CapÃtulo 5
Lily miró con curiosidad el artilugio en el cabello de su amigo, pero como se dirigÃan a la clase de pociones, sabiamente decidió no hacer ningún comentario hasta más adelante. Desafortunadamente, Caltha Parkinson no tuvo tales escrúpulos y lo primero que hizo una vez que entró al aula fue chillar,
—¡Por MerlÃn! ¡Snape ha aceptado un pretendiente!— Durante el caos que su expresión provocó, Lily aprovechó la oportunidad para echar un vistazo más de cerca a la cinta azul oscuro que le separaba el cabello de Severus de la cara. Si ella inclinaba la cabeza, podÃa distinguir las letras bordadas en un color azul solo un tono o dos más claras que la seda. Una L y una S, entrelazadas para casi formar una nueva letra. Era hermoso y a juzgar por la buena mano que lo hizo, con toda probabilidad muy caro.
Las especulaciones susurrantes y salvajes de sus compañeros de clase no parecÃan ser de ninguna clase para Severus, quien simplemente miraba la lectura asignada del dÃa con aire de aburrimiento. Sintiéndose en gran medida la ignorante muggle nacida que estaba trabajando tan duro para no serlo, Lily decidió que iba a preguntarle a Caltha después de clase cómo lo habÃa sabido. Hubiera preferido preguntarle a Severus, pero su conocimiento del mundo mágico estaba en el mismo nivel que el suyo, asà que probablemente tampoco lo sabrÃa.
~ * ~
—Entonces— dijo Lily mientras ella y Severus se sentaban en el banco en el que solÃan sentarse cuando el clima lo permitÃa y miraban hacia el lago, —Has decidido hacer oficial que L tiene su favor—
—S× dijo Severus distraÃdamente, una mano deslizándose hacia arriba para señalar a la banda que habÃa causado un alboroto la mayor parte del dÃa.
—¿Ya descubriste quién es él?—
—No. Pero ... estoy empezando a sospechar— Lily levantó una ceja.
—¿Oh? ¿Quién?— No parecÃa que Severus la hubiera escuchado.
—Sirius me dijo que su madre mencionó en su última carta que habÃa conocido a él en el callejón Diagon, la compra de un libro muy raro en las hierbas de América del Sur— Lily reflexionó sobre si valÃa la pena el esfuerzo para golpearlo en la cabeza con el pañuelo, pero decidió que preferÃa seguir usándolo.
—Un nombre serÃa bueno— dijo con acritud y Severus parpadeó como si momentáneamente hubiera olvidado que ella estaba allÃ.
—Oh. Uhm— Él se sonrojó —Lucius Malfoy— Lily lo miró con ojos desorbitados.
—¿Lucius Malfoy?— Chilló una vez que consiguió que sus cuerdas vocales dejaran de atarse en el nudo. —¿Estás fuera de tus cabales?—
—¿Que se supone que significa eso?—
—Solo que estás esperando que piense que el alfa más codiciado de todo el Reino Unido mágico te está enviando regalos de cortejo. ¡Y escribir cartas de amor!— Severus se sonrojó de nuevo, esta vez por enojo en lugar de vergüenza.
—¿Y por qué no lo harÃa? ¿No soy lo suficientemente bueno para él?— Lily retrocedió tan rápido como pudo sin tropezar con sus pies.
—¡No lo quise decir asÃ! Es que ... ¿cómo llegaste a esa conclusión?— Severus se mordió el labio.
—Prométeme no decirle a nadie— bajó la voz y Lily se inclinó para escuchar lo que tenÃa que decir.
—Lo prometo— ella juró solemnemente.
—Compare su letra— Lily habÃa pensado que estaba estupefacta antes, pero se habÃa equivocado. Ahora ella estaba realmente estupefacta. Sus cuerdas vocales ni siquiera se molestaron con los nudos, entraron en un completo encierro y ella se quedó boquiabierta ante Severus como un pez que no puede creer la audacia del pescador que acaba de sacarlo del océano. En opinión de Severus, ella también parecÃa un pez.
Mientras aguardaba a que Lily se recuperara el sentido, sacó la última carta más vieja nota que, por alguna razón insondable (que se negó a examinar más de cerca, muchas gracias), la sacó de su bolsillo. Le tomó un rato a Lily, pero finalmente logró hacer un ruido que se asemejaba vagamente al ruido que los pescadores probablemente habrÃan hecho cuando su captura expresaba su aborrecimiento por su falta de modales. Una vez que lo hizo, él le mostró tanto la carta como la nota.
—Muy similar, ¿no crees?— Preguntó. Lily miró la escritura en ambos documentos.
—No puedo ver la diferencia— graznó, ignorando las vehementes protestas de sus cuerdas vocales por haber sido obligadas a trabajar.
Severus asintió lentamente.
—Esperaba que dijeras eso. Asà que dejarÃa de preguntarme si me estaba imaginando cosas—
—No lo haré— dijo Lily, sintiéndose bastante mareada.
—¿Qué vas a hacer?— Preguntó finalmente Lily, una vez que el mundo habÃa dejado de girar como un remembrango cuando has pasado diez minutos tratando de descubrir lo que has olvidado y piensa que debes ser el imbécil más tenue que alguna vez aparecerá. buena vieja Inglaterra.
Severus a regañadientes bajó su libro Pampas Galore: hierbas útiles de América del Sur y consejos sobre dónde encontrarlos , y la miró como si acabara de decir algo tan estúpido como para ser una cita directa de Gilderoy Lockhart.
—¿Hacer? Por qué mi querida Lily—volvió al libro —voy a casarme con él—
~ * ~
Lucius cerró ambos cerrojos en la puerta y revisó cuidadosamente la habitación en busca de posibles dispositivos de escucha o grabación. Confiando en que de hecho no habÃa sido visto ni escuchado, se permitió ceder a la tentación de haber tenido la mayor parte de la tarde.
Él gritó y chilló de emoción, completamente fuera de sà con alegrÃa. ¡Su fuente en Hogwarts acababa de informarle que Severus no solo sabÃa quién era, sino que pretendÃa casarse con él
! Ja, toma esa tÃa Walburga! ¡Ahora sabÃa de una vez por todas quién era el primo mejor, él o ese idiota Sirius! ¡Severus lo querÃa a él, Lucius, por su compañero! Al darse cuenta de que los gritos no habÃan ayudado en absoluto a calmar su euforia y procedió a bailar una pequeña jiga de pura alegrÃa. ¡Severus lo querÃa!
Ahora solo tenÃa que descubrir la forma perfecta de presentarse a él. Se quedó pensando por un momento, de vez en cuando arrastrando los pies un poco como si estuviera probando un nuevo baile, cuando tuvo un destello de inspiración. Con una loca carrera para su estudio, se apresuró a hacer los arreglos. Se sintió muy, muy afortunado de que nadie pudiera ver la forma en que estaba actuando en el presente.
Si esto llegaba a la madre antes de que el compromiso fuera oficial, nunca oirÃa el final.
~ * ~
Severus probablemente deberÃa haber estado acostumbrado a ser abordado por Sirius Black en los momentos y lugares más inoportunos, pero aún hizo un muy buen intento por alcanzar el récord mundial de altura cuando dicho chico lo agarró del brazo y lo tiró a un rincón.
—¿Qué ... Sirius? ¡Llegaré tarde a la clase!— Sirius, sin embargo, ignoró sus protestas. Él solÃa hacer eso.
—¿Es verdad que estás comprometido con Lucius Malfoy?— Exigió en cambio. Severus rodó los ojos. La rumorologÃa tampoco habÃa sido lenta en este momento.
—No oficialmente— dijo diplomáticamente, esperando evitar otra escena como la anterior, cuando un ravenclaw de séptimo año cuyo nombre no se podÃa molestar en recordar habÃa decretado a todos que Severus estaba cometiendo el error de su vida por no elegirlo en cambio. Y luego habÃan estado las chicas exigiendo saber cómo llamó la atención del ilustre Lucius Malfoy.
—No ... oficialmente?— Sirius balbuceó indignado y Severus se preparó para una erupción en la escala del Monte Vesubio justo antes de que la vida fuera muy complicada para el pueblo de Pompeya.
—¿Me estás diciendo que te ha estado cortejando extraoficialmente? ¡Ese bastardo! Voy a hacerle comer su varita! ¡Cómo se atreve a faltarle el respeto de esta manera!— Sirius despotricó y Severus se sintió como el rey de Troya cuando le dijeron que los griegos habÃan tomado un giro equivocado y ¿le importarÃa esperar a ser invadido por un mes o dos?
—Sirius— intentó a medias, —cálmate— Por qué esperaba que Sirius lo escuchara esta vez, cuando nunca lo habÃa hecho antes, estaba más allá de él, pero la esperanza es la última en abandonar el barco que se hunde.
—No es oficial porque aún no acepté nada— Explicó cuando parecÃa que Sirius estaba a punto de entrar en una congestión. Él se cansó de eso en casa, muchas gracias. Sin embargo, su comentario pareció funcionar y Sirius hizo un obvio esfuerzo por dejar de echar espuma por la boca.
—Asegúrate de que te trate bien— fue su veredicto final, —o le haré comer su varita mágica— "Tan interesante como serÃa ver que en la práctica, Severus le dio una palmadita consoladora a Sirius en el brazo.
—Lo haré, ¿de acuerdo?— Sirius pareció calmarse un poco por las palmaditas, pero aún parecÃa que estaba a punto de asesinar a alguien por pura alegrÃa. Suspirando, Severus decidió que todos los santos tenÃan que sacrificar algo e inclinó la cabeza hacia un lado.
—¿Abrazarme?— Preguntó lastimeramente, esperando que obtuviera la reacción deseada. Con un ruido que sonó como pura angustia, Sirius lo abrazó y enterró su rostro en el hueco del cuello de Severus. Severus suspiró. Ya era tan, tan tarde para Herbology.
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