Celos. Un sentimiento demasiado peligroso.
Los celos destruyen, matan, y corrompen. Impulsan a seguir los más bajos instintos de ira y posesión, y en los alfas, eran como activar un arma de destrucción masiva.
Un alfa celoso se volvía agresivo y salvaje, atacaba al objeto de sus celos y a todo aquel que intentara detenerlo, dominado enteramente por una furia incotrolable que solo su omega destinado era capaz de aplacar. Porque, por más que estuviera fuera de control, el alfa jamás sería capaz de lastimar a su compañero. Ni el más salvaje de ellos se atrevería a hacerlo.
¿La débilidad de un omega? El celo. ¿La débilidad de un alfa? Su omega.
Pero claro, esto solo funcionaba cuando eran realmente compañeros. Un alfa y un omega podían estar enlazados, pero si no eran compañeros destinados, no había nada en el mundo que controlara la ira del primero.
En cambio, los compañeros, aun sin marca, podían sentirse y protegerse como sí realmente la tuvieran, así funcionaba el vínculo. Así funcionaba una verdadera pareja de alfa y omega.
Sin embargo, había muy pocas de ellas, y Tony esperaba que la suya fuera de esas pocas.
Él nunca había sentido el lazo desde el extremo superior, pero suponía que sentirse como se sentía en ese momento era parte de la experiencia.
Lo había visto antes, en Steve, su "alfa", como éste gruñía y mostraba sus colmillos al verlo cerca de alguien desconocido, fuera alfa o beta, masculino o femenino, no importaba. Y sí ese alguien desconocido lo tocaba, por más mínimo que fuera el roce, Steve le saltaba encima y lo golpeaba hasta que Tony lo detenía o se le pasaba la ira.
En ese entonces, tal salvajidad detonada por celos absurdos le parecía molesto y fastidioso. Lo odiaba, lo despreciaba, lo hacía sentirse como un omega delicado y débil, apesar de ser uno de los pocos superhéroes omegas que existían.
Pero las circunstancias habían cambiado, su papel se había invertido, y sí antes le parecía absurdo, ahora lo encontraba completamente justificable. Y es que, ¿cómo no sentirse furioso y celoso cuando estaba viendo a SU omega siendo cortejada por un alfa inferior e inútil?
¡¿Qué carajos le veía Pepper a Happy?! Era un alfa obeso, patético, y un muerto de hambre. ¡Happy no era nada a lado de él! Él, que tenía billones en la cartera, que superaba el promedio en coeficiente intelectual, que era atractivo, poderoso, dominante, y sobre todo, un Vengador en toda la extención de la palabra. ¡Tony Stark era superior!
Entonces, ¿por qué ella reía tan felizmente con ese intento de alfa? ¿Acaso se le olvidaba quién la había marcado? ¡¿Y por qué coño dejaba que la abrazara?! ¡Nadie tenía ese derecho excepto él!
Y con eso en mente, avanzó hacia el par y golpeó con todas sus fuerzas al alfa.
-¡Happy!-gritó Pepper, horrorizada.
Pero Tony la ignoró y siguió golpeándo a Happy, quien se defendía como podía de su jefe.
-¡Tony, basta! ¡Detente, por favor, vas a matar a Happy!
Se sentía furioso, celoso, fastidiado y exitado. No pensaba en otra cosa más que en demostrarle a su jefe de seguridad quién era el alfa de Pepper, dejarle en claro que Tony Stark era superior, superior a él, a Steve, y a cualquier otro alfa del mundo.
Pero demostrarselo no era suficiente, Happy había tocado algo que le pertenecía y lo mataría por eso
Matarlo. Esa idea sonaba bien.
-¡Jefe, tranquilicese!
-¡¡Cállate!!
Y lo golpeó de nuevo, y de nuevo, y de nuevo, cada vez con más fuerza y furia.
-¡Tony!
Escuchaba la voz de su omega, sabía que estaba desesperada por calmarlo, sentía incluso sus delicados brazos rodeando su espalda tratando de separarlo de Happy, pero su fuerza no era suficiente. Y por mucho que ella gritara, llorara y suplicara, a Tony simplemente no le afectaba.
Era inmune a sus feromonas tranquilizadoras.
Y sin nada que lo detuviera, siguió destrozando el rostro del alfa hasta que éste ya no se movió más. Solo entonces, la adrenalina del momento se disipó de su mente y pudo ver sus acciones con más claridad.
¿Qué había hecho?
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No lo había matado, eso era seguro. Pero por lo delicado del estado de Happy, bien pudo haberlo hecho.
No dejaba de mirar con incredulidad sus manos aun cubiertas de sangre por su pelea, no podía creer que se habia vuelto salvaje, ¡él!
¿Cuántas veces no enfureció con Steve por comportarse de esa manera?, ¿cuántas veces no criticó públicamente a los alfas por ese lado animal que los volvía peligrosos?, ¿con cuántas betas no se acostó precisamente para evitar esos conflictos entre alfas? ¡¿Y ahora resultaba que él también se comportaba así?!
¡Se suponía que iba a ser diferente!
"Pero no fué tu culpa, Tony", se dijo, "Él se lo buscó. Tocó algo que era tuyo, trató de tomar lo que te pertenecía, y nadie, absolutamente nadie, le roba a Tony Stark".
Cierto. No era su culpa sino de Happy por invadir su territorio, no tenía por qué sentirse responsable, y apesar de eso, un enorme remordimiento hacía mella en su consciencia.
-Me llamaron del hospital-interrumpió Pepper sus pensamientos-Happy entró en coma.
No respondió. El nudo en su garganta le impedía hacerlo.
-Casi lo matas, Tony.
"Como sí no lo supiera", " Ojala lo hubiera hecho".
-Me puedes explicar qué carajos te sucedió. ¿Por qué lo atacaste?
-...-
-¡Tony!
-...-
Pepper chasqueó la lengua ante la actitud de su alfa. Se acercó al sofá y se plantó frente a él sin ningún astibo de temor.
-¿Te volviste salvaje solo porque estaba hablando con él?
Silencio. Los ojos del castaño miraron fugasmente a la pelirroja, para luego posarse en la gran pantalla de plasma que adornaba la pared de la sala.
-¡Por todos los cielos, Tony! ¡Solo estabamos hablando!-gritó cólerica-¡¿Acaso estás loco?! ¡¿Cómo pudiste hacer algo así?! ¡¡Casi lo matas!!
-¡Eso fué tu culpa por andar de ofrecida!-explotó, levantándose para encararla-¡Eres MI omega, y aun así, dejabas que ese patético alfa te acariciara la cintura como toda una zorra!
-¡Cómo te atreves a llamarme de esa manera! Tony, por dios, ¡es Happy! ¡Happy! ¡Ha sido tu empleado por años y ha salvado nuestras vidas en varias ocasiones! ¡¿Cómo puedes pensar siquiera en que te traicionaría?! ¡¿O que yo lo haría?! ¡Soy tu omega, tú me marcaste!
-Ah, ahora sí recuerdas que soy tu alfa. ¡Hace un momento estabas muy contenta entre sus brazos, ramera!
-¡No me llames así!-lo abofeteó.
Tal acción hizo arder la furia del alfa y, sin reparar en sus actos, apretó su puño y lo impactó en el rostro de la omega con tanta fuerza que la arrojó al suelo.
-¡Ah!
Los ojos del alfa se abrieron con asombró al darse de lo que habia hecho. No, no otra vez.
-¿T-Tony...?-murmuró con los ojos llorosos y levantándose del piso-¿Por qué?
-Y-Yo...
"No fué tu culpa", se dijo de nuevo, "Oh, vamos Tony. Tú eres el alfa, ella no tenía ningún derecho a alzarte la voz ni a exigirte explicaciones. En realidad, no tenía derecho a hablar sin tu consentimiento.", "Pero lo que hice...¡no tenía que golpearla! Yo solo...yo...", "Sí, tenías que. Pepper Potts es omega, es inferior, ella debería estar agradecida de ser tu prometida en primer lugar".
-¿Tony?
-No vuelvas a alzarme la voz nunca, Virginia-dijo con frialdad, para luego marcharse de ahí.
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Vínculos. No había nada más fantástico que eso.
Y es que, aquellos lazos que unen a un alfa y a un omega son la definición perfecta de unión entre dos individuos que se aman y se necesitan. Se forman atravéz de la mordida y sirven para conectar a las parejas tanto física como mentalmente, llegándo a ser tan poderosos que incluso tanto el alfa como el omega pueden sentir las emociones del otro, pero solo el primero es capaz de romperlo por completo, mientras que el omega solo lo debilita.
Tal conexión se logra con la mordida y se afianza conforme se va haciendo uso de ella.
Con todos esos requisitos cumplidos al pie de la letra, Tony no entendía cómo es que, apesar de escuchar perfectamente el doloroso llanto de Pepper, no podía sentir ni el más mínimo astibo de tristeza en él.
Sabía que habia lastimado a su omega, que debía sentirse avergonzado de su actos cobardes, pero francamente no sentía nada. No se arrepentía de lo que habia hecho, ni tampoco podía sentir el daño que le habia causado a su amada.
Y no solo eso, ¿cómo es que era inmune a sus feromonas tranquilizadoras? ¿O a su llamado de "ayuda"? Ningún alfa, ni siquiera el más enloquecido o furioso, se resistía al llamado de su omega en peligro. Era imposible ir contra su instinto natural de protección incluso sí el enlace era forzado, y no se conocía a alguien que hubiera podido ignorarlo, excepto...
No. Era imposible. Virginia era su omega, él era su alfa, la amaba y la habia reclamado, punto. No habia posibilidad de que fuera lo contrario.
Tal vez su falta de conexión se debía a su reciente ataque de celos, pudo haber debilitado el vínculo sin darse cuenta y por eso, Pepper y él estaban temporalmente aislados.
Pero podía arreglarlo, reparar el lazo y aclarar las cosas con su omega, era el alfa después de todo, no habia nada que no pudiera hacer.
-Pepp, bombón-abrió tímidamente la puerta del cuarto que compartían e ingresó.
La pelirroja estaba acurrucada en la cama sin animos de voltear a verlo.
-Lo lamento cariño, de verdad lo siento. No quería...no quería lastimarte y...
-Has cambiado, Tony-murmuró más para sí misma que para el alfa-Cambiaste y ya no sé cómo recuperarte.
-¿De qué hablas?-preguntó, confundido.
-Ya no eres el hombre del que me enamoré.
-Oh, cielos. No tienes que ser tan dramatica, lamento lo que paso pero no es para tanto-se sentó a su lado y acarició su mejilla-Solo fué una vez, te lo prometo. No volverá a pasar, nunca volveré a pegarte.
-Estoy desesperada...-dijo, totalmente ida-Ya no sé qué más hacer, no sé como ayudarte...
-¿Pero ayudarme a qué, Pepper?
-¿Qué te sucedió, Tony?, ¿qué te hizo tan...enfermo?
-¿Qué?
-Tony-la pelirroja al fin lo miró y tomó su rostro entre sus manos-Por favor, por favor vuelve a mí.
-Estoy aquí, Pepper. Contigo.
-Vuelve Tony, vuelve, vuelve, vuelve...vuelve...-empezó a repetir una y otra vez con desesperación, mientras lo abrazaba con tal fuerza que parecía que soltarlo la mataría.
-¿Pepp? ¡Pepper!
-Por favor, vuelve Tony.
-Ey, nena, tranquila. Aquí estoy, no iré a ningún lado y te prometo, te prometo bebé, que nunca volveré a lastimarte-dijo, intentando consolarla.
Pero sin importar lo que dijera o hiciera, la pelirroja no dejaba de llorar y suplicar que volviera a ella, cosa que lo desconcertaba e intrigaba al mismo tiempo.
Situaciones como esa le hacían preguntarse sí no estaba en un universo alterno, o tal vez...
Seguía soñando.