Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ano toki no you ni... por metallikita666

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

VIII

 

“Quiero llegar a un lugar que no pueda ser visto

incluso si se extiende interminablemente

Continué esperando esa pequeña promesa:

los días de ahora en adelante (reflejados) dentro de la fotografía…” Forever

 

Taiji ingresó a la casa trayendo consigo un par de bolsas de supermercado en las manos, y con su entrada captó la atención de los niños. La nuestra también pero, como era de esperarse, mi reacción y la de mi hermano fue mucho más disimulada, y continuamos comiendo.

-¡Taiji-ojisan!- Gritó el pequeño Takayuki, demostrando toda la emoción contenida asimismo en mi pecho adolescente. -¡Qué bueno que regresaste! ¿Te vas a quedar en casa hoy también?-

Era claro que el niño celebraba por tener al rubio de nuevo a su lado, imaginando que era muy poco posible que Naoki-ojisan viniera también, si no había llegado ya junto al vaquero. Además, las bolsas delataban, entre otras cosas, dulces y golosinas para los chiquillos, que a falta de tiempo para prepararlos él, Sawada había comprado.

-Sí, mi cielo; aquí estaré. Tu tío Naoki me pidió un tiempo para dedicárselo a Masa-kun[1], pues anda un poco distraído en sus clases últimamente, y confundido con su vida… Pero en fin. ¡El punto es que volví y me quedaré con ustedes hasta mañana!-

Al decir eso, ambos críos dejaron sus platos y corrieron al lado del bajista para abrazarlo, una vez que él se acuclilló y quedó a su altura. La escena fue tremendamente tierna, y en ese momento comprendí el desvelo legítimo que sentía el rubio por aquellos dos pequeños, otrora huérfanos, que se habían convertido en sus sobrinos amados. Las razones que tenía para juzgarlo por su intenso celo desaparecieron. No obstante, temiendo conmoverme más de lo prudente, retiré la mirada y conminé a Ruki a hacer lo mismo, una vez que me volteé hacia él. Lo último que observé fue al músico estrechando a los menores en silencio y con los ojos totalmente cerrados.

Cuando el mayor se levantó, mi hermano al parecer sintió la necesidad de justificar frente a él nuestra presencia en la casa, y lo interpeló.

-Taiji-san… Nosotros todavía no pudimos encontrar a nuestra familia.- Le dijo al rubio, continuando con la farsa expuesta a los demás para no darles a entender a los pequeños que el otro también conocía la verdad. Era mejor así, en aras de que no surgieran preguntas o comentarios comprometedores de parte de ellos, y para que no fueran a comentárselo a nadie más, creyendo que no habría problema con que todos lo supieran. –Por lo que Tatsu-senpai nos dijo que nos podíamos quedar aquí hasta que fuera necesario. Todavía nos falta hablar con Tomioka-sama o con Kenzi-san para pedirles permiso, pero pensamos partir mañana hacia Tokio…-

Sabiendo lo que todo aquello significaba, el bajista respondió de forma amable, buscando tranquilizarnos y demostrándonos que, a pesar de todo, venía en son de paz.

-Estoy seguro de que por parte de Ken-chan no habrá ningún problema, así que no se preocupen, chicos. Con que él esté de acuerdo, Tommy no los hará irse, pues jamás ha faltado a los deseos del enano.- Agregó, mirando a los pequeños después, quienes se alegraron mucho al escuchar las palabras del tío. –Así que, por el momento, compartan con los Takas y denles buenos consejos, porque después van a extrañarlos mucho.-

-¡Pero Yuki-nii y Nori-oniichan pueden venir de nuevo a vernos, Taiji-ojisan!- Exclamó el pequeño Takanori. -O… ¿tú no lo crees así?-

-No lo sé, mi vida. Depende de ellos, y de si se encuentran muy ocupados o no.- Contestó el mayor, acariciándole el cabello al chiquillo.

-Por más distancia que nos separe, nosotros siempre estaremos con ustedes.- Repuse, adelantándomele a Ruki con una respuesta de ese tipo.

Empero, fue él quien se levantó y se dirigió hacia donde estaban los pequeños. Acto seguido, se hincó sobre una rodilla y le tomó ambas manos a Nori-chan, mirando también a Yuki.

 

“Tsurai koto sae wasureru kurai (Al menos puedo olvidar todos los momentos difíciles)

Anata wo omotteiru (pensando en ti)

Aenai yoru wo kazoeru tabi ni (Contando el número de noches en que no puedo verte)

Kogareru mune (mi corazón te anhela)

Kakechigai no sabishisa tsunoru (Invitando la soledad de la confusión)

Douka hitorikiri de nakanaide (de alguna manera, por favor no llores solo)

Donna ni hanareteite mo (No importa cuán lejos estemos)

Shinjiaeru futari de iyou (vamos a creer en el otro)

Ashita anata no kimochi ga hanarete mo (Incluso si tus sentimientos se desvanecen mañana)

Kitto kawarazu aishiteiru (todavía te amaré invariablemente)

Ashita anata ni boku ga mienakute mo (Incluso si no puedes verme mañana)

Kitto kawarazu aishiteiru (todavía te amaré sin falta)”

 

Su voz melodiosa, suplicante y angustiosa -si bien a la vez esperanzada- entonaba todas y cada una de las palabras impregnándolas de una emoción que le impedía a cualquiera que las escuchara permanecer impasible. Sawada, quien estaba frente al pelirrojo, también se admiró mucho, y le fue imposible quitarle la mirada de encima a mi hermano.

Alguna vez lo escuché entonar aquella canción sin ponerle demasiada atención a la letra, restándole importancia con desdén pues de primera entrada me pareció que, debido al tono y al tópico, lo más probable era que su motivo e inspiración hubiese sido Makoto. No obstante, en ese momento Ruki se hallaba dedicándose a sí mismo esas estrofas: buscando animarse con ellas para poder atravesar unos años cuyas dificultades ya había conocido en carne propia. Ante todo, y dentro de lo que soy capaz de intuir, la de estar solo a pesar de pertenecer a una familia tan grande, así como la de sentirse desesperanzado y sin poder creer en un futuro promisorio. De la misma manera, me incluía también como destinatario cada vez que dirigía su mirada hacia Takayuki, y cuando después de unas palabras le tomó la mano, sonriéndole dulcemente. Sin duda alguna, yo era para él ese tú lírico y él lo era para mí, sin que eso eliminara las posibilidades de que se hablase a sí mismo, de que me conminara a hacerlo también sugiriéndoselo a mi yo niño, y de que se refiriera a otras personas profundamente amadas por ambos, algunas de las cuales estábamos aun por conocer.

El grado de suma emoción que sentí fue sobrecogedor y se tradujo en un escalofrío placentero, del tipo de los que se experimentan al escuchar melodías intensamente amadas y significativas.

 

“I will walk together

The future not promised

It keeps walking together

To the future in which you are…”[2]

 

Cuando el pelirrojo finalizó, se escuchó un par de inequívocos pasos provenientes de uno de los aposentos traseros de la planta baja: la oficina de papá.

Ya ni siquiera le importó aparentar una situación de “absoluta casualidad”. Boquiabierto, el fundador de la Free-Will Records miraba a Takanori como si de repente le hubiera salido un aura divina.

-¿T-tú… escribiste e-eso, mocoso?- Le preguntó, sin poder quitarle la vista de encima, logrando que el menor se sonrojara, al tiempo que le contestaba solamente con un tímido asentimiento de cabeza. –Es… ¡SENCILLAMENTE PERFECTO! ¡Es una verdadera maravilla!-

La exclamación nos tomó por sorpresa a todos; incluso, a los pequeños. Nadie tenía ni la más mínima idea de qué decir.

-¡Tú sí que dominas bien el inglés, muchacho! ¡Me has dejado muy impresionado!-

Las mejillas de mi hermano no podían más del caliente rubor a causa de los inesperados halagos, y cuando yo estaba por comenzar a disfrutar de la escena, papá se acordó de mí.

-¡Ah, pero si el otro malviviente también logró asombrarme mucho esta tarde, y pude darme cuenta de que no son ningunos ignorantes!- Declaró, frenando mi sonrisa una vez que lo vi observarme con determinación. –Eso sí, no hay duda de que pecan de novatos estúpidos. ¡Miren que ir primero a entrevistarse con el tarado de Kaiki, antes que venir a buscarme a mí! ¡Definitivamente, no tienen una pizca de cerebro, eh!-

Entre tanta reacción revuelta, los únicos que hallaron espacio para reír sin parecer por ello sospechosos fueron los Takas. Taiji, por su parte, ya estaba bastante hastiado de los peculiares acosos que su jefe solía poner en práctica con todos aquellos aspirantes que le parecían de utilidad, a los cuales trataba con el mayor desprecio posible para saber si serían capaces de aguantar las duras exigencias del negocio una vez dentro.

-¡Ya basta, Tommy! ¡Cálmese!- Le dijo el rubio al de melena rojiverde, tomando las bolsas que traía y colocándolas sobre el desayunador alto que separaba la cocina del comedor. –¡Tranquilícese, y deje en paz a estos pobres chicos de una buena vez! ¿Qué acaso no le da pena estarlos importunando? ¡Déjeme decirle que con esa actitud, es usted un pésimo cazatalentos!-

Entonces, el ruborizado fue papá, pues aunque ninguno de los tíos se quedaba callado nunca, al parecer no se esperaba una reprimenda como esa por parte del bajista.

-Ughhh… ¡Sawada! ¿¡Pero qué te has creído!?- Replicó, de mala manera. -¿Quién eres tú? ¿Mi mujer? ¡Ni siquiera Kenzi se tomaría esas atribuciones!-

-Tommy-chan: cállate. Y no fastidies a los muchachos.-

Mamá, que venía en dirección de las escaleras, cruzó el aposento y regañó a su marido sin siquiera mirarlo, dirigiéndose hacia donde estábamos nosotros con los chiquillos.

Al llegar a nuestro lado, se inclinó para besar en la frente a los nenes, y a nosotros nos regaló una sonrisa tranquilizadora. Posteriormente, les preguntó a sus hijos cómo había transcurrido su día en compañía nuestra, y que si se habían divertido, a lo que ellos contestaron afirmativamente y con mucha emoción.

Papá, por su parte, continuaba desconcertadísimo, habiendo seguido a su esposa con la mirada, y sufriendo bajo el atisbo satisfecho del vaquero.

-¡Muñequita! ¿¡Qué demonios!?...- Dijo por fin el mayor con tono angustiado, atrayendo la atención del distraído batero. –¡T-tú jamás… me habías hablado así!...-

Entonces, ella se volteó.

-¡Awwn! ¡Pero si no es para tanto, mi vida!- Su voz era la misma de siempre: agradable, pacífica y mimada. Justo la que había utilizado segundos antes, pues en ningún momento le habló a papá con rigor, pero era verdad que prácticamente nunca lo ponía en su lugar, y de ahí que el otro se descolocara de semejante forma. –Es solo que a veces te pones un poco pesado con todo este asunto de los músicos y los contratos… ¿Trata de olvidarlo por un momento, quieres? Te aseguro que si alguna vez Yuki-kun y Nori-chan deciden involucrarse en esto, lo harán directamente con quienes más saben…-

Y cerrando su parlamento con un guiño de ojo, la ingenua pensó que estaría bien así. Después de todo, le había hablado con la verdad al empresario, o al menos, con la parte de verdad que podía permitirse para no levantar sospechas. Tanto Taiji, como Takanori y yo nos encontrábamos bastante sorprendidos de buena manera, pero no contábamos con que… a veces, los papeles entre ellos dos se invertían.

-Adsadsads, ¡uahhhh! ¡En esta casa ya nadie me respeta!- Se quejó el de melena bicolor, turbándonos a Ruki, a Taiji y a mí con sus gritos. -¡Tatsuya! ¿Dónde estás? ¿¡Dónde te metiste, Shinozaki!? ¡Todo esto es tu culpa por mimar así a Ken-chan! ¡Estás arruinando mi matrimonio!-

Papá salió del aposento dando voces y buscando a Tatsu-ojisan, quien todos ahí sabíamos que no tardaría en rechazar sus acusaciones de la manera más mordaz y definitiva. Por fin, una vez que el cantante salió del lugar pudimos reírnos de buena gana, soltando las carcajadas que guardábamos afanosamente para no terminar de patitas en la calle, y hechos un colador.

-No sé qué le pase a su papito, pero últimamente anda medio raro. No le hagan caso.- Les dijo mamá, encogiéndose de hombros, a unos para nada extrañados niños, siendo secundada por un suspiro de Sawada.

-Por ahora, ya pueden estar tranquilos, porque si se van al cuarto, dudo mucho de que los moleste más antes de mañana.- Agregó el rubio, dirigiéndose a nosotros dos. –Total, ya es hora de que los niños se acuesten, y se hace tarde para los demás también.-

Dicho aquello, Taiji se acercó a la puerta principal y la cerró, comentando que ya no faltaba nadie en casa, pues Tada-nii y Morrie-san se encontraban en el cuarto del primero desde que terminaron de mirar la película. Acto seguido, nos pidió a Takanori y a mí que nos despidiéramos de los pequeños, pues iría a acostarlos en compañía de mamá. Nosotros, por nuestra parte, estaríamos libres a partir de ese momento.

Dado que habíamos comido en compañía de los chiquillos y que solo quedarían despiertos los adultos, le sugerí a Ruki que nos retiráramos a la habitación nosotros también. Ello porque me imaginé que después de cumplir con sus últimas obligaciones, Tatsu-ojisan, mamá y Taiji cenarían algo por su cuenta, debido a que nuestra familia no tenía la costumbre de comer todos juntos los fines de semana. Igualmente haría papá o cualquiera de los demás, si de repente le daba hambre tarde en la noche. No era que no tuviéramos nada de qué hablar con cualquiera de los tíos, pero, definitivamente, bajo la excusa con la que nos encontrábamos ahí y dadas las esperables sospechas que estos tendrían, no nos convenía quedarnos merodeando por la casa.

Luego de que el mayor aceptara, nos despedimos de los presentes una vez que bajaron de nuevo al primer piso, arguyendo cansancio a causa de las aventuras del día. Tomaríamos un baño y después nos acostaríamos, para así poder recuperar fuerzas durante la noche. No volvimos a mencionar que pensábamos partir el día siguiente, si bien eso era algo que ya probablemente todos daban por un hecho en aquella casa.

 

IX

 

“Juntos fuimos siempre felices

Pero cuando estaba solo

esperaba siempre un correo tuyo

Tan solitario, que seguía leyendo tus mensajes antiguos una y otra vez.” Ano toki no you ni…

 

Mi misión durante esas horas fue parecer lo más tranquilo posible, a pesar de que las ansias me devoraban por dentro a cada instante conforme sentía que mi tiempo en esa dimensión se agotaba, y que podía darme cuenta de ello como si estuviera frente a un enorme reloj de arena.

Desgraciadamente, no contábamos con más ropa que la que llevábamos puesta, así que no podríamos cambiarnos después de darnos una ducha. A mí eso no me significaba tanto problema, pero sabía que Takanori, sin duda, se encontraba bastante incómodo. De seguro que para él había sido una odisea tener que aguantarse así durante el día, pero estaba al tanto de que las circunstancias no nos habían dejado otra posibilidad. Cuando emprendimos el viaje, no teníamos idea de cuánto íbamos a tardar a ciencia cierta (si bien la máquina estaba programada para dos días como mucho, en caso de que todo marchara bien), con qué tipo de excusa nos acercaríamos a nuestra familia (y por eso no era recomendable cargar tantas cosas), o si siquiera tendríamos éxito con nuestras intenciones. Dimos un salto en el vacío y nos jugamos el chance, haciendo lo que pudimos con los recursos disponibles y el espontáneo desenvolvimiento de las situaciones.

No tendríamos oportunidad de esperar demasiadas consideraciones… O eso fue lo que creímos, hasta que, al ser el primero en salir de la ducha, miré la ropa interior limpia que mamá nos había dejado en la habitación sin decir nada. Con la toalla envolviéndome la cadera me acerqué al futón tras haber divisado las prendas, y segundos después comprobé que mi primera impresión fue certera. Afortunadamente, nuestras medidas eran bastante parecidas, y aunque Takanori y mamá se parecían más en estatura, ella y yo teníamos una cintura similar, lo cual terminaba de compensar más o menos el asunto.

Me coloqué el bóxer sinceramente complacido, dejándole el suyo al mayor en su lugar, para darle las buenas nuevas apenas ingresara al cuarto. Luego, me detuve a pensar en lo mucho que cosas tan triviales como un baño, desmaquillante, ropa limpia o una cama valían para nosotros en ese momento. Las noches que había pasado fuera por voluntad propia, en casa de mis amigos o incluso en la calle, eran muy diferentes a no tener dónde parar. Tras considerar eso, me acordé automáticamente de aquellos días previos a mi encuentro con mamá, los cuales a veces me preguntaba si amenazaban con quedarse en el olvido, pero recibía la respuesta de inmediato, al experimentar un profundo estremecimiento en lo más hondo del pecho, el cual lastimaba justo como diez largos años atrás.

Ruki me encontró callado y abstraído, y fue él quien adivinó primero lo de la ropa interior limpia sobre el futón, ya que olvidé decírselo debido a lo pensativo que me hallaba. El tiempo se extinguía y yo todavía no me había atrevido a acercarme a la persona que me inspiró toda aquella aventura, y si bien estaba consciente de buena parte de las razones para no haberlo hecho aún, sentía una desazón muy grande a causa de mi vacilación.

El pelirrojo se colocó la prenda interior limpia y se sentó a mi lado en silencio, habiendo elegido permanecer así desde que respondí a su pregunta sobre el origen de los bóxers con un parco asentimiento. Frente a nosotros estaba el espejo de pie, en el que podíamos apreciar nuestros rostros limpios, libres de cosméticos y sin ningún recurso que agrandara nuestros ojos naturalmente rasgados. Era en momentos como ese en los que llegaba a sentir que Takanori y yo realmente nos parecíamos, y en los que ese mismo pensamiento me provocaba una ternura muy grande. Por lo que, cambiando totalmente de expresión pero sin aumentar el exiguo caudal de mis palabras, me levanté del piso y fui a apagar la luz. Me volteé hacia el mayor con una pequeña sonrisa antes de accionar el interruptor, despidiéndome de manera totalmente inusual, aunque no por ello menos sincera, antes de regresar a su lado para meterme bajo la frazada.

-Buenas noches, oniichan. Te quiero.-

 


[1] Vocalista y guitarrista de SEX –Virgin Killer-. Gracias a su enorme parecido con los tres hermanos de Kioto (Naoki, Sceana y Yayoi), el chico quedó como el primo menor de estos en el rol. Sin ánimo de ahondar demasiado en este personaje por ahora, únicamente aclararé que debido a problemas con su familia nuclear en Tokio, el adolescente viajó a Osaka y se encontró con su primo mayor, el cual aceptó convertirse en su tutor y cuidar de él mientras viviera en esa ciudad.

[2] Todas las anteriores son estrofas de Cassis, de the Gazette. Preferí dejar la última de estas en lo que sea que esté escrita, dado que la única manera de llevarla al castellano sería mediante interpretaciones vagas de su posible significado. Es, en mi humilde criterio, una joya del engrish del visual japonés, y además sirve como puente para el cambio de ambiente que se presenta a continuación, con la entrada de otro de los grandes maestros nipones del inglés estropeado.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).