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Open Mind por yaonita

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Notas del capitulo:

Hola ^^

Siento el retraso pero me fue imposible actualizar antes :( Y siguiendo con malas noticias, creo que me será imposible actualizar la semana siguiente, vienen fiestas, no tengo muy avanzado el siguiente capítulo y necesito centrarme y tener claro el final de la historia ^^ No sé cuantos capítulos quedan porque tengo muchas ideas y me  gustaría escribirlo todo, pero tampoco quiero hacer eterna la historia así que ya tengo que ir pensando en el final :(

Pero vamos a lo que nos toca, como bien dice el título del capítulo, por fin ha llegado el momento que todos esperábamos ^^

Aparecerá una canción en el capítulo que creo que si la escuchas al tiempo que nuestros protagonistas, os emocionará mucho más ^^ Por eso os la dejo al principio en lugar de al final como es costumbre ^^

https://www.youtube.com/watch?v=TEmHuISQnNw

Espero que os guste ^^

Un beso

Yaonita

52. Por fin.

(Roberto)

Cuando Kiel me llamó para decirme que iba a venir me llevé una enorme sorpresa. Sabía que su madre estaba mucho mejor, y me alegraba mucho por ellos, pero no estaba seguro de si Kiel se decidiría a venir o no. El que viniera había sido una gran noticia, porque la verdad era que Kiel era la única esperanza que nos quedaba para conseguir animar a Tristán.

Las últimas semanas habían sido terriblemente difíciles, con dos ataques importantes incluidos y algún que otro órgano que también le fallaba, Tristán estaba bastante delicado, pero ese no era el único problema, el gran problema era su estado mental. Estaba completamente abatido, se había rendido ante la vida y apenas reaccionaba a nuestros estímulos, su carácter también había cambiado drásticamente. Los médicos no sabían decir si era algún síntoma secundario al tratamiento o a que se debía exactamente ese cambio, pero la verdad era que Tristán estaba completamente irreconocible.

De pronto vi llegar un taxi por el principio de la calle, sonreí pensando que posiblemente era Kiel, efectivamente el taxi aparcó ante la clínica y Kiel se bajo de él.

- Roberto cuantas ganas tenía de verte – Se acercó a mí y me abrazó con emoción.

- Yo también Kiel, no sabes cuánto deseábamos que llegaras – Apreté el abrazó. Cuando Kiel llegó al aeropuerto me llamó y me dijo que venía directo a la clínica, me ofrecí a esperarle en la entrada para darle la bienvenida y guiarle hasta Tristán.

- Ayúdame con las maletas, como he venido directo voy cargando con todo – Sonrió. Le ayudé a sacar sus maletas del taxi y tras pagar lo debido al taxista nos quedamos solos.

- Si que traes cosas – Comenté al ver la cantidad de bultos que traía.

- Si, no pienso irme de aquí hasta que Tristán esté recuperado – Aseguró.

- También te has traído tu guitarra – Me reí al ver la funda que contenía su guitarra.

- La música anima a cualquiera, es mi arma secreta para animar a Tristán – Se rió, aunque con un trasfondo de tristeza.

- Me alegró de que todo lo de tu madre haya salido bien – Le ayudé a coger algunas maletas y fuimos entrando a la clínica.

- Gracias Roberto, la verdad es que ha sido duro pero por suerte lo hemos superado por segunda vez – Sonrió – No sé que voy a hacer con las maletas todo el rato – Se paró de golpe, como si no hubiera pensado en eso hasta ahora, se le notaba que estaba algo nervioso y distraído.

- No te preocupes, seguro que las enfermeras te dejan guardarlas en algún sitio – Sonreí – Nos llevamos muy bien con ellas y se mueren de ganas de conocerte. Y no tienes que preocuparte por donde ir a dormir, hemos hablado con Edward y puedes quedarte en su casa, aunque tendrás que dormir en el sofá – Me reí – Pero no te preocupes, es un sofá cama que tienen en una salita y es bastante cómodo.

- Se lo agradezco de veras – Se emocionó – No tenía ni idea de donde iba a dormir, justo ayer me enteré que venía y ni tiempo tuve de mirar hoteles.

- En cuanto se lo comentamos anoche no dudo en ofrecerse – Comenté – Es un gran hombre y quiere mucho a Tristán.

- Siempre lo diré, no sé que tiene Tristán que a pesar de sus tonterías todo el mundo le adora – Bromeó – Por cierto, no le has dicho que vengo ¿No? – Se puso serio.

- Tal y como me pediste no le he dicho nada – Le aseguré – Se va a llevar una grandísima sorpresa.

Entramos a la clínica, y hablamos con las enfermeras para preguntarles donde podíamos dejar las maletas. En cuanto todo el mundo se enteró de que Kiel era el novio de Tristán se armó un gran revuelo, Tristán había hablado tanto de él que todo el mundo se alegraba de conocerlo al fin.

Me hizo mucha gracia, porque las enfermeras no paraban de decir que si era muy mono, que si hacían una pareja estupenda, que si vaya desperdicio, que si vaya envidia… no reaccionaron así cuando nos conocieron a Zen y a mí. Aunque seguro que de Zen también pensaban que era muy mono y que era un desperdicio que estuviera con un viejo como yo, que le vamos a hacer.

Después de despedirnos de las enfermeras me llevé a Kiel hacia el jardín, cuando salí a buscarlo a la entrada había dejado allí a Zen y Tristán. Estaba bastante nervioso ya que no sabía cómo iba a reaccionar Tristán ante la visita de Kiel, esperaba que reaccionara bien y que su visita consiguiera hacerlo animar aunque fuera un poco. Era la última esperanza que me quedaba ya que, Zen y yo, no habíamos conseguido animarle de ninguna manera y eso que lo habíamos intentado de mil formas distintas.

No tardamos en ver a Zen en la terraza, pero Tristán no estaba con él, le indiqué a Kiel donde estaba Zen y fuimos hacia él con algo de nervios y mucha incertidumbre.

(Kiel)

Estaba muy nervioso pero impaciente a la vez, todo había sido tan rápido que no me había dado tiempo de asimilarlo todo y ya me encontraba en EEUU a punto de ver a Tristán.

Nada más llegar al aeropuerto cogí un taxi en dirección a la clínica. Ya en el taxi llamé a Roberto para avisarle de que iba para allí, él iba a esperarme en la puerta para acompañarme hasta Tristán.

El viaje se me había hecho eterno, pero al fin me encontraba a las puertas de la clínica, una clínica que era realmente hermosa. Ahora podía ver con mis propios ojos todo aquello que Tristán me había contado en sus cartas, y desde luego que no exageraba con su belleza. Era un edificio muy hermoso, para nada parecía una clínica, pensé que al menos Tristán había estado en un ambiente muy cálido y bonito.

Roberto, que me había esperado a las puertas, me guió hacia dentro de la clínica. Las enfermeras, todas muy simpáticas, no pararon de hablar de Tristán y preguntarme cosas sobre él y sobre nosotros, era increíble como Tristán arrasaba por allí por donde pasaba, todas le querían con locura.

Al llegar a unas ventanas enormes que daban a una terraza exterior pude ver a Zen, pero Tristán no estaba por ningún sitio. Roberto me señaló que fuéramos hacía Zen y eso hicimos.

- Kiel, que alegría verte – Zen me abrazó nada más verme – Me alegro mucho de que tu madre ya este recuperada, es una gran noticia.

- Gracias Zen, la verdad es que ha sido duro pero al menos lo ha superado – Contesté mirando para todos lados intentando encontrar a Tristán.

- ¿Dónde está Tristán? – Preguntó Roberto por mí, posiblemente al darse cuenta de que lo estaba buscando con la mirada.

- Está allí – Señaló hacía el jardín que era enorme, y allí bajo un árbol estaba él – Me dijo que quería estar solo así que le dejé algo de espacio.

- ¿Por qué no me lo dijisteis? – Pregunté entristecido y con lágrimas en los ojos al ver lo que veía.

- Porque creímos que no necesitabas sufrir más de lo que ya sufrías – Aseguró Roberto también con tristeza – No dejes que Tristán te vea así o él se sentirá peor de lo que ya se siente.

- ¿Desde cuándo está así? – Pregunté sin dejar de mirarle.

- Desde que tuvo el primer ataque grave – Aseguró Roberto – Será mejor que vayas a hablar con él, seguro que se alegra mucho de verte.

- Yo no estoy tan seguro – Bajé los dos escalones que separaban la terraza del jardín y, con mi guitarra a la espalda, caminé hacia Tristán. Mis piernas temblaban de los nervios, a duras penas conseguía dar un paso tras otro, de alguna manera me daba miedo llegar hasta él y ver como estaba realmente. Cuando llegué hasta él me paré a sus espaldas y lo observé un rato, no podía creerme que ese fuera mi Tristán, no podía creer todo lo que había tenido que sufrir para estar en ese estado, y sobre todo no podía creer el que yo no hubiera estado a su lado – Hace un día precioso – Me decidí a hablar finalmente.

- Kiel – Tristán se giró sorprendido y al verme abrió los ojos y me miró con estupor – No tendrías que haber venido – Susurró al fin casi sin voz y volviendo a girarse para no verme.

- ¿Ese es el recibimiento que le das a tu novio? – Me acerqué y me puse delante de él para que me viera, aún así evitaba levantar su mirada hacia mí – ¿Por qué no me dijiste lo de la silla de ruedas?

- No creí que te gustara saber que tu novio está postrado en una silla de ruedas – No podía evitar estremecerme al verle, tan pálido y delicado, tan delgado, con el poco pelo que le quedaba formando unos mechones blancos completamente desalentadores, que aún le daban una imagen más enfermiza – Por favor, deja de mirarme como si estuvieras viendo a un muerto – Tristán se había dado cuenta de que me había quedado mirándole y me increpó sin atreverse a mirarme.

- No estoy viendo a un muerto, estoy viendo a mi novio, al que amo y al que he echado tanto de menos todo este tiempo – Me puse de rodillas ante él y puse mis manos sobre las suyas que estaban apoyadas en sus rodillas. Al notar mi contacto Tristán intentó apartarse como un resorte, pero no se lo permití, le cogí las manos entre las mías y le miré a los ojos. Entonces pude notar que sus ojos estaban igual de húmedos que los míos – Te amo Tris ¿A caso pensabas que iba a dejar de amarte al verte así? – Le increpé entre lágrimas – Lo único que siento al verte así es culpabilidad, me siento culpable por no haber podido estar a tu lado en una situación tan dura, por no haber podido darte la mano para darte ánimos cuando los necesitaras, no haber podido compartir conmigo tantas noches de dolor intentando minimizarlo con mis abrazos.

- Aún estás a tiempo de marcharte – Me apartó de un empujón y dio la vuelta a la silla de ruedas para darme la espalda de nuevo – No debes quedarte y atarte a alguien que no tiene futuro, vete por favor Kiel – Su voz temblaba seguramente debido a las lagrimas.

- No pienso irme – Volví a ponerme frente a él y volví a agacharme a sus pies – He venido para estar contigo y eso quiero hacer ¿No te alegras de verme?

- Hace un tiempo me habría alegrado pero ahora no – Aseguró dejándome completamente helado – ¡Mírame Kiel! – Me miró con los ojos completamente humedecidos y con el rostro furioso – Soy un inválido, un moribundo que está entre la vida y la muerte ¿Qué puedo aportarte ahora? – Comenzó a llorar desesperadamente – ¡Nada! Soy un despojo humano, un saco de huesos, soy un envase defectuoso para un alma herida y cansada, ya solo quiero morir e irme en paz. No quiero seguir sufriendo y no quiero seguir haciendo sufrir a la gente a la que amo ¿No lo entiendes? – Me agarró con fuerza por los hombros y comenzó a zarandearme – Voy a morirme Kiel y no quiero que estés aquí cuando eso pase, quiero que Roberto, Zen y tú os vayáis y os olvidéis de que alguna vez me conocisteis.

- Eso no lo vamos a hacer – Le abracé con fuerza, podía notar como Tristán lloraba sobre mi hombro y comencé a llorar también – ¿Dónde está el Tristán que nunca se rinde? – Pregunté sin soltar el abrazo – ¡¿Dónde?! – Grité desesperado.

- Se fue muy lejos – Rodeó mi espalda con sus brazos – Se fue cansado de tanto dolor, de tanto sufrimiento, de tantas lágrimas contenidas.

- Pues aquí estoy para hacerle volver – Susurré a su oído entre lágrimas – Y no me voy a ir hasta recuperarle – Estuvimos un buen rato abrazados en silencio, simplemente escuchando los sollozos provocados por las lágrimas – Te amo Tris, por favor no te rindas, sigue luchando por mí.

(Roberto)

No podía dejar de mirar la escena que estaba sucediendo ante mis ojos, estaba sentado en el suelo de la terraza, apoyado contra la pared y con Zen entre mis piernas, rodeándolo con fuerza entre mis brazos. Mis ojos estaban humedecidos y Zen agarraba mi mano con fuerza y amor, no podía escuchar lo que se estaban diciendo pero podía intuir lo que estaba pasando.

- ¿Crees que Kiel conseguirá hacerle reaccionar? – Me preguntó Zen sin dejar de observar la escena.

- Si no lo consigue él no lo conseguirá nadie – Aseguré.

Kiel era el único que podía hacer reaccionar a Tristán, este se había rendido, ya no deseaba seguir luchando, Kiel tenía que conseguir que de nuevo tuviera ganas de vivir.

(Tristán)

Seguía abrazado a Kiel, no quería soltarlo, quería sentirle y asegurarme que era cierto que estaba aquí conmigo, que no era un sueño o una alucinación provocada por el tratamiento.

En un principio cuando lo vi ahí parado lo primero que pensé fue “ha llegado mi momento y un ángel ha venido a por mí”. No podía creerme que Kiel estuviera allí conmigo.

Luego inmediatamente reaccioné, me di cuenta de la situación y me di cuenta de que no era justo que le obligara a seguir conmigo. Kiel era un chico guapo, sano y amable, tenía toda una vida por delante, no podía destrozar su vida y su futuro atándole a alguien como yo. Entonces supe que tenía que alejarlo.

Pero ahora abrazado a él no quería soltarlo, no podía alejarlo, era egoísta y lo quería a mi lado. Le amaba, y quería estar con él por el tiempo que me quedara, aunque fueran días, semanas o meses, los aprovecharía al máximo.

- Te amo nene – Susurré al fin, sin dejar de llorar y sin dejar de abrazarme a él con desesperación.

- Lo sé amor, aunque quieras alejarme a mí no me engañas – Me besó el cuello con delicadeza – No sabes la falta que me has hecho Tris, cuanto te he echado de menos todo este tiempo.

- Lo sé, pero tenía que ser así, debías estar con tu madre – Aseguré – Aunque ha sido muy duro para mí era lo más correcto y lo sabes – Rompí finalmente el abrazo, pero seguí mirándole con adoración – Estás tan guapo – Sonreí aunque mis ojos seguían llorando.

- Tú también lo estas – Sonrió de vuelta.

- No mientas por mí Kiel, sé que eso no es verdad – Agaché la cabeza apenado.

- Puede que tu cuerpo haya cambiado, pero recuerda que yo te veo más allá de la simple piel que te recubre, y lo que veo en tu interior siempre será bonito – Me acarició la mejilla con la palma de la mano.

- Te amo nene – Le dije de nuevo, no podía creerme la suerte que tenía de tener a un chico así a mi lado. Me incliné sobre la silla de ruedas y le besé, después de meses de soledad, de sufrimiento e incertidumbre volvía a sentir sus labios, su aliento, el roce de su piel.

- Cuanto añoraba tus besos – Susurró sobre mis labios – La electricidad que recorre mi cuerpo cuando nuestros labios se rozan, el calorcito que se apodera de mí cuando siento tu aliento sobre el mío, la piel que se me eriza al sentir tu tacto…

- El deseo que se despierta – Acabé su frase.

- Un deseo que ahora mismo está fuera de lugar – Se alejó de mi sonriendo y se sentó a la sombra de un árbol, justo frente a mí – Tenemos que hablar Tristán.

- ¿Sabes que esa frase no suele traer nada bueno rubiales? – Bromeé. Después de mucho tiempo volvía a sentirme con vida, con ganas de bromear y disfrutar de cada momento.

- Ya sabes a que me refiero – Se rió – Cuéntame cómo estás y que te han dicho los médicos. Pero dime la verdad, no las medias verdades que me decías en tus cartas o por teléfono.

- Pues ya ves como estoy, hecho una mierda – Resoplé – Los médicos me dieron la buena noticia de que el virus se había debilitado, pero después del primer ataque fuerte que tuve me dijeron que el virus se había extendido por todo el cuerpo. Antes solo me afectaba al corazón, ahora me está afectando a varios órganos vitales, si el virus siguiera tan fuerte como al principio posiblemente ya estaría muerto.

- Y ¿Cómo acabaste en silla de ruedas? – Preguntó con tristeza.

- Al principio solo iba en silla de ruedas después de un tratamiento ya que acababa tan agotado que no podía ni andar – Comencé a explicar – Pero después, como ya te dije, el virus se extendió por todo mi cuerpo y afecto a mi columna provocando una inflamación, esta inflamación es la que oprime los nervios y no me deja andar.

- Pero eso quiere decir que cuando el virus desaparezca volverás a andar ¿No? – Preguntó esperanzado.

- No es seguro – No quería que se hiciera falsas ilusiones – En el caso de que consiguiera sobrevivir y el virus desapareciera, los médicos creen que la inflamación desaparecería, pero no pueden saber si quedaría alguna lesión definitiva, los nervios podrían quedar demasiado dañados y no tener solución alguna.

- Hay que ser positivos Tris – Me animó.

- De verdad que lo intento nene, pero a veces me resulta muy difícil ser positivo – Confesé – Cuando siento tanto dolor, cuando veo que en lugar de ir mejorando voy empeorando y cuando siento que nada funciona, no puedo evitar venirme a bajo. Y cuando pienso en que posiblemente no pueda volver a bailar nunca… o no pueda volver a pasear contigo… o no pueda simplemente llevar una vida independiente sin que nadie tenga que estar detrás de mí todo el día, entonces pienso que quizás no valga la pena seguir luchando.

- No digas eso Tris – Me interrumpió – No sabemos qué va a pasar en un futuro, pero mientras sigas con vida vale la pena seguir luchando, al menos hazlo por mí, amor, porque yo te necesito y a mí no me importa si vas en silla de ruedas o si no, a mí lo único que me importa es que estés conmigo.

- Y quiero estar contigo nene – Aseguré – Pero no quiero ser una carga o sentirme un inútil toda la vida – Confesé.

- Que vayas en silla de ruedas no significa que tengas que ser un inútil – Protestó – Hay muchísimas personas que por desgracia se ven relegadas a una silla de ruedas de por vida, pero estas personas saben defenderse perfectamente, muchas de ellas llevan una vida perfectamente normal y no necesitan a nadie que las ayude. Ser minusválido no te convierte en un inútil – Zanjó – Es posible que al principio sea difícil, surgirán problemas y nos costará acostumbrarnos, pero con esfuerzo y voluntad todo se consigue. Además de que tampoco es seguro que no puedas volver a andar, nunca pierdas la esperanza Tris.

- Acabas de darme una lección – Sonreí – Me he dedicado a compadecerme a mí mismo cuando hay miles de personas que superan cosas mucho peores que lo mío.

- Exactamente – Me guiñó el ojo, gesto que había adquirido de mí.

- Como ejemplo esta tu madre – Le sonreí – Ella sí que es una mujer fuerte, ha superado dos veces el cáncer, no sabes cuánto me alegro por vosotros.

- Hubo momentos en que pensé que no lo superaría – Reconoció entristecido – Pero como tú dices mi madre es muy fuerte, nunca se rindió como tú nunca debes de rendirte.

- Lo intentaré – Sonreí – Por cierto ¿Por qué vas cargando con la guitarra? – Desde que llegó vi que llevaba la guitarra a su espalda, incluso cuando nos abrazamos, ahora al sentarse en el árbol la había dejado a un lado, llevaba rato preguntándome porque.

- Te has dado cuenta – Se rió.

- Como para no darse cuenta rubiales, no es precisamente pequeña – Me reí yo también.

- La he traído por si tenía que usar contigo medidas especiales – Sonrió – Sabía que estabas deprimido y venía dispuesto a sacarte de ese estado que te cargas últimamente, tienes a Roberto desesperado – Se rió de nuevo – No sabía si mi presencia sería suficiente para animarte y por eso la traje.

- ¡Tonto! – Protesté – Por mucho que me haga el duro sabes que es verte y derretirme por dentro, solo con ver tu sonrisa se me ilumina el mundo.

- Que cursi te pones cuando quieres – Bromeó.

- ¿Y que ibas a hacer con la guitarra? – Pregunté – ¿Darme golpes con ella hasta que reaccionara?

- Se me pasó por la cabeza – Siguió con la broma – Pero pensé mejor intentar primero cantarte una canción, ya sabes el dicho de que la música amansa a las fieras.

- Ohhh que considerado – Bromeé – ¿Y qué canción ibas a dedicarme?

- Durante estos días te tocaré todas y cada una de las canciones que nos hemos dedicado en las cartas y cualquiera que me pidas – Se puso serio – Pero la primera que quería cantarte es una especial.

- ¿Cuál es? – Me puse yo también serio.

- ¿Recuerdas la canción que escribiste y me dejaste al irte? – No pude evitar sorprenderme, no esperaba que recordara esa canción – Me pediste que compusiera una música e hiciera una canción con aquella letra, cuando me encontraba mal por mi madre intentaba desconectar componiendo la canción.

- ¿Has hecho la canción? – Pregunté emocionado.

- Si – Sonrió – Tris, la letra era preciosa, yo solo tuve que imaginar la melodía y añadir alguna cosa para que la canción no solo fuera tuya sino también mía. Nuestra canción.

- Seguro que te ha quedado hermosa – Me emocioné nada más imaginármela – Cántamela nene.

- Tampoco esperes mucho, no quiero defraudarte – Comentó al tiempo que cogía la guitarra, que había estado apoyada al árbol todo ese tiempo – La he compuesto para piano, pero como no tenemos un piano a mano, te la cantaré acompañado de la guitarra.

- En cuanto consigamos un piano me la cantas con el piano – Sonreí.

- De acuerdo – Se preparó para comenzar a cantar – No te rías ¿Vale?

- No seas tonto nene, seguro que es perfecta – Me moría de ganas por escucharla.

- Allá voy – Y la música comenzó a sonar.

Una melodiosa armonía salía de la guitarra de Kiel, siempre me quedaba embobado cuando se ponía a tocar algún instrumento, los manejaba con tal maestría que era como si fueran una parte más de su cuerpo.

“Que intenso es esto del amor, que garra tiene el corazón, sí… jamás pensé que sucediera así.”

Cuando comenzó a cantar me emocioné aún más, de alguna manera aquellas torpes palabras que había dejado escritas en aquella carta que tanto me costó escribir, habían adquirido vida propia, una vida hermosa y con mucho sentimiento. Cada palabra, cada frase, cada sentimiento puesto en ella se alzaban cobrando el máximo significado, todo lo que Kiel había significado para mí estaba descrito con aquella canción.

“Por fin lo puedo sentir, te conozco y te reconozco que por fin sé lo que es vivir, con un suspiro en el pecho, con cosquillas por dentro y por fin se porque estoy así.“

Lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, pero esta vez eran lágrimas de felicidad. Felicidad por haber podido vivir, al menos una vez, lo que es el verdadero amor. Haber podido conocer a esa persona a la cual estaba destinado, y con la cual todo mi cuerpo y mi alma se sienten conectados sin remedio. Si me moría, al menos podía decir que había vivido todo lo que mucha gente no vive en cien años.

Comenzó el estribillo, no dejaba de mirarme a los ojos mientras cantaba y yo no podía dejar de emocionarme, me brillaban los ojos y me moría de ganas de abrazarle.

“Tú me has hecho mejor, mejor de lo que era, y entregaría mi voz a cambio de una vida entera. Tú me has hecho entender que aquí nada es eterno, pero tu piel y mi piel pueden detener el tiempo.”

Era tan bonito, había también un pedacito de él en esa canción, estaba formada por sentimientos de los dos.

“No he parado de pensar, hasta donde soy capaz de llegar, sé que mi vida está en tus manos y en tu boca. Me he convertido en lo que nunca imaginé, has dividido en dos mi alma y mi ser, porque una parte va contigo aunque a veces no lo sepas ver.”

Tiempo atrás jamás habría pensado que llegaría a sentir algo así, después de mi primer desengaño me había cerrado completamente al amor. Que tonto había sido, casi pierdo a la persona más importante de mi vida por no saber abrir los ojos y el corazón.

“Mejor de lo que era…”

Estaba acabando la canción, pero yo no quería que lo nuestro acabara nunca.

“Aquí nada eterno…”

Toco los últimos acordes y se quedó mirándome fijamente, ambos con los ojos humedecidos y las emociones a flor de piel.

- Haré todo lo posible, para que lo nuestro sea eterno – Susurró. Dejó la guitarra de nuevo a un lado, se levantó y se acercó a mí – Déjame hacer que lo nuestro sea eterno Tris, déjame estar a tu lado toda la vida – Se agachó a mis pies y cogió mis manos entre las suyas – ¡Te amo!

- Si consigo salir de esta – Un par de lágrimas recorrieron mis mejillas – Te prometo que estaré a tu lado siempre. Yo también te amo Kiel, y no sabes cuánto – Me incliné para besarle y él se acercó a mí para facilitar el beso. El beso que comenzó siendo tierno acabó pasional, se fue intensificando poco a poco con mi mano en su nuca y la suya en la mía no queríamos separarnos, incluso nuestras lenguas quisieron entrar en juego y subir la pasión. Hacía mucho tiempo que no sentía su lengua enredándose con la mía, por desgracia no tenía muchas fuerzas y pronto tuve que separarme para poder respirar.

- Juntos podremos con todo – Sonrió al romper el beso.

No sabía si conseguiría superarlo o no, pero ahora tenía más claro que nunca que lucharía con todas mis fuerzas para conseguirlo. Tenía lo más valioso que una persona puede desear, el amor de alguien extraordinario, alguien sin el cual me hubiera rendido mucho tiempo atrás.

No tenía familia a la que le importara, pero tenía a mi novio al que amaba con locura y a mis amigos. Por todos ellos aguantaría todo el dolor y todo el sufrimiento que hiciera falta para acabar con el maldito virus que me había acompañado desde que nací y al que ya iba siendo hora de echar de mi cuerpo y dejarlo atrás.

Ahora era el momento de luchar con todas mis fuerzas.

***
Notas finales:

¿Os ha pasado alguna vez, que tenéis una idea en la cabeza y a medida que vais escribiendo los personajes van cobrando vida propia? A mí me paso en este capítulo…

Tenía pensado que Tristán se resistiera mucho más, que no quisiera hablar con Kiel, pero cuando comencé a escribir fue como si me dijera que no podía seguir resistiéndose, que debía ceder ante su amor porque así lo deseaba, no sé si me explico XD Total que el capítulo al final cambio un poco de tal y como lo tenía en la cabeza, espero no haber cometido un error y que os guste así ^^

Por supuesto la letra de la maravillosa canción pertenece absolutamente al gran Pablo Alborán ^^ Esta canción se estreno hace unos meses con la historia ya avanzada, y en cuanto al escuche supe que tenía que ponerla en el fic ^^ Es perfecta ^^

Para mí este era un capítulo muy importante, de verdad espero que os haya gustado ^^

¿Os ha gustado el reencuentro? ¿Esperabais algo mucho más emocionante?

Hoy más que nunca necesito saber vuestra opinión ^^

Como siempre agradecer sus estupendos comentarios a Shuii, Taiga, Ana, Musubi, Cata y Psychoneko ^^

Un beso

Yaonita

 


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