Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ano toki no you ni... por metallikita666

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ajusten toda correa y no lean de pie, porque con la misma intensidad que subiremos, vamos a bajar.

Ha llegado el momento de la verdad.

X

 

“Siempre, una y otra vez

Siempre, no hice más que entristecerte

Con seguridad, incluso a ti te he lastimado

y ahora no me puedo mover

¿Por qué duele tanto tocarte?

Seguramente, las mismas cosas se repetirán

porque me da miedo perderte.” Cassis

 

“Quiero volverme más fuerte

y tener el coraje de vivir solo

Pero la verdad es que tengo miedo de ser traicionado

Con escapar no se cambia nada

Lo entiendo, pero soy yo el que no puede ser cambiado.” Miseinen

 

La sensación de incomodidad a causa de los líquidos ingeridos horas atrás era bastante, y el tiempo transcurrido, justificable. Por lo que, sin haber pegado los ojos en todo ese rato me levanté, haciendo mis mejores esfuerzos para no despertar a mi hermano. Salí de la habitación con una palpitación anormal, y cuando ya estaba a punto de cerrar la puerta, me acordé de que solo traía ropa interior y calcetines. Me maldije internamente, pues debido a semejante torpeza tendría que regresar al cuarto para traer la camisa.

Hice tal cual muy cuidadosamente y luego volví al punto de mayor progreso, dejando escapar un tenue suspiro cuando por fin cerré la puerta de la recámara. Posteriormente, me tomé unos instantes para apreciar el silencio que reinaba en el pasillo, así como en toda la casa: a esas horas, hasta los animales dormían profundamente, cada uno en su estancia. De no ser porque resultaría incómodamente extraño para los habitantes de esa vivienda a la mañana, me habría fascinado echarme en aquel lugar, pues me sentía muy cerca de todos. Era curioso, pues tenía para entonces la experiencia de dormir amontonado con los chicos en donde primero cayésemos tras una borrachera; no obstante, como si hubiera vuelto a ser niño, la noche anterior junto a mamá me había sabido a gloria. Empero, en ese momento ansiaba contacto con alguien más, y no precisamente solo el que había tenido en el pasado con esa otra persona tan amada.

Caminé hacia la recámara ajena nuevamente, dudando de si me encontraba listo para lo que sea que fuera a hacer, y valorando la sensación de llenura en mis entrañas. Se supone que me había levantado para ir a mear, pero… o la necesidad no era tan imperiosa, o las ansias extrañas que me invadían hacían que cualquier otra cosa pareciera secundaria.

Ahí tenía esa puerta de nuevo, y no podía evitar acordarme de la noche anterior, de las palabras del rubio, y sobre todo, de sus miradas, tan cargadas de fiereza y frialdad. En el pecho, más que en el estómago, sentía un revoltijo de emociones aderezadas onerosamente por las dudas, y poco a poco la desesperación se apoderaba de mí. ¿Qué hacer; adónde ir? Si volvía junto a Ruki, no iba a poder dormir de todas maneras, y estaría preguntándome una y otra vez por qué fui tan cobarde, habiendo llegado tan cerca sin decidirme a entrar. Pero si lo hacía, me arriesgaba a una reacción todavía más violenta de parte del bajista. No obstante, algo dentro de mí insistía en que si Sawada había vuelto esa noche a la casa, era porque el destino quería que lo enfrentara.

Armándome de valor y haciendo uso de mis filosofías existenciales giré el pomo, asumiendo la imposibilidad de saber qué sucedería una vez que cambiara la historia por completo, y consciente de que el cambio había iniciado desde que pusimos un pie en esa casa. Me era completamente incierto si al volver a nuestro tiempo, los demás recordarían lo acontecido en esos días del pasado, o si nosotros mismos seríamos capaces de evocar la visita de dos adolescentes sumamente extraños que llegaron para mostrarnos en lo que nos convertiríamos con el transcurso del tiempo.

No podía dar nada por hecho, y ya la suerte estaba echada. Que fuera lo que tuviera que ser.

Esa vez no esperé a ser notado, y tampoco me tomé el tiempo para disfrutar del ambiente de aquella habitación, impregnada en su totalidad por el exquisito aroma de su dueño, a pesar de la ausencia que tenía tiempo castigándola. Yo mismo encendí la luz, provocando que en ese momento el mayor se volteara hacia donde yo estaba, rodando sobre sí mismo en la cama. Tenía un gesto de molestia con el cual no sé si pretendía culparme por haberlo despertado, o solamente era una demostración esperable aunque estuviera en vigilia.

-¿Qué quieres?...- Dijo con seriedad el rubio. –Al parecer, te has empecinado en no dejarme dormir ni un solo día de los que estés aquí, ¿no es así?-

-Taiji, he venido a hablar contigo. Ya no soporto esta situación, ni que sigas evadiéndome.-

Le contesté con la misma gravedad con la que el otro me había hablado, clavando los ojos en su rostro al tiempo que cerraba la puerta tras de mí. Él no pareció sorprenderse por mi réplica, sino que, suspirando, se destapó, salió de la cama y se sentó en ella. No me invitó a hacer lo mismo, así que yo me acerqué más a su lecho pero permanecí de pie.

-¿Por qué no le contaste nada a Tatsu-ojisan?- Le pregunté sin ningún tipo de preámbulo, pues no estaba dispuesto a cederle la palabra hasta que hubiese aclarado mis dudas.

-No sé… Supongo que le resté importancia al tema a fin de cuentas- respondió, lanzándome una mirada filosa. –Pero te devuelvo la pregunta: ¿por qué no le dijeron ustedes, si me anunciaste que ya habían decidido hacerlo?-

Aturdido, me quedé sin palabras. No esperaba que recordara que yo, la noche anterior y aunque era verdad que Ruki y yo creíamos que lo haríamos, le había respondido tal cosa para no mostrar preocupación por lo que pudiera pasar. No obstante, había algo que si a mí me disuadió de enterar a otros del motivo de mi plan, tendría que haber sido parecido para él.

-Nosotros… al final decidimos que no sería conveniente. Incluso mamá nos aconsejó no enterar a todos, pues para algunos sería imposible de creer, y en última instancia, irrelevante.- Dije, firme. Él levantó las cejas durante un instante, a modo de sorpresa a causa del sensato argumento. –Pero ¿sabes?... Yo creo que a fin de cuentas tú no le contaste nada porque sabías que tarde o temprano yo te buscaría, y no deseabas que nadie se metiera a cuestionar tus pensamientos…-

Tras esas palabras, el rubio se enfureció visiblemente, y fue tanto así, que se levantó de donde estaba y me enfrentó. Iba vestido solamente con un bóxer, al igual que yo, y una camiseta blanca de tirantes (de la manera usual en que dormíamos casi todos en casa, salvo mamá, Ruki o Tada-nii); atuendo que no me detuve a mirar con detalle, dadas las circunstancias. Empero, me sería imposible negar que su abrupta cercanía me puso muy nervioso.

-¡Dime de una buena vez qué demonios es lo que quieres, y para qué carajo viniste!- Espetó el bajista, cuidando todavía el volumen de sus voces, pero no por ello reduciendo su contrariedad. –¡Desde que llegaste, no has parado de perseguirme!-

-Eso no es verdad…- Musité, molesto; pero más aún, resentido. –Y si lo fuera, de todas maneras no he sido el único. ¡Porque tú, por tu parte, no has dejado de sospechar de mí desde que te dije quién era, y temes por los niños como si los fuéramos a secuestrar! Ah, y es más: hasta estoy seguro de que todavía te rehúsas a creerme…-

No tuvo que replicar nada, pues su semblante me lo confirmó.

-Tú ni siquiera me llamas tío…-

-¡Porque la vez que lo hice, por poco me sacas a patadas de aquí!- Al contestar, sentí un reflejo de humedad en los ojos, pero aparté la posibilidad de mi mente con obstinación, negándome a acabar llorando por algo tan insignificante como eso. –Además, no puedo hacerlo con ninguno… por mucho que lo desee. ¡No podemos! ¡Estamos aquí por cuenta de una historia muy diferente, y de nada serviría despertar sospechas!-

Luego de cruzarse de brazos, bajar la vista y quedarse en silencio durante unos instantes con ademán de aguardar, volvió a mirarme. Mas no cambió un ápice su expresión.

-Sigues sin decirme a qué has venido…-

-Y tú continúas sin pronunciar mi nombre, porque estás convencido de que soy cualquier sujeto en el mundo, excepto quien digo ser, ¿no?- Inquirí, bruscamente desafiante. -¡Y que esto que está sucediendo es sin duda una especie de dimensión alterna, o un sueño demasiado fumado como para molestarse en prestarle atención!-

Y cobrando agallas, producto del enojo, el resentimiento, mi propia altanería y lo que sentía por él –o todo eso junto-, levanté la mirada. La clavé en sus ojos y di un paso más hacia adelante, quedando prácticamente frente a frente, gracias a mi para entonces notable estatura.

–Vine para decirte una vez más… ¡Porque por si no lo recuerdas, ese niño que duerme ahora lo había hecho hace más o menos un año!…- Por más que lo negara, no podía ocultarme a mí mismo lo tenso y nervioso que estaba, pero sabía que no me detendría hasta hacerlo escuchar todo lo que tenía que decir. -¡Que te amo… que no puedo soportar la idea de estar con nadie más que no seas tú, y que me es imposible admitir que te quedes con Naoki... ¡MIENTRAS YO ME MUERO POR DENTRO CADA DÍA QUE PASA, EN ESE HORRIBLE FUTURO DEL QUE VENGO, PORQUE NO PUEDO DEJAR DE SOÑAR CON LA IMPOSIBILIDAD DE TENERTE!!-

Ni siquiera me di cuenta en qué momento ocurrió, pero al hacer aquella confesión a través de cuyas palabras se vertía por fin todo el dolor de mi alma, sujeté al mayor con fuerza de ambas muñecas y lo acorralé contra la pared. Por lo tanto, al caer en cuenta de ello, advertí el temor del bajista tanto en su rostro como en su cuerpo, ya que se había quedado paralizado y sin poder decir nada. No obstante, mi arrebato era tan grande que, completamente obnubilado, pretendí abalanzarme sobre él, pues estaba dispuesto a robarle un beso sin importarme ya nada.

-¡Takayuki: detente en este mismo instante! ¡ES SUFICIENTE!- El bajista tensó los brazos con todo su vigor y se mantuvo inmóvil, confiando en que con su advertencia bastaría. –¡No quiero lastimarte, y por dios que es lo último que haría, ¡¡pero si no reaccionas en este momento, no me dejarás alternativa, mocoso insolente!!!-

Ya fuera por el tono de su voz o por la severidad de su amenaza, los cálculos ajenos fueron correctos: como si despertara de repente, me detuve. Miré mis manos, con las cuales sujetaba y envolvía aquellas talentosas extremidades, al tiempo que el corazón se me volvía loco y parecía querérseme escapar por la garganta y los ojos. Y fui consciente por fin de la manera en que había arrastrado al mayor hacia un lado de la habitación, imponiéndome cual si no tuviera ningún reparo en violentarlo. Entonces, y a pesar de tal reconocimiento, ya no pude retener las lágrimas: su rechazo, frontal y cortante, era demasiado para poder soportarlo.

-¿Por qué… ¡eres tan duro, y tan frío!?- Sollocé. -¡¿¿Por qué diablos no puedes entender lo que siento por ti, y darme una oportunidad??!-

Aquello lo grité y solté sus muñecas violentamente, para luego dar un paso hacia atrás y tomarme la cabeza con las manos. Estaba ciego: no veía ni entendía nada, ni me importaba si los demás lo escuchaban todo. Había comenzado a gimotear con grave nerviosismo, sintiendo la causa perdida, si bien muy dentro de mí sabía que en ningún momento tuve posibilidades, ni control de la situación. Mis intentos y mis acercamientos habían nacido muertos desde el momento en que me aparecí en esa casa: y más todavía, desde el instante mismo en que, estando en mi plano temporal, concebí volver al pasado. Pero no quería reconocerlo. Haría todo lo humanamente posible por negarlo, y por insistir una y otra vez en aquella fijación que se había apoderado de mis sentidos.

-¡Por todos los cielos, Yuki! Eres tú el duro, el frío y el egoísta, ¿¡qué acaso no te das cuenta!?- Entonces, se coló por fin un dejo desesperado en la voz del rubio, que era el primer indicio de la expresión de su dolor. –Pero aunque no seas capaz de ver eso, ¡responde! ¿Qué ganarías si en estos momentos yo accediera a tus deseos? Si pudiera olvidarme por un momento de que tú eres mi sobrino, en cuya crianza he tomado y tomaré una parte fundamental, y correspondiera a tu amor, que te juro que sé que es completamente puro y sincero… ¿Qué harás después, cuando tengas que irte? ¿¡Qué haré yo, por dios, en el momento en que te vuelva a mirar de tan solo siete años!?-

Tiñó esas últimas palabras con énfasis tan apesadumbrado, que pude sentir un escalofrío en toda la piel, si bien continuaba con el semblante bajo, la cabeza entre las manos y sin mirarlo.

–¿Qué sentido habrá tenido, si jamás nos volveremos a ver, pero por otro lado, yo lo recordaré siempre, mientras tú vas creciendo y convirtiéndote en un hombre?...-

De pronto, y reanimado por las palabras que había interpretado erróneamente, vi en ellas una posibilidad.

-Tú… creíste en mí cuando te confesé mis sentimientos, ¿verdad?- Inquirí, levantando la vista lentamente. -Y cuando te dije que si alguna vez Naoki-ojisan te fallaba y te lastimaba, yo estaría ahí para defenderte. ¡Sabes que no te mentí con eso!- Exclamé, sonriendo esperanzado: emocionándome con una velocidad e imprudencia perturbadoras. –¡Ganaría poder cambiar el futuro, porque en este momento nadie puede saber si al volver a mi tiempo, los demás recordarán lo sucedido estos días como parte del pasado, o no! Así es que puede que cuando me vaya, no nos volvamos a ver en estas circunstancias, ¡pero yo estaré contigo en mi tiempo, y tú estarás conmigo en el futuro!-

Ya no sentía ningún disgusto ni ningún pesar, sino que por el contrario, estaba totalmente complacido e ilusionado con cuanto yo mismo acababa de decir. Por eso fue que nunca en la vida me habría podido esperar la reacción del mayor, y tuve la osadía de mirarlo al rostro para buscar la aprobación inmediata de la que consideraba una fantástica idea, increpándome internamente por no haber dicho las cosas de aquella forma desde el principio.

No me percaté de sus movimientos. Solamente advertí que, de un pronto a otro estaba mirando en otra dirección, y que la mejilla me escocía horriblemente.

Me tomé la cara sin poder entender nada, siendo incapaz de creerlo: ligeramente boquiabierto y con temor de llevar la vista hacia el frente una vez más.

-Me contuve de cachetearte por altanero y hasta por atrevido… Pero eso te lo ganaste por tu egoísmo tan desvergonzado...-

No tuve necesidad de hablar, porque cuando por fin fijé mi gesto en él, el mayor pudo notar que seguía sin comprender sus razones.

-No puedo creer que seas capaz de pensar así, por mucho que digas que te mueve el amor verdadero- comenzó, pasmándose al notar, en mi cara, que no le comprendía. –Haces que me decepcione de la educación que te dimos, ¡pues no recuerdo que te inculcáramos tanta ingratitud!-

Una a una, sus duras palabras iban cayendo en mis oídos como estocadas que juzgaba inmerecidas, por lo que no me resignaría a recibirlas sin protestar. Pero él se me adelantó.

-¡No te hagas el que no entiende de qué hablo, Takayuki, y no me contradigas! ¡Eres mezquino, porque en ninguna parte de tu insensible propuesta te acordaste de Naoki! ¿Cómo es posible que ya se te olvidara que él fue tu tío desde antes de que comenzáramos nuestra relación? ¡¿Dónde queda el agradecimiento y el cariño que deberías sentir por él, después de todos sus cuidados desinteresados?! Naoki jamás me ha lastimado, y si en el futuro del que vienes tú todavía estamos juntos, quiere decir que jamás rompió su promesa…-

Ya no necesitaba escuchar más para saber que mi plan había fracasado estrepitosamente, y lo último que deseaba era quedarme ahí para que Taiji siguiera mostrándome la clase de persona execrable en la que me había convertido. Así fue que, envuelto en silenciosas pero amargas lágrimas y sin dar tiempo a un reproche más, me giré y salí del cuarto sintiendo que me sería imposible recobrarme después de semejante baldazo de realidad. Por si fuera poco, continuaba con la incertidumbre sobre los efectos que mis estúpidas acciones tendrían en el futuro, y el pavor que sentía ante la idea de encontrarme con un Taiji que no solamente no estaba conmigo en mi tiempo, sino que además me odiaba, aumentó.

Jadeando y con las mejillas arrasadas en odioso líquido salino llegué al cuarto de juegos: abrí, entré y cerré la puerta apoyándome de espaldas a ella a lo último, estirándome hacia arriba mientras inhalaba profunda pero calladamente, como deseando silenciar cualquier gemido o sollozo que se me pudiera escapar. El aposento seguía a oscuras, pero luego de unos instantes durante los cuales mis ojos se acostumbraron a la penumbra, pude distinguir la silueta de Ruki. El pelirrojo no dormía, sino que estaba sentado en la cama en dirección hacia mí.

-T-Takanori…- Mascullé maquinalmente, una vez que me di cuenta de la autenticidad de lo que veía.

-Enciende la luz, Yuki. Tenemos que hablar.-

No podía sentirme más desgraciado. En ese momento, era mi propio hermano -mi siempre dulce, cariñoso e introvertido hermano- quien me hablaba con voz implacable, y yo sabía muy bien la razón, o podía adivinarla. Al menos, tenía un indicio, y confieso que la idea de tener que enterarme del resto lo quisiera o no, me producía una enorme pesadumbre por la que me negaba a atravesar.

Pero sabía que de no hacerlo yo, él vendría a encenderla, así que después de unos segundos alargué el brazo y di con el interruptor.

Me encontré con la misma silueta, pero por fin pude contemplar la expresión en su rostro. Ruki me miraba con suma seriedad, aunque sin otro sentimiento aparente en sus ojos, lo cual no necesariamente me tranquilizaba. Y a lo que parecía, no quería ser él quien comenzara, pues no dijo una sola palabra.

El contacto visual hizo su efecto en mí y me fue desarmando con el pasar de los segundos, pues me fue imposible sostenerle la mirada. Luego de eso ya no fui capaz de retener los sollozos ni las nuevas lágrimas que brotaban sin derecho alguno, confabulándose para sumirme en una estado de indefensión que detesté: yo, el más osado y temerario de ambos. Pero el menor, a fin de cuentas.

-Por favor… no me mires así tú también. No tú… Porque si lo haces, ya no sabré a quién acudir…- Logré decir a duras penas, sin que el llanto me trabara la dicción. Además, había ido agachando la cabeza por instinto.

Pero él no respondió. Y yo estaba seguro de que me había oído.

-¡Ruki, vámonos de aquí!- Exclamé de repente, tras haber alcanzado con la vista el reloj-control, a un lado de mi almohada, sobre el futón. –¡Vámonos de este horrible pasado, al que jamás debimos haber venido!-

Y cuando pretendía separarme de la puerta para ir hacia el aparato, el pelirrojo se me adelantó y lo tomó. Sus acciones me perturbaron tanto, que volví a mirarlo directo al rostro, presa de un desconcierto total.

-No nos vamos a ir a ningún lado, Takayuki. No antes de lo previsto, y no antes de que tú te disculpes con todas las personas a las que les debes una explicación.-

-¿¡Pero de qué rayos estás hablando, Takanori!?- Repuse, enfurecido al no poder comprender por qué el mayor actuaba así; y más aún, por qué aumentaba de la nada el número de ofendidos a causa de mis actos. Por un momento, temí que Naoki-ojisan sí se hubiera quedado en casa esa noche, escondido quién sabe dónde, y se hubiera enterado de todo. –¡¡Yo no quiero esperar hasta mañana!! ¡¡¡Todo esto es una pesadilla, y quiero acabar con ella lo más pronto posible!!!-

-¡Pues te calmas, enano tonto! ¡TE CALMAS, TE CALLAS Y ME ESCUCHAS!-

Y tras semejante respuesta, se acercó a mí y colocó sus manos en mis hombros, desplazándose hacia uno de los lados hasta completar media vuelta y de esa manera cambiar la dirección de nuestros cuerpos. Una vez así, caminó empujándome hacia el futón, y me avisó solamente para que hiciera amago de sentarme, pero no me quitó las manos de encima hasta que tuve el trasero pegado al colchón.

Yo lo miraba sin poder hablar, preguntándome una y otra vez si en verdad ese que estaba ahí era el Ruki de siempre.

-¿Pero qué carajos…?-

-¡Que te calles! ¡Te dije que no hablaras!- Exclamó él, y yo le obedecí sin chistar. Acto seguido, se paró frente a mí, mirándome verlo. Y finalmente suspiró.

–Sé todo lo que pasó con Taiji-ojisan.-

Esa simple oración logró enervarme automáticamente, pero preferí no decir nada para que no volviera a regañarme.

-Y lo sé no porque te siguiera y me parara fuera de la habitación, a pegar la oreja a la puerta, sino porque siempre lo supe… O al menos, lo intuí.-

Su confesión me apabulló de una manera tal en que ni siquiera las respuestas de Taiji lograron ponerme minutos antes. Ello porque las emociones que en mí se manifestaron en esos momentos habían tenido que ver más bien con la decepción de un intento que, de una u otra forma, ya consideraba fallido en lo más profundo de mi ser, al tiempo que ese conocimiento no había sido suficiente como para disuadirme de mi obcecado empeño. Un empeño que, como si fuera poco, reconocía además como egoísta, avergonzándome todavía más.

Pero el punto fue que yo siempre había creído que las razones de mi viaje se mantuvieron resguardadas del conocimiento de cualquier otra persona; incluso, de quienes eran más queridos para mí. Me había abstenido hasta de comunicárselo a Kuroneko, cuya naturaleza de fuerte resentimiento se parecía muchísimo a la mía (y tan al contrario de la de Ruki), para que no albergara sentimientos adversos hacia nuestro tío Naoki, avivando los recelos de un episodio que sucedió mucho antes de que ella fuera adoptada.

La interrogante en mi expresión, a esa altura, era clara para mi hermano.

-¿Tanto te sorprende enterarte de que ya sabía qué te motivó a venir al pasado?- Inquirió él, aceptando mi apenado silencio como asentimiento. –Bueno, en ese caso, te recuerdo lo mucho que te conozco, Yuki… Y en teoría, lo mucho que me conoces tú a mí también. Aunque sinceramente, dudo de que puedas contestar algo relacionado conmigo, si te lo preguntara ahora mismo…-

Arrugué las cejas en señal de desacuerdo, pero sintiéndome sumamente inseguro por dentro. Yo, que siempre creí que lo tenía todo bajo control, caía en cuenta abruptamente de que no en vano había sido durante muchos años el menor de la familia, por mucho que hubiera crecido, por más temible que me hubiera hecho para algunos, y… por mucho que insistiera en cobijar a los demás bajo mi supuesta ala protectora, siendo que no era capaz ni de resguardarme yo de mis propias estupideces.

Takanori me miró durante unos instantes más, y luego, lanzando el reloj hacia su lado de la cama, se arrodilló y se sentó en seiza.

-¿Por qué crees tú que decidí acompañarte a este viaje, eh? ¿Alguna vez pensaste en eso?...-

-Sí me lo pregunté- respondí, rompiendo el silencio. –Y llegué a la conclusión de que tú, al igual que yo, añorabas nuestra infancia… Y querrías observar de cerca cómo solíamos vivir cuando no teníamos más primos, y éramos los únicos chiquillos de la casa…-

-Sin duda, eso también es verdad. No te lo puedo negar.- Al mayor se le humedecieron los ojos, pero no hizo ningún esfuerzo por ocultarlo. –Como tampoco te puedo negar que estos días han sido hermosos respecto de eso, y que nunca me arrepentiré de haber venido. Pero esas no fueron todas mis razones.-

Sintiéndome acorralado de nueva cuenta, me abstuve de hablar. Pero gesticulé de manera triste, pues ya sabía a qué se estaba refiriendo el pelirrojo.

-Tu egoísmo no empieza y acaba con Taiji-nii y Nao-ojisan, Yuki; sino que continúa con Mako-chan y conmigo. A mí, a quien siempre has dicho querer muchísimo, no me dejas ser feliz con la persona que amo, y hasta desearías poder cambiar la historia para que nunca tuviera que aparecer en nuestras vidas…-

Simplemente no podía sostenerle la mirada, pues la vergüenza en mi cara era tan escandalosamente patente, que lo único que deseaba era tapármela con las manos. Y eso que el mayor estaba siendo verdaderamente sutil para hacerme los merecidos reproches.

-Yo… no puedo soportar la idea… de que alguna vez Makoto… se atreva a herirte…- Ya no me importaba nada, pues no tenía adónde ir, ni argumentos tras los que refugiarme que no fueran la verdad misma. –Al igual que… siento esa impotencia con Taiji. Ruki, por favor entiéndelo… Entiéndelo y perdóname…-

Lloraba como un crío, como si volviera a tener siete años, y me refugiaba en el hombro de mi hermano mayor mediante un abrazo que no habría fuerza en el mundo capaz de deshacer, hasta que lograra calmarme completamente. Me aferraba a él desesperado, y él me rodeó con sus brazos, arropando mi alma herida y consolando mi misérrimo corazón, aun y cuando yo no merecía nada de eso por haber maquinado su infelicidad.

-Nada puede asegurarnos que no llegará el día en que él me rompa el corazón, o yo se lo rompa a él. Y lo mismo con Taiji-nii y Nao-ojisan, porque todavía no hemos alcanzado el final de nuestras vidas. Pero ese es un riesgo que hay que tomar, hermanito. Y del que debemos hacernos cargo cada uno de nosotros…-

Lentamente, comencé a sentirme abstraído por el silencio de la noche, lo cual indicaba el espontáneo cese de mis sollozos. Tras sus últimas palabras, dichas minutos antes, lo único que escuchaba era nuestras respiraciones. 

-Yuki, tienes que ir a disculparte con Taiji-ojisan. No puedes dejar las cosas así, ¿lo entiendes?- Dijo el mayor, sin apurarse a romper el abrazo. Fui yo, por mi parte, quien lo hizo. –Nadie sabe qué pasará cuando volvamos al futuro, pero por si acaso sólo somos fantasmas del sueño para los demás y ellos para nosotros, debes de disculparte, y procurar que no quede ningún resentimiento.-

Sus palabras me parecieron sumamente extrañas, pero asumí que sería una expresión poética y metafórica –nada impropio de un letrista- para referirse a nuestro desconocimiento sobre el espacio temporal.

-No tengas miedo. De seguro que Taiji-nii te perdonará, pero quiere verte reconocer tu error. Demuéstrale que has crecido; pero sobre todo, demuéstratelo a ti mismo.-

Animado por el último parlamento del mayor me levanté de donde estaba, enrumbándome de nuevo hacia la recámara del rubio. Sentía una pena muy grande de volver a importunarlo, pero mi huida de su presencia había sido tan cobarde que un retorno de mi parte era lo más esperable. O eso quería pensar, para no detenerme a medio camino.

Toqué a la puerta, pero de inmediato me anuncié.

-¿Taiji-ojisan? Soy yo, de nuevo…-

El rubio no tardó demasiado en abrir. Parecía que, en efecto, había estado aguardando a que yo me presentara una vez más.

-Siento seguir molestándote… Pero he venido a disculparme.-

-Pasa.-

Una vez dentro, ambos nos sentamos al pie de su cama, frente a frente. Yo sabía que él, aunque había accedido a recibirme, no sería quien hablase primero, por lo que tampoco esperé a que eso sucediera.

-Ruki estuvo conversando conmigo, y me hizo ver mi error. Siento mucho haber sido tan egoísta e insensible como para viajar en el tiempo e intentar separarte de quien realmente amas… y que te ama de verdad y te merece.- Al afirmar aquello, y aunque todavía tuve que recoger unas cuantas lágrimas con las yemas de los dedos, levanté la mirada con valor. –Yo, por mi parte, sé que seguiré contando contigo y con tu amistad como tío… Y debo sentirme agradecido por tenerlos a ti y a Nao-ojisan como personas incondicionales en mi vida. Por otro lado, no me arrepiento por completo de haber venido, pues he pasado momentos maravillosos en compañía de los niños, de mamá y de Ruki… Sólo espero poder obtener la suficiente experiencia a partir de lo vivido estos días, como para entender que debo hacerme cargo de lo que siento por ti sin culparte, sin rechazar a Nao-ojisan y… sin ensañarme con tu hijo en un futuro…-

-¿Qué has dicho?- Interrogó Sawada por fin, entre sorprendido y asustado, cambiando abruptamente su actitud de hacía un momento. -¿M-mi hijo?...-

-Ehhh… sí. Demonios, lo siento. Creo que te di información que no debía. O de la manera en que no debía.- Haciendo un pequeño puchero que después moví hacia un lado, me golpeé la sien derecha con el puño. -Bueno, de todas formas ya lo sabes, así que no tiene caso esconderlo. Dentro de no mucho tiempo, Nao-ojisan y tú adoptarán un pequeño… Y en el futuro, Takanori y ese niño serán pareja… muy en contra de mi voluntad…-

Taiji seguía con los ojos muy abiertos. Pero, para no variar, yo me había adelantado a interpretar lo que realmente estaba pensando, tal y como pude comprobarlo segundos después.

-No… No te confundas, Yuki; no es lo que crees. O tal vez lo fue solo al principio, porque necesitaba que me explicaras el origen de ese hijo, y te juro que lo dicho me tranquiliza bastante.- Confesó el bajista, visiblemente aliviado y con una pequeña sonrisa. -Pero de lo que me estoy dando cuenta, es de que me faltaba información para entenderlo todo. Y ahora que me lo has referido, ya soy capaz de comprender no sólo el porqué de tu presencia aquí, sino también los motivos de tu hermano. Nunca dejaste de obsesionarte con protegerlo, ¿no es así?...-

Volví a apenarme al sentir que ya me había expuesto del todo ante el mayor, revelando incluso mis deslealtades futuras. Y yo que creí que el bajista se había preocupado por la futura relación entre primos, tal cual sucedió con algunos miembros de la familia llegado el momento.

-Entenderé si decides que mis errores son demasiados como para poder perdonarme, Taiji. Pero al menos, quiero hacer mi mejor esfuerzo para no tener que irme sabiendo que me odias…-

-Oh, ¿pero qué estás diciendo? No seas ingenuo, muchacho… Yo jamás podría odiarte. ¿O sigues sin caer en cuenta de que, en estos momentos, tú eres un pequeñito que a pesar de todo lo que vivió antes de ser traído por uno de mis mejores amigos a esta casa, es incapaz de albergar emociones negativas hacia el mundo? Tú no eres malvado, Takayuki; solamente te has equivocado al actuar, movido por tu amor por los demás, sin tomar en cuenta los propios sentimientos y expectativas de esas personas. Es más: de no ser porque tus padres estaban casados desde un principio, probablemente también habrías actuado así para proteger a Ken-chan.-

Sonreí al escucharlo, porque sabía que lo que decía era cierto. Durante nuestros años de crianza hasta ese momento, en algunas ocasiones hubo discrepancias entre nuestros padres, y tanto Ruki como papá mismo me señalaron reiteradas veces la rapidez con la que me ponía del lado de mamá sin pensármelo demasiado; sin detenerme a considerar quién estaba siendo menos sensato. Pero el bajista, por su parte, no había terminado con su réplica.

-Ahora, hay algo que debo aclararte, para que no seas tú el que se vaya resentido. Me es muy difícil… por no decir imposible, verte como mi sobrino menor, aunque lo seas; simple y sencillamente porque no has crecido a mi lado. Y es por eso que me cuesta manifestarte cariño de las maneras en que probablemente tú lo habrías esperado. No obstante, estoy seguro de que el Taiji de la dimensión de la que vienes te ama con todo su corazón, y te lo ha demostrado siempre que tú se lo hayas permitido…-

De repente, recordé aquellas tantas veces en que rehuí ir a visitarlos, encontrarme con cada uno de ellos por separado, o las que salí de casa para no tener que estar ahí durante sus visitas. Paulatinamente, y conforme los recuerdos se sucedieron en mi memoria, mis ojos se fueron humedeciendo, hasta que dos brillantes surcos en mis mejillas fueron la prueba delatora.

-Ve, regresa a tu tiempo y corrige tus errores, porque si no, no habrá servido de nada tu viaje. Ustedes y esos niños que ahora duermen en paz como dos angelitos, no son los mismos. Los momentos jamás se repiten, y las vivencias que los harán a ellos ser quienes sean en un futuro, no son las mismas que los convirtieron a ustedes en hombres capaces de surcar la historia para conseguir respuestas. El tiempo pasado ya nunca vuelve, y si lo hace, no los encontrará en las mismas circunstancias…-

Sus brazos me envolvieron, y como si se tratara de un embrujo, fui cayendo en un reparador y letárgico sueño.

Notas finales:

Esta fue la penúltima escena, por lo cual solamente resta una actualización.

Infinitas gracias a quienes siguen leyendo <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).