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44. Por el resto de la Eternidad. (05) por dayanstyle

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Kikwang se movió alrededor del cuerpo de Dong Woon, ahora conociéndolo íntimamente mientras la música los inundaba, Jaehyo había levantado la restricción, permitiendo que Kikwang regresara al club. Pero el Príncipe también le había dicho que mejor no lo desobedeciera de nuevo.

Kikwang no estaba loco. Cuando el Príncipe daba una orden, cualquier persona cuerda tendía a escuchar. Lo que le hacía cuestionarse su cordura al ir contra el vampiro original la primera vez. Kikwang sonrió cuando vio a Dino trayéndole un vaso de agua helada. La pareja de D.K entregó el frío vaso antes de desaparecer de nuevo entre la multitud.

—Ten —dijo Kikwang dándole el vaso a Dong Woon.

 

—Gracias —dijo Dong Woon cuando tomó el vaso y bebió el agua en pequeños tragos. ¿Era eso normal? Podía ver las gotas de sudor en las oscuras cejas de Dong Woon, y comenzó a preocuparse. Su instinto le decía que no estaba bien.

—Podemos descansar —dijo Kikwang tomando el vaso de la mano de Dong Woon.

Su compañero sacudió la cabeza, una sonrisa iluminaba su rostro. —Estoy bien.

Kikwang estaba empezando a cansarme de esas dos palabras. Todos los vampiros sabían que el cuidado de su pareja era la prioridad principal. No tendrían otro. Era una locura abusar de una pareja, pero Kikwang había visto que sucedía. ¿Quién querría pasar la eternidad acobardado a los pies de alguien? ¿Y quién querría pasar la eternidad haciendo a  alguien acobardarse? Era una perdida inútil de energía en opinión de Kikwang.

 

—Tienes que descansar, pareja.

 

—He dicho que estoy bien —dijo Dong Woon cuando un rubor subió por su cuello. El hombre estaba enojado. Kikwang sabía que Dong Woon no quería ser mimado, pero su salud estaba en juego aquí y no quería correr ningún riesgo. El hombre se estaba enojando. Decidió que discutir el punto en ese momento no los iba a llevar muy lejos, Kikwang caminó entre la multitud hacia la barra.

Si Dong Woon seguía bailando sin Kikwang, arrastraría a su pareja lejos de los humanos y vampiros de la pista de baile. Kikwang dejó el vaso sobre la barra y giró para ver a Dong Woon que salía de entre la pared de bailarines. Con el ceño fruncido mientras se dirigía hacia Kikwang.

Kikwang dio un paso adelante. Dong Woon no tenía el ceño fruncido porque estaba enojado. No, él fruncía el ceño porque algo andaba mal. Incluso con todo el club lleno de gente, podía sentir el temor de Dong Woon. Se extendía como pegajoso lodo negro y lo tomaba con garras dolorosamente afiladas.

Corrió hacia su pareja cuando Dong Woon palideció y se desmayó. Kikwang atrapó al hombre alto y musculoso jalándolo hasta que llegó a la oficina del Príncipe y luego abrió la puerta.

El Príncipe se levantó de inmediato. Kikwang vio a los hombres que estaban sentados alrededor de la mesa, pero rápidamente los ignoró sentando a su pareja en el sofá. Dong Woon cerró los ojos y se dejó caer de nuevo en el sofá de piel.

—¡Se está muriendo! —Kikwang gritó mientras corría hacia el Príncipe—. Sálvalo, conviértelo, por favor.

Jaehyo se acercó a Dong Woon y se puso en cuclillas delante del hombre, sus ojos oscuros estudiando a la pareja de Kikwang. — Está cada vez más débil, jovencito.

—Entonces, conviértelo —dijo Kikwang lleno de pánico. ¿Qué había de complicado en su solicitud? Sólo Jaehyo, junto con Taeyong y los Ancianos, tenían el poder de convertir a un humano en un vampiro.   Salvaba a la población de vampiros   de una sobrepoblación, pero hacía la conversión de Dong Woon mucho más difícil dado que Kikwang no tenía ese poder. Tenía que confiar en que el Príncipe lo ayudara.

—Él va a recuperarse, Kikwang —dijo Jaehyo mientras se ponía de pie. Kikwang apretó los puños a su lado, recordándose a sí mismo quién estaba de pie frente a él. No le haría ningún bien perder los estribos.

—Pero él todavía se está muriendo —señaló Kikwang.

—Sí, Kikwang, lo está. Pero la decisión de la conversión de Dong Woon es únicamente de Dong Woon. Él debe ser el que quiera esto. — Jaehyo contempló a Kikwang, su única expresión de compasión—. No voy a forzar la conversión de ninguna persona que no lo desee.

—Pero qué hay de los hombres que has convertido antes sin que dieran su consentimiento. Mira a Dino —Kikwang señaló con dureza. Él podía ver por la expresión de Jaehyo que estaba presionando de más, pero por otra parte, Kikwang estaba luchando por la vida de su pareja.

—Eso es diferente. Dino no tenía voz para poder dar su consentimiento. Tu pareja despierta. Pregúntale lo que quiere, Kikwang. La elección es suya. No le quites eso. —Jaehyo giró hacia los hombres sentados ante la mesa. Todos los ojos estaban puestos en Kikwang—. Creo que podemos continuar con esta reunión más tarde. —Jaehyo saludó a los hombres que abandonaban la sala.

Kikwang giró hacia Dong Woon, su pareja aun tenía los ojos cerrados. Una vez que escuchó al último hombre salir de la habitación, Kikwang subió al sofá y se sentó junto a su pareja.

—No, Kikwang —dijo Dong Woon con voz débil—. Eso es engañar a la muerte. —Dong Woon se humedeció los labios—. Cada uno tiene su tiempo en la tierra y su tiempo de morir. ¿Por qué yo debería ser diferente?

—Porque tú eres mi pareja —dijo Kikwang en voz baja, con lágrimas brotando de sus ojos—. Porque te quiero, Dong Woon.

 

Dong Woon sonrió mientras lentamente abría los ojos, tocando con su mano el rostro de Kikwang. —Todavía tengo tiempo. Los médicos encontrarán un donante de médula ósea que sea compatible.

—Pero eso también es trampa —dijo Kikwang y luego sintió la urgencia de patearse él mismo. Él no quería que su pareja dejara también esa opción—. Si te conviertes, nunca te vas a enfermar de nuevo.

Los ojos de Dong Woon se entristecieron mientras veía a Kikwang.

—No, mi pequeño vampiro.

 

Kikwang se atragantó con sus lágrimas, se inclinó hacia adelante, envolviendo sus brazos alrededor del fuerte cuerpo de Dong Woon. —Tengo miedo, Dong Woon. No puedo perderte.

—Yo también estoy asustado, Kikwang. Pero cada uno tiene su tiempo.

Kikwang quería discutir eso. Quería forzar la conversión del terco humano, pero él sabía que estaba mal. En su corazón, sabía que nunca podría obligar a Dong Woon a hacer cualquier cosa, ni siquiera vivir.

—Hey. —Dong Woon tomó el brazo de Kikwang y la sacudió ligeramente—. No voy a ninguna parte, ¿de acuerdo?

Kikwang asintió, aunque sabía que la declaración de Dong Woon era una mentira. Sabía que no importaba lo que Jaehyo, el Aquelarre, o incluso el propio Dong Woon dijeran, Kikwang iba a perder a su pareja.

Era sólo cuestión de tiempo.

 

 

Dong Woon se reía mientras Kikwang se quedaba viendo extrañamente su motocicleta. El pequeño vampiro parecía perdido, como si nunca antes hubiera visto una motocicleta.  Su casco estaba   ladeado en   la   cabeza, la  correa colgando libremente. —¿Quieres que monte esto?

—Conmigo —dijo Dong Woon poniéndose su casco negro con la llama de fuego a los lados de la cabeza—. No es difícil. Voy a hacer todo el trabajo. Todo lo que tienes que hacer es aferrarte a mí.

Kikwang asintió, la correa suelta oscilando alrededor, pero el hombre todavía no parecía muy convencido. Dong Woon sabía que si él no conseguía que Kikwang subiera en su motocicleta, había una gran posibilidad de que su pareja se fuera corriendo de regreso al club.

Dong Woon había estado esperando para salir con Kikwang. Una vez que Jaehyo le dio permiso —y aún irritaba a Dong Woon tener que pedir permiso— Dong Woon sabía lo que quería hacer con el hombre.

—Pero estaremos sentados sobre la gasolina. Eso es combustible —señaló Kikwang. Dong Woon rodeó la motocicleta y abrochó la correa bajo la barbilla de Kikwang—. Eso no va a pasar, bebé.

—Pero podría —argumentó Kikwang.

—¿Podemos irnos o vamos a debatir sobre esto hasta el amanecer?

Kikwang parecía como si quisiera debatir sobre esto. Dong Woon deslizó la pierna sobre la motocicleta. —Sube detrás de mi, dulce corazón.

Kikwang dejó escapar un suspiro, dejando que Dong Woon supiera que no estaba de acuerdo con ese plan. Dong Woon sonrió cuando el pequeño vampiro subió a la parte posterior de su motocicleta. Hizo girar la llave. La moto volvió a la vida. Su mano rápidamente fue hacia atrás y evitó que Kikwang saltara. —Estás a salvo.

—Si tú lo dices…

 

Dong Woon salió del estacionamiento lentamente...hasta que llegó a la calle. Podía sentir los dedos de Kikwang clavándose en sus costados mientras conducía por la calle de la ciudad. Sólo iba al límite de la velocidad, pero parecía que incluso eso era demasiado rápido para el pequeño vampiro.

A medida que avanzaban, Dong Woon pudo sentir que los dedos de Kikwang aflojaban un poco, su cuerpo más relajado cuando Kikwang se acercó más a Dong Woon. Estaba medio tentado de tomar la autopista, pero no quería tener que desprender a Kikwang del suelo.

Era seguro que el hombre saltaría si aumentaba la velocidad.

Dong Woon disfrutaba de la noche más que del día. Había algo fascinante sobre la oscuridad que siempre le daba ganas de salir a las calles por la noche, ya sea con amigos o solo. El aire otoñal golpeaba su rostro, los lentes se sentían perfectamente sobre sus ojos. Las calles se iluminaron, la noche avanzaba.

La moto vibraba entre sus muslos cuando Dong Woon se detuvo frente a su casa. Podía oír los ladridos de Mango, que le decían a Dong Woon que sabía que su amo estaba en casa. Apagó la moto y se quitó el casco, colgándolo en el manubrio de la motocicleta junto a sus lentes. Kikwang bajó tras él, con las piernas un poco tambaleantes.

—Eso fue divertido —admitió Kikwang quitándose el casco y los lentes. Dong Woon dejó el casco de su pareja en el asiento de la motocicleta. Kikwang parecía hablar en serio.

Dong Woon le mostró a Kikwang su casa, Mango corrió a darles la bienvenida en la puerta.

Kikwang gritó.

 

—Él no va a hacerte daño, Kikwang. Mango es un buen perro.

 

Por segunda vez esta noche, Kikwang no parecía muy convencido. Mango metió la nariz en Kikwang, oliéndolo como si estuviera buscando algo, o tratando de decidir si Kikwang era lo suficientemente seguro para su amo. Kikwang se quedó ahí, la columna vertebral recta, permitiendo la inspección de Mango.

 

Mango ladró su aprobación mientras se sentaba sobre sus patas traseras, la lengua fuera de la comisura de la boca, mientras movía la cola de un lado a otro.

—Te dije que era un buen muchacho.

—Yo… me gustan los perros —dijo Kikwang, quedándose escondido detrás de Dong Woon.

—¿De veras?

—Bueno, Mango es el primer perro que conozco, pero parece agradable, a pesar de que tiene los dientes muy afilados.

—Como los tuyos —dijo Dong Woon con un tono divertido. Kikwang vio a Dong Woon, pero no había molestia en esa expresión. Entró en la cocina mientras Kikwang se sentaba en el sofá. Mango decidió que le gustaba Kikwang entre más pasaba la noche y lo siguió, sentándose justo frente al hombre y luego extendiendo los pies.

Dong Woon se rio de la rígida postura de Kikwang, tomó su medicamento y una botella de agua del refrigerador. Una vez que se tomó el medicamento, se dejó caer junto a Kikwang. —¿No sales mucho, verdad?

Kikwang sacudió la cabeza, sus ojos fijos en Mango. —En realidad, no. Hay rebeldes por ahí, y no soy muy bueno peleando contra ellos.

—¿Rebeldes? —¿Por qué no le gustaba a Dong Woon cómo se oía eso? Lo que le gustaba aún menos era la idea de Kikwang teniendo que defenderse de lo que los rebeldes fueran.

—Son vampiros que tienen lujuria de sangre. Beben hasta dejar a la víctima completamente seca, dejando a su víctima muerta. No tienen ningún tipo de compasión o razonamiento. Ellos pueden hablar, responder y resolver los problemas sin importancia, pero su humanidad se ha ido, se ahogó bajo la abrumadora necesidad de sangre.

Jesús, eso no se oía de color de rosa. Dong Woon nunca se había encontrado con rebeldes. Probablemente no estaría sentado aquí ahora mismo, si lo hubiera hecho. Por como Kikwang los describía, las criaturas deberían de ser muy, muy fuertes.

—¿Y Jaehyo les permite correr libremente? —De alguna manera Dong Woon sabía que Jaehyo estaba a cargo de algo más que el club. El hombre daba una vibra que gritaba Maestro vampiro.

Solo con poner sus ojos sobre Dong Woon lo hacía sentir como si fuera a hacer lo que fuera que el hombre le pidiera. Y eso le molestaba sobremanera.

—Él está tratando de encargarse del problema —dijo Kikwang metiendo los pies más cerca del sofá, lejos de Mango. Por lo que Dong Woon estaba escuchando, Mango era el menor de sus problemas. Había vampiros corriendo alrededor del drenaje secando completamente a los humanos.

«Mierda».

 

—Ha llamado a los mejores de cada Aquelarre y los envío a buscar a los rebeldes —dijo Kikwang.

Vampiros cazando vampiros. De alguna manera eso no iba mano a mano en la mente de Dong Woon. Era como enviar policías buenos para matar policías malos. Bueno, no era una analogía muy buena. —Creo que he digerido lo suficiente por una  noche. —Realmente no quería oír nada más. La noticia de que había vampiros rebeldes por ahí matando a los humanos le iba a causar pesadillas.

Mango levantó la cabeza del suelo, un bajo gruñido de advertencia salió de su pecho. Él estaba mirando directamente a las puertas corredizas de vidrio. Dong Woon se inclinó para ver mejor, y lo mismo hizo Kikwang. Mango se levantó ladrando, y comenzó a retroceder.

Dong Woon nunca había visto a Mango retroceder. Después de todo era un pastor alemán. Esa raza estaba construida para proteger. Dong Woon saltó del sillón cuando un vidrio se hizo añicos, grandes y pequeñas piezas de vidrio volaron por todas partes. Se dio la vuelta, jalando a Kikwang contra su pecho mientras trataba de proteger al pequeño hombre de los proyectiles voladores.

—Oh, mierda —dijo Kikwang nerviosamente mientras miraba al hombre que estaba en la cocina de Dong Woon, sus ojos color negro con un círculo rojo sangre bordeándolos—. ¡Ese es el hombre que me atacó!

—¿Rebelde?

 

Kikwang asintió. Dong Woon no estaba seguro de cómo luchar contra esa cosa. Él no tenía armas en su casa. E incluso si las tuviera, no estaba seguro de cómo un arma de fuego dejaría a la criatura.

—Sostente —gritó Kikwang mientras el rebelde corría hacia ellos. Kikwang agarró el brazo de Dong Woon, y luego se agachó para agarrar la piel del cuello de Mango, desapareciendo de la casa de Dong Woon y terminando en el dormitorio de Kikwang. Maldición, ese pequeño truco era útil.

 

Su corazón estaba golpeando en el pecho, la adrenalina de Dong Woon lo tenía un poco mareado cuando se sentó en la cama.

—¿Cómo matan a esas cosas? —No es que estuviera pensando en lanzarse en una cruzada para cazarlos, ni nada parecido.

—Sacando sus corazones.

 

«Lo imaginaba».

 

—¿La luz del sol?

 

Kikwang negó con la cabeza.

 

«Maldición».

 

—¿Cruces?

 

Kikwang negó con la cabeza otra vez.

 

«Doble maldición. Estacar el corazón. Solo genial».

 

Mango ladró cuando recorría la habitación de Kikwang metiendo su nariz en todo, maldición. El perro actuaba como si esta fuera la primera vez que había estado en otro lugar aparte de la casa de Dong Woon.

—Creo que a él le gusta aquí. Eso, o está a punto de orinar mis cosas —dijo Kikwang separándose de la cama y preparándose cuando Mango se acercó y metió su cabeza en la pierna de Kikwang.

—Creo que tienes razón.

 

—Es un buen detector de rebeldes —dijo Kikwang mientras tentativamente estiró el brazo y rascó la cabeza del perro. Mango la chupó—. Tenemos comida en la cocina, si tiene hambre.

Dong Woon asintió mientras trataba de controlar su acelerado corazón. Tener un vampiro asesino estrellándose a través de la jodida puerta corrediza no era exactamente la situación perfecta para mantener el corazón latiendo a un ritmo normal.

La maldita cosa daba miedo.

 

Tal vez debería empezar a llevar una maldita arma, o un lanzallamas. No estaba seguro de que las armas humanas funcionaran contra una criatura así. Dong Woon pasó la mano por la cara, sabiendo que no podía volver a su casa.

Ellos fueron atacados. Kikwang reconoció la cosa. Había llegado a propósito tras Kikwang.

Dong Woon se veía las manos, preguntándose cómo iba a proteger a Kikwang aunque regresara a la mansión. Ni siquiera pudo vencer al pequeño vampiro y ahora se encontraba con un grupo de vampiros del doble del tamaño de Yohan.

—Sé que es mucho para tomar —dijo Kikwang acercándose a Dong Woon como alguien que temía que el asustado hombre se fuera—. Pero estamos a salvo aquí.

—¿Exactamente qué es este lugar? —Sabía que Kikwang vivía aquí, y éste era su dormitorio. Más allá de eso no tenía ni idea de nada.

—Mi casa —respondió Kikwang—. La casa de mi Aquelarre.

 

Aquelarre. Eso significaba que todo un grupo de vampiros dormían aquí. —¿Cómo sabes que uno de los miembros de tu Aquelarre no es un rebelde y regresa aquí antes de que nadie se entere? Esa cosa podría acabar con todos nosotros mientras dormimos. —Era una posibilidad, que estaba pesando mucho en la mente de Dong Woon.

—Debido a que Jaehyo lo sabría de inmediato. Se puede detectar. —Kikwang señaló a Mango—. Y nosotros tenemos un perro alerta de rebeldes.

Un estremecimiento lo recorrió, Dong Woon sonrió. Mango era el mejor. —¿No crees que deberías decirle a Jaehyo lo que pasó?

Kikwang asintió, el perfectamente peinado cabello rebotó hasta que cayó sobre la frente y los ojos. —Tan pronto como regrese. Si da lo mismo para ti, prefiero quedarme esta noche.

 

 

 

Jaehyo se sentó ante la larga mesa de su oficina. Hong Bin, Jun y SiHyoung se sentaron ante la mesa con él. Bajó la mirada hacia el otro extremo de la bien pulida mesa en donde se encontraban tres shifter. JongIn, el Alfa de los lobos Timber, había enviado a uno de los shifter y Changjo, el Alfa de los lobos grises, había enviado a los otros dos.

Los shifter, sentados en el extremo de la mesa no pertenecían a ninguna manada según los Alfas, pero no lo podían garantizar al cien por ciento ya que no eran shifter de su manada.

Ahí estaban, casualmente, como si no estuvieran sentados en un club lleno de vampiros, sino en una cafetería o algo por el estilo. Bueno, al menos estos hombres tenían bolas de hierro. Eso era una ventaja para Jaehyo.

—Sus funciones serán el proteger a mi Aquelarre cuando dormimos durante el día. Me han dicho que los Alfas los enviaron, caballeros, ¿les han informado sobre los cazadores de vampiros?

—Jaehyo había sabido acerca de humanos que cazaban vampiros, pero nunca tuvo pruebas concretas. Las tenía ahora dado que los cazadores habían planeado asaltar la casa durante el día.

Lo único que había frustrado sus planes fue Hyun Seung, la pareja de Junhyung. En lugar de entrar en la mansión habían secuestrado al humano, usándolo para atraer a Junhyung a una emboscada por algún tipo de venganza. Si no fuera por Hyun Seung, podrían haber tenido éxito.

Matar a Jaehyo no sería fácil. La mayoría de los humanos creían que los vampiros caían en un profundo estado de coma, durante las horas diurnas de sueño. ¡Eso no era verdad! Podían levantarse y caminar libremente dentro de la mansión. Simplemente no podían salir a la calle.

El mayor de los tres asintió. —Nos han informado.

 

—¿Y saben que yo y mi grupo no estamos indefensos durante el día? —Jaehyo estaba haciéndoles saber esto a los shifter desde el principio sólo en caso de que alguno de los shifter tuviera otra idea. Después de todo, no los conocía.

El que estaba sentado a la izquierda le dio una leve sonrisa y luego se cubrió la boca como si estuviera descansando el brazo mientras asentía. Los otros dos ocultaron su sorpresa como expertos.

—Entonces iniciarán su trabajo en la mañana.

 

Los tres shifter se pusieron de pie y Jaehyo podía ver la cautela en los ojos de los vampiros, los miembros de su Aquelarre evaluaban a los shifter. Sabía que esta decisión no iba a ser un ajuste fácil, pero no tenían otra opción. Si los cazadores atacaran durante el día, Jaehyo sólo podía imaginar el caos que caería sobre su Aquelarre.

Él era el mayor, el Maestro, el original, pero no quería correr ningún riesgo perdiendo vidas si los cazadores entraban al lugar mientras dormían y los mataban uno a uno.

No habría manera de que él fuera capaz de proteger a todos los vampiros solo y también luchar contra los cazadores.

Observó a los shifter dándole una última mirada antes de salir de su oficina. El único que sabía que los vampiros podían caminar durante las horas de luz del sol volvió a ver a los hombres sentados alrededor de la mesa, un brillo de excitación en sus ojos. Jaehyo iba a tener una conversación privada con ese shifter en particular, debido a que no estaba seguro si esa mirada era la emoción de matar a los cazadores, o a los vampiros.

 

continuara....


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