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Open Mind por yaonita

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Notas del capitulo:

Hola ^^

Un nuevo capítulo en el que conoceremos un poco como será la nueva vida de Tristán. Además conoceremos a nuevos personajes, dos especialmente que serán muy importantes para Tristán ^^

Están en otro país así que, aunque está escrito en castellano, vamos a imaginarnos que hablan todo el rato en ingles XD

Espero que os guste ^^

Un beso

Yaonita

43. Llegada a la clínica.

(Tristán)

Cuando aterricé en EEUU después de muchas horas de vuelo, y debido a la gran diferencia horaria, ya era casi de noche. Nada más llegar al aeropuerto recogí mis maletas y me dispuse a salir. Un coche, con su correspondiente chofer, me esperaba en la entrada con un cartelito en el que se leía “Sr. Cifuentes”.

Me dirigí con cansancio hacía aquél hombre. Estaba agotado, el viaje había sido largo, incomodo y con unas ligeras molestias en el corazón que me recordaron el motivo por el que era necesario aquél tratamiento.

No tardé en estar frente al chofer que se me había enviado, mirándolo con diversión y una pizca de picardía.

- Si hubiera sabido que me tratarían como a una estrella habría venido antes – Bromeé con mi más que aceptable inglés.

- ¿Entiendo que usted debe ser el señor Cifuentes? – Preguntó con total seriedad – Déjeme que le coja las maletas, le esperan en la clínica – Aquél hombre era demasiado estirado, me trataba como si fuera una persona mayor, me hacía sentir viejo.

- ¿Está muy lejos la clínica? – Pregunté una vez ya dentro del coche, sin bromas ni florituras, ya que parecía que mi acompañante no era la alegría de la huerta, parecía de piedra.

- A una media hora en coche, está a las afueras de la ciudad – Me informó – La instalaron allí para que los pacientes pudieran tener más tranquilidad, es un sitio estupendo – Bueno, al menos podía sacarle algo de conversación.

- ¿Y hay muchos pacientes? – Pregunté – Según tengo entendido es un tratamiento experimental, imagino que aún no habrá muchos pacientes.

- En esa clínica no solo se trata esa enfermedad, se tratan muchas otras enfermedades raras, así que hay bastantes pacientes pero no es una clínica masificada – Me quedé sorprendido, siempre había pensado que era una clínica donde solo se trataban a pacientes con mi misma enfermedad – Aunque es verdad que hay toda una ala de la clínica destinada únicamente al tratamiento antivírico.

- Ya veo – Murmuré pensativo – ¿Y usted trabaja en la clínica de algo más o solo es su chofer?

- En realidad me ocupo de varias tareas de mantenimiento en la clínica, y cuando hay que recoger a pacientes también lo hago yo – Comentó – Es una forma de pagar el tratamiento de mi hijo – Me quedé de piedra al escucharle.

- ¿Su hijo está enfermo? – Le miré con incredulidad – Lo siento.

- Tiene su misma enfermedad, en el caso de mi hijo pillo el virus en una simple operación de apendicitis hace un año – Comentó con tristeza – Lleva dos meses con el tratamiento y aún sigue luchando.

- Espero que se recupere – Le deseé – Entonces usted sabe todo sobre mí ¿No?

- En la clínica no hay secretos, todos conocemos a los nuevos pacientes, como ya le he dicho hay bastantes pacientes pero no deja de ser una clínica pequeña – Seguía hablando sin dejar de conducir, de vez en cuando yo echaba un vistazo para ver fuera, las luces de la ciudad sin duda te hipnotizaban – La mayoría de los pacientes conviven en ella durante largo tiempo, por lo tanto se intenta que haya una relación cordial y lo más familiar posible entre los internos. Todos en la clínica están informados de su llegada.

- Vaya, me siento una estrella – Volví a bromear.

- Si le confieso algo, todos se sorprendieron de que alguien haya sobrevivido tanto tiempo con el virus – Pude ver una ligera sonrisa en su rostro, lo que me sorprendió ya que pensaba que ese hombre era de piedra.

- Debo parecerles un bicho raro – Resoplé resignado – Miré este tatuaje – Me levanté del asiento trasero y me puse entre los dos asientos delanteros enseñándole el tatuaje de mi labio – Los médicos no me daban más de veinte años de vida, así que cuando cumplí los veinte me tatué dos cruces en su honor, y puedo asegurarle que me haré una tercera cruz y así sucesivamente cada diez años.

- Veo que es una persona fuerte y segura de sí misma – Aseguró.

- Debo serlo, y ahora más que nunca ya que hay alguien que me espera – Sonreí pensando en Kiel.

- ¿Y no ha podido venir nadie con usted? – Preguntó confuso – Es una pena que tenga que pasar por todo esto usted solo.

- Estoy solo físicamente, pero sé que hay muchas personas que me están apoyando y esperando mi recuperación, no estoy solo puedo asegurárselo – Sonreí con orgullo – Pero las circunstancias son las que son, y no puedo pedir que la gente lo deje todo por estar conmigo.

El camino se hizo bastante corto y agradable, conseguí tener una buena conversación con ese hombre que a primera vista parecía tan serio, y aproveché para recordar a mis amigos y a Kiel.

Sabía que Kiel posiblemente ahora me estuviera odiando, no había querido encender el móvil, y posiblemente se quedaría apagado por mucho tiempo, porque sabía que al encenderlo me encontraría un montón de llamadas perdidas de Kiel, de Roberto y posiblemente del resto de los chicos. No estaba preparado para hacerles frente.

No tardamos en llegar a la clínica, me sorprendió muchísimo. Era un edificio antiguo a las afueras de la ciudad y no era muy grande pero tampoco pequeño, parecía uno de aquellos antiguos colegios de elite de la campiña inglesa. Era un edificio muy hermoso y sin duda acogedor.

- Es hermoso ¿Verdad? – Me sonrió Edward, que era el nombre de aquél hombre con el que había mantenido una conversación la mar de interesante y al cual había comenzado a tutear.

- Es impresionante Edward, cualquiera diría que es una clínica – Dije completamente asombrado.

- Yo tuve la misma reacción que tú la primera vez que vine – Me sonrió.

En la entrada nos esperaban un par de enfermeras, que nada más verme entrar por la puerta se acercaron a nosotros para ayudarnos con las maletas.

- Déjeme que le acompañe a su habitación señor Cifuentes – Comentó una de ellas al tiempo que cogía una de mis maletas y nos guiaba, a mí y a Edward, hacia la habitación.

- Supongo que el señor Jackson le ha comentado que compartirá habitación con su hijo – Comentó la otra enfermera – Son los dos pacientes más mayores que ahora mismo están en la clínica y hemos pensado que sería buena idea que compartieran habitación.

- Pues en realidad no tenía ni idea – Miré a Edward recriminándole – Pero si el hijo se parece a su padre seguro que será un buen compañero de habitación – Sonreí.

Al poco rato me dejaron en la habitación, me indicaron cual sería mi cama y donde podía guardar mis cosas y se despidieron de mí con alguna vana instrucción y comunicándome que a la mañana siguiente me visitaría el doctor.

- Tristán te presento a mi hijo Juls, Juls te presento a tu nuevo compañero Tristán – Edward me presentó a su hijo, era un chico de unos catorce años, bastante atractivo todo sea dicho, y a pesar de la palidez de su rostro, sus marcadas ojeras, su escaso pelo y su extrema delgadez podía asegurar de que había sido un chico muy guapo. De ojos verdes y pelo castaño, seguramente había roto el corazón de más de una jovencita o jovencito eso estaba por verlo.

- Diría que es un placer conocerte, pero me hubiera gustado conocerte en otras circunstancias – Le alargué la mano para saludarlo.

- Lo mismo digo – Me saludo casi sin fuerzas – Sinceramente cuando me dijeron que un chico de veintiún años iba a venir, pensé que sería alguien que había adquirido el virus hace poco. Pero cuando me aseguraron que lo tenía de nacimiento no podía creérmelo, y tenía bastante curiosidad por conocerte – Me sonrió – Eres mi héroe por haber sobrevivido a algo así durante tanto tiempo.

- No ha sido para tanto – Le quité importancia, al tiempo que iba deshaciendo mis maletas y poniendo mis cosas en donde me dijeron las enfermeras – Tú padre me ha contado que tú pillaste el virus en una operación, debió ser duro para ti.

- Pase de tener apendicitis a tener problemas de corazón, todo un logro – Bromeó, y definitivamente me cayó de maravilla ese chico.

- Tu hijo me va a caer muy bien – Miré a Edward con una sonrisa – Debe parecerse a la madre porque si no, no me lo explico – Conseguí que Juls se riera y esto consiguió que Edward también lo hiciera. Tal y como Edward miraba a su hijo se notaba a leguas lo mucho que lo quería, y lo mucho que estaba sufriendo al verlo en aquella situación.

- Bien chicos ahora que parece que ya habéis roto el hielo os dejo solos – Nos informó Edward.

- ¿Ya te vas? – Preguntó Juls.

- Aún no, debo hacer un par de cosas en la clínica y cuando las haga me iré – Se acercó a Juls para despedirse con un beso – Mañana vendré con tu madre.

- Está bien, adiós papa – Se despidió de su padre. Ver aquella escena me dio un poco de envidia, lo que daría yo por tener una relación así con mi padre.

- Tienes un padre estupendo – Dije cuando nos quedamos a solas.

- Lo sé – Me sonrió – Si no fuera por él, yo no estaría aquí y probablemente ya estaría muerto.

- Sí, me comentó algo de que estaba trabajando en la clínica para pagarte el tratamiento – Murmuré.

- Cuando enfermé el removió cielo y tierra para encontrar una solución – Comenzó a explicarme – Por suerte nos enteramos de que no muy lejos de mi casa había un tratamiento que estaban experimentando, y que daba buenos resultados, mi padre vino él mismo directamente a la clínica para pedirles que me trataran. Ellos en un principio se negaron, como ya sabrás no aceptan a cualquiera ya que aún están con pruebas, y además mi familia no se podía permitir pagar el tratamiento. Mi padre vino un día con una tienda de campaña, y acampó a las puertas de la clínica diciendo que no se iba a mover de allí hasta que comenzaran a tratarme. Al final por pesado le ofrecieron un trato, me tratarían si él trabajaba para la clínica y aquí estoy.

- Vaya huevos tiene tu padre – Comencé a reír – Y eso que cuando le vi pensé que era un hombre serio y estirado.

- ¿Tú vienes de muy lejos no? – Preguntó.

- Del otro lado del charco – Sonreí – Estaba resignado a morir cuando me enteré de este tratamiento y aquí estoy, agarrándome a mi última oportunidad ¿Qué tal es el tratamiento?

- Una soberana mierda – Saltó – Pero parece ser que funciona, desde que estoy aquí cuatro pacientes han sobrevivido y solo uno ha fallecido. Pero es muy duro, cuando te lo inyectan sientes como si un liquido te quemara por dentro, todo tu cuerpo se debilita y no puedes casi ni respirar. El día siguiente te lo dejan libre para que te recuperes y al otro te hacen cientos de pruebas, luego un día después otra dosis. Suelen dar dos días de descanso entre dosis y dosis por lo duro que es.

- ¿Y cuántas dosis se necesitan? – Tenía miedo por mucho que me costara admitirlo.

- Depende de la persona, según tengo entendido de cinco meses a un año son necesarios dependiendo del caso. Si sobrevives todo ese tiempo, el virus finalmente desaparece – Me informó.

- ¿Y tú llevas dos meses? – Pregunté.

- Más o menos – Confirmó – Y ya ves como estoy, no sé si podré aguantar mucho tiempo más – Se puso serio.

- Creo que los primeros meses deben ser los peores, después seguro que el cuerpo se acostumbra y es pan comido – Intenté animarle – Seguro que lo consigues.

- Chicos, os traemos la cena – Las mismas enfermeras que me habían acompañado a la habitación entraban con dos bandejas de comida, una para Juls y otra para mí – Por cierto Tristán, mientras estés en la clínica debes llevar el pijama, todos llevan el mismo y nosotros nos encargamos de lavarlo todos los días, por las mañanas te encontraras uno limpio en el armario. Te he traído uno para esta noche, creo haber acertado con la talla pero si no te va bien me lo dices – Me sonrió una de las enfermeras – Bueno nos vamos, volveremos luego a recoger las bandeja – Y sin más se despidieron de nuevo.

- Creo que le gustas a las enfermeras – Comenzó a reír Juls – Las dos estaban mirándote completamente sonrojadas.

- ¿Tú crees? – Me reí yo también – Pues no les digas que tengo novio, no quiero quitarles la ilusión.

- ¿Tienes novio? – Preguntó ahora sorprendido.

- Si, se llama Kiel – Le comenté con una sonrisa – Espero que no sea ningún problema para ti que sea gay – Le miré con preocupación.

- Mientras no me metas mano no me importa – Bromeó.

- Tranquilo, no eres tan guapo – Seguí la broma.

Y así estuvimos, hablando y bromeando durante toda la cena. Juls era un chico estupendo sin duda había tenido suerte con el compañero que me había tocado. Me contó cosas sobre su vida, su familia, como cogió el virus y su estancia en la clínica. Yo le conté también sobre mi vida, sobre Kiel, sobre mis amigos, sobre mi trabajo y también sobre el virus. En un par de horas nos habíamos puesto al día de todo y era como si nos conociéramos de toda la vida.

Cuando acabé de cenar me puse aquél horrible pijama con resignación y disgusto.

- ¿De verdad es necesario que me ponga esto? – Miré con asco el pijama y luego miré a Juls – ¿No hay otra opción?

- Siento decirte que no – Comenzó a reírse – Y lo peor de todo es que una vez que te lo pongas no te lo puedes quitar, tienes que ir por toda la clínica con él. Es como el uniforme de una cárcel.

- Dios mío, si no me muero por el tratamiento me moriré de aburrimiento – Protesté teatralmente.

- Mírale el lado bueno, así por las mañanas no tienes que decidir que ponerte – Siguió riéndose.

Dejé de quejarme y me puse el pijama, total no tenía más remedio que hacerlo, no valía la pena discutir.

Me costó bastante dormirme, siempre es difícil la primera noche que duermes en una cama que no es la tuya y que además es bastante incómoda.

A la mañana siguiente, a eso de las seis de la mañana, ya nos despertaron para traernos el desayuno ¿A caso me iban a despertar todos los días a la misma hora? Yo estaba acostumbrado a otros horarios completamente distintos, no lo iba a soportar.

Un par de horas después, después del desayuno, me llevaron a la consulta del doctor para hablar con él. Hasta ese momento ni siquiera sabía el nombre del doctor que supuestamente iba a salvarme la vida.

- Señor Cifuentes, soy el doctor Schreider encantado de conocerle, siéntese por favor – Nada más entrar en la consulta del doctor este se presentó y me invitó a sentarme en una silla frente a su escritorio una vez saludados como es debido. El doctor Schreider era un hombre de unos cincuenta años, completamente rubio y pecoso lo que denotaba su posible ascendencia alemana según su apellido. Con una barba espesa pero muy cuidada y unas gafas rojas que completaban un aspecto bastante curioso – ¿Me permites que te tutee?

- Por supuesto – Afirmé algo nervioso.

- Perfecto – Me sonrió – Tenía muchas ganas de conocerte Tristán, en cuanto el doctor Furtell me enseñó tu historial me quedé muy sorprendido, no muchas personas consiguen sobrevivir tanto tiempo con ese maldito adenovirus. Enseguida supe que era perfecto para nuestro tratamiento experimental, si superaste algo así durante tanto tiempo podrás superar el tratamiento.

- Eso espero – Le interrumpí – ¿En qué consiste exactamente el tratamiento?

- Verás, es algo difícil de explicar – Parecía no saber por dónde empezar – Como bien sabrás el tipo de virus que tú tienes, es un virus muy fuerte y difícil de matar. Se suele adquirir en quirófanos, donde aprovecha los momentos en que nuestro cuerpo está debilitado para adentrarse en nuestra sangre e instalarse definitivamente, atacando de vez en cuando a nuestros órganos vitales. Tanto puede afectar al corazón como es tu caso, como a cualquier otro órgano, pulmones, estómago, cerebro, etc. Hasta ahora no había ningún medicamento o tratamiento que pudiera contra ese virus, pero hace poco descubrimos un coctel de medicamentos que inyectados directamente en sangre pueden, poco a poco, mermar el virus hasta hacerlo desaparecer definitivamente. Aún estamos en fase de pruebas, es por eso que solo se aplica el tratamiento en esta clínica, pero estamos obteniendo resultados bastante esperanzadores.

- Pero tengo entendido que es un tratamiento realmente complicado y doloroso – Comenté con algo de temor.

- Desgraciadamente tienes razón – Aseguró apenado – Es un tratamiento muy agresivo y se necesitan muchas dosis para acabar con el virus, ello conlleva que muchos pacientes no logren sobrevivir al tratamiento. Es un coctel de medicamentos muy fuertes, que por desgracia a veces no afecta solo al virus sino que afecta también a nuestro propio cuerpo. Las sesiones son peligrosas, debemos conectarte a varios aparatos para controlar tus constantes vitales ya que podría producirse un ataque durante la sesión y el cuerpo después de cada sesión queda bastante castigado. Por eso solemos dar un par de días de recuperación entre sesión y sesión.

- Entiendo – En realidad estaba muerto de miedo.

- Eres un chico fuerte, tengo muchas esperanzas puestas en que te salves si no, no te habría aceptado como paciente – Aseguró – Al estar en periodo de pruebas tenemos que asegurarnos el máximo número de casos positivos, aunque suene mal decirlo, si no hubiéramos visto muchas posibilidades en ti, no te habríamos aceptado.

- Para no bajar la media ¿No? – Era cruel decirlo pero yo sabía que era así. Del tanto por cierto de éxito que tuvieran con el tratamiento en la fase experimental dependía que el tratamiento se considerara valido o no, y por tanto dependía que se legalizara o no. Ellos también se jugaban mucho.

- Creo que lo entiendes – Dijo sin más – Ahora creo que ya te he molestado bastante, mejor ve a descansar, esta tarde te haremos muchas pruebas y necesitas estar en plena forma. Si todo va bien, mañana mismo haríamos la primera sesión.

Salí del despacho del doctor bastante asustado, ahora ya sabía mejor a lo que me enfrentaba y no tenía muy claro si iba a poder con ello. Pero Kiel y los chicos me esperaban de vuelta, no me iba a rendir tan fácilmente, lucharía con uñas y dientes para superar todo lo que se me pusiera por delante. Kiel me esperaba y yo deseaba volver con él y pasar el resto de mi vida a su lado.

Vestido con el horrible pijama fui hacia donde estaba la sala común, la cual había conocido esa misma mañana. Al ser una clínica privada, donde la mayoría de los pacientes se pasaban largas temporadas, estaba bastante bien equipada. No sólo las habitaciones eran bastante acogedoras, aunque con un colchón un tanto incomodo, sino que además había una enorme sala común donde los internos podían relacionarse siempre y cuando se encontraran bien y no estuvieran en vigilancia médica. Además tenía entendido que cuando hacía buen día se nos permitía salir al jardín de la clínica, que según me había dicho Juls, era precioso.

Al llegar pude ver a Juls con un grupo de chicos y chicas, todos ellos más o menos de su edad, seguro que ninguno superaba los quince años. Al verme entrar todos centraron sus miradas en mí, sin duda alguna había sido la comidilla de todos ellos durante mucho tiempo. El bicho raro que sobrevivió veintiún años con el virus en su sangre, ese era yo.

Juls vino hacia mí de inmediato y agarrándome por el brazo me llevo hacia el resto del grupo y comenzó a presentármelos a todos.

Al principio fue una situación algo tensa, pero rápidamente comenzamos a hablar como si fuéramos amigos de toda la vida. Eso sí, me sentía un poco viejo rodeado de tanto imberbe. Me extrañaba que no hubiera pacientes de mi edad o mayores, si bien es cierto que con el virus no sobrevivías mucho tiempo, también es verdad que el virus se podía contraer a cualquier edad, claro ejemplo era el de Juls que lo había adquirido dos años atrás. Entonces no entendía como no había pacientes mayores, una idea rondó mi mente, posiblemente no había pacientes mayores, porque a mayor edad mayor riesgo con el tratamiento.

Quizás por eso solo aceptaban a pacientes jóvenes que tenían menor riesgo y yo solo era una excepción, cosa que no me tranquilizaba especialmente.

Al llegar la hora de comer Juls y yo volvimos a la habitación, si bien había espacios comunes, la comida y la cena se llevaban a cabo en las respectivas habitaciones, posiblemente para poder controlar con más facilidad la dieta que debía llevar cada paciente.

Después de comer Juls decidió tomar una siesta, estaba bastante cansado y debía recuperarse pues al día siguiente tendría una nueva dosis. Yo me quedé solo y decidí salir, llevando conmigo mi cámara, y buscar un lugar tranquilo.

Había decidido grabar un video en el que contaría todo lo que me pasara y expresaría mis sentimientos y emociones de cada momento. Era quizás una forma de dejar algo en el caso de que me marchará para siempre, una pequeña huella en señal de que había estado en este mundo, un recuerdo para aquellos que me querían.

Ya había comenzado a grabar en el aeropuerto, expresando lo que sentía al emprender este largo viaje, ahora tocaba grabar mi primer día en la clínica. Busqué el lugar adecuado, uno solitario y escondido para que nadie me molestara y tras sentarme en el suelo y encender la cámara comencé a grabar.

- “Diario de Tristán, mi primer día en la clínica: Pues hoy ha sido mi primer día en la clínica y solo puedo decir una cosa, tengo mucho miedo. Me han tratado muy bien, he conocido a gente estupenda, mi compañero de habitación es un encantó y su padre un gran hombre, pero yo solo puedo pensar en él. Quiero volver a su lado, entre sus brazos, estar junto a él los dos desnudos bajo las sabanas. Esos pensamientos son los que me dan la fuerza para seguir adelante. Esta tarde me harán pruebas medicas y si todo sale bien, mañana comenzaran las dosis del medicamente experimental. Me han dicho que es horrible, y ver a algunos de los pacientes completamente agotados, sin fuerzas y con aspecto demacrado hace que me dé cuenta de que realmente no será tan fácil como pensaba sino todo lo contrario. Cada día que pueda, y si mi estado me lo permite, intentaré grabar mi diario, quiero que quede constancia de todo lo que me pase por dos motivos. Si no lo supero, espero que le den el video a mis seres queridos, o sea Kiel, Roberto, Alex, Toni, Zen, y el resto de los chicos, os quiero chicos y espero que así podáis recordarme. Si lo supero, quiero que quede constancia de lo mucho que luché para sobrevivir, y en un futuro cuando vea el video, entenderé la importancia que tiene la vida, y sabré que es como un tesoro por el que debes luchar. No se me ocurre nada más que decir y creo que debo volver a la habitación pues pronto vendrán a por mí para llevarme a las pruebas, me despido con un piquito como a mí me gusta. Un piquito chicos.” – Y me despedí con una sonrisa para después dejar de grabar.

Sé que puede parecer una estupidez, pero creo que grabar este video me ayudara a no perder el norte, a seguir luchando pase lo que pase, a recordar porque motivo estoy haciendo todo esto y saber que hay gente que me espera.

Volví a la habitación para guardar la cámara y ya había una enfermera buscándome.

- Tristán te estaba buscando ¿Preparado para las pruebas? – Me preguntó con una sonrisa.

¿Estaba preparado? No lo sabía, pero no tenía más remedio que hacerlo así que asentí y todo comenzó.

***
Notas finales:

¿Qué os ha parecido la nueva vida de Tristán?

¿Y los nuevos personajes?

Tengo muchas ganas de saber vuestra opinión, me gustaría saber que voy por buen camino ^^

Como siempre agradecer sus reviews a Taiga, flowerhat, Musubi y Ana ^^ No sabéis lo mucho que agradezco que dediquéis un poquito de vuestro precioso tiempo en escribirme ^^

Un beso

Yaonita


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