no podía evitar amar a este loco, cabezota y egocéntrico que ahora mismo estaba entre mis brazos.

Por más que lo había intentado, cuando el amor verdadero llega no puedes controlarlo, pasa a ser dueño de todo tu ser.

***
Notas finales:

¿Os gustó la reconciliación? Espero que si ^^

Sé que he sido un poco injusta con Luis, pero intentaré recompensarle de alguna manera :( Pensaréis que Kiel se olvido rápidamente de él, pero el problema es que no había llegado a olvidarse de Tristán, cosas del amor XD

Parece que finalmente han decidido estar él uno al lado del otro sin impedimentos y sin mentiras, a ver como les va ahora ^^

Agradecer como siempre sus reviews a ImPandahero, Yuko, Taiga, SanZel, Orenjiyuu, lhapeluzzitha, Ana y Musubi ^^

Un beso

Yaonita


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).