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50. La caída de Leo (30) por dayanstyle

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Leo golpeó su teléfono móvil en la palma de su mano, maldiciendo porque no tenía señal. Tenía que estar en medio de la jodida ninguna parte. ¿Cómo se suponía que iba a llamar a su Pá; con señales de humo? Caminó por la aldea, con la mano en alto mientras trataba de atrapar una señal en algún lugar.

—Parece que estás adorando al dios teléfono celular — dijo Hyuk con una amplia sonrisa en su rostro mientras se acercaba a Leo—. Mejor que tengas cuidado o Han Bin intentará asarlo.

—Él bien puede hacerlo. Es inútil. —Leo bajó el brazo, golpeando el teléfono con su mano de nuevo—. Maldita cosa, nunca había perdido la señal antes.

—No lo sé. Nunca he tenido uno.

Las cejas de Leo se elevaron con la sorpresa. —¿Nunca? Hyuk sacudió la cabeza. —No.

—¿Cómo diablos puedes vivir sin uno?

Hyuk se encogió de hombros. —No puedes extrañar lo que nunca has tenido. Además, ¿a quién iba a llamar?

Dios, Leo se volvía loco si no podía usar el teléfono cuando lo necesitaba. Se acordó del tiempo antes de que los teléfonos celulares fueran inventados. Había sido un dolor en el culo tratar de encontrar un teléfono público y tenía que conducir todo el camino de regreso a la casa cuando estaba afuera si quería hablar con alguien en la casa.

 

Por supuesto, en aquel entonces, no había vivido en una comunidad rural como esta. Pero aún tenía señal en el rancho.

—Gong Chan, Baro y Jin Young tienen un fuego encendido. Nos han invitado a sentarnos con ellos. Quizás uno de ellos tenga un teléfono que funcione. —Hyuk le dio a Leo una pequeña tímida sonrisa y luego cruzó la aldea al lugar donde un fuego crepitaba alegremente.

Leo tragó saliva.

 

Había tenido sexo con Hyuk. Había reclamado a su pareja. Incluso recibió una malditamente buena mamada. Pero ahora era el momento de mostrarse o callarse. Está bien… o se acurrucaba abiertamente con su pareja ante testigos o corría y se escondía en su cabaña.

Estaba sudando a mares.

 

Leo guardó el teléfono celular en su bolsillo y vio a su alrededor. Vio a unos fey reunidos, hablando en voz baja y riéndose de lo que uno de ellos decía. Vio hacia el fuego y vio cómo Gong Chan sostenía a Jin Young en el vértice de sus piernas mientras Baro se inclinaba y le murmuraba al oído.

También vio a Hyuk sentado frente al fuego solo y viéndose un poco nervioso y tan jodidamente impresionante que el pecho de Leo le dolía. Hyuk estaba tratando de sonreír mientras respondía a algo que Jin Young dijo, poniendo toda su atención en la pequeña cerdita acunada en sus brazos como si eso fuera todo lo que necesitaba en el mundo.

Leo metió las manos en los bolsillos mientras caminaba a través de la aldea hacia la fogata. Vio a Hyuk parpadear hacia él y luego alejar la mirada y deseaba más que nada que él no hubiera puesto esa mirada vacilante en la cara  de  su pareja. Hyuk no sabía qué esperar de él y parecía que el pequeño   y  hermoso  hombre  tenía   demasiado miedo  de preguntar.

Leo suspiró. Él había hecho esto. Su fría conducta había hecho que su pareja dudara de pedir lo que quería. Hyuk no estaba pidiendo el mundo. Ni siquiera estaba pidiéndole a Leo que corriera alrededor de la aldea profesando su amor. Él sólo quería que su pareja le mostrara un poco de amabilidad y afecto fuera del dormitorio.

«Puedes  hacer  esto», Leo se dijo a si mismo mientras llegaba a la fogata y se sentaba en un leño al lado de Hyuk. Sólo tenía que encontrar la manera de hacerlo. Muestras abiertas de afecto no era algo que Leo estaba acostumbrado a hacer, a pesar de haber crecido con su Pá y sus hermanos. No le molestaba una palmada ocasional en la espalda, pero no sabía nada de mimar a una pareja.

Y eso apestaba ahora que necesitaba mucho ese conocimiento.

Sobre todo porque Hyuk le daba miradas por debajo de su caído cabello como si estuviera esperando algo. A medida que pasaban los minutos, Leo podía ver los hombros de Hyuk comenzar a hundirse como si se diera cuenta de que Leo no iba a abrazarlo. Hyuk respiró hondo y enderezó sus hombros, abrazando a Bacon, más cerca de su pecho como una tabla de salvación.

Y luego sonrió como si nada fuera de lo común hubiera ocurrido.

Leo miró al otro lado del fuego para ver a Gong Chan sentado con Jin Young acunado entre sus piernas. Jin Young estaba hablando con Hyuk, Hyuk estaba respondiéndole. Gong Chan y Baro seguían viendo de una extraña manera a Leo.

 

Leo no pudo soportarlo más. El par de centímetros entre Hyuk y él parecía de un kilometro de ancho. Se deslizó un poco y chocó su muslo con el de Hyuk. Hyuk lo vio, con el rostro lleno de furia antes de desviar la mirada.

Leo sonrió y se acercó más hasta que sus cuerpos se presionaron juntos. Leo podía sentir cada respiración que Hyuk tomaba e iban aumentando la velocidad. Incluso sentía la respiración de Hyuk cuando colocó su brazo por el hombro de Hyuk.

Y entonces lo jaló más cerca.

 

Hyuk soltó el aire de los pulmones con un fuerte siseo y estuvo a punto de dejar caer a Bacon cuando perdió el equilibrio. Leo rápidamente se agachó y puso su mano debajo del trasero de Bacon y lo empujó contra el pecho de Hyuk.

—Bebé, cuidado —murmuró al oído de Hyuk—. Bacon podría lastimarse si lo dejas caer.

Los ojos color gris claro de Hyuk eran enormes en su rostro cuando inclinó la cabeza hacia atrás y miraba a Leo. Parecía haber perdido la capacidad de hablar, que era la más extraña mierda. Él se limitó a asentir. A Leo le gustaba poder hacer que su pareja enmudeciera. Se sentía un poco como ganarse la lotería.

Quería experimentarlo de nuevo.

 

Leo tomó a Hyuk con Bacon en sus brazos y los colocó entre sus piernas. Pasó un brazo alrededor de los dos y luego se deslizó por el tronco para sentarse en el suelo, la espalda apoyada en el tronco. El cuerpo de Hyuk estaba rígido cuando Leo jaló al hombre contra su cuerpo, pero después de un momento, poco a poco empezó a relajarse.

Cuando Leo levantó la vista, Gong Chan, Baro y Jin Young estaban sonriéndole. Leo se sentía como el más bobo del mundo, pero él no estaba haciendo nada que no estuvieran haciendo ellos. Y Hyuk estaba sonriendo.

¿Había algo más importante?

 

Leo dejó su brazo derecho colgando sobre el hombro de Hyuk, mientras doblaba la pierna derecha, sentándose despreocupadamente, dejando que su pareja se pusiera tan cómoda como fuera necesario. Se sentía bien ya no ser “el hombre sin pareja” cuando todo el mundo tenía la suya justo al lado de ellos.

Aunque Leo no estaba seguro acerca de todas las cosas de besos en la cara que había visto hacer a sus hermanos con sus parejas cuando estaban en el ojo público. No estaba seguro de estar listo aun para eso.

«Un paso a la vez».

—Changjo me ha dicho que eres el mayor de siete hijos —dijo Baro conversacionalmente—. Eso es un montón de hermanos. Me hubiera vuelto loco con tantos hermanos.

—Él es hijo único —Jin Young suministró la información sobre su pareja.

Leo movió la mano que colgaba ligeramente. —Tiene sus momentos.

Hyuk resopló y agitó una mano hacia Leo. —Sus hermanos lo vuelven loco. Son divertidos como el infierno y les gusta hacer bromas más o menos todo el tiempo. Leo es el serio. Su cara va por siete tonos de rojo cuando los gemelos bromean con él. Sólo tengo un hermano, pero por la manera en que actúan los hombres Moon, me encantaría tenerlos como hermanos.

El corazón de Leo dio un vuelco repentino. ¿No sabía Hyuk que ahora era de la familia? Podía ser que no fueran sus hermanos, pero tenía quince hermanos políticos para mantenerlo feliz. En la casa de Moon, que era más o menos la misma cosa.

Baro y Gong Chan deben haber estado pensando lo mismo, ya que se quedaron viendo extrañamente a Hyuk y entonces sus ojos parpadearon hacia Leo. Se dio cuenta en ese momento cómo había hecho un pobre trabajo con lo que había estado haciendo con su pareja. El chico no sabía nada de lo que significaba estar acoplado.

—Hyuk —comenzó Leo y luego se aclaró la garganta, sintiéndose incómodo como el infierno de decir algo delante de compañía—. Tienes quince hermanos políticos y dos suegros.

Él se aseguró de incluir a Hansol y Yoogeun.

 

Hyuk giró la cabeza viendo a Leo con los ojos muy abiertos, como si no hubiera pensado en ese hecho. Leo vio la alegría en los ojos de color gris claro de su pareja mientras reía. — Sí, ¿verdad?

Leo pasó la lengua por los labios resecos, viendo la sonrisa de Hyuk y sintiendo la necesidad de saborear a su rayito de sol. Oh, dioses, en realidad iba a besar a su pareja en público.

El delgado y parlanchín hombre había hecho caer a Leo. Y a él no le importaba la atención en este momento.

El vello en la parte de atrás del cuello de Leo se erizó cuando repentinamente un grito rasgó la oscuridad. Leo se puso rígido cuando lo inundó la ansiedad. Apretó su abrazo alrededor de Hyuk y luego levantó la cabeza, esperando algo, cualquier cosa, que le diera la dirección de dónde había venido el grito.

Cuando el sonido desgarrador se oyó de nuevo, Leo se puso de pie, levantando a Hyuk con él. —Baro, ¿puedes  tú, Jin Young y Hyuk ir a nuestra cabaña? Me voy a sentir mucho mejor si todos permanecen juntos.

—Claro —dijo Baro mientras se levantaba de un salto y alcanzaba a Jin Young.

—Leo…

 

Leo agarró la cara de Hyuk entre sus manos, inclinándose para darle un pequeño beso antes de mirar fijamente los ojos llenos de terror de su pareja. —Necesito que te quedes aquí, Hyuk. Te necesito a salvo. ¿Puedes hacer eso por mí?

Hyuk tragó saliva, pero asintió, agarrando a Bacon a su pecho. Leo sonrió y agachó la cabeza para ver a Bacon. — Cuida bien de Bacon. Volveremos pronto.

Leo pasó un duro momento en concentrarse en cualquier otra cosa mientras observaba a Baro y Jin Young  irse  con  su pareja. Sabía que Hyuk necesitaba estar en un lugar seguro. El hombre no era un luchador. Pero no tener a Hyuk bajo su atenta mirada era angustiante.

—Vamos.

 

Leo apartó la vista de la puerta por la que Hyuk había desaparecido y se giró hacia Gong Chan. El hombre ya estaba corriendo hacia la oscuridad, sus movimientos sigilosos y tranquilos. Leo se apresuró a alcanzarlo. Se dirigían hacia el extremo sur del pueblo, en dirección al lugar de donde vinieron los gritos.

Pero, ahora, estaba extrañamente silencioso, casi demasiado silencioso. De acuerdo, estaba oscuro, pero había gente afuera de las chozas sólo un momento antes. Ahora, el camino entre las viviendas estaba totalmente vacío. Leo parecía bastante extrañado de que nadie corriera en dirección a los gritos ni siquiera se asomaran fuera de las puertas por curiosidad.

Todo el mundo es curioso, ¿no es así?

¿Quién no se asomaba cuando se oía un caos?

Creía que era una reacción normal, pero al parecer estos elven no lo creían.

A menos que los fey aquí supieran más sobre lo que estaba sucediendo de lo que decían y Leo estaba pensando fuertemente que ese era el caso. Él se había encontrado sólo con resistencia desde el momento en que llegó. Tal vez había algo más en todo esto de lo que realmente sabía.

Leo dio un paso tras otro, detrás de Gong Chan, asegurándose de ser silencioso. No estaba seguro de quién o qué estaba ahí, pero no iba a anunciar su llegada por romper ramas o hacer crujir las hojas.

La oscuridad se sentía como un velo negro del mal que se había apoderado de ellos y la única cosa que iluminaba su camino era la luz de la luna que iluminaba partes del bosque que les rodeaba. Estaba tan silencioso que Leo no podía oír ni a los grillos. Había algo ahí afuera. Podía sentir el frío intenso en los huesos. Un hormigueo, una sensación de que algo estaba mal se estableció en la parte posterior del cuello de Leo, haciéndolo extremadamente consciente de que Gong Chan y él no eran los únicos en el bosque.

Leo había recorrido alrededor en su forma de oso en la noche, pero nunca había sido soldado y no estaba acostumbrado a ir tras los chicos malos. Los Moon tenían su parte justa de combates, pero nunca había ido de encubierto de esta forma antes.

Gong Chan alzó la mano, señalando a Leo que se detuviera.

 

Leo se quedó inmóvil, conteniendo la respiración mientras veía por encima del hombro de Gong Chan y sentía el hielo recorrer sus venas. Había dos hombres de pie junto a un roble y tenían a un fey clavado en él. Los ojos del Fey se rodaron a la parte posterior de la cabeza cuando uno de los hombres se inclinó hacia   adelante y mordió el hombro del Fey.

Los labios de Leo subieron con un gruñido. No iba a esperar y ver que el fey fuera drenado por dos vampiros. No mientras él aún tuviera aire en sus pulmones. Corrió hacia adelante, tomando por sorpresa a los hombres y golpeando al que bebía del fey.

Y luego las cosas cambiaron de dirección.

 

—¡Leo, no! —Gong Chan gritó desde atrás de él—. ¡No son vampiros!

Leo lo vio por encima del hombro y pensó que era mejor no dejar de ver a los hombres, un poco demasiado tarde. Fue golpeado fuertemente y salió volando, cayendo a metro y medio de distancia. Su cabeza golpeó el suelo y vio una explosión de estrellas  ante sus ojos.

Leo rodó sobre sus manos y rodillas, temblando ligeramente y luego le dieron patadas en el estómago. Se quedó sin aire mientras rodaba raspado contra las rocas y ramas.

¿Qué jodidos eran esas cosas?

 

—¡Quédate ahí, oso! —el intruso advirtió en un tono lascivo que hizo que Leo quisiera obedecer. Sin embargo,  él  era Leo. Eso no iba a suceder. Era terco si no otra cosa.

Leo se rio y fue una seca y cínica risa mientras se ponía de pie. Podía ver a Gong Chan luchando contra el otro hombre y el lobo gris no estaba ganando. Estaba contra el árbol, luchando para conseguir que el otro se apartara de él.

 

—Detrás de la oreja. —Gong Chan gritó mientras le daba un cabezazo al tipo—. Apuñálalo en la marca detrás de la oreja, Leo.

—Sí, Leo —dijo la criatura burlonamente mientras sus dedos se movían hacia la palma de su mano en un reto—. Vamos, apuñálame detrás de mi oreja... si puedes.

—Son hellhounds. No dejes que te muerdan —gritó Gong Chan antes de empujar el codo en la cara de la criatura. Leo pudo oír el chasquido desde donde él estaba parado. Gong Chan le había roto la nariz al hombre.

Leo pensó rápidamente mientras el hombre que tenía delante empezó a dar vueltas a su alrededor. No tenía nada con él para apuñalar al hombre. Cuando se agachó y lo rodeó, una sensación de miseria total se apoderó de él. Se sentía como si nunca volvería a ser feliz de nuevo.

¿Por qué Hyuk incluso perdía el tiempo en alguien como Leo? Era aburrido y distante y un bastardo gruñón. Si él fuera Hyuk, hubiera dejado al imbécil de Leo desde  el principio. Hyuk se merecía algo mejor. Se merecía una pareja como Hoon o Lee Joon, alguien que amara divertirse, no un gruñón y malhumorado como Leo. Hyuk era demasiado joven para él, demasiado inocente. Leo sólo debería de alejarse del delgado humano y dejarlo que encontrara la verdadera felicidad.

Espera, eso no estaba bien. Leo sabía que no era él quien sacaba todas esas inseguridades y dudas a la superficie. Alguien más estaba empujando sus peores temores a la luz. Todo el mundo tenía preocupaciones cuando se trata de la persona más importante en su vida. Pero no había manera en el infierno que Leo dejara a Hyuk.

 

Empujó los pensamientos en el fondo, aplastándolos bajo el peso de lo que realmente sentía por Hyuk. Él no iba a buscar segundos pensamientos. No iba a permitir que ningún pensamiento negativo arruinara lo que estaba descubriendo.

Tenía que ser el perro el que estaba haciéndole sentir de esa manera.

Leo cayó de espaldas y rodó cuando el hombre se abalanzó hacia delante. Vio las garras letales del hombre que golpearon su cabeza y lo  lanzaron  al  aire  un  momento antes. Rápidamente se puso de pie y tomó una postura de lucha. Infiernos, él no tenía ninguna otra opción. Incluso si se movía, no estaba seguro de poder ganar.

El hombre echó la cabeza hacia atrás y se río. —¿Eres jodidamente serio?

Leo se encogió de hombros y luego fingió ir a la izquierda, y golpeó la quijada con un gancho de derecha. Movió los pies alrededor, burlándose del hombre. —Duro y en movimiento, Imbécil, duro y en movimiento.

El hombre gruñó y cambió, convirtiéndose en el más grande jodido rottweiler que Leo hubiera visto. Dando un paso atrás, Leo cambió también. No tenía otra opción. «O cambio o logro que me mutilen».Aparte de su Pá, Leo era mayor que sus hermanos en la forma de oso, pero no estaba muy seguro, incluso con el peso añadido, de que pudiera vencer al perro.

Leo rugió al ver a Gong Chan caer y luego el lobo pateó el abdomen del hombre, efectivamente lo giró sobre la cabeza de Gong Chan. Maldición, el hombre era bueno. Sería un excelente entrenador para los elves.

—No te preocupes por mí —bufó Gong Chan—. Vigila a tu hellhound.

 

Leo bruscamente giró la cabeza justo a tiempo para ver al perro atacarlo. No podía dejar que la cosa lo mordiera. No sabía por qué, pero si Gong Chan dijo que la mordida era mala, entonces Leo iba a escucharlo.

Leo se levantó sobre sus patas traseras y golpeó al perro en la cara con su gran garra de oso tan pronto como el perro estuvo lo suficientemente cerca. El perro volvió a caer al suelo, sacudió su cabeza y luego lo rodeó de nuevo.

Ahora que el tipo estaba en forma de perro, Leo no estaba seguro de qué marca necesitara ser apuñalada. Esquivó la boca del perro y corrió hacia el otro lado del árbol donde tenía más espacio para pelear cuando tropezó y vio a dos hombres llegando volando desde el cielo hacia él.

El de las largas trenzas detrás de su espalda gruñó y agarró al perro con el que Leo había estado luchando, sacó una espada de su espalda y luchó contra el hellhound, alejándolo de Leo.

Leo cambió de nuevo a su forma humana y fue hacia el par de combatientes.

—¡Quédate atrás! —el hombre de las trenzas advirtió.

 

Leo se detuvo viendo hacia atrás, buscando a Gong Chan. El segundo hombre que había volado estaba luchando contra el otro hellhound, Gong Chan gruñó mientras le daba un par de golpes en el abdomen al perro.

Leo se sintió estúpido de pie allí con nadie con quien luchar. Todo el mundo estaba comprometido   en   la batalla. Cuando el perro con el que había estado luchando se tambaleó hacia atrás, Leo saltó sobre el perro y lo sostuvo como si se estuviera sosteniendo para salvar sus vidas, cerrando sus brazos alrededor del cuello del perro, estrangulándolo fuertemente mientras el hombre con la espada se acercaba a ellos.

Rezó como el infierno para que el hombre no fallara.

 

La espada se veía condenadamente fuerte con la luz de la luna reflejándose en el pulido metal.

—¡Ahora! —el hombre gritó y Leo liberó al perro, rodando sobre su espalda y levantando el brazo para cubrirse la cara cuando la sangre salpicó al salir del cuerpo del perro. Eso era tan jodidamente asqueroso.

—¡Eres un jodido tonto! —le gritó el hombre a Leo mientras envainaba su espada—. Si ese perro te hubiera mordido, podrías estar luchando por tu vida en este momento.

Como si no hubiera estado haciendo precisamente eso.

 

—Con una jodida ¡no me grites! —Leo rugió mientras bajaba el brazo y se levantaba. Había tenido suficiente mierda por un día. Él no iba a permitir que un desconocido de pie en el centro del claro le golpeara el culo. Había luchado con todo lo que tenía y no merecía ser castigado por eso.

El hombre gruñó mientras lanzaba algo sobre el perro decapitado y después el cuerpo explotó en llamas. Leo se quedó aturdido al ver las llamas elevarse, preguntándose en qué loco reino acababa de entrar.

Nunca en su vida había visto a nadie prender un cuerpo en llamas. El olor era suficiente para hacerle vomitar. Era nocivo y hacía que los vellos de la nariz de Leo se rizaran por el hedor que llenaba el aire a su alrededor.

—Bonito pene —dijo el hombre mientras pasaba cerca de Leo y se dirigía hacia Gong Chan.

Leo gruñó bajo mientras se giraba y lo seguía. Ese imbécil estaba buscándolo. No estaba seguro de quién era, pero Leo no iba a permitir que nadie caminara sobre él como si fuera un simple cachorro. Podía sentir sus garras hormiguear con ganas de extenderse y darle una lección al bastardo.

El otro perro estaba en el suelo y su cuerpo ardía en una linda crujiente comida Cajun mientras Gong Chan se acercaba a Leo.

—Lindo asqueroso, ¿huh?

Asqueroso era una subestimación extrema.

—¿Qué infiernos está pasando, Gong Chan? —Leo bufó, viendo a los dos cadáveres.

—En pocas palabras —dijo, mientras los dos hombres que habían llegado volando, dejaban a Leo y a Gong Chan con el desastre—, esos tipos eran Hyung Won y Wen Han. Son bestias aladas. Acabas de tener el placer de trabajar con Hyung Won.

Leo no estaba seguro de querer oír más, pero sabía que tenía que saber lo que estaba pasando aquí. Vio a Gong Chan dirigirse al que estaba tirado en el suelo y que parecía muerto.

—Esos perros contra los que luchábamos son del infierno. Su mordedura no solamente es venenosa —dijo Gong Chan mientras levantaba al hombre en sus brazos—, sino que huele jodidamente mal. Sé que los shifter tienen cincuenta porciento de posibilidades de sobrevivir a la mordedura. Los humanos tienen cero. No estoy muy seguro de los fey.

Leo estudió al hombre en los brazos de Gong Chan y maldijo. El hombre no podría tener más de dieciséis o diecisiete años. ¿Por qué en la tierra el chico estaba aquí en medio del bosque a mitad de la noche? ¿Dónde estaban sus padres y por qué había salido?

Nada tenía sentido para Leo.

 

Se sentía como si fuera el último hombre en ser informado. Él estaba luchando para poner todas las piezas juntas. ¿Por qué los hellhounds victimizaban a los feys? ¿Qué había hecho el pueblo de los elven para justificar un ataque, o fue al azar? Leo odiaba todas esas preguntas sin respuesta que giraban alrededor de su cabeza. Quería respuestas, e iba a despertar a la jodida aldea para que se las dieran de una puta vez.

Se le pidió que viniera aquí a ayudar. Pero ¿cómo podía ayudar cuando nadie estaba dispuesto a darle una puta idea de lo que realmente estaba pasando aquí? Leo no  era estúpido. Sabía que había algo más en esto que lo que se veía. Él conseguiría las respuestas que necesitaba o golpearía a todos los residentes del retrasado lugar.

Gong Chan llevó al hombre por el camino de tierra, sus pasos rápidos, pero cuidadosos. —Tenemos que ver si tiene fiebre. Si atraviesa las siguientes horas y no desarrolla fiebre, debería estar a salvo.

Leo regresó a la aldea, ansioso de  llegar  con  su pareja. Hyuk era humano, vulnerable contra  los hellhounds. Joder, era vulnerable contra cualquiera de las criaturas paranormales que existían en el mundo de Leo. Se dio cuenta cuán peligrosa era su vida para su pareja.

Leo había tenido tanto maldito miedo cuando vio el cambio del hombre a perro. Si el perro le daba tanto miedo a un shifter oso, Hyuk no tenía ninguna posibilidad. Leo se estremeció al pensar en que algo malo le ocurriera a Hyuk. El hombre era inocente, ingenuo y no sabría cómo manejar a un perro grande. Por supuesto, su compañero era genial con los animales, pero Leo sabía a ciencia cierta que esa era una bestia que Hyuk no podría dominar.

 

—¿Qué pasa con los cuerpos que están ardiendo? —Leo le preguntó mientras veía de nuevo en la dirección que acababa de dejar. El humo seguía ondeando encima de los cuerpos recién quemadas.

Gong Chan sacudió la cabeza. —No hay necesidad de preocuparse por ellos. Una vez que se quemen, no habrá ningún rastro de ellos.

«Huh».

 

Al acercarse a la aldea, Leo notó que había espectadores de pie fuera de sus chozas. Sus ojos estaban fijos en el cuerpo en los brazos de Gong Chan, con los ojos entrecerrados.

—¿De quién es este niño? —gritó mientras se detenía, señalando al niño en brazos de Gong Chan.

Nadie respondió.

 

Leo sintió que su cólera alcanzaba un punto máximo mientras veía a los elven. »—¿Él no es de nadie?

Un hombre solitario se adelantó, su cara una máscara de asco y odio. —Él pertenece a Ishka y Erowyn. ¡No tenían derecho a interferir!

—¿Interferir en qué? —Leo preguntó mientras todo su cuerpo se estremecía. ¿Qué infiernos estaba pasando aquí? ¿En qué estaban estas personas? Dio unos pasos hacia adelante hasta estar de pie en medio de todos, viendo que la mayoría de ellos lo veían y luego apartaban la mirada, mientras que un puñado se veía aterrorizado.

El hombre que le habló a Leo señaló al hombre inerte en brazos de Gong Chan, gruñendo sus palabras al hablar. —Era un sacrificio y ha interferido. Ahora los sabuesos descenderán sobre nosotros y matarán hasta el último hombre, mujer y niño de nuestra tribu y a los shifter. Espero que tengas un mejor plan.

Leo se pasó la mano por la cabeza, mirando a la gente que se suponía iba a guiar temporalmente y sabía que tenía que salir rápido de aquí antes de que matara a cada bastardo que había sacrificado a este chico a esas criaturas.

Leo explotó de ira mientras Gong Chan llevaba al joven a su choza. Se dio la vuelta, mirando los rostros hostiles a su alrededor, y luego echó la cabeza hacia atrás, su voz tan fuerte que sentía que estaba casi gritando. —¡Kiseop!

 

 

Continuara...

 


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