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ACORDE GEMELO por andherezu_rosui

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Notas del capitulo:

Esperó que les guste. No esperaba publicar hoy pero ya que termine de darle la última revisada a la edición, pues aquí me tienen.


Advertencia: Les comentó que hay un poco de lenguaje vulgar, ya saben groserías y esas cosas. Sólo que aunque no es nada muy fuerte luego se ofenden si uno no avisa ú_ù. Lo cierto es que no soy una persona grosera, ni suelo expresarme de forma altisonante con las personas por lo que me ha costado encontrar buenos insultos XD en fin. Dense por advertidos.


Notitas de palabras que pueden no entender XD: Por ahí se toparan con algo así "E.A, o E.B" Es una abreviación para "Escuadrón A o B" según sea el caso. Y "Hécate” Es según google un rifle de precisión de largo alcance.

Bueno creo que eso es todo. ¡A leer!

Capítulo 41 Furia Helada

 

Fugaku había conseguido mantenerse furtivo entre los pasillos de la casa Shimura, después de haberse separado de sus hermanos, el único motivo por el que se mantenía sereno era que afuera se oían disparos y gritos de lucha, lo que significaba que ambos estaban bien aún.

La casa en sí parecía un maldito laberinto, ni siquiera estaba seguro de ir por el camino correcto, sin embargo, algo le decía que mientras más se acercara a su objetivo más difícil le resultaría esconderse. Llegó a una bifurcación en el pasillo, que se dividía dando hacia otro edificio anexo, de donde él estaba. Podía seguir derecho por el pasillo por donde había venido, pero tal como había hecho desde que había logrado pasar desapercibido a los primeros grupos de subordinados de Danzou que iban hacia la batalla, algo en su pecho le decía que su hija se hallaba en aquel pasillo recién descubierto.

Llámese intuición o presentimiento, pero estaba seguro de que debía ir por el pasillo abierto aún sí con eso, se arriesgaba a ser visto por los centinelas en las torres. Eran al menos diez metros de pasillo que separaba a un edificio del otro. Era veloz, y aún desarmado podría deshacerse de los pocos enemigos que se topase. Siempre y cuando éstos no llevasen pistolas de fuego y no le vieran acercarse para matarlos. Se rascó la cabeza con frustración, al darse cuenta de que un sujeto le miraba entre escéptico y dudoso al final del pasillo. Al verlo entendió que por estar titubeando le habían visto.

-¡Pero miren que me encontré! –Escuchó decir al hombre frente a él.

-¡Maldita sea! –Sé dijo con reproche por su propio descuido. Y se abalanzó al sujeto frente a él atravesando el pasillo a una velocidad alarmante, el sujeto comenzó a dispararle con una pistola automática, igual a las que tenían los hombres que habían eliminado en la entrada. ¡Esquivarlas sería fácil!

*

Las balas eran apuntadas y proyectadas hacia a él con aparente precisión, pero su velocidad era más oportuna, y éstas ni siquiera llegaban a rozarle, los diez metros pronto se convirtieron en cinco y el primer cartucho de su atacante se agotó. Avanzó con más ímpetu, debía acercarse y matarle antes de que el ruido que sus disparos hacían llamase la atención de más enemigos, y antes de que gastase el segundo cartucho de esa arma que necesitaría más tarde.

Aquel sujeto pareció intimidarse al ver que sólo les separaban escasos dos metros ahora, y fue incapaz de reaccionar a tiempo, cuándo Fugaku consiguió evitar una nueva ráfaga de disparos, deslizándose y cerrando la distancia entre ellos, apoyo su mano derecha en el suelo impulsándose hacia arriba consiguiendo propinarle una patada, rompiéndole el cuello en el proceso.

Lamentablemente, su primer cometido se había visto frustrado, el aparatoso ataque había llamado la atención de los demás guardias, amotinándose en la entrada del estrecho pasillo, impidiéndole al mismo tiempo apoderarse del arma que el otro sujeto había dejado al morir, al empezar a descargar sus propias armas.

-¡Mierda!- Masculló escondiéndose tras la pared.

¿Era su imaginación o había aumentado de repente la seguridad en ese lugar? Asomó apenas su cabeza para verificar el interior al escuchar detenerse la primera ráfaga. La cantidad de enemigos era numerosa dedujo consiguiendo ver por apenas un par de segundos antes de recibir una segunda ráfaga de disparos en su dirección.

No obstante, aquellos segundos le permitieron ver una puerta doble al final del pasillo. Agachó su mirada ubicando en el suelo casi al medio de la puerta la pistola que podría ayudarle en su causa. Si quería ver que había tras aquella puerta debía hacerse cargo de todos esos estorbos en el camino. Tanteó con apuro sus bolsillos, estaba seguro de que aún tenía algo que podía usar. ¡Y lo encontró!

Una bomba de humo… Esta pequeña le daría la oportunidad de hacerse con el arma y derribar a la mitad de oponentes antes de quedarse a plena vista. Quito el seguro del artefacto y la arrojó en dirección a sus enemigos.

-¡Una bomba! –Gritó uno de los sujetos asustado, justo cuando el humo de la granada comenzó a esparcirse, girando como loca al chocar contra el suelo. Sin perder un segundo más de tiempo, Fugaku se lanzó hacia la pistola en el suelo rodando sobre sí para poder levantarse y apuntar a los primeros cuatro objetivos que tosían por el humo incapaces de defenderse. La muerte fue certera.

Aprovechándose de la confusión y camuflaje del humo, avanzó adentrándose en la antesala donde le esperaban sus contrincantes, algunos de los cuales indiferentes al humo, comenzaron a dispararle dispuestos a detenerle llevándose por las patas a algunos de sus mismos compañeros cegados por el humo. Fugaku se movía entre ellos creando confusión y caos, de manera que cuando el humo de la granada se disipó sólo quedaba él en medio del caos de cuerpos ensangrentados de sus atacantes.  Sonrió con suficiencia al ver su obra, y se detuvo al escuchar el gemido lastimero de uno de los sujetos tendido en el suelo.

-No a… Terminado… -Le dijo con su último aliento.  Fugaku le miró con receló y tomo con extrema seriedad aquella advertencia.

*

Abrió la puerta de par en par deslizándola con parsimonia preparado para escapar de los disparos que no llegaron.

Con sorpresa descubrió una sala, no distinta a la que había dejado tras él. La única diferencia era que esta nueva habitación tenía el doble del tamaño de la anterior. Y la puerta que le esperaba cruzar estaba al costado derecho, no al fondo como esa. Paseo su mirada por el lugar analizando a los diez objetivos a eliminar. Ninguno tenía armas de fuego, aunque eso no decía tampoco que no le causaran problemas. Estaba seguro de que estos sujetos le darían más pelea que los imbéciles que se habían matado a sí mismos en la sala anterior.

-¡Te, estábamos esperando! –Dijo uno de los adversarios confiado, tenía en las manos unos nudillos de acero relucientes a la luz de la habitación. - ¡No podrás salir de aquí! ¡Danzou-sama se enojará sí dejamos que lo molestes ahora! –Discrepó, cómo si sus palabras le causaran cierto placer retorcido.

Fugaku no pudo evitarlo, enserio que no. Una sonrisa se había dibujado en su rostro al escuchar aquella afirmación descabellada. Ahora estaba seguro de que su hija le esperaba al otro lado de la habitación, y que estaba a diez sujetos de poder llegar a ella. ¡No tendría piedad!

-¿Detenerme? ¿Crees poder hacerlo? –Inquirió el moreno ajustando los guantes en sus manos. Si sus contrincantes no usarían armas de fuego sus posibilidades eran absolutas. Los hombres frente a él le miraron con caras expectantes, al verle quizá demasiado relajado.

Caminó tranquilo hacia ellos, al menos les daría la oportunidad de defenderse pensó, deteniéndose a un par de metros del primer sujeto que enseguida se puso en guardia, formando una sonrisa desquiciada dando un pequeño salto hacia atrás, para que el sujeto con los nudillos de acero en las manos se lanzara en un ataque precipitándose hacia él.

Fugaku entonces levantó su mirada hacia el sujeto, que había elegido morir primero y justo cuando estuvo a unos centímetros de él, le apuntó con la pistola automática que le había ayudado antes clavándole la última bala en el ceño. La fuerza del empuje del disparo a tan corta distancia, impulsó el cuerpo de su atacante hacia atrás dejando las gotas de sangre y sus sesos esparcidos en el aire y parte de los sujetos que los acompañaban tras él.

-¡Hijo de puta! – Bramó el mismo sujeto que reía antes con sorna, atónito al ser bañado con los sesos de su compañero. Fugaku sonrió de nuevo dejando a la vista su mirada, la cual se tenía de un rojo carmesí, prueba de una furia relente y calculada. Sus ojos eran los de un asesino sin remordimiento alguno.

Haciendo que los nueve sicarios de Danzou temblaran por puro instinto...

-¿Y bien? –Preguntó con voz baja y arrogante -¿Quién sigue?

***

Dentro de la habitación… Danzou temblaba. No de miedo, no ante los ruidos de disparos y su gente muriendo... No, su temblor era de rabia. Una rabia cegadora e infinita… que nacía desde la boca de su estómago y llegaba a su paladar como bilis amarga… Sé preguntaba frenético ¿Cómo era posible aquella situación? Mientras aguardaba el momento, en el que la puerta se abriera y diera paso al maldito infeliz, que había ido a matarlo.

*

¿Qué había salido mal?, ¿Cómo había adivinado sus planes?, ¿En verdad se trataba de Fugaku? Eran las otras preguntas, que se manifestaban solas en su mente confusa, mientras contemplaba con impavidez el cuerpo expuesto y amoratado de su víctima.

Aquella muñeca hacía ya un rato que había perdido el conocimiento, justo después de que le propinara un golpe por su atrevimiento al reírse en su cara. Ver su silueta, exquisita a punto del desmorono, comenzaba a resultar decepcionante. ¿Quizá se había pasado un poco con los golpes? Sé preguntó con desvarío, fijándose en las heridas que le había hecho él mismo al cuerpo de aquella muñeca, las cuales goteaban de forma insufrible, desquiciándole con el sonido que hacían al chocar en el charco que se había formado en el suelo.

No le importaba si sé moría, después de todo, aquella muñeca no resistiría más, y él ya se había aburrido de ella. Podría devolverla a Fugaku si tanto la quería, pero decidió de inmediato descartar aquella posibilidad. ¡Él la había obtenido! ¡Era suya! ¡Podía hacer con ella lo que quisiera! ¡Tenía todo el derecho!

Una sonrisa sombría, se dibujó en su cara cuando una pregunta surgió entre las demás en su mente dándole cierto placer... ¿Cuál sería la expresión de Fugaku al ver la figura de su preciosa hija envuelta en sangre? ¡Seria magnificó ser testigo de aquello! Giro su vista a la puerta al ya no escuchar más disparos, ni gemidos de gente muriendo por él. Ensanchando su sonrisa al ver como la cara de Fugaku palidecía y se contorsionaba en horror al descubrir que había roto a su pequeña primogénita, para después mirarlo con aquel sentimiento que siempre buscó en el moreno… Odio…

***

Rin, había cerrado los ojos consiente de que moriría. No había más posibilidades de salir de ahí, no con vida al menos. Lo supo desde que sintió la bala atravesar su hombro y destrozar su carne. ¡Cómo dolía! Estaba exhausta, y ya no podía más, era mejor morir con dignidad que suplicar por su vida. Lo único que lamentaba era tener que obligar a sus hermanos a cargar con su muerte, pero sabía que aquella misión suicida terminaría de una u otra forma así. ¡Después de todo era un suicidio seguro, entrar en ese lugar con tan pocas personas! ¡Pero…! Había hecho lo que había podido, así que no tenía ningún otro arrepentimiento…

*

La luna parecía observar temerosa y expectante la ejecución de la castaña Uchiha, casi podía decirse que acobardada por el espectáculo, se ocultó en las nubes nocturnas, incapaz de soportar ver como la pistola en las manos del que sería el verdugo de Rin, le apuntaba con saña a su frente acompañando su acción con el único y tirante sonido de sus dedos sobre el gatillo, y la risita malvada que salía de su garganta componiendo un gesto sádico.

Parecía disfrutar la tortura de lo que supondría el asesinar a Rin frente a Kakashi, el cual gritaba desesperado su nombre mientras los subordinados de ese sujeto se interponían en su camino.

-Sí…- Sé dijo con placer aquel hombre, ¡Disfrutaría matar a aquella mujer! ¡Sería un honor hacerlo! Ella debía pagar lo que había hecho al invadirles esa noche. Había visto como muchos de sus subordinados habían muerto bajo su mano, era justo que ella sufriera la misma suerte que todos sus compañeros. Y que el otro sujeto que le acompañaba muriera después de ver su cadáver tendido en el suelo.

Sí, así debía ser… Entonces, ¿Porque no escuchó los rápidos pasos acercarse a él, hasta que fue demasiado tarde? Sé cuestionó consternado, al ver como la mano que blandía su arma con la bala que clavaria en la frente de aquella mujer para matarla, había sido amputada. La impresión se formó en su rostro seguido por el inhumano dolor del muñón amputado que había quedado, tras perder la mano que sangraba de forma torrencial.

En segundos perennes, apenas logró ver el rostro de una mujer de ojos y cabellos negros como la noche, difícilmente esbozada por la tímida luna que surgía entre las nubes una vez más, y el brillo de un cuchillo en su mano con dirección a su yugular. Quiso hacer una maldición y cuestionar a la suerte, pero el filo de aquella navaja se hundió en su garganta antes de que su voz pudiese terminar su pregunta...

-¿Quién er…?- Articuló justo antes de que la vida lograse escapar por su garganta y comenzara a sentir que sus piernas no podían sostenerle más, llevándose consigo la voz sedosa y fría de su matarife, susurrándole como una amante al oído.

-Uno…

*

Ni Rin o Kakashi pudieron asimilar aquella escena, una porque con los ojos cerrados no había visto aquel acto consumarse frente a ella, y el otro porque apenas podía diferenciar nada con la oscuridad de la noche con la luna oculta en las nubes, ni siquiera cuando la garganta del que sería el verdugo de Rin, estuvo rebanada y la sangre de su muñeca salpicó las mejillas de la aludida, al caer marchito a sus pies.

El silencio domino el lugar. Las risas malvadas cesaron, y el sonido sordo de la muerte se hizo presente…

*

El sanguinolento olor de la sangre y la calidez que se volvía frialdad al salir del cuerpo de su dueño, la obligaron a abrir una vez más los ojos, justo a tiempo para ver la razón de que esa sangre salpicara sus mejillas y el sonido sordo de algo golpeando el suelo mullido por el pasto se escuchara en lugar del estruendo de la bala que la mataría.

Frente a ella Lina ataviada con su impecable uniforme negro y sus cuchillos de cacería ahora teñidos de sangre en las manos, la miraba con solemnidad y pugna. Se impresionó al ver que aún con el desastre en el que la garganta de su víctima se había convertido ni una gota carmesí había manchado su blanco mandil.

-¿Cómo…? – Alcanzó a preguntar impresionada aun por la limpieza de su acto.  Antes de que un disparo ensordecedor se dejará escuchar desde donde el tirador que le había dado estaba. Casi por inercia giro su rostro en busca de la posición del artillero encontrándose con una abundante cascada de sangre saliendo de algún lugar del techo. Tres disparos más se dejaron escuchar en dirección a las torres que se encontraban flanqueándoles y al igual que con el primer sujeto, la sangre delató el acierto de cada uno de los proyectiles de lo que parecía ser fuego aliado.

No podía procesar lo que estaba pasando. Tampoco creer que él sujeto que minutos antes había amenazado con ponerle una bala en la frente ahora estaba totalmente desagrado en el suelo a los pies de Lina. Por un segundo el sonido de la noche pareció embargar aquel cementerio en el que se había convertido la casa Shimura, tal vez ensordecida por los proyectiles de aquellos artilleros aliados en algún lugar lejos de ahí. Haciéndola pensar en solo una pregunta de forma coherente ¿Acaso ella estaba alucinando?

-¿Estás bien?- Escuchó preguntar a su salvadora con voz sobria y los ojos fijos en ella verificando la herida de bala en su hombro derecho.  Con dificultad aparto la mirada de la sangre esparcida en el techo del centinela que le había acertado y fijo su mirada dorada en la ónice de la recién llegada, logrando asentir con la cabeza pausadamente.

*

Kakashi no estaba mejor que su hermana, un segundo antes estaba a punto de volverse loco por no poder llegar hasta Rin, y ahora las cabezas de los sujetos con los que peleaba estaban tendidas en el suelo. No tenía idea de cómo había pasado aquello, pero fue consciente de que las dos jóvenes vestidas de negro junto a él, y las otras cinco en formación un poco más allá, habían ido a ayudarlos en el peor momento para ellos.

Tanto como la luz de la luna le permitía ver sabía que a esas chicas las conocía de algún lado aunque no tenía claro de dónde. Sin embargo, al ver que la espada de la castaña a su derecha era limpiada de un estoque al aire salpicando los vestigios de sangre en el pasto, y que lo que parecía brillar con el reflejo de la humedad de la sangre eran hilos saliendo de los guantes de la morena a su izquierda, no pudo evitar pensar con certeza que esa noche no moriría.

*

Lina al ver la consternación plasmada en el rostro de la castaña se acuclilló a su altura, para limpiar la sangre del hombre que había degollado unos instantes antes con un suave pañuelo de seda, quitando las gotas que habían salpicado su rostro, con una amabilidad impropia en ella. La mirada atónita de Rin se clavó en ella con fijeza.

-¿En verdad…Eres tú…Lina? –Pregunto con desconcierto por su presencia en ese lugar. Una sonrisa amable fue la respuesta que pudo darle a la castaña. Al mismo tiempo presionó un botón del intercomunicador en su oído. Rin apenas pareció notarlo y Lina la miró complaciente, queriendo transmitirle algo de seguridad, ignorando la sensación de temor que le había embargado en cuanto supo que Rin estaba herida.

-Shikamaru-sama…- Dijo entonces vigilando los movimientos de sus numerosos enemigos, que se reagrupaban al verlas llegar- Hemos asegurado a los dos objetivos. Uno está herido. – Informó girando su mirada a algún punto en el cielo nocturno donde su amo se mantenía vigilante. Confundiendo más a la Uchiha que no terminaba de asimilar lo que había pasado. Lina la miro y agregó con seriedad– Parece que ha habido un cambio de planes…

***

En lo alto del rascacielos en construcción a una manzana de la casa Shimura, Shikamaru miraba con seriedad el panorama de muerte de la casa donde pretendían infiltrarse, había escuchado indolente las palabras de su doncella, algo perturbado por lo que acababa de ver a través de los prismáticos. Y tal como ella había dicho, el plan había cambiado. Desde el momento en que vio la cabellera plateada de Hatake Kakashi en el lugar rompiendo el cuello de un sujeto con sus manos, y a Nohara Rin siendo apuntada por una pistola a punto de morir, supo que ya no se trataba de un simple plan infiltración y rescate. La misión de infiltrarse había sido cambiada a una escolta de guerra, Itachi no podía… O más bien no debía entrar en ese lugar.

Cerró los ojos apartando los prismáticos de su rostro, incapaz de soportar ver más el campo de batalla de aquella casa, Itachi esperaba en la entrada, acompañado por dos escuadrones de sus doncellas. Mientras Lina había penetrado en el lugar con el resto, cuando le anunció lo que pasaba dentro del lugar. Apenas y había reconocido a su doncella al arrebatar la vida de aquel hombre amenazando la vida de Nohara Rin, y aunque sintió nauseas al ver el acto, también sintió alivio de que Lina llegase a tiempo.

Sin embargo, una parte de él suspiro agraviado, aquella misión se había tornado más problemática de lo que esperaba. Miro a su propia escolta, sus cuatro francotiradoras posicionadas boca abajo, mirando a través de los lentes de sus Hécate esperando sus órdenes y vigilando los movimientos de los enemigos que se habían reagrupado en ese instante, se colocó nuevamente los prismáticos y presiono el botón del comunicador en su oído.

-Sempai…- Llamó al moreno mirándolo a través de sus lentes fijándose en su reacción- La situación se ha vuelto demasiado peligrosa…- Itachi dio un leve respingo, Shikamaru supuso que imaginaba lo que diría a continuación.- Hay un par de personas que deben ser sacados y tratados.- A través de los prismáticos pudo ver que Itachi alzaba la vista a su posición reflejando seriedad en su semblante.- Necesito que te hagas cargo de ellos y dejes que Lina y las demás se encarguen del resto…

***

En la entrada de la casa Shimura Itachi tragaba en seco considerando las palabras de Shikamaru, los cadáveres de seis hombres estaban desparramados justo frente a él. Quien sea que fueran las personas que Lina había ido a salvar, antes de que él llegase al lugar, definitivamente debían haber hecho eso. Claramente Shikamaru no quería que el luchara, no en esas circunstancias. Aquello ya no sería una simple pelea, si entraba con la intención de pelear para defenderse solamente, moriría. Meterse a la fuerza en el lugar significaría convertirse en un asesino para proteger su vida… No podía causarle esa clase de remordimiento a Shikamaru y estaba seguro de que incluso su hermana se sentiría afectada si mataba a alguien solo por querer rescatarla. Miró entonces con el rabillo del ojo a las ocho doncellas que le acompañaban y respondió.

-Entiendo... ¡Haré lo que me digas! –Aceptó con resolución. Las ocho jóvenes le observaron casi con orgullo, dispuestas a arriesgar su vida para conseguir lo que él deseaba sin exponerlo en el proceso.

***

Una sonrisa aliviada se formó automáticamente en la cara de Shikamaru. Tras suspirar para desahogarse, fijo su atención en el campo de batalla. Los enemigos eran numerosos, y se habían reagrupado. Había al menos cuarenta metros de distancia entre la entrada y la posición actual de Lina y las demás. La prioridad era sacar a Rin y Kakashi de la zona de combate antes de que este estallara de nuevo. Tenía cuatro escuadrones en el campo de batalla y uno con él, lo medito un segundo apenas y sin perder más tiempo, procedió a dar órdenes.

-¡Escuchen todas! ¡E.C, avanza hasta reunirte con E.A y E.B en el campo de batalla! ¡E.D, escolten a Sempai al menos veinte metros adentro del campo, será nuestro punto neutro! ¡Shiho, quédate con él a esperar al objetivo 1 y 2 y facilitarles atención médica, las demás de E.D avancen con E.C! – Indicó con aplomo fijando su atención en donde Lina y las demás.

- ¡Lina! Averigua si Kakashi-san puede sacar de ahí a Nohara-san y pídele reunirse con Shiho y Sempai en el punto neutro. Solicitó a la morena, que al instante se giró hacia el mencionado intercambiando palabras con él. Desde su posición Shikamaru vio la afirmación del mayor y prosiguió.

- ¡Bien! Asegúrense de que nada les impida llegar al punto neutro. No te preocupes por tu espalda… Me encargare de cubrirlas a todas con ayuda del Escuadrón E. – Dijo con seguridad. Agregando - ¡Avancen!

***

Lina sonrió con suficiencia, al escuchar las órdenes de su joven amo.  Había resultado más dirigente que de costumbre, no había dejado nada al azar, todas las doncellas incluida ella sabían lo que debían hacer colocándose en formación, al instante.

-¡Recibido! – Respondieron a una voz, era hora de demostrar, de que estaba hecho el servicio de doncellas de la casa Nara. Aceptando las instrucciones del joven y procediendo a cumplirlas de forma inmediata.

***

Fugaku sintió que su respiración hacia estragos en él, el desconcierto y el temor de pensar que había llegado tarde le consumió en un segundo. Ante él, su hija estaba inmóvil, atada a cadenas que le habían impedido su huida. Múltiples heridas de navaja en sus brazos y piernas sangraban sin clemencia. ¿Qué le había hecho ese monstro? La ropa desgarrada de Shizune le hizo pensar lo peor, contrayendo sus puños en cólera.

Consiguió dar dos pasos adentro de aquella pesadilla que envolvía la habitación. Y entonces el leve movimiento de una silueta oculta en las sombras lo alertó, fijo su vista con estrechez identificando al responsable de aquel brutal escenario mirándolo con fascinación enloquecida y una sonrisa torcida y sádica, disfrutando de lo que había hecho.

-Pareciera que le agrada lo que ve Fugaku-sama- Le dijo el anciano con desdén y burla en la voz, mostrándole sus dientes en una risa retorcida y malvada. Provocando la ira del Uchiha frente a él.

***

Lina contempló a la multitud de enemigos agolpados en el lugar, reagrupados y listos al igual que ellas para el tercer asalto. No le preocupaba, la cantidad, pero esperaba que Shiho pudiese hacer algo con esa herida en el hombro de Rin, la palidez de su rostro por la pérdida de sangre comenzaba a resultar preocupante.

-¡Kakashi-sama! –Llamó al pelo plata que la miro expectante.- ¡Debe darse prisa y sacar a Rin-sama! –Kakashi tardó sólo unos segundos en colocarse junto a la castaña y ayudarla a levantarse. - No se preocupen por nada más. Nosotras nos haremos cargo.- Dijo conciliadora al ver a la castaña en los brazos de su hermano.

-Lo dejó en tus manos… – Respondió Rin cansada agregando con temor- Onii-sama está adentro… Por favor…

-No se preocupe, Rin-sama… Todo saldrá bien.- Rin la miro como si fuese una especie de aparición, sin embargo asintió conforme, Lina jamás le prometería nada que no pudiese cumplir. – Váyanse ahora…

-Te lo confiamos. - Respondió Kakashi preocupado de cierta forma por su hermana y por aquellas chicas. Miro con incertidumbre las cabezas degolladas en el suelo y pensó con ironía que no debía preocuparse después de todo. Era mejor ocuparse de llevar a Rin con la chica llamada Shiho. Dedico una leve mirada a la menor en sus brazos y al ver su ceño fruncido le preguntó – Rin, ¿Éstas incomoda?

-Estoy bien… Nii-sama.- Respondió la castaña apoyándose sobre su pecho. Intercambio miradas con Lina una vez mas quien solo atino a asentir para que ella se fuera sin molestia alguna. –Ten cuidado…

-No te preocupes… -Respondió dándole la espalda al tiempo que su hermano comenzaba a correr con ella en brazos.

A algunos metros se atrevió a preguntarle a su herida hermana.

-¿Realmente crees que ellas estarán bien? – Rin suspiro antes de responder quedamente.

-Sí, estoy segura…

 

Continuará…

 

Notas finales:

De acuerdo, ese fue el cap. Espero que haya valido la pena leerlo. Y que pues... Me dejen un RR...

Gracias a todos por leer. Y saludos a Naima, Nesumi_ross, Chica loca XD, Misaki y a La mafia. Amo sus dulces palabras de aliento. Las quiero.


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