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30. La amenaza de Jaehyo (01) por dayanstyle

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Min Hyuk se tiró en su cama, pensando en cuánta diversión había tenido esa noche. Sus dedos se elevaron y recorrieron el brillante collar verde de su cuello. Jaehyo se había asegurado de que Min Hyuk consiguiera uno antes de irse de la  pista.

 

Sus pensamientos vagaron hacia el hermoso hombre. Min Hyuk no quería irse, pero Yu Kwon insistió en hacerlo. Dio una vuelta en la cama preguntándose qué estaría haciendo Jaehyo en ese momento. Daría cualquier cosa por estar con el hombre ahora. Él tenía esos ojos fascinantes que relucían cuando sonreía. Y eran amables también. Su pelo parecía tan suave…Min Hyuk se moría por tocarlo.

 

Sus dedos dejaron el collar y se fueron  hacia  sus  labios. Había sido un beso fugaz, y uno que había querido profundizar. Los labios del Príncipe eran tan suaves,  incluso  aunque los hubiera probado brevemente. Quería esos labios en su cuello. La polla de Min Hyuk empezó a hincharse, cuando las imágenes de Jaehyo bebiendo su sangre llenaron su mente. Sabía cómo se alimentaban los vampiros. Insoo se lo había explicado todo.

 

La mano de Min Hyuk acarició su pecho, preguntándose cómo sería sentir la boca de Jaehyo chupando sus pezones. Podía sentir cómo se endurecían cuando imaginaba esos maravillosos labios sobre su cuerpo.

 

Un gemido escapó de su boca cuando la mano de Min Hyuk bajó hacia su abdomen. Sus dedos dibujaban pequeños círculos sobre su piel, deseando que estos fueran los labios del Príncipe. Pensaba en  la forma en la que  Jaehyo lo  había   mirado  fijamente mientras bailaban. Sus ojos le decían a Min Hyuk que el Príncipe lo deseaba.

 

Y él deseaba al Príncipe. Incluso y aunque supiera que era un pensamiento tonto, podía soñar sobre ello estando solo en su habitación, con nada más que la oscuridad y su soledad como testigos de sus anhelos.

 

Min Hyuk deslizó su mano por debajo de la sábana que se arremolinaba en su pierna, sintiendo lo duro que se  estaba poniendo al pensar en el hombre alto y guapo. Su otra mano pellizcaba su pezón cuando esparció el pre-semen de la punta de su  polla.

 

Su cuerpo rogaba por ser liberado, desesperado por  ello. Sus ojos empezaron a cerrarse lentamente cuando su cuerpo empezó a calentarse. Min Hyuk lo vio en ese momento,  Jaehyo  estaba  en una oscura esquina de su habitación. Tenía sus ojos  rojos brillando  mientras  observaba  a Min Hyuk.

 

Su mano empezó a retirarse,  ya que  estaba  avergonzado  de que  lo hubiesen pillado dándose placer.

 

-No pares, pequeño cervatillo. - Se acercó con sus ojos en los de  Min Hyuk. Estaban encendidos y posesivos cuando  Jaehyo se posó en la cama de Min Hyuk, vigilándolo fijamente—. Date  placer.

 

La mano de Min Hyuk empezó a moverse de nuevo, nervioso por sentirse observado. El Príncipe no hizo ningún amago de acercarse, pero sus ojos fueron a la mano de Min Hyuk. Min Hyuk gimió cuando empuñó  su  polla,   sacudiéndola  lentamente mientras  veía  a Jaehyo observarle.

 

La sábana bajó lentamente, sin ver cómo unas manos retiraban ésta para alimentar con lo que estaba haciendo el festín para los ojos del Príncipe. Podía sentir cómo sus mejillas enrojecían, pero Min Hyuk no podía parar.

 

La necesidad de darle al Príncipe lo que quería aumentaba sus esfuerzos, mientras su mano se movía en su polla más  rápido, y  los  ojos  rojos  se  paralizaban  por  la  escena.  Las  caderas de Min Hyuk se elevaron, cuando los colmillos de Jaehyo se hicieron más largos,  y el brillo de  sus ojos más  oscuro.

 

Los dedos de Min Hyuk pellizcaban su pezón y sus caderas follaban el aire, con su polla pulsante en su otra mano. Quería correrse, lo necesitaba desesperadamente.

 

Aunque Jaehyo lo observaba intensamente, Min Hyuk no sentía vergüenza por lo que hacía. Todo lo que quería era correrse. Secretamente, en su corazón, sabía que necesitaba liberarse de algo más que del orgasmo que se estaba formando. Necesitaba liberarse de la vida en la que había estado hasta  ahora.

 

Libertad era lo que perseguía, mirando a esos encendidos ojos rojos. Libertad de estar con quien él quisiera estar. No  porque fuera forzado,  sino  porque  había  decidido acostarse  con ellos.

 

—Tienes esa libertad, Min Hyuk, yo te la ofrezco —dijo Jaehyo cuando se arrodillaba en un lado de la cama de Min Hyuk—. Te doy esa  opción.

 

Min Hyuk gritó, y su semen golpeó su vientre, cuando le llegó el orgasmo, haciendo que su espalda se arqueara en la cama. Jaehyo se acercó, mientras los ojos de Min Hyuk seguían sus movimientos, jadeando, y observando cómo Jaehyo hundía sus colmillos en la parte alta del muslo de Min Hyuk.

 

Un orgasmo lo golpeó de nuevo, aunque esta vez más fuerte, torturando su cuerpo mientras el Príncipe bebía de él. Sus piernas se abrieron más, su mano apretaba fuertemente su hinchada polla, a la vez que Jaehyo pasaba sus dedos por el muslo de Min Hyuk.

 

Su cabeza flotaba, su mente corría y su corazón latía fuera de control cuando el príncipe tomó lo que necesitaba. Esos suaves labios en su piel lo estaban volviendo loco. Min Hyuk gimió cuando sintió las afiladas cuchillas abandonarle, y la lengua del Príncipe deslizarse sobre su cuerpo.

 

Jaehyo se metió en la cama de Min Hyuk,  estirándose  a su lado y tomó la boca de Min Hyuk en un exigente beso. Tenía la palabra propiedad escrita en ella. Min Hyuk abrió su boca, dejando entrar la lengua de Jaehyo, compartiendo el sabor de su propia sangre, gimoteando desesperado por acabar en brazos  de Jaehyo,  ansiando  ser  encerrado  entre  esos  fuertes bíceps.

 

Tenía que haberse dormido ya que esto sólo  podía  ser  un sueño. Nada de esto podía ser real.  Si lo fuera,  Min Hyuk tendría una oportunidad  con  el Príncipe.

 

Jaehyo se apartó, y retiró el cabello de los ojos a Min Hyuk con sus manos. —Esto es muy real, mi amor.

 

El cuerpo de Min Hyuk tembló ante el fuerte tono de  las palabras de Jaehyo. —No quiero estar aquí, llévame contigo.

 

—¿Qué pasará con Yu Kwon? ¿Le dejarías sin decírselo, sin preguntarle si quiere venir con nosotros? —preguntó  Jaehyo con su mano en el pecho de Min Hyuk. Era caliente y fuerte. Min Hyuk quería esa fuerza alrededor de él.

 

El corazón de Min Hyuk dolió cuando pensó en el hombre que amaba. Yu Kwon significaba todo para él  y  haría  cualquier  cosa por su amigo. La atracción que sentía hacia el Príncipe  lo confundía. ¿Cómo podía querer a dos hombres a la vez? ¿Cómo podía querer el amor de dos hombres para que lo arropasen con un  manto  de protección?

 

—Lo quiero con nosotros  —confesó Min Hyuk. ¿Decirle sus más profundos deseos haría que pareciera codicioso, una puta?

 

—Nunca. —Jaehyo colocó su palma sobre la cara  de Min Hyuk, desplazando su lengua sobre el labio inferior de éste. Esta vez el beso era lento, suave, nada exigente, pero aún le nublaba la mente. Los dedos de los pies se curvaron cuando Jaehyo se movió,  cerniéndose  ligeramente  sobre Min Hyuk.

 

Necesitaba tocar piel. Min Hyuk se sentía como si pudiese morir si no tenía la piel del Príncipe bajo su palma. Sus dedos subieron y empezaron a desabotonar la camisa de seda de Jaehyo. Temblaban  tanto  que  sus  dedos  estaban  torpes.  El  Príncipe no retiró su mano y no insistió en que él lo haría. No. Jaehyo permaneció quieto, mirándolo con tal  amor  en  los  ojos,  que Min Hyuk  tuvo  que  apartar  la mirada.

 

Se concentró en su tarea, centrándose en los pequeños botones conectados a la camisa de seda. La  boca  de  Min Hyuk se secó cuando lentamente la cremosa y pálida  carne  fue develada. Se lamió los labios, con sus ojos mirando fijamente a  Jaehyo.

 

La mano del Príncipe recorrió el cabello de Min Hyuk, y  él  le sonrió. Sus ojos volvieron a los botones, que lentamente fueron pasando por los ojales de la camisa de Jaehyo. Una vez que la camisa se abrió, las manos de Min Hyuk fueron a los pantalones del Príncipe.

 

Jaehyo rodeó las muñecas de Min Hyuk y  dijo—:  Más despacio, pequeño cervatillo.

 

Min Hyuk lamió sus labios secos y asintió, con sus ojos fijos en el pecho de Jaehyo. Podía sentir sus mejillas ardiendo de vergüenza. No era un amante habilidoso, ni de lejos. En sus oscuros días después del secuestro, el sexo había sido rudo, ejecutado rápidamente, y terminado antes de que Min Hyuk tuviera una posibilidad para pensar en ello.

 

—Permanece conmigo. No pienses en ello —dijo Jaehyo, subiendo la barbilla de Min Hyuk—. Estoy aquí. Nadie nunca te causará  más daño.

 

Esto era diferente. Quería ir lentamente con Jaehyo. Quería que esto durase más de algunos minutos. Min Hyuk ansiaba que durara para siempre. Sintió las lágrimas formarse tras sus ojos, inseguro de qué hacer.

 

Jaehyo puso las manos de Min Hyuk en su pecho, y rodeó con sus brazos el cuerpo de Min Hyuk. —Tenemos todo el tiempo del mundo. No necesitamos precipitar las cosas.

 

Min Hyuk suspiró en brazos del Príncipe. Esto era lo que había ansiado por tanto tiempo. Jaehyo sólo estaba echado allí, sosteniendo a Min Hyuk, como si él importara.

 

 

 

 

Yu Kwon se sentó en la sala, preguntándose  por  qué infiernos había vuelto al club de nuevo. No podía creer  que hubiera estado de acuerdo en venir aquí una segunda vez. Yu Kwon tenía que admitir que realmente lo pasó bien, solamente saliendo de la casa la noche anterior.

 

Se inclinó a su derecha, mirando hacia abajo a la multitudinaria pista de baile donde Min Hyuk parecía estar teniendo el momento de su vida. Por segunda noche consecutiva, su amigo estaba abajo, bailando demasiado seductoramente en su opinión.

 

«Puedes bajar y entrar allí. Me gustaría verte bailar para mí».

 

—¿Puedes parar de hablar dentro de mi cabeza? Me está volviendo loco. —Yu Kwon gruñó a Jaehyo. No había maldad en sus palabras, sólo un tono irritado. Estaba luchando contra la atracción hacia el Príncipe de los vampiros. Parecía que cuanto más estuviera en la presencia del hombre, con mayor fuerza su polla tenía la iniciativa.

 

Y eso le fastidiaba, se suponía que no tenía que sentirse atraído por ese guapísimo hombre. Amaba a Min Hyuk.

 

—No hay nada malo en querer a dos hombres. Min Hyuk y yo podríamos amarte incondicionalmente. Podríamos mostrarte cómo es ser verdaderamente querido.

 

Yu Kwon sintió una tensión en su pecho. Él quería eso también. Simplemente no sabía cómo dejar que la rabia se fuera y bajar la guardia. Yu Kwon estaba aterrorizado de darle a ambos la confianza que necesitarían para cumplir ese sueño. Ser amado, querido y aceptado, era algo con lo que sólo se atrevía a soñar.

 

—Lo que tú digas. —Se volvió, mirando hacia la multitud de abajo una vez más. Se maldijo por su respuesta, pero  no sabía cómo contestarle a Jaehyo. Quería decir si, lo anhelaba profundamente, pero…¿cómo?

 

Yu Kwon posó sus ojos en Jaehyo cuando el vampiro  se acercó, levantando la mano de Yu Kwon de la mesa. Sus ojos se fijaron en su mano y cómo ésta era levantada hacia la boca de Jaehyo. Yu Kwon observó completamente fascinado cómo Jaehyo cogía su dedo y después lo metía en su boca.

 

La atractiva sensación tenía su polla llena y dura, con esos suaves labios chupando hacia dentro su dedo índice. Sus labios se separaron, y un ligero gemido escapó de su boca cuando la lengua de Jaehyo se arremolinó alrededor de su dedo.

 

Yu Kwon tuvo que luchar contra la urgencia de tomar a Jaehyo y follarlo en la sala. La necesidad era fuerte. Estaba bloqueando todo a su alrededor, y sus bolas se estaban tensando en su cuerpo.

 

«Puedes tenerme. Todo lo que tienes que hacer es asentir, y después, puedes poseerme».

Yu Kwon sintió que dentro de su cabeza se desarrollaba una lucha por dar ese paso para confirmar su deseo más profundo. Sintió que se congelaba el aire de sus pulmones. Su garganta se cerró, y su boca estaba seca por los interminables jadeos. Su piel picaba y su verga estaba tan dura que podía sentir la humedad en sus pantalones.

 

Estaba a cinco  segundos de  correrse, y no podía  parar.

Incluso aunque el club se incendiara, no podría  soltarse.

 

«Quiero sentirte en mi boca, Yu Kwon. Quiero probar tu semen bajando por mi garganta».

Los ojos de Yu Kwon se cerraron con fuerza cuando su polla explotó. Un orgasmo de épicas proporciones lo arrolló, y su cuerpo se convulsionó por el placer. Aún podía sentir a Jaehyo chupando su dedo, y cómo su lengua lamía su piel.

 

No podía articular ninguna  palabra. Ningún sonido salió  de su boca cuando la escena acabó. Fue abriendo poco a  poco  sus ojos  para  ver  cómo  su  mano  estaba  de  nuevo  en  la mesa,  y la cabeza del vampiro descansaba en la parte de atrás de la sala. Sus colmillos brillaban bajo la pálida luz, y su pecho bombeaba hacía dentro y hacia fuera, mientras intentaba recobrar el aliento.

 

Los ojos de Yu Kwon fueron al regazo de Jaehyo, que mostraba una larga marca húmeda en la entrepierna de los pantalones del vampiro. Se dio cuenta de que Jaehyo también se había corrido.

 

Los ojos de Jaehyo se abrieron perezosamente, mirándolo con hambre. No hizo ningún movimiento, sólo estaba sentado observando intensamente a Yu Kwon.

 

Yu Kwon abrió su boca para hablar, cuando vio que Min Hyuk venía disparado hacia ellos, con una amplia sonrisa en su cara.

-¡Miren!

 

Yu Kwon se separó instantáneamente de  Jaehyo,  y la culpa le hizo sentirse un pedazo de mierda cuando Min Hyuk les sonrió. Consiguió elevar sus ojos cuando oyó el gruñido de Jaehyo.

 

-¿Quién te ha dado este collar?- Jaehyo salió de la sala en un segundo. Yu Kwon notó que la mancha de humedad se había ido. No había pruebas de la corrida del vampiro por ningún lado.

 

En cambio Yu Kwon, tenía una gran mancha húmeda en su entrepierna, que hacía que cualquiera pudiese centrar su mirada en ella, como una  diana.

 

-Pero me gusta… - Min Hyuk dio un paso atrás, con sus ojos centrados en Yu Kwon.

 

- ¿Sabes lo que significa, pequeño cervatillo? - La voz de Jaehyo se suavizó mientras miraba  fijamente  a  Min Hyuk. Yu Kwon sabía lo  que  significaba, y le hacía hervir la sangre ver el cuero negro alrededor  del cuello de Min Hyuk.

 

-No - admitió Min Hyuk.

 

Jaehyo rodeó el cuello de Min Hyuk, y abrió el broche, tirando el collar sobre la mesa. -Significa que cualquiera que te pone esto, es tu dueño.-

 

Los ojos de Min Hyuk se abrieron con sorpresa  cuando Yu Kwon cogió el suave collar de cuero. Lo lanzó fuera de la sala, sin importarle quién viera su acción. Quería encontrar al maldito que había tratado de reclamar lo que sabía que era suyo.

 

-Nuestro - corrigió Jaehyo los pensamientos de Yu Kwon en alto. Ignoró al vampiro, cogió el collar y bajó rápidamente las escaleras, dirigiéndose hacia los cuartos oscuros. El Príncipe le había explicado lo que pasaba allí, y tenía la sensación de que el culpable estaría en algún lugar en esas  habitaciones.

 

Yu Kwon tendría que sentar a Min Hyuk, y explicarle que los cuartos oscuros estaban prohibidos.

 

Le vino a la mente que estaba contemplando la posibilidad de volver al Club. Yu Kwon retiró ese pensamiento,  y  abrió  la primera puerta que se encontró. Sostuvo el collar alto  en  el  aire para  que  todos lo vieran.  -¿Pertenece esto a  alguno de  aquí?

 

Cuando los dos que estaban en el cuarto  lo  negaron, Yu Kwon cerró la puerta y se dirigió a la otra habitación. Cuando iba por la cuarta habitación, la rabia lo dominaba. Empujó la puerta, sujetando el collar y haciendo la misma  pregunta.

 

-Sí, es mío. ¿Dónde está mi  sumiso?-

 

Yu Kwon permaneció allí estupefacto. No había forma de que este idiota fuera un Dom. No sólo carecía del aura fuerte que Yu Kwon asociaba a los dominantes, sino que el tipo era endeble como el infierno. -Él no es tu sumiso. Él no pertenece a nadie.-

 

-Y una mierda que no. Él aceptó llevar el collar. Tráemelo.

 

Yu Kwon apretó los puños, con su ira en aumento. Lanzó el collar al hombre, mirando cómo golpeaba el suelo. -Mantente jodidamente  alejado  de él.-

 

Pocos segundos después, Yu Kwon tenía al tipo en el suelo, incapacitado. Sintió que fuertes brazos lo envolvían, y que lo separaban del hombre. Yu Kwon luchó para soltarse, pero los brazos eran más fuertes.

 

-Cálmate, pequeño - susurró Jaehyo en su oreja, sacando a Yu Kwon del cuarto. Quería patear el trasero del vampiro por interferir. -Podemos luchar desnudos después. - Jaehyo lo soltó y le dio vuelta a Yu Kwon, sus ojos rojos  brillando. -Déjame manejar esto.

 

-No. Él trataba de…

 

-Calla. Yo lo manejaré -los ojos de Jaehyo cortaron la discusión.  Yu Kwon bullía, pero permaneció en el pasillo. Observó cómo Jaehyo cogió al hombre y le hablaba suavemente.

 

Se fue, era incapaz de permanecer allí, sin volver al cuarto e incapacitar al hombre de nuevo. Subió pisando fuerte la escalera, y se dirigió a la sala. Hong Bin y Jun estaban con Min Hyuk, protegiéndolo.

 

¾No puedes ir a los cuartos oscuros, Min Hyuk. No es seguro para ti.

 

¾Lo sé. Hong Bin me ha explicado  para  qué  suelen  usarlos,  y por qué no debo vagar por allí.

 

Yu Kwon le dio las gracias al vampiro mientras tomaba asiento, intentando por todos los medios de calmarse. Jaehyo se unió a ellos momentos después, deslizándose en la sala.

 

¾¿Está todo bien? ¾preguntó Hong Bin tomando  asiento también.

 

¾Ahora sí. He hablado con uno de los jóvenes ansiosos  por jugar, y le  he  explicado  que  Min Hyuk  y  Yu Kwon  estaban prohibidos para todo el mundo.

 

¾No tienes que decir nada sobre mí. Puedo defenderme yo solo. ¿Y por qué tratabas de apaciguarlo después de lo que hizo? soltó Yu Kwon.

 

¾Hay ciertas reglas, pequeño. No era consciente de mi advertencia de permanecer alejados de ustedes dos. No puedes culparle. Min Hyuk había aceptado su collar.- Jaehyo miró hacia Min Hyuk, y frunció el ceño. -No vuelvas a los cuartos oscuros, pequeño cervatillo.

 

Yu Kwon soltó un gruñido.

 

¾Estuviste impresionante, Yu Kwon. ¿Dónde aprendiste a luchar así? ¾preguntó Jaehyo, moviéndose un poco, acercándose a Yu Kwon.

 

Yu Kwon se dio cuenta de que Hong Bin e Jun ponían  atención a su respuesta. Bajó la mirada a sus manos, y se encogió.

-Internado.

 

¾Parece que hay mucho más de ti, de lo que deja  ver.- sonrió Jaehyo¾. Y en cuanto a lo de después, iba en  serio.

 

Visiones de Yu Kwon derribando al Príncipe, y follándolo hasta dejarlo en coma, pasaron por su cabeza. La idea tenía a su polla poniéndose dura de nuevo. Suspiró en su asiento, sin darle una respuesta. Era irónico cómo le estaba poniendo las cosas en una bandeja de plata, y él era tan cobarde, que no tomaba lo que se le estaban ofreciendo.

 

Tanto como quería al Príncipe, lo negaba, y por eso, no podía aceptar la invitación. La mano del vampiro se posó en su hombro, dándole un apretón tranquilizador, pasando a contarles a sus hombres cómo Yu Kwon rápida y eficientemente, había derribado e inmovilizado al hombre.

 

¿Era consuelo? A Yu Kwon le dolía la cabeza sólo de tratar de entenderlo. Su cabeza giró cuando Min Hyuk cogió su mano, sacándolo de la sala. ¾Quiero bailar.

 

Mierda. Él no sabía nada de bailar. «Dile hola a mis dos pies izquierdos». -Yo… - No estaba seguro de lo que iba a decir para librarse. Quedar como un tonto en la pista de baile, no estaba en su agenda para esa  noche.

 

-Es fácil. Yo te enseñaré - le susurró Jaehyo, uniéndose a ellos y guiándoles escaleras abajo. Podía sentir cómo su cuerpo empezaba a sudar cuando Min Hyuk soltó su mano y empezó  a bailar, como si hubiera nacido en una pista de  baile.

 

Jaehyo empujó a Yu Kwon contra su pecho, usando sus fuertes muslos, haciendo moverse a Yu Kwon según éstos golpeaban contra los suyos. El vampiro cogió las muñecas de Yu Kwon, atrayendo sus brazos alrededor en cuello del vampiro.

 

Las manos del Príncipe vagaban por el cuerpo de Yu Kwon, cuando empezó a moverse con la música. Sus ojos miraron alrededor, intentando saber lo tonto que se veía. Nadie mostraba interés en ellos, todos estaban perdidos en su propia autoexpresión.

 

Yu Kwon empezó a dejarse llevar, por el ritmo de su cuerpo siguiendo el de Jaehyo. Min Hyuk se movía delante de él, apretándolo entre ambos. Yu Kwon se moría por besar a Min Hyuk. Estaba  bailando tan bien delante  de  él.  Tan  apetecible.

 

Sentía que su resolución de  nunca tocar  a Min Hyuk  empezaba a resquebrajarse cuando su amigo pasó su mano por su pecho. Yu Kwon trató de bajar sus brazos, intentando parar a Min Hyuk, pero Jaehyo mantuvo los brazos en su cuello.

 

«Él te ama, Yu Kwon. Quiere estar contigo. Muéstrale que el amor entre dos personas no tiene por qué dañarle».

-Pero… - Yu Kwon cerró su boca, inseguro de cómo contarle a Jaehyo sus  miedos.

 

«Puedo oírte. Habla conmigo».

 

«Ellos lo usaron. No quiero ser como ellos. No lo usaré para el sexo. Se merece ser amado, ser querido. Me niego a hacerle   daño».

 

«Le estás haciendo daño cuando lo rechazas. Él anhela tu toque».

Yu Kwon miró a los ojos  a  Min Hyuk.  El  amor  emanaba  de todos sus poros, y hacía que se quedara sin aliento. El miedo se agarró a su corazón como un helado puño. ¿Qué pasaría  si  le hacía daño? ¿Qué pasaría si hacerle el amor a Min Hyuk, hacía que volviese a experimentar la depravación de hace cuatro años? Yu Kwon no podía soportar la idea de herir a su amigo de esa manera.

 

¾Dale una oportunidad ¾susurró Jaehyo mientras los dedos de  Min Hyuk exploraban el cuerpo de  Yu Kwon.

 

¾Yo-Yo pensaré en  ello.

 

Jaehyo asintió, y continuaron  bailando.

 

 

 

Hong Bin permanecía allí, frotando su barbilla, y mirando fijamente a D.K. y a Tae Ho. ¿En qué estaba pensando Jun? Esos dos eran los vampiros más jodidamente grandes que había visto alguna vez. Necesitarían una grúa para someterlos en caso de que se descontrolaran.

 

La única persona capaz de controlar a esos dos  sería Jaehyo. «Maldición». ¿Por qué siempre dejaba que Jun le arrastrase en sus jodidas estupideces?

 

Su mejor amigo necesitaba que le examinaran la cabeza.

 

¾¿Y bien? ¾preguntó Jun, mientras Hong Bin miraba fijamente a los hombres del tamaño de un edificio.

 

 

¾¿Cómo  consiguieron  ser tan malditamente grandes?

¾Hong Bin se inclinó y les preguntó a ambos.

¾¿Comiendo vacas enteras? ¿Cómo lo voy a saber?  Pueden hacer el trabajo,  que  es todo lo que  importa.

 

Hong Bin esperaba que fuera cierto. Los dos pequeños Príncipes contaban con esos dos enormes vampiros. Que a Min Hyuk le hubieran  dado  el  collar,  probaba  eso.  -Sólo  tienen  un  trabajo.- dijo a los dos hombres que estaban en el sofá de  cuero  de  la oficina  de  Jaehyo.

 

¾¿Y es? ¾preguntó D.K. con su voz retumbando en las paredes.

 

Santa mierda. Hong Bin no era un gallina, pero esos dos hombres hacían que quisiera correr y comprobar que tenía su testamento actualizado. Eran enormes.

 

¾Proteger a las parejas del Príncipe.

 

¾Parejas - Tae Ho subió una ceja con interés hacia Hong Bin.

 

¾Si, en plural. Dos. Él ha encontrado a sus parejas, y los hombres necesitan protección cuando no estén con el Príncipe.

 

¾¿Hombres?- preguntó D.K. Cojonudo. Simplemente, cojonudo.

 

 

continuara..

Notas finales:

ya saben lo qe tiene q hacer


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