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50. La caída de Leo (30) por dayanstyle

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Leo estaba justo fuera de la entrada de la choza, sintiendo un nudo en su interior ante la idea de dormir en la misma cama con Hyuk. No era que se opusiera a la idea de tener el cuerpo caliente y delgado de  Hyuk  al  lado  del suyo. Era el hecho de que él no sabía qué hacer con el hombre.

Hyuk era demasiado joven para él. Hyuk era demasiado eufórico para él. Hyuk era demasiado hablador para él.

«Sólo tienes que amarlo, hijo. Todo lo demás caerá en su lugar».

 

Leo no quería perder la mejor parte de su vida. Así que sabía que iba a tener que actuar mejor de cómo había estado actuando con su pareja. Fue duro. Realmente duro. Él exactamente no había entrado en ese camino, había sido de esa forma la mayoría de su vida. Era tranquilo, antisocial y un ratón de biblioteca. No tenía paciencia, sus sonrisas eran pocas y distantes entre sí y siempre había sido distante, malhumorado.

Hyuk era el polo opuesto.

 

Pero, maldición, Leo no podía negar que el hombre era como un estallido de luz del sol en cualquier momento que aparecía. Era el sol en las nubes tristes de Leo. Hyuk tenía un estado de ánimo risueño, ante la seriedad de Leo. Hyuk era parlanchín y Leo silencioso.

Y Leo había estado bloqueando el sol en cada oportunidad que podía conseguir.

 

Suspirando fuertemente, Leo se pasó una mano por la cabeza y entró en la choza con el plato de carne de venado y verduras en la mano. Su pareja probablemente estaba muerto de hambre para ahora.

Leo se detuvo cuando vio a Hyuk acurrucado en el piso de tierra, durmiendo con Bacon dormido en el cuello del hombre. El hocico de cerdo estaba enterrado bajo el cuello de la camisa de Hyuk. Se quedó estudiando a Hyuk, una sonrisa cruzó el rostro de Leo mientras los observaba a ambos.

Su pareja tenía que escoger al pequeño de la camada. Y parecía que Bacon estaba muy enamorado de Hyuk. A Leo le parecía ridículo como el infierno que Hyuk tratara al cerdito como si fuera un gatito. Pero, de nuevo, su pareja no tenía ningún sentido común para él.

Leo dejó el plato en la única mesa en la choza y caminó hacia Hyuk, inclinándose para quitarle los zapatos a su pareja. Los dejó a un lado y luego vio al cerdito. No había manera de que Leo fuera a dormir con un cerdito en la cama. Él buscó entre sus maletas y sacó una manta.

Haciendo una pequeña cama junto a la de ellos, Leo apartó suavemente al animal de cuello de Hyuk y lo acomodó en la manta. Hyuk estaría devastado si Bacon no fuera atendido correctamente. Leo no podía creer que estuviera arropando a un animal de granja, pero lo hizo.

Deslizó un brazo bajo el cuello de Hyuk, el otro bajo las rodillas de su pareja y luego levantó a Hyuk del suelo.

—Estoy aquí, chico grande —murmuró Hyuk mientras suspiraba.

Leo levantó una ceja. ¿Qué en el mundo estaba el hombre soñando? Llevó a su pareja a la cama, lo bajó y luego tan suavemente como pudo le quitó la camisa a Hyuk. Leo mantuvo la mirada apartada.

Luego desabrochó los pantalones de Hyuk y los deslizó hacia abajo, doblando los jeans y dejándolos junto a la camisa, encima de sus bolsas. No había una lavadora aquí, así que quería mantener la ropa lo más limpia posible.

Leo se desnudó, quedándose en sus boxers y luego se metió en la cama. Era tarde y estaba agotado. Después de hablar con Gong Chan y Baro, Leo había tomado algo de comida  para Hyuk, pero al parecer Hyuk estaba muy cansado.

Se quedó ahí durante mucho tiempo, viendo dormir a Hyuk. Su pareja se veía tan tranquilo ahora que no estaba saltando sobre sus talones y hablando a mil por hora. Sus rasgos eran serenos. Leo se acercó más y deslizó un brazo por la cintura de Hyuk, inhalando a su pareja mientras cerraba los ojos.

Maldición si no se sentía bien.

 

 

 

Los ojos de Leo se abrieron de golpe y de inmediato vio que aun seguía oscuro, sólo el resplandor de la luna brillaba en la pequeña cabaña. Se quedó quieto, viendo a su alrededor en la oscuridad. Tenía agudo el sentido del oído y algo lo había despertado.

Un pequeño gemido rompió el silencio que lo rodeaba. Los ojos de Leo fueron hacia su pareja, pero el hombre estaba profundamente dormido, sólo que se había acurrucado en el lado de Leo. Leo pasó una mano por el cabello de Hyuk, esperando oír el sonido de nuevo.

Y ahí estaba.

 

Con lo mucho que odiaba dejar el calor del cuerpo de su pareja, Leo fue enviado aquí para ayudar a los fey y eso incluía el gemido de esa tarde-noche.

Lentamente se deslizó de la cama, con cuidado de no despertar a su pareja y luego metió las mantas alrededor de Hyuk. Echó un vistazo al cerdo, Bacon también estaba profundamente dormido.

Leo rodó los ojos mientras agarraba los pantalones y se los ponía. ¿Realmente había revisado a un cerdo?

Se dirigió hacia la entrada de la choza. Se quedó junto a la puerta, sus ojos escaneando el área circundante. Atrapó un movimiento en el camino y vio a Gong Chan de pie justo en la puerta de su choza.

Inclinaron la cabeza uno al otro y luego vieron a su alrededor.

Los gemidos continuaron, a la izquierda de Leo. Le hizo una seña a Gong Chan de ir hacia la parte posterior de la choza mientras Leo hacía lo mismo. Rodeó la estructura circular, sus pasos tranquilos y medidos mientras se acercó a la parte delantera, contuvo un bajo gruñido cuando vio a dos hombres salir de entre las sombras.

Leo levantó la vista cuando Gong Chan llegó a su lado. No había visto ni oído acercarse al hombre. Él era bueno. Gong Chan palmeó el hombro de Leo y señaló con la cabeza un camino que rodeaba la choza de Leo.

Se movieron rápidamente, sin hacer ruido, hacia la pareja en las  sombras.

—Hueles tan malditamente dulce.

Leo inclinó la cabeza, escuchando las intenciones subyacentes en esas palabras. No era una bonita invitación para sexo. Las palabras eran más el preludio de algo que el otro realmente no quería. No por los sonidos de gemido que estaba haciendo.

Gong Chan se movió más rápido que el rayo, tomando a uno de los hombres del cuello mientras Leo agarraba al otro, haciendo lo mismo. Él no estaba seguro de quién era el malo aquí y no correría ningún riesgo.

—¿Qué está sucediendo aquí? —preguntó mientras agarraba más fuerte al hombre que se retorcía.

—E-Él es un vampiro —chilló el hombre en los brazos  de Leo.

 

Gong Chan gruñó cuando el hombre que sostenía comenzó a luchar para liberarse. Leo vio las orejas puntiagudas de su cautivo y dejó al hombre libre. —Vuelve a tu choza.

El hombre asintió y se fue rápidamente, caminando de regreso a su vivienda. Leo regresó su atención hacia el vampiro que luchaba en brazos de Gong Chan. Golpeó el abdomen del vampiro con su puño.

»—¿Buscas presas entre los débiles? —preguntó cuando el hombre aulló de dolor. Podía ver a Gong Chan apretando su agarre, con una mano cerrada sobre el brazo opuesto.

—Podría partirte el cuello con mis propias manos, perra — gruñó Gong Chan en la oreja del hombre. La expresión del rostro del lobo detuvo a Leo. Había un frío mortal y Leo sabía que Gong Chan haría precisamente eso—. Ponme a prueba. He aprendido maneras muy ingeniosas de causar dolor en una persona. Me enseñó el mejor.

—Gong Chan.

 

Leo se giró para ver a Baro parado a tres metros de distancia. Su tono había sido autoritario, por lo que Gong Chan también levantó la vista.

»—Dáselo a Leo, Gong Chan.

Leo se giró para ver al lobo gris. Gong Chan tenía los ojos fijos en su pareja, pero apretó su agarre, sus nudillos tan blancos que estaban teñidos de rosa. Había algo salvaje en los ojos del Gong Chan, un salvajismo que contrastaba con su calma exterior.

Baro caminó rápidamente hacia Gong Chan, colocando una mano sobre el hombro del hombre. »—Suéltalo, Gong Chan —dijo Baro un poco más suave—. Dáselo a Leo.

Leo no estaba seguro de si era la mejor opción. El vampiro había venido aquí buscando beber sangre de alguien. Y por el rojo que bordeaba sus negros iris, Leo supo de inmediato que este vampiro era un rebelde. La más vil de las criaturas. Un vampiro que hubiera bebido de su víctima hasta que no quedara una gota de sangre en el cuerpo.

¿Y si hubiera capturado a Hyuk? ¿Y si este vampiro hubiera intentado exprimir a la pareja de Leo? No, Leo no estaba seguro de ser la mejor opción para hacerse cargo del vampiro. Cuando se trataba de lo que a Leo le importaba, no tenía piedad por el enemigo.

Han Bin llegó corriendo desde la aldea, apretando algo en su mano. —Ponle esto y luego átalo al árbol.

Leo vio grilletes colgando de las manos de Han Bin. »—Son de plata. No será capaz de desaparecer. Esto te dará tiempo suficiente para llamar a su Príncipe y que su líder venga a buscarlo y no lo tienes que matar.

Leo nunca había oído hablar de cadenas que podrían hacer que un vampiro no pudiera  desaparecer  sin  dejar rastro. Sabía que  Ryeowook, el vampiro que se había quedado con ellos hace meses, no podía dispersar sus moléculas, pero eso era sólo porque el hombre nunca podría hacerlo bien.

—¿De dónde sacaste eso? —Leo preguntó mientras Baro agarraba las cadenas y sujetaba las muñecas del vampiro. El vampiro gruñó y luchó, pero Gong Chan apretó su abrazo—. Es algo que se fabricó hace eones para los vampiros. Nuestra sangre es muy dulce para ellos. La pueden oler a kilómetros a la redonda. Teníamos que encontrar una manera de protegernos.

Leo recordó que Nana, la hija de Jongin y Luhan, había atraído a muchos vampiros cuando era más joven. Leo se preguntó por qué la población de vampiros rebeldes no estaba atacando a todo este pueblo.

—¿Vienen aquí a menudo? —le preguntó a Han Bin.

 

Han Bin asintió. —Utilizamos diferentes hierbas para protegernos. Las hierbas disfrazan el olor de nuestra sangre. Pero unos pocos siempre se las arreglan para pasar.

—¿Qué otra cosa ha estado sucediendo por aquí? —Leo preguntó—. ¿Dónde está tu sanador y por qué no está?

Han Bin se giró, dirigiéndose al otro lado de la aldea. — Interrógame al amanecer. Voy a regresar a la cama, shifter.

«¿Interrogar?»

 

Oh, Leo estaba realmente cansado de Han Bin y sus burlas poco inteligentes. Un pensamiento se le ocurrió de pronto a Leo mientras estaba allí viendo a Han Bin hasta que el hombre desapareció en su choza. Quizás Kiseop no tenía que buscar un nuevo líder. Quizás, sólo quizás, Leo podría modelar a Han Bin. El hombre tenía potencial. Era ferozmente leal a su tribu y cuidaba de su bienestar. El hombre era un grano en el culo, pero Leo podía ver la inflexible determinación en el fey para mantener a su gente a salvo.

 

—¿Qué pasó con los centinelas que se supone deben proteger este lugar? —Leo le preguntó a Gong Chan y Baro mientras ataban al vampiro en un árbol.

—No he visto a ninguno —respondió Baro mientras comenzaba a marcar en su teléfono celular.

—Tenemos que arreglar eso —dijo Leo mientras esperaba que Baro terminara su llamada con el Príncipe Jaehyo. Los rebeldes eran un problema de Jaehyo y Leo sabía que el Príncipe vendría por este pedazo de mierda.

—¿Qué estás diciendo? —Gong Chan preguntó.

—Estoy diciendo que tenemos que encontrar hombres valientes aquí que tengan la capacidad dentro de ellos y capacitarlos para proteger su aldea. Eres un soldado. Les puedes enseñar.

Baro vio a Gong Chan y luego vio a Leo. —Yo no sé si eso sea una buena idea.

—Es una gran idea, Baro —dijo Gong Chan—. Me permitirá enseñarles a estos hombres algo que he aprendido a lo largo de los años y también me dará un propósito.

Baro tomó la mandíbula del Gong Chan, sus ojos brillaban con amor mientras le sonreía a Gong Chan. —Si eso es lo que quieres.

Leo apartó la mirada. Todos sus hermanos, a excepción de Hoon, se habían apareado. Lo que veía entre ellos y sus parejas fue lo que vio entre Baro y Gong Chan, Leo lo anhelaba en el fondo. Había sido  demasiado ciego   para   verlo   hasta ahora. Quería esa cercanía. Quería la privada intimidad entre la pareja.

Leo quería a Hyuk.

—¿Lo tienen cubierto? —les preguntó a los dos hombres.

—Sí, regresa con tu pareja —dijo Baro mientras él y Gong Chan seguían junto al vampiro, hablando en privado entre ellos.

Leo se dio la vuelta y regresó a su choza. Podía amar a Hyuk y dejar que todo lo demás cayera en su lugar. A pesar de que estaba seguro de que iba a necesitar un suministro abundante de sedantes para estar alrededor de su pareja a tiempo completo. El tipo era demasiado enérgico.

Leo entró en la choza tan silenciosamente como pudo y se quitó sus jeans. Metiéndose en la cama, jaló a Hyuk hacia su pecho. Hundió la nariz en el cuello de Hyuk e inhaló el olor de su pareja.

—¿Leo? —Hyuk bostezó el nombre de Leo—. ¿Qué estás haciendo?

—Amándote, Hyuk. —Leo no podía creer que lo hubiera dicho en voz alta y luego sonrió al sentirse liberado al decirlo. No estaba seguro de que no se convertiría en un bobo como sus hermanos lo eran con sus parejas, pero no había nada malo en mostrarle a Hyuk que lo quería. No había nada malo en dejar que su pareja supiera que le importaba.

Hyuk se movió en los brazos de Leo, la confusión nublaba sus ojos de color gris claro. —No lo entiendo.

Dioses, si tuviera que explicarle el sexo a su pareja, esto le iba a tomar mucho más tiempo de lo que Leo esperaba pasar hablando. —¿Acerca del sexo?

Hyuk resopló y rodó los ojos. —No. Maldición, eso era un alivio.

—No entiendo lo que estás buscando.

Leo se rio mientras deslizaba la mano por el culo de Hyuk y lo acunaba, dándole un ligero apretón. —¿Quieres que te lo diga?

Los ojos de Hyuk eran tan redondos que Leo pensó que iban a saltar de la cabeza del hombre. Pero los ojos gris claro que generalmente brillaban se volvieron oscuros por la excitación en su profundidad.

—¿Quieres tener sexo? —Hyuk preguntó, como si la idea fuera algo que nunca pensó. El hombre de nuevo confundía a Leo.

—Somos pareja. Eso viene con beneficios —le respondió, jalándolo más cerca y negándose a dejar que el hombre se fuera. Había alejado a Hyuk durante demasiado tiempo. Leo no quería perder ni un minuto más. Una vez que tomaba una decisión, siempre la sostenía. Y Leo había decidido darle a esta unión una oportunidad.

—Pero no querías que fuéramos pareja. —Hyuk parecía tan abatido que Leo quería patearse el culo. Él había hecho esto. Había puesto la duda en la mente de Hyuk e hizo que creyera que no lo quería.

Bueno, él estaba a punto de cambiar eso.

 

—Sólo necesitaba tiempo para pensarlo, Hyuk. —No iba a entrar en detalles acerca de todas sus inseguridades  y dudas. Eso llevaría no sólo toda la noche, sino probablemente un mes o dos.

—Entonces, ¿pensaste en sacarme? —Una sonrisa apareció en los labios de Hyuk, la burla evidente en su voz.

—Infiernos, no —gruñó Leo—. Estamos hablando demasiado en estos momentos.

—Está bien, está bien. Pero tienes que decirme algo antes de que te vuelvas todo callado y gruñón.

Leo arqueó una ceja, preguntándose qué en el mundo quería Hyuk que digiera además de “vamos a joder”. —¿Qué? —preguntó con cautela.

Un rubor se apoderó de la cara de Hyuk y Leo deseaba descubrir lo que su pareja quería que digiera.

—Tienes que decir: “He esperado a alguien como tú toda mi vida”.

Leo detuvo la risa que amenazaba con derramarse de sus labios. Esa era la línea más cursi que había oído, pero veía la esperanza brillar en los ojos de Hyuk. Dioses, ¿él realmente iba a decirlo?

Leo se rodó, metiendo a Hyuk bajo él mientras acomodaba su cuerpo entre las piernas de Hyuk y luego usaba una mano para acunar el rostro del hombre, viendo el calor en los ojos de su pareja. Si iba a hundirse hasta el fondo en el barril de los bobos, bien podría hacer esto también.

—He esperado a alguien como tú toda mi vida, Hyuk. — Leo bajó la cabeza, sellando sus palabras con un beso y dándose cuenta de lo reales que las palabras se oyeron.

El beso comenzó lento y exploratorio. Entonces Hyuk hizo un extraño ruido y envolvió sus dedos en el cabello de Leo y hundió su lengua en la boca de Leo, tomándolo por sorpresa. El beso se volvió exigente, implacable y le dijo a Leo que Hyuk estaba haciéndose cargo.

Leo sabía que su pareja tenía fuego en él por la forma en que le había chasqueado los dedos a Leo un par de veces, pero no tenía ni idea de qué tan agresivo era el hombre en la cama.

Joder, le gustaba eso.

 

La actitud de hacerse cargo lo estaba encendiendo y haciendo que su pene estuviera tan duro que  era  casi doloroso. Hyuk envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Leo, gimiendo y gruñendo mientras su lengua rozaba cada diente en la maldita boca de Leo.

 

Ese era el más sexy pequeño gruñido que Leo hubiera oído.

 

—Hyuk.

—No —dijo Hyuk mientras apretaba el agarre alrededor de cabello de Leo—. No dirás ninguna excusa y me dejarás a un lado.

—No voy a dejarte de lado, bebé —Leo lo tranquilizó—. Estaba a punto de decirte que estás estirando mi cabello.

—Oh —Hyuk gritó y luego soltó el cabello que Leo había temido que el hombre le arrancara—. Lo siento.

Leo se pasó la mano por la cabeza, asegurándose de que no le faltara un parche de cabello. —Puedes ser agresivo, cariño. Solo no me mutiles.

—¿Yo-yo puedo?

 

Leo metió los brazos por debajo de los hombros de Hyuk, con lo que acercó a su pareja mientras besaba cada lado de la boca de Hyuk. —Amo esto.

—¿T-tú lo haces?

 

Leo acarició con la nariz el cuello de Hyuk, ocultando la sonrisa. Estaba seguro de que Hyuk no apreciaría la risa en estos momentos cuando estaba tan condenadamente lindo. —Sí.

—Entonces acuéstate boca arriba. —La voz de Hyuk se volvió autoritaria y empujó los hombros de Leo, desenvolviendo sus piernas—. Voy a montar mi caballo.

 

—¿Tu qué? —Leo preguntó mientras él se retiró y luego se acostó.

—No importa. —Hyuk sonrió—. Sería muy largo de explicar mi sueño, y quiero tu grueso pene en mi culo.

Leo gimió.

»—¿Lubricante?

Leo señaló hacia sus maletas. —En la bolsa negra y roja en la parte inferior de la pila.

Hyuk se levantó de un salto, tirando su ropa interior a un lado mientras buscaba las pertenencias de Leo. Leo se tomó el tiempo para quitarse sus boxers y luego vio el culo desnudo de Hyuk mientras se inclinaba.

Maldición, si el hombre no tenía el más sexy trasero. No podía esperar a estar hasta las bolas en el interior de su pareja.

—¡Bingo! —Hyuk gritó triunfante y levantó la mano con la botella de lubricante. El hombre se puso de pie con entusiasmo y en todo lo que Leo podía centrarse era en el duro pene de Hyuk que rebotaba.

—¿Quieres que te estire, o... puedo ver?

 

Hyuk parecía confundido por un momento, inclinando la cabeza hacia un lado y luego sus ojos se abrieron un poco, solo un poco, ya que todo su cuerpo se ruborizó de  un  lindo rosado. Leo descubrió que a pesar de que Hyuk era agresivo en algunos aspectos, era tímido como el infierno en otros. Y hablar de sexo parecía ser uno de sus puntos tímidos.

Esto iba a ser interesante teniendo en cuenta que en el sexo era la única vez que Leo se convertía en un parlanchín. Le encantaba hablar sucio mientras tenía sexo y Hyuk estaba a punto de descubrirlo.

 

Y esperaba poder conseguir que Hyuk venciera la timidez porque amaría que hablara sucio en la misma medida.

—Yo... uh... —Hyuk miró hacia abajo a sus pies, golpeando el frasco ligeramente sobre su muslo desnudo.

—Ven aquí, cariño.

 

Hyuk se acercó a la cama, arrodillándose sobre él y apoyando su mano en la rodilla de Leo. Su pierna se dobló y Leo la empujó hacia Hyuk mientras palmeaba su pene. —¿No quieres darme un show?

Hyuk tragó saliva pero asintió.

 

—Colócate sobre tus manos y rodillas con el apretado culo frente a mí.

Hyuk dejó la botella de lubricante y luego hizo lo que Leo le indicó. Leo tomó la botella, abrió la tapa y vertió un poco del gel claro por la raja del culo de Hyuk.

Hyuk saltó.

 

—Tranquilo, cariño. Puedo ir tan lento como necesites.

 

—Está frío.

 

Leo dejó la botella a un lado y pasó una mano por el firme montículo. —Dame tu mano.

Hyuk estiró la mano y Leo cerró los dedos alrededor de la muñeca de Hyuk, guiando los dedos del hombre hacia su pequeño y arrugado agujero. El ángulo no era bueno.

—Móntate en mis piernas —Leo le indicó mientras bajaba la pierna doblada y vio cómo Hyuk subió por encima de ellas. «Oh infiernos»El agujero del hombre estaba justo frente a Leo. Tenía ganas de lamer al hombre, pero quería ver a Hyuk estirarse aún más.

 

Leo tomó la muñeca de Hyuk y la guió de nuevo hacia su culo, rozando los dedos de Hyuk sobre el tembloroso anillo. —¿Sientes esto?

—S- Si.

 

Leo curvó los dedos de Hyuk, dejando sólo uno derecho y luego lo empujó hacia el interior del cuerpo de Hyuk hasta que el dedo se deslizó más allá de la banda de músculos y se hundió todo el camino hacia adentro. Entonces soltó la mano de su compañero.

—Creo que sabes lo que debes hacer desde aquí. —Él se apartó, palmeando su pene mientras veía el dedo de Hyuk entrar y salir. Leo agarró la base de su pene. Le latía tan intensamente que temía correrse ante la erótica vista.

Hyuk se estiraba, como si se tratara de una tarea más que sensual. Leo estiró una mano y trazó los dedos de su pareja, empujando los dedos de Hyuk con cada empujón. Leo estiró los dedos del puño de Hyuk y ayudó a su pareja a deslizar otro adentro.

—¿Se siente bien, bebé? —preguntó Leo—. Porque seguro que se ve bien desde aquí.

Su pareja gruñó mientras dejaba caer su cabeza. —Vas a volverme loco, Leo.

Leo lentamente acarició su pene, viendo cómo la piel se extendía por los dedos de su pareja. No podía soportarlo más. La vista del culo de Hyuk chupar los dedos era demasiado. Leo se deslizó por la cama hasta que estuvo bajo el hombre y luego tomó el pene de Hyuk en su boca, alimentando con su pene a Hyuk. Él agarró las caderas de Hyuk, meciendo al hombre de arriba abajo, alimentándose con el eje de su pareja.

Hyuk gimió, chupando el pene de Leo, su lengua acariciando la sensible carne. Leo usó una mano para empujar sus dedos junto a los de Hyuk, queriendo que el hombre estuviera totalmente estirado antes de joderlo y reclamarlo como su pareja. La tensión en el cuerpo de Hyuk se había ido. Estaba tomando el pene de Leo con su húmeda boca, agresivamente hundiéndose cada vez más.

Su oso estaba ansioso por liberarse, ansioso porque Leo reclamara a Hyuk, pero Leo lo mantuvo a raya. La presión en sus bolas iba en aumento y un hambre se estaba desatando en su interior a una velocidad increíble. Quería consumir a este hombre, reclamarlo y dejar que el mundo supiera que Hyuk Jang le pertenecía a Leo Moon y cualquiera que fuera lo suficientemente estúpido como para molestar a su pareja pagaría el último precio.

La posesividad lo consumía totalmente, la necesidad de morder iba en aumento y el placer dentro de él estaba creciendo a un grado febril.

Leo dejó el pene de Hyuk con un gruñido, jalando a su pareja y dejándolo de rodillas. —Voy a joderte duro y rápido, bebé —gruñó justo antes de hundir su pene dentro de su pareja.

Hyuk silbó y gritó mientras abría más las piernas. Leo agarró las caderas de Hyuk y  luego  exhaló  un  largo suspiro. Disminuyó la velocidad. No podía joder a Hyuk de esa manera. No en su primera vez juntos.

Quizás en la siguiente.

 

Leo colocó sus manos tras su espalda, frenando el tren fuera de control que se disparaba a toda velocidad. Tenía que tomar paciencia, control y atención. —Jódeme, Hyuk —ordenó mientras veía su pene deslizarse dentro y fuera del culo de su pareja. Tomó cada gramo del control que Leo poseía para no empujarse, pero se las arregló para permanecer inmóvil.

Pero eso no quería decir que tenía que estar en silencio.

 

»—¿Te gusta joder mi pene, Hyuk? ¿Te gusta la sensación de ese grueso pedazo de carne dividiéndote por la mitad?

Hyuk gemía mientras bajaba por el pene de Leo más duro y más rápido.

»—Respóndeme, cariño.

—Sí.

 

Los ojos de Leo fueron hacia la cabeza de su pareja que caía hacia sus hombros, y luego su mirada se fue como un imán hacia el arrugado culo de Hyuk.

»—Me gusta esto.

—¿Qué te gusta, Hyuk?

 

Hyuk bajó los hombros a la cama, moviendo su culo. — Me gusta tu grueso pene en mi culo. Jódeme, Leo. Por favor... Dios Jódeme.

Leo colocó su palma entre los omóplatos de Hyuk y la otra en la parte baja de la espalda de su pareja. Empujándose con fuerza dentro de Hyuk, fue un poco más de lo que había sido su intención y vio a Hyuk deslizarse hacia adelante. —¿Es esto lo que quieres, bebé?

—Más —exclamó Hyuk—. Quiero más.

 

Los caninos de Leo descendieron mientras entraba y salía del cuerpo de Hyuk. Estaba reclamando a su pareja y el placer iba en aumento. —Joder, Hyuk. Ni siquiera quiero dejar este culo.

Hyuk gritó cuando su banda de músculos comenzó a ordeñar el pene de Leo, el orgasmo de su pareja empujó el de Leo más cerca. Él se quedó quieto, los músculos pulsando demasiado fuerte para que Leo pudiera moverse adecuadamente. Una  vez que Hyuk se estremeció, Leo   lo soltó. Colocó sus manos en la pared frente a él y jodío a Hyuk con tanta fuerza que su pareja se deslizaba en la cama hasta que Hyuk tuvo que agarrarse de la pared o se golpearía en la cabeza.

—Este culo es mío Hyuk. ¡Eres mío! —Leo no estaba seguro de dónde venían las palabras, pero fueron saliendo libremente de sus labios mientras se empujaba contra Hyuk tan rápido que parecía que el hombre iba a ir a travesar la pared—. Si coqueteas de nuevo, voy a golpear este culo hasta que esté rojo. Nadie entrará en este culo, solo yo.

—¡Nadie! —Hyuk aulló cuando Leo dio un buen empuje más antes de morder el hombro de Hyuk y correrse al mismo tiempo. Los chorros de esperma parecían interminables. Seguían y seguían mientras Leo hundía su pene en el culo de Hyuk.

Finalmente pudo liberar el hombro de su pareja, pero Leo sabía que necesitaba un momento más antes de que la hinchazón de su pene bajara lo suficiente como para salir del culo de Hyuk.

—Maldición, no logré montarte. —Hyuk jadeó las palabras.

Leo lamió la herida, soltando un brazo de la pared, mientras rodeaba la cintura de su pareja. —Dame un segundo para recuperar mi fuerza y tendrás tu oportunidad.

Hyuk se reía mientras Leo lentamente bajaba a su pareja ya que seguían unidos.

—No sé qué es lo que te tiene pegado dentro de mí, pero me encanta.

Leo seguro como la mierda que esperaba que así fuera, porque él había planeado permanecer “pegado” en el interior de su pareja de todas las malditamente posibles maneras.

 

Tal vez estar acoplado a un peculiar chico no iba a ser tan malo.

 

Continuara....

 


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