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Ano toki no you ni... por metallikita666

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Notas del capitulo:

Inevitablemente, ha llegado el momento de despedir esta historia. Reitero mis agradecimientos para aquellas personas lectoras, presentes y futuras, que le dedicaron parte de su tiempo. Gracias por adentrarse en este mundo tan personal de ilusiones, fantasías, recuerdos, filosofías de vida y temores. En verdad, espero que haya sido de su agrado.

Asimismo, enuncio una nueva mención para esa chica única y querida con quien he construido este universo. Te amo, princesa.

XI

 

“A mí, que soy tan débil

me enseñaron con el ejemplo

Las voces de ánimo de mi padre, mi madre y mis amigos

me iluminaron.

Con una familia y unos amigos maravillosos

fueron los mejores días

Si vuelvo a nacer, veámonos de nuevo entonces…” Miseinen

 

Al día siguiente, compartimos un desayuno familiar muy parecido al de la jornada anterior, el cual contó además con la presencia de Naoki. Pero conscientes de que nuestro tiempo en aquella época se había terminado.

-Tommy-san, nosotros nos marcharemos hoy de vuelta a Tokio, pues la visita a nuestros tíos no pudo concretarse y debemos volver.- Le dije, y él posó su mirada en nosotros ligeramente, pero la retiró rápido, como quien le resta importancia al asunto. Tanto Ruki como yo conteníamos nuestras risas tras un cortés mohín de labios apretados. –Pero no se preocupe. Nos lo vamos a pensar, y le aseguro que si nos decidimos a buscar un contrato, vendremos a la Free-Will antes que a cualquier otro sello disquero…-

-Hmm, como sea, mocosos. Pero hablen conmigo directamente, antes de preguntarle a cualquier idiota…-

-Y en cuanto a todos ustedes- continuó el pelirrojo –Mi hermano y yo queremos agradecerles por su gran hospitalidad. Han sido días realmente inolvidables, y fue un gusto y un honor haberlos podido conocer.- Takanori observaba detenidamente a cada uno de ellos: a Morrie-san y a Tada-nii, a Nao-ojisan y a Taiji, que en ese momento se tomaron de la mano y se dirigieron una mirada. A Tatsu y a Baki, que aunque estaban separados por los niños se habían sentado del mismo lado; y finalmente, a mamá y a papá. -Además, provoca una alegría muy grande saber que ustedes, que forman parte tan importante de la crema y nata de la escena musical de este país, son además personas tan buenas… y una familia tan hermosa. Ya hemos hablado con los Takas, y les dijimos que pase lo que pasare, nunca deben olvidar eso, y tienen que atesorarlo por siempre.-

-¿Sí o no, campeón; y tú también, princesa? ¿¡Verdad que ya lo acordamos!?- Dije de improviso, levantándome y señalando a los pequeños con propiedad, quienes reaccionaron emocionados y comenzaron a asentir con alegres exclamaciones. Todo en aras de bajarle el gusto a azúcar a tan emotivo momento, que había conseguido hasta humedecer los ojos de la mayoría de presentes: en especial los de Tatsu, mamá y el tío Naoki, quien se secaba con un pañuelito. 

De manera posterior, Ruki y yo ayudamos a recoger la mesa y a ordenar la cocina con normalidad, tal cual lo habíamos hecho anteriormente. Preparamos nuestras cosas y después tomamos unos cuantos minutos para despedirnos de la mayoría, aprovechando para hacerle un par de bromas más a papá.

Al final, en el recibidor de la puerta quedaron solamente Tatsu-ojisan, mamá y los dos niños, además de nosotros. En silencio, y luego de abrazarla sentidamente, Takayuki me entregó a Meru.

-Es una pena que tengan que irse, chicos.- Dijo un entristecido Tatsuya. –Pero deben saber que, a partir de ahora, tanto los nenes como el resto los consideramos nuestros grandes amigos, y pueden venir cuando gusten. ¿No es así, enano?-

Mamá asintió con la cabeza, sonriendo al tiempo que nos observaba visiblemente enternecida. Para ella, sin duda, era difícil no poder despedirse durante los últimos instantes con las palabras apropiadas, pero lo cierto es que a nosotros solamente nos bastaba con su mirada transparente para sentir ganas imperiosas de echarnos en sus brazos y guindarnos de su cuello, tal cual lo hacían los Takas. Naturalmente, los pequeños no tenían ninguna culpa en ello, pues no podían estar demasiado al tanto de lo que sentíamos en aquellos momentos.

-Jamás los olvidaremos.- Dijo la dulce rubia.

Nori y Yuki se miraron uno al otro entonces, como si hubiera algo más que desearan expresar pero no se atrevieran, pues parecía que se estaban decidiendo sobre quién hablaría. Tatsu-ojisan lo notó, y dirigiéndose a los niños, los interpeló cuidadosamente.

-Mis amores… ¿Hay algo más que les quieran decir a Ruki-oniichan y a Yuki-nii?-

-Sí…- Respondió el mayor de ellos, jugando con sus deditos y rehuyendo las miradas ajenas. –Queremos saber…-

-…si van a volver pronto. O algún día…- Completó mi yo infantil, más decidido, aunque con un dejo de reticencia también.

Supe que esa respuesta me correspondía darla, tanto porque así lo sentía, como porque pude verlo en los ojos de Takanori, quien silenciosamente me brindaba su beneplácito.

-Sabrán de nosotros después de un tiempo; ya verán. Porque aunque no haya nadie que les pueda traer noticias nuestras, nos volverán a ver.- En ese momento, noté la presencia de Taiji al fondo de la sala, pues se había asomado desde la cocina. Por lo que, atisbándolo primero a él, volví a dirigirme a los menores con una sonrisa tranquilizadora. -Sólo tienen que mirarse el uno al otro, y darse cuenta de que estamos ahí con ustedes, como siempre lo estuvimos, y que nunca nos fuimos de su lado…-

 

 

Epílogo

 

“Ah, aquellos días a los que no podemos volver…

Si me encontrara contigo de nuevo alguna vez

de seguro que ese sería el comienzo de un verdadero amor…

Te lo prometo...” Ano toki no you ni…

 

Tras aparecer en el sótano, de donde habíamos partido igualmente, no fuimos recibidos por nadie. Ello porque no tuvimos necesidad de enviar ninguna señal antes del momento previsto, el cual había sido programado con anterioridad por nosotros mismos en caso de tener éxito con nuestro plan. No obstante, Kuroneko (que había estado atenta durante toda nuestra ausencia) se adelantó al escuchar ruidos provenientes de la entrada al subterráneo. Luego de abrir la puerta y vernos en la escalera, se abalanzó sobre nosotros y nos abrazó con fuerza.

-¡Cuánto me alegro de que estén bien!- Dijo, suspirando aliviada.

-Lo dices como si nos hubiésemos ido muy lejos y por demasiado tiempo, Neko-chan.- Se admiró Ruki con una extrañeza que de momento se me hizo excesiva, pero si lo considerábamos, a lo largo de nuestra incursión en el pasado en realidad nunca salimos de Osaka.

Akiko, entonces, pareció darle la razón al mayor de los tres. Acto seguido, se apartó sin agregar nada tras el abrazo, dejándonos el paso libre.

-Nos vemos al rato, chicos. Tengo que hacer una llamada.-

Luego de que Takanori se adelantara, me dirigí a la menor.

-¿Cómo está mamá?- Inquirí con voz tenue, colocando las manos sobre los hombros de mi prima. Ella parecía pensativa, pues continuaba con la mirada baja. –Espero que no te hayamos causado demasiadas molestias…- 

Pero de inmediato, la bribona recuperó su talante, y alzó la vista mientras en sus labios se dibujaba una media sonrisa.

-¿Molestias?... ¡No, cómo crees! Un incordio como tú jamás molesta; solamente fastidia.-

-Pues eso lo sabes tú porque me conoces, imouto-chan[1].- Respondí, devolviéndole el gesto y hablándole con ese acento áspero y brusco que a ella tanto le gustaba. –¡Pero no le vayas a decir a nadie, porque es un secreto de estado, y ningún malnacido se tiene que enterar!...-

Y así fue que, entre risas, llegamos finalmente a la primera planta. A diferencia de en el pasado, ya no se encontraba nadie mirando la tele en el sofá, pues todos nuestros tíos y sus respectivas parejas vivían aparte. Se habían mudado cerca de nuestra casa, pero no quedaba nadie con nosotros.

Yo me eché en el sillón y me quedé mirando el televisor apagado, con semblante ido.

-Espero que tu papá no se haya impacientado mucho a causa de tu estadía aquí, Gato Negro[2].- Comenté, sin despegar la mirada del aparato.

-Motoyuki-sama se fue a Himeji; no me preguntes a qué, porque creo que ni siquiera mi mamá sabía.- Cuando la chica dijo eso no pude evitar voltear a verla, pues parecía casi increíble lo que me estaba refiriendo. –Pero vaya que exageras. Es verdad que papá es algo paranoico con esas cosas, pero dudo mucho que se ponga así por unas horas…-

Me quedé frío al escucharla. Al principio, y después del primer parlamento de mi prima, las únicas cosas que debían extrañarme de su respuesta eran, primero, que Morrie-san no armara revuelo por la prolongada ausencia de su amadísima y única hija; y segundo, que viajara a su ciudad natal, siendo que prácticamente no mantenía lazo alguno con su familia de origen. Pero tras la última acotación, los hechos ya no me encajaban. ¿Unas horas? ¡Pero si Ruki y yo habíamos estado fuera todo un fin de semana! Es decir, “fuera” en cierto sentido, aunque siempre dentro de las mismas paredes y en la misma ciudad.

-Había olvidado que la tía me pidió una malteada de malvaviscos con mi receta secreta, así que iré a preparársela. Oh, y no te preocupes; ella está bien. Está en su cuarto mirando caricaturas.-

Dejándome tan confundido como estaba, la pelinegra se retiró a la cocina.

En mi mente estudiaba todo con premura, y fue entonces cuando me acordé de mis dudas acerca del cambio que los hechos pasados podrían tener en nuestro presente, pero determiné con igual rapidez que no había razón para que eso afectara lo acontecido de manera más reciente. Como por ejemplo, el permiso que Neko le pidió a su padre para quedarse en nuestra casa durante esos días, con el pretexto de acompañar a mamá en lo que durara nuestra ausencia, además del viaje en el tiempo del que yo estaba totalmente seguro que acabábamos de regresar.

Dichas consideraciones respecto de todo aquello que hubiese podido cambiar luego del viaje ocupaban mi cabeza, tomando en cuenta tanto lo que había previsto (y para lo que según yo me había preparado incluso desde antes de la travesía), así como lo inesperado. A grandes rasgos, mi familia parecía seguir siendo la misma, si bien eso no lo podía saber con exactitud porque desde que llegamos, únicamente habíamos tenido contacto con Neko. Pero en casa (al menos, y con seguridad) estaba mamá, con quien, en teoría, sí podría probar mi hipótesis.

Tras unos instantes de meditación, concluí que a lo mejor y las palabras de la chica tenían algo que ver con la reacción de mi hermano, minutos atrás.

-…y como las veces en que tu mamá me dice que soy su sobrina favorita, y yo le contesto que eso no se vale, porque soy su única sobrina de todas maneras…-

Ni siquiera me percaté del momento en que Akiko preparó la malteada, ni de que había continuado hablándome, hasta que se paró frente a mí con la copa en una bandeja y me miró extrañada.

-¿Qué tienes, Chucky? ¿Te sucede algo?...-  

Sentí el impulso de proponerle que me diera la malteada para llevársela yo a la rubia, pero de inmediato me abstuve. Ni siquiera había pensado en qué decirle, o cómo iniciar la conversación.

-No, nada… Estoy bien.-

-Como tú digas.- Replicó ella encogiéndose de hombros, y se fue a entregar el pedido.

Siendo sincero, era Kuroneko misma quien se encontraba actuando muy raro, pues ni siquiera me había preguntado nada sobre del viaje.

Al acomodarme en el sofá noté un bulto en el bolsillo, el cual me recordó por fin a Meru. Así que introduje la mano en mi ropa y la extraje, tomándola con ambas para mirarla fijamente y en silencio.

Y ahí estaban sus ojos grandes y brillantes, pero inmóviles, como si se negara a determinarme y reaccionar; para demostrarme que, en efecto, jamás estuvo viva. Para ser por fin la lápida de mis recuerdos: de todos mis deseos más íntimos y de las confesiones que probablemente nunca le haría a nadie más, por cuanto solamente me las había hecho a mí mismo en un monólogo que abarcaba años. Un monólogo que, gracias a la magia de mi aliada se convirtió en sueño la noche previa, antes de la cual Ruki y yo habíamos acampado en el sótano como dos críos. Un sueño del que todavía no estaba seguro de haber despertado.

O tal vez sus ojos brillaban únicamente a causa del material que habían escogido para dotarla de pupilas.

-Desde que te la dieron, la sostienes y te pones a mirarla cuando no comprendes algo, como si ella pudiera darte alguna respuesta. Siempre te gustó pensar que esa muñeca tenía poderes…-

-Y los posee.- Le contesté a mi hermano con seguridad y una sonrisa en los labios, aunque sin dejar de observar a Meru.

Takanori, por su parte, estaba de pie detrás del sofá.

-Ya lo creo. De otra manera, no me explico cómo un tipo rudo como tú duerme aun con ella. En fin. Voy a recoger la carpa para devolvérsela a Makoto…-

-Voy contigo a su casa, pero si no te importa, llamaré primero para avisarles a Nao-ojisan y a Taiji que compartiré la cena con ustedes. Ah, y no pienso aceptar un "no" como respuesta para el próximo campamento entre tú, Neko, Makoto y yo… Como en los viejos tiempos. Como cuando éramos unos mocosos.-

 


[1] Literalmente, “hermanita menor”.

[2] Este es el significado de “Kuroneko”.

Notas finales:

Mis mejores deseos para todos. Nos vemos en la próxima :)


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