Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

53. El Loco Muerdago de Nana. (31) por dayanstyle

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Hangeng se paseaba de un lado a otro bajo el gran árbol, esperando a Nana. Se suponía que debía encontrarse con él esta noche, y ella era en todo lo que había pensado todo el día. Se moría de ganas de que sus dedos tocaran su cálida y sedosa piel y acariciar su largo cabello.

Todavía no había descubierto la manera de lograr estar alrededor de la familia de Nana, aunque era mejor  decir -que el Alfa era la pesadilla de la existencia de Hangeng. Eso había tomado mucha de la paciencia que tenía, y Hangeng estaba al final de la cuerda con la espera. Esta noche, bajo el cielo despejado y las miles de estrellas, le pediría a Nana que se fuera a casa con él. Sólo rezaba para que ella estuviera de acuerdo.

Hangeng entendía acerca de las lealtades familiares. Honestamente lo hacía, pero sabía que nunca iba a tener la bendición de Jongin, al infierno con eso. Estaba cansado de esperar, cansado de anhelar, y malditamente cansado de estar sin su pareja.

Bueno, aunque entendía las quejas de Jongin. Él, después de todo, causó muchos estragos en esa casa, pero eso fue antes de saber que la mujer de sus sueños vivía allí. Si hubiera sabido... sí, probablemente habría seguido siendo una mierda, pero no se hubiera quedado para ser atrapado.

Quedarse lo agravó, Hangeng sintió a su hermano Henry antes de que apareciera, apoyado contra un árbol y una sonrisa de satisfacción en su rostro.

-¿Qué estás haciendo aquí? -Hangeng preguntó mientras sus ojos recorrían la zona en busca de Nana.

-Sólo quiero conocer a tu pareja  -respondió Henry-. No es propio de ti ocultar a alguien de la familia. Se me hizo muy curioso.

Esto venía de un hombre que tenía tanto a hombres como a mujeres acudiendo a su cama. El moreno y guapo elf nunca había ocultado el hecho de que podía conseguir a cualquier persona que quisiera. Si Nana no fuera su pareja, Hangeng se habría preocupado acerca de que Henry estuviera aquí.

Aun así eso lo tenía al borde. Incluso si Nana no encontrara atractivo a Henry, su hermano iba a utilizar sus encantos hasta que la tuviera comiendo en la palma de su mano. Henry no era más que un viejo y gran puto, y no había manera de que fuera a permitir que su hermano estuviera en algún lugar cerca de Nana. -Si yo quisiera que la conocieras, ya lo hubieras hecho para ahora.

Henry se rio y el sonido irritó los nervios de Hangeng. -¿Ella es tan desagradable a la vista que sientes la necesidad de mantenerla en secreto?

Hangeng estaba listo para golpear a su hermano, pero en su lugar lo ignoró.

Henry sólo estaba tratando de sacarlo de quicio. Pero no iba a funcionar porque Hangeng tenía otras cosas en mente esta noche. Por ejemplo, cómo iba a convencer a su pareja  que dejara a su familia y viniera a vivir con él.

-¿Pensé que ibas a salir esta noche? -Hangeng preguntó irritado.

-¿Realmente por qué estás aquí?

Henry cruzó los brazos sobre el pecho y se encogió de hombros. -Realmente quiero conocer a tu pareja.

-Bueno -dijo, mientras le daba la espalda-. No te quiero aquí.

-Ten cuidado, Hangeng, o podrías herir mis sentimientos.

 

Si eso fuera posible. Henry sólo tenía un sentimiento, y ese era el estar excitado. Ese era el único modo que el hombre parecía funcionar, y Hangeng no lo quería cerca de Nana. Ella era una hermosa mujer que hacía que su corazón latiera más rápido y más lento al mismo tiempo.

La amaba profundamente. Era la única que lo hacía sentir de esta manera cada vez que ponía los ojos en ella. A pesar de que no había pasado mucho tiempo a su alrededor, Hangeng estaba enamorado. Tenía los ojos  más grandes que había visto en su vida y abundante cabello caoba que rogaba a un hombre envolver las manos en el hermoso cabello y mimarla como un Pandita.

Y no iba a dejar que Henry arruinara esto para él.

-¿No tienes a alguien que tu encanto pueda llevar a tu cama, como a uno de los renos de Nick? -Hangeng le dijo con petulancia a su hermano.

-Muy gracioso -respondió Henry, enfrentándose a los insultos de Hangeng-. No, soy todo tuyo esta noche.

Hangeng se giró hacia su hermano y estudió al hombre. No era como si Henry fuera tan inflexible acerca de estar alrededor de Hangeng. Eran hermanos, pero no era un secreto que no eran cercanos. -¿Qué es lo que no me estás diciendo?

Cuando Henry se movió de un pie al otro, Hangeng sintió la ira subir hacia la superficie. -¡Me estas usando para ocultar tu olor!

-No lo hago -Henry negó, pero la forma en que sus ojos se posaron en Hangeng le dijo que el hombre estaba mintiendo.

-Les debes a esos malditos corredores de apuestas de nuevo, ¿no es así? -Henry no solo tenía predilección por el sexo, sino también por el juego. La última vez que su hermano le debía a esos elves de las sombras, habían estado a punto de matarlo. Le había jurado a sus padres que había terminado con el juego, pero Hangeng conocía a su hermano.

-¿Cuánto, Henry?

-No estoy huyendo de los apostadores -bufó Henry mientras se apartaba del árbol-. ¿Por qué automáticamente asumes lo peor, Hangeng? ¿Sólo porque quiero conocer a tu pareja, estoy haciendo algo que no es bueno?

-Suena bastante bien -dijo Hangeng-. ¿Cuánto les debes, Henry?

-Sabes qué, jodete. -Henry desapareció, dejando a Hangeng allí echando humo. Se habría sentido mal si no fuera por el hecho de que sabía que tenía razón.

Cansado de esperar, Hangeng apareció en el patio trasero de Nana. Sabía cómo entrar sin ser detectado, pero Hangeng había estado intentando todo lo posible para comportarse y no enojar a Jongin más de lo que ya estaba. Había tratado de enseñar a Nana cómo  desaparecer sin ser detectada, pero su pequeña dulce pareja, encontró la lección difícil. Lo había intentado en numerosas ocasiones, sólo para hacer estallar la alarma de la casa y hacer que Hangeng rápidamente se desvaneciera antes de que le cortaran las bolas.

Pero después de lidiar con Henry, Hangeng quería saber lo que estaba evitando que su pareja se encontrara con él. Había   prometido   ayudarla   con   el   escudo contra la desaparición cuando ella estuviera lista para ir con él, pero aún no lo había llamado.

Quería saber por qué. Usando como protección la oscuridad para cubrir su apariencia, Hangeng miró el interior de la cocina. Vio a Leeteuk y a Zelo de inmediato. Estaban de pie cerca del mostrador hablando uno con el otro.

A Hangeng le agradaba Zelo. El medio demonio había cubierto a Nana muchas veces. Le molestaba como el infierno que tuviera que cubrir a su pareja para salir con él. Ella era una mujer adulta, su pareja, y él tenía todo el derecho a estar con ella.

Pero Nana no estaba lista para desafiar a su padre y realmente estar con él.

Una parte de él se entristeció con ese pensamiento, pero Hangeng sabía que haría lo que fuera para estar con ella. Nana era muy dulce e inocente como para desafiar a  Jongin, algo que Hangeng no podía negar.

Se quedó sin aliento cuando la vio entrar en  la cocina. Dios, ella era tan hermosa. Era como ver las puertas del cielo y que se le negara la entrada. Dolían sus brazos por envolverlos alrededor de ella y jalarla hacia su cuerpo, besar el suave cuello y morder suavemente la oreja.

Le tomó todo lo que tenía quedarse fijo en el suelo y no irrumpir en la cocina y tomar lo que era suyo por derecho. Hangeng debería ser nombrado el santo del año por la paciencia que mostraba al contenerse.

Sonrió al verla sonreír. Le hizo bien a su corazón saber que ella era feliz. Eso era todo lo que quería para ella, que fuera feliz.

 

Eso era por lo que estaba esperando hasta que estuviera lista para irse en lugar de arrastrarla lejos de su familia y reclamarla como suya.

Frunció el ceño, Hangeng se preguntó a quién le estaba dando Nana miradas robadas. Parecía como si estuviera tratando de no ser atrapada, eso fue lo que despertó su curiosidad. Moviéndose a la derecha, Hangeng se asomó a la cocina, y vio a un desconocido de pie allí, mirando a Nana como si estuviera abiertamente interesado.

-¿Que jodidos? -Hangeng murmuró para sí mismo. Él se rascó la mandíbula, viendo a los dos y estando malditamente seguro que se estaban mirando uno al otro. Ira al rojo vivo se instaló en su pecho mientras apretaba sus manos en puños a los costados.

¿Su pareja estaba viendo a otro hombre? ¿Había perdido la maldita cabeza? Hangeng estaba dispuesto a destripar al hombre en el acto solo por verla de esa manera. Sacando su teléfono celular de su bolsillo, marcó el número de Nana y esperó mientras sonaba. La vio sacar su teléfono de su bolsillo trasero, comprobar el número y, luego ver a su alrededor antes de salir corriendo de la cocina.

-¿Hola?

-Hola, hermosa. ¿Se te olvidó que se suponía que nos reuniríamos esta noche? -preguntó, manteniendo su tono controlado a pesar del hecho de que había visto las miradas hambrientas que habían intercambiado en la cocina. Quería una explicación antes de que él la encerrara en su habitación por el resto de su vida y matara al bastardo que estaba de pie en la cocina.

Podía sentir la vacilación en el otro extremo del teléfono, y quiso maldecir y al mismo tiempo pedirle que saliera a verlo. No debería de haber otro hombre llamando su atención.

-No me he olvidado -murmuró ella en  el teléfono. Hangeng se colgó a su voz, dejando que calmara esa parte de él que estaba a punto de ir todo bárbaro contra ella. Le ayudó a controlar su ira y darle una pequeña sonrisa.

-Entonces, ¿cuál es la demora? Te dije que te protegería evitando que alguien lo supiera. -Él le dio un vistazo al extraño en la cocina y vio que el hombre estaba viendo hacia la puerta por donde Nana había salido. Sus dedos se cerraron alrededor del teléfono con más fuerza, malditamente cerca de quebrarlo-. ¿Estas lista?

-Espera, déjame ir a mi habitación y cerrar la puerta de mi cuarto primero.

Hangeng dejó escapar un suspiro. Podría ir tras el extraño, pero por ahora, desapareció hacia el árbol de nuevo, esperaba que ella no descubriera que la había estado espiando.

-Está bien, estoy lista.

 

Dado que Jongin tenía la casa protegida por Dios sabe qué, se le hizo mucho más difícil a Hangeng usar su magia fey, pero cerró los ojos, empujó su energía mientras la sentía aparecer.

Guardando su teléfono en el bolsillo de atrás, Hangeng la envolvió en sus brazos tan pronto como apareció frente a él. Apretó la cara contra su cabello, aspirando su aroma, y sabía que haría cualquier cosa para mantenerla con él.

-¿Me extrañaste? -ella preguntó con una graciosa risa mientras pasaba sus manos arriba y abajo de su espalda.

-Más de lo que crees. -La besó en la sien y se apartó para  ver  fijamente  su  hermosa  cara-.  ¿Qué     estabas haciendo esta noche? -Su cuerpo se sentía bien apretándose al suyo, el pecho subía y bajaba un poco más rápido. Eso sucedía siempre cuando estaban tan cerca, pero aún Hangeng no la había reclamado.

Ella no estaba lista, y él no iba a precipitarse en algo que era muy íntimo y especial entre su pueblo. Podía ser un tipo diferente de fey, pero el lazo era algo querido por todos sus semejantes.

Pero eso no le impidió acariciarla y besarla.

 

Hangeng recorrió con sus labios su cuello, disfrutando de la sensación de la suave piel bajo sus labios mientras deslizaba las manos por sus costados y luego hacia abajo otra vez.

-Me es difícil pensar cuando haces eso -confesó ella mientras inclinaba la cabeza hacia un lado, dándole más espacio para jugar. Sonrió en su piel mientras sus manos se movían por su espalda, atrayéndola más cerca, presionando sus pechos pequeños contra su pecho. Lo que no daría por tenerla desnuda mientras exploraba cada centímetro de su inocente cuerpo.

-¿Lo hago? -bromeó mientras le mordía la barbilla.

 

Ella se estremeció y asintió mientras Hangeng tomaba un puñado de cabello y le daba un ligero estirón, su pene se engrosó cuando ella gimió. La mujer no tenía idea de la mucha resistencia que estaba usando esta noche, sobre todo después de verla en la cocina con el desconocido. Con una abrumadora necesidad de reclamarla para que todo el mundo supiera que le pertenecía a él, presionó la espalda de ella contra el árbol, tomando sus labios en un beso controlado y tierno.

Nana se derritió contra él, rindiéndose en sus brazos mientras que Hangeng se arriesgó y presionó su muslo entre sus piernas. Nana jadeó, rompiendo el beso y viéndolo con sus confiados ojos azules.

-Hangeng, yo…

 

Hangeng robó su protesta con una suave mordida en el labio inferior. -Nosotros no vamos a hacer nada, hermosa. Me gusta sentirte contra mí. -Lo cual era cierto, pero Dios él quería hacer mucho más.

Tentativamente, ella deslizó sus brazos alrededor de su cuello, jalándolo más cerca.

-Esa es mi chica -dijo mientras se inclinaba para besar su cuello. Sus manos vagaron hasta la cintura, sujetándola mientras la jalaba aún más cerca, sabiendo muy bien lo que la fricción le haría a ella.

Estaban afuera para darle un placer que él sabía que nunca había experimentado antes. Hangeng estaba utilizando todos los medios necesarios para recordarle que ella le pertenecía, no a un desconocido que le había dado una mirada radiante. Estaría maldito si dejaba que su pareja se descarriara. Mostrarle los placeres que ella podría desatar dentro de su cuerpo era una forma de asegurarse de que no se olvidara de él.

Tomando sus labios otra vez, Hangeng comenzó una lenta danza moviéndola hacia arriba y abajo de su muslo. Lo mantuvo presionado firmemente entre las piernas de Nana mientras sus brazos se apretaron alrededor de él, su respiración cada vez más desigual.

Bebió sus gemidos mientras barría con su lengua su caliente y húmeda boca. Era el sonido más dulce que había oído. Ella no dudó, no le rehuía cuando él la presionó con más fuerza contra el árbol, devorándola mientras le ayudaba a subir a la ola del sensual placer erótico.

 

-Hangeng -dijo Nana en un  tono desesperado-. Qué…

-Relájate, hermosa. -Hangeng envolvió un brazo alrededor de su cuerpo, sosteniéndola con fuerza. El otro lo utilizó para jalar su cabello mientras ella se hacía cargo retorciéndose contra su pierna-. Eso está bien. Toma lo que necesites de mí.

Nana arqueó la espalda, Hangeng la sostuvo con más fuerza mientras ella se fragmentó entre sus brazos. Nunca había visto un espectáculo más impresionante en su vida. Apretó su coño contra su muslo, gritando su nombre cuando ella se corrió. Estaba tan jodidamente duro que estaba matándolo no poder tomarla, pero sabía que esto era lo más lejos que iría esta noche.

Pero eso no le impidió acariciarla a través de su orgasmo. Ella se estremeció, con los ojos abiertos y una bonita sombra color rosa coloreó sus mejillas.

Él sonrió, besando su mandíbula cuando se relajó en sus brazos.

-¿Te sientes mejor? -Hangeng le acarició el cuello y luego la lamió hasta su oreja. Era fey, por lo que sus orejitas puntiagudas eran ultrasensibles. Tenía razón, ella gimió una vez más.

Podía comérsela cuando ella estaba así, todo masilla y saciada en sus brazos. Sólo hacía que la esperanza de tenerla desnuda y reclamarla fuera aún más dulce.

 

-Tengo que ir a casa -murmuró mientras le mordió la oreja.

-No -dijo mientras la apretaba   en   sus brazos-. Quédate conmigo, Nana. ¿No crees que ya es hora, hermosa?

Ella se apartó, lo miraba con sus iris desenfocados.

-Pronto, Hangeng, lo prometo.

Le robó otro beso antes de dejarla firme sobre sus pies.

 

Inclinándose sobre ella, Nana no tuvo más remedio que inclinarse hacia atrás en el árbol. Con el pulgar, le levantó la barbilla para verla a los ojos. -Voy a darte cinco días, hermosa. Cuando esos cinco días pasen, voy a tomar lo que es mío.

 

continuara...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).