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48.El Lado Oscuro del Amor (06) por dayanstyle

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Jeongmin se sentía como un soplón, así de simple. En su antiguo barrio, posiblemente habría conseguido que lo rechazaran y le dispararan. Aquí, todo el mundo estaba interesado en lo que tenía que decir. Era una sensación extraña, y Jeongmin no estaba seguro de que le gustara la atención. También podía ser que tuviera un letrero sobre su cabeza con una luz de neón parpadeante que decía “Soplón-Justo-Aquí”.

—Señálamelo, Jeongmin —Jaehyo dijo desde la esquina más alejada del club, con una expresión de frustración como el infierno—. Esto se siente demasiado familiar y estoy muy cansado de encontrar distribuidores en mi club. Si no creyera que asustaría a todos, haría que cada persona fuera revisada antes de entrar.

Jeongmin sabía que en primer lugar nadie iría a un club en donde los revisarían. A él seguro como la mierda no le gustaría. No es que escondiera algo, sino que la sensación de invasión, cuando alguien te revisa, no les gustaría. —El de ahí —dijo Jeongmin señalando con la cabeza hacia el culpable. Maldición, realmente se sentía como un maldito soplón.

—Vas a tener que ser un poco más específico —dijo Jaehyo—. Tu mentón acaba de señalar a la mitad del club.

Jeongmin suspiró. —El tipo que lleva los pantalones de cuero.

—Una vez más, la mitad del club, Jeongmin.

—¿Por qué no le dices quién es? —KwangMin preguntó.

—Porque —dijo Jeongmin—, me siento como una rata.

—No hay ninguna vergüenza en decirme quién hace daño a mi club, Jeongmin. Este se supone que es un lugar seguro para los humanos que vienen de fiesta y los vampiros que se alimentan. Si alguien está aquí vendiendo su veneno, quiero detenerlo.

Jeongmin estaba de acuerdo, pero aun así se sentía como una rata. Tomó una respiración profunda, sintiendo que sus labios temblaban ligeramente. —Él. —Jeongmin señaló directamente al hombre que olía a perro mojado. Él no estaba molesto por decirle al Príncipe quién estaba vendiendo drogas. No, Jeongmin estaba molesto porque KwangMin había pensado que Jeongmin había comprado drogas. KwangMin tenía derecho a asumir que Jeongmin había hecho eso, pero aun así no calmaba el ardor de saber que su pareja lo seguía viendo de esa manera.

Jeongmin tomó una temblorosa respiración cuando KwangMin deslizó sus brazos alrededor de sus hombros. Era reconfortante, pero aun así Jeongmin se sentía herido por la pregunta de KwangMin.

—Te siento un poco caliente —dijo KwangMin mientras ponía la palma de su mano sobre la frente de Jeongmin.

—Creía que los vampiros no se enferman —dijo Jeongmin, cuando KwangMin le dio la vuelta.

—Ellos no lo hacen. —KwangMin lo veía con extrañeza—. ¿Hay algo mal en tu cuerpo?

A Jeongmin le encantaba la forma en que KwangMin hablaba. Él se esforzaba en hablar como hablaba Jeongmin y todos los de este siglo, pero su acento, junto con la cultura en la que había crecido, era muy destacada  cuando hablaba.

—Me duele el estómago, y me siento un poco cansado. Pero eso no quiere decir nada, ¿verdad? —preguntó mientras observaba a Jaehyo y otros vampiros acercarse al hombre que olía mal. El chico parecía que estaba discutiendo, y Jaehyo se veía tranquilo, mientras hablaba con el hombre.

—¿Qué es lo que le van a hacer? —Jeongmin le preguntó.

—Eso es totalmente decisión de mi hermano.

Correcto, Jeongmin no tenía por qué saberlo. Realmente no tenía que saberlo.

—Me han dicho que los vampiros tienen un médico. ¿Te gustaría que lo busque para ti?

¿Lo quería? No realmente. Jeongmin se había sentido peor que esto, y había sobrevivido. —No.

KwangMin deslizó su brazo alrededor del cuello de Jeongmin, acunando a Jeongmin en el hueco del mismo al ver a los vampiros que estaban con Jaehyo agarrar al hombre y llevarlo a una habitación trasera. Jeongmin vio a KwangMin cuando su pareja apretó el cuello con la parte interior del brazo, sonriéndole. —Podemos irnos.

—Sí. —Jeongmin estaba cansado, sentía la necesidad de acostarse. Todavía estaba ajustándose a su nueva vida, y la emoción era simplemente demasiado por aquí para un día. Se acercó a la entrada trasera con KwangMin, y luego apareció en su dormitorio.

Jeongmin se arrastró a la cama, bostezando mientras se ponía las mantas encima de su hombro y tomaba una siesta.

 

 

KwangMin se sentó en la cama, viendo fijamente los ojos de Jeongmin cuando su pareja se despertó. —Tus ojos, son de color negro.

Jeongmin levantó la mano, sintiendo su cara. —¿Cómo un golpe?

—No. —KwangMin negó con la cabeza—. Los iris ya no son café. Son de color negro.

Vio cómo su compañero apartaba las mantas y corría hacia el cuarto de baño. KwangMin corrió cuando oyó a su pareja gritar.

—¿Por qué mis ojos son negros? —preguntó mientras jalaba la piel para examinarlos más a fondo—. Mis ojos no deben ser de color negro. ¿Es porque ahora soy un vampiro? ¿Es   algún tipo de transformación retrasada?

KwangMin podía ver que Jeongmin estaba tratando de mantenerse controlado. Jaló a Jeongmin a sus brazos, apoyando su mentón en la cabeza de su pareja. —Voy a llamar al médico.

—Está bien —dijo Jeongmin, viendo sus ojos de nuevo en el espejo. KwangMin dejó a su pareja examinando sus ojos y se difuminó de nuevo al club. Se encontró a Jaehyo en uno de los cuartos traseros.

—Mi pareja necesita un médico.

Jaehyo asintió. —Lo enviaré a la mansión. ¿Está todo bien?

—Sus ojos son de color negro —dijo KwangMin mientras veía alrededor de la habitación. Vampiros de Jaehyo estaban allí, y también el shifter.

—Él está esperando un niño, KwangMin.

 

KwangMin se quedó viendo a Jaehyo, como si estuviera hablando en otro idioma. Él se quedó ahí, congelado en el lugar. No había manera de que hubiera oído correctamente a su hermano. —¿El qué? ¿Qué fue lo que dijiste?

 

Jaehyo se alejó del shifter, poniendo la mano sobre el hombro de KwangMin y guiándolo a una esquina. —Tu pareja está embarazado. Los ojos negros son un signo seguro, pero voy a pedirle al médico que lo examine.

KwangMin no estaba seguro de qué decir. Él se quedó ahí mirando a Jaehyo, pero no lo veía. Su mente estaba corriendo, su corazón latía con fuerza al pensar en Jeongmin llevando su hijo. —Me tengo que ir.

—Desapareció antes de que Jaehyo dijera una palabra más.

 

Él encontró a Jeongmin de pie junto a la cama, frotándose los ojos como si pudiera hacerlos cambiar de nuevo a su color original. — ¿Encontraste  al doctor? —Jeongmin preguntó mientras seguía frotándose los ojos.

KwangMin se quedó viendo a su pareja, sonriéndole. No podía evitar que la sonrisa se formara. Iba a tener una familia, por primera vez en su vida. Se sentía como si una parte de él estuviera completa mientras miraba a su pareja frotándose los ojos. Agarrando las manos de Jeongmin, KwangMin las apartó de su cara. —Detente antes de causarte moretones o irritación.

—Pero no deben ser negros —se quejó Jeongmin.

—El doctor estará aquí pronto. —KwangMin se debatía sobre la conveniencia de contarle a Jeongmin de lo que acababa de enterarse o esperar a que el médico lo confirmara. Quizás era mejor si el médico lo confirmara. De esa manera, si Jeongmin no tomaba la noticia muy bien, el médico estaría ahí para ayudar.

KwangMin se echó hacia atrás y gruñó cuando vio a YoungMin aparecer justo detrás de Jeongmin. Su labio estaba curvado al tiempo que tomaba a Jeongmin y desapareció.

—¡No! —KwangMin gritó, pero su hermano se había ido antes de que pudiera tomar a su pareja y mantenerlo seguro. ¿Qué infiernos YoungMin acaba  de hacer?

 

 

—Él no va a encontrarte —dijo YoungMin empujando a Jeongmin al suelo—. He cerrado el enlace. Ni siquiera la llamada de la sangre le ayudará.

Jeongmin se quedó abajo. Él conocía a un loco cuando veía a uno. Los ojos azules del YoungMin estaban salvajes mientras veía fijamente a Jeongmin y luego se acercó a una silla grande en frente de una chimenea. Mirando a su alrededor, Jeongmin podía ver que estaban en una especie de choza, o tal vez una cabaña de madera. No estaba seguro.

—Te has llevado lo que más apreciaba. Tendrás que pagar por eso, drogadicto.

Jeongmin prácticamente se mordió la lengua antes de que YoungMin lo matara a mordidas. Estaba a punto de darle al hombre un pedazo de sentido común, pero lo sabía bien. YoungMin no se dejaría convencer.

—No lo alejé de ti, YoungMin. Traté de huir, pero él vino detrás de mí. —Jeongmin tenía que pensar en una manera de salir de esto. Tenía que mantener al gemelo calmado.

—Eso es porque él es tu pareja. KwangMin haría cualquier cosa para mantenerte, incluso alejarse de mi.

Jeongmin jaló sus piernas contra su pecho, sentía un frío filtrándose a él que no estaba ahí un momento antes. YoungMin no parecía que fuera a escuchar nada de lo que Jeongmin pudiera decir. Se mordió el labio inferior, preguntándose cómo diablos iba a salir de este lío. YoungMin no era un hombre con el que pudiera hablar sensatamente.

—Prácticamente te arrojaste a KwangMin desde el momento en que se levantó del suelo —acusó YoungMin.

—¿Hablas en serio? Parecía una momia la primera vez que lo vi —dijo Jeongmin antes de poder pensar mejor lo que decía.

—¿Estás diciendo que no te gusta mi gemelo?

 

Jeongmin estaba luchando una batalla que no iba a ganar. Al parecer no importaba lo que dijera, YoungMin iba a retorcer sus palabras. — Él lo hace ahora.

—Esos son detalles que prefiero no oír —dijo YoungMin dejándose caer en una silla con asiento de madera que tenía pieles cubriendo el respaldo hasta el suelo. ¿Exactamente dónde infiernos estaban? Jeongmin se asomó por la ventana para ver caer la nieve en una pesada cortina. No estaban en la ciudad. Allí estaba demasiado caliente para que cayera nieve.

—Sabes —dijo Jeongmin, disfrutando el calor del fuego que crepitaba detrás de él—, KwangMin puede amar a dos personas.

—¿Por qué? ¿Tiene otra pareja? Desconocía eso.

 

Jeongmin rodó los ojos. El hombre estaba siendo un cabeza dura. —No. Yo estaba hablando de ti y de mí. El hecho de que él me ame, no quiere decir que deje de quererte.

YoungMin dio una rápida mirada a Jeongmin y luego estudió el fuego. —Un hombre no puede amar a más de una persona. No es posible.

—¿Amas a KwangMin?

—Claro que lo hago.

—¿Amas a Jaehyo?

 

YoungMin abrió la boca para contestar y luego la cerró, recargándose más dentro de la silla mientras veía por la ventana. Jeongmin podría decir que tocó una fibra sensible. YoungMin todavía estaba enojado con Jaehyo por ponerlo a dormir, pero no podía negarle a Jeongmin que amaba a su hermano mayor. YoungMin frunció el ceño y tensó la mandíbula, pero no dijo una palabra más. Eso estaba bien para Jeongmin.

Se acurrucó en las pieles en donde YoungMin lo había lanzado, sintiéndose cómodo como el infierno. No debería permitirse dormir con un loco en la misma habitación, pero a Jeongmin le resultaba difícil mantener los ojos abiertos.

—¿KwangMin tendrá espacio para mi cuando llegue el bebé? Jeongmin se sentó, despertando de pronto. —¿Qué bebé?

YoungMin giró la cabeza lentamente, como en las películas cuando una persona sabe que el monstruo está detrás de ellos, pero tiene miedo de ver. Sus ojos se abrieron, y entonces mostró sorpresa y luego la escondió. —Vaya, vaya. Mi gemelo no te advirtió de  nuestro linaje. Tus ojos se han vuelto negros, Jeongmin. Esa es la señal de que llevas un niño vampiro.

Jeongmin estaba perdido, pero no quería que YoungMin tuviera el sartén por el mango. Llámenlo terco, pero no quería que pareciera que KwangMin le había escondido algo. —Él me lo dijo.

YoungMin echó la cabeza hacia atrás y se rio, el sonido llenaba la habitación. Era muy extraño ver a YoungMin cuando era idéntico a KwangMin.

—Mientes, Jeongmin.

Al menos, el hombre no lo había llamado de nuevo drogadicto.

—KwangMin no te dijo que los vampiros originales pueden fecundar a su pareja o a cualquier persona que duerma con ellos.

KwangMin estaba en grandes problemas por esconder esa parte de información de su currículum. Jeongmin iba a tener una larga conversación con su pareja acerca de guardar secretos. —Es posible que haya olvidado mencionarlo.

YoungMin suspiró. —KwangMin fue siempre el sentimental, suspirando por una familia propia. Si Jaehyo no nos hubiera puesto a dormir, KwangMin tendría una legión de niños en estos momentos.

Jeongmin tenía que recordar enviar una carta de agradecimiento a Jaehyo. —¿Y crees que sea algo malo?

—Lo hace débil. Nuestros enemigos tendrían algo tangible para usar en su contra. Le dije una y otra vez a KwangMin que dejara ese sueño en paz, pero él seguía hablando de niños. En ocasiones su mente es como la de una vieja mujer, deseando cosas que no puede tener.

Jeongmin no iba a señalar que KwangMin podía tenerlas. Si estaba realmente embarazado de KwangMin, Jeongmin iba a mantener al niño, sin importar lo que pasara. Peligroso o no, esta era su oportunidad de la familia que creía que nunca tendría.

Todavía estaba en shock por estar embarazado, pero él no iba a detenerse en ese pensamiento ahora. Lo único en lo que tenía que concentrarse era en salir vivo de aquí.

—¿Y qué es lo que sueñas, YoungMin? ¿Qué es lo que quieres de la vida?

Jeongmin se movió de nuevo, cuando YoungMin se puso de pie, sus ojos azules ardiendo, fulminando con la mirada a Jeongmin. —Mis deseos no son para tu consumo. No trates de hacer amistad.

YoungMin era un hueso duro de roer, pero Jeongmin atrapó un atisbo de nostalgia en los ojos de YoungMin antes de que él se alejara. Parecía que KwangMin no era el único que quería cosas que pensaba que no podía tener. YoungMin quería algo. Estaba en sus ojos.

 

—Puedes descansar. No voy a hacerte daño. Tan enojado como estoy con mi gemelo en este momento, no le haría daño de esa manera.

Eso fue un peso que se quitó de encima de la mente de Jeongmin. Sin embargo aún no se fiaba de YoungMin. El hombre era una bala perdida. Podría cambiar de opinión en cinco minutos. Pero Jeongmin no quería decirle nada a YoungMin, quería descansar. Se acostó en las pieles, pero mantuvo los ojos fijos en el gemelo de KwangMin.

Jeongmin bostezó. —¿Entonces por qué me tomaste? —Cerró los labios, deseando no haber abierto la boca. Estaba cansado, y su maldita lengua lo había traicionado. Rezó porque YoungMin no lo matara por preguntar.

—Si quieres saberlo, Jeongmin, estoy perdido. —YoungMin dejó escapar un profundo suspiro—. No sé cómo recuperar a KwangMin.

—Bueno, apartarme de él no te dará puntos.

—No planeaba tomarte. Yo sólo… —YoungMin se giró y caminó hacia la ventana, poniendo las manos sobre el alféizar. El hombre parecía totalmente perdido. Jeongmin no estaba seguro de qué hacer. No debería de sentir lástima por el hombre, pero lo hacía.

—¿Sólo necesitabas a alguien con quien hablar? —Jeongmin aventuró.

—No soy débil —gruñó YoungMin, pero no se giró.

—Hablar con alguien sobre cómo te sientes no te hace débil, YoungMin. Todo el mundo necesita a alguien con quien hablar.

YoungMin se quedó callado mientras miraba por la ventana. Jeongmin tenía la sensación de que YoungMin tenía un montón de cosas que decir, pero era demasiado orgulloso para decirlas. —Tengo un hermano. Su nombre es Chan Yeong. Trató de mantenerme lejos de las drogas, me sermoneaba, cuidaba de mí.

—Suena como un hombre inteligente —dijo YoungMin.

—Lo es. Pero yo no lo escuchaba, y ahora mira el lío en que me encuentro. Los hermanos son importantes, YoungMin. Ellos están ahí para ti, incluso cuando la jodes. Chan Yeong nunca renunció a mí, no importaba lo mucho que odiaba lo que estaba haciendo. Él nunca se alejó.

—Yo no me alejé. KwangMin lo hizo.

—Él no lo hizo —dijo Jeongmin—. Si mal no recuerdo, fuiste tú el que le dijiste que como él me eligió a mí antes que a ti ya no era más tu gemelo.

YoungMin tensó los hombros, pero no hizo ningún comentario ni se mostró en desacuerdo.

—Habla con KwangMin. Te extraña.

—¿Dijo eso?

—No, lo puedo ver en sus ojos cada vez que alguien menciona tu nombre. Él tiene una mirada triste como de quien ha perdido a su mejor amigo.

—Pero ahora tú lo tienes.

 

Jeongmin gruñó. ¿Vería el hombre que KwangMin podía amar a ambos? ¿Entendería que KwangMin tenía suficiente espacio en su corazón para Jeongmin y YoungMin? Hacerle entender eso, era como tratar de sacarle los dientes a un león. —Entonces, déjalo sufrir. —Jeongmin se acurrucó en una bola, dejando que sus ojos lentamente se cerraran.

—Regresa con tu pareja —dijo YoungMin, y lo siguiente que Jeongmin sabía, es que estaba acostado en su cama y con KwangMin.

—Gracias a Dios —gritó KwangMin mientras corría hacia la cama—. Yo no podía llamar a tu sangre. Me preocupaba que te hubiera lastimado.

—Él no me hizo daño, KwangMin —dijo Jeongmin viendo alrededor del cuarto, viendo a Jaehyo y a un desconocido de pie hablando—. ¿Quién es ese hombre?

—El doctor —respondió KwangMin, examinando a Jeongmin.

—¿Quieres dejar eso? —Jeongmin dijo apartando las manos de KwangMin—. Sólo necesitaba alguien con quien hablar. YoungMin está confundido. Cree que no puedes amarnos a ambos al mismo tiempo.

—Pero eso no es cierto —dijo KwangMin sentándose junto a Jeongmin—. Lo amo como siempre lo he hecho.

—¿Y al bebé? —Jeongmin entrecerró los ojos hacia KwangMin—. Podrías haberme advertido que podía quedar embarazado. ¿Sabes lo raro que es eso?

KwangMin tuvo la decencia de sonrojarse cuando se giró hacia el médico. —Puede examinarlo.

—Ve a hablar con YoungMin, KwangMin. Él te necesita.

—Lo haré, después de que el médico te examine. —KwangMin dio un paso atrás cuando el médico se acercó. Él se acercó a Jaehyo y comenzó a hablar en voz baja.

Una vez que el médico pinchó y lo exploró a morir, KwangMin regresó al lado de Jeongmin. —¿Bueno?

—Él está esperando.

 

Jeongmin sintió que se desmayaba. Él había deseado en la oficina de Jaehyo poder darle un hijo a KwangMin, pero ahora que ese deseo era cierto, él no estaba tan seguro. —Estás en malditos problemas, KwangMin. —Jeongmin no lo decía en serio. Amaba a KwangMin con todo su corazón, pero se sentía travieso al hacer sufrir a KwangMin. Después de todo, él era el que estaba embarazado. Si iba a sufrir al llevar a su hijo, entonces KwangMin podía aguantar algunas bromas.

—Bienvenido a mi mundo —dijo Jaehyo mientras se  reía—. Felicidades a ambos.

KwangMin inclinó la cabeza, con una amplia sonrisa en su rostro, pero Jeongmin mantuvo el ceño fruncido.

KwangMin acunó la cara de Jeongmin, lágrimas contenidas en sus ojos mientras le sonreía a Jeongmin. —Tú me has dado algo que sólo había soñado. Muchas gracias.

Ahora, ¿cómo se suponía que iba a permanecer enojado con KwangMin cuando sus emociones salían a borbotones? Maldición, el hombre no jugaba limpio. —Sabes que te amo, ¿verdad?

 

Los ojos de KwangMin se abrieron como platos, y luego colocó un suave beso en los labios de Jeongmin. —Yo te amo.

—Bueno —dijo Jeongmin mientras envolvía sus brazos alrededor de los hombros de KwangMin, besándolo en la mejilla—. Porque será un tiempo muy largo antes de tengas mi culo por retener esa pequeña información.

KwangMin se apartó con una expresión de shock y luego sonrió ampliamente. —Como quieras. Pero creo que vas a cambiar de opinión.

—¿Lo crees? —Jeongmin le preguntó.

 

KwangMin asintió. —¿Cómo puedes resistir mi cuerpo?

 

Jeongmin se echó a reír, sintiendo que era amado verdaderamente por primera vez en su vida. Tenía a Chan Yeong, y tenía a KwangMin. Ahora iba a ser padre. Lo que comenzó como un jodido camino cuesta abajo resultó ser el camino al cielo.

 

 

 

YoungMin acechaba a un hombre. Se mantenía en las sombras, mientras esperaba que el distribuidor estuviera a solas. Él sabía que Byul Ha era una semilla muy mala. El hombre no  podría vivir. YoungMin dio su palabra a Jaehyo que iba a alimentarse de ganado cuando surgiera la necesidad de probar la carne, pero no dijo nada acerca de matar al hombre que había vuelto adicto a la pareja de KwangMin.

Se sentía como una mierda por llamar drogadicto a Jeongmin, pero él estaba herido y atacó. La llamada de la sangre aún estaba cerrada a KwangMin y Jaehyo. YoungMin necesitaba tiempo para sí mismo. No sabía dónde encajaba, y necesitaba encontrar su lugar en este mundo nuevo y extraño.

Así que muchas cosas habían cambiado, y YoungMin no estaba seguro de querer estar aquí.

 

—¿Quién anda ahí? —Byul Ha gritó deteniéndose y viendo sobre su hombro—. Tengo una pistola, y te voy a matar si intentas cualquier cosa.

YoungMin sabía que el hombre no podía verlo. Pero era bueno saber que el hombre se dirigía a la violencia con tanta rapidez. Después de matar a los rebeldes en la red de alcantarillado, YoungMin se había dado cuenta de que él no quería matar como lo hacía antes.

Y eso le molestó.

 

Si no limpiaba el mundo de la maldad, entonces ¿cuál era su propósito? ¿Cuál era el significado de su existencia? Hablar con Jeongmin había ayudado a aliviar las preocupaciones de YoungMin sobre su gemelo, pero no hizo nada para consolarlo sobre su papel en este mundo moderno.

Dándose a conocer, YoungMin vio al humano que había hecho daño a muchas personas, mató a algunos, y vendía su veneno a los débiles. Sorprendentemente, no parecía gran cosa.

—¿Quién infiernos eres? —Byul Ha preguntó.

 

—Yo soy tu juez y jurado, Byul Ha, y me parece que tú eres culpable de crímenes.

 

 FIN

 

 

Notas finales:

a continuación....

49. Toma mi Mano (29) Manada Kim


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