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Buscando... por Cristabelle

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Ambos retadores se miraban fijamente. Prismo esperaba el siguiente movimiento de Búho Cósmico que acercaba sus alas a alguna de las fichas para desistir de la jugada y pensarla nuevamente con el objetivo de sacar de quicio a su contrincante, poniendo en el aire una tensión tan densa que podría ser posible cortarla con un cuchillo.

–¡Hazlo ya!– profirió ansioso.

–Esa impaciencia te delata, me dice que te preocupa más que a mí el siguiente movimiento y eso sólo puede ser porque estoy ganando– pronuncio Búho riendo suavemente, incitando a que Prismo dibujara una mueca de disgusto en su rostro.

Tratándose de juegos de mesa a aquel par se le olvidaba hasta su amistad.

Dado que eran muy hábiles y capaces en cualquier asunto que requiriera ingenio, resultaba difícil que todo reto mental que se propusieran no acabara en un empate la mayor parte del tiempo. Ajedrez, Damas, Serpientes y Escaleras, Calabozos y Dragones, ni qué decir de Guerra de tarjetas. Así solían devenir los sucesos en la Habitación del Tiempo, con una sola partida en pos de comprobar quien era el mejor, algo que no solía suceder, por tanto se limitaban a observar quien resistía la presión y la impaciencia que causaba lo mucho que se alargaban los juegos.

Las fichas habían sido capturadas, el tablero se encontraba casi vacío; a Prismo le quedaban dos peones un alfil y el rey, por su parte Búho también contaba con esa pieza además de una torre. La desventaja parecía clara, pero la impaciencia de Prismo daba a entender otra cosa.

Después de un largo tiempo, el ave de los sueños movió su torre en dirección a una línea libre en dirección al rey que se encontraba encajonado entre un peón y tres espacios libres.

–¡Jaque mate!

Prismo comenzó a hacer un berrinche y el agüero realizo el baile de la victoria moviendo las alas y las plumitas de su cola acompañando esto con algunos pasos bien preparados.

–Tal vez no haya ganado, pero verte bailar de esa forma tan ridícula es consuelo suficiente.

–¡Eso es tan pueril! ¿Por qué te comportas así cuando gano yo? ¡¿Por qué no piensas mejor tus jugadas?! ¡Todo tiene sus consecuencias! y no te atrevas a volver a decir que hice trampa, ¡no puedo ver mi propio futuro!

Prismo bajo la mirada avergonzado, pero no más que Búho, quien de un segundo a otro se encontró reprendiendo a su amigo de una manera demasiado dura.

–No fue mi intención, lo siento.

Búho suspiro y se dio cuenta de su error.

–No tienes por qué disculparte, me sobrepase. Discúlpame.

Intercambiaron una mirada de complicidad y ordenaron nuevamente las fichas; las trifulcas entre ellos acababan tan rápido como empezaban. Reñían a propósito, sólo para sazonar alguna de las monótonas e interminables jornadas que acaecían en la Dimensión central además de poner a prueba el dicho: “Amistad no probada no es amistad ni es nada”  

Antes de comenzar otra partida, Búho tomó un peón blanco, uno negro, los escondió en sus alitas y pregunto:

–¿Derecha o izquierda?

Pensó un momento y eligió el ala derecha de su amigo que en consecuencia develo una ficha blanca, pero que significaba que le correspondían las fichas negras y Búho Cósmico sugirió:

–Hablando de consecuencias… sigue intrigándome que el deseo de Lei cambiara su pasado, pero no lo trasladara a un contexto alterno; su existencia aún está incorporada en esta realidad, por lo cual podría deducirse que su presencia y actos en esta línea de tiempo no son relevantes, pero sin embargo su estampa ha provocado una serie de cambios que… contando el hecho de que tus deseos siempre dan un giro inesperado…

Dejo de lado el tablero y las fichas de ajedrez.

–Sé que no es buen momento y en que habíamos quedado en nunca hablar acerca de causalidad o presagios, pero es más importante de lo que pensé… ¿qué es lo peor que podría pasar?

El bosquejo rosa que se movía en las paredes de la Habitación del tiempo, procuro responder adecuadamente.

–No es la primera vez que la trágica inversión que dará un deseo tarda en darse, pero en esta ocasión he llegado a inquietarme… –la mirada de Prismo se oscureció– El Lich sabe que atrapado aquí no puede cumplir con la única razón de su existencia, pero de pronto se puso de pie y salió corriendo, como si se le hubiera ocurrido algo y la destrucción de ese portal… ¿no será una señal de que tal vez se dio cuenta de quién soy en verdad y se puso a buscar al que duerme?, ¿te imaginas que se le haya ocurrido un chantaje? –cerró los ojos con preocupación– empiezo a temer por la seguridad de Finn y Lei… está tardando demasiado en este cometido –bufo intranquilo– ahora que lo pienso hubiera sido más sencillo contactar a Jake para que llevara a su hermano a casa, ¡aun no entiendo cómo me convenciste!

–¡Oh! casi lo olvide. No debes preocuparte, Lei me contacto y pidió que te informara que todo anda bien.

–¿Eso quiere decir que pudo volver a dormir?

–Es gracias al aventurero –se crispó el plumaje de su pecho– ¿ves? Fue buena idea que se conocieran.

Prismo pareció calmarse y siguió la conversación.

–Pues debiste ver lo nervioso que se puso en cuanto vio que él estaba aquí. Nunca había visto esa expresión en su rostro y la manera en la que se asomó por la entrada, incluso… –rio por lo bajo pero sin intención de burla– por un momento creí que escaparía antes de que lo presentara con Finn, ¿es mi impresión o… ya lo conocía? Y creo que tú sabes algo– afirmo con mirada escrutadora.

 El ánimo de Búho se volvió dubitativo ante la inesperada premisa.

–¡Vamos! Te dije lo que pienso del otro asunto, ¿no? es tu turno– insistió.

La duda siguió unos instantes y finiquito con un suspiro de resignación y ciertas palabras.

–Antes de que lo atacara el insomnio y se volviera más introspectivo de lo que ya es –aspiro hondo– Lei soñaba con él…

Prismo parpadeó sorprendido.

–¡Pero si nunca se habían visto antes!

–Eres el señor de los deseos, ¿no?

–¡Vaya! eso explicaría porque se enojó cuando supo que él llego aquí justamente cuando estaba en otra misión, aunque pudo ser más sencillo juntarlos en una de las próximas fiestas que planeamos.

–Es muy reacio a socializar y tal vez es mejor que nadie más sepa que está aquí, no es porque no sea buena persona, eso bien lo sabemos, pero hay cosas de su pasado que aún debemos averiguar.

–Y porque ciertamente te habla más que a mí.

–Es porque me introduzco en sus sueños –hizo un ademán de conformismo con sus alas– en fin nunca ha aceptado de buenas a primeras las anteriores invitaciones a nuestras fiestas y para cuando se decide a llegar todos se van, ¿recuerdas? ni siquiera viene a estas tranquilas tertulias con juegos de mesa y aunque le hubiéramos revelado que Finn el humano estaría presente, seguramente lo habría tomado como una broma, por eso esta ocasión fue perfecta y por lo que me dices no creo que este suceso vaya a hacer un gran cambio en comparación a…. –su tono de voz fue disminuyendo– lo que debía pasar luego de esa fiesta…       

–¿Qué fue lo último que dijiste?

–¿Ves? Hoy solamente he dicho tonterías hahaha –miro hacía una de las salidas cuadrangulares de la Habitación del Tiempo alterado– mejor me voy al trabajo, estamos empezando a hablar como viejas chismosas. 

–No sería la primera vez, ¿o si?– musito con gracia instando a seguir la partida recién comenzada.

–Entonces ¿por qué no traes a Jake?   

–Así ésta bien –expreso sonrojado y cambio el tema– bien… tu que ves el futuro debiste tener una buena razón para que se diera el encuentro de Finn el humano y Lei el centinela... incluso es posible que no haya que preocuparse demasiado y ese sea el traspié del deseo que le concedí.

–Realmente no, sólo me dieron curiosidad sus sueños, igual que contigo.

Entonces Prismo se puso a recordar cómo conoció a su primer amigo y no consiguió articular más palabra, desconcierto que aprovecho el agüero para despedirse y aventurarse al reino astral, a repartir presagios a quien lo necesitara, ocultando su preocupación.

“Cambiaron tantas cosas, ¿por qué no también su deceso? ¿En verdad es necesario? Y a pesar de todo… no puedo culpar ni al aventurero ni a su hermano por lo que pasará….” caviló Búho Cósmico con profunda pena.

***

El amanecer era fresco, las enredaderas de hojas lobuladas se desperezaban y merendaban el agua condensaba del vapor que les rodeaba, pues a su parecer sabía muy distinto al agua que fluía alrededor de sus tallos. El rostro de Finn descansaba en el pecho de Lei que subía y bajaba al compás de su respiración, ahí sintió moverse a las distintas clases de plantas que los circundaban y recordó con melancólica alegría a la gente césped que habitaba en Ooo y por consiguiente a su hermano, a Marceline, Dulce Princesa, incluso al Rey Helado. Los extrañaba e intentando despejar su mente, levanto la mirada notando que el ángel aún dormía.

Decidió seguir confiando en él, pero la curiosidad todavía acosaba sus pensamientos, tanto como la añoranza que sentía por su hogar y decidió aprovechar el momento para observar que había debajo de la máscara que le cubría una buena parte del rostro, pero Lei despertó en ese instante y encontró a Finn sobre él.

 –Buenos días.

 –Buenos días– respondió el chiquillo irritado.

 –¿Podrías explicarme por qué estas encima de mí?

 –No– expreso levantándose con disimulo mientras Lei reía con las alas esponjadas.

 Luego de un momento incómodo para Finn, se vistieron y notando que el ambiente volvía a llenarse de vapor, de inmediato fueron a buscar el portal que los regresaría a la Dimensión Central.

 –¿Tienes idea de dónde quedo el portal?

 –Claro, ¿dudas?

 –Nunca, pero así me perdí.

Considero que caminaban sin rumbo cuando de pronto Leí sonrió, se elevó examinando la nada, y el portal se revelo.

–El portal quedo donde nos dejo.

–¡Genial! y yo que pensaba que los portales aparecían y desaparecían.

–Este es de la clase que sólo se esconde a la vista y basta el tacto o la cercanía de algún objeto de poder para que se revele.

 No dijeron más y volvieron a la Dimensión Central por el viscoso portal, en un viaje tan pegajoso como fue el de ida y Finn consiguió advertir un extraño pesar en Lei que no se debía precisamente a la melaza que los cubría.

–Lei, ¿te sientes bien?

–Ese planeta, tenía un ecosistema que me recordó algo, hubiera querido…

–¿Querías explorar?

–Lo haces sonar estúpido, pero no lo niego, quién sabe que otras rarezas hubiésemos encontrado. Jamás lo sabremos.

Finn procuro ignorar lo mordaz del comentario, porque también denotaba un ansia de aventura y completó:

–¿Por qué no lo dijiste?

–Eso sería una falla mayor en mis deberes, no se me tiene permitido entrar por los portales y quedarme al otro lado de estos por tanto tiempo y fue lo que sucedió. De todas formas, s-seguro extrañas Ooo.

–Sí….pero fue mi culpa ¡Yo te empuje! –miro a todos lados preocupado– ¿estarás en problemas?

–Tranquilo, ni Prismo o Búho Cósmico se enteraron de lo que sucedió hasta que di un informe mientras dormíamos y ¿sabes? En verdad son comprensivos– al decir esto se le esponjaron las alas.

–¿También se esponjan cuando te avergüenzas?– comento Finn abrazando a Lei, estirando sus brazos para alisarle las plumas.

–N-no siemp-pre– respondió disfrutando la caricia.

–También tartamudeas– rio con candidez.

–N-no es cierto– impugno.

–Bueno –Finn rodo la mirada– ¿Y cómo puede Prismo no saberlo? Esta es su dimensión.

Lei se apartó y extendió sus alas, para terminar de ordenar sus traviesas plumas.

 –Aunque Prismo es un ser casi todopoderoso, está confinado a la Habitación del Tiempo por así decirlo y se vale de medios audiovisuales para enterarse de lo que sucede en los distintos universos, dimensiones o realidades que existen.

 –Mi hermano me hablo acerca de una televisión muy grande y creo que tú también lo mencionaste antes, pero ¿por qué?

 –Por ahora sólo sé que es otra paradoja de este lugar.

 –Me di cuenta de que aquí se puede sentir frio y dolor, pero no sueño y hambre, ¿es algo parecido?

 –¡También te diste cuenta! –se mostró alegre– determinadas funciones corporales se adormecen mientras otras siguen activas, extraño, ¿no crees? Aunque si te concentras los suficiente es posible dormir y puedes comer solamente por gusto  –le dio un empujón– ¡bien! hay que seguir y mientras tanto ¿te apetece continuar nuestro juego de las escondidas?

 –No estoy seguro…. –se mostró indeciso– mejor juguemos a….–le dio un golpe en el hombro– ¡tú las traes!

Finn emprendió veloz fuga, seguido de Lei quien de nuevo tenía las alas esponjadas.

Corrían veloces, haciendo uso de acrobacias para esquivar los obstáculos que se interponían en su camino. De un momento a otro, el ser alado consiguió devolverle el golpe y aumento la velocidad de su trote, Finn inflo las mejillas decidido a no perder y corrió con más fuerza; cuando estaba por darle alcance a Lei, se tropezó e intento sujetarse del otro, empero ambos rodaron sobre lo que quedaba de la superficie de objetos perdidos hasta chocar contra algo de aroma añejo y quedaron aturdidos.

–Todo me da vueltas.

–Las traes– dijo Finn dándole otro golpe amistoso a Lei sin dimitir del juego, él por su parte se froto las sienes y gruño molesto.

–Tú ganas, me duele la cabeza.

–¿Así? ¡Pues yo veo doble y no me quejo!– replico Finn a carcajadas.

–Tu quisiste jugar a esto– manifestó Lei arreglándose el pelo.

–Tú me dejaste elegir– pronunció besándole la mejilla, instando a que el ángel lo envolviera en sus brazos, urdiendo una sensación que se asomaba a sus mentes y cuerpos cuando se aproximaban, tan fugaz o profunda como fuesen sus roces.

Más emocionante que la victoria en batalla y más ameno que ese momento antes de dormir donde rememoraba las aventuras de su jornada, Finn intuía que subir escalones con Lei podía ser una de sus más sensacionales travesías.

 “¿Escalones?” recordó tragando saliva. 

Su hermano le detalló que representaban los avances que se hacían en una relación. Si empiezas con una mirada, luego siguen las sonrisas, palabras profundas e incluso lágrimas, después los abrazos, besos y así sucesivamente. Todavía recordaba esa vez que estuvieron a punto de besarse y esas palabras: "Te aseguro que siento lo mismo" pero ¿qué había entre ellos realmente?

“¡Esperen! ¿Un hombre puede querer a otro?” Lo asalto el pensamiento.

Aunque admirara su fuerza y sobriedad, algo en su pecho le decía que no era amistad; le embelesaba su vehemencia, él le hacía sentir único y no podía evitar buscar su cercanía, juguetear e intercambiar muestras de afecto con él.

Había visto enamorarse animalitos de distinta especie y a fantasmas, pero nunca antes vio que se amaran dos personas del mismo género; si bien alguna vez creyó ver algún atisbo de un amor como ese en sus dos queridas amigas Dulce Princesa y Marceline, en ese momento se culpó por no haber analizado con más calma los sucesos que le llevaron a pensar eso para entender mejor lo que sentía, pero también rememoró lo doloroso que es enamorarse sin ser correspondido. Dulce Princesa no pudo darse cuenta de los sentimientos que tenía por ella hasta que la confronto por un malentendido, debido a quería empezar a subir escalones con la Princesa Flama y ella le dijo que no podían estar juntos, no porque fuera consciente de que perdió su amor, sino porque era su deber advertirle que los poderes de la Princesa Flama eran impulsados por sus sentimientos y algo tan simple como un beso podía perturbar su fuego interno y poner en peligro al mundo; a pesar de eso él siguió queriendo a la Princesa Flama, pero no pudo conseguir que ese romance prevaleciera y ahora estaba ahí, sintiendo que su miedo veía oportunidad de hacer aparición, pues ya no buscaba entender lo que sentía por Lei, de alguna forma ya lo entendía, ahora buscaba una solución a la inminente despedida que se daría en cuanto consiguiese encontrar un portal de vuelta a Ooo y sólo le quedo, como siempre, alejar todo pensamientos pesimista y sentimentalismos que creía innecesarios.

 –Mira detrás de ti.

 –No caeré en eso.

 –Hablo en serio.

 –Si es alguna clase de broma –le hablo al oído– te castigaré.

Finn trago saliva y el ángel cedió.

En el punto donde acababa el tramo hecho de armatrostes sobre el que caminaban, era posible apreciar los restos óseos de gigantes antropomórficos. Esqueletos descomunales de los cuales apenas quedaban osamentas que ya no contaban siquiera con rastros de piel momificada como podría esperarse. Semejaban rompecabezas mezclados de distintas procedencias; los huesos colisionaban, pero sin apartarse por completo, como confinados a determinado espacio. Alejándose, luego acercándose, chocando unas piezas con otras, en un extraño ciclo que se resumía en el interminable sonido de ligeros traqueteos.

 –Lei ¿sabes qué sucedió aquí?– dijo mostrando un gran asombro.

Él negó con la cabeza y carraspeo observando con fastidio al aventurero; era consciente de que aún no llevaba suficiente tiempo en la Dimensión Central como para atreverse a preguntar muchas cosas. Tras sentir esa punzante mirada, Finn le dio la espalda y aunque deseaba descargar su ira con las piezas óseas que le rodeaban, por respeto a la memoria de los difuntos, desistió.

 –Idiota.

El ángel intento explicarse, pero el chico no lo permitió y se adelantó para recorrer más camino por su cuenta.

En el momento en que estaba por tomar el impulso y la velocidad necesarios para saltar entre los gigantescos huesos, Lei lo tomó en brazos y alzo vuelo.

 –¡Suéltame! ¡Lo haré a mi manera!

 –Sigues igual de testarudo que al principio.

 –¿Y qué? Así me quieres ¿no?– expuso sin pensar intentando que lo liberara.

 Él ángel lo acerco un poco más a él.

 –Dime si ves algo relevante.

 –¡¿Me escuchaste?! ¡Quiero que me sueltes!

El vigilante, paso de tomar con dulzura al muchacho, a dejarlo caer.

–¡Pero no así!– dijo en un grito antes de conseguir sostenerse de un hueso redondeado y con vértices que correspondía al nombre de “vertebra” que por fortuna estaba cerca en su caída. Aferró sus manos fuertemente a los procesos de la pieza e impulso su peso hacía delante y luego de haber recobrado el equilibrio observo alejarse a Lei con una mezcla de rabia y tristeza en la mirada.

–No lo entiendo…

Con esa conclusión en la cabeza siguió avanzando entre los vestigios óseos. No iba a reclamarle, delataría su pesar.

Era un héroe, zafarse de una situación como aquella era pan comido, pero en el fondo, quería ser salvado para variar y por él.

Pronto la voz de Lei lo atizo. 

 –¡Finn apresúrate, creo que encontré otro portal!

 –¡Allá voy!– respondió acelerando el paso.

Corrió a través de huesos alargados y otros más cortos, se balanceo entre algunos piezas bastante pequeñas que parecían haber correspondido a los huesos de una mano y se detuvo un instante a contemplar una vista excepcional. Un hueso de centro compacto con alerones de delgado tejido óseo que se iba alargando desde el medio, afilándose hacia los extremos, semejando a un murciélago. Un hueso llamado esfenoides, excesivamente grande en comparación a los otros huesos que flotaban alrededor, que ya eran de tamaño considerable; tracción y de otro salto llego a lado de su acompañante que miraba su hallazgo con duda.

 –No recordaba que hubiera portales así– dijo Lei con una mano en el mentón, examinando una membrana luminosa de color verde instalada en una de las cavidades del hueso.

El aventurero al ver esa membrana recordó a una gelatina que habitaba un calabozo y que guardaba una llave en el interior de su organismo, misma que trago a Finn por introducir la mano para alcanzar la ganzúa. Maravillado por la emoción a lo desconocido, igual que en el caso de los arroyos del planeta de los Blanditos, que bien pudieron parecerse al Río del Olvido que fluye en el inframundo, ignoro la experiencia pasada. Tocó  la membrana con los dedos, palpo la consistencia y su mano traspaso el tegumento.

En ese instante Lei se acercó, suavemente le hizo retirar el brazo de la membrana, se quitó uno de sus guanteletes de metal e introdujo su mano dentro del gorrito de Finn acariciándole el rostro.

 –No seas incauto.

 –Me gusta hacer las cosas sin pensar– susurro resentido  por todo lo acontecido esa caminata, queriendo en vano i  gnorar el suave toque.

 –A veces también hago y digo cosas sin pensar en las consecuencias, perdóname– confeso, acompañando las palabras con un beso y esta vez fue él quien empujo a Finn dentro del supuesto portal, sin darle tiempo suficiente para asimilar la fría sensación que le fue dejada en la mejilla.

La entrada iba en dirección horizontal, pero los condujo a una caída vertical hasta un suelo alfombrado por una preciosa moqueta, encima de la cual se apreciaba un sillón de color carmín y al lado contrario algo muy similar a una chimenea o caldera, donde en vez de crepitar fuego, se observaban toscos cristales de suave color bermellón emitiendo calor. Más adelante se encontraban unos estantes con una curiosa antigüedad que correspondía al busto de una persona en mármol y no lejos de ahí, una mesita con un globo planetario holográfico, enseres acomodados en un pequeño ambiente hermético, pero extrañamente acogedor. 

Y más extraña aún, por no decir enigmática, era la persona que residía en el sillón. Llevaba un libro abierto en el regazo,  pero dormitaba suavemente con la cabeza apoyada en el respaldar. Su fisonomía era muy curiosa y podía describirse en formas geométricas. Una cabeza grande y redonda como esfera, sobre la cual reposaba un tocado con un diminuto cubo giratorio blanco, mismo color de la ampulosa túnica que vestía y que daba a su torso y extremidades una apariencia más pequeña y rolliza de lo que podrían ser.

De un momento a otro dejo de roncar y abrió los orbes mostrando su amable rostro.

–Disculpen, me quedé dormido– expreso apenado, dirigiéndose a todos los presentes y es que siempre tenía mucho invitados, pero esta vez incluyo a Finn y Lei, a quienes saludo aparte– ¡bienvenidos viajeros interdimensionales! por lo visto encontraron una puerta escondida a mi nave– expreso con un aire gentil. 

–¿Nave? pregunto Finn con inocencia.

–Sí, aunque es más como una base de datos gigantesca– dijo entusiasmado. 

El alegre aventurero estaba por presentarse, cuando el ángel habló de pronto. 

–Él es Finn el humano, y yo soy Lei, el más reciente vigía de la Dimensión Central por lo cual puedo permitirme preguntar: ¿quién es usted y tiene algún permiso para estar aquí?– inquiero amenazante, poniéndose nuevamente su guantelete de metal.

El anfitrión movió sus labios en un rictus de desconcierto, pero volvió a sonreír. 

–Usted debe saber tan bien como yo lo amable que es Prismo y siento no haberme presentando de inmediato. Mi nombre es Cuber, recolecto información de distintos mundos, dimensiones, épocas o universos y ocasionalmente –sus ojos se iluminaron de emoción– ¡cuento fabulas! O como me gusta llamarles[ : “graybles”

–¿Fabulas….Qué clase de fabulas?– consiguió preguntar el chiquillo.

–De las que van en grupo de cinco, que parecen no tener nada que ver entre si, pero que se entrelazan y guardan en su conjunto un acertijo o tema en común.

–¡Algebraico!– expreso Finn asombrado.

“Ya extrañaba escucharlo decir esa frase” pensó Cuber conmovido.

–Es mejor irnos– se apresuró a decir el ser alado.

–No se preocupen, siempre es muy grato tener invitados.

–A mi parecer el término adecuado debería ser “intrusos”– menciono el ángel con cinismo y el propósito de alzar vuelo para alcanzar el acceso en el cielo raso.

–No tienen por qué irse tan pronto, me da la impresión de que su viaje ha sido largo, de otra forma no se habrían encontrado con mi nave; permítanme servirles una limonada y un pedazo de tarta– ofreció afable.

–Preferimos no molestar– recalco Lei.

–Por favor, permitan que comparta con ustedes algo de mi repertorio.

–Me parece buena idea. Fabulas cortas, ¿verdad?– terció Finn con el propósito de compensar el mal carácter de Lei.

–¡Por supuesto!– asintió Cuber desplegando por toda la habitación un holoproyector de realidad aumentada de algo similar a un reloj en su muñeca, que alternaba imágenes de cinco personajes nada desconocidos.

–Yo los conocí…– susurro el aventurero asombrado.

Cuber miro a Finn con candor. 

–Historias de antaño, a la medida de tu conciencia, gran aventurero.

–¿Por qué haría esto por nosotros?– pregunto Lei sin dejar la desconfianza, analizando la forma en que Finn contemplaba las iconografías. 

–¿Por qué no?– prorrumpió el aventurero.

“Este joven….¿Cómo llego aquí? No lo había visto antes en los registros; debe ser obra de algún deseo de la habitación del tiempo, del Dios de las fiestas o Aquandrius” reflexiono Cuber bajando la mirada con tristeza, un tanto insultado por la duda que recayó en él.

–Es todo. Vámonos.

Agito las alas produciendo un ventarrón en el entorno cerrado. Sujeto al chico por la fuerza y escapo de un salto.

–¡Qué pena! –mencionó melancólico cerrando el holoproyector– las historias de Finn el humano y Jake el perro son mis favoritas…. –sonrió con renovada alegría– pero ¡pude conocer a uno de ellos en persona! –sin dejar de sonreír, miro al resto de los que solían colarse en su nave– ¡oh! mis queridos cambiacanales, aunque no hubieron fabulas, pudimos observar un interesante espectáculo ¿verdad? –rió bajito– ¡hasta la próxima! Nos veremos en otra ocasión, deditos traviesos, cambiacanales, navegadores curiosos y fisgones. 

Se despidió con un amable ademán intentando retomar su lectura, pero volvió a quedarse dormido.

***

En el cementerio de huesos, los ánimos se encontraban turbulentos. Finn caminaba a bastante distancia de Lei, demasiado molesto como para notar las maravillas y rarezas que aún escondía el entorno; la cantidad de huesos del tronco no concordaba con el número de cráneos que ahí se encontraban y que lo vigilaban virando sus calaveras en la dirección que elegía intentando intimidarlo. De haber prestado atención hubiera notado que esos mismos cráneos evitaban al vigilante, como si le temieran.

“Temor” esa era un concepto muy lejano para Finn que de ninguna manera permitiría que su miedo se convirtiera en indecisión. Debía descargar su enojo y confronto la situación directamente.

–¡¿Por qué lo trataste así?! ¡Pudo ser una aventura!

–No consigo creer lo iluso que eres, ¡pudo ser una trampa!

–¡¿Me estás subestimando?! –aspiro hondo– ¡¿es porque soy joven verdad?!

–¡Imbécil! Los que llegan por voluntad propia y con conocimiento de qué lugar es este, no suelen tener buenas intenciones, ese tal Lich del que me hablaste, ¿no es el mejor ejemplo?

Finn contuvo la respiración; de no haber sido tan confiado, tal vez Billy, su gran héroe, todavía estaría vivo.

–Dejaste que él te engañara– añadió Lei con malicia.

–De todas formas….¡no tenías por qué tratar al cuentafabulas de esa manera!

–Es mi deber– alego fríamente, mirando a Finn con desdén.

–¡¿Por qué tienes que ser así?!

Lei cambio la  fría expresión de su rostro negando con la cabeza.

–¿Así?– hizo un ademan con las manos señalándose de arriba abajo con sordidez.

–¡No es eso!

–¡¿Entonces qué?!– dijo tomándolo de la camiseta con fuerza.

–¡Esto! –Se liberó del agarre y acomodo su ropa dándose a entender– eres gentil y sobrio; me haces sentir bien y ¡de pronto cambias! Te vuelves insoportable, eres agresivo y dices cosas siniestras, incluso ahora….te atreviste a usar lo que te conté acerca de la muerte de mi más grande héroe en mi contra.

El mencionado se ofusco.

–No puede ser… 

–¡Sí es cierto! y lo peor es… que aun esa parte de ti… me agrada, demasiado…

Por un instante callaron y retrocedieron unos pasos observándose con afecto, pero inevitablemente, la discusión siguió.

–A mí también me costó aprender que no todo es tan malo, Jake me enseño que hay bondad en todos y todo. Respeto  lo que sea que pienses, pero no estoy dispuesto a permitir que vuelvas a ser tan hostil con otros, yo te di la oportunidad de conocernos, ¿el cuentafabulas no merecía eso también? –la mirada de Finn se llenó de brío– la próxima vez te lo haré entender a golpes y aunque hubiera sido una trampa, he salido bien librado de situaciones peores.

Ante la amenaza dada Lei se aproximó y Finn se preparó a pelear, pero en vez de que sucediera eso, el ángel se detuvo frente a él, se arrodillo y lo abrazo jadeando, como queriendo ahogarse en llanto, dedicándole con su único ojo visible una mirada que brillaba de una forma retorcida y necesitada, similar a la primera vez que el chiquillo le dejo curar sus heridas o cada vez que se disculpaba. Impresión que se describía en una palabra que el muchachito todavía no conocía a cabalidad: lujuria.

–Perdóname. 

–Levántate, no fue para tanto– respondió el héroe con gran preocupación.

¡No es suficiente!

–¿Por qué eres tan bueno?– inquirió Lei aplacando otra de sus extrañas exclamaciones mentales,  frisando su mejilla derecha en el torso de Finn sin dejar de observarlo, mientras este se limitó a acariciarle el cabello.

–Ya, para…– dijo Finn procurando dominar su angustia.

Y siguieron su camino en silencio. En momentos como esos veía una faceta de Lei que le atormentaba, percibía en él una gran culpa y mucha frustración, no conocía los por qué y su mente curiosa le exigía averiguar, porque incluso quería esa parte de él, esa que actuaba de forma tan desdeñosa y fría, con lo cual el deseo egoísta de ser el único que pudiera resolver el acertijo de una existencia como la de Lei se asomaba a su mente, deseo que se contraponía a la importancia que tenía volver a su hogar en la tierra de Ooo. 

El aventurero que siempre seguía sus instintos y corazonadas, haciendo siempre todo a su modo, ¿debía seguir a la voz de la razón en su cabeza o a la brújula en su corazón que en estos instantes no sabía hacía donde virar?

El tiempo para decidir podía acabarse en cualquier instante.

 

Notas finales:

Disculpen si tarde con el episodio, espero les gustara, en la parte final de la primera parte por si no se entendió hago alusión a Wake up (al fin lo ví y quise llorar TAT) y al final de la segunda parte, no pude evitar incluir al genial de Cuber y al menos hacerle mención a las fabulas cortas y a Aquandrius, que si bien recuerdan apareció en The Limit y lo mencioné junto a Prismo y el Dios de las fiestas porque son los tres seres que conceden deseos y han hecho cambios relevantes en la historia de la serie, gracias por leer y me encantaría sabeer lo que piensan del fic en sus comentarios n,n


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