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45. Jong Su (09) por dayanstyle

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—Bien, ahora visualiza el lugar donde descansan tus poderes. — Jong Su observaba desde el otro lado de la habitación cómo Tae Heon daba a Kiseok su lección. El demonio había querido la sala despejada, pero Jong Su y Kang Nam habían argumentado quedarse. No iban a dejar a Kiseok solo. Sin nada más, querían que sintiera su apoyo.

Y el Señor sabía que Jong Su tenía un montón de cosas que compensar. No iba a dejar de nuevo que Kiseok se deprimiera. —¿Sabes por qué puedo sentir cuando Kiseok usa sus poderes? —Jong Su preguntó.

—Estás interrumpiendo, —gruñó Tae Heon—. Pregunta después de la lección o te marchas.

Jong Su torció el gesto en su cara, imitando el demonio. ¿Infantil? Sí, y qué. Tenía hambre, y enfadarse siempre ponía a Jong Su en un estado de ánimo impaciente. Kang Nam le dio un codazo, sus cejas bajaron en una expresión de desaprobación. Jong Su suspiró cuando salió de la habitación para encontrar algo de comer. Para él, el estómago vacío igualaba a una cabeza vacía.

Entró en la cocina para encontrar algunos restos cuando sintió espinas de poder empujar contra su mente. Jong Su miró a su alrededor, pero no vio a nadie. ¿Podía sentir a Kiseok todo el camino hasta aquí? Había estado a una gran distancia cuando sintió a Kiseok luchar con Ten, por lo que probablemente era sólo el entrenamiento de Kiseok.

Buscó a través de la nevera, sonriendo cuando agarró un recipiente de plástico con restos de la lasaña que Ricky había hecho la noche antes. Maldita sea, su boca estaba babeando por algo de eso.

Jong Su dejó caer la fuente, viéndola caer al suelo y desplomarse a su lado mientras se agarraba la cabeza. Eso no era el entrenamiento de Kiseok. Era demasiado fuerte, demasiado poderoso. Kiseok había demostrado ser poderoso, pero Tae Heon habían dicho que empezaría con algo ligero para el primer entrenamiento de Kiseok.

Eso no era algo ligero.

Jong Su parpadeó un par de veces, su cabeza palpitaba con suavidad, pero aún no vio a nadie. Cogió el cuenco del piso, y lo colocó en el mostrador, y luego cayó de rodillas mientras gritaba. Las imágenes de Jong Su agarrando el gran cuchillo de carnicero empujaban en su mente,  y Jong Su supo entonces quién estaba haciendo esto.

Zick.

Trató de escapar de la cocina, para ir a buscar a su pareja, y, posiblemente, a Tae Heon si el demonio podía luchar con Zick, pero cayó en la pared justo dentro de la cocina cuando una ola de dolor se estrelló sobre él.

Jong Su tocó su cara, los dedos con sangre. Su maldita nariz estaba sangrando. ¿Qué carajo? La imagen del cuchillo carnicero navegó a través de su visión una vez más cuando Jong Su se sintió caminar de nuevo hacia el mostrador. El cuchillo carnicero estaba situado en la tabla de cortar, brillando a la luz.

Parecía muy afilado y mortal como el infierno también. El corazón de Jong Su empezó a golpear en la garganta mientras caminaba más cerca. Sabía que si llegaba a ese cuchillo, estaba muerto.

—¡No! —Gritó mientras trataba de dar un paso atrás, poniendo un poco de distancia entre él y el cuchillo. La temperatura de la habitación cayó como un peso pesado. Jong Su sabía que era un truco de la mente. Estaba de pie en su cocina, pero la sensación era como si estuviera de pie en el medio de una tormenta de nieve en su lugar. Sus dientes comenzaron a castañetear cuando alejó su cuerpo del mostrador, luchando contra la necesidad de llegar a ese maldito cuchillo.

—¡Ayuda! —Jong Su gritó, pero nadie vino a la cocina. Él estaba solo—. ¡No puedes hacerme daño! —Jong Su gritó a la cocina vacía.

—Oh, yo creo que sí puedo, lobo. Creo que puedo. —Zick apareció al lado de los armarios. Jong Su ni siquiera había visto que el hombre se escondía allí. ¿Zick le había impedido ver al hombre? ¿Era tan bueno, tan poderoso? Si lo era, Jong Su estaba jodido.

Jong Su se agarró a la isla, usando las manos para alejarse  del mostrador  con  el  cuchillo  carnicero  aposentado  sobre  él.  Él  no  iba a conseguir el cuchillo y permitir que Zick hiciera que Jong Su se matara a sí mismo. No iba a hacerlo.

Zick dio un paso más cerca de Jong Su mientras la energía rodaba sobre la piel de Jong Su, presionando en su mente con más fuerza. Sus dedos comenzaron a acalambrarse en la encimera de mármol, pero Jong Su se negó a soltarla, se negó a matarse a sí mismo.

La sangre goteaba más espesa en su labio, pero si Jong Su levantara la mano para eliminarla, estaba acabado. En su lugar, volvió la cabeza y se secó la boca con su camisa, mirando a Zick. —No voy a dejar que me controles.

—Ya veremos, —dijo Zick con una risita. Las venas llegaron a pronunciarse en las sienes mientras cerraba los ojos. Los iris en los ojos de Zick eran oscuros, pozos sin fondo del infierno devolviéndole la mirada. Jong Su podía ver que no sólo Zick eligió el lado oscuro, lo había abrazado con cariño. Un alto zumbido empezó en la cabeza de Jong Su, al igual que el zumbido de las abejas. Golpeó las manos sobre las sienes y se dio cuenta de su error demasiado tarde. Su cuerpo salió disparado hacia adelante, golpeando el abdomen en el mostrador. El cuchillo estaba allí, reluciente y listo para cortar cualquier cosa en su camino. La hoja era afilada. Ricky guardaba todos sus cuchillos afilados.

La necesidad maniática de Ricky por los cuchillos afilados iba a ser la muerte de Jong Su. Qué irónico. Como si una cuerda invisible se atara en la muñeca de Jong Su, su mano comenzó a llegar al cuchillo. —No, maldita  sea —Jong Su apretó, pero su mano seguía llegando al cuchillo.

—Sí, maldita sea, —Zick se burlaba de él. Se quedó allí con su traje negro, fresco y limpio, su delgada corbata, con su alfiler de plata tan brillante en contra de lo negro. Jong Su quería cambiar y... ¡joder! ¿Cómo podía haber olvidado su lobo? Jong Su cambió en su forma de lobo. No había manera de que pudiera agarrar el cuchillo con las patas.

—Eso no me detendrá, lobo —dijo Zick cuando se acercó y agarró el cuchillo. Jong Su gruñó y renegó, mostrando los dientes, pero permaneció perfectamente inmóvil, cuando Zick se acercó a él. Jong Su luchó contra el impulso de levantar la cabeza y mostrar su cuello. No iba a dar a Zick su cuello.

Echó la cabeza hacia atrás y aulló, aulló tan fuerte que Zick tenía que tapar sus orejas. Jong Su sabía que entonces alguien lo oyó. Más les vale que le hubieran jodidamente oído o iba a ser sacrificado con un corte en la garganta.

Oyó pisadas pesadas mientras luchaba por retroceder. Zick  saltó hacia él, el cuchillo pivotando en el aire. Jong Su volvió a aullar cuando la hoja cortó a través de su pata delantera. Sintió el derramamiento de sangre de la herida, pero no perdió la concentración. Zick colgaba de él de nuevo, pero Jong Su sintió liberarse la mente de la styre mente. Dio un salto atrás a tiempo, la hoja incrustándose en la isla de madera.

—¡No! —gritó Kiseok cuando entró en la habitación. Jong Su vio en eso una visión momentánea de lo que Zick quería hacer a su compañero. Quería los poderes de Kiseok. Si Zick mataba a Kiseok, las habilidades de Kiseok serían absorbidas en el cuerpo de Zick. No permitiría que eso sucediera.

Zick Jasper —se burló Tae Heon—. Cuánto tiempo sin verte.

—¿Lo conoces? —Preguntó Kiseok.

—Lo hago —dijo Tae Heon.

—Fue llamado después el embaucador. A Zick Jasper le gusta pensar en sí mismo como todopoderoso, pero no lo es —respondió Tae Heon. Kiseok movió la cabeza de Zick a Jong Su, la rabia llenándole la vista por el sangrado de Jong Su.

—¿Qué le hiciste a mi pareja? —Exigió Kiseok.

—Ven a ver —se burló Zick.

Kiseok dejó escapar un suspiro, rezando como el infierno que no estuviera a punto de entregarse a él de manera humillante. Kiseok se alisó el pelo   hacia   atrás,   llegando   abajo   dentro   de   él,   donde   sus  poderes descansaban. Intentó muy duro no parecer ansioso o asustado. Pero no era fácil. Zick iba a matarlo. De eso Kiseok no tenía ninguna duda.

Tae Heon se echó a reír, pero se convirtió en un gruñido riendo mientras se quedó de pie a la derecha de Kiseok. —¿Crees que es tan estúpido como para venir a ti?

—Así que, ¿has estado entrenándole? —preguntó Zick a Tae Heon. Lástima que sólo tuviera el equivalente a una hora de entrenamiento.

¿Por qué no podía Zick haber llegado en una fecha posterior cuando Kiseok fuera un poco más hábil?

—Lo he hecho —admitió Tae Heon.

—¿Para luchar contra mí? —Zick parecía ofendido. Kiseok no estaba seguro de lo que estaba pasando, pero quería alejar a Jong Su a un lado de Zick.

Su compañero estaba sangrando por todo el piso, lo que significaba que la herida era muy profunda.

—Sí —respondió Tae Heon— contra ti.

Kiseok se alegró de que uno de ellos estuviera en calma, porque estaba a punto de perder la maldita cabeza. Tae Heon se quedó allí como si los dos estuvieran hablando sobre el tiempo. Sabía que el demonio había venido a enseñarle a controlar sus poderes, así que ¿de qué estaba el hombre hablando?

—¿Es esto algún intento a medias de redimirte por suspenderme? — preguntó Zick. Kiseok podía sentir los poderes de Zick deslizándose sobre él como una mancha, de negro aceite. Se detuvo para temblar. La exploración no le estaba haciendo daño, pero no le gustaba.

—No —dijo Tae Heon cuando negó con la cabeza—. Yo hice todo lo posible por ti, Zick Jasper. Fue tu elección hacer daño a la gente.

—¿Fuiste su maestro? —preguntó Kiseok con sorpresa. Tae Heon asintió con la cabeza. —Lo fui.

Kiseok tragó. Sabía que estaba en problemas ahora. Si Tae Heon, un hombre que estudió a los seres de styre mentes, fue el maestro de Zick, estaba condenadamente jodido.

—¿Y esperas que yo gane? —preguntó Kiseok.

—No, no lo hago.

Bueno, eso era tranquilizador. Kiseok no sabía qué decir. ¿Iba Tae Heon a dejarle morir a manos de Zick? Si así fuera, era bastante grave  acordar que le enseñara, en primer lugar.

—¿Me lo dejas para mí? —preguntó Zick con una alegría de triunfo en su voz.

—No, no lo voy a hacer.

—Mira, me estás endiabladamente confundiendo, —dijo Kiseok con una rápida mirada a Tae Heon y luego a Jong Su. De nuevo Kiseok se estrelló contra la pared, Zick le capturó con la guardia baja. El dolor se disparó través de su mente y por la espalda mientras luchaba por no gritar. Kiseok salió disparado hacia adelante, su ira se desató, pero Tae Heon lo hizo regresar con su mano sobre el brazo de Kiseok.

—Nunca vayas a tus enemigos. Siempre que ellos vengan a ti. Correcto. Ese era el plan de Kiseok todo el tiempo. En serio.

Kiseok se quedó allí esperando a que Zick tuviera su peor momento, a pesar de que tenía serias dudas de que viviera para ver los resultados finales. Kang Nam se deslizó a la izquierda de Kiseok, su arma en la  mano. Kiseok no estaba seguro de que fuera una brillante idea, considerando que Zick podría hacer que Kang Nam se disparara a sí mismo.

Jaehyuk entró en la cocina, allí de pie mirando a Zick.

—No creo que debas estar aquí, —dijo Kiseok mientras dio un paso hacia su amigo. Jaehyuk no era rival para Zick. El chico terminaría con el cerebro picado. Kiseok ladeó la cabeza cuando su amigo comenzó a reír. Sabía que Jaehyuk era un poco desagradable, pero ahora no era el momento del humor.

—¿Jaehyuk?

Jaehyuk comenzó a cruzar la cocina, sus pasos seguros de sí mismo, tal vez incluso un poco engreído. ¿Estaba el hombre a punto de enfrentarse a Zick? —Jaehyuk, no. Él es peligroso.

Arrodillado ante Jong Su, Jaehyuk extendió la mano y agarró la pata del lobo, sus dedos se encresparon alrededor de la herida. Jong Su gimió y  trató de morder a Jaehyuk, pero Kiseok podría decir que Zick estaba usando su control de la mente para tener a Jong Su sometido.

—¿Qué estás haciendo? —gritó Kiseok, dando un paso hacia su amigo. Tae Heon agarró el brazo de Kiseok, deteniéndolo.

—Suéltame, Tae Heon.

El demonio negó con la cabeza.

—Creo que él está tratando de que rescates a Jaehyuk, —dijo Zick con humor.

Jaehyuk lamió la sangre de su mano mientras permanecía de pie, sonriendo a Kiseok mientras sacaba sus dedos de la boca. Su lengua se pasaba por los labios, como si quisiera asegurarse de que tomaba hasta la última gota. Kiseok se sentía como si estuviera a punto de vomitar. Los ojos marrones de Jaehyuk estaban brillando con algo parecido a la lujuria mientras miraba abajo en la lesión de Jong Su.

—Mantente alejado de él, —Kiseok gritó con los dientes apretados.

—¿O qué? —se rió Jaehyuk.

—¿Está utilizando el control mental sobre Jaehyuk? —Susurró Kiseok a Tae Heon.

Porque si Zick lo hacía, Jaehyuk iba a estar enfermo del estómago cuando se enterara de lo que había hecho a Jong Su.

Tae Heon dio un ligero movimiento de su cabeza.

—¿Crees que Zick está controlándome? —preguntó Jaehyuk, como si fuera un insulto—. No,  Kiseok.  Esto  es todo  mío.  Yo maté a esa pareja. Deberías haber oído a su marido suplicar, rogarme que no cortara su preciosa piel. —Los ojos de Jaehyuk brillaban ahora, como joyas gemelas de terror. El hombre parecía estar reviviendo el evento en su mente, disfrutando de ello.

¿Cómo infiernos no había visto al verdadero Jaehyuk? Joder, Kiseok había compartido una maldita casa con el hombre. —¿El hombre del contenedor de escombros?

Jaehyuk se echó a reír. —Sus gritos hicieron que mi maldito pene se pusiera duro.

—Eres un maldito psicópata, —escupió Kiseok.

—Ese soy yo. —Afirmó Jaehyuk el título con orgullo y luego miró por encima de Zick, mirando al hombre—. Sin embargo, Zick no me dejaba comerlo. Dijo que tenía que parecer que había matado al tipo.

—¿Comértelo? —Dios, Kiseok realmente iba a estar enfermo. Miró a través de la habitación a ese alguien que había llamado amigo, pero en verdad, el hombre era un completo desconocido. Negó con la cabeza, sabiendo en su corazón que quería a Jaehyuk muerto. Tan muerto como quería a Zick. No sólo el shifter de gato lo traicionó, sino que había matado a personas inocentes. Kiseok se sentía disgustado con sólo mirar a Jaehyuk.

—¿Qué conseguiste con esto? —preguntó Kiseok cuando hizo un gesto con la mano de Jaehyuk a Zick—. ¿Qué te ha prometido?

Jaehyuk señaló con la punta del pie a Jong Su, sonriendo a la pareja de Kiseok. —Cuerpos frescos. Víctimas que pueda matar sin tener que preocuparme de ser atrapado. Prometió darme juguetes que pueda torturar durante horas, Kiseok.

—Eres un jodido enfermo. —Kiseok se preguntaba cómo estaba de pie allí. ¿Por qué Jaehyuk no había intentado matarlo en su casa?

Jaehyuk se reía. —Las palabras no me afectan, Kiseok.

—¿Por qué no tratar de matarme?

—Porque —Jaehyuk, una vez más miró a Zick—. Me dijeron que estabas fuera de los límites. Alguien más te quería todo para  sí mismo.

Vaya, me pregunto quién.

—En cambio, —Jaehyuk continuó: —Yo estaba pendiente de ti. Se suponía que me asegurara de que Zick no tuviera ningún problema en llevarte de nuestra casa esa noche, pero luego Jong Su y sus amigos se presentaron. Se suponía que tenías que morir, Kiseok, para que Zick pudiera absorber tus poderes. ¡Morir!

Los poderes de Zick atacaron demasiado rápido para  detenerlo. Kiseok estaba en el suelo, encrespándose mientras gruñía su dolor. Eso es todo. Si moría o no, Kiseok estaba cansado de que Zick jugara con él.  Miró a Zick, viendo una intensidad alarmante en los ojos de Zick cuando vio a Kiseok, como si se quitara los guantes y el tiempo de los juegos hubiera terminado.

—Concéntrate —advirtió Tae Heon en voz baja—. No dejes que tus poderes te controlen. Tú eres el único responsable de tus poderes, Kiseok.

Zick rugió mientras una ola de oscuridad cayó sobre Kiseok.  Negó con la cabeza, luchando para liberar la presión de Zick sobre él, en su mente. Kiseok empujó y empujó condenadamente duro, pero podía sentir la oscuridad tomar el control.

—Canaliza tus poderes, —dijo Tae Heon con fuerza—. Canalízalos.

—No puedes ganar, —se burló Jaehyuk a través de la habitación, pero Kiseok desconectó al hombre de su mente.

Kiseok redujo su visión a Zick, empujando su voluntad a que el otro hombre muriera. Sólo hacer que Zick se rindiera, no sería suficiente. Puede que no fuera el único responsable de la muerte del hombre y la mujer en Pride Pack Valley, pero estaba seguro de que Zick era responsable de más muertes de las que se informó. Podía sentirlo en la mente del hombre.

Pero su moral no dejaba a Kiseok matar al hombre. Ese no era su canto. Simplemente tenía que desactivar a Zick. Él no era un asesino a sangre fría. No era Zick o Jaehyuk. Kiseok nunca quiso ser lo que vio enfrente de él. Y sabía que si mataba a Zick, sería un poco más fácil volver a matar.  El ser una styre mente era demasiado atractivo en sí mismo. No necesitaba ninguna ayuda para dejarse seducir más allá en sus propios poderes.

Una ola de frío helado se formó justo bajo la piel de Kiseok mientras luchaba por evitar a Zick. No tenía ganas de hacer daño a Zick. Podía sentir la arrogancia de Zick rodando fuera de él en olas. El hombre se creía intocable.

La calma comenzó a instalarse en el interior de Kiseok. Era serena y pacífica. No estaba seguro de dónde venía, pero Kiseok se agarró a ella. Podía sentir los poderes de Zick debilitándose en el interior de su mente, aflojando su control sobre él. Kiseok empujó fuerte, atacando con todo en él, queriendo que Zick cediera, se diera por vencido.

—Te subestimé —dijo Zick mientras volvía a empujar. Kiseok estaba atrapado en un duelo de mentes, luchando por su vida, su cordura. Había conseguido la ventaja sólo porque Zick había sido demasiado arrogante de que podría tomar a Kiseok. Pero ahora que sabía que era mejor, su guardia había subido—. Voy a disfrutar drenándote.

—Hoy no, —dijo Kiseok cuando una explosión estalló dentro de su cabeza, sus poderes disparando en todas direcciones, lloviendo a todos a su alrededor.

—Canalízalo —advirtió Tae Heon. Kiseok vio a Jong Su acurrucarse en el suelo, gimiendo de dolor cuando Kang Nam cayó de rodillas. Sintió la reacción violenta del poder de Zick tratando de destruir a Kiseok. Se concentró en Zick, su visión haciendo un túnel  justo al único hombre de pie en esta sala.

Zick gritó, cayó de rodillas. Pero no había terminado. Kiseok voló atrás, sus pies dejando el suelo, cuando la espalda se estrelló contra la pared.

—Destrúyelo —gritó Tae Heon

—No puedo —gritó Kiseok—. No voy a matarlo.

—¿Incluso si está tratando de matarte?

—Sí.

Tae Heon rugía, el sonido tan ensordecedor que Kiseok  sólo sabía que sus tímpanos estaban sangrando. Las ventanas de la cocina quedaron destrozadas, el vidrio cayendo por la habitación con finas rodajas y trozos grandes. Kiseok levantó la vista para ver la encimera de mármol dividida por la mitad, como una línea de falla, con una misteriosa grieta que iba desde un extremo de la isla al otro. Kiseok se dejó caer de rodillas, arrastrándose a Kang Nam y cubriendo el cuerpo de su pareja. Jong Su se arrastró hacia ellos, su pata delantera a la rastra, pero Kiseok logró envolver el otro brazo alrededor de su pareja lobo.

Kiseok sentía algo invisible entrar a través de la nariz, la boca y ojos. Era como agua caliente goteando dentro de su cuerpo. Sabía lo que era. Kiseok estaba ganando los poderes de Zick, y él no los quería. Pero ¿Cómo demonios iba a rechazarlos, cuando ni siquiera podía verlos? Dudaba si cerrar la boca y los ojos funcionaría. Era sólo algo que iba a tener que aprender a dominar ahora.

El rugido se detuvo y el silencio fue aún más ensordecedor. Los oídos de Kiseok sonaban. Changmin corrió a la habitación, abordando a Jaehyuk en el suelo, pero no fue mucha la pelea. Jaehyuk miró atónito, sus ojos vidriosos cuando Changmin le esposó. Jaehyuk no iba a ver la luz del día durante un tiempo muy largo, si es que la veía. El sheriff sacó a Jaehyuk de la sala, y Jaehyuk salió sin una pizca de lucha. Kiseok miró arriba para ver a Zick tendido en el suelo, los ojos muy abiertos y desenfocados. —¿Le has matado? —Fue una pregunta tonta, pero Kiseok quería oírla en voz alta.

—Sí —respondió Tae Heon.

—Pero querías que yo lo matara.

—No. —Tae Heon negó con la cabeza—. Yo quería que te negaras. Kiseok se puso de pie, sus manos se encresparon a los costados. — ¿Esta era una maldita prueba?

—En cierto modo —admitió el demonio—. Necesitaba saber de qué lado caminabas.

—¿Y si hubiera matado a Zick?

La sonrisa de Tae Heon fue cualquier cosa menos cálida. Era tan oscura como el impulso mental que Zick le había forzado. —Yo te hubiera destruido.

—Me alegro de tener conciencia. —Kiseok podía ver la verdad en los ojos de Tae Heon. El demonio lo hubiera hecho. Habría matado a Kiseok—. ¿Por qué?

—Porque, matando a un hombre es lo que empieza todo  en una styre mente. Una vez que hubieras probado el poder supremo, no había marcha atrás.

—Gilipollas, —espetó Kiseok cuando se agachó y ayudó a Kang Nam a levantarse.

—Ese es mi nombre, —argumentó Kang Nam cuando cuadró los hombros, pareciendo agotado.

Kiseok lo ignoró. —¿Qué pasa con Jong Su? Está herido.

—Es un shifter. Sanará. Volveré mañana para seguir nuestras lecciones, —dijo Tae Heon cuando comenzó a retroceder.

—¿Tae Heon?

—¿Sí?

—¿Por qué no morimos todos cuando abriste tu boca? —Y esa era una muy buena pregunta. Kiseok había sentido presión en la base de su cráneo, pero no fue dolorosa. Era como si alguien hubiera puesto una mano sobre la parte de atrás de su cuello y le diera un suave apretón.

Tae Heon le guiñó un ojo. —Porque he aprendido a canalizar mis poderes, Kiseok.

El demonio desapareció en un rincón en penumbra de la cocina, dejando a los tres solos. Bien, y ¿ahora que se iba a hacer con el cuerpo?

 

 

Kang Nam se sentó en los escalones de la entrada de la mansión, mirando a Ji Won venir por la entrada. Tenía el archivo en la mano, preguntándose cómo iba a escribir su informe de seguimiento. ¿Alguien gritó y murió el sospechoso? Eso sólo podría causar más daño que bien.

Ji Won se bajó de su coche, golpeó la puerta para cerrarla y tomó asiento al lado de Kang Nam. —¿Caso concluido?

—De alguna manera, —respondió Kang Nam. Ni siquiera estaba seguro de cuánto decir a su socio. ¿Los demonios? Sí, claro. Ya he llamado al Director Simone, —comenzó Kang Nam—. No voy a volver contigo.

Ji Won miró a Kang Nam. —¿Por qué?

—Changjo me ofreció un trabajo aquí. —Changjo había pedido a Kang Nam estar a cargo de los shifters que salieran a patrullar con las bestias aladas. No sólo era el sueldo mejor que el FBI, sino que permitía a Kang Nam quedarse con Jong Su y Kiseok. El lote completo de los shifters en patrulla estaba en el regazo de Kang Nam, y honestamente, no podía esperar para empezar. Sus ojos se habían abierto a un mundo totalmente nuevo aquí en Pride Pack Valley, y esto era sólo el comienzo.

Kang Nam había llegado a buenos términos con el hecho de que nunca volvería a cambiar. Encontró que morder a Kiseok con sus dientes romos no era tan satisfactorio, pero sexy como el infierno. Podía vivir con eso. Él y Jong Su habían hecho las paces... en el suelo, en la cama, la repisa del baño, incluso en la mesa de la cocina. Sólo esperaba que nadie los hubiera visto en la cocina.

—Yo no voy a volver tampoco —dijo Ji Won a su lado. Eso sorprendió a Kang Nam. Ji Won era un policía de cabo a rabo. Respiraba por atrapar a los chicos malos para el desayuno.

—El sheriff Chang Min me ofreció un puesto en el cuerpo aquí, y acepté su oferta.

Esa tenía que ser un infierno de oferta. Kang Nam pensó que Ji Won permanecería en la agencia hasta su jubilación. —¿Por alguna razón especial?

¡Ji Won, jodidamente, se ruborizó!

—Eso no es asunto tuyo, Kang Nam —dijo y luego le hizo un guiño—. Pero tengo que volver a la estación. ¿Puedes manejar el informe?

Kang Nam le despidió con la mano. Ji Won sonrió y luego subió a su coche, alejándose. Oyó la puerta abrirse detrás de él. Jong Su y Kiseok salieron, tomando asiento a cada lado de Kang Nam. Jong Su apoyó la cabeza sobre el hombro de Kang Nam cuando Kiseok puso su mano sobre la rodilla de Kang Nam.

—Gracias, —dijo Kiseok cuando suspiró y miró hacia la gran extensión de césped.

—¿Por qué?

—Por aceptar el trabajo aquí.

Kang Nam envolvió su brazo alrededor de los hombros de sus parejas. — No puedo dejaros a los dos solos. Me necesitan.

—Y tarda una eternidad en volver. —Jong Su empujó su hombro en Kang Nam, una suave sonrisa en su rostro. Kang Nam besó a Jong Su, y luego a Kiseok, en su sien. Se sentía como si su vida estuviera empezando aquí en Pride Pack Valley.

—¿Hacemos las paces con sexo? —preguntó Kiseok mientras saltaba desde el paso.

—Pero no estábamos peleando, —señaló Kang Nam.

—Gilipollas, —dijo Kiseok y luego corrió a la casa.

Kang Nam enarcó una ceja. —Creo que esa es tu manera de empezar una pelea. Jong Su se rió entre dientes mientras se levantó de un salto y corrió tras Kiseok.

Kang Nam agarró el archivo en la mano, preguntándose si Changjo podría suavizar las cosas con su director para que Kang Nam no tuviera que salir a hacer su informe. Puso el archivo bajo el brazo, caminando a la casa, cerrando la puerta detrás de él, y luego corriendo  hacia las escaleras  para su combate y su sexo reconciliador.

Maldita sea, la vida era buena.

FIN

Notas finales:

a continuacion.. 46.El G.O de Seung Ho (27)- serie Manada Kim


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