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53. El Loco Muerdago de Nana. (31) por dayanstyle

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Luhan caminó alrededor de la mesa de billar, viendo a Hee Chul colocar las pelotas contra la pared, rodó  los ojos.

-Puedo oír mi cabello crecer. Date prisa y toma tu turno.

-No me apures porque estás perdiendo -respondió cuando su teléfono sonó. Luhan lo tomó de su cadera, viendo a Hee Chul-. No hagas trampa.

Hee Chul se detuvo mientras Luhan respondía su  teléfono.

-Funeraria  Kim. Usted los apuñala y nosotros lo enterramos. Luhan el sepulturero le habla.

-Oh, eso es bueno. Voy a tener que usar eso.

-Siéntase libre -Luhan frunció el ceño-. Con tal de que me digas quién eres.

-Lo descubrirás muy pronto si el hermano de Hangeng no resuelve esto. Si no paga, vamos a empezar con esa fey que es tu hija y luego seguiremos con toda tu familia.

-¡Inténtalo y veras que lejos llegas!

Hee Chul estaba a su lado, frunciendo el ceño mientras el que llamaba colgó. -¿Qué infiernos sucede? -le preguntó.

Luhan guardó el teléfono de nuevo, lanzando el palo de billar sobre la mesa. -Busca a Key y Tao. Tenemos algunos negocios que atender. -Nadie jodía a su familia. Tan pronto como descubriera lo que sucedía, Luhan iba a matar a ese bastardo que había amenazado a las personas que más significaban para él.

 

Tan pronto como Hee Chul salió de la habitación, Luhan llamó a Kiseop. Intentó hacer el menor ruido posible. Lo último que quería era que Jongin averiguara que había algún tipo de mierda con Hangeng.

Jongin no escuchaba razones cuando se trataba de Nana, y sabiendo que todo lo que amaba acababa de ser amenazado a causa del hermano de Hangeng sólo enviaría a su pareja al borde.

El elfo que solía ser azul se apareció, con aspecto irritado como siempre. -¿Debería rodar y lamer mis bolas?

Luhan se habría reído de la referencia del perro, pero después de la llamada que acaba de recibir, lo único que quería era respuestas. -¿Qué sabes acerca del hermano de Hangeng?

-¿El elfo de Santa? -Kiseop preguntó mientras veía a Luhan como si realmente no quisiera estar allí.

-Sí, ese es el tipo.

Kiseop se encogió de hombros mientras apoyaba la cadera en la mesa de billar. -Ellos son una raza diferente de elfos. Realmente no sé mucho, excepto que el hermano de Hangeng, Henry es adicto al juego.

«Mierda». Eso no era lo que Luhan quería oír. -¿Quién lo estaría persiguiendo si tiene una deuda?

-¿Qué pasa con el repentino interés? -Kiseop preguntó.

-Recibí una llamada telefónica diciéndome que mi familia estará en peligro si Henry no lo resuelve.

Kiseop se enderezó, negando con la cabeza mientras cruzaba los brazos sobre el pecho. -Son elfos de las sombras, pero no puedo interferir, Luhan. Si es una deuda legítima, no hay nada que pueda hacer al respecto. Es nuestro derecho.

Luhan le dio a Kiseop una dura mirada. -Está bien, pero al menos me dirás quién es el hombre. Necesito saber con quién estoy tratando.

El labio superior del  hombre  se  curvó. -Confía en mí. No quieres reunirte con Yeong Jin y G:amma. No son elfos de las sombras que puedas engañar.

-Y yo no soy un humano que puedan amenazar, Kiseop. Estamos hablando de mi familia. ¿Qué crees que Jongin haga cuando se entere de que algunos de los tuyos me han llamado y me han dicho que mi familia va a ser  eliminada? ¿Crees que va a sentarse y dejar que suceda?

-Buen punto -dijo Kiseop con irritación-. Pero si yo interfiero, mi fuerza como su líder estará en tela de juicio. Esta no es la primera vez que Henry está en problemas con ellos. Si me lo preguntas, él tiene que arreglar este asunto.

Oh, Luhan planeaba enfrentar a ese tipo Henry. Podría importarle una mierda si los hombres de las apuestas le quitaban la vida, pero ahora estaba involucrada su familia y Luhan no iba a mantenerse al margen y dejar que eso sucediera.

-Dame una salida.

-Solo por el hecho de que no quiero una guerra contra Jongin, te lo voy a decir -dijo Kiseop-. Pero si sacas a Henry de esto, recuerda mis palabras, sólo dará la vuelta y se endeudara de nuevo.

-No -dijo Luhan-, no lo hará. Puedo garantizar que su mal se curará. -Por desgracia, Henry pronto sería parte de la familia   tan   pronto  como Hangeng se emparejara con Nana. No había manera en el infierno que Luhan permitiera al hombre hacer esto otra vez.

-A menos que maten a Henry primero no se les permite emprenderlas contra el árbol familiar. Ellos los amenazarán, tratando de asustarlos para que paguen su deuda, pero no pueden tocarlos. Mantenlo seguro y no te dañarán ni a ti ni a los tuyos.

-Jesús, los gánsteres tienen reglas. Que jodidamente amable.

Kiseop se acercó más, entrecerrando los ojos mientras hablaba. -No te burles sobre esto, Luhan. Yeong Jin y G:amma han acabado con familas enteras antes.  No  están  jugando aquí. Mantén a ese alborotador aquí, donde no puedan  llegar a él hasta que encuentren una solución.

Luhan miró a Kiseop y luego sonrió. -¿Cómo van las cosas con Hoon? ¿Ya tienes las bolas para acercarte a su familia o sigues actuando como un niño de cinco años, demasiado asustado para reclamar lo que es tuyo?

-Vete a la mierda, Luhan -gruñó Kiseop desapareciendo.

Niel entró en el estudio viendo alrededor. -Yo silencié las alarmas porque pensé que Nana estaba apareciéndose furtivamente.

Luhan maldijo de nuevo. -¿Sabes a dónde fue?

Niel sacudió la cabeza. -No, pero ella fue a encontrarse con Hangeng.

Dios, esto estaba cada vez mejor y mejor. Aunque Kiseop le había dicho que los elfos de las sombras no podían tocar a nadie hasta que Henry estuviera muerto, Luhan no iba a confiar la seguridad de su hija a simples  reglas  de  mafiosos.

Necesitaba encontrar a Henry antes que Yeong Jin y G:amma lo hicieran.

-Desconecta las alarmas. Voy a salir y no quiero que Jongin lo averigüe.

Niel se retorció las manos enguantadas en frente de él. -Voy a conseguir un sermón por esto. Sí, lo tendré. Odio cuando Jongin me sermonea. -Niel se acercó más-. Da miedo cuando está enfadado.

-Yo me encargo de mi pareja. Eso sí, no le digas que nos hemos ido.

-¿Nos? -Niel preguntó-. Espera, no   me lo digas. Cuanto menos sepa mejor. -Él salió corriendo del estudio mientras Hee Chul, Key, y Tao llegaban.

-Vamos, señores. Tenemos un adicto al juego que cazar antes de que muera.

-¿No vamos a patear el culo de alguien? -Key preguntó.

-Quizás lo haremos.

 

 

 

-¿Que dijiste? -Hangeng dijo mientras se apartaba.

Nana no había querido dejarlo salir así, pero no podía pensar en ninguna otra manera más fácil de darle la noticia. -Un desconocido llegó a la casa para ver a Leeteuk. Tan pronto como abrí la puerta, lo supe.

Ella sintió su corazón apretarse cuando Hangeng se puso de pie, alejándose unos pasos. Metió las manos en la espalda, viendo la hermosa agua, sumido en sus pensamientos. Ella no estaba segura de si debía preguntarle qué estaba pensando o dejar que resolviera las cosas en su cabeza.

-Nunca he oído hablar de un fey que tenga más de una pareja, Nana. -Se giró, sus ojos se llenaron de algo parecido a la desesperación-. No renunciare a ti. Eres mía.

Nana se puso de pie, acomodó sus pantalones, y luego empujó hacia abajo su camiseta. -No te pido que renuncies a mí. Lo único que digo es que sentí la atracción hacia él. ¿Cómo sabes que ustedes dos no son pareja?

Hangeng frunció el ceño. No era una mirada que Nana quería ver. Ella esperaba que fuera razonable acerca de esto. Su vida ya estaba envuelta en la locura con su padre negándose a dejarla ir y descubrir que tenía otra pareja.

-Háblame, Hangeng.

-Estoy pagando lo que le hice a tu familia, ¿verdad? -él preguntó mordazmente-. El destino está dando su última carcajada a mi costa. Ya es bastante malo que tenga que esconderme de tu padre para verte. Ahora tengo que tratar con otro hombre. -Caminó un poco más lejos, la ira rodando fuera de él-. ¿Dónde está?

-No lo sé -respondió ella con sinceridad-. Se supone que debemos reunirnos mañana por la mañana para desayunar en el restaurante.

Hangeng se dio la vuelta, estrechando sus ojos verdes.

-¿Haces citas a mis espaldas, hermosa?

Nana sintió que su ira subía a alta velocidad. -¡Yo no pedí esto! He venido esperando que pudieras ayudarme, pero en su lugar, quieres lograr enojarme.  Jódete, Hangeng. -Nana desapareció, dejándose caer sobre su cama haciéndose un ovillo y cubriéndose la cara con las manos. Cómo pudieron las cosas empeorar tanto. Ayer, ella había planeado decirle a Hangeng que estaba lista para estar con él.

Ahora yacía en su cama hecha un maldito lío. Sentía sus emociones desgarrándola mientras se secaba las lágrimas de sus ojos. Quizás ella no debería esperar hasta el desayuno. Quizás tenía que ir a buscar a Seven y tener una larga conversación con él. No había manera de que fuera a dejar que Hangeng cerrara el tema cuando ella sabía en su corazón que había sentido la atracción. Si ambos hombres no podían resolver las cosas, los iba a entregar a ambos a Jongin y terminar con eso. Nana desapareció de nuevo, rezando para que Niel siguiera manteniendo las alarmas desconectadas por ella. Necesitaba respuestas, y ella las necesitaba ahora.

El hombre había dicho que estaría en la Villa por un par de semanas cuando estaba hablando en la cocina  con Leeteuk. Todo el mundo sabía que los departamentos junto a la estación de policía era donde por lo general vivían los inquilinos que alquilaban departamentos a corto plazo.

Tomando la oportunidad, Nana apareció al lado del edificio y luego caminó. Maldición, debería de haber recordado tomar su suéter antes de salir tan enojada. Tenía frío como el infierno, pero ella no iba a regresar a casa por su chaqueta.

Abriendo la puerta del edificio, ella entró y revisó los buzones. Encontró sólo uno sin nombre y rezó para que fuera el departamento de Seven.

Realmente no estaba segura de lo que iba a decir una vez que tocara a la puerta. ¿Pensaría que ella era una acosadora? ¿Le cerraría la puerta en las narices?

 

Solo había una forma de averiguarlo. Subiendo los tres tramos de escalones, Nana llegó hasta fuera de la puerta y vaciló. ¿Realmente era tan valiente? No había pensado en una razón suficientemente buena para decirle por qué estaba allí. Oh, planeaba hacerle saber lo que él era para ella, pero pensó que era mejor mantener eso para sí misma hasta que le permitiera entrar.

Controlando sus nervios, Nana llamó. Era tarde, y no estaba segura de sí él pudiera —la puerta se abrió y Nana perdió la capacidad de respirar. Seven estaba allí con una toalla envuelta alrededor de su cintura, viéndose lo suficientemente bueno como para comerlo. Se lamió los resecos labios mientras veía la delgada pieza de tela alrededor de su cuerpo.

-Nana, no te esperaba.

Eso era evidente   por   su  medio desnudo estado. Alejando la imperiosa necesidad de hacer desaparecer la toalla, Nana se aclaró la garganta.

-Lo siento por llegar inesperadamente Seven. -Estaba empezando a perder su valor hasta que recordó el miedo de Hangeng de que Seven pudiera remplazar al hombre fey. Era ridículo en su mente y estaba decidida a demostrar que Seven y Hangeng también eran compañeros-. ¿Puedo pasar?

Seven dio un paso atrás, pero la dejó en la puerta mientras entraba y recogía algunos archivos, metiéndolos rápidamente en un maletín. -Siéntete como en  tu casa. -Señaló el sofá. -Me disculpo, pero creía que íbamos a encontrarnos mañana por la mañana.

Ella miró su bien redondeado trasero bajo la toalla, y sus dedos se morían de ganas de pasar por ambos montículos. Se mordió el labio inferior, se sentó y se obligó a dejar de verlo estúpidamente.  -Se  suponía  que  sería  mañana  por la mañana -respondió ella. Sabía que necesitaba decirle. Nana simplemente no sabía cómo decirle.

 

-¿Puedes darme un segundo para ponerme algo   de ropa?

Ella no quería que se pusiera ropa. Quería que se quitara esa toalla. ¿Pero podría ella decírselo en voz alta? No.

¿Lo  quería? Sí.  Asintiendo,  Nana se  sentó  en  el sofá, cruzando las manos sobre el regazo, viendo a su alrededor.

Se quedó allí sentada recorriendo diferentes maneras de decirle que era fey y que él era su segunda pareja. Nada parecía sensato en su cabeza. Seven era un humano. Necesitaba decírselo tranquilamente. No tenía sentido asustar al hombre.

Quizás tenía que empezar por preguntarle si creía en fantasmas para ver si estaba abierto a la idea de lo sobrenatural. Nana nunca tuvo que explicar el mundo en que vivía a nadie y no parecía que fuera tan fácil como se podría pensar. No tenía ni la menor idea de por dónde empezar.

¿Cómo lo habrían hecho los shifter de su casa que tenían como parejas a humanos para hablarles de estas cosas? Quizás debió de haber averiguado antes de venir aquí.

Nana se enderezó cuando Seven volvió a entrar en la habitación. Dios, él se veía bien en sus pantalones y suéter de cachemira. Ella no estaba segura de cómo terminó con dos parejas magníficas, pero infiernos si no estaba agradecida.

-¿Quieres algo de beber? -Seven preguntó, sonriéndole mientras se dirigía a la puerta entre la sala y la cocina.

-Seguro.

 

Ella había esperado que él le ofreciera un té caliente o algo por el estilo, pero él se acercó a una barra y tomó una botella de whisky y vasos de cristal. Nana nunca había bebido antes y no estaba segura de que este fuera un buen momento para empezar, pero tomó el vaso que le ofreció cuando se acercó y se lo entregó a ella.

-Así que, Nana, dime por qué estás aquí. -Seven se sentó junto a ella, poniendo su brazo sobre el respaldo del sofá mientras tomaba un sorbo del líquido ámbar.

Nana miró su vaso, preguntándose por dónde empezar cuando sintió que el vello de su brazo se erizó. Levantó la cabeza a tiempo para ver aparecer a Hangeng, viéndolos a ambos.

-¿Que infiernos? -Seven se levantó del sofá, retrocedió mientras miraba a Hangeng como si hubiese visto un fantasma y luego... se desmayó.

Hangeng rápidamente alcanzó a Seven antes de que cayera al suelo mientras Nana se tomaba el trago sintiendo la quemadura y rezando para que Hangeng no le hubiera causado un infarto al hombre.

 

continuara....

 

 

 


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