Existen momentos en la vida que cambian completamente tu forma de ver la vida, es tu decisión si te dejas superar por esos momentos o los enfrentas.
Estoy parado enfrente del tipo que arruino mi vida, con un arma apuntándole y atrás de mi esta mi pareja.
Mi cuerpo a pesar de estar decidido tiembla ligeramente y una duda se implanta en mi cabeza ¿tengo que matarlo? Pero no puedo pensar en eso ahora, esta persona fue la culpable de todo lo que me ha pasado, fui violado, maltratado y humillado, y tendrá que morir.
Me pregunto en que momento nacieron estos instinto asesinos, tal vez fue cuando vi a Sebastián entrar por aquella puerta, no podía creerlo en ese momento, ¿porque la persona que amaba me traicionada de esa manera? En ese momento mi llanto paro, y el miedo dio paso a odio, hasta que vi su mirada, esa mirada que me tocaba el alma cada vez que la veía, esa mirada llena de amor, pero en esta ocasión, llena de preocupación y odio, y lo entendí, el no podría traicionarme, lo sabía, no importaba el motivo por el que estuviera ahí, solo sabía que el me amaba.
Cuando aquel tipo mencionó que compró a Sebastián sólo pude reírme, Sebastián no podría venderse de ninguna forma.
Ahora parado frente aquel tipo, me pregunto si lo mataré así de simple.
Hazlo sufrir. Escuché una voz dentro de mi, y solo pude sonreír. Merecía sufrir, pagar por todo lo que me hizo, necesitaba verlo llorar y arrepentirse por todo.
- Amor mío podrías amarrarlo al asiento, creo que le gusta mucho-- le dije a Sebastián sintiendo como la euforia se apoderaba de mi. Lo haría sufrir.
Vi como Sebastián se acercaba a que hombre que se puso en posición de defensa, trató de defenderse. Unos minutos después estaba amarrado a la silla.
- Matarme no te quitara lo que te he hecho--escuche que me dijo el hombre.
- claro que no lo hará, pero quiero mi venganza--le dije.
Un estruendo me hizo dejar de prestar atención al sujeto, unos hombres estaban en la puerta, vi como Sebastián se puso enfrente de mi para protegerme. Unos disiparos hicieron que mi respiración se parara.
No.... Esto no podía estar sucediendo.. No ahora... Vi como Sebastián se flexionaba hacia delante, soltando un gemido de dolor... Sentí como este caía hacia delante... Me quedé estático viendo a Sebastián en suelo.
- CIEL! - escuche un mi nombre en un grito... Esa voz... Alce la mirada... Y ahí estaba... Mi hermano... Detrás de dos cuerpos en el suelo… una parte mi se alivio, me agache rápidamente para ver a Sebastián.
-.. Estoy bien--me dijo sin aliento, tenia una mancha de sangre en un costado de abdomen.
- Estas herido- le afirme.
- sólo es un disparo--me dijo viéndome a los ojos, se trató de levantar, fallando.
Me apresure a ayudarlo, una mano en mi hombro me hizo recordar que mi hermano estaba ahí.
Vi como Tobías ayudaba a Sebastián a ponerse de pie.
- vamos Ciel, padre esta esperando afuera-- escuche la voz de mi hermano.
- tengo algo que hacer primero-- voltee a ver a aquel hombre.
- no tienes que hacerlo tu cariño--escuche la voz de Sebastián, tenía un semblante apacible en rostro. Estaba recargado de Tobías, teniendo una mano sobre los hombro de este mientras que Tobías lo tenía agarrado de la cintura.
Me reí, se me hacía extraño verlos así, mi hermano y mi pareja juntos, vi en el semblante de Tobías enojo, y como este accidentalmente apretó contra si a Sebastián provocando que este hiciera una mueca de dolor. La herida pego contra Tobías.
- Tobías no maltrates a mi prometido--le dije viendo la sonrisa en Sebastián y el ceño fruncido en mi hermano- necesito ajustar cuentas, espérenme afuera.
- necesitarás esto- me dijo mi hermano dándome una navaja, los dos salieron del cuarto dejando la puerta abierta, donde entraba escaza luz, necesitaba ver lo que haría.
- Es momento de mi venganza no crees? - lee pregunte a aquel hombre, me acerque viendo temor en los ojos del viejo, el primer grito de dolor salió cuando enterré punta de la navaja en su pierna sin contemplaciones. Me reí escandalosamente, esto iba ser bien entretenido.
...
- no estoy convencido de dejarlo solo afrontando algo tan traumático- la voz de Tobías se escuchaba preocupada, estaban afuera, sentados en el suelo y recostados sobre la pared en un pasillo donde solo se oían gritos de dolor.
- Ciel necesita esto, después de todo él es el culpable de todo lo que le pasó - Sebastián estaba quitándose la camisa que traía, necesitaba ver la herida.
- Te divierte la situación, Eres un enfermo- le dijo Tobías con enojo, no podía aceptar que ese viejo estuviera con su hermano, todavía no sabía cómo su padre había aceptado.
- no lo puedo negar, tu hermano es...
- no te a trabas a decir que es hermoso o cualquier cosa parecido, mi padre pudo aceptarte pero yo no lo haré, solo le trairas desgracia a Ciel si continuas con el- le corto Tobías
- no lo dejare, si es lo que estas insinuando- a Sebastián le divertía la situación, un hermano celoso, eso era completamente gracioso, pero su cuñado estaba totalmente equivocado si pensaba que iba dejar a su pequeño.
- espero que te mueras-
- no me moriré por un simple disparo, eso te lo puedo asegurar- Sebastián río, se recostó bien contra la pared y suspiro, sintió un fuerte dolor cuando intento sacarse la bala, gimió de dolor.
Tobías miro a un lado, Sebastián estaba claramente sufriendo, con un bufido le quito la mano con la trataba de sacara la bala, sin preámbulos con ayuda de dos dedos sacó la bala del musculo, vio como este se retorcio y trataba de callar sus los sonidos producidos por el dolor.
- tendrás que ir al doctor rápido si no quieres morir desangrado-
- solo esperemos a que termine Ciel-
20 minutos después Ciel salía con una sonrisa y completamente bañado de sangre.
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- ¿como estas? - Ciel venía entrando a su habitación donde había estado recluido por cuidados médicos.
- ahora que tu estas aquí mejor- le contestó Sebastián.
Había estado por completo una semana en esa habitación, la herida que recibió no fue muy grave pero si lo suficiente para que los doctores le obligarán a descansar. Ciel se acerco a Sebastián dándole un beso.
- Te he extrañado - le dijo suave Sebastián, haciendo a un lado para que el pequeño se acostara
-solo han pasado unas horas--le dijo entre risas el menor, acomodándose en los brazos del mayor.
- las suficientes para extrañarte, dime , ¿como van las cosas con tus padres?- le pregunto Sebastián en tono bajo.
Después de su secuestro inevitablemente Rachel se entero de todo, esta enojada pues toda la culpa de lo que le había pasado a su hijo era de su esposo, le pidió el divorcio, negándose a escuchar las disculpas y arrepentimientos de Vicent, las cosas no había cambiado hasta ahora, su madre se negaba a hablar al que todavía era su esposo, los trámites del divorcio seguían.
- nada a mejorado, si bien yo igual odie por un momento a mi padre echándole la culpa por todo lo que paso, no pude seguir haciéndolo después de que me pidió perdón, el no tiene la culpa de hacer nacido en una familia como esta--la voz de Ciel sonaba cansada.
- todo se arreglara cariño, no debes preocuparte-
Los dos se quedaron en silencio, solo disfrutando de la mutua compañía.
- Ciel no me has dicho como te enteraste de todo, pensé que al momento que me vieras con Brandon me odiarías-
A pesar de que había pasado una semana y a Ciel se le conto toda la verdad de su familia, no había tenido tiempo de preguntarle como es que confío en el en ese momento.
- no lo sabía... Solo te mire y supe que no me traicionarías nunca, además hicimos un contrato--
Sebastián lo miro sorprendido.
- Casémonos Ciel-
- Lo más pronto posible-
Sebastián beso al pequeño, amaba a ese niño, si le preguntaran si se arrepentía de haber aceptado ese trabajo hace 8 años, respondería rápidamente que no, pues gracias a ello conocía al amor de su vida.
- ¡Sebastián deja de estar metiéndome la mano! Todavía debes estar en reposo--le grito un abochornado Ciel, Sebastián tenía una mano adentro su Short tocándole los glúteos.
- Lo siento, es solo que es imposible- le dijo este con una sonrisa descarada.
- puedes dejarlo ya- le volvió a pedir porque este seguía acariciando sus glúteos, estaba por golpearlo cuando la puerta fue abierta.
Tobías Phantomahive pensaba que era un buen día para matar a su cuñado.
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