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Candelabro cenizo por Shinjimasu

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El vapor del agua no ayudó mucho al principio, pero al menos hizo que el aroma disminuyera al cabo de unos minutos. Mis nauseas cesaron y me sentí bien, como quien se libra de un dolor de estómago. Apoyé las manos en mi cabeza y me detuve a pensar en lo que había sucedido. Realmente algo estúpido viniendo de mí, pero extrañamente inevitable en aquel momento.

Escuchaba tras de mí el sonido del agua cayendo al suelo e irremediablemente me vino a la mente la imagen de Tenshi desnudo. Quizá jugar con él para vengarme sería entretenido mientras tanto, así que me desvestí y cuando menos me di cuenta ya estaba con él dentro de la regadera. Su cuerpo tembló inmediatamente después de que me miró a través de su hombro y solo me dio la espalda. Llevé mis manos a su cadera y se estremeció.

-Que linda reacción- le dije en voz baja –Incluso creo que ahora eres más lindo que antes-

-S-Supongo que así es…- contestó apenado.

-¿Qué sería bueno hacer ahora? ¿Quieres que te marque? Porque recuerdo que aún falta una por hacer-

Él se encogió de hombros e inconscientemente llevó su mano hacia su vientre, justo donde lo había mordido semanas atrás. Sonreí y llevé mi mano hasta la suya para sujetarla –Tranquilo, te dije que la ultima la haría en tu cuello ¿No es así? Para que todos puedan verla- dije mientras maliciosamente llevaba mis labios a su hombro y lo raspaba suavemente con mis dientes, pero justo en ese momento me arrepentí rotundamente.

Él apestaba a flores.

Ese mismo asqueroso aroma del que creí haberme deshecho seguía en su piel y el contacto que tuvo con mi lengua fue devastador. Ahora ya no podía hacer algo para controlarme, no en una situación como esa. Lo rodeé con fuerza y empecé a besar su cuello tratando de saborear cada parte de su piel donde había más y más de ese sabor tan similar al aroma. Era como si ahora realmente pudiera comerlo.

Lo escuché quejarse un poco, pero eso solo terminó por agradarme más. Mis manos empezaron a acariciar su piel por sobre su vientre, sus costados y su pecho. Me detuve en sus pezones para pellizcarlos y de inmediato se pusieron duros, lo que me hizo soltar una pequeña risa. Ni idea de por qué.

Escuché un ligero sonido de él y seguí acariciando su cuerpo. Mis manos pasaron por muchas partes, pero cuando rodeé se vientre desde abajó, mi mano chocó con algo más, dándome cuenta de que se había puesto duro.

-¿Qué es esto?- pregunté sonriéndole -¿Acaso puedes ser más adorable? Ya tan rápido te pusiste tan duro-

-Lo lamento…- se disculpó terriblemente sonrojado.

-Vamos, no es algo malo, por el contrario. Ya sabes que se siente bien- le dije haciendo referencia a su hinchado vientre.

Lo escuché sollozar entonces, pero estaba tan distraído que no podía saber si su gimoteó era de dolor o de placer. Quizá un poco de ambos.

-Oye, no llores, no voy a lastimarte, lo prometo- le dije para tranquilizarlo, pero realmente quería asustarlo más. Comencé a tocar su punta sin detener los besos en su cuello y bajé mi mano un poco más hasta llegar a sus testículos. Podía recordar cómo eran sus genitales desde aquella vez y ahora el juntar esos pensamientos con mi tacto era maravilloso. Recorrí desde la base hasta la punta y lo apreté con cariño para no causarle dolor. Lo había prometido después de todo.

-Creo que nunca te había tocado aquí ¿Cómo se siente?- pregunté sin esperar respuesta mientras mi mano libre se paseaba por su pecho –Recuerdo que cuando te mordí la primera vez aún no habías empezado a producir alimento… me pregunto sí…- agregué pellizcando con fuerza su pezón solo para que un líquido blanquecino brotara finalmente de él mientras emitía un débil gemido –Adorable…-

Comencé a excitarme sin darme cuenta, pero el deseo repentino que embargó mi cuerpo no podía obligarme a actuar de manera razonable… al menos no del todo. Lo sujeté y giré para obligarlo a agacharse frente a mí. Tomé su rostro con cuidado y lo guie hacia mi miembro –Ya sabes qué hacer- le dije sin forzarlo.

Me miró, pero en sus ojos no había temor. Los movimientos de su rostro fueron tan eróticos que fue sencillo para mí excitarme de pronto. Su expresión, el tímido movimiento de sus labios, su pequeña lengua, incluso el descuidado roce de sus dientes bastaron para quererme correr cuanto antes, pero cuando estuve a punto de hacerlo, se detuvo.

-No dije que pararas-

Limpió sus labios y se puso en pie para recargarse sobre la pared de espaldas a mí –Por favor… córrete aquí- me dijo elevando mínimamente su cadera.

Tragué. Estuve en silencio unos segundos mientras trataba de procesar lo que me había dicho. Parecía una propuesta demasiado tentadora como para que fuera real.

-¿De nuevo dándome órdenes?- sonreí acercándome de nuevo para rozar su cuerpo.

-No quise hacerlo-

-No, pensándolo mejor así está bien- sonreí rodeándolo con mis brazos mientras lo besaba cerca de su cuello. Las plumas de sus cortas alas se habían pegado a mi cuerpo, por lo que el hecho de morderlas fue imposible de resistir –Por este momento cumpliré lo que me pidas. Así que dime claramente que es lo que quieres que haga contigo-

-N-No sé…-

-Lo sabes- sonreí sin prestar atención a que no reaccionó ante mi rudo cariño, así que terminé por darle la vuelta para rozar su miembro con el mío –Aprovecha tu oportunidad o yo haré lo que quiera contigo-

-Está bien así- contestó sin querer mirarme.

Me sentía mal. Estaba mareado. El aroma era tan embriagante que apenas y lograba mantenerme firme, con temor a decir o hacer algo que delatara mi estado, pues claramente él aún no se había percatado de ello. Como ya no podía mantenerme en pie decidí cerrar la llave del agua y lo saqué de ahí para llevarlo a mi cama. Ahora no importaba donde lo hiciera.

Me coloqué sobre él y lo besé en el rostro, impregnándome de ese aroma tan repugnantemente delicioso. Presionaba su vientre con mi abdomen mientras mis manos recorrían su cuerpo de extremo a extremo haciéndome preguntar si aquella hada tan erótica de verdad era un macho. Los acelerados latidos de su corazón solo me provocaban una sensación más inquietante sobre lo que era correcto hacerle y donde debía detenerme, pero si de algo estaba seguro era de mi ardiente y completamente inesperado deseo de hacerlo mío totalmente.

Me enderecé y fijé mi vista en la primera marca que le había hecho. Sonreí y pellizqué suavemente la piel del centro. Él gimió, pero solo eso. De manera morbosa quise avergonzarlo y lo estimulé para que poco a poco empezara a brotar nuevamente ese líquido que ahora me parecía ligeramente rosado. Me relamí y lo miré, notando que él también me observaba.

-No apartes la vista- sonreí acercándome para lamerlo. Mis labios rápidamente se posicionaron encima y el suave sabor cubrió mi lengua. Era delicioso. Mi garganta se sintió tibia entonces, lo suficiente como para no querer detenerme.

Sentí sus manos tocando mi cabello en tímidos roces, lo que llamó mi atención en un principio. No era molesto, pero sí poco usual. La manera en que sus dedos se metían entre mi cabello solo me motivaba a seguir probando de él; era como si en verdad quisiera que continuara. La húmeda punta de su miembro rozaba mi piel cada vez que me movía, provocándole débiles quejidos. No quería parar, pero tampoco me sentía a gusto para continuar. Sentía que mi cabeza iba a estallar en cualquier momento.

Me separé limpiándome los labios con mi lengua y entré en su cuerpo con una sola estocada sin dar aviso. Estaba tan húmedo que entré sin mayor problema, solo algo de presión al principio. Me sentí tan bien que creí que me correría. Estaba tan caliente, tan apretado. No quise postergarlo más tiempo y empecé a moverme.

-M-Más… más…- lo escuché quejarse mientras se aferraba a las sábanas.

-¿Más despacio?-

-M-Más rápido…-

-Vaya, vaya... que lasciva expresión- sonreí acariciando su rostro. En sus brillantes ojos  azules había lágrimas escondidas -¿En verdad te gusta tanto?-

-S-Sí… es increíble-

-¿No te duele?-

-N-No…-

Sonreí antes de besar su cuello –Desearía que fueras así de sincero siempre- le dije lamiendo su piel –Quiero marcarte ya-

Tenshi cerró sus ojos y giró su rostro contrario hacia mí, exponiéndome la piel de su cuello que se elevaba ante su agitada respiración. Comencé a salivar y de inmediato clavé mis colmillos. Justo en ese momento me corrí.


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