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Open Mind por yaonita

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Notas del capitulo:

Hola ^^

¡¡¡Feliz Año Nuevo!!!

Espero que las fiestas os hayan ido muy bien a todos ^^

Primer capítulo de año y como prometí, un capítulo con mucho lemon XD

Espero que os guste ^^

Un beso

Yaonita

41. Fin de semana para recordar II.

(Tristán)

Era plena madrugada y no podía dormir, mejor dicho no quería perder el tiempo durmiendo. Prefería aprovecharlo para observar al ser más maravilloso sobre la faz de la tierra, ese ser que descansaba sobre la cama después de haber compartido con él horas de amor, placer y sexo.

Le había mentido, nunca me gustaron las despedidas y no sabía si sería capaz de coger ese avión si Kiel venía conmigo. Mi vuelo salía a las nueve de la mañana del domingo, no del lunes como le había dicho, por lo tanto apenas me quedaban unas horas junto a él.

No me arrepentía de haberle engañado, posiblemente si Kiel hubiera sabido que ese sábado era nuestro último día juntos no lo hubiéramos disfrutado tanto. Kiel hubiera estado triste todo el rato, al igual que lo estuvo cuando aquellas lágrimas se le escaparon bajo la lluvia, quizás él se pensaba que no me había dado cuenta pero las vi.

Nada me gustaría más que el hecho de que Kiel viniera conmigo, pero no podía hacerle eso. Ahora que sabía que su madre volvía a estar enferma no podía alejarlo de su familia, y mucho peor, no podía hacerle tener que decidir entre ellos o yo.

Lo mejor era desaparecer, no un adiós para siempre no, eso no era lo que quería, un hasta luego. Debía afrontar yo solo el tratamiento que me estaba esperando, y haría todo lo que estuviera en mis manos para poder regresar a su lado lo antes posible.

Aunque después de lo que estaba a punto de hacerle tampoco tenía claro si me querría de nuevo a su lado cuando volviera, tampoco podía asegurar que pudiera volver, eso no dependía solo de mí. Había muchos factores a tener en cuenta.

En toda mi vida siempre había habido una sola cosa que había tenido clara, mi muerte. Siempre había sido consciente de que me iba a morir joven, ahora me costaba hacerme a la idea de que había una posibilidad, por pequeña que fuera, de que pudiera sobrevivir a mi enfermedad y vivir por muchos años. No solo eso, me costaba hacerme a la idea de que podría ser feliz durante todos esos años junto al chico que amaba.

Quizás por eso, y aunque no quisiera hacerlo, siempre me ponía en lo peor, no estaba seguro de que todo saliera bien.

Kiel se removió en la cama, buscándome a su lado aún dormido, sonreí con tristeza. Nos habíamos acostumbrado tanto el uno al otro, que ahora parecía impensable que el otro no estuviera al otro lado de la cama, tenía que estar ahí como el aire que respiramos.

Seguía mirando sus facciones mientras dormía, quería tener su rostro grabado en mi memoria, tener buenos recuerdos a los que aferrarme cuando lo estuviera pasando mal por el tratamiento, o cuando le echara de menos.

Sin duda, los dos últimos días habían ayudado mucho a crear buenos recuerdos, y la noche anterior me dio recuerdos bonitos para poder aguantar el resto de mi vida, aunque fuera encerrado en una mazmorra y sin ver la luz del día.

Cuando unas horas atrás llegamos completamente empapados a la residencia de Kiel, subimos las escaleras corriendo y riendo, necesitábamos una ducha de agua caliente para entrar de nuevo en calor. Lo que no me esperaba era lo que me encontré al llegar a su habitación.

- ¿Esto lo has preparado para mí? – Miré sorprendido la cama de Kiel completamente cubierta de pétalos de rosa.

- Quería que fuera la noche perfecta – Me sonrió sonrojado.

- Creo que la ducha puede esperar – Me lancé hacia él, abrazándole de la cintura para atraerlo hacia mí y besarle con pasión. Mis labios acariciaron los suyos hasta que estos se abrieron, entonces mi lengua aprovechó su oportunidad para adentrarse en esa boca tan deseada y buscar a su compañera de juegos.

- No es que no me guste la idea – Susurró al romper el beso – Pero estamos empapados.

- Y qué más da – Comencé a quitarle la camiseta, no tardé en disfrutar de su torso desnudo y mojado, delineando con mis dedos sus perfectos pectorales – Así será incluso mejor – Me relamí al ver como algunas gotas recorrían todo su pecho hasta morir en su ombligo.

- Tris… ahhh – Gimió al sentir como mordisqueaba su pezón – Quiero hacerlo yo – Me alzó por la barbilla y me besó apasionadamente – Es mi turno – Susurró rozando nuestros labios.

- Soy todo tuyo – Aseguré – Hazme lo que quieras – Me iba a costar controlarme, siempre me gustaba dominar e incluso cuando era pasivo llevaba el mando. Pero esta vez quería que fuera diferente, quería dejarme llevar por Kiel, dejarle hacerme lo que quisiera.

- Haré que nunca te olvides de esta noche – Suavemente comenzó a quitarme la camiseta que estaba completamente empapada y se pegaba a mi cuerpo. Sus manos acariciaban mis costados al tiempo que la subía y todo mi cuerpo se estremecía ante el contacto – Quiero que cuando te sientas solo pienses en esta noche y una sonrisa acuda a tu cara – Una vez fuera la camiseta comenzó a besuquear mi cuello.

- Ahhh… nene – Mi cuerpo reaccionaba ante cada caricia o beso que recibía.

- Quiero que después de esta noche nunca más desees estar con otro hombre que no sea yo – Comenzó a bajar por mi torso dejando pequeños besitos por todo mi pecho, cuando llegó a uno de mis pezones comenzó a chuparlo y mordisquearlo provocándome escalofríos por toda mi piel – Quiero dejar mis huellas en todo tu cuerpo.

- Ahhh – Ese último mordisco dolió un poquito. Siguió bajando por mi vientre y se detuvo en mi ombligo, rodeándolo con su lengua, adentrando su lengua en el – Kiel… ahhh – Dejó el ombligo y siguió bajando, no sé como lo hizo pero me desabrochó el pantalón sin utilizar sus manos, solo su boca y su lengua. Agarró con los labios la cremallera y comenzó a bajarla.

Todo era perfecto, estaba con un chico perfecto, el momento era perfecto, y el ambiente era perfecto, solo fallaba una cosa… sería la última noche que pasaríamos juntos en mucho tiempo y debía aprovecharla.

Kiel comenzó a bajarme los pantalones lentamente, sin prisas, disfrutando de cada momento, de cada reacción. Nos habíamos quedado mudos, no hacían falta palabras nuestros gemidos hablaban por nosotros.

Después, mis bóxers acompañaron a mis pantalones y me quedé completamente desnudo. Kiel me acarició la mano y tras cogérmela con amor me guió hasta la cama en la cual me hizo recostarme.

- Eres tan hermoso – Poco a poco fue subiendo a la cama y posicionándose sobre mí.

Con mi mano sobre su nuca lo guié hacia mis labios una vez ambos sobre la cama. Sus manos acariciaban todo mi cuerpo, y su cuerpo se movía sobre el mío volviéndome loco.

Pero sentía que Kiel aún llevaba demasiada ropa, dirigí mis manos hasta sus pantalones y comencé a desabrochárselos como pude, no resultaba fácil hacerlo perdido en la pasión como estaba. Con ayuda de nuestras manos y nuestras piernas, aún no sé bien como lo hicimos pero conseguimos deshacernos de las prendas molestas que aún quedaban. Ahora ya estábamos ambos desnudos sobre la cama, y disfrutando del tacto del cuerpo del otro. Su piel era perfecta, todo él era perfecto para mí.

Íbamos rodando sobre la cama sin dejar de acariciarnos, unas veces el encima, otras veces yo. Nuestros cuerpos se deseaban, se acariciaban a conciencia, se reconocían el uno al otro.

Los besos eran cada vez más ardientes, más demandantes, más pasionales, más posesivos. Las lenguas dolían por el sobreesfuerzo, los labios enrojecidos de tanto roce, nuestros ojos abiertos para no perderse detalle alguno.

En medio de nuestras caricias, cogí la mano de Kiel y la llevé hacia mis labios. Lentamente comencé a lamer, saborear y humedecer sus dedos en clara señal de mis intenciones, no quería hablar para no estropear el momento con mis estúpidas palabras.

Kiel, entendiendo claramente el mensaje, guió sus dedos ya humedecidos a mi trasero y comenzó a jugar haciendo círculos alrededor del agujero. El sinvergüenza quería hacerme suplicar. Con mis manos le pellizqué el trasero, para hacerle entender que si no se decidía ya a hacer lo que tenía que hacer yo tomaría el mando. Entendió claramente el mensaje subliminal ya que, a traición, metió el primer dedo provocándome el primer gemido de la noche.

Lo movía con maestría, como el que sabe perfectamente lo que me gusta, lo que debe hacer para hacerme enloquecer. No tardó en meter un segundo dedo multiplicando por dos el placer.

Antes siempre me había sentido algo incomodo siendo pasivo con otro chico, incluso con Joel me pasaba. Pero con Kiel era distinto, se sentía tan natural, sentía como que habíamos nacido para estar juntos, para sentirnos el uno dentro del otro.

Yo estaba sobre su cuerpo, sin dejar de besarle en ningún momento mientras él me preparaba. Podía notar perfectamente la erección que se estaba comenzando a despertar en Kiel, toda una tentación para mí que no podía obviar, así que decidí llevar mi mano hasta su polla y ayudarle un poquito. Noté como se tensó en el momento en que agarré su polla y comencé a mover mi mano arriba y abajo con un claro propósito, en respuesta, Kiel metió el tercer dedo para acelerar el proceso de preparación.

Las gotas de lluvia que en un principio había sobre nuestros cuerpos ya se habían convertido en gotas de sudor, el delirio, la pasión, el éxtasis, se habían apoderado de nosotros.

Nos dimos una vez más la vuelta, ahora yo estaba debajo y Kiel encima de mí, entre mis piernas donde siempre debería estar, preparados para entrar en acción y demostrarnos, de la mejor manera que sabíamos, lo mucho que nos amábamos.

Kiel me besó una vez más, yo le rodeé la cintura con una de mis piernas, uno de sus brazos se agarraba de mi cintura, el otro me agarraba del muslo que tenía en su cadera, y sin hacer falta decir nada me penetró. Mi cuerpo se arqueó ante la lenta pero decidida invasión, mis brazos rodeaban su cuello y mis manos arañaban su espalda.

- ¡Te amo! – Fueron mis palabras, que acompañadas de un movimiento de caderas, le indicaron a Kiel que podía comenzar a moverse.

- ¡Te amo!, ¡Te amo! – No paraba de decirme al tiempo que me embestía una y otra vez – Ahhhh… ¡Te amo! – Me decía te amo entre jadeos.

- Nene… ahhh… si – Gemía sin parar.

No importaba nada a nuestro alrededor, solo importábamos él y yo y el amor que sentíamos el uno por el otro. Nuestros cuerpos, cada vez más entregados y más sudorosos, se movían al compás, sincronizados en el arte del placer.

Las embestidas de Kiel eran cada vez más profundas, pero a mí no me parecía suficiente, le abrazaba y acercaba a mi cuerpo todo lo posible para sentirle más adentro, más fuerte, más profundo, más apasionado.

Nos besábamos sin parar, pero en los escasos momentos en que mi boca estaba libre aprovechaba para besar, morder y lamer su cuello con adoración. Mis manos intercambiaban pequeños arañazos en su espalda con pequeños tirones de pelo, me encantaba enredar mis dedos en su suave y rubio pelo.

Cuando Kiel dirigió una de sus manos a mi polla y comenzó a masturbarla, supe que el final estaba cerca, no quería que acabara, quería alargar el placer y las sensaciones que estábamos sintiendo.

- No – Agarré su mano y le impedí que siguiera masturbando – Córrete en mi interior y déjame correrme en el tuyo – Susurré como pude a su oído.

Solo hizo falta una sonrisa picarona en su cara y ver como alejaba la mano de mi polla para ahora ponerla sobre mi cabeza, para darme cuenta de que había aceptado mi proposición. Kiel siguió embistiendo sin parar, acelerando el ritmo a medida que llegaba su orgasmo.

- Ahhhh… Tristán… ahhhh – Y llegó, como una explosión, como un huracán, como un volcán del cual la lava era todo nuestro placer que se derramaba.

Sentir como Kiel se corría en mi interior era como sentir que una parte de Kiel iría siempre conmigo, y precisamente eso era lo que ahora necesitaba. Llevármelo conmigo aunque solo fuera por esos pequeños detalles.

Kiel estaba sobre mi cuerpo intentando recuperarse, la respiración entre cortada, su pecho subiendo y bajando, su cuerpo completamente laxo, eran las señales de un impresionante orgasmo de placer.

Milagrosamente, y a pesar de todo el placer que había sentido, yo aún no me había corrido. Sin dejar que Kiel se recuperara del todo, humedecí mis dedos y los dirigí hacia su trasero, cuando adentré el primero Kiel dio un respingo y alzó la cabeza con sorpresa, yo le sonreí al tiempo que movía el dedo en su interior.

Tenía que ser rápido pues no aguantaría mucho más, metí el segundo y casi seguidamente el tercero, los movía en su interior intentando prepararle lo mejor posible al tiempo que le besaba intentando opacar en todo lo posible el dolor.

Cuando ya lo creí completamente preparado, y yo también lo estaba, hice que volteáramos de nuevo sobre la cama quedando ahora yo encima. Algunos pétalos se habían pegado a nuestro cuerpo, el sudor recorría cada rincón, pero no importaba, queríamos mucho más.

Me coloqué bien entre sus piernas, alcé sus caderas y dirigiendo mi polla hacia su destino le penetré. Como acto reflejo Kiel rodeo mi cintura con ambas piernas y me abrazó por la espalda arañándola en el camino. Ahora los papeles se habían cambiado pero el placer era el mismo.

Cada embestida era un sentimiento, cada estocada un recuerdo, cada beso una esperanza, cada caricia una súplica, y nuestros cuerpos eran el libro en el que se escribía nuestro amor.

Me movía en su interior al ritmo que él me marcaba, tocando una y otra vez ese punto que sabía que le volvía loco. Me sentía en el mismísimo paraíso, sin duda no había un lugar mejor en el que estar.

- Nene… ahhhh – Me corrí en su interior sintiendo que había llegado al mismísimo cielo.

- ¡Te amo! – Kiel se corrió de nuevo entre nuestros vientres sin apenas haberlo tocado – Ahhhh.

- Yo también te amo – Me dejé caer casi sin fuerzas sobre su cuerpo – Te amo con locura – Le besé apasionadamente, quería retener sus sabor en mis labios.

Ambos nos quedamos en un estado de relajación y placer tal que parecía que estuviéramos en el limbo. Los dos deseábamos estar como estábamos, el uno en los brazos del otro, dejándose acariciar y mimar por el otro.

Podía asegurar sin miedo a equivocarme, que nunca antes había disfrutado tanto haciendo el amor con un chico, lo que sentía con Kiel era totalmente diferente y también podía asegurar que jamás sentiría lo mismo con nadie más.

Poco después, ya algo más descansados, decidimos darnos una ducha y cómo es normal, una cosa lleva a la otra y volvimos a caer en la tentación.

- Me encanta tu culo – Puse mis manos en su trasero pellizcándolo juguetonamente. El agua de la ducha caía sobre nosotros provocando que nuestros cuerpos estuvieran más calientes aún de lo que ya estaban – Y me encanta tu polla – Comencé a descender por todo su cuerpo y una vez de rodillas le miré desde abajo, con el deseo pintado en mi mirada.

- Tendríamos un problema si no te gustara mi polla – Bromeó cuando vio como la cogía sin miramientos y me la metía en la boca – Ahhh.

- ¿A ti, te gustan mis dedos? – Pillín, sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Agarró la mano que alzaba y con delicadeza la acercó a su boca para comenzar a lamer mis dedos de forma golosa mientras que yo seguía lamiendo y jugando con su polla.

- Ummm… me encantan tus dedos – Seguía lamiéndolos hasta dejarlos completamente mojados.

- ¿Y a tu culito le gustan mis dedos? – Alejé mi mano de su boca y comencé a rodear su ano con mis dedos, haciendo círculos cada vez más cercanos al agujero, todo esto sin dejar de mamar su polla de forma deliciosa. Kiel alzó su cabeza hacia arriba por el placer, dejando que el agua cayera directamente sobre su cara.

- Ahhh… Tris… creo que a mi culito le encantan tus dedos – Un respingo fue la reacción natural de su cuerpo al notar como adentraba el primer dedo – Si… ahhh.

- Pues si tanto le gustan mis dedos, vamos a darle otro – Metí un segundo y no tardó en seguirle el tercero.

- Si… ahhhh – Estaba deseando sentirme en su interior – Ven ya Tris – Y parecía que él también lo deseaba. Me agarró por el pelo mojado y me hizo subir de nuevo para devorarnos los labios mutuamente.

- Me tienes muy caliente – No hacía falta que se lo dijera, seguramente ya notaba como mi polla se estaba clavando en su entrepierna.

- Adelante machote – Alzo una de sus piernas sobre mis caderas pero para mí no era suficiente, con un brazo alcé su otra pierna dejándole colgado de mi cintura.

- Vas a ver lo que tu machote es capaz de hacer – Bromeé. Acto seguido guié mi polla a su agujero y comencé a penetrarle.

- Ahhhh… siiii… ahhh – Había comenzado a moverme casi al instante, sin dejar que su cuerpo se adaptara a la intromisión, pero no importó, él lo deseaba y lo disfrutaba, o eso era lo que parecía.

Las penetraciones cada vez eran más intensas, a pesar de la dificultad de la postura me movía en su interior con agilidad y seguridad. Kiel seguía mi ritmo e incluso lo incrementaba de vez en cuando, lo tenía sujeto sobre mis caderas nunca jamás lo soltaría.

Nuestras bocas se devoraban, se deseaban, se reconocían a la perfección. Nuestras lenguas se enredaban de formas casi imposibles, y nuestros labios se saboreaban y acariciaban con pasión. Todo era demasiado embriagador, demasiado perfecto.

Antes de que ninguno de los dos llegara al orgasmo me detuve, salí de su interior bajo sus protestas, le bajé y me di la vuelta contra la pared, dándole la espalda a Kiel. Ahora el agua caía sobre mi espalda.

- Ahora tú – Susurré con la mirada enfebrecida de placer, con mi cabeza girada para no perderle de vista.

- Pero no te he preparado – Dudó.

- No importa – Moví mi trasero para que notara que le necesitaba ya en mi interior.

Y así lo hizo, se posicionó a mi espalda y lentamente me penetró al tiempo que nos besábamos. Al principio sentí algo de dolor pero pasó rápidamente, el agua de la ducha ayudaba bastante, y también ayudó el que se quedará quieto hasta que me acostumbrara.

Cuando mis caderas se movieron solas, Kiel supo de inmediato que ya podía moverse, y comenzó un vaivén enloquecedor que me estaba llevando al cielo. Nos conocíamos tanto que no nos costaba encontrar el punto ideal, ese que nos llevaba al máximo punto de placer de inmediato.

Podía sentir su húmedo pecho sobre mi espalda, sus besos en mi nuca cuando no nos besábamos, sus manos ancladas a mi cintura dejando una huella marcada a fuego, su polla abrasando mi interior. Podía sentirle a él, el amor de mi vida.

Unas cuantas embestidas más y sentí como se corría en mi interior, sentí su cuerpo temblando, su respiración agitada sobre mi cuello, sentí como sus manos se quedaban sin fuerzas. Y todas estas sensaciones juntas me llevaron a mi propio orgasmo, manchando con mi semen la pared de la ducha.

¿Cada vez que hiciéramos el amor sería tan increíble?

Después de la intensa sesión de sexo en la ducha, acabamos de ducharnos apenas sin fuerzas y sumidos en nuestros sentimientos. Una vez secos nuestros cuerpos, nos acostamos en la cama muy juntitos y completamente desnudos.

Claro, debí imaginar que eso no era una buena idea, pues media hora más tarde estaba cabalgando sobre su cuerpo, sintiendo nuevamente su polla en mi interior.

- Ahhh… siiii… Tristán… ahhh – Kiel no paraba de jadear y eso me daba fuerzas para seguir.

- Te amo nene… ahhhh – Seguía subiendo y bajando sobre su polla, completamente enloquecido.

Kiel aprovechó un momento de despiste para detenerme y hacer que me pusiera sobre la cama a cuatro patas, sin darme apenas tiempo de reacción volvió a penetrarme de nuevo. No era una postura que me gustara especialmente, me hacía sentir completamente indefenso, pero con Kiel todo estaba bien.

Kiel dio unas cuantas embestidas, profundas y certeras, en esa posición, para luego voltearme de nuevo y ponerse esta vez entre mis piernas para seguir con las embestidas.

Ahora, cara a cara, todo era mucho más intenso, y lo mejor de todo, tenía sus labios a mi alcance para saborearlos y castigarlos según el momento. También aproveché para mordérselos en una dulce venganza por la postura anterior.

Así, abrazados el uno al otro, con su pecho rozando el mío, sus caderas arremetiendo contra las mías, y nuestras bocas unidas en todo momento, volvimos a llegar una vez más en esa noche a rozar el cielo con nuestros orgasmos. Sincronizados al máximo.

Después de la última ronda de sexo, ahora ya si completamente exhaustos, caímos rendidos y Kiel se dejo llevar por el sueño. Estábamos muy juntitos, abrazaditos, con miedo a separarnos, en mi caso sabiendo que sería la última vez que nos dormiríamos el uno al lado del otro en mucho tiempo, en el caso de Kiel pensando en aprovechar las últimas horas que según él nos quedaban para estar juntos.

Aunque cerré los ojos tratando de dormir un rato, me fue imposible, quería sentirle a mi lado, escuchar su respiración, impregnarme de su olor.

Ahora un par de horas después, me había separado dolorosamente de él, y con mucho cuidado para no despertarle había salido de la cama para observarle a la distancia.

No quedaba mucho tiempo, cogí un par de hojas de papel del escritorio de Kiel, el primer bolígrafo que vi y me dispuse a plasmar en palabras todos mis sentimientos. Esa sería mi despedida.

¿Cruel?, ¿Cobarde? Evidentemente si, y si. Pero no era capaz de hacerlo de otra forma, no quería derrumbarme delante de él y hacerlo todavía más difícil. Y si lo tenía delante de mí en la despedida, podía asegurar que me hundiría por completo.

No pude evitar que alguna lágrima se escapara de mis ojos mientras escribía aquellas notas, mientras ponía en palabras lo que tanto me dolía hacer. De vez en cuando le miraba, asegurándome de que seguía durmiendo y adorando su rostro dormido.

Después de darle muchas vueltas, y una vez acabada mi carta de despedida, me vestí con la ropa del día anterior intentando hacer el menor ruido posible. Una vez vestido y preparado para irme, me acerqué a Kiel para observarle por última vez.

Con la yema de mi dedo acaricié su cara, sus dulces labios, su cuello, su clavícula. Acaricié toda su piel con miedo a despertarle, pero no podía evitarlo, necesitaba sentir una vez más su cálido tacto.

Me hubiera gustado dejarle la carta acompañada de una rosa o una flor bonita, pero quien consigue flores a esas horas de la madrugada. Al ver los pétalos de rosa que aún quedaban por la cama, se me ocurrió una idea. Con una sonrisa tontarrona pensando en lo cursi que era, hice un corazón con los pétalos en la cama, al lado de Kiel, donde se suponía que tenía que estar yo y encima dejé la carta.

No quería por nada del mundo que pensará que me iba porque no le amaba porque no era así.

Una vez todo preparado, me incliné y rocé suavemente sus labios con los míos.

- ¡Te amo! – Susurré.

Y me fui, me fui dejando atrás a la persona que más amaba en este mundo, dejando atrás una parte muy grande de mi corazón. Y lo peor de todo, me fui sin saber si podría volver.

Una vez fuera del piso de Kiel, ya seguro de que no me podría oír, me dirigí hacia una pared golpeándola con fuerza por la rabia. Dejando, ahora sí, salir el llanto que había estado aguantando y dejándome caer al suelo completamente desolado, maldije mi maldita suerte, maldije mi destino, y me maldije a mí mismo por ser un cabrón que iba a hacerle daño a la persona a la que más amaba y a la que más debería cuidar.

En el suelo, dejando salir el llanto desconsolado y golpeando de vez en cuando con rabia la pared, me despedí de una parte de mi alma.

Por desgracia no tenía tiempo para seguir lamentándome, me levanté como pude, me lavé las lagrimas con mis manos y me dispuse a ir hacia mi piso para recoger mis cosas. Entré silenciosamente, no sería buena idea despertar a Alex o a Toni, fui a mi habitación y acabé de preparar la maleta que había dejado casi lista los días anteriores. Cogí todo lo necesario y salí al salón, una vez en el salón les dejé una nota también a los chicos.

Cuando estaba en la puerta, con una gran maleta, una mochila, y mucha tristeza, miré hacia el interior del piso y me despedí del que había sido mi hogar durante unos años. Los chicos me habían dicho que mantendrían mi habitación para cuando volviera, en verdad deseaba poder volver a aquellas cuatro paredes que habían sido testigo de tantas cosas, unas felices y otras tristes.

Cerré la puerta detrás de mí y me dispuse a caminar hacia mi destino, un destino incierto que marcaría la diferencia entre la vida y la muerte. Un destino que deseaba que me trajera de nuevo a mi hogar, y que me trajera de nuevo a los brazos de mi amor.

***













Notas finales:

Creo que Tristán ha estado muy entregado en este capítulo XD Quería despedirse a lo grande XD

¿Qué os pareció?

Tristán se va, y lo ha hecho sin despedirse :( Sin duda Kiel lo pasara mal, pero no sabemos qué es lo que le ha escrito en esa carta de despedida…

¿Habrá roto con Kiel?

En el próximo capítulo lo sabremos XD

Como siempre agradecer sus reviews a ImPandahero, Taiga, Ana, Orenjiyuu y Musubi ^^

Un beso

Yaonita


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