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44. Por el resto de la Eternidad. (05) por dayanstyle

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Jaehyo hojeaba el expediente en su mano, viendo por encima el informe, que el principal aniquilador había preparado. No sólo el vampiro le había dado estadísticas alarmantes sobre el número de vampiros rebeldes, sino que también había cobrado un buen billete por sus servicios.

Jaehyo cerró la carpeta y se la entregó a Hong Bin. Su segundo se encargaría de cuidar el documento.

—Si esos números son satisfactorios, podemos terminar el trabajo.

El Príncipe asumió que el hombre estaba hablando de la parte financiera de esto, porque el número de rebeldes que poblaban la ciudad era otra cosa menos satisfactorio. Quería decirle al hombre que la cantidad era un robo en despoblado, pero también sabía que le había sido enviado el mejor para el trabajo.

El líder de los aniquiladores era del surr. Ellos habían profundizado en los rituales y prácticas vudú, pero no creía que el hombre sacudiera huesos de pollo ante nadie. Otros dos venían del norte. Su apariencia era claramente de nativos. Jaehyo no creía haber visto antes un vampiro con la piel caramelo.

Y los últimos dos eran de las afueras de Seoul. Los idiotas, incluso llevaban una bandana en sus cabezas. Sin embargo, el líder de su Aquelarre le había informado que había enviado a los mejores hombres. Pronto lo descubriría.

—Su oferta es aceptable. Sin embargo, sólo se les pagará cuando vea que  la población  de vampiros  rebeldes  disminuye hasta casi ser inexistente. —Jaehyo no era tan tonto como para creer que todos desaparecerían. Incluso una cucaracha sobreviviría a los ataques nucleares. Algunos escaparían pero tenía la esperanza de resolver este problema sin despertar a sus hermanos.

Min Su, el líder de los aniquiladores, asintió, con una sonrisa medio arrogante en sus labios. —No hay problema.

Jaehyo esperaba que el hombre fuera la mitad de bueno de lo que se creía por su sonrisa. Su equipo estaba sentado ante la mesa.

—¿Crees que puedan hacerlo? —Taeyong preguntó. Los hombros de Jaehyo levantados ligeramente mientras veía a la puerta por donde acababan de salir.

—Sólo el tiempo lo dirá. —Se giró, mirando hacia atrás a los hombres sentados alrededor de la mesa—. Ahora, ¿dónde estábamos?

 

 

 

Dong Woon se aferró a la correa, mientras caminaba por la calle del barrio residencial, disfrutando del aire fresco de la noche. La luna era sólo una franja en el cielo, las nubes apenas jirones, mientras el sonido de los grillos que cantaban sonaba a su alrededor. Era tranquilo. Agarró la mano de Kikwang, dándole un ligero apretón mientras paseaban a Mango.

Había un kilometro entre una y otra casa en esta zona, ofreciendo privacidad a los propietarios de este barrio densamente arbolado.

Viendo a Kikwang mientras caminaba a su lado, Dong Woon notó una sonrisa de satisfacción en el rostro del hombre que había estado ahí toda la noche. Sabía que era sólo por el gran   placer que con su pene le había dado a su pareja antes. El hombre parecía flotar junto a su lado, feliz con el mundo.

Dong Woon pasó un brazo alrededor de su pequeño vampiro, a sabiendas de por qué el hombre estaba feliz, Dong Woon no había mordido el polvo. Eso los hacía felices a ambos. Él pudo haber pensado que todo el mundo tenía su momento de morir, pero vamos, ¿la longevidad era un salvaje sueño? Ni siquiera era lo suficientemente estúpido como para dejarlo pasar.

Debía haber sido la enfermedad la que nubló su mente en ese momento.

Mango tiró la correa, y luego vino trotando hacia Dong Woon, caminando junto a él, obediente, cuando un hombre llegaba a una de las entradas y revisaba su buzón de correos. No había nada amenazante en revisar un buzón de correo, así que ¿por qué los vellos de su cuello se erizaron y un estremecimiento recorrió su espalda?

Disminuyendo sus pasos, Dong Woon comenzó a jalar deliberadamente a Kikwang detrás de él. El pequeño vampiro lo veía confundido, pero no luchó contra permanecer al lado de Dong Woon. Mango incluso comenzó a gruñir.

Dong Woon empujó a Kikwang lejos de él cuando una pistola apareció en las manos del hombre. Mango empezó a ladrar y jalar la correa para llegar hasta el desconocido cuando el sonido de las balas explotó en la tranquila noche.

Liberando la correa, Dong Woon utilizó su reciente velocidad y corrió hacia el hombre desarmándolo en el lapso de un segundo. El hombre parecía sorprendido y palideció un poco mientras veía de Dong Woon a la pistola que ya no poseía.

—¿Quién eres? —Dong Woon gruñó mientras empujaba la pistola debajo de la barbilla del hombre, el metal empujando la cabeza del hombre.

—Eres uno de ellos —dijo como si le sorprendiera. Si el hombre no lo sabía, eso significaba que apuntaba a Kikwang.  Eso no hacía que Dong Woon se sintiera mejor. Quiso apretar el gatillo tan urgentemente que sus dedos hormigueaban. ¿Por qué no habría de hacerlo? El hombre les había disparado. Sería sólo lo que se merecía y eliminaría la amenaza sobre Kikwang. Pero Dong Woon no era un asesino a sangre fría. De todos modos, no hoy.

—Te hice una pregunta.

 

El tipo tragó, el arma se movió ligeramente por debajo de la barba en el mentón del hombre. —No lo puedo decir.

—Tiene que ser un cazador —dijo Kikwang poniéndose de pie, retirando el cabello de sus ojos. Mango llegó al lado de Kikwang. Dong Woon se alegraba de que el perro reconociera a Kikwang como uno de sus amos. El pastor alemán vigilaba al pequeño vampiro mientras Kikwang lo veía con sus grandes y asustados ojos negros.

No hacía falta ser un genio para darse cuenta lo que Kikwang estaba diciendo. —¿Así que pensaste hacer estallar a Kikwang y entonces, qué, subir a tu carro y alejarte?

Dispararle al hombre se veía mejor y mejor. Dong Woon tuvo que luchar por no desgarrar la garganta del hombre. Imágenes del Príncipe matando al intruso ese día en el pasillo de la entrada llegaban a la mente de Dong Woon cuando usó su peso para presionar al hombre contra su carro.

—Se trata de una enfermedad infecciosa, y está empeorando. —La cara del hombre cambió de shock a odio—. Hay vampiros en todas partes ahora, matando a humanos inocentes, drenándolos hasta secarlos. Tienen que ser detenidos. Tienen que ser detenidos.

El hombre estaba hablando de los rebeldes, pero Dong Woon sabía que no todos los vampiros eran máquinas ciegas de matar. Había conocido a un buen número decentes, no sólo en el club, sino también en la mansión. Estuvo de acuerdo en que el flagelo del mundo de los vampiros rebeldes necesitaba ser detenido, pero ése no era el camino. Disparar al azar a presuntos vampiros, no era otra cosa más que asesinato a sangre fría.

Kikwang podría haber sido asesinado. Y ese pensamiento hacía nudos el intestino de Dong Woon. Dong Woon le enseñó los colmillos, asegurándose de que el extraño sintiera la implicación. —Si sorprendes a alguien más, voy a utilizar tu propia arma para explotar tu jodida cabeza. Lárgate de aquí.

Dando un paso atrás, Dong Woon le dio suficiente espacio al hombre para que entrara a su coche y se fuera. Pudo haber hecho algo inteligente. El hombre podía regresar a matar, pero Dong Woon también había visto el miedo en los ojos del tipo. Llámenlo pacifista.

—Vamos a la casa —dijo Dong Woon guardando el arma en la cintura, asegurándose primero de que el seguro estuviera puesto. No quería explotarse una nalga si se le disparaba. Kikwang rápidamente se unió a él mientras se dirigían hacia la casa.

Dong Woon no podía negar que había estado muerto de miedo, pero la adrenalina bombeaba a través de su sistema ante la idea de ser capaz de defender a su pequeño vampiro. No había jadeo ni cansancio. De hecho, él había sentido una fuerza en su interior que no había estado ahí antes, lo que alimentó sus músculos para la lucha.

—Gracias —dijo Kikwang tomando la correa de Mango—, por salvarme la vida.

Dong Woon se inclinó hacia Kikwang y lo besó en la sien. —Yo no me convertí para caminar solo en esta vida.

Kikwang le sonrió, pero había tensión en cada arruga de la cara del hombre. Incluso sus hoyuelos vacilaban un  poco. Llegaron a la casa más rápido que lo humanamente era posible gracias a la velocidad de vampiro. Dong Woon escoltó a Kikwang y a Mango al interior y luego fue a buscar a One Junn. Él encontró al shifter explorando la zona boscosa de atrás.

—Un cazador disparó contra Kikwang en nuestra caminata.

 

One Junn apoyó los brazos sobre su pecho y vio a Dong Woon. —¿Lo mataste?

 

Dong Woon sacó la pistola de la cintura y se la entregó al shifter.

—No.

 

—Recién nacidos. —One Junn chasqueó la lengua—. Eres un vampiro recién nacido, deberías haberle arrancado la garganta, Dong Woon. Interesante.

¿Interesante? ¿Qué significaba eso? Dong Woon hizo un gesto con la mano hacia la pistola cuando se giró para alejarse. —Un regalo. —Pasó la mano por el cabello, su mano temblaba cuando finalmente soltó el aliento que había detenido hacía mucho. Maldición, Kikwang podría haber sido asesinado esta noche, y dejó al bastardo libre. Dong Woon no estaba seguro de por qué había hecho eso. Cada célula dentro de él había empujado a Dong Woon a que matara al hombre, pero él se había resistido.

¿Por qué?

 

No tenía idea de por qué no le había arrancado la garganta  al  bastardo.  Pero  algo  lo  había  detenido.  ¿Moral?

¿Escrúpulos? ¿Reglas? ¿Desde cuándo en el infierno tenía algo de eso? Había hecho algunas cosas en su vida humana de las que no estaba orgulloso. ¿Por qué no le había volado la cabeza al hombre cuando claramente era una amenaza para Kikwang?

Abriendo la puerta, Dong Woon vio a Kikwang y Mango esperándolo en la sala.

—¿Quieres ir al club? —Kikwang preguntó.

 

Dong Woon debería. Tal vez bailando o peleando con alguien disiparía toda esta energía que fluía a través de él agitándolo.

De todos modos todo este asunto valía un trago.

 

Después de alimentar y darle agua a Mango, Dong Woon partió al club con Kikwang. Los olores demasiado familiares le golpearon tan pronto como entró en el club: piel, cuerpos sudorosos y alcohol. No había sido un fan de eso cuando era un ser humano, y Dong Woon aun no era fan de esos malos olores. El club estaba repleto de bailarines semidesnudos.

Dong Woon tomó a Kikwang y giraron por la pista de baile mientras la energía que fluía dentro de él disminuía, por lo que Dong Woon sentía que podía conquistar el mundo. Kikwang giró, bailó y se rio cuando Dong Woon hacía girar a su pequeño vampiro alrededor. Su nueva vida era fabulosa. Ni siquiera estaba sin aliento después de la tercera canción. La cara de Kikwang se encendió como si una vela se hubiera encendido detrás de su piel. Estaba brillando.

—Te amo —dijo Dong Woon mientras acunaba el rostro del pequeño hombre y lo besaba—. Me gusta todo de ti, Kikwang. — Amaba tanto a su Kikwang que le dolía el pecho.

—También te amo —murmuró Kikwang contra sus labios.

 

Dino le llevó a Dong Woon un vaso de agua, y con gran alegría, Dong Woon negó con la cabeza. —Ya no lo necesito, pero gracias de todos modos.

Dino levantó las cejas y Dong Woon mostró sus colmillos con orgullo.

Dino se echó a reír y se alejó. La vida era buena.

 

Después de cinco canciones, Dong Woon se disculpó y salió a tomar aire fresco. Él podría tener energía para bailar toda la noche, pero aun así el sudor de la multitud era fuerte. Inclinó la cabeza hacia Rome, el guardia, al salir a la calle. Dong Woon echó la cabeza hacia atrás y sonrió a las estrellas. Eran simplemente impresionantes.

—Veo que estás de vuelta por más.

 

Dong Woon bajó la cabeza para ver a Yohan de pie junto a su carro. Déjà vu lo golpeó mientras sonreía interiormente. Esta vez, la mierda iba a aprender una lección sobre intimidar a las personas.

—No tengo idea de lo que quieres decir.

 

Yohan tenía una sonrisa de satisfacción en su rostro cuando se giró hacia Dong Woon, su postura casual como si pensara que podía patear el culo de Dong Woon de nuevo.

 

Eso no iba a suceder.

 

—Te dije que Kikwang iba a pagar por lo que me hizo.

 

—¿Y tú qué le hiciste? —Dong Woon le preguntó mientras se acercaba—. ¿O te has olvidado de que trataste de forzarlo?

—No, no lo hice. Él sólo es un gran imbécil llorón. Yo sólo quería tener un poco de diversión. —Yohan se encogió de hombros—. No es mi culpa que el hombre no pueda soportar un poco  de bondage.

Dong Woon ocultó sus colmillos, a pesar de que le dolían por rasgar la garganta del pequeño punk arrancándosela. Yohan le sonreía, pero le sostuvo la mirada algo más serio. Como si estuviera planeando realmente lastimar a Dong Woon esta vez.

Él nunca entendería a los hombres como Yohan. Tomaban y tomaban, sin pensar en nadie más que en sí mismos. Y cuando alguien se les enfrentaba, sentían como si la otra persona estuviera equivocada.

El hombre nunca aprendería.

 

Y eso era verdaderamente triste.

 

No significa no, Yohan.

 

—Hablas como uno de esos malditos comerciales anti violación. Eso significa sí, si quiero eso, lo que sea que eso pueda ser esta vez.

—¿Realmente eres auto-envanecido, insensible y egoísta? Yohan se rio y se encogió de hombros. —Así soy.

Le molestó a Dong Woon que Yohan estuviera tan orgulloso de sus acciones. Realmente era un monstruo en un cuerpo   compacto.

«Deben de haber en todos los tamaños…»

 

—Te estoy advirtiendo que lo dejes en paz. —El hecho de que Dong Woon era un vampiro ahora, no significaba que estuviera buscando probarse a sí mismo. Seguía siendo el mismo hombre, sólo que más fuerte, más rápido... está bien, había cambiado en algunos aspectos, pero no en su personalidad.

—¿Y si decido no hacerlo? —Yohan desafió con los ojos brillando ante la idea de una pelea. Dong Woon sólo podía decir que el hombre estaba salivando por una pelea. La gente como Yohan siempre lo hacía.

—Te arrancaré las bolas y las empujaré por tu maldita garganta.

Yohan se echó a reír, y eso se deslizó sobre Dong Woon como una irritante manta. El hombre realmente estaba pidiendo eso. Y la pequeña mierda se sorprendería cuando descubriera que Dong Woon era un vampiro. El hombre no debía haber sido capaz de oler el cambio en Dong Woon. Kikwang le dijo que los vampiros podrían distinguir entre los seres. El hombre no debió de haber notado el cambio. Estaba demasiado ocupado enorgulleciéndose de intimidar a quien creía un humano.

Dong Woon realmente sentía lástima por el hombre. Tenía que ser una vida fría y solitaria empujar a todos lejos como Yohan lo estaba haciendo. En lugar de hacer amigos, encontraba confort haciendo enemigos. Si él no hubiera hecho lo que le había hecho a Kikwang, Dong Woon podría haber tratado de derretir el hielo alrededor del corazón del hombre.

Lástima que Yohan lo había intentado, y aún estaba intentando lastimar a Kikwang. Ese era un acuerdo para romper según su libro. —Ve a hacer amigos a algún lugar, Yohan. No estoy de humor. Mi noche ha salido muy bien hasta ahora. —Sabía que había tocado una fibra sensible cuando los ojos de Yohan ardían. El hombre gruñó, mientras volaba hacia Dong Woon con la velocidad paranormal que poseía un vampiro.

Dong Woon fácilmente esquivó al hombre, haciéndose a un lado en el último segundo. Realmente no quería luchar contra el hombre. Sólo quería que Yohan lo dejara a él y a Kikwang en paz.

—¿Cómo? —Yohan se veía impactado cuando se dio la vuelta.

Dong Woon sonrió, mostrando su nueva dentadura. Los ojos de Yohan se redondearon abriéndose más y luego los entrecerró, atacando a Dong Woon de nuevo. Era como si se tratara de un insulto personal para el hombre que Dong Woon fuera un vampiro.

Cuando Yohan estiró el brazo mostrando sus garras, Dong Woon tomó el brazo de Yohan y lo giró hacia la espalda del hombre, torciéndolo dolorosamente. —Detén esto.

—¿Qué está sucediendo? —Rome preguntó mientras se acercaba a ellos. El hombre era unos cuantos centímetros más alto que Dong Woon, musculoso, de cabello negro hasta sus hombros.

¿Por qué todos los vampiros parecían tener el cabello y los ojos negros? Sólo que Rome tenía el cabello recogido con una correa de cuero para que cayera sobre su espalda.

—Estábamos discutiendo, Yohan no va a regresar aquí de nuevo. ¿No es así? —Dong Woon preguntó mientras jalaba un centímetro más el brazo del hombre, lo suficiente como para causar dolor, pero no lo suficiente para romper el maldito brazo.

—Yohan, no creo que Jaehyo vaya a estar feliz si te ve esparciendo mierda por aquí —dijo Rome, mientras tocaba el pequeño dispositivo alrededor de su oreja.

Dong Woon lanzó a Yohan, empujando lejos al hombre. Antes de que pudiera decirle al punk que se fuera, Jaehyo estaba afuera del club y el hombre no se veía muy feliz.

 

—Veo que no has aprendido nada desde tu último castigo —Jaehyo dijo mientras jalaba a Yohan hacia él por el cuello de la camisa azul del hombre—. ¿Qué has estado haciendo esta vez?

—Nada —dijo Yohan inocentemente.

 

Jaehyo se veía que no le creía al hombre. Así que el Príncipe era inteligente. «Bueno saberlo».

El Príncipe colocó su mano sobre la cabeza de Yohan, y el hombre se movió tratando de liberarse. Dong Woon se quedó ahí mirando, preguntándose qué estaba haciendo Jaehyo. Se hizo evidente cuando el Príncipe gruñó y jaló a Yohan de la camisa de un lado a otro. —¿Has amenazado a Kikwang y herido físicamente a Dong Woon cuando él estaba  débil?

A Dong Woon no le importaba que le recordara lo débil que había estado. Pero era un duro golpe a su maldito ego. «Ouch». Después de todo, un hombre tenía su orgullo.

—Yo…

 

—Silencio —siseó Jaehyo. El Príncipe giró la cabeza hacia Dong Woon. Esa mirada demoníaca estaba de regreso—. Nombra su castigo.

—No —dijo Dong Woon sacudiendo la cabeza. No había manera de que el Príncipe de los vampiros lanzara ese tipo de mierdas a los pies de Dong Woon.

—Nombra. Su. Castigo.

 

Eso era una orden. Dong Woon podía sentir algún tipo de presión en  su  mente.  El  Príncipe  estaba  obligándolo  a  hacer    eso.

«Bastardo».

—Puedo ser eso, pero tienes que nombrar su castigo por hacerte daño y amenazar a tu pareja. Esa es nuestra manera.

«Qué infiernos». El hombre necesitaba una buena dosis de humildad. —Sé exactamente cuál debe de ser su castigo.

 

Oh, eso iba a ser bueno.

 

continuara...


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