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40. Nam Joon (01) por dayanstyle

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Notas del capitulo:

LO HICE NENESSSS LO HICEEEEEEE... AL FIN TERMINE MI CARRERA Y SOY LICENCIADAAAAAAAAAAA....

ok les cuento que tengo una resaca monumental y ya la vejez me esta pegando horriblemente...  aqui les dejo la foto para que me vean y me congratulen foto de tesis... en julio el acto de grado...

ahora si a leer

 

JungKook abrió la puerta de la recámara lentamente, asomó la cabeza para hacer una revisión rápida. Con un rollo de monedas de veinticinco centavos y un tubo con dados en sus manos, JungKook salió del cuarto y cerró la puerta detrás de él. Nam Joon había sido testarudo manteniendo a JungKook en la cama y obligándolo a descansar.

Pero él estaba teniendo fiebre de la cabaña. ¿O era fiebre de la recámara?

 

No quería seguir en la cama. La sesión de jodida que tuvo con Nam Joon lo había dejado noqueado por horas. JungKook ya había descansado lo suficiente. Conocía su cuerpo y sabía que estaba bien. Era infantil escaparse del cuarto, pero JungKook estaba enfermo de estar acostado en la cama viendo el techo.

 

JungKook estaba acostumbrado a estar rodeado de gente y estar rodeado de multitudes. No le gustaba estar solo. Eso era malditamente tranquilo.

 

Ya había descansado suficiente, entonces ahora era tiempo de levantarse y mostrarles a estos hombres un poco de diversión. JungKook se asomó a la sala, viendo alrededor para asegurarse de que la bestia no se veía por ningún lado.

 

Cuándo vio que no había señales de su pareja, JungKook sonrió. Entró en la sala. Los hombres estaban reunidos en el cuarto viendo televisión o sentados al lado de tonterías. Ellos giraron la cabeza cuando JungKook apareció en el marco de la puerta.

 

Sosteniendo el tubo en su mano, JungKook lo sacudió haciendo que el contenido retumbara. —¿Alguien juega LCR?

 

—¿Qué es eso? —Hyung Won preguntó levantándose del sofá y tomando el cilindro de la mano de JungKook.

 

—Oh, es solo un juego con el que puedo quitarte todo tu dinero. —Se rio y levantó el rollo de monedas de veinticinco centavos—. Dime que tienen diez dólares en monedas de veinticinco centavos con los que jugar.

 

—Muy bien —dijo WenHan juntando las manos y frotándolas mientras se ponía de pie—. Estoy dentro. Me encanta tomar el dinero de otras personas.

 

JungKook ayudó a Lumin y Jin a preparar la mesa y tomó sillas de donde podía encontrarlas. Parecía haber un zumbido de excitación cuando todos se acomodaron alrededor de la mesa. Seung Yub trajo cervezas para todos y Red llevó algunos bocadillos.

 

Corriendo a la cocina, JungKook tomó un tazón y lo colocó en el centro de la mesa. —Está bien, escuchen —dijo mientras levantaba la mano. Los hombres se calmaron cuando JungKook se aclaró la garganta y continuó—: Así es como se juega. —JungKook levantó los tres dados—. Un L significa darle veinticinco centavos a la persona a su izquierda, la R a la persona a su derecha, un C significa que el dinero entra en la canasta en el centro, y el único punto negro significa que guardas tu dinero. ¿Lo tienen?

 

Todos asintieron.

—¿Qué pasa si sacas más de una letra? —WenHan preguntó. JungKook rodó los ojos ante lo obvio—. Lo que sea que digan los dados, lo haces.

 

—¿Cuál es el objetivo del juego? —Renato preguntó.

 

JungKook sonrió mientras bajaba los dados. —El objetivo es, que la última persona con una moneda de veinticinco centavos se queda con la canasta. Y puesto que hay doce que están sentados aquí, eso es suficiente dinero para que papá se compre un sombrero nuevo.

 

—¿Quién diablos necesita un sombrero? —Ray preguntó mientras tomaba asiento, acomodando sus monedas frente a él.

 

—No importa. Empecemos el juego. —JungKook se sentó y tiró los dados, iniciando el juego.

 

—¡Ja! —WenHan gritó mientras saltaba, señalando los dados de JungKook—. ¡Dame mis monedas, bebé!

 

JungKook soltó un gruñido mientras deslizaba dos monedas, a su derecha. —Está bien, todavía tengo un rollo entero de ellas —señaló JungKook divertido—. Sigues, amigo.

 

A medida que el juego avanzaba, los chicos alrededor de la mesa eran cada vez más ruidosos, gritando, riendo, o gruñendo cuando ganaban o perdían su dinero. JungKook estaba pasando un gran momento. Había pasado mucho tiempo desde que se divirtió de esa forma. La tristeza lo apuñaló desde su interior cuando se dio cuenta de la última vez que había jugado a este juego.

 

Había sido con Dae Geon y sus amigos.

JungKook sabía que este juego podría traer viejos recuerdos, pero quería conocer a su nueva familia.

¿Y qué mejor manera que los juegos de azar?

 

WenHan fue el primero en golpear la mesa, haciendo que las monedas y las bebidas saltaran mientras gruñía. — ¡Maldición! —gritó furioso cuando le dio tres monedas a JungKook. JungKook se echó a reír mientras se frotaba las manos.

 

—No seas un bebé, perdedor. Voy a ser muy cuidadoso con tu dinero —bromeó—. Oh, espera un minuto, quiero decir mi dinero.

 

—No tendrás esa sonrisa de satisfacción en la cara cuando me vaya ¡con esa canasta! —dijo WenHan mientras señalaba a la canasta en el centro de la mesa.

—Vamos a ver eso —desafió JungKook cuando tiró los dados.

—¿Qué demonios está pasando aquí?

«Oops».

 

Todo el mundo se calmó y la habitación quedó en silencio, nadie hacía ni un sonido.

 

JungKook vio a Nam Joon viendo a todos de pie desde el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho.

—¿Por qué no estás en la cama, zaterio? —Nam Joon preguntó, acercándose a la mesa—. Deberías estar descansando. No deberías de estar aquí... —Nam Joon echó un vistazo a la mesa, arqueando las cejas y frunciendo el ceño—. ¿Qué es exactamente lo que están haciendo?

—¡Oh, amigo! tienen que jugar esto —dijo Ray, poniéndose de pie, dándole su silla a Nam Joon.

—Oye, ¡no puede entrar! —WenHan gritó—. Ya estamos a mitad del juego.

—Eres tan malditamente competitivo —dijo JungKook mientras le señalaba la silla vacía a Nam Joon—. Relájate. Es solo un juego.

—Lo dice el segundo hombre más competitivo de esta mesa —replicó WenHan.

—Él puede entrar con cinco dólares ya que estamos a la mitad del juego —sugirió Ray.

 

WenHan gruñó mientras tomaba asiento. JungKook quería reírse del ceño fruncido del hombre. Era sólo un juego, pero WenHan se moría por vencer a JungKook. Eso era hilarante.

 

—¿Entrar en qué? —Nam Joon preguntó, viendo confundido a JungKook.

 

JungKook se levantó y besó a Nam Joon antes de colocar su brazo sobre los hombros y señalar la mesa. —Déjame explicarte cómo se juega.

 

 

Nam Joon vio la mesa mientras su pareja tomaba los dados y los lanzaba ¿Alguna vez había visto tan feliz a JungKook? El hombre tenía una sonrisa en su rostro que iluminó sus hermosos ojos color ámbar, que casi brillaban. Su zaterio lo vio y le guiñó un ojo.

 

Nam Joon estaba impactado por la forma en que JungKook estaba actuando. El hombre trataba a las otras bestias como si los hubiera conocido durante años, reprendiéndolos, gritándoles o riéndose con ellos. Era una asombrosa vista.

 

¿Y sus hombres? Ellos estaban tratando a JungKook igual que a un hermano pequeño. Nam Joon sonrió cuando JungKook gritó algo sobre darle su dinero a papá. Prefería tener a su zaterio en la cama. Pero el brillo que rodeaba a su pareja era impactante.

Parecía que JungKook estaba teniendo un gran momento, lo que complacía a Nam Joon. Lo único que quería para JungKook era que fuera feliz. Al parecer, este juego estaba sacando todo tipo de emociones, no sólo de su pareja sino de todos los hombres en la habitación.

 

No tenía idea de lo competitivo que realmente eran los hombres, pero ahora lo estaba viendo de primera mano, y en realidad era bastante divertido.

 

—Maldición, si tiro una C más, ¡voy a golpear a alguien!

—Hyung Won gritó mientras lanzaba sus monedas en la canasta—. Ahora sólo me quedan cuatro monedas. ¿Qué infiernos voy a hacer con cuatro jodidas monedas? No puedo hacer una maldita cosa con cuatro monedas.

 

Maldición, y Hyung Won solía ser el más tranquilo.

 

—Deja de llorar —dijo JungKook tomando los dados de Hyung Won—. Quizás yo saque una L para ti... ¡o quizás no! —Se echó a reír y luego gritó cuando los tres dados mostraron sólidos puntos negros.

 

Este juego era bastante divertido. Nam Joon tendría que asegurarse de que se volviera a repetir. Se levantó de la mesa y se dirigió a la cocina, lanzando la botella de cerveza vacía en la basura y sacando dos más del refrigerador.

 

Dejó una al lado de JungKook, le besó la sien antes de tomar su asiento de nuevo.

—Necesito una cerveza —dijo Ray, señalando su botella vacía.

—Ve a conseguirte una —gruñó Nam Joon—. ¿Quién infiernos crees que soy, tu maldita criada?

—¿Por qué JungKook consiguió una? —Ray hizo un puchero.

—Porque él me jode —respondió JungKook por Nam Joon—. Eso es obvio.

 

La sala estalló en carcajadas, Nam Joon, por primera vez, sintió la cara caliente de vergüenza. JungKook había sido tan contundente acerca de su respuesta. No es que a Nam Joon le importara lo que pensaran, solo fue que la respuesta de su zaterio lo pescó con la guardia baja.

 

—¿Eso lo explica? —dijo Nam Joon, entrecerrando los ojos hacia Ray,

—Fuerte y claro —dijo Ray mientras se ponía de pie y corría a la cocina.

 

Nam Joon lanzó los dados y dejó sus últimas monedas en la canasta. —Parece que esto quedara ente tú y WenHan — dijo Nam Joon dándole un gran trago a su cerveza, dándose cuenta de que JungKook y WenHan se miraban fijo.

 

—¡Vas a perder! —JungKook dijo mientras tomaba los dados.

—Sólo puedes tomar dos dados, JungKook. Sólo te quedan dos monedas —WenHan señaló.

 

JungKook dejó el dado extra en la canasta y entonces movió su puño y soltó los dados. Gritó cuando lanzó dos puntos negros.

 

—Bastardo afortunado. —WenHan bufó mientras Nam Joon gruñía.

 

WenHan inclinó la cabeza a un lado y abrió más los ojos.

 

—Es solo un juego, hombre. Sólo un poco de bromas amistosas. No quise decir nada como eso —dijo mientras tragaba saliva.

 

—Mantén el lenguaje competitivo calmado, o te arrancaré la cabeza por hablarle de esa manera a mi zaterio amenazó Nam Joon.

 

—Está bien —dijo JungKook nerviosamente y luego le dio un beso a Nam Joon. Nam Joon olvidó su protesta al ver la aprehensión tensar los rasgos de JungKook. Suspiró y asintió y entonces centró su atención en WenHan.

 

—Deja que diga lo que quiera —dijo JungKook con una cínica sonrisa—. Seré yo el que se quede con esa canasta.

 

—Como el infierno —gruñó WenHan mientras tomaba los dos dados, y el que estaba en la canasta—. Tengo tres monedas y tú dos. Eso significa que estoy ganando.

 

—Y las tablas podrían girar oh tan rápidamente — argumentó JungKook.

 

WenHan tomó los dados, sacudiéndolos en la mano cuando la alarma del perímetro sonó. Todos giraron la cabeza, Nam Joon se puso de pie y se dirigió al monitor. — Jodidos perros. Regresaron, y esta vez trajeron a sus amigos.

 

—Nam Joon se giro hacia todos en el cuarto—. Prepárense para la batalla.

 

El cuarto se desocupó, los hombres fueron por sus armas, dejando a JungKook de pie frente a la mesa. Una seria expresión repentinamente se formó en la cara de JungKook. — ¿Cuántos son?

 

Nam Joon bloqueó el monitor, impidiendo que JungKook viera a los perros del infierno. —Cinco en total.

 

JungKook asintió y rodeó la mesa. —Entonces supongo que mejor me preparo.

—No —Nam Joon dijo firmemente—. Te quiero en nuestra recámara donde estarás a salvo.

—¡Infiernos que lo haré! —JungKook argumentó—. No me esconderé. Ni siquiera porque sus mordidas son venenosas para mi, no soy un cobarde.

 

JungKook se dirigió al pasillo, pero Nam Joon le bloqueó el camino, acunando la cara de su zaterio. —JungKook, por favor. — Nam Joon rogó por primera vez en su vida—. Te pido que por favor te quedes en la recámara.

 

En realidad, era la segunda vez. La primera fue cuando Nam Joon le rogó a JungKook que viviera. Pero como nadie lo había oído la primera vez...

 

JungKook no se veía muy feliz acerca de la petición de Nam Joon. Su zaterio se negaba a verlo a los ojos, viendo hacia abajo. Nam Joon odiaba ver a JungKook de esta manera. Quería ver esa brillante sonrisa de nuevo en su rostro pero sabía que no iba a suceder pronto. Pasó las yemas de los pulgares sobre la mandíbula con la incipiente barba de JungKook, bajando la cabeza para besarlo.

 

JungKook finalmente asintió, apartándose de Nam Joon. — Pero no me quedaré en nuestro cuarto. Estaré viéndote por el monitor y en el primer momento en que crea que se está complicando, saldré a ayudar.

 

Nam Joon quería discutir, pero podía ver la decisión en los ojos ámbar de JungKook.

 

Nada iba evitar que JungKook saliera si creía que Nam Joon estaba en problemas. Así que solo necesitaba salir y patear algunos traseros. Era la única manera para mantener a su zaterio a salvo en el interior.

 

—De acuerdo —dijo, dando un paso atrás. JungKook se acercó a la mesa, tomó una silla y se sentó frente al monitor, cruzando los brazos sobre el pecho. Nam Joon quería gruñir ante la obstinación del hombre, pero tenía que salir a la calle.

 

—Dile a WenHan que tenemos un juego que terminar cuando regrese.

Nam Joon sonrió al ver la obstinada expresión en el rostro de JungKook. —Le diré eso. —Vio el pasillo, odiaba dejar a JungKook atrás, mientras usaba la salida desde la recámara.

 

Salir del otro lado de la montaña le daría la ventaja de volar a la cima y ver hacia el hangar. No sólo a Rae Hwan y Feeldog sino también a los otros tres perros del infierno que iban con ellos.

 

Nam Joon se inclinó sobre el precipicio, escuchando con atención.

—La entrada es en algún lugar alrededor de el hangar—dijo Rae Hwan pasando la mano sobre el metal oxidado—. Sólo tenemos que encontrarla. 

—¿Por qué no solo desgarramos la maldita? —uno de los perros del infierno que Nam Joon no reconoció preguntó.

 

—Porque no podemos —dijo Rae Hwan con frustración—. Nam Joon tiene algún tipo de hechizos de protección en este maldito lugar.

 

—¿Es por eso que me siento como si quisiera dar la vuelta y alejarme? —preguntó el hombre.

 

Rae Hwan gruñó mientras golpeaba al tipo en la parte de atrás de la cabeza. —¿Qué jodidos crees? Eso es lo que es un hechizo de protección, imbécil. Ahora piensa en cómo entrar. Quiero a su zaterio.

 

Nam Joon suprimió un gruñido cuando las palabras de Rae Hwan flotaron hasta él. Si ese residente del infierno se acercaba a JungKook, colgaría al hombre con sus propias entrañas. Nadie iba a poner sus manos en su zaterio. Él daría su vida para asegurarse de que JungKook estuviera a salvo.

 

Pero prefería en su lugar dar la vida de Rae Hwan.

Nam Joon vio a las otras Bestias Aladas salir por las salidas privadas, colocándose en cuclillas veía toda la escena en el hangar. Hyung Won lo vio con una sonrisa cruel en su rostro y le dio un guiño a Nam Joon. —Son más tontos que una caja de piedras —se rio.

 

Normalmente Nam Joon estaría de acuerdo con su mejor amigo, pero JungKook estaba dentro y no encontró la situación ni un poco divertida.

 

Deslizándose más cerca, Nam Joon accidentalmente pateó una piedra, enviándolo a toda velocidad por la ladera de la montaña, alertando a todos de la presencia de las bestias.

 

Los perros del infierno levantaron la cabeza y vieron a Nam Joon y a sus hombres. —¿Por qué no envías a tu mascota aquí? —Rae Hwan le gritó a Nam Joon.

 

«Justo cuando estés frío y muerto en el suelo». —No es probable — le gritó.

 

El perro del infierno se encogió de hombros dándole a Nam Joon una libidinosa sonrisa. —Tarde o temprano lo tendré. ¿Por qué no me ahorras tiempo y me lo entregas?

 

Nam Joon sabía que Rae Hwan estaba provocándolo, tratando de incitarlo a pelear. Nam Joon sabía lo que era una táctica de distracción cuando veía una. Rae Hwan no quería pelear con él, pero quería apartar su atención de los otros perros del infierno que trataban de entrar en el hangar.

 

Él no caería en eso, pero era necesario alejarlos del hangar. A pesar de que se necesitaba el control remoto para entrar, Nam Joon de nuevo reconoció que algunas criaturas nacían con suerte.

 

—¿Por qué no vienes aquí a jugar? —Hyung Won gritó poniéndose de pie—. Tengo un palo largo y grueso aquí con el que puedes jugar. —Se agarró la entrepierna mientras se burlaba de Rae Hwan.

 

Nam Joon rodó los ojos.

 

—¿Qué? —Hyung Won preguntó soltando su entrepierna—. Nunca dije que era un santo.

 

Rae Hwan se volvió de un rojo carmesí, sus labios una delgada línea y entrecerró los ojos hacia Hyung Won. —Jódeme.

 

—Ni siquiera en mi día más desesperado. —Hyung Won se carcajeó—. Eres jodidamente feo —agregó.

 

Nam Joon escuchaba las provocaciones entre los dos, pero también estaba observando cuidadosamente a los perros del infierno. Vio a uno de los perros del infierno que acompañaba a Rae Hwan y Feeldog sacar algo de su chaqueta.

 

Nam Joon se dio cuenta de lo que era demasiado tarde. El perro del infierno abrió la botella y lanzó el contenido hacia el hangar, haciendo un agujero en el hechizo de protección. Rae Hwan aulló de triunfo cuando los perros del infierno se dirigían a la puerta abierta del hangar.

 

—¡Mierda! —Nam Joon junto con las otras bestias, estaban en el hangar en segundos, luchando por mantener a los perros del infierno fuera. Envió una silenciosa oración a los dioses para que JungKook no fuera tan obstinado como para venir corriendo por el pasillo. La mordida de un perro del infierno no tenía ningún efecto sobre una Bestia Alada, pero Nam Joon no estaba seguro que JungKook pudiera sobrevivir a una segunda mordida.

 

Sacando sus armas, las bestias lucharon hasta que los tres desconocidos yacían en un charco de su propia sangre negra.

Rae Hwan y Feeldog se retiraron, corriendo en sus formas de perro del infierno.

 

—¿Qué quieres hacer con esto? —Red preguntó mientras señalaba la puerta quebrada—. Ellos ahora tienen una manera de entrar.

 

Nam Joon sabía que eso sólo podía haber venido del Rey Julien que le había entregado a ese perro del infierno el contra hechizo. —Tengo que ir a ver a un viejo amigo. Mueve a mi zaterio a un lugar más seguro hasta que regrese. —Iba a hacerle una visita al hombre que le había dado el hechizo de protección para ver qué podía hacer sobre la seguridad de su casa. Nam Joon no iba a mudarse. Se rehusaba a huir.

 

—Hecho —dijo Hyung Won, mientras las bestias abrían el pasillo y llegaban a las escaleras. Nam Joon quería ir con su zaterio y explicarle lo que estaba pasando, pero ahora conocía a JungKook demasiado bien. El lobo discutiría sobre ir con Nam Joon, pero el viaje era peligroso y no iba a llevar a JungKook por un camino peligroso.

 

Suspiró profundamente mientras salía del hangar, viendo el cielo oscurecerse antes de alejarse.

 

continuara....


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