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15. La Locura de Sungmin por dayanstyle

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Notas del capitulo:

bueno nenes llegamos al final...

quiero aclararles que no es que sea malvada y me guste hacerlos sufrir.. bah a quien engaño, me gusta que supliquen.. buhahahah

 

la verdad me he reido muchisimo con los Rw que han dejado sobretodo con uno de  KIMBEAST me rei muchisimo.... pero en realidad si les digo que dejen rw es porque me gusta saber su opinion y me encanta el entusiasmo por estas historias como cuando publico.. a mi me encantan estas historias y aun no he finalizado de adaptar...

aunque no respondan a todos los rw quiero que sepan que siempre los leo y si hago un comentario prefiero dejarlo en las notas para que sea general... en caso que les responda a algunos es porq sus comentarios me parecen super comicos... y me gustan que sean comentarios largos porque asi se que lo dicen en serio,... en fin todo rw para mi es bienvenido sea corto o largo, siempre hay algunos que se las apañan para decir algo comico que me hace reir como idiota en plena oficina donde la gente me ve como si estuviera loca....

sin mas que decir... a leer este ULTIMO CAPITULO lleno de desesperacion por parte del idiota de Cho por ser tan incredulo con nuestro Miniie...

Sungmin se rió. —Un golpeador tan joven. Qué lindo. —No, no soy violento, pero por otra pareja, mato una roca.       —Gracias a los dioses no hay rocas que traten de destruirme, pero te avisaré si las piedrecillas organizan un levantamiento.

     Kibum se sostuvo su costado mientras se carcajeaba. —Me agradas.

      —Lo siento, Kyuhyun tiene la exclusiva. —Sungmin se rió. Ahora se sentía mejor.

—Rebenka, ven.

      Sungmin se inclinó sobre Kibum. —Te juro que voy a comprar un collar de perro si él sigue con eso. Kibum sonrió ampliamente. —Tengo uno arriba.

      —Apuesto a que lo tienes. —Sungmin le dio un guiño al joven con piercing antes de levantarse.

       —Woof, woof. —Sungmin salió del estudio y siguió a Kyuhyun a la oficina del demonio.

      —Por favor, toma asiento. —Jongin extendió la mano hacia el sofá de cuero.

     —Creo que prefiero estar de pie si voy a estar frente al escuadrón de fusilamiento —dijo Sungmin impertinentemente, estaba realmente cansado de todo ese barullo.

      Kyuhyun negó con la cabeza mientras se quedaba a unos centímetros de distancia. —Nadie te está juzgando. Jaejoong cree que lo mejor es que veas a un psicólogo y quizás que te den algún medicamento que te ayude.

     Sungmin dio un paso hacia atrás, su mirada viendo de Kyuhyun a Jongin. ¿Ellos lo decían jodidamente en serio?

—Va a estar bien, rebenka.

       Sungmin negó con la cabeza y nerviosamente pasó la mano por su cabello. —Pero no estoy loco. —Se mordió el labio inferior y bajó la mirada. Sa Eun es real.

       Él no trató de ahorcarse. ¿Lo habría hecho? Sungmin levantó la vista hacia los tristes ojos de su pareja. Kyuhyun dudaba de él, dudaba de su cordura. Eso estaba en su jodida mirada.

      —Kyuhyun no te abandonará, Sungmin. —Jongin trataba de tranquilizar a un hombre que no podía ser tranquilizado ahora mismo.

       Sungmin miró hacia el Alfa que parecía motociclista y entonces de nuevo a sus zapatos. No había manera de que él hubiera hecho todo eso. Sus dedos se flexionaron al recordar que ella lo había golpeado con el maldito martillo. Aun sentía el ardor alrededor de su cuello. Él no había hecho esto. «Ella lo había hecho».

       Sungmin levantó de nuevo la vista hacia Kyuhyun, su dulce y encantador Kyuhyun. El hombre que juraba que lo amaba estaba tratando de medicarlo. La cara de Sungmin mostraba su ira. —No estoy loco. La viste. Viste la maldita nota.

      Kyuhyun negó con la cabeza lentamente. —Lo único que vi fue a una mujer entrar a la tienda y preguntar por ti, rebenka. Y me dijiste que la nota era solo un recordatorio.

       Sungmin bajó la mirada de nuevo. Él tenía un acosador. No es que lo quisiera, pero lo tenía. ¿La habría inventado? ¿Kyuhyun era real? ¿Jongin?

     Sungmin miró alrededor de la oficina confundido. ¿Todo esto era real? Quizás él estaba encerrado en un cuarto acolchonado y estaba alucinando todo esto. Vio de nuevo hacia sus zapatos.

—Por favor no me encierren —murmuró.

      —Nunca. Nunca te apartaría de mi lado, no te alejaría de mí. Hay muchos lugares que pueden ayudarte pareja. —Kyuhyun le hablaba como si fuera un pequeño y perdido niño.

      Sungmin de nuevo se mordió el labio inferior. ¿Se habría golpeado él mismo con un martillo, o anudado la soga alrededor de su cuello para colgarse?

      ¿Era un esquizofrénico? Incluso, ¿Era ésta la real realidad? Espera, él ya había preguntado eso. Sungmin miró una vez más al más hermoso hombre que hubiera entrado en su vida. Lástima que su pareja no lo amara lo suficiente como para creerle.

     Sungmin deslizó sus manos dentro de sus bolsillos. -Necesito pensarlo.-

      Kyuhyun asintió en lo que probablemente él creyó entender. ¿Cómo su pareja podía entender la traición que estaba mostrando al no estar de su lado y creerle? —Claro, rebenka.

       Sungmin caminó dejando a los dos hombres. Su corazón ya no latía ante la sonrisa de su pareja. Estaba muriendo.

      Vio a las otras parejas jugando video juegos en el estudio. ¿Serían ellos reales? Sungmin necesitaba aire. Sus pulmones estaban pesados y su respiración inestable.

      Se dirigió a la cocina y salió por la puerta trasera. El jardín era un buen lugar para pensar. Él tenía que averiguar qué era realmente una alucinación y qué era realmente real.

      Se arrodilló en el jardín, las lágrimas fluían libremente mientras se mordía los sollozos. Si él había imaginado a Sa Eun, entonces posiblemente también había imaginado que Kyuhyun era su pareja, que era solo para él. Su corazón latió más fuerte al reconocer que Kyuhyun no era real.

       Sungmin cerró los ojos con fuerza mientras lloraba por lo que él ya no tenía. La sensación de pérdida era tan grande que si no hubiera estado ya loco, seguro que lo estaría ahora.

—Rebenka —Kyuhyun rogaba al hablarle—. Ven conmigo.

      Sungmin negó con la cabeza. Él no iba a girarse hacia esa seductora e imaginaria voz. El hombre que él había imaginado no estaba realmente detrás de él. Nada de lo que lo rodeaba realmente lo rodeaba.

       Sungmin se inclinó y tomó una linda flor púrpura de la tierra. Inhaló esa increíble fragancia. Si él iba a despertar pronto, despertar a una realidad peor que el infierno, quería al menos disfrutar unos momentos de paz.

      —Aléjate, no eres real. —El sollozo finalmente se quebró. Si Kyuhyun, su amor, su vida, no era real.

      —Rebenka, ven conmigo. —La voz que una vez le causaba alegría le rogaba.

       Sungmin se puso de pie y se giró enojado. —Deja de torturarme, ¡aléjate!

       Sintió el calor en su espalda. Un fuerte dolor lo desgarró mientras veía los negros y hermosos ojos de Kyuhyun. Estaban llenos de horror mientras Sungmin le sonreía con tristeza. —Te amo, incluso, aunque no seas real. —Las palabras salieron suavemente mientras caía al suelo.

 

       Kyuhyun fue testigo de cada cosa como en cámara lenta. El sonido del arma de fuego, su pareja sonriéndole antes de cerrar los ojos y entonces el satánico sonido que recorrió el patio.

      Pronto se dio cuenta que el satánico sonido lo causaba él. Kyuhyun corrió los cuatro metros que lo separaban de su pareja, se dejó caer y giró a Sungmin.

—Ella es real —Kyuhyun gritó dándose cuenta de la pesadilla.

      —¡Encuéntrenla!— Kyuhyun le gritó al enorme guerrero que salió de la cocina. Él levantó a Sungmin y lo llevó hacia el quirófano.

      —¡Jaejoong!— gritó con toda la fuerza de los pulmones mientras corría por el pasillo. La pareja llegó corriendo, indicándole a Kyuhyun que acostara a Sungmin y se lavara. El corazón de Kyuhyun se le salía de su pecho. «La perra era real».

     Santo infierno, él bien pudo haberle entregado a ella a Sungmin como un regalo por la manera en que se había comportado con toda esa situación.

       Kyuhyun no había creído ni una sola palabra de lo que su pareja había dicho y ahora él luchaba por su vida. Kyuhyun nunca se perdonaría por esto. Infiernos, sería afortunado si Sungmin incluso quisiera respirar el mismo aire con él.

 

       Se lavó hasta los codos y entró al quirófano. Aterrado como el infierno. Era su pareja quien estaba acostado y sangrando sobre la mesa de operaciones. ¿Qué si hacía algo mal?

      —Respira y has exactamente lo que te diga —el doctor Jaejoong Kim le indicó. Kyuhyun asintió aturdido. —Él no está loco. Él decía la verdad.

       —Después. Tenemos que salvarlo primero así le podremos entregar tu trasero en charola de oro. La plata no es suficientemente buena.

—Nada es suficientemente bueno. Kibum corría por el pasillo tan rápido como podía.

Le habían disparado a Sungmin.

       Acababa de estar riéndose en el estudio. Esto no se sentía real. Él no iba a perder a su amigo. No después de lo duro que luchó por salvarle la vida. Kibum se detuvo patinando cuando entró en la cocina.

      Jongin estaba en la puerta de la cocina luchando contra una mujer que sostenía en sus manos. El Alfa jalaba las manos de ella hacia atrás deteniéndola.

        Kibum sintió como si un tsunami de odio invadiera su cuerpo. Viendo a quien había tratado de tomar la vida de un hombre inocente, la vida de su amigo, eso hacía que su primitivo instinto se elevara.

 

       Cruzó la cocina y le dio el más fuerte puñetazo que hubiera lanzado en su vida. Su cuerpo entero golpeaba el de ella mientras liberaba la furia que haría que Satán se acobardara a sus pies.

—No. —Jonghyun lo tomó de la cintura y lo apartó.

      Kibum pateaba, se retorcía y gemía, luchando por liberarse. En este particular momento no le importaba que fuera su pareja quien lo sostenía. Él la quería muerta. Jonghyun lo jaló y Kibum utilizó el cuerpo de su pareja como palanca y levantó su pierna derecha golpeándola bajo el mentón. El cuerpo de ella se fue hacia atrás con el impacto. Kibum luchaba por liberarse, para poder hacerle a ella lo que ella le había hecho a Sungmin. —Jodida perra, ¡él no te había hecho nada!

—Sácalo de aquí —Jongin gritó ordenándole a Jonghyun.

     —¡Tu!— Kibum empujó a su pareja liberándose y señaló a Jongin con toda la furia que sentía en todo su cuerpo ardiendo con rabia—. Tú ni siquiera le creíste. Trató de decirte. Pero tú estabas más interesado en ¡encerrarlo por loco!

—¡Kibum!— Jonghyun le gritó.

      —No, pareja. Jodidos infiernos no. —Kibum se giró señalando con su dedo a cada uno de los hombres en el cuarto—. Ninguno le creyó. Ninguno le dio ni una sombra de duda de que quizás él decía la verdad. Bien. ¡Lo hacía!— Kibum gritaba mientras su cuerpo temblaba de rabia—. Sungmin no tenía a nadie apoyándolo en esto. ¿Tienen una idea de cómo se siente eso? Bueno, ¡yo la tengo! Jódanse todos ustedes. —Kibum jaló su brazo de Jonghyun y salió de la cocina. Él sabía exactamente lo que era confiar en alguien y que te traicionara. Él lo había vivido, era una prueba viviente de que la más sagrada de las confianzas podía ser quebrada.

 

      Kibum subió corriendo las escaleras y entró al cuarto de exploraciones, se lavó vigorosamente hasta que parecía que iba a arrancarse la piel.

      Tomó el traje y el cubre bocas y rápidamente se los puso. Mantenía las manos levantadas mientras cruzaba las puertas del quirófano.

—¿Qué quieren que haga?

       Sungmin gimió mientras lentamente recuperaba la consciencia. Sentía todo su cuerpo como si estuviera drogado, colocado sobre carbones ardiendo y luego aplastado bajo el trasero de un elefante. ¿Qué infiernos le había sucedido? ¿Se le  habría caído un estante de libros? Seguro como la mierda que se sentía así.

     —Está despertando. —Una voz muy lejana decía mientras Sungmin intentaba con fuerza aclarar la nube en su mente.

       Sungmin giró la cabeza solo para que un dolor lo recorriera. Gritó y se llevó la mano al cuello. Pudo sentir la gasa que lo cubría. Parpadeó varias veces hasta que pudo enfocar el cuarto, y fue cuando todo regresó a su memoria.

—Sa Eun —sollozó.

       —Tranquilo, rebenka. Ella está detenida. —Sungmin se giró ante la suave y aguardientosa voz. Una voz que una vez le había dado esperanzas y sueños de que finalmente tendría una vida feliz.

—¿Me crees?

     Kyuhyun sostuvo su cabeza hundiendo los hombros. El asintió con un leve movimiento de cabeza. —Lo siento mucho, amor.

      —No lo sientes tanto como mi cuerpo. Siento como si una ambulancia hubiera pasado sobre mí antes de ponerme en una camilla. —Trató de reírse, pero le dolía malditamente mucho. —Los dejaremos solos. Sungmin vio el cuarto y vio a Kibum y a Jaejoong ahí.—Hey, ven. —Le sonrió a Kibum.

      —Puedo ir por ese collar —la pareja bromeó, pero sus ojos le decían a Sungmin que había estado llorando.

      Sungmin levantó la mano, Kibum la tomó. —Gracias por creerme cuando nadie más lo hacía.

      Kibum se ruborizó y se encogió de hombros. —Nosotros las parejas nos mantenemos unidos contra los cabezas duras de los guerreros. —Kibum se inclinó y le murmuró al oído—. No seas demasiado duro con él. Ella lo hizo parecer malditamente convincente.

      Sungmin apretó su mano y lo liberó. A él no le importaba lo convincente que Sa Eun lo hizo ver. Una pareja le creía. ¿Por qué no pudo su propio maldito lobo respaldarlo?

       —Jugaremos billar cuando te sientas mejor —Kibum le dijo y salió detrás de Jaejoong.

       —Lo haremos. —Le dio un guiño a la pareja con la que estaría eternamente en deuda.

      Sungmin vio la puerta durante un buen rato después de que ambos se fueron. Podía sentir que Kyuhyun lo veía fijamente, pero él no podía ver esos hermosos ojos negros, esa hermosa cara, u oír esa voz que quebraba su corazón.

 

      Kyuhyun había estado convencido de que estaba loco sin darle ni una oportunidad. Su propia maldita pareja estaba listo para drogarlo o enviarlo a terapia de electrochoques. ¿Cómo podría alguien llegar a eso?

      —Si me aceptas los siguientes setecientos años, yo haré todo lo necesario para compensarte por esto. —Su pareja habló de algún lado junto a él.

       Sungmin cerró los ojos, tragó saliva varias veces mientras sentía el dolor y la ira lentamente enterrarse dentro de él. —Dudo que puedas. —Sungmin limpió las lágrimas que bajaban por un lado de su cara.

 

Cuatro meses después…

       Sungmin se reía mientras retiraba las manos de Kibum. —Si no te apartas y dejas de cuidarme, voy a levantarme y patearé tu culo, cerebro de aire.

      —No seas rudo conmigo. —Kibum hizo un puchero y entonces le sonrió—. Te colocaré un piercing en el maldito labio mientras duermes si sigues así.

      —Entonces deja de ser una mamá gallina —Sungmin bromeó con su mejor amigo mientras rápidamente alejaba la silla de ruedas de Kibum antes de que tratara de tomarla de nuevo.

      Sungmin acomodó la silla en el elevador que Jongin había instalado. Vio hacia el vestíbulo mientras subía.

      Llevó la silla de ruedas hacia el segundo piso y se dirigió a la recámara en donde encontró a su oscuro y encantador lobo.

      —Hey, rebenka. —Kyuhyun le besó la sien y se hizo a un lado mientras Sungmin llevaba la silla al cuarto de baño.

—Estoy listo para mi baño. —Sungmin movió sus ceJas.

     —Perro caliente. —Kyuhyun se rió, colocó el freno en la silla de Sungmin y lo ayudó a levantarse.

      —Solo espera hasta que mis piernas estén más fuertes. Te mostraré lo que a un perro caliente realmente le gusta.

      Kyuhyun sonrió de oreja a oreja. —Ese es mi rebenka. El doc dice que caminarás en cualquier momento.

     —Y cuando lo haga, cazaré tu trasero de hachador por hacer que perdiera dos meses de mi novela. —Sungmin se quitó la camisa por la cabeza—. Te dije que el protagonista perdonaría a la imbécil. Kyuhyun se rió. — es una puta.

       —Y lo sabe. —Sungmin esperó mientras Kyuhyun le quitaba el resto de la ropa. Él había perdonado a su pareja. Pero tenían un largo y difícil camino por delante hasta el punto en que dejara a Kyuhyun entrar de nuevo a su corazón.

       Su pareja había caído en una profunda depresión que lentamente lo estaba matando. Kyuhyun no podía comer, dormir, ni patrullar por la culpa que lo carcomía.

     Lo único que lo hacía salir de la cama era que Sungmin necesitara cualquier ayuda. Kyuhyun estaba a su lado en cuestión de segundos, haciendo todo lo que estaba en su poder por ayudar a Sungmin.

      Había estado resentido con su pareja durante los dos primeros meses, atacándolo verbalmente en cada oportunidad, nadie lo culpaba, y a Sungmin no le importaba si lo hicieran.

 

    El perdón llegó cuando él vio al una vez fuerte y vibrante hombre convertirse en un esqueleto frente a sus ojos.

      Kyuhyun se había dado por vencido y se estaba dejando morir lentamente.

      Una noche Sungmin finalmente se acercó a él y Kyuhyun lo acurrucó en sus brazos y lloró toda la noche. Sungmin lo sostenía fuerte sabiendo que no podría vivir sin su oscuro y encantador lobo.

       Tenía que tomar una decisión. Podía vivir amargado y resentido el resto de su vida o encontrar el perdón en su corazón Y finalmente encontrar la felicidad quea mbos desesperadamente querían.

      Sungmin eligió hacer la amargura a un lado y disfrutar de una segunda oportunidad para tener una vida con su pareja a su lado.

      Sungmin se dio cuenta esa noche de algo. Incluso si Kyuhyun le hubiera creído, ¿Quién podría haber adivinado que Sa Eun estaba detrás de un maldito árbol con un rifle de francotirador? Y si Kyuhyun le hubiera creído, Sungmin no dudaba que, aun así, ella habría encontrado la manera para tratar de matarlo.

      La bala había causado algo de daño, pero con el ADN de lobo de Kyuhyun recorriéndolo, él podría caminar pronto de acuerdo al médico de los lobos y de Jaejoong.

   

  Sabía que era cierto. Sus piernas ya estaban recuperando fuerza. Usaba la silla cuando quería vagabundear. Sus piernas aun no estaban lo suficientemente fuertes para llevarlo a través de la casa.

     Aun no sabían cómo alguien había podido secuestrar a Nana bajo sus narices y quién se la había llevado. Eso hacía que Jongin estuviera constantemente revisándola.

 

      ¿Y la pequeña señorita Cindernightmare? A Sungmin aun le molestaba que ellos no la hubieran matado. Él no era un promotor de la violencia, pero la perra necesitaba ser vencida. Jongin se rehusó a decirle en dónde se encontraba. El Alfa le dijo que ellos se encargarían de ella. Sungmin lo dejó pasar. Él tenía al amor de su vida que seguía sonriéndole. No iba a desperdiciar su tiempo pensando en la imbécil psicótica.

—Vamos. —Kyuhyun extendió las manos hacia Sungmin.

       —Engreído. —Sungmin palmeó las manos alejándolas—. Ven. —Se rió y tomó su erecto pene—. Porque el señor sabe que lo quiero.

       Kyuhyun se rió y pasó sus nudillos por el pene de Sungmin que escurría. —¿Siempre estás tan caliente? Sungmin sonrió. —No, descanso los domingos.

 

    Sa Eun jalaba las esposas que la sostenían. Con la minúscula cantidad de plata que tenían, no había manera de que pudiera cambiar.

      Sungmin había arruinado todo. Arruinado totalmente su mejor plan, pero ella no estaba enojada por eso. No, ella sabía que podría escapar, recuperar su libertad y asegurarse de que Sungmin pagara por ser un idiota y seguir viviendo.

      Sa Eun jaló los grilletes que la encadenaban a la pared de las catacumbas de los túneles a donde Jongin la había llevado.

 

Ella podría escapar. Eso era solo cuestión de tiempo.

 

FIN...

 

 

Notas finales:

buehhhh.... Sa Eun merece todo nuestro odio.... 

pero nada de ponerse llorones.. porque 

a continuacion 16. El Vampiro de SeungHyun


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