Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Open Mind por yaonita

[Reviews - 439]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola de nuevo ^^

Que rápido pasan las semanas, casi, casi no llego a tiempo para la actualización :( Pero aquí estoy, y espero que sin muchos errores en el capítulo XD

Espero que os guste ^^

Un beso

Yaonita

49. Tristán nos necesita.

(Kiel)

Estábamos mi hermana Claudia y yo en el hospital con mi madre, ella estaba dormida y nosotros velábamos su descanso. Mi padre estaba en casa con mis hermanos descansando un poco, pero no tardaría en venir, hacíamos turnos para no dejar nunca sola a mi madre.

Era muy duro ver a mi madre tan demacrada y debilitada, estaba incluso peor que la primera vez que sufrió cáncer, pero nosotros solo podíamos esperar para ver cómo evolucionaba. El cáncer había desaparecido, ahora solo faltaba que su cuerpo se recuperara favorablemente o eso al menos era lo que todos esperábamos.

Hice una silenciosa señal a mi hermana y me levanté de la silla, en la que llevaba horas sentado, para salir de la habitación. Según mis cálculos y teniendo en cuenta la diferencia horaria, Roberto y Zen ya se habrían despertado y seguramente la noche anterior ya habrían visto a Tristán, necesitaba saber como lo habían visto.

Fui a un rincón tranquilo y me dispuse a llamar.

- ¿Sí? – Roberto descolgó el teléfono.

- Hola Roberto, soy Kiel ¿Habéis visto ya a Tristán? – Fui directo al grano, quizás debería haber preguntado primero como les había ido el viaje y todas esas cosas, pero me moría de ganas por saber de Tristán, no podía esperar más.

- Kiel, al menos has saludado antes de preguntar – Se rió Roberto – Ya sé que no te interesa pero el viaje ha ido bien, bueno se nos hizo eterno y sufrí algún que otro mareo pero en general bien.

- Si, ya sé pero no me hagas volver a preguntar – Suspiré – Necesito saber cómo está Tristán.

- Lo vimos anoche, se llevó una gran sorpresa no se esperaba para nada que fuéramos a visitarle – Comenzó a explicar – Está bien Kiel, algo debilitado pero bien – Sabía que me engañaba, su tono de voz así me lo decía.

- Roberto por favor, necesito que me digas la verdad – Supliqué.

- Kiel… – Comenzó a dudar – Está bastante débil, ha perdido mucho peso y se le ve completamente demacrado, es duro verle así – Se sinceró completamente apenado – Pero ya le conoces, él intenta hacerse el fuerte y no quiere que sepas como está realmente.

- Siento tanto no poder estar ahí – Suspiré – Me gustaría poder ayudarle de alguna forma.

- Tranquilo Kiel, él sabe que si no estás a su lado es porque no puedes, no te culpa por eso, es más, creo que lo único que le alegra un poco es ir recibiendo tus cartas – Aseguró.

- ¿Le gusta recibir mis cartas? – Pregunté emocionado.

- Deberías haberle visto la cara cuando le dije que llevaba tu carta, creo que en cuanto se la di no deseaba otra cosa que quedarse solo para poder leerla – Bromeó – Es una de las pocas cosas que le alientan estando aquí Kiel.

- Me alegro de escuchar eso, al menos siento que hago algo por él, y a mí también me gusta recibir sus cartas – Aseguré – Aunque más me gustaría poder hablar con él… Roberto sé que será difícil porque Tristán es un cabezota, pero intenta convencerlo para que me llame, necesito hablar con él, escuchar su voz, sentirle de alguna forma.

- Haré lo que pueda Kiel – Aseguró.

- ¿Estáis con él ahora? – Pregunté.

- Aún no, aquí es temprano todavía, hace poco que nos hemos levantado vamos a desayunar algo y luego iremos hacía la clínica – Me informó – Hoy Tristán tiene una sesión queremos estar a su lado en todo momento.

- Gracias chicos, os agradezco de veras lo que estáis haciendo por él – No pude evitar emocionarme.

- Sabes lo mucho que queremos a Tristán, teníamos que hacerlo – Tristán tenía los mejores amigos del mundo – ¿Y cómo está tu madre Kiel?

- Sigue igual – Suspiré – De momento se mantiene estable pero tampoco hay síntomas de mejoría, sólo nos queda seguir esperando.

- Seguro que se recupera no te preocupes Kiel – Me animó – Es una mujer fuerte no se rendirá tan fácilmente.

- Eso espero Roberto – Deseé – Ahora tengo que dejarte, debo volver con ella, mantenme al tanto de todo vale.

- Tranquilo te iré informando – Aseguró.

Colgué el teléfono y dediqué algunos segundos a calmarme. Saber que Tristán lo estaba pasando tan mal me estaba destrozando el alma, lloraba por dentro porque ya no me quedaban lágrimas que soltar. No sabía si aguantaría mucho más esta situación.

Una vez más calmado me dirigí de nuevo hacia la habitación, aunque cuando iba por el pasillo toda la calma que había conseguido se esfumo de sopetón. Vi a mi hermana llorando ante la puerta de mi madre y corrí hacia ella completamente desesperado.

- Claudia ¿Qué pasó? – Pregunté nada más llegar a su lado. Ella se abrazó a mí llorando y completamente fuera de sí.

- Es mama Kiel – Sollozaba.

- ¿Qué le ha pasado Claudia? ¡Dímelo! – Me desesperé.

(Roberto)

Después de la llamada de Kiel me quedé bastante preocupado, no pude evitar decirle el verdadero estado de Tristán y ahora me sentía culpable. Por culpa de mi bocaza Kiel lo iba a pasar peor de lo que ya lo estaba pasando.

Pero ya estaba hecho, no lo había podido evitar y ya no había marcha atrás, no ganaba nada con recriminármelo una y otra vez.

- ¿Quién era? – Zen salió del cuarto de baño recién duchado y con una toalla alrededor de la cintura.

- Era Kiel, quería saber cómo estaba Tristán – Dije apenado.

- ¿Y le dijiste a verdad? – Me miró con preocupación.

- No pude evitarlo Zen, no pude engañarle se dio cuenta – Zen vino a abrazarme.

- Tranquilo Rober, tarde o temprano se habría dado cuenta, Kiel no es tonto y seguro que algo ya sospechaba – Me animó.

- Ya, pero pude haber suavizado un poco la cosa y no lo hice, le dije lo débil que le había visto – Reconocí.

Acabamos de arreglarnos y después de desayunar algo rápido salimos rumbo a la clínica. Queríamos estar al lado de Tristán cuando le tocara su sesión, no habíamos podido estar en otras ocasiones pero ahora que estábamos aquí íbamos a apoyarle.

Nada más llegar fuimos directos a la habitación de Tristán, al entrar pudimos ver que no estaba solo.

- Hola chicos, mirad quien está aquí – Sonrió Tristán – Os presento a mi compañero de habitación Juls, es hijo de Edward. Juls te presento a mis amigos Roberto y Zen.

- Es un placer conocerte Juls, ayer conocimos a tu padre e incluso nos dejó quedarnos en tu casa – Me acerqué al chico para saludarle. Era un chico muy joven, de unos catorce años, se veía algo peor que en la foto que nos enseñó Kiel pero podías darte cuenta de que, pese a lo demacrado que estaba por el tratamiento, era un chico guapo.

- El placer es mío, tenía ganas de conocer a los amigos de Tristán, no pensé que hubiera alguien capaz de aguantarle – Bromeó.

- Oye renacuajo, que aunque acaben de soltarte de la UCI me debes un respeto, que soy mayor que tú – Protestó entre bromas Tristán.

- No te creas que lo aguantamos muchos, hay días que lo mataríamos – Continuó la broma Zen.

- Me siento muy querido – Se lamentó teatralmente Tristán.

- Me alegro de que ya hayas salido de la UCI ¿Te encuentras mejor? – Le pregunté al chico.

- Gracias, si estoy algo mejor aunque me he llevado un buen susto – Contestó con una sonrisa.

- Y tú Tristán ¿A qué hora tienes la sesión? – Pregunté ahora a Tristán.

- Creo que deben estar a punto de llegar, siempre es a primera hora – Comentó.

- Pues esperaremos charlando mientras vienen – Le sonreí.

Estuvimos un rato hablando con Tristán y con Juls, era un chico muy majo, luego incluso vinieron su madre y su padre y se añadieron a la conversación. Se notaba que le habían cogido mucho cariño a Tristán.

Notaba a Tristán bastante nervioso, a pesar de que sonreía continuamente no podía disimular su inquietud, no debían ser agradables las sesiones y debía estar sufriendo pensando que pronto tendría una. Me dolía muchísimo verle así.

Al igual que hizo Kiel en su momento, Tristán nos enseñó las cartas y las fotos que le había enviado Kiel, se le iluminaba la cara cuando hablaba de él, y cuando le veía en las fotos no paraba de decir que tenía el novio más guapo del mundo, mejorando lo presente claro le increpé.

- Tristán ya es hora ¿Estás listo? – Interrumpió una enfermera.

- No, pero no hay más remedio ¿No? – Bromeó.

- Me temo que no – Sonrió con amabilidad la enfermera.

- ¿Perdone, podemos acompañarle durante la sesión? – Le pregunté a la enfermera.

- Sí, pero solo una persona puede acompañarle – Zen y yo nos miramos para ver quién iba con él.

- Ve tú Rober, yo esperaré aquí – Decidió Zen. La verdad es que se lo agradecía, yo de verdad deseaba acompañar a Tristán.

- Gracias pequeño, no tardaremos – Le di un besito y me fui detrás de la enfermera, que llevaba a Tristán en una silla de ruedas.

- ¿Siempre te llevan en una silla de ruedas? – Le pregunté sorprendido.

- Últimamente sí, porque después de la sesión a veces acabo muy debilitado, es un engorro – Suspiró.

Mantuvimos el silencio durante todo el camino, a Tristán se le veía triste y preocupado, y aunque me hubiera gustado animarle un poco, toda la situación me superaba bastante.

Nos llevaron a una habitación en la cual, además de un montón de aparatos que ni idea de para que servían, solo había un sillón que parecía muy cómodo en medio de la estancia. La enfermera le dijo a Tristán que se sentara en el sillón y comenzó a conectarle unos tubos de plástico a los catéteres que tenía Tristán por todo el cuerpo, hasta ese momento no me di cuenta de cuantas vías abiertas tenía Tristán, así contando por encima debían ser unas seis o siete.

- Bien guapo ya está, ahora ya sabes lo que toca – Dijo la enfermera tras apretar un botón en la máquina que quedaba más cerca del sillón, y a la cual estaban conectados todos los tubos.

- Esperar hasta que se inyecte todo el medicamento – Bufó Tristán.

- Al menos hoy estarás acompañado – Sonrió la enfermera mientras me miraba. Y sin decir más salió, prometiendo volver en un rato.

- ¿Siempre te dejan aquí solo? – Pregunté sorprendido.

- Si, tienen muchos pacientes y no pueden estar aquí todo el rato, pero se van pasando de vez en cuando – Comentó.

- ¿Cuánto suele tardar? – Volví a preguntar, intentaba sacias mi curiosidad.

- Una hora más o menos – Calculó.

- ¿Te duele? – Le miré entristecido.

- Un poco, siento como si algo me quemara por dentro – Confesó – Pero lo peor suele venir después.

- Al menos esto te puede salvar la vida – Resoplé.

- Yo no lo tengo tan claro, pero es mi única oportunidad, no me queda más remedio que aguantar – Protestó.

Intenté distraerle en todo momento, con conversaciones absurdas sin importancia alguna y temas intrascendentes que posiblemente olvidaríamos a los pocos minutos, mi intención era clara, hacer que se olvidara por completo de ese dolor interno que decía sentir durante el tiempo que duraba el tratamiento.

En algún momento, al ver como su rostro se contraía por algún golpe de dolor, le agarraba de la mano para que sintiera mi apoyo, desgraciadamente no podía hacer nada más. Fue muy duro, y me pregunté cómo había podido aguantarlo hasta ahora, completamente solo.

Diferentes enfermeras fueron apareciendo de vez en cuando para comprobar que todo marchara bien, algunas se sorprendían de verme a mí allí seguramente acostumbradas a ver a Tristán solo, y me sonreían en agradecimiento.

Pasada una hora más o menos, volvió a aparecer la misma enfermera que nos había acompañado.

- ¿Cómo ha ido Tristán? – Preguntó con una sonrisa al tiempo que iba retirando todos los tubos conectados a Tristán, al parecer el proceso había finalizado.

- Gracias a Roberto me ha pasado muy rápido, pero estoy bastante cansado – Tristán casi no tenía voz y se le notaba bastante agotado.

- Ahora cuando lleguemos a tu habitación debes descansar – Dijo mirándome, como remarcando una advertencia – Ya sabes que las primeras horas son las más duras.

- Lo sé – Resopló con resignación Tristán. Poco a poco fue levantándose del sillón, al ver que le costaba trabajo levantarse me acerqué a ayudarle y Tristán me lanzó una mirada entristecida – Gracias – Me agradeció con tristeza una vez en la silla de ruedas.

- Vamos chicos – La enfermera hizo intención de guiar la silla de ruedas pero yo me adelante.

- Yo le llevo – Sonreí. Quería hacer todo lo posible por ayudar a Tristán aunque la situación me causara una enorme tristeza.

Fuimos en silencio por los pasillos de vuelta a la habitación. Por el camino nos íbamos encontrando con otros pacientes que intentaban bromear y animar a Tristán, pero este apenas reaccionaba. Debía de encontrarse realmente mal para no reaccionar ante una broma.

Al llegar a la habitación nos encontramos con Juls y Zen que se quedaron mudos al ver a Tristán.

- ¿Por favor podéis salir mientras le acomodo en la cama y le hago algunas pruebas? – Nos pidió la enfermera.

- Ningún problema, esperaremos fuera – Comentó Zen.

- Voy con vosotros – Juls salió al pasillo con nosotros.

- Es increíble, no parece Tristán, se le ve sin fuerza alguna – Comentó un estupefacto Zen.

- Siempre vuelve así, creo que a él le afectan mucho las sesiones – Nos informó Juls, el cual se veía bastante recuperado para haber estado en la UCI – No ha tenido ningún ataque grave, pero es quizás el paciente que más ataques tiene. Aunque por suerte son ligeros y los pueden controlar fácilmente. Hoy estará todo el día mal.

- ¿Y siempre es así? – Pregunté con preocupación.

- Al principio no tanto, pero últimamente sí – Aseguró – Creo que su cuerpo está sufriendo demasiado. Tristán se hace el fuerte porque no le gusta que le vean mal, pero a veces no puede evitar los gestos de dolor, y creedme si os digo que le duele mucho.

- No sabía que lo estaba pasando tan mal – Me dejé caer al suelo resbalando por la pared y puse mis manos sobre mi cabeza lamentándome.

- Rober – Zen se acercó a mí y se sentó a mi lado también en el suelo – No es culpa tuya, no es culpa de nadie, por desgracia Tristán está enfermo y debe curarse. Piensa que está sufriendo pero que al menos tiene una oportunidad de sobrevivir, eso ya es más de lo que tenía unos meses atrás.

- Pueden pasar – La enfermera salió de la habitación y nos indicó que podíamos entrar si queríamos. Me levanté rápidamente y después de calmarme, con ayuda de Zen, para que Tristán no notara mi tristeza, volvimos a entrar de nuevo los tres a la habitación.

- ¿Cómo estás? – Le preguntó Zen sabiendo que yo apenas podía hablar sin que se me notaran las ganas de llorar.

- Muy cansado pero bien – Dijo casi sin voz – La verdad es que lo siento chicos, me gustaría estar hablando con vosotros pero necesito descansar.

- No te preocupes por nosotros Tristán – Me acerqué y le acaricié la mano – Duerme un rato, nosotros aprovecharemos para dar una vuelta y conocer un poco la ciudad. Volveremos más tarde.

- Gracias chicos – Le dimos un piquito como a él le gustaba y después de despedirnos de Juls que también necesitaba descansar salimos de la habitación.

Tristán para mí era muy importante, desde la primera vez que le vi en aquella habitación de hospital, tan dañado e indefenso, había tenido ganas de protegerle. Admiraba al chico fuerte y seguro de sí mismo en el que se había convertido, pero yo sabía cómo era en realidad Tristán, y sabía que en el fondo era un chico asustado y que vivía con el miedo de saber que iba a morir. Con el miedo de preguntarse cómo sería su muerte o si habría algo después de ella.

Tristán siempre fue un chico que deseaba vivir pero al que la vida le daba la espalda, y para defenderse, él también le dio la espalda a la vida.

Y yo me sentía por alguna extraña razón responsable de él. Quizás porque su forma de ser me enganchó desde un momento, porque nuestros caracteres encajaban a la perfección, quizás porque en su miraba vi el gran chico que en realidad era. No sé por qué, solo sé que cuando volví a encontrarme con él en aquellas penosas condiciones, me prometí a mí mismo que no permitiría que ese chico siguiera sufriendo.

Y bien o mal pensaba haberlo conseguido, hasta ahora. Tristán sufría, sufría por la obligada distancia con sus seres queridos, sufría por el duro tratamiento al que estaba sometido, sufría por estar alejado del chico del que estaba enamorado y ante todo sufría por la incertidumbre de si todo ese dolor valdría la pena.

Mientras Zen y yo salimos del hospital en completo silencio, sin saber que decir o que hacer, tome una decisión. Una decisión que quizás debería haber tomado desde un principio. Tome la decisión de interponer lo que me pedía mi corazón a lo que me decía mi cabeza.

Ahora solo debía meditarlo y hablarlo con Zen, era mi pareja y también tenía que saber mi intención y por supuesto llegar a un acuerdo con él ya que también le afectaría mi decisión. Le cogí de la mano y lo guie a la primera cafetería que vi.

- He estado pensando – Dije una vez ya sentados en la cafetería y después de haber pedido, y que nos sirvieran, un par de cafés.

- Imaginaba que a eso se debía el silencio – Asumió Zen – Y dime ¿En qué pensabas?

- No me ha gustado ver así a Tristán, y menos me ha gustado saber que ha estado solo hasta ahora…

- No ha estado solo Rober – Me interrumpió – Hay mucha gente en la clínica que lo aprecia, eso se ve claramente.

- Ya sabes a que me refiero Zen – Suspiré – Sé que hay mucha gente que lo aprecia pero no es lo mismo. Tristán no tiene el respaldo de su familia pero nos tiene a nosotros, y nosotros no hemos estado aquí con él.

- Pero no hemos estado porque no podíamos – Intentó animarme.

- Yo creo que no hemos hecho el esfuerzo suficiente por un amigo – Dije al fin – Me siento mal por no haber hecho más, por haber dejado que se fuera solo. Sé que era su deseo, pero también sé de toda la vida que Tristán haría o diría cualquier cosa para no molestarnos. Nosotros debimos reaccionar e ir tras él dijera lo que dijera Tristán.

- Entiendo lo que dices, a mí también me duele verle así – Me miró entristecido – ¿Pero qué podemos hacer Rober?

- No me voy a ir de aquí hasta que se haya recuperado – Solté al fin mi decisión – Y de corazón espero que tú te quedes conmigo.

- ¿Te quedarías si yo no quisiera quedarme? – Preguntó con miedo.

- No me obligues a tener que decidir Zen, posiblemente volvería contigo porque te amo, pero me destrozaría el alma dejar solo a Tristán porque le quiero – Reconocí – Sé que es una locura, y entendería perfectamente que no quisieras que nos quedáramos, pero lo necesito, necesito ayudar todo lo que pueda a Tristán. Y siento que hasta ahora no he hecho lo suficiente.

- Pero ¿Cómo lo haríamos? ¿Qué pasaría con el Open Mind? – Preguntó con preocupación.

- Los chicos pueden hacerse cargo del Open Mind perfectamente, y cuando ellos quieran venir a visitar a Tristán lo podemos cerrar unos días – Aseguré – También nos merecemos unas vacaciones. En cuanto al dinero, le diré a los chicos que vayan ingresando los beneficios del pub en la cuenta y vamos tirando de eso.

- Pero yo necesito trabajar – Suspiró.

- Eres mi novio, déjame que te mantenga por un tiempo – Bromeé.

- Sabes que no me gusta ser un mantenido – Protestó – No quiero que algún día me lo eches en cara.

- No soy como tu ex, jamás te lo echaría en cara y lo sabes – Me indigné – Además solo serían unos meses, hasta que Tristán se recupere – Porqué si, estaba seguro de que se iba a recuperar – Luego podrás seguir trabajando en el Open Mind.

- No sé Rober, es una locura, pero a mí también me duele ver a Tristán así y entiendo que nos necesita – Se entristeció – ¿Dónde viviremos?

- Entonces ¿Lo aceptas? – Comencé a emocionarme.

- Sabes que iba a aceptarlo desde un principio – Sonrió – Aunque me haga el duro no puedo negarme a nada de lo que me pidas.

- Gracias pequeño – Me lancé a abrazarle y comencé a besarle por todo el rostro – Gracias.

- Si, si, ya, pero aún no me has dicho dónde vamos a vivir – Me apartó teatralmente.

- No quiero abusar de Edward, pero he pensado en pedirle que nos alquile la habitación – Pensé – Quedarnos gratis sería tener mucho morro, pero no sé qué pensará de que se la alquilemos.

- Habrá que hablar con él y comentárselo, sino tendremos que buscar algún apartamento ya que va a ser por mucho tiempo – Propuso.

- Cuando le vea intento hablar con él a solas y proponérselo – Decidí.

Acabamos de tomarnos el café entre decisiones y dudas. Estaba muy contento de que Zen hubiera aceptado el quedarse, y yo me sentía reconfortado, aunque no sabía cómo se lo tomaría Tristán, pero me daba igual. Dijera lo que dijera el muy cabezota, yo ya había tomado una decisión.

Después de hablar con Tristán y comunicarle nuestra decisión llamaríamos a Alex y Toni, ellos iban a tener que mantener el pub a flote con la ayuda de Luis y Santi. Aunque sabía que ellos también querían venir alguna vez, así que cerraríamos un tiempo por vacaciones no importaba. Lo importante ahora era Tristán.

También teníamos que decírselo a Kiel, estaba seguro de que a él le encantaría la idea, no solo porque así Tristán no estaría completamente solo, sino porque además así estaría informado de primera mano del estado de su novio.

Es más, iba a intentar con todas mis fuerzas, convencer a Tristán para que llamara a Kiel. Sabía que él lo necesitaba y debía hacerle ver a Tristán que era lo mejor.

Zen y yo discutimos que hacer después del café, quería volver a ver a Tristán durante la comida así que decidimos dar una vuelta por los alrededores y volver a la hora en que les daban la comida. Luego volveríamos a irnos para que él pudiera dormir la siesta, y volveríamos de nuevo más tarde para estar con él hasta la cena. Sólo esperaba que por la tarde Tristán se encontrara algo mejor.

Cuando llegamos a la clínica después de dar un paseo abrimos poco a poco la puerta de la habitación de Tristán por miedo a que siguiera dormido, pero para nuestra grata sorpresa, no solo no estaba dormido, sino que además estaba riendo con Juls y Edward que había ido a ver a su hijo.

- ¡Chicos! Ya pensaba que no ibais a volver – Bromeó entre risas.

- ¿A qué vienen tantas risas? – Pregunté con una sonrisa en la cara, me alegraba verles tan contentos.

- El médico me ha confirmado que el virus está bastante debilitado – Nos informó Tristán – Aunque aún queda un largo camino, al menos sabemos que él tratamiento está dando resultado.

- Un pequeño virus no va a poder acabar contigo – Bromeó Juls.

- El renacuajo tiene razón – Se rió Tristán – No me dejaré vencer por un insignificante virus.

- Pues de veras que me alegra – Le abracé con alegría y después le abrazó Zen.

- Gracias por todo viejo – Sonrió emocionado.

- Ahora hay algo que queremos decirte – Agarré de la mano a Zen para darle la noticia a Tristán.

- ¿Os vais a casar? – Bromeó – Ya era hora viejo, se te iba a pasar el arroz sino te decidías.

- No es eso pequeño demonio – Protesté sonrojado – Zen y yo hemos decidido que nos quedaremos aquí hasta que te recuperes.

- ¡¡¿¿Qué??!! – Se sorprendió Tristán.

Y yo no pude evitar ponerme a reír por la cara que había puesto. Ahora iba a tener que pelearme con él por la decisión que había tomado, porque estaba seguro de que Tristán no aceptaría que lo dejáramos todo por él.

Pero me daba igual, no me iba a hacer cambiar de opinión, a mí me gusta apoyar a las personas que quiero cuando estás me necesitan.

Sólo me sabía mal por Kiel, porque él también nos necesitaba, pero para él estaríamos siempre disponibles para lo que fuera al teléfono. Y estaba convencido de que el resto de los chicos, lo apoyarían como es debido.

A nosotros, Tristán nos necesitaba aquí.

***
Notas finales:

¿Qué le habrá pasado a la madre de Kiel?

Roberto ha decidido quedarse con Tristán, acompañarle durante el tratamiento, y claro Zen no puede dejar solo a Roberto XD Ahora ya no se sentirá tan solo, y Kiel andará informado ;)

Como siempre agradecer sus estupendos reviews a Shuii y Musubi ^^ Estoy un poco tristona, pensé que el capítulo anterior tendría más comentarios :( Pero bueno me siento acompañada porque sé, o eso espero, que me siguen leyendo ^^

Un beso

Yaonita


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).