El cálido sol de la madrugada intentaba tornar abrigado el frío y húmedo amanecer. El roció que pernoctaba en forma dispareja y perlada por las rosas del jardín y el tierno pasto, reflejaban los rayos del amarillento astro, dando un brillo singular al jardín. Esa mañana los regulares habitantes de la mansión compartían su sueño con un nuevo inquilino que de ahora en adelante se hospedaría allí hasta nuevo aviso. La noche anterior el joven rubio fue presentado formalmente a todas criadas y empleados, en el salón principal de la mansión, quedando como alguien nuevo del cual recibir órdenes, la presentación fue prudente y sobria como todos los avisos que daba de vez en cuando Fugaku a sus subordinados, sin embargo esta situación sólo duró hasta que el menor habló e introdujo un poco de información sobre él para que los demás lo conocieran, su irreverente y espontanea forma de hacerlo saco sonrisas de todo tipo a las personas que se encontraban en la vasta habitación. La mayoría se llevó una buena impresión del ojiazul.
Esa mañana, como en todas, a las 6:30 empezaba e l movimiento en la gran mansión. Algunas sirvientas, que ya estaban con su habitual atuendo, abrían las cortinas de los grandes ventanales dejando libertad para el que pasase por allí viera el hermoso paisaje que daba al jardín central. En tanto, La señora Uchiha ya se estaba arreglando en su habitación para empezar un nuevo día, se encontraba sola en el dormitorio, ya que su marido se había levantado un poco más temprano diciendo que tenía unos papeles importantes en su despacho por atender, siendo así cómo terminó sin compañía en su cama. Tenía pensado llevarle una taza de café cargado a su oficina doméstica como todas las mañanas que su esposo madrugaba para trabajar, en general los gustos de su cónyuge no eran muy difíciles de comprender y memorizar, todos giraban en torno a la simpleza y la ley del estricto rigor. No invertir en cosas superfluas más de lo requerido.
En el pasillo Fugaku se dirigía con su normal atuendo de camisa, corbata y terno negro con líneas blancas, su rumbo era la pieza de invitados y la de sus hijos para ver que nada estuviera fuera de su lugar, su paso acompasado y seguro por el corredor, no dejó entrever su cierta exaltación por llegar a destino, su ansiedad se consumaban en un solo nombre que desde ya con sólo oírlo en boca de otros lo perturbaba, Naruto. El tapizado camino provocaba un sonido agolpado en su pisar, las manos en los bolsillos y su natural aspecto autoritario incitaba a un respeto casi autómata por parte de las criadas que se atravesaban en su camino. Ya se encontraba enfrente de la pieza momentánea del chef, la puerta cerrada de madera oscura con detalles hundidos, lo impacientaba un poco, debido a que estaba a un solo paso de ver con sus propios ojos lo que necesitaba saber. Tomó el pomo de la puerta para girarla, no quería realizar algún ruido en el caso de que el rubio siguiera durmiendo por eso no tocó la madera con los habituales tres golpeteos de educación. Su sorpresa fue que ésta estaba con llave, no sabía que el ojiazúl fuera desconfiado, pero atando un par de cavos lo más probable fuera que su hijo menor le hubiera aconsejado poner el seguro a la puerta para que Itachi no ingresara por la noche a molestar la siesta del Uzumaki. Sabía analizar a la perfección a sus hijos, tanto como a las inversiones. [A veces me odio por escribir tales comparaciones]
Al otro lado de la habitación, el taciturno allegado reposaba inmóvil entre las sabanas arrugadas y tibias de la amplia cama de dos plazas. El bulto que generaba no alcanzaba a desordenar todo el acolchado mueble, en el lado izquierdo de la cama se encontraba la ventana de impresionantes dimensiones, las cortinas más cercanas a la ventana estaban cerradas, estas eran de un material delgado, como seda blanca, en tanto las superpuestas de gamuza celeste-grisáceo se apiñaban en el centro de los costados del marco, dando una forma ondeada a la tela. Diagonal a la cama se encontraba el armario de madera clara con detalles dorados en los contornos y esquinas. En general la pieza se podría describir como elegante y un tanto delicada por sus exclusivos adornos. El adormilado sintió el torpe sonido del picaporte intentando girar, al oír que el reticente movimiento continuaba, se levantó como pudo, tropezando con la maleta que estaba abandonada a los pies de la cama, siguió caminando hasta la puerta a la cual le quitó el seguro y soñoliento la abrió lo suficiente como para dejarse ver en cuerpo completo, con una mano se apoyaba en la manija y con la otra quitaba los rastros de las típicas lagrimillas que escapan de los ojos cuando se bosteza. Todavía no miraba a los ojos a su visitante, por lo que con un escueto "buenos días" lo recibió. Su carita todavía no se levantaba, por lo que para llamar su atención Fugaku le "habló".
- buenos días... es mejor que te levantes ya será hora de que vayas a trabajar- el tono serio del comentario hizo que el menor identificara al instante a su visitante, levantó la mirada para dirigirla al empresario, no se esperaba que fuera él, más bien esperaba que Itachi o Sasuke estuviera parado al otro lado de la entrada a su habitación-te quedaste despierto hasta tarde por lo visto, te ves bastante cansado- con la mirada escrutadora reviso disimuladamente el cuerpo del menor, asegurándose de que no le hubieran tocado, ni marcado nada, no era que estuviera siendo un poco posesivo con el cuidado del menor... para nada, sólo estaba haciendo una pequeña visita matutina al cuarto donde quería dormir y en cual no permitiría que alguien más que el Uzumaki habitara... sin duda cero posesividad.
-jeje sí, usted tiene razón debería levantarme, no debí quedarme hablando hasta tarde con mi amigo, pero es que no quería esperar para contarle donde me encontraba, por si me iba a visitar a mi casa y no me encontraba ttebayo- explicaba el menor apoyado en el marco de la puerta. a pesar que la mención de un supuesto amigo intimo le hubiera causado un pasajero malestar en Fugaku, no quitó por un momento su analítica mirada de cada movimiento y mueca que dejaba a su vista el chef. Comenzando la faena por su pijama que consistía en un pantalón de tela ligera color gris, una camiseta sin mangas blanca, que mostraba sus joviales y acaramelados brazos, además de esto, el perfecto caos que se producía en sus mechas luminosas que renunciaban a cualquier orden establecido, era sin igual.
-Fugaku-sama ¿se encuentra bien? Se quedó un buen rato callado y mirándome-el pequeño intentaba llamar la atención del mayor, en tanto el otro al notar lo que estaba haciendo, prefirió girarse y caminar de vuelta por el pasillo e ir al comedor por su comida mañanera, sin embargo en su trayectoria le dirigió unas cuantas palabras.
-el desayuno ya se servirá-viendo la espalda del dueño de la mansión se quedó extrañado el rubio, a pesar de todo le agradecía el venir personalmente a despertarlo.
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Unas piezas más alejadas se encontraban las habitaciones de los "niños" de la familia, sus aposentos quedaban uno en frente del otro, por lo que compartían fraternalmente la mayor parte del tiempo que pasaban en la mansión.
- no hay nada más molesto que ver tu cara cuando apenas te levantas, ni siquiera te tomas la amabilidad de lavarte aunque sea la cara para bajar a desayunar- se quejaba Sasuke mientras salía de su alcoba. Itachi, quien se encontraba medio desorientado, como todas las mañanas, intentando mantener los ojos abiertos, ya que la noche anterior había salido con sus amigos a divertirse un rato, después de haber terminado la presentación del rubio a las criadas. Antes de irse, la noche anterior, invitó a Naruto para que los acompañara, mas únicamente agradeció el ofrecimiento, ya que no estaba con todo el ánimo de salir, prefirió quedarse y aprovechar de telefonear a su amigo Gaara para explicarle toda la historia de los acontecimientos.
-AAaaahh nee no hables tan fuerte que me duele la cabeza ottoto-pedía bostezando cansinamente mientras cerraba la puerta de su habitación. Por lo general las mañanas eran tranquilas y monótonas, las salidas nocturnas de Itachi eran habituales y, por qué no decirlo, ocultas, el permiso tácito de su padre no englobaba esta clase de entretenciones hasta altas horas de la madrugada. Las únicas personas que tenían conocimiento de sus escapatorias eran su hermano y su primo, Sai. Sasuke no sentía un real interés por lo que hiciera su hermano, ya que lo conocía lo suficiente bien como para saber que no era ningún atarantado como para no saber encubrir bien sus escapatorias, en si lo quería y no deseaba que le tocara vivir las penurias que le haría pasar su padre si es que se llegara a enterar.
-no tienes arreglo, a por cierto, te llamaron mientras no estabas, dijeron que están todos tus papeles listos de tu titulación adelantada, padre estará encantado, seguro que ya te enviara a trabajar a alguna de las cedes de la empresa- decía Sasuke, en realidad sentía pena por su hermano, a sus 26 años no aspiraba a algo en específico, no tenía algún sueño con el cual sustentar su lado ambicioso, y ahora debería acatar los planes de su padre, bueno... en realidad así debía funcionar la cosa, él dirigía y ellos acataban.
- sí, supongo- contestó desinteresadamente.
- mm... bien, bajemos a desayunar- concluyó caminando por el pasillo para así llegar al comedor.
-bueno, pero antes, vamos a despertar a Naru-chan, seguro y necesita de mi ayuda para bañarse- fantaseaba el pervertido de Itachi, pero Sasuke por su parte no se quedaba atrás con sus degenerados pensamientos de un tierno kitsune húmedo y sonrojado en la bañera. Cuando recobraron el control de sus mentes se miraron a los ojos y se emprendieron marcha a la habitación del invitado, sólo por si a caso necesitaba ayuda con el trapo de jabonar o el shampoo, que ellos encantados lo asesoraban.
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En otra parte de la ciudad, de igual estrato social alto se ubicaba una señorita de refinada postura, ojos turquesa y cabellera de un rosáceo peculiar y poco común, sin embargo no dejaba de ser lustroso, ya que el cuidado que ella empleaba en su mantención y perfección era de tiempo completo. Estaba sentada en su cama tomando desayuno, no acostumbraba a levantarse en las mañanas, siempre prefería que le sirvieran en la privacidad de sus aposentos. Su habitación era de una típica niñita consentida y caprichosa, cama de dos plazas, con vuelos en las colchas, estas de un tono marfil y bordadas con formas de flores; una televisión plasma puesta en la pared de color rosa pálido y el piso alfombrado de color morado, sin contar de los diversos adornos puestos ordenadamente alrededor de las repisas. No tenía nada en especial que la diferenciara de otra muchachita rica de la ciudad, bueno tal vez el hecho de que amaba a Sasuke Uchiha más que a cualquier otra cosa en el mundo. Él era lo que siempre quiso, pero nunca consiguió, sin embargo no se daba por vencida.
Su celular empieza a vibrar. Lo toma de su velador y revisa el nombre de quien la llama.
-holi Karin- saludaba con su voz vanidosa de siempre, esperaba que fuera algo importante como para que la interrumpiera en su tan sagrado momento de analizar las calorías que estaba ingiriendo en esa tanda de alimentos.
-holi Sakura, oye mi linda p5t1, te llamaba para avisarte que hoy nos hemos puesto de acuerdo para ir al centro comercial con las otras ¿te unes?- el amigable insulto con que la trató era normal entre ellas, se conocían de hace bastantes años y la confianza era grande como para aceptar los apodos, por más insolentes que fueran.
-mm... creo que paso, pensaba hacerle una visita a mi Sasuke, le llevaré una rica torta de selva negra, investigue y es su favorita- decía emocionada la joven.
-¿estás segura? Por lo que sé a él no le gusta ninguna clase de dulce-cuestionaba la otra mientras jugaba con un mechón de su rojo pelo, en esos momentos se encontraba en la piscina de su casa holgazaneando antes de alistarse para salir.
- of course my bitch, me crees tonta como para no haber investigado como es debido sobre los gustos de mi Sasuke-kun- se hacía la desentendida con su tono sobreactuado de ofendida, su amiga por su parte soltó unas risitas por el estúpido cuestionamiento que había hecho, de seguro había cambiado de gustos y ahora le encantaba la torta de selva negra, no podía ser de otra manera.
-jiji, bueno entonces nos vemos mañana, acuérdate de la cita para la manicure a las 10:00 a.m., adiosito- se escucho el pitillo del celular avisando el termino de la llamada, luego de hablar con una de sus mejores amigas se quedó revisando las llamadas perdidas en su aparato por unos minutos. En general la lista tenía gravado números de personas que no conocía, en especial de hombres, ya que se encargaba personalmente de llamarlos y saber que querían de una mujer tan ocupada y grandiosa como ella, su ego no daba para más, mas ninguno de esos números era de la persona a la cual pertenecía su corazón y mente. No hay nada peor que amar y no ser correspondido. Su interés por ese pelinegro acunaba sus inicios en una fiesta que su familia había hecho por sus quince años de vida, una parte de los invitados era seleccionado por ella y otra sus padres, obvio para mantener las buenas relaciones con sus conocidos. Entre esos invitados estaba inscrito el nombre Uchiha Sasuke. Lo conoció con su porte elegante y altanero que ya poseía a esa edad, no esperaba prendarse de un muchacho con tan sólo verlo, converso amenamente con él al final de la fiesta, tan sólo para preguntarle que le había parecido la velada, y él sencillamente contesto que había estado bien para ser una celebración de quince años, además antes de irse le deseó cordialmente feliz 15° cumpleaños. Desde ese momento se propuso ser su novia, tenía la esperanza que en el fondo del corazón del pelinegro sintiera un ápice del amor desbordante y casi obsesivo que ella profesaba por él. Cuando tuvo una foto de él en sus manos se lo presentó a sus amigas, que al igual que ella lo encontraron un bombón de hombre, luego de conversar con sus amigas y de dejar en claro que el Uchiha le pertenecía por haberlo visto primero les propuso crear un club de fans para que la ayudaran a descubrir hasta los más recónditos datos del chico y así obtener su amor. Sus compañeras al comprender que competir entre ellas por un solo hombre no tenía caso, así que aceptaron, al menos tendrían la posibilidad de conocer al grandioso Sasuke Uchiha, sin contar que tendrían una gran ventaja por sobre otras muchachas si se unían y esto lo entendía a la perfección Sakura.
-muy bien, es hora de levantarme- dijo al momento de correr la bandeja con su desayuno casi terminado de no ser por el huevo con jamón intacto que se encontraba en uno de los platillos encima del portador de alimentos.
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Todos los habitantes de la mansión Uchiha estaban terminando de desayunar, algunas sirvientas ya se encontraban retirando parte de las sobras que quedaban de los comestibles puestos en la mesa y lo que todavía no se retiraba era lo que se tomaba con cierta periodicidad, como la mantequilla y el pan, junto con una fuente con huevo revuelto.
-bueno me retiro- decía el cabecilla de la familia, para posteriormente tomar el saco que estaba acomodado en el respaldo de la silla y ponérselo.
-muy bien cariño, nos vemos en la cena- mikoto dedicó una de las acostumbradas sonrisas desde su asiento en la mesa a su marido, ya despedirse con esa mueca era un acto mecánico de su parte y que él no le respondiera con la misma intensidad era un hábito. Tomó su portafolio y se dirigió al recibidor para salir a su trabajo, antes de traspasar el umbral de la puerta se despidió de los demás.
- hasta luego- dijo secamente a los otros jóvenes.
-hasta luego Fugaku-sama/padre- dijeron al mismo tiempo el rubio y ambos azabaches, por lo que la última parte sólo sonó como un descoordinado barullo.
-bueno angelito, creo que es hora de que te vayas a trabajar, yo mismo te iré a dejar- el amable ofrecimiento de Itachi fue escuchado por el empresario, quien se detuvo en su marcha hacia la salida y se quedó escuchando la conversación.
-si tienes razón ya será hora de abrir- dijo mientras miraba su reloj de mano- gracias por ofrecerte a llevarme, iré por mis cosas... Estuvo muy delicioso el desayuno, muchas gracias-agradeció el alimento a la señora Uchiha antes de levantarse de la mesa.
- no hay de que Naru, sabes que me encanta tenerte como invitado en esta casa- decía la mujer con una sonrisa, le agradaba el muchacho, era muy alegre y eso a su edad a veces escaseaba. Lo que le producía curiosidad a la mujer era la forma en la cual había logrado agradar de alguna manera a su marido, ya que no cualquiera podía quedarse en la gran mansión Uchiha por que sí no más, el joven debía tener un matiz más importante que sólo ser el hijo de un buen socio.
-jeje -sonreía tiernamente ante los comentarios de la ama de casa. Al tener claro que su esposo, Fugaku, había tomado como un simple desliz lo sucedido en la antigua casa perteneciente a Madara Uchiha, se sentía más libre de compartir amenamente con su mujer, le caía bien, era una mujer bastante amigable a su parecer.
-dobe, será mejor que yo te lleve, me queda de camino a la facultad, agregándole que yo no soy un demente al volante como otros- la voz varonil y sobria de Sasuke llamó la total atención del kitsune, pero no precisamente por el ofrecimiento, sino más bien por el insulto con el que lo nombró.
- cuando entenderás que mi nombre es NARUTO, Sasuke-teme- reprochaba cancinamente el joven rubio.
- mpf- mostró una sonrisa de superioridad, ya captaba todos los sentidos del Uzumaki, únicamente debía decirle unas cuantas frases que lo confundieran y luego lo enojaran, con eso el rubio no le perdería rastro por donde se moviera, y no se daría cuenta cuando ya estuvieran en el carro del ojinegro, sencillamente un plan perfecto.
-Naruto toma tus cosas, te iré a dejar- la voz déspota que se hizo oír desde el corredor sorprendió a todos los presentes, no era ninguna sugerencia, era una orden a todas luces. Naruto estaba sorprendido porque no se esperaba que siguiera en la mansión, lo imaginaba en su auto directo al trabajo.
-ee, sí Fugaku-sama, pero...-
- llegaras tarde toma tus cosas, lo mismo para ustedes dos, no quiero que se retrasen en sus deberes, ¿me escucharon?- ninguno dejo nada, Naruto tomó su billetera y chamarra para subirse al auto del mayor, en tanto los otros dos hacían lo mismo pero en sus autos.
-nos vemos angelito, cualquier cosa me llamas- se despedía desde su auto el peligris, en realidad Itachi no tenía nada que hacer, por lo que quiso aprovechar el tiempo para ir a visitar a un amigo. En el posterior trayecto iría pensando en la extraña actitud de su padre, era insólito que se pusiera de esa forma, se podría decir que no le agradaba la idea de que el Uzumaki pasara tiempo con ellos.
-nos vemos dobe- a Sasuke no le pareció extraña la actitud de su padre de apurarlos, lo que si lo tomó por sorpresa fue que el mismo Fugaku se ofreciera a llevar a Naru al trabajo, era... raro.
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"Lo que me faltaba explotar en frente de todos, lo bueno es que aleje a esos dos de Naruto, y tomando en cuenta que la inocencia de Naru siga intacta después de haber dormido una noche bajo el mismo techo que esos dos no me hará ninguna consulta... cada vez pienso que sería esplendido que el aceptara la propuesta de ser mi amante porque no sé cuánto tiempo más pueda estar sin probarlo... una sola vez degusté parte de su cuerpo y ya me volví adicto, dudo que me aguante si empiezo a pasar más tiempo con él a solas, aunque prefiero hacerle frente a mi voluntad que saber que esta con otra persona que espera más que una simple amistad con él"
-muchas gracias por traerme señor Uchiha- decía el rubio mientras el motor se detenía enfrente del restauran- bueno que tenga un buen día- deseaba el chef con una esplendida sonrisa. Por un impulso súbito, el menor se acercó a la cara del contrario para tocar con sus labios la mejilla del empresario, fue leve, y recién cuando la acción se había terminado el ojiazúl cayó en cuenta de lo que había hecho.
"contrólate, lo hizo sin ninguna doble intención"
-lo siento, no volverá a ocurrir- dijo al acto, tomó sus cosas y abrió la puerta para bajarse.
"... obviamente harás lo posible para que no se repita, sin embargo..."
-Naruto quiero pedirte un encargo- llamó el Uchiha al rubio antes de que pusiera un pie afuera- apúntame un almuerzo y me lo llevas a la oficina a las 12:20, luego arreglo el pago con mi secretaria- fue claro y con su habitual tono, parecía inmutable, como si no le hubiera importado en lo más mínimo la muestra de afecto pasajero del menor.
- claro yo me encargo, ¿quiere algo en especial?- preguntó poniendo atención el kitsune a las palabras del mayor
- no... sólo procura llevarlo tú y que sean dos almuerzos mejor- fue parco con las palabras-bueno que tengas un buen día- sin más encendió el auto y el ojicielo entendió que quería que se bajara, cerró la puerta tras de si y el mercedes emprendió camino. Naruto se sintió bastante extrañado.
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-Sasuke-kuuuuun!!!- acababa de llegar a la facultad y se le abalanzó encima Sakura, la conocía desde hace tiempo, pero a diferencia con ella, él no sentía ningún apego por su persona, ni siquiera le agradaba la idea de estar un rato a solas con la muchacha.
- ¿qué haces aquí?- pregunto un poco molesto.
- bueno, te traje un torta, para que empieces las clases con el estomago satisfecho, y mira que cosa rica te prepare- Sakura cargaba una caja de cartón blanco en una de sus manos, este tenía un manguito para ser cargado, por lo que el abrazo con el que sorprendió al Uchiha menor no se pudo estropear el dulce- es de selva negra, tu favorita- decía feliz la joven.
-... gracias, pero no quiero, ahora quítate que tengo clases- decía el azabache para no tener que llevarse ese regalo a su clase, sería una molestia.
-pero mi Sasuke, debes comer algo dulce para estar con energías- replicaba incansable la pelirosa. No se daría por vencida. La discusión siguió hasta que Sasuke le arrebató la caja y se fue soltando maldiciones, si seguía discutiendo no llegaría a sus jornadas a tiempo.
"esa niña no tiene cerebro para aceptar un no" pensaba malhumorado.
Y Desde el segundo piso era observado por un ser que estaba completamente molesto por la actitud de lapa que tenía la Haruno con el Uchiha, le molestaba esa prostituta barata, ya con solo verla se le formaban en la lengua una infinidad de insultos para ella, sin embargo no se atrevía a hacerle frente por miedo de lo que pensara Sasuke.
end chapter nine