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Ano toki no you ni... por metallikita666

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Notas del capitulo:

Señoras y señores: ante ustedes, la familia más espantosamente adorable de toda la historia XD

V

 

“Al igual que en aquellos tiempos

en esta habitación que compartíamos

deseaba que estuviéramos juntos

Nunca quise que te fueras a otro lugar

e incluso, cuando nos separábamos, yo te perseguía.” Ano toki no you ni…

 

Los ladridos del perro, los gritos alegres de los niños y el barullo de las conversaciones de los demás me despertaron. También, una vez que ya me puse más o menos alerta, percibí el calor que a esas horas producía estar todavía debajo de las frazadas.

Al no sentir el brazo de mamá rodeándome me volteé, y la vi destapada y hecha un ovillo contra Ruki, quien se encontraba con sus mantas por debajo de la cintura y de frente hacia mí. Ambos dormían todavía.

Sonreí por el bonito cuadro, mirando sus ojos cerrados y percibiendo sus respiraciones tranquilas. En ese instante, alguien que no hubiera sabido nada sobre nosotros y nuestra situación, y hubiese visto la escena, probablemente se habría alarmado de mala manera, pues no éramos más que tres muchachos de edades parecidas, con poca ropa y acurrucados unos con otros en el suelo. El asunto habría sido bastante inconveniente incluso si llegaba a vernos Tadashi-nii, Tatsu-ojisan (en caso de que no estuviera al tanto) o alguno de los otros tíos, pues definitivamente no me agradaba nada la idea de que pudiéramos pasar por amantes de mamá. Por lo tanto, apenas estuve lo suficientemente despierto me estiré, desperezándome para poder sentarme.

Una vez incorporado, tomé el reloj que estaba sobre mi ropa, abrí la tapa de la carátula y miré la hora. No me había equivocado al calcular el momento de la mañana que sería para entonces, gracias a los gritos de los pequeños. Además, era sábado. O lo que significaba lo mismo en mi familia: un día de posible visita y reunión.

Me preocupé por la cuestión de estar nosotros tres ahí, como ya he dicho, pues sinceramente no creía que Taiji estuviera montando guardia para que nadie se acercara a un cuarto que por lo general estaba vacío, pero que sería uno de los sitios probables para encontrar a mamá si se la estuviera buscando. Además, y aunque había dormido muy bien desde que volvimos a acostarnos en la madrugada, me sentía inquieto y no podía alejar de mi mente la idea de que lo mejor sería tomar a Takanori y volver al futuro, pues las cosas habían empezado de forma demasiado enredada como para poder acabar bien.

Miraba el reloj, las fechas y las horas tan distintas y alejadas en el tiempo, preguntándome qué estaría haciendo nuestra familia del futuro en aquellos momentos. Hasta sentí la tentación de enviarle alguna señal a Kuroneko sin consultar nada con Ruki, pero en cuanto volteaba para mirarlo ahí tendido y durmiente, me era imposible ignorar la expresión de paz y felicidad en su lindo rostro mofletudo. Aunado a ello… ¿qué había de mí? ¿Dónde estaban las ínfulas imparables que me habían animado desde que concebí la idea de emprender ese viaje, y el tozudo deseo de llevar a cumplimiento mi objetivo a como diera lugar, pues las circunstancias en mi época se habían vuelto demasiado insoportables? Al recordar lo mucho que para entonces me costaba pasar tiempo en casa aunque lo deseara, e ir a visitar a Taiji a la suya, sentí un retortijón en el estómago. No cabía duda de que ese motivo también me había empujado a preferir la calle, el sello, la música y a mis amigos por encima de todo.

-Yuki…- Escuché, y la voz me sacó de mis reflexiones. –Ya despertaste. Uh, hace calor…-

Takanori se pasó el dorso de la diestra por la cara, bostezando a continuación y removiéndose como un gatito perezoso. Debido a sus movimientos, mamá también reaccionó.

-Niños… ahhm… ¿Qué hora es?- Preguntó, mientras se incorporaba de manera inusual: de frente, como un cuadrúpedo. –Tengo hambre.-

-Son casi las once de la mañana.- Le respondí, mirándola a sus ojos color avellana.

Llevaba el pecho prácticamente descubierto a causa de que su piyama, que era de tirantes largos y delgados, se le había bajado de un lado con los meneos durante la noche. Por otra parte, tenía todo arremangado el pequeño short que le cubría la parte inferior del cuerpo; por cuanto, en resumen, la mayor parte de su piel blanquísima quedaba a la vista. Finalmente, a consecuencia del descanso, su cabello rubio claro hasta por debajo de los hombros estaba algo revuelto.

Al parecer, ella se había percatado de mis miradas detallistas.

-Es una suerte que me haya enterado a tiempo de todo…- Susurró. –Los dos son chicos muy pero muy lindos…- Al decir aquello sonrió de manera tan inocente y sincera que resultaba abrumadoramente contrastante con el significado de sus palabras, el cual había sido del todo claro para mí a esa edad. Pero es que su gesto cándido y franco era inequívoco: para mi madre, el sexo jamás había sido una cosa impura. –Eso me hace feliz.-

Le devolví la sonrisa cuando recordé que la sensación que había experimentado la primera vez que la vi, en aquella estación de tren en donde yo me tumbaba debajo de las bancas para escapar de los peligros y descansar un poco, fue una fortísima fascinación platónica que me condujo a su lado. Para mí, ella era la muñeca dulce, tierna y sensible –pero no por ello menos hermosa- en la que ansiaba convertirme con todas mis fuerzas.

Me levanté, tomé los pantalones y la camisa y me vestí, colocándome las botas mientas veía cómo Takanori me secundaba. Mamá, por su lado, se acomodó un poco la ropa, buscó sus pantuflas y se ató el cabello en una coleta alta.

-Yuki-kun… ¿Piensan decirles la verdad a todos en casa?-

Ante la pregunta de la mayor, Ruki y yo nos miramos.

Previamente, no habíamos definido a quiénes sería conveniente enterar de la situación, y con cuáles miembros de la familia sería mejor reservarse explicaciones. Solo habíamos mencionado que Taiji, mamá y Tatsu-nii deberían saberlo, en parte para poder entrar nosotros a la casa, conseguir su protección y discreción, y… cumplir el objetivo último de aquel viaje.

Como ninguno de los dos expresaba nada, ella se adelantó.

-Si van a decirles a los pequeños, háganlo con mucho cuidado, y de manera que ellos entiendan. Sólo eso les pido.- Dijo con voz amable, mientras cruzaba hacia la puerta del cuarto y se preparaba para salir. –Por otro lado, siempre pueden continuar con la excusa que los trajo dentro. Es cuestión de agregarle que la familia de Tecchan todavía no vuelve a casa por ser fin de semana, y que ustedes resultaron ser miembros de bandas en ascenso, a como me imagino que es verdad en el tiempo del que vienen. Hay personas para quienes este encuentro no cambiaría nada, así que no se preocupen por hacérselo creer a todos.-

Todavía después de unos instantes de haberse retirado, las últimas palabras de mi madre seguían dándome vueltas en la cabeza.

-No prohibiré el curso de los acontecimientos, pero si Taiji-ojisan no le ha dicho nada a Tatsu-nii, yo tampoco lo haré.- Le dije a mi hermano.

-Estoy de acuerdo.- Asintió él. –Ya contamos con la protección de mamá, y eso es suficiente. Dudo mucho de que alguien se empecine en sacarnos, si ella se opone. Me habría gustado poder decirle, pero sinceramente creo que es mejor que no lo sepa.-

Después de eso, tanto el mayor como yo salimos de la habitación, y tras una breve parada en el baño para componernos un poco el maquillaje bajamos a la planta principal, dispuestos a enfrentar lo que se presentara.

Al llegar a la cocina, nos encontramos a ambos tíos –Sawada y Shinozaki- ocupándose de los alimentos; a los niños y a mamá que preparaban la mesa, y a Tadashi-nii y Morrie-san sentados en sus lugares, hojeando cierta revista donde habría aparecido algún reportaje sobre Dead End. Una vez ahí, mamá se adelantó a presentarnos ante quienes todavía no estaban al tanto de nuestra presencia en la casa. 

-¡Tacchan, Tada-chan, y tú también, Morrie-chan: miren! ¡Estos lindos chicos son Takayuki y Takanori, y son los primos de Tetsu, el amiguito de Yuki-chan!-

En ese momento, Tatsuya -quien se encontraba preparando los huevos revueltos- se volteó, y en su cara se reflejó una enorme sorpresa.

-¿Y se quedaron aquí anoche?- Inquirió, mirando a mamá, para luego dirigir sus falsos zafiros hacia nosotros.

No obstante, su duda no fue aclarada por la rubia, sino que en ese momento Takayuki intervino y le contó al pelivioleta la versión convenida acerca de las razones de nuestra llegada, lo cual resultaba muy útil para que los demás también oyeran. Además, gracias a las palabras de mamá y a la pregunta del guitarrista, advertimos (sin necesidad de hacer mucho por averiguarlo) que el ex Gastunk no estaba enterado de nuestra verdadera identidad. 

–Oh, ya veo. Entonces esa fue la razón. Mucho gusto, muchachos. Siéntanse como en su casa.-

Nosotros nos inclinamos para saludar al guitarrista, y en ese momento sentí un gran pesar por lo que acabábamos de decidir Ruki y yo en el cuarto, pues me habría encantado presentarme ante el pelivioleta y poder agradecerle por lo que sus enseñanzas y lecciones me depararían años después, e incluso, mostrarle mi arte. No había duda de lo mucho que Tatsu-ojisan significaba tanto para mí como para mi hermano, pero en mi caso particular, como mentor también. Él era mi tío, mi senpai y mi maestro, tanto en la música como en las cosas de la vida, ya que si de entre los miembros de mi familia había que buscar lo más parecido a un adulto (que no dejara de lado sus geniales particularidades, claro está) además de papá, ese tendría que ser Tatsu-ojichan. Aunado a eso, me enterneció de gran manera la forma tan amable en que nos recibió, sin el menor asomo de incómoda sospecha.

-¿Te das cuenta de la suerte que hemos tenido tras esta visita inesperada, al poder conocer a todos estos geniales músicos, oniichan?- Hasta a mí se me hizo demasiado extraño cuando la palabra salió de mis labios, pues nunca me acostumbré a tratar a Ruki de esa manera (para mí, a pesar de los años de ventaja, él seguiría siendo siempre como mi hermano menor), pero era una buena forma de aparentar total normalidad. –Es un gusto, Shinozaki-senpai. Déjeme confesarle que soy un gran admirador suyo y de su trabajo.-

Sonriendo como sólo él sabía hacerlo, el talentoso y atractivo músico agradeció el cumplido, alegrándose visiblemente por lo que había escuchado. Inmediatamente, nos invitó a tomar asiento, y anunció que el desayuno estaría listo dentro de muy poco.

-Es verdad lo que dices, Yuki-kun, pero el honor no podría estar completo si no advertimos la presencia de Morrie-sama y Crazy Cool Joe-san.- Comentó el pelirrojo, acercándose a una de las sillas y tomándola del respaldar con intención de moverla, mientras miraba a los mayores restantes. En su voz pude notar un dejo de chanza, si bien era cierto que el chico admiraba mucho la manera de cantar que poseía el pelinegro[1]. Por otra parte, del gran cariño que lo unía al bajista no me quedaba ninguna duda. –Encantado de conocerlos.- Agregó, inclinándose.

Tada-nii se sonrojó tras el parlamento, pues probablemente pensaba que ellos lograrían pasar desapercibidos para los recién llegados. Morrie, por su lado, correspondió al saludo pero no comentó nada más, pues para él la situación era casi que cotidiana.

-Igualmente…- El rubio de mejillas prominentes seguía observándonos a pesar de que aún conservaba la revista abierta en sus manos. -¿También se llaman Takanori y Takayuki? Vaya, qué coincidencia…-

-¡Lo mismo dijimos oniichan y yo ayer, Tada-chan!- Mamá se acercó con un bol repleto de frutas y lo colocó en el centro de la mesa.

Tras ella, vinieron los niños con los cubiertos y el servicio restante, más el pelivioleta y el rubio diestro en las artes culinarias. Estos últimos llevaban las sartenes y ollas con los huevos, la tocineta, el arroz, el pescado y la sopa[2]. A mí no me sorprendió en nada que Taiji siguiera muy callado aun por la mañana, pero su actitud no dejó de ser extraña para Tatsu.

-Oye, Tai-chan… ¿Tú ya conocías a los chicos?- Le preguntó el mayor mientras servía las porciones de arroz en los platos, repartiéndoles las primeras a los niños, y dándonos las nuestras a mi hermano y a mí, posteriormente.

-¿Ah? Ehh, sí…- El vaquero nos miró pero quitó la vista rápidamente, aprovechando que tenía que completarles los platos a Nori-chan y a mamá, que estaban cerca de él. –Ken-chan y los niños me los presentaron anoche, cuando llegaron a Osaka… Por cierto, qué extraño que tu marido todavía no haya bajado a comer.- Le dijo a la rubia, dándole su plato y alcanzándole luego las ollas a Tadashi.

-Tommy-san siempre baja tarde a desayunar los fines de semana. Se ve que le cuesta dejar la cama aunque se esté muriendo de hambre.- Repuso el bajista ex Rajas, escogiendo de entre los filetes uno más pequeño, y luego le pasó la cacerola a su novio.

-Mejor así. Que si no, ya estaría fastidiando porque vine.- Tras tomar el pescado, Morrie se sirvió los alimentos restantes, privilegiando sobre todo la cantidad de proteínas. –Y eso que Naoki no pudo quedarse por la clase, y que Baki está quién sabe en dónde demonios…-

-Vaya, es una pena que Baki-san no se encuentre aquí hoy.- Intervine, atrayendo la atención de todos, si bien ya estaban mayoritariamente concentrados en sus platos, pues el deseo de comer era general. –Me habría gustado conocerlo…-

-No te pierdes de nada, niño.- El pelinegro me miró, sosteniendo su bocado de huevos revueltos en los palillos. –Baki no es mucho más que lo que ves en el escenario. Un pobre tipo que sabe cantar y que no escribe mal, pero que va tambaleándose por la vida y dándose de tumbos y culadas a cada vuelta de esquina…-

El comentario no pareció agradarle mucho a Tatsu-nii, pues aunque no dijo nada, clavó sus ojos azules en el cantante, y este lo notó.

-No me mires de esa manera, Tatsuya. ¿O acaso estoy diciendo mentiras?-

El pelimorado, o no se atrevió a replicar, o le pareció que no era el momento, por lo cual el asunto pareció darse por terminado entre ambos, segundos después. En eso, el pequeño Takanori, que comía con gran entusiasmo, felicitó a Taiji por lo sabroso que le había quedado el desayuno.

-Gracias, mi amor. ¡Qué bueno que te gustó!-

El bajista le sonrió al niño, tomando después una de sus mejillitas para pellizcarla suavemente. Después de eso, sus ojos se posaron durante un brevísimo instante en la mirada de mi hermano, quien también observaba al mayor. Inmediatamente, fue palpable la manera en que tanto el contacto como el atisbo sirvieron para que el rubio se destensara un poco, pues incluso se dirigió a nosotros. Aquella atmósfera incómoda que se instaló luego de la acotación del vocalista había logrado desaparecer.

-¿Todo bien, muchachos? Si necesitan algo más, no duden en pedirlo.-

Negando cortésmente, le dimos las gracias por la atención brindada y continuamos ingiriendo aquellos sabrosos platillos que tanto extrañábamos.

A los minutos, se escucharon unas perezosas pisadas provenientes de las escaleras.

-¡Aaahaaam! Buenos días, familia…- Al escuchar la voz de papá, tanto Ruki como yo volteamos a vernos y nos sonreímos de forma casi imperceptible, pues si las cosas habían estado entretenidas con el resto de tíos, con papá lo serían aún más. Por su parte, casi todos los miembros de la casa respondieron al saludo, unos más efusivos que otros. Como era de esperar, mamá y los chiquillos eran siempre los más cariñosos de todos.  –Uh, eran buenos… hasta que apareciste tú, Ohtsuka. ¿Qué no tienes un lugar donde vivir?- Dijo el mayor de todos, sentándose a la mesa en la cabecera, que era su sitio acostumbrado, mientras los demás le alcanzaban las sartenes y cacerolas. Por su parte, y como usualmente sucedía, el pelinegro solamente ignoró el comentario de su “suegro”, mientras Tada-nii se quejaba candorosamente por la grosería.

Y de repente, sucedió lo que esperábamos. 

-Ohh, pero… ¿quiénes son estos maleantes? Y más importante aún… ¿qué hacen en mi casa?- Se me hizo imposible ocultar la risa ante tal pregunta, si bien papá nos observaba fijamente con una expresión de enorme duda, y resultaba hasta peligroso desafiarlo de esa manera. Por ello fue que Takanori me miró de forma reprobadora, pero al fin y al cabo a mí me parecía que estábamos bastante acuerpados como para preocuparnos. –¡Ah, con que te hace gracia que te llame así, mocoso! Ey, Tatsuya, ¿no serán estos los bribones que andaban merodeando por aquí ayer, y que tú decías que eran alucinaciones mías?- En ese momento sí nos tensamos un poco, porque en realidad no estábamos seguros de si papá nos había alcanzado a ver la noche anterior o no. Pero al notar que el pelivioleta sólo suspiró con molestia y que todavía nadie se decidía a responderle nada al de melena bicolor, quedamos a la espera. -¿O son conocidos tuyos de Tokio, Taiji? ¡Alguien responda algo, carajo!-

-Sí son de Tokio, Tommy-chan, pero no son conocidos de Tai-chan.- Contestó mamá, una vez que terminó de sorber su sopa.

-Son primos de Tecchan, papá.- Intervino Takayuki, y luego le resumió el “motivo” de nuestra presencia en aquella casa, agregando la información sobre la “coincidencia” de nuestros nombres. Para entonces, el mayor ya había comenzado a comer, y está de sobra decir que en ningún momento nos había saludado directamente o nos había permitido dirigirle la palabra.

-Ya veo, hijo… Qué interesante.- Tomando todos los pedazos de pescado que restaban en la sartén, el fundador y dueño de la Free-Will Records se los sirvió en el plato. –Y… ¿a qué hora se van?-

-¡Tomás, por dios! ¡No sea tan maleducado!- Protestó Tatsu-ojisan, harto de tanta falta de modales, y todos los demás voltearon a verlo. –Ni siquiera ha dejado que los muchachos se presenten; ¡tenga al menos la decencia de permitirles terminar de comer en paz! ¡No los esté echando!-

Entonces Ruki, tomándome la delantera pues también deseaba evitar un exabrupto mayor, se dirigió a papá.

-No se preocupe, Tomioka-sama. Iremos a buscar a nuestros tíos y primo apenas acabemos de ayudar a Taiji-san y a Tatsuya-senpai con el arreglo de la cocina.-

-Lo que es tener la consideración suficiente para ser cortés con quien no conoce el significado de esa palabra…- Murmuró el vocalista pelinegro que aún estaba sentado a la mesa.

-¿Qué dijiste, Ohtsuka?- Reaccionó papá de inmediato. Ahí iban esos dos de nuevo. -¡Tú no eres nadie para hablar de consideración, si comes y bebes casi todos los días a costillas mías!-

-Con permiso.- Dijo el otro cantante por toda respuesta, luego de haber puesto sus platos, vaso, palillos y demás cubiertos en orden: listos para ser retirados por nuestros tíos mayores y  nosotros.

Tras el pequeño incidente, tanto Morrie-san como Tada-nii fueron los primeros en retirarse, pues ambos comían particularmente rápido si se comparaba con el resto de miembros, y parecían tener diligencias que hacer fuera de casa ese día.

Después de unos minutos, los demás, incluidos Ruki y yo, acabamos nuestras porciones y nos fuimos levantando para ordenar la cocina. Papá, como casi siempre sucedía, se quedó a terminar su desayuno únicamente en compañía de nuestra madre, quien se había puesto a jugar con una pequeña consola portátil de videojuegos a su lado.

-¡Ahhh, maldito! ¡Te daré tu merecido!- Gritaba emocionada y amenazante, presionando botones a lo loco, sin ningún plan ni estrategia en particular. Después de todo, era un juego de peleas. –¡Uhhhhh! ¡¡Te sacaré las tripas y te haré comértelas!!-

-Oye, Ken-chan…- Le comentó el empresario a la rubia. -¿De verdad estos dos vagabundos son quienes dicen ser… o vinieron aquí buscando algún contrato o algo así?- Su voz sonaba cargada de sospecha, pero también había algo de anhelante curiosidad en su tono. –No sé, al menos el mocoso malcriado del cabello de colores tiene unas pintas muy parecidas a la gente que tanto te gusta firmar a ti…-

Mamá, tras escuchar el parlamento, rio bajito.

-No sólo a mí, Tommy-chan… ¡A ti también! ¡Grrrr, esteee bastardooo!- Repuso, todavía enfrascada en la lucha contra su virtual oponente. -¿O quieres que te recuerde todos los chinpira y bosozoku que integran oficialmente la Free-Will?- El mayor negó, pidiéndole además más discreción a su esposa, y que bajara la voz. No obstante, para entonces yo ya me encontraba bastante entretenido oyendo los comentarios desde la cocina, y prestaba toda la atención del mundo porque deseaba saber si el baterista se decidiría a decirle algo sobre nuestra verdadera identidad a nuestro padre. –Oh, pero no… No vinieron aquí buscando un contrato ni nada de eso… ¡Carajo! ¡No me provoques, porquería! ¡No sabes con quién te estás metiendo!- En ese punto, el cantante pareció desinteresarse -…pero sí son músicos…-

-¿En serio?- Su voz interesada había vuelto, así como su gesto. El de melena bicolor seguía empecinado con el tema, pero mamá no soltaba su juego ni refrenaba sus improperios. Por ello, el más alto volvió a requerir la concentración ajena poniéndole pausa a la consola. –¡Muñequita, deja eso y préstame atención! Dime, ¿y qué tocan? ¿Tienen contrato con alguien? ¿¡Ya los escuchaste!? No me escondas nada; ¡recuerda que ante todo, tú y yo somos socios[3]!-

-¡Ayyy, Tommy-chan!- Refunfuñó ella, molesta por la interrupción. -¡No; no sé nada más, y no los he oído! Creo que me comentaron ayer que estuvieron audicionando para Soleil… ¡Pero si estás tan interesado, deberías preguntarles directamente! ¡Yo ya me voy!- Exclamó, levantándose de su silla y yéndose del comedor.

-¡Mi vida, espera! Uysh… ¿Con que Soleil? Maldito Kaiki[4]… ¡El muy infeliz no me dijo nada!-

En esos instantes, ya me costaba bastante trabajo refrenar la risa evidente, por lo que mi hermano volteó a verme y me halló ahí, parado cerca de la puerta que daba de la cocina al comedor, con la última vajilla recogida en las manos. Entonces, se acercó y la tomó, advirtiéndome con los labios que tuviera cuidado de no ser visto haciendo eso por Tatsu-ojisan. Posteriormente, elevó la voz para pedirme que fuera por los platos de papá, que eran los únicos que restaban, y él se incorporó al trabajo de lavado y secado junto al pelivioleta. El guitarrista se hallaba muy complacido por la ayuda, y así se lo hizo saber al pelirrojo.

Yo, que estaba ansioso por ver si el de melena bicolor nos diría algo luego de lo que le había contado su mujer, me acerqué con naturalidad a su lado para retirarle los platos.

-Con permiso, Tomioka-san.-

-Ahh… sí. Adelante. Todos tuyos.- Me respondió él, que se había quedado un tanto pensativo, intentando sonar distante.

No obstante, el mayor no dejaba de mirarme, y yo a propósito recogía los utensilios con cuidadosa parsimonia.

-Oye, chico…-

-¿Sí?- Le contesté, deteniéndome a su lado cuando ya estaba por irme.

-Ehh, no…estee...- En su indecisión noté que había resuelto no pronunciar lo que hubiera sido su intención primera, pero tampoco quería ponerse en evidencia y aducir que no era nada, tras haberme dirigido la palabra. –Estaba pensando… que eres un pillo muy particular, ¿no crees? En la vida vi a alguien como tú levantando un solo palillo de la mesa, o ayudando en una casa ajena…-

-Tal vez, Tommy-san, pero de todas maneras no creo que todos los chinpira seamos iguales. No sé, a lo mejor y algún hijo suyo llega a ser uno alguna vez, y no por ello se convertirá en un matón desalmado y se olvidará de lo que le han enseñado aquí… O eso es lo que a mí me parece.-

Le contesté de esa manera a riesgo de seguir pareciéndole un maleducado a pesar de mis modales, y él solamente se me quedó mirando como si estuviera impresionado, o demasiado contrariado como para responder cosa alguna. En eso, y para terminar de redondear lo particular del momento, apareció el pequeño Yuki, que venía con Meru en la mano.

-¡Papá! ¿Podemos acompañar Ruki-chan y yo a Takayuki y Takanori-oniisan a casa de Tetsu? Ya le pedí permiso a mamá y me dijo que sí, pero me pidió que te preguntara a ti también.-

-Sí, Yuki-kun… Está bien.- Le respondió el empresario al niño, al tiempo que se le quedaba mirando de forma un poco extraña, y el menor lo notó.

-¿Qué pasa, papá? ¿Qué miras? ¿Es la muñeca?- El pequeño alzó a Meru de un brazo, pero ella se cuidó de no reaccionar, claro está. –Me la prestó Yuki-oniichan. ¿A que está bonita?-

-Es verdad, hijo. Está muy bonita. Es del tipo de muñecas que le gustan a tu mamá o a Tadashi.- El vocalista se dio cuenta de la inquietud del pequeño a causa de su mirada, y de que yo seguía ahí de pie; en ese caso, esperando el desenlace del permiso que había solicitado mi infantil versión. –Está bien. Pueden ir con los muchachos, pero… Que alguno los venga a dejar cuando ya se despidan.-

¿“Los muchachos”? En menos de quince minutos, habíamos pasado de ser “maleantes” y “vagabundos”, a “pillos” y posteriormente, “muchachos”. No entendería si alguien se atreviera a negar la genialidad de mi papá.

Takayuki se alegró por la respuesta y luego se volteó hacia mí, inquiriendo con sus ojitos si cumpliríamos con el pedido del mayor. Yo, para tranquilizarlo, le sonreí. Después volví a la cocina con los platos que todavía tenía en las manos y los lavé, pues Tatsu-ojichan ya había terminado con los pendientes, y en ese momento se secaba las manos con el paño que se usaba para tal efecto. Mientras tanto, Ruki utilizaba otro para guardar los utensilios ya lavados en el mueble. Una vez que puse la vajilla en el escurridor, el pelivioleta me pidió que la dejara ahí.

-Gracias por la ayuda, chicos. Cuídense mucho, y vuelvan cuando lo deseen.- Dijo el mayor, acercándose a ambos con una gran sonrisa. -Esta es su casa. Son ustedes muy encantadores, ¿saben? Ojalá que cuando crezcan, nuestros Takas se conviertan en jovencitos tan atractivos y serviciales como ustedes. En verdad lo deseo.-

Luchando por retener las lágrimas, e incluso, evitando que se nos cristalizaran los ojos, mi hermano y yo nos inclinamos profundamente ante el talentoso músico.

Hasta ese momento, caí en cuenta de que hacía poco le había perdido la pista a Taiji. Luego de que todos terminamos de comer, él también había ayudado a recoger la mesa y a ordenar la cocina, pero posteriormente se había perdido de vista. No obstante, gracias a Tatsu-nii comprendí pronto que el rubio se había dirigido hacia el lavadero, y que una vez ahí probablemente se ocupó de otros menesteres pendientes mientras los demás nos encargábamos de los platos.

-Tai-chan, ven a despedirte de Yuki y Nori-kun, que ya se van.-

Y si bien yo sabía a la perfección que el plan no era irnos, sino solamente fingir que buscábamos a “nuestra familia”, me sentí extraño cuando Shinozaki llamó al bajista.  Posiblemente, la sensación que me embargó fue un cierto temor, porque desconocía la manera en que él actuaría ante nuestra supuesta partida, al ser uno de los pocos que conocía la verdad. Temía una reacción fuera de lugar para desenmascararnos y confrontarnos, pero dada su actitud de ese día, también consideraba que era poco factible que se le ocurriera hacer algo así a última hora.

-Fue un placer haberlos conocido, muchachos. Pásenla bien.-

Finalmente, apareció mamá a la entrada de la casa, siendo seguida de cerca por nuestro padre, que continuaba en actitud sospechosa, como si quisiera decirnos algo. Y conociéndolo como lo conocía, sabía que dentro de él se debatía encarnizadamente entre hacernos preguntas relacionadas con todo ese asunto de las audiciones, nuestras habilidades y bandas, o reservarse las pesquisas para cuando llamara al pobre de Kaiki-san. Sin duda alguna, lo regañaría por no haberle querido decir nada acerca de los mocosos de Tokio que estaban buscando entrar a su subsidiaria.

-¡Que les vaya muy bien, Yuki-kun, Nori-chan!- Dijo la rubia, y en eso aparecieron también ambos niños, ya vestidos y listos para salir. –¡Ah, y por favor, salúdenme a su tía!- Dicho eso, mamá se allegó a nosotros para darnos un abrazo rápido, pero lo suficientemente prolongado para susurrarme al oído que no me preocupara, pues Takayuki ya sabía qué hacer.

Papá, por su parte, seguía inquieto, pero no dijo nada más tras una palabra de despedida. Hechas las formalidades, tanto Ruki como yo salimos de casa en compañía de los pequeños y la muñeca, que seguía en poder de Yuki-chan.

 


[1] En mis fics jamás dejaré de burlarme del Gran Senpai Del Visual Kei Japonés, a quien todos aclaman como su Eva mitocondrial. Porque todos los caminos definitivamente llevan a Morrie…

[2] Como es posible apreciar, se trata de un desayuno mixto japonés-occidental.

[3] Tommy es la cabeza de la Free-Will Records, como ya se ha dicho; y Kenzi, por su parte, de la Anarchist Records, que es subsidiaria de la primera.

[4] Soleil es otra subsidiaria de Free-Will, dirigida por Kaiki (Silver Rose, Rouage, With Sexy). No obstante, hay que apuntar que, en el rol, la relación de Tommy con el resto de sus middle bosses no es ni por asomo tan benevolente como la que tiene con su esposa.


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