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40. Nam Joon (01) por dayanstyle

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—Adelante —WenHan gritó y entonces siseó mientras presionaba una toalla húmeda en la marca de la mordida en su muslo. Si encontraba al perro del infierno que lo mordió, acabaría con el bastardo. Si no estuviera ya muerto.

 

Dolía como una perra.

Levantó la vista y vio a JungKook entrar en la recámara.

«Ah, mierda».

 

¿Por qué a él le tocaba explicarle al zaterio de Nam Joon dónde estaba su comandante? Nam Joon no había regresado con ellos, y WenHan había visto la abatida mirada en el rostro de JungKook, cuando los hombres habían regresado sin Nam Joon.

 

WenHan rezó para que JungKook no fuera a llorar en su recámara. No podría manejar a un zaterio deprimido. Se preguntó dónde infiernos estaría Nam Joon, maldijo al feo bastardo por no decirle nada a JungKook antes de irse.

 

Se apoyó contra la cómoda, esperando a que JungKook dijera algo. JungKook señaló la pierna de WenHan. —¿Estás bien?

 

¿Parecía estar bien? Tenía una maldita toalla ensangrentada presionando su pierna. —Sí, es solo una mordida —dijo manteniendo los agudos comentarios para si mismo.

 

JungKook abrió más los ojos. —¿Vas a tener fiebre? — preguntó nervioso mientras se aproximaba a WenHan, se colocó en cuclillas y retiró la mano de WenHan, apartando la toalla. WenHan veía las manos de JungKook cuando el chico revisaba la marca de la mordida.

 

No sabía qué decir. Nadie había atendido una de sus heridas antes. WenHan toda su vida había cuidado de si mismo, incluso en ocasiones suturado su propia piel. Se sentía extraño tener a alguien tan preocupado por una simple herida por mordedura.

 

Interiormente se estremeció ante los suaves sentimientos que tenía hacia el hombre que ahora consideraba un miembro de la familia. —Estoy bien. La mordedura no nos afecta como a los demás —dijo, mientras alejaba la pierna—. ¿Qué necesitas? —preguntó más secamente de lo que pretendía.

 

JungKook se puso de pie, viendo alrededor de la habitación de WenHan.

«Aquí viene».

—¿Sabes dónde está Nam Joon?

De nuevo WenHan maldijo a su comandante. —No estoy seguro —respondió con honestidad.

JungKook se mordió el labio. —¿Tienes alguna idea?

—Nam Joon no responde ante nadie —gruñó WenHan y se sintió culpable al ver las lágrimas que inundaban los ojos de JungKook. Maldición, él no era bueno con esta mierda emocional. ¿Qué sabía de consolar a alguien? Había estado solo durante tantos años, ahora WenHan estaba cerca de ser un maldito insensible a la hora de las emociones. La soledad le había robado su compasión, pero él estaba tratando con el zaterio de su comandante.

 

Esto solo apestaba como el infierno.

¿Por qué JungKook había venido con él? Debería de haber ido con Hyung Won o Ray, pero en lugar de eso había elegido a WenHan.

 

«Mala elección».

 

—Está bien —dijo JungKook mientras se giraba y se dirigía a la puerta.

—Espera. —«¿Estas jodidamente loco? El chico se está yendo. Déjalo ir».

 

WenHan suspiró sentándose en un lado de la cama, presionando la húmeda toalla duro contra su pierna—. Probablemente fue a ver a Hyeon Su.

 

JungKook se giró, la confusión se veía en su expresión. — ¿Quién es Hyeon Su?

 

—El hombre que le dio a Nam Joon los hechizos de protección. Nam Joon probablemente fue a verlo para buscar otra defensa más fuerte. Los perros del infierno encontraron un contra hechizo para nuestras defensas, por lo que Nam Joon es muy probable que esté buscando un hechizo de protección más fuerte.

 

—Oh —dijo JungKook mientras seguía allí, viendo de nuevo alrededor. WenHan esperó, pero JungKook no dijo nada más. Se encogió de hombros, ignorando al hombre mientras caminaba hacia el cuarto de baño. Esto era un lío y seguramente no le iba a agradecer a Nam Joon por haberlo dejado con él.

 

—¿Nam Joon siempre huye de esta manera?

 

«¡Maldición, maldición, maldición!» Casi había logrado escaparse. WenHan exhaló profundamente y señaló con la mano la puerta de la recámara, sin girarse. —Es quien es. Tienes que hablar con él acerca de esto. —WenHan se dirigió al cuarto de baño, maldiciendo todo el camino a Nam Joon.

 

JungKook sintió que la cama se hundía y sabía que Nam Joon había regresado. Se mantuvo dándole la espalda a Nam Joon, no quería que su pareja supiera que estaba despierto. JungKook ahora estaba muy enojado y dolido para tratar con el hombre.

 

—Sé que estás despierto —dijo Nam Joon deslizándose bajo los cobertores—. Déjame explicarte.

 

JungKook se giró, enojado de que su pareja se hubiera ido sin decirle a JungKook a dónde iba, justo después de la batalla de las bestias con los perros del infierno. ¿No sabía Nam Joon lo preocupado que estaba? ¿No sabía cuánto miedo tenía?

 

—¿Qué? —gruñó.

 

Nam Joon inclinó la cabeza hacia atrás, buscando la cara de JungKook. JungKook quería lanzarse a los brazos de Nam Joon, ver que su pareja estaba bien. Pero vaciló. Si cedía ahora, Nam Joon pensaría que podía desaparecer cada vez que quisiera. Y JungKook no quería eso.

 

Ya había perdido a un hombre que amaba profundamente. JungKook no iba a perder a otro. Y el miedo que se apoderó de él todo el día era ante el hecho de lo fácil que podría perder a Nam Joon. Eso era algo que nunca quería experimentar de nuevo.

 

—¿Por qué estás enojado conmigo zaterio? —Nam Joon preguntó acercándose a JungKook.

 

—Porque —dijo JungKook mientras se sentaba, acomodando las mantas en su regazo—, te fuiste sin decir una palabra. Yo no sabía dónde estabas, si estabas lastimado, ni siquiera si ibas a regresar —dijo mientras reprimía un sollozo, sus hombros cayeron. ¿Cómo podía explicarle a su pareja lo que había sentido? Nam Joon nunca había experimentado una pérdida como lo había hecho JungKook.

 

De cualquier manera no es que él lo supiera.

 

JungKook necesitaba que Nam Joon viera cómo lo que le había hecho lo había afectado. —No puedes hacerme esto —dijo mientras su voz se quebraba. Perdió la batalla para mantener las lágrimas en la bahía. La idea de perder a Nam Joon lo asustaba como el infierno.

 

—Oh, zaterio dijo Nam Joon mientras jalaba a JungKook a sus brazos—. No pensé.

 

—Y ese es el problema —dijo JungKook mientras empujaba el pecho de Nam Joon, tratando de salirse de los brazos del hombre—. No pensaste en cómo me sentiría antes de irte. No pensaste en avisarme que estabas bien, o en decirme que te ibas, ni siquiera en decirme que regresarías, sí regresarías. No puedo vivir así. —JungKook se ahogaba mientras una solitaria lágrima se deslizaba de su ojo—. Ya he perdido a una persona que me importaba. Me niego a perder a otra. ¿No sabes lo importante que eres para mí?

 

Nam Joon parecía impactado mientras apoyaba la cabeza atrás viendo a JungKook a los ojos. —No lo sabía. Lo juro. En todo lo que pensé fue en mantenerte a salvo.

 

—Estoy a salvo en tus brazos —JungKook confesó enterrando su cara en el pecho de Nam Joon.

 

Nam Joon pasó la mano por la espalda de JungKook, arrullándolo y meciéndolo mientras JungKook lloraba en silencio. Imágenes de Nam Joon yaciendo muerto en algún lugar lo acosaron toda la noche hasta que se había quedado dormido.

 

 

Se rehusaba a atravesar eso de nuevo. Sentir esa pérdida, ese dolor, esa profunda y oscura depresión que lo había atrapado durante años. Ya había sobrevivido a ese dolor una vez y se rehusaba a atravesarlo de nuevo.

 

—Lo prometo —dijo Nam Joon inclinando la cabeza de JungKook hacia atrás y limpiando las lágrimas con la yema de su dedo—. Siempre te diré a dónde iré y siempre te avisaré que estoy bien.

 

JungKook asintió, incapaz de hablar con su garganta cerrada. Nam Joon se inclinó hacia adelante y depositó un suave beso en sus labios. —No llores, zaterio. Rompe mi corazón el verte llorar.

 

JungKook no podía evitarlo. El pensar en perder a Nam Joon era demasiado. —Entonces no me dejes de esta forma de nuevo.

 

Nam Joon rodó, colocando a JungKook arriba de él mientras sus fuertes dedos recorrían de arriba abajo la espalda de JungKook. Él se estremeció ante el contacto, especialmente cuando Nam Joon pasó sus rugosos nudillos por sus sensibles pezones.

 

—¿Te gusta esto?

 

JungKook asintió. —Me encanta.

 

Nam Joon jaló a JungKook lo suficiente para llevar uno de sus pezones dentro de su húmeda boca. JungKook curvó sus dedos en el pecho de Nam Joon mientras su pareja lo cenaba. Cuando Nam Joon finalmente lo liberó, JungKook se deslizó por el cuerpo de su pareja hasta que estaba viendo el duro pene de Nam Joon. Sacó la lengua, mostrándole a Nam Joon lo que podía ofrecer.

 

JungKook gimió ante el salado sabor y entonces envolvió sus labios alrededor del pene de Nam Joon. Chupó la cabeza del pene, tomando con su lengua el claro líquido que bajaba de la esponjosa cabeza del pene. Nam Joon siseó, sus caderas se movieron cuando JungKook masajeó las bolas de Nam Joon.

 

—Haces esto muy bien —Nam Joon lo alabó mientras gemía.

 

JungKook recorrió la cabeza del pene con su lengua mientras encajaba su doloroso pene en la cama. Necesitaba liberarse, y quería hacerlo cuando Nam Joon estuviera enterrado hasta las bolas dentro de él. Quería sentir el lazo entre ellos. Quería sentir que su pareja lo envolvía, diciéndole que el mundo era seguro, incluso solo por este momento.

 

Pasando su lengua arriba y abajo del grueso eje de Nam Joon, JungKook circuló la cabeza del pene una vez más antes de apartarse y subir en su pareja. Tomó el pene de Nam Joon, sosteniéndolo mientras se hundía en el eje de su pareja.

 

—JungKook —Nam Joon gritó—. Tengo que prepararte.

 

—Ya lo hice —le sonrió traviesamente al hermoso hombre—, antes.

 

Nam Joon cerraba los ojos mientras se empujaba duro dentro de JungKook. Él ya estaba en el borde, gritaba mientras Nam Joon le hacía el amor. Encajó sus rodillas a un lado de Nam Joon mientras se empujaba duro hacia abajo sobre el pene de su pareja, su propio pene hizo erupción, soltando chorros de semilla blanco perla.

 

JungKook gritó cuando Nam Joon mordió el cuello de JungKook mientras su pene pulsaba su liberación dentro de su culo.

 

JungKook colapsó contra Nam Joon mientras su pareja lamía los puntos de la herida cerrándola. —Lo prometo —Nam Joon murmuró en el oído de JungKook mientras se acostaba sobre su espalda y sostenía más fuerte a JungKook.

 

Nam Joon tamborileaba con impaciente ritmo su pulgar sobre su muslo mientras estaba sentado frente al escritorio de Changjo, el Alfa de la manada de Pride Valley. Hyung Won estaba sentado al lado de Nam Joon, suspirando dramáticamente y viéndose aburrido. Su zaterio estaba al final del pasillo, visitando a los otros shifter lobos.

 

—Mis soldados me han informado que han visto a esos residentes del infierno que mencionas acechado la ciudad — dijo Changjo, mientras se inclinaba hacia adelante, una seria expresión en su rostro—. ¿No ibas a hacerte cargo del problema?

 

Hyung Won soltó un bufido, pero no dijo una palabra mientras pasaba los dedos por el puente de su nariz, su expresión de aburrimiento se transformó en irritación ante las palabras del Alpha. Nam Joon sabía cómo se sentía. Una simple llamada telefónica hubiera sido suficiente. No tenía que traer a su segundo al mando y a su zaterio aquí para esta reunión.

 

Cruzó los tobillos y extendía las manos. —Ellos están comenzando a ser también un problema para nosotros. —

«Más de lo sabes».

 

—Entonces ¿cuál es tu plan? —Changjo preguntó—. No solamente tengo una casa llena de parejas y soldados, sino que también tengo que proteger al pueblo. No puedo dejar que esas cosas estén corriendo libres por mi pueblo.

 

Nam Joon evitó rodar los ojos. Si pudiera encontrar la manera de reunir a todos los perros del infierno y deshacerse de esos bastardos, su problema estaría resuelto. Entendía a Changjo, pero los perros del infierno eran una recurrente infección, difícil de eliminar y desagradable como una jodida.

El trabajo de las Bestias Aladas era proteger a la humanidad contra esos residentes del infierno, pero ellos comenzaban a aparecer como una enfermedad. No solía tratar con tantos a la vez. Quizás se había oxidado de estar sentado en su culo sin hacer nada durante años.

 

—Entonces, ¿qué sugieres? —Nam Joon preguntó, en este momento abierto a las ideas. No le gustaba admitir que se le estaba acabando la paciencia, pero creía que el Alpha debería saber sobre el problema, ya que se trataba de su pueblo. El Rey Julien había enviado a los perros del infierno, y solo el Rey Julien podría volver a llamarlos de regreso.

 

Los habitantes podrían matarlos, pero era complicado como el infierno, y uno tenía que acercarse lo suficiente para hacer el trabajo. Era algo que dudaba que los shifter pudieran manejar.

 

—¿Qué quieres decir con qué es lo que planeo hacer al respecto? —Changjo veía a Nam Joon como si tuviera dos cabezas saliendo de sus hombros—. Los trajiste aquí, y quiero saber cómo vas a deshacerte de ellos.

 

—No es como que les hubiera enviado una invitación grabada —respondió Nam Joon—. Son un problema tanto para las Bestias Aladas como para tu pueblo.

 

—Creo que es temporada de caza —intervino Hyung Won, saliendo finalmente de su comatoso aburrimiento

 

—¿Qué quieres decir? —Changjo le preguntó mientras se giraba hacia Hyung Won—. ¿Cómo se les caza? O más precisamente, ¿cómo se les mata?

 

—Los residentes del infierno tienen una marca detrás de su oreja izquierda —dijo Nam Joon—. Si lo acuchillan en ella, ellos mueren. Ninguna otra forma puede matarlos. —El problema era acercarse a los bastardos. Ellos eran rápidos y ágiles, y sabían que tenían que proteger su único punto débil.

Y si alguna persona que no fuera una Bestia Alada luchara contra ellos, la mordida seria un problema.

 

—Eso no parece tan difícil —dijo Changjo recargándose.

 

Nam Joon apoyó sus brazos en la pierna y le dejó caer la bomba al lobo Alpha. —Una cosa más. Su mordida es venenosa. Hay cincuenta porciento de posibilidades de que una víctima sobreviva a una mordedura. —Tenía que advertir a Changjo, algo que debió de haber hecho con su pareja —un error que casi le cuesta la vida a su zaterio.

 

—¿Es una jodida broma? —Changjo preguntó golpeando el escritorio con el puño—. ¿Me dices que hay criaturas corriendo por mi pueblo que pueden morder a una persona y matarla?

 

Nam Joon asintió entrelazando los dedos y apoyando los codos en los brazos de la silla. —Eso es exactamente lo que estoy diciendo. Ahora puedes quedarte sentado ahí quejándote todo lo que quieras, pero eso no va a resolver el problema.

 

Sabía que no estaba haciéndose amistoso con el Alpha, y honestamente no le importaba. Su principal preocupación era mantener a la gente del pueblo segura. También se preocupaba por lograr que los perros del infierno murieran dolorosamente. Eran las más viles de las criaturas, alimentándose del dolor y la miseria de los demás.

 

Había visto lo que los perros del infierno le hacían a otras criaturas muchas veces durante sus largos años, y no era nada agradable. Nam Joon quería erradicarlos, tanto como el Alpha lo quería, si no es que más.

 

—Entonces ¿ahora qué? —Changjo le preguntó.

 

Nam Joon se puso de pie, Hyung Won lo siguió. —Es nuestro problema. Nosotros nos encargaremos.

—Pero me acabas de decir...

—Perdí la cabeza un momento. No te preocupes, mi cordura regresó. Deja que las Bestias se encarguen de esto. No necesitamos a ninguno de tus hombres mordido.

 

Changjo asintió, viendo preocupado a Nam Joon. —Bien, pero si no tratas con ellos, entonces nosotros lo haremos.

 

Correcto, como si eso fuera a suceder. Y Nam Joon no quería eso. No quería que nadie arriesgara la vida con esos perros del infierno. Las Bestias podrían estar un poco oxidadas, pero ellos eran los que habían jurado proteger al mundo contra los perros del infierno.

 

—Tomaremos turnos para patrullar el pueblo, buscando a los perros del infierno, matándolos en cuanto los veamos. Tengo un interés personal en esto —Nam Joon admitió—. Uno de ellos atacó a mi zaterio, a mi pareja. El maldito casi lo mata.

 

—¿JungKook? —Changjo preguntó en shock—. Se ve bien.

—Eso es porque sobrevivió a la mordida, apenas.

 

La expresión de Changjo se puso seria y extendió su gran mano. Nam Joon estrechó la mano ofrecida. —Avisaré a mis hombres lo que sucede y pondré al pueblo en alerta. Cada shifter de alrededor sabrá qué buscar —dijo Changjo cuando Nam Joon liberaba la mano del Alpha y se dirigía a la puerta. Necesitaba sentir a su zaterio en sus brazos. Lo vio en el pasillo charlando con algunos hombres.

 

Tan pronto como JungKook vio a Nam Joon, inmediatamente fue a su lado. —¿Cómo te fue?

 

Nam Joon abrió la puerta del frente, jalando a JungKook afuera, Hyung Won siguiéndolo de cerca.

 

—Al parecer salimos del retiro —dijo Hyung Won mientras se dirigía hacia la Hummer. Nam Joon odiaba conducir la maldita cosa. Volar era mucho más fácil. Pero el miedo a las alturas de su pareja lo mantenía conectado a la tierra.

 

Por ahora.

 

—¿Qué trabajo es ese? —preguntó JungKook mientras veía de Hyung Won a Nam Joon.

 

—Al parece los perros del infierno no sólo están tras de ti —dijo Nam Joon mientras abría la puerta del pasajero y levantaba a JungKook al asiento—. Ellos también han sido vistos en la ciudad.

 

—No —dijo JungKook, mientras sus manos se aferraban a Nam Joon—. Tengo amigos ahí, gente que me importa. No podemos dejar que los dañen.

 

Nam Joon apretó las manos de JungKook y luego las soltó, colocándole el cinturón de seguridad a su zaterio. —No lo haremos —dijo Nam Joon antes de besar a JungKook en los labios y cerrar la puerta. Entró en el lado del conductor cuando Hyung Won entró en el asiento trasero—. Mis hombres van a tomar turnos para darles caza.

 

—Incluso aunque sé que la mordedura no les hace nada a ustedes —dijo JungKook girándose en el asiento para ver de frente a Nam Joon—, eso no hace que me sienta mejor acerca de esto.

 

Nam Joon sacó el vehículo al camino y se dirigió a casa.

 

—Lo sé, amor. Pero es un trabajo que se nos encomendó hace mucho tiempo, y dado que los perros del infierno regresaron, entonces lo haremos.

 

contiuara....


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