MI REY…
Al abrir los ojos ya no quedaba nada. Despertó sumergido en una gran nostalgia rodeado de ruinas y oscuridad. Nada. Solo vacío, y el rostro lloroso de alegría del hombre que se parecía a su amado.
¿Que había hecho? Lo primero que se aprende al ser rey es que nunca se podrá salvar a todos, se tiene que sacrificar a unos para asegurar el bienestar de los demás. Así debía ser, y aunque su reinado en vida había sido efímero, esperaba no tener que pasar por esto. La última vez prefirió renunciar a su vida por su gente, ahora ya no podía ser del todo así, y le dolía tener que tomar esta decisión.
Este no era su mundo, esta no era su gente, pero la nostalgia permanecía. ¿Porque? ¿Porque esta extraña conexión humana? Es como si en el pasado, en algún tiempo que no lograba recordar, hubiese conocido la felicidad aquí, pero ahora parecía tan lejana que la creía una mentira. No la reconocía.
-Takafumi…-murmuro el castaño tendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse.
Su deber era restaurar la balanza del tiempo, aquel legado que su subordinada Kurumi había dejado a la humanidad, y lo haría, pero no podía evitar sentir dolor ante lo que debía hacer. Este mundo era parte de él, y no entendía la razón.*
-Zen-sonrió con nostalgia y tomo su mano para salir del arca donde estaba recostado.
Al estar frente a frente, Yokozawa no pudo evitar abrazar fuertemente a ese hombre, aferrarse a su pecho y aceptar sus besos sin protesta. Físicamente era igual a “el”, pero no era la persona que amaba. No lo era. Tenerlo en frente era demasiado para soportar, de verdad quería volver a verlo, sin embargo, aun si decidida hacerlo, su cuerpo no se lo permitiría.
El cuerpo de Yokozara Takafumi era humano, fuerte, más no lo suficiente. Poco a poco se iría rompiendo y despedazando, no podría soportar su alma por mucho tiempo, por lo que debía darse prisa y cumplir su misión antes de que su contenedor se destruyera. Tendría que esperar un poco más antes de volver, solo…un poco más.
-Estas aquí…-decía acariciando su rostro con lágrimas en los ojos-Al fin estas aquí, mi vida…mi corazón.
-Zen-aparto sus manos-No hay tiempo, tenemos que volver al templo ahora, el proceso iniciara pronto.
El oji-miel suspiro.
-Sí, lo siento. Lo había olvidado. Pero antes dime una cosa.
-¿Qué?
-Cuando todo esto termine, nos casaremos ¿verdad?
-Claro. Nos casaremos-sonrió, a pesar de su llanto escurriendo por sus mejillas.
No le gustaba para nada tener que usar a ese hombre, tener que mentirle, y fingir que es alguien que no es, pero era necesario si quería cumplir su misión. Estaba seguro que, en algún lugar, Yokozara estaría de acuerdo con esto.
XXX ¿? XXX
-¿A dónde vas?-le pregunto un anciano de ojos azules.
-Al mundo humano-respondió cortante y pasando de largo-Necesito recoger a alguien.
-¿Quién?
-El.
-Ahhh-suspiro-¿Cómo sabes que ha vuelto?
-Lo he sentido.
-Igual que las veces anteriores.
-Esta vez estoy seguro.
-Ya he oído eso antes.
-Escucha no me importa lo que digas-lo miro con seriedad-Iré, te guste o no, a diferencia de ti, yo no he perdido la esperanza de volver a verlo.
-No dije que yo lo haya hecho.
-Entonces no te metas en mi camino-y se marchó dejándolo solo. El anciano solo suspiro y rogo porque cesta vez si fuera verdad. Su tiempo se agotaba, y quería verlo antes de morir aunque sea solo para decirle-“Hermano”-por primera y última vez…
XXX ¿? XXX
-Muy bien señor Onodera, llego la hora de la fecundación-exclamo Luka preparando la camilla.
-Espero que esto no demore-se acercó a la peli-rosa-Quiero acabar esto ya…
OOOOO
Yokozawa observaba el templo con una expresión de total seriedad, junto a él, Kirishima lo veía de pies a cabeza intentando descifrar algo que su mente se negaba a procesar. El peli-azul vestía con jeans y camisa negra, botas de cuero, y mantenía una capa de color rojo en su cuello, sostenida a su saco oscuro. Se veía tan diferente a como lo recordaba, él nunca se había vestido así y jamás había siquiera pensado en portar una espada como la que llevaba en la cintura. Por primera vez se preguntó, si ese hombre que tenía enfrente, realmente era la persona que amaba.
-Esta noche todos los que son parte de la secta y el proyecto están dentro ¿verdad?-hablo trayéndolo de nuevo a la realidad.
-Sí, así es.
-Perfecto. Ya sabes lo que tienes que hacer.
-No me has dicho que harás tú.
-¿Yo?-sonrió con sorna-Yo me asegurare de acabar con todos a la vez.
OOOOO
-Todo listo. Procederemos a depositar el seme.
-¡Deje de hablar y hágalo rápido!
-Paciencia Onodera-san, paciencia-dijo, iniciando el proceso.
OOOOO
Tras decir esto, su capa comenzó a elevarse y su cuerpo se prendió en llamas tan rojas como la sangre causando que Kirishima retrocediera sorprendido. Vio con incredulidad como el oji-azul se transformaba en un dragón gigante de ojos rojos y piel negra escamosa, y esté dragón rugió hacia el indicándole que corriera, para luego extender sus grandes alas y volar hacia la cima del templo.
“También existían seres místicos, mas no inmortales. Hombres que podían transformarse en dragones.”
“Dragones”-miro hacia la bestia-“¿Realmente eres tú, Takafumi?”
OOOO
-Ngh- gimió ligeramente al sentir la jeringa salir de su piel.
-Relájese Onodera-dijo Kaito terminando el proceso-Hemos terminado.
-Necesitamos confirmar la fecundación del ovulo, así que se quedara aquí hasta que podamos hacer la prueba de embarazo en dos semanas-le notifico Luka.
-Genial-sarcástico-Solo eso me faltaba.
Justo en ese momento, todo el templo se sacudió y el rugido de una bestia a la luz de luna alerto a todo el personal.
-¡¿Qué demonios es eso?!-grito furiosa Madame Hatsune.
El templo volvió a temblar y el techo comenzó a soltar rastros de escombro de su estructura. Yokozawa golpeo con fuerza el techo hasta lograr derribarlo y mostrar su imagen a los que se hallaban dentro.
Rugió.
-¡AAAHHH!
Todos los doctores y científicos comenzaron a correr asustados hacia las salidas, pero estas estaban bloqueadas con rocas gigantes, lo cual provocó el caos en la gente. El dragón volvió a rugir escupiendo fuego a sus víctimas, logrando carbonizarlas al instante.
Y entre ese caos, parada inmóvil a la mitad de la tormenta se hallaba Madame Hatsune, mirando incrédula al dragón. Gakupo intentaba reaccionar para sacarla de ahí, pero esta no emitía ni el más mínimo sonido.
-¡MADAME! ¡MADAME, POR FAVOR REACCIONE!-la sacudió ligeramente-¡TENEMOS QUE IRNOS MADAME!-al ver que esta lo ignoraba, decidió dejarla por su lado-Bien, entonces muérase-y salió corriendo a buscar una salida esquivando el fuego del dragón.
Madame, por su parte, no parecía capaz de moverse. Estaba impactada, aquel dragón era…era…
-…mi rey…-murmuro inaudiblemente.
To be continued…