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46. El G.O de Seung HO (27) por dayanstyle

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G.O estaba sentado en la sala de la casa de los Moon mientras observaba al gemelo de Seung Ho lentamente cruzar la habitación. Sus pasos eran medidos, y se veía  como  el infierno. Pero G.O no se atrevió a decírselo en voz alta. No era insensible.

—Finalmente te mudaste —dijo Lee Joon mientras tomaba asiento en uno de los sillones reclinables—. Bien. Por un momento pensé que Seung Ho iba a tener que encadenarte y secuestrarte.

—Me alegro de verte de pie —dijo G.O. Aun no se había mudado, pero no tenía ganas de discutir con Lee Joon.

Él había conocido a Seung Ho apenas hace dos meses. En esos dos meses, había tenido el placer de conocer a Lee Joon. Está bien, G.O no estaba tan seguro de que pudiera decir que era un placer. Lee Joon parecía tener problemas   para controlarse y metía a Seung Ho en sus juegos. Era como si Lee Joon fuera una especie de interruptor para Seung Ho cada vez que los dos estaban juntos.

—Y me alegro de que mi cabeza no se dañara.

 

G.O sonrió. —Eso es algo bueno. Ya actuabas como si las bolas siguieran rodando fuera del campo de juego.

Lee Joon se echó a reír. Fue una carcajada llena y se echó hacia atrás. G.O se sintió aliviado al ver a Lee Joon no sólo levantarse y moverse, sino de nuevo su viejo él. G.O no sabía qué tan bien estaba el gemelo de Seung Ho pero parecía estar recuperándose.

 

—Sabía  que prometías  —dijo  Lee Joon  cuando dejó de reír.

—Así es él —dijo Seung Ho, mientras entraba a la sala, Hansol justo detrás de él.

—¿Eso significa que tendré que arreglar mi propio cuarto?

—Hansol preguntó, con una amplia sonrisa en su rostro mientras abrazaba a Bubba cerca de su pecho. Seung Ho y Lee Joon vieron a G.O.

—¿Qué? —Preguntó.

 

—Esa es una pregunta que sólo tu puedes responder —dijo Seung Ho sentándose y jalando a G.O al hueco de su brazo. G.O miró a su sobrino. No había hecho ostentación de su relación con Seung Ho frente al niño. No estaba seguro de cómo se sentiría Hansol de que su tío abrazara a otro hombre. Los niños son impresionables, y a los seis años de edad, Hansol no podría entender que dos hombres estuvieran tan cerca.

Hansol se subió al sofá, con un poco de ayuda de Seung Ho, y entonces se acurrucó del otro lado de Seung Ho. —¿Nos vamos a quedar? —No parecía en lo más mínimo perturbado por que G.O fuera abrazado por otro hombre.

—No lo sé —dijo G.O mientras veía a Seung Ho.

—Pero me gusta estar aquí —protestó Hansol—. Doo Joon y Yoseob son muy agradables conmigo. Doo Joon dijo que me iba a enseñar a construir cosas y su esposo me enseña a cocinar.

G.O veía boquiabierto a Hansol. —¿Su esposo?

Hansol le dio a G.O esa mirada de duh inclinándose y viendo a G.O, como si fuera tonto. —Así es como Doo Joon llama a Yoseob.

G.O no estaba seguro de si debía sentirse ofendido o no. Parecía que Hansol conocía a esta familia mejor que G.O.   Pero para ser justos, G.O había mantenido cierta distancia de ellos, estar en todo momento con Seung Ho había sido la mejor solución. No era que no le gustara ellos. Es que lo intimidaban. Todos los hombres Moon no sólo eran enormes y muy cómodos en su piel. Eran más grandes que la vida y tomaban las cosas directamente.

G.O los envidiaba y al mismo tiempo se sentía intimidado por su fuerza. Apenas podía mantener la cabeza fuera del agua y sentía que su vida era un accidente de tren a punto de ocurrir la mayoría de los días.

—¿Te molestaría si G.O fuera mi marido? —Seung Ho le preguntó a Hansol.

G.O golpeó a Seung Ho en el pecho antes de pensarlo mejor. Fue una reacción instintiva. No estaba seguro si decirle a Hansol de Seung Ho era algo bueno o no, pero Seung Ho ya lo había soltado, sin consultar primero con G.O.

—¿Qué? —Seung Ho le preguntó, con cara de inocente.

—Estas a cinco segundos de estar en la casa del perro r13;dijo Lee Joon carcajeándose—. Sigue hablando. Voy a disfrutar viendo como te estrellas y ardes.

G.O vio a Seung Ho levantar la mano y mostrar su dedo medio levantado por un segundo, y luego captó lo que estaba haciendo y bajó la mano. Lee Joon volvió a carcajearse mientras sostenía su costado. —Controlándote  por tu hijo.

—¿Hijo? —preguntó G.O. No quiso gritar la palabra, pero al oír a Lee Joon referirse a Hansol como hijo de Seung Ho había    tocado un nervio. La habitación quedó en silencio cuando G.O se salió de los brazos de Seung Ho.

—¿G.O? —Seung Ho dijo su nombre cuidadosamente, de manera inquisitiva.

—No. —G.O interrumpió a Seung Ho antes de que dijera otra palabra—. He dejado todo para venir aquí y criar a Hansol. Lo he visto batallar determinado a caminar desde el incendio. Ni siquiera yo he tenido el privilegio de que me llame papá, y vienes tu y quieres reclamar ese derecho sobre mí.

—Estás siendo poco razonable, G.O —dijo Seung Ho mientras se ponía en pie. G.O estaba demasiado enojado para tener miedo a la imponente altura de Seung Ho. Sentía como si estuviera perdiendo a Hansol. Era un miedo estúpido, pero G.O no podía dejarlo. Su mente estaba gritando que Seung Ho quería ganarle el amor de Hansol y dejar a G.O fuera en el frío. No estaba seguro de por qué él estaba enojado, ¿por qué estaba actuando como un imbécil? pero G.O no era capaz de detener la ira que aumentaba.

—Me llevaré a Hansol a casa.

—¡No puedes! —Seung Ho gritó.

 

G.O dio un paso atrás, viendo a Seung Ho con una luz completamente nueva. Seung Ho nunca le había levantado la voz a G.O antes, y la mirada en los ojos del hombre le daba miedo. —Si tratas de apartarlo de mí, voy a llamar a la policía.

—Wow, espera un minuto —dijo Lee Joon mientras se ponía de pie. Tambaleó un momento, pero logró estabilizarse. Los gemelos eran intimidantes como el infierno cuando ambos estaban de pie con G.O en el medio. Sintió claustrofobia con Seung Ho de pie delante de él y Lee Joon detrás de él. El pánico cundió en G.O, se sentía atrapado. Su respiración se hizo superficial viendo de uno al otro. Seung Ho se veía francamente enojado y Lee Joon estaba conteniendo sus emociones.

—Aléjense de él ahora, muchachos.

 

La cabeza de G.O giró hacia la entrada de la sala y vio al señor Moon ahí de pie, con los brazos a sus lados. —Denle a G.O   algo  de  espacio.  —Su  tono  era  bajo,  con una clara advertencia en su voz.

—Quiere regresar a su casa. Quiere llevar a Hansol ahí —dijo Seung Ho, como si G.O no estuviera ahí—. No es seguro, Pá.

—Alejate. De. Él. —El señor Moon enunció cada palabra.

Seung Ho miró a su padre y luego de nuevo a G.O, dio un paso atrás, y luego otro. A pesar de que Seung Ho ya no estaba tan cerca, aun así, G.O podía sentir su respiración. G.O rodeó a Seung Ho, y llegó junto a Hansol.

—G.O —dijo Seung Ho, su voz llena de desesperación—. Por favor no lo hagas.

 

G.O agarró a Hansol de la cintura, levantándolo desde  el sofá.

 

—Pero yo no me quiero ir —protestó Hansol—. Me gusta estar aquí.

G.O se retiró de la sala, subió los escalones y luego corrió a la habitación de Seung Ho. Llámenlo idiota. Llámenlo tonto. Llámenlo lo que infiernos quisieran, pero G.O no se sentía seguro aquí. No había ninguna razón lógica detrás de lo que estaba haciendo, ni ninguna razón de por qué, pero la ira de G.O se había convertido en miedo. Era un miedo que se había apoderado de él y no lo dejaba libre. Sentía tanto frio en el interior, tanto vacío, como si él se hubiera sentado en medio de una tormenta de nieve.

—Piensa en lo que estás haciendo, G.O.

 

G.O vio al señor de Moon en la puerta, con las manos en los bolsillos, pero sus ojos fue lo que llamó la atención de G.O. Habían pasado de gris amistoso al gris de la sabiduría de los años, y algo de ella no fue agradable. Era como si sus ojos le dijeran a G.O que había visto demasiado, más de lo que un hombre debía ver, y que G.O estaba siendo un tonto.

—No lo entiende —dijo G.O al tiempo en que tomaba las pocas cosas que había sacado de su maleta y las metía de nuevo en el interior—. No tiene idea de lo que he vivido.

—Y no lo pretendo. Sólo te estoy pidiendo que no vayas de nuevo a tu departamento. No es seguro.

G.O tenía ganas de gritar, de lastimar a alguien. Se tragó un grito, mientras subía el cierre de la maleta. —¿Por qué, porque eso puede ir y venir cuando le plazca ahora?

—Si.

—No lo creo.

 

El señor Moon entró en la habitación, su gran tamaño se comió todo el oxígeno adicional y G.O no podía respirar. Sentía que se ahogaba. G.O iba a tomar a Hansol, pero su sobrino corrió hacia el padre, tomándole la mano.

G.O se quedó mirando sus manos unidas. Vio cómo la mano de Hansol era tragada por la más grande. Vio cómo el señor Moon suavemente tomaba la mano de Hansol, y quería gritar. Tiró la maleta en la habitación mientras gritaba. Fue un grito ahogado, un grito desesperado, mientras sentía la rabia construirse dentro de él.

Cuando Hansol gimió, moviéndose ligeramente detrás del señor Moon, G.O se calmó. Se giró, dejándose caer sobre la cama y se tapó la cara, sintiéndose como un monstruo.

—Hijo, ¿por qué no bajas y vas a ver si Yoseob tiene algunas galletas?

La voz del señor de Moon era calmada, profunda y de alguna manera tranquilizadora. G.O sabía que estaba hablando con Hansol, pero quería que el hombre le hablara a él, para calmarlo, para ahuyentar sus miedos. El señor Moon tenía una voz que hacía que una persona se sintiera como si estuviera siendo protegida con una cálida manta y nada les pudiera hacer daño, una voz que una madre usaba con un niño asustado. Eso era exactamente como G.O se sentía ahora, y lo odiaba. G.O odiaba sentirse impotente y débil.

Por mucho que odiaba esos sentimientos dentro de él, tan pronto como oyó cerrarse la puerta, G.O comenzó a llorar. Sintió que la cama se hundía, y luego una fuerte mano sobre su hombro, apretándolo reconfortantemente. ¿Cómo vería Hansol a G.O ahora? ¿Pensaría que su tío era un monstruo? El vacío en la boca de su estómago se llenó de rabia mientras G.O saltaba de la cama, secándose las lágrimas en los ojos. —Me voy a casa.

El señor Moon no parecía contento. —Entonces deja al cachorro de aquí.

—¿Para qué, para que le puedan lavar el cerebro en contra mía? —G.O preguntó con amargura—. ¿Entonces él correrá hacia ti en lugar de hacia mí?

—El corrió hacia donde se sentía a salvo, G.O. ¿Crees que le das esa sensación de seguridad?

A G.O no le gustaba escuchar la verdad. No quería escucharla. Su mente estaba luchando duramente contra lo que estaba sucediendo, y no quería que la lógica fuera empujada por su garganta. Era amarga, y G.O odiaba al señor Moon en ese momento por obligarlo a examinarse. —Soy su tío. Él debe sentirse a salvo conmigo.

—Mira cómo estás actuando. ¿Quién en su sano juicio se sentiría seguro contigo ahora? —El señor Moon preguntó, mientras la ira se veía en su boca y en las líneas alrededor de sus ojos.

 

G.O volvió a sentir la fría y dura verdad dentro de él. Se echó hacia atrás. —Prefiero tenerlo cerca de mí que con shifters que pueden hacerle daño—. Mentalmente hizo una mueca cuando vio el dolor en la expresión del señor Moon y entonces el padre la escondió y lo enfrentó.

—Nunca le he hecho daño a un niño. —Sus palabras eran tensas, llenas de ira—. Necesitas pensar en la verdadera razón por la que estás enojado. Necesitas admitir lo que te enoja y te hace atacar a todos.

—Yo… —G.O cerró la boca y luego miró alrededor—. No lo sé —finalmente lo admitió. La rabia seguía ahí, pero mezclada con confusión, desgarrándolo.

—¿No será que tienes miedo de lo que ha está sucediendo a tu alrededor últimamente? —La voz del señor Moon se suavizó, pero aún así sentía que había rabia.

G.O no quería examinarse tan de cerca. No ahora. No cuando estaba tan malditamente enojado que quería hacerle daño a alguien. —Tal vez lo mejor es que Hansol se quede aquí por esta noche —G.O finalmente cedió. Él podría estar asustado, pero no iba a arrastrar a su sobrino en eso.

—¿Y tú?

 

G.O envolvió sus brazos alrededor del centro de su cuerpo, sintiendo tanto frío que se estremeció. —Yo me voy a casa.

—Entonces deja que te pague la noche en un hotel, G.O, si no te sientes seguro aquí. Regresar a tu departamento no es una opción.

La sensación de estar atrapado, de no tener opciones encendió la ira de G.O. Él no pidió ser jalado dentro de este confuso mundo. Él no pidió ser atacado por un vampiro que casi le arranca la garganta. Él no pidió tener un rifle apuntando a su cabeza y que amenazara con matarlo por pura diversión dentro de un enfermo juego. G.O temía lo que seguiría. ¿Qué amenaza que no había pedido se levantaría después?

Levantó la mano de su costado y la llevó a su cuello en donde tenía la herida de la mordida. No la que Seung Ho le dio sino la del vampiro que trató de desgarrarlo. Todavía estaba sensible al tacto, por lo que G.O hizo una mueca de dolor cuando pasó los dedos por ella.

—Piensa en lo que estás haciendo antes de salir —dijo el señor Moon—. No seas tonto.

G.O tomó su maleta y salió de la habitación, empujando todas las emociones dentro de él hasta que sintió que podía caminar sin atacar, ni llorar, ni perder la maldita mente.

—G.O —Seung Ho le habló desde la sala—. Por favor no te vayas.

G.O abrió la puerta del frente y vio a Hoon frente a su camioneta. —Pensé que podrías necesitar que te llevara a algún lugar.

La oferta no era amistosa, pero G.O sabía que no podía caminar hasta su casa. El rancho de los Moon estaba muy lejos del edificio de departamentos para que caminara. Estaba tentado, pero sabía que lógicamente conseguir que lo llevaran era lo más inteligente por hacer. Eso era la única cosa que su cerebro podía razonar. Todo lo demás giraba en su mente, se fracturaba y se alejaba.

No podía pensar. No podía sentir. G.O no podía hacer nada en este momento, salvo guiar a sus pies hacia la camioneta. Lanzando la maleta en la caja, G.O se metió del lado del pasajero cerró la puerta y oyó un golpe detrás de él.

Hoon dio reversa en silencio. No trató de hablar con G.O de camino a casa. No trató de convencer a G.O de que  estaba cometiendo un gran error. Hoon conducía por la carretera rural con pastos a ambos lados.

Cuando llegaron a su edificio de departamentos, G.O tomó su maleta de la parte trasera de la camioneta y entró, sin decirle una palabra a Hoon. Estaba entumecido. No había nada más que un torbellino dentro de un agujero negro que amenazaba con consumir a G.O.

Abrió la puerta del departamento y dejó caer la maleta justo en el interior, cerró y bloqueó la puerta detrás de él. G.O se inclinó contra la puerta, sintiendo las ardientes lágrimas bajar por su cara. Cuando miró el sofá y vio sangre aun manchando la tela de cuando el vampiro lo atacó, G.O se perdió. Gritó tan fuerte que cayó de rodillas, balanceándose hacia adelante y hacia atrás cuando todo lo que le había sucedido le cayó encima.

El miedo de casi ser asesinado por los cazadores lo carcomía. El miedo de casi ser asesinado por la mordida de un vampiro en el cuello, desgarrando su piel, lo recorría. El miedo de que Seung Ho nunca lo perdonara por alejarse no una vez, sino dos veces, hizo a G.O llorar tan fuerte que gritó hasta que su voz se volvió ronca.

Era solamente un humano. Su mente no podía manejar lo que estaba pasando a su alrededor. Era demasiado. Oyó que alguien tocaba a su puerta. G.O se calmó. Se limpió la cara mientras permanecía de pie, incapaz de cuidar de algo mas en ese momento abrió la puerta, dispuesto a decirle a quien fuera que se jodiera.

—Oí que gritabas —dijo el señor Sung Soo, con una mirada de preocupación en sus ojos—. ¿Está todo bien?

Nada estaba bien, y G.O sentía que nunca iba a estar bien de nuevo. —Estoy bien —mintió.

 

—Me sentiría mejor si me permitieras revisar tu departamento y asegurarme de que nadie esta aquí obligándote a decir eso.

G.O se hizo a un lado. Estaba demasiado cansado y agotado como para discutir esta noche. El señor Sung Soo era un hombre suficientemente amable. No asustaba a G.O como lo hacía Daesung del otro lado del pasillo. Cerró la puerta y dejó su mano en la perilla. G.O no quería estar aquí. No estaba seguro de dónde quería estar, pero después de su quiebre, ahora G.O ya no estaba tan enojado.

El señor Sung Soo revisó los cuartos que consistían en la cocina, el baño y el dormitorio de Hansol. El departamento se sentía tan pequeño y poco acogedor después de estar en las  tierras de los Moon.

—¿Qué le pasó a tu sofá? —El señor Sung Soo le preguntó mientras veía la mancha de sangre y luego el cuello de  G.Or13;. ¿Quién te hizo eso?

 

G.O no tenía ganas de encontrar una excusa que apaciguara a su vecino. Estaba cansado, tan jodidamente cansado. Todo lo que quería hacer era acostarse en la cama de Hansol y dormir. Su adrenalina y la rabia se habían ido, y él se sentía agotado. Su garganta le dolía de gritar y llorar. Su cuello herido por el ataque del vampiro le dolía, y ahora su cabeza estaba pulsando.

Frotándose las sienes, G.O sacudió la cabeza. —Te lo explicaré más tarde. Ahora sólo necesito descansar—. No le debía a su vecino una maldita cosa, especialmente no una explicación. Pero G.O sabía que podía hacer que el señor Sung Soo saliera de su departamento más rápido si se comprometía a decírselo más tarde.

—No creo que deba dejarte solo —dijo el señor Sung Soo acercándose.

 

G.O logró ser consciente de  que  solo  estaban  ellos dos. Había estado tan angustiado por todo lo que había ido mal en su vida que él había permitido que el señor Sung Soo  entrara.

«Estúpido,  estúpido, estúpido».

 

—Estaré bien. —G.O abrió la puerta del departamento, dejándole saber a su vecino que era la señal para que se fuera. El señor Sung Soo caminó hacia la puerta y se giró totalmente frente a G.O y luego se inclinó tan cerca que G.O podía oler el olor de su loción de después de afeitar. ¿O era colonia?

—Sé acerca de tu amigo peludo. También sé sobre el hombre que te atacó, G.O. Cierra la puerta.

G.O abrió mas los ojos viendo fijamente al señor Sung Soo y al pasillo. No estaba seguro de por qué estaba viendo hacia el departamento de Daesung, pero veía desesperadamente la puerta cerrada del otro lado del pasillo, deseando que se abriera y que Daesung saliera.

—Cierra ahora —dijo rudamente el señor Sung Soo mientras tomaba la puerta y la cerraba.

—¿Qué estás haciendo? —El cerebro de G.O se rehusaba a registrar mas amenazas en su contra. Se negaba a reconocer que el señor Sung Soo fuera a lastimarlo. Su mente se aclaró y G.O sintió el frío entrar en él. Sólo que esta vez el frío no le hacía sentir nada, lo llevaba a un lugar en su mente en donde todo era tranquilo y pacífico.

—Te he estado observando, G.O —dijo el señor Sung Soo acercándose más, por lo que G.O dio un paso hacia atrás—. Te he estado observando y aprendiendo algunas cosas muy interesantes.

G.O pensó en las pocas veces que había visto al señor Sung Soo. Eso no tenía ningún sentido para él. Eran simples conocidos. Su vecino no había estado presente cuando  Seung Ho le confesó que era un oso. No había estado cerca cuando el vampiro lo atacó. ¿De qué estaba hablando?

Su mente recordó las pocas veces en las que el señor Sung Soo había llegado al departamento de G.O para revisar si había una fuga y para revisar si había fuego, cuando su vecino juraba que olía a humo.

G.O se giró, alejándose del hombre mientras se dirigía al cuarto de baño. El señor Sung Soo no trató de detenerlo cuando G.O salió de la sala y caminaba lentamente a su cuarto de baño y veía alrededor. Era pequeño, sólo permitía que una persona entrara. Vio alrededor, revisando cada rincón, cada centímetro cuadrado del cuarto de baño. Su aliento quedó atrapado en la garganta cuando vio un pequeño alambre en el gabinete de las medicinas.

Estirándose, G.O arrancó el alambre hasta que pudo sacarlo. Lo examinó, dándole vueltas en la mano.

—La tecnología es increíble, ¿no? —dijo el señor Sung Soo detrás de él—. Es realmente increíble lo pequeñas que son las cámaras en estos días.

¿Cámaras?

 

G.O giró el pequeño dispositivo en su mano, y luego vio hacia la ducha. Un escalofrío recorrió su espalda y lo apuñaló al pensar en la ducha, mientras que el señor Sung Soo veía.

Oh, Dios... ¡Hansol también se bañaba aquí!

 

—¿Veía a mi sobrino y a mí aquí adentro? —G.O le preguntó mientras se giraba hacia su vecino. El asco y la repulsión llenaban sus palabras y su expresión.

—No tengo ningún interés en tu sobrino. No es al que veía.

 

G.O debería haber estado aterrorizado por la confesión del señor Sung Soo. Pero sólo sintió alivio de no estar frente a un pedófilo. No habría sido capaz de manejar eso. —¿Y para qué me veía?

Una sonrisa se formó en la boca del señor Sung Soo, pero no llegó a sus ojos. Estaban llenos de algo más, algo que G.O no tenía una manera de describir. Eran casi salvajes, excitados, y bordeando la locura.

—Porque eres mi próxima víctima, G.O. —La voz del señor Sung Soo era cantarina.

Está bien, ahora G.O estaba asustado. Su aturdimiento desapareció, siendo reemplazado por el temor de no estar muy seguro de poder sobrevivir a esto. Estaba de pie en su pequeño departamento a solas con un hombre loco.

—¿El siguiente? —Preguntó G.O mientras trataba de evitar el miedo en su voz.

Los ojos del señor Sung Soo brillaban casi se iluminaban cuando asintió. —Ahora sal de ahí y ven conmigo a la sala.

—No lo creo —dijo G.O mientras retrocedía aún más en su cuarto de baño del tamaño de una caja de zapatos—. Fuera de mi casa. —Trató de sonar firme, pero sus palabras eran inestable y un poco tensas. G.O cerró la pequeña cámara en su palma y dio otro paso atrás.

Su mente estaba gritándole a G.O que estaba atrapado, que no tenía a dónde ir, pero no obstante G.O seguía retrocediendo. No había ventana por la que pudiera salir, ni otra puerta que pudiera utilizar para salir. Si quería salir de su cuarto de baño, él tendría que ir a través de su vecino.

Ese no era un pensamiento consolador.

 

—¿Hueles eso? —El señor Sung Soo preguntó mientras inclinaba la cabeza hacia atrás y aspiraba profundamente.

 

G.O olfateó ligeramente, pero todo lo que podía oler era el aromatizante que estaba en la parte de atrás de la taza del baño. Olía a lilas. No olió nada más. ¿Era su vecino fan de las lilas?

—El miedo —dijo el señor Sung Soo con alegría cuando bajó la cabeza, sus ojos brillaban con lujuria—. Huelo el miedo que viene de ti, G.O.

¿Seria su vecino un shifter oso?

 

G.O rechazó la idea tan pronto como entró  en  su mente. Sólo los Moon eran shifter y el señor Sung Soo no era uno de sus familiares. Seung Ho lo hubiera mencionado cuando se enojó por encontrar al señor Sung Soo en su departamento el otro día.

G.O luchó como un loco cuando el señor Sung Soo extendió la mano y lo agarró del brazo. Movió su brazo libre para golpearlo, pero su vecino sostenía el brazo dominante de G.O, haciéndole usar su brazo izquierdo. G.O no era bueno con la izquierda. Falló el golpe por mucho.

—Pelea conmigo, G.O. Lucha contra mí con todo lo que tengas. Me gusta un luchador.

El señor Sung Soo era más fuerte de lo que parecía. Su mano sostenía firmemente a G.O mientras lo arrastraba fuera del cuarto de baño. Cuando G.O gritó para que el señor Sung Soo lo liberara, recibió un golpe bien colocado en la cara.

—No debemos permitir que los vecinos sepan la diversión que estamos teniendo.

Sí, infiernos que lo haría. —¿Qué clase de monstruo eres?

 

—Mis gustos corren un poco del lado perverso —dijo el señor Sung Soo mientras hablaba como si estuviera    recordando algo grato. Escuchó al señor Sung Soo confesar que había matado a otros tres hombres, después de haber jugado con ellos.

G.O estaba sentado ahí con horror, preguntándose si su pesadilla nunca iba a terminar. Él simplemente no podía manejar una amenaza más, una promesa más de ser víctima de otra persona. Era demasiado. Empezó a desear haberse quedado en el rancho de los Moon. Pero G.O sabía que tampoco hubiera sido la elección correcta. Se estaba quedando sin opciones y con miedo de todo lo que estaba pasando a su alrededor.

Sólo quería sentirse a salvo. G.O quería saber que los monstruos en el armario no eran reales. Estar en brazos de Seung Ho lo hacía sentirse a salvo, pero G.O había huido. Había huido del único lugar que le había brindado un refugio del frío mundo que lo rodeaba. G.O se había sentido atrapado cuando Seung Ho se había alzado sobre él, y ahora daría cualquier cosa por estar en los brazos de su pareja.

Qué malditamente tonto había sido.

 

—Tengo un cuarto de juegos en mi departamento —dijo el señor Sung Soo, interrumpiendo los pensamientos de G.O—. Ven a jugar conmigo, G.O.

—No —dijo G.O jalando su brazo. Dio una patada tratando de golpearle en la pierna al señor Sung Soo y desequilibrar al hombre. Pero en cambio, golpeó la pierna en el mueble de la televisión. G.O intentó una vez más, pero esta vez no golpeó a su vecino. Usó la fuerza para tirar la televisión al suelo, haciendo que el fuerte ruido retumbara en su departamento.

El señor Sung Soo se encogió de hombros. —Es tu propiedad la que estás dañando.

G.O había rezado para que el ruido alertara a uno de sus otros vecinos de que algo andaba mal. Pero a medida que lo pensaba, sabía que estaba mal. Si los policías no estaban  aquí ahora, a causa de los gritos que había soltado antes, no iban a venir.

Estaba solo para salvarse.

 

Dejó de luchar y caminó con el señor Sung Soo hacia la puerta. La única posibilidad de G.O era salir al pasillo donde había más opciones. Podía gritar, luchar con más fuerza para liberarse, o hacer cualquier cosa para escapar de lo que el señor Sung Soo tenía en mente. Después de escuchar a su vecino describir en detalle lo que le había hecho a los otros tres hombres, G.O sabía que tenía que liberarse. Estaba sorprendido de no haber vomitado ante los macabros detalles.

«¡Ve por él!»

 

Maldición, estaba perdiendo la cabeza.

 

Cuando el señor Sung Soo llegó a la puerta, se giró hacia G.O. —No estoy seguro de por qué dejaste de luchar, pero si alertas a alguien de lo que estamos haciendo, voy a matar a Hansol.

G.O sabía que era mentira. Hansol estaba bien protegido en el rancho. Sabía en su corazón que si algo le sucediera a él, los Moon tratarían a Hansol como uno de los suyos. Tenía confianza en ese conocimiento. Tan confundido y asustado como estaba, había arremetido contra los hombres que sólo trataban de ayudarlo, G.O sabía que ellos iban a cuidar y criar a Hansol.

G.O solo asintió con un ligero movimiento de cabeza, jugando a darle seguridad al señor Sung Soo.

Cuando salieron del departamento, G.O vio a Daesung entrar al edificio de departamentos con una bolsa de comestibles en la mano. Daesung siempre hacía que se le erizara el vello, y ahora era extraño que buscara la ayuda del hombre. Le dio una larga mirada a Daesung, haciendo todo lo posible para transmitirle su miedo y su necesidad con esa mirada.

Hubo un momento en el que sus miradas se cruzaron, y Daesung miró a G.O con un reconocimiento que casi hace que G.O salte de alivio. El señor Sung Soo tomó más duro la mano de G.O, dolorosamente. Jalándolo ligeramente haciéndole saber a G.O que necesitaba que siguiera moviéndose.

G.O se jaló en contra del señor Sung Soo mientras alcanzaba a Daesung. —Por favor —le rogó a Daesung cuando algo duro golpeó la cabeza de G.O. Cayó de rodillas y luchó para evitar desmayarse cuando vio a Daesung sacar un arma de fuego detrás de él y apuntarle al señor Sung Soo. Las compras de comestibles estaban en el suelo, olvidadas. G.O no estaba seguro de por qué se estaba centrando en la bolsa.

Daesung tenía fruta fresca en la bolsa. Al hombre parecía que le gustaban las manzanas. No las verdes, sino las más brillantes, rojas y jugosas. G.O quería agarrar una y darle una mordida.

—Déjalo ir Kim Sung Soo —dijo Daesung dando un paso más cerca, dejando su bolsa de comestibles atrás—.  Oficial federal. Levanta las manos donde pueda verlas.

G.O dejó de ver las manzanas y miró a Daesung. ¿Desde cuándo Daesung era una especie de agente de la ley? Él era el espeluznante vecino, no el señor Sung Soo. Esto estaba al revés. El señor Sung Soo debería ser el que sostuviera  la  pistola hacia Daesung. Nada de esto tenía sentido para G.O.

El señor Sung Soo le dio una sonrisa que era mas como mostrarle los dientes. Inclinó ligeramente la cabeza y luego dejó a G.O en libertad. Solo así de fácil, G.O era libre. No entendía lo que estaba pasando, pero G.O no le veía el diente al caballo  regalado.

 

Luchando contra la pared exterior de su departamento, G.O apoyó la espalda sobre la pared mientras el señor Sung Soo subía los escalones. Daesung veía a G.O, como si evaluara si estaba herido o no.

—Estoy bien —dijo G.O, moviendo la mano para alejar a Daesung. Aún estaba tratando de comprender el hecho de que el señor Sung Soo era el malo y Daesung no lo era.

Ahora debería estar histérico por todo lo que le había sucedido. Pero G.O no estaba llorando ni gritando su frustración. Él se reía. Empezó como una risita pequeña y luego aumentó a una carcajada en toda la regla, que incluía lágrimas y sostenerse los costados de lo duro que se reía. Se dejó caer otra vez, tratando de recuperar el aliento mientras se reía tan fuerte que una anciana que vivía al lado de Daesung abrió la puerta.

—¿Estás bien, jovencito?

 

G.O asintió, porque no había manera de que pudiera responder con su voz. Se echó a reír hasta que ella cerró la puerta. Se echó a reír hasta que se sintió como si no pudiera recuperar el aliento. G.O se echó a reír hasta que la policía se presentó, armas en mano, mirándolo con extrañeza mientras yacía acurrucado en el suelo con su estómago adolorido por usar demasiado los músculos.

—¿G.O? —dijo el detective Park Leeteuk pronunciando su nombre con cautela mientras se acercaba—. ¿Dónde está Seung Ho?

G.O conocía al detective. Había estado en el restaurante donde G.O trabajaba en más de una ocasión. Era un tipo agradable, siempre comiendo con uno de los otros clientes, con KangIn.

 

—No sé. —Y pronto la risa de G.O se convirtió en una sesión de llanto en toda la regla. Quizás realmente estaba perdiendo la maldita cabeza.

 

 

 

 

 continuara....

 


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