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53. El Loco Muerdago de Nana. (31) por dayanstyle

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-¿Es él? -Luhan preguntó mientras entraba en el cuarto de atrás de un combate de boxeo ilegal. El lugar olía a sudor y sangre. Luhan tampoco estaba muy seguro acerca de los desagradables personajes a su alrededor. Él había tratado con su cuota justa de malos, pero estos hombres se veían como si pareciera que cortarían la garganta de alguien mientras sonreían.

Realmente no le asustaban, no después de tratar con vampiros, demonios, y rebeldes —pero se mantuvo cauteloso, permaneciendo atento a todo lo que sucedía a su alrededor.

Saludó inclinando la cabeza a algunas personas mientras cruzaban el cuarto. Tao conocía a Henry de antes, por lo que sabía cómo se veía. Luhan no le preguntó a Tao cómo había conocido al hermano de Hangeng. Él sólo quería tomar al hombre que lo había metido en este lío y salir de aquí.

-Asqueroso -dijo Key mientras levantaba su bota. Luhan miró hacia abajo viendo que el hombre Goth había pisado sangre-. ¿Podemos tomar al tipo y salir de aquí?

-Ese es el plan -dijo Hee Chul.

 

Los cuatro se giraron cuando sonó la campana y dos hombres comenzaron a boxear en el centro de la habitación. Luhan había visto boxeo en la televisión, pero nunca de cerca. Ni siquiera estaban usando guantes, solo cinta blanca alrededor de los nudillos.

 

Tao le dio un golpecito en el hombro y señaló con la cabeza hacia el fondo de la sala. -Tenemos que agarrar a Henry y salir de aquí antes de que los elfos de las sombras aparezcan.

Luhan apartó la vista de la lucha y comenzó a caminar hacia Henry cuando vio a dos elfos azules aparecer.

«¡Joder!». -Démonos prisa -gritó Luhan cuando los dos elfos comenzaron a mirar en la habitación llena de gente. Él se abrió paso entre la multitud de personas, haciendo todo lo posible para llegar a Henry antes de que los otros hombres lo hicieran.

Justo cuando Luhan salía de entre la multitud, alguien gritó: -¡Policía!

Bien, ahora realmente necesitaba sacar su culo de aquí. Si Jongin se enteraba de que Luhan estaba en un lugar como este, la mierda golpearía hasta el techo. Luhan corrió entre la multitud que corría, tratando de mantener sus ojos en los hombres que habían venido con él, en Henry y en los hombres tras Henry.

Sin mencionar a los policías.

Luhan sabía que todo el mundo estaba en pánico porque nadie se dio cuenta que dos hombres azules se dirigían hacia el elf con miradas asesinas.

Alguien agarró la parte posterior de la camisa de Luhan, pero él se soltó y siguió al frente hacia el hermano de Hangeng.

Se sintió aliviado al ver que Tao alcanzaba a Henry primero, pero antes de que pudiera hacer lo mismo, un hombre de uniforme azul se puso delante de él y le cortó el camino.

-Por aquí -gritó Key, tomando a Luhan por el brazo y jalándolo. Hee Chul estaba justo detrás de ellos, los tres se dirigieron hacia la puerta. Sabía que Tao llevaría a Henry a la Casa. La pregunta era, ¿podrían Luhan y los otros dos regresar? No tenía ni idea de dónde estaban o qué tan lejos estaban de casa, Tao los había traído.

Luhan casi había llegado a la puerta cuando fue arrojado al asqueroso suelo, siendo jaladas sus manos por detrás de su espalda. -¡Quédate ahí!

-¡Pero yo no hice nada!

-Eso es lo que todos dicen -dijo el policía que colocó las esposas en su lugar-. Díselo a tu abogado.

Mientras el policía lo levantaba, Luhan comenzó a luchar. No había manera de que él fuera a llamar a Jongin y le dijera a su pareja que había sido arrestado en un combate de boxeo ilegal.

El policía jaló su brazo. -¿Quieres añadir resistencia a la autoridad a tus cargos?

-¿Dónde está tu espíritu navideño? -Luhan le preguntó al policía mientras se dirigían hacia la puerta.

-Santa no lo ha dejado bajo mi árbol en años.

Mirando a su alrededor, Luhan vio que Key y Hee Chul estaban también esposados. Por suerte, él no vio a Tao ni a Henry ni a los dos hombres azules.

Luhan sólo esperaba como el infierno que Tao hubiera logrado sacar al hombre antes de que los elfos lo alcanzaran.

Esto no iba según lo planeado.

-¿Dónde estoy? -Luhan le preguntó al policía.

-En la tierra -respondió con sarcasmo-. ¡Bienvenido!

-Tienes un verdadero jodido sentido del humor -bufó Luhan.

-Al menos no soy el que está siendo detenido. -Fue sacado por la puerta de atrás al estacionamiento. Estaban los carros de policía allí, las luces giraban, y había un montón de ruido mientras más personas estaban siendo arrestadas y sacadas.

-¿No puedes solo darme una advertencia? -Luhan preguntó-. Cruzo mi corazón de que no seré atrapado aquí de nuevo.

-Realmente cómico. -El policía abrió la puerta trasera del carro y empujó la cabeza de Luhan hacia abajo-. Ríete en el asiento trasero.

-Jongin me va a fusilar esta vez -murmuró mientras la puerta del carro se cerraba de golpe.

 

 

 

Nana gritó y saltó frente a Hangeng y Seven cuando Jongin fue tras ellos. -¿Él quiere hacer qué? -Jongin gritó-. Voy a matarlo.

Siwon y Chanyeol agarraron a Jongin y lo apartaron. -No puedes matar a su pareja -dijo Siwon empujando a Jongin.

-¡Mírame!

-Juro por Dios que si pones una mano en alguno de ellos, me iré y nunca regresaré. -Nana le gritó-. Cálmate, rompe algo, tira algo, pero déjalo ir.

-¿Tu maldita pareja nos quiere exponer y quieres que me calme? -preguntó Jongin con asombro e ira-. Mejor que se sienta afortunado de que aun respira.

-Papá.

-No vengas con lo de papá -dijo Jongin en un tono que solo reservaba para cuando estaba verdaderamente enojado con ella-.Tus dos parejas realmente son unos malditos ganadores. La única razón por la que el humano no está muerto en este momento es porque él es tu pareja. Pero confía en mí, no dejará esta casa hasta que sepa que no es una amenaza para nosotros. -Jongin vio a Seven-. Pero si lo encuentro en tu dormitorio, lo convertiré en un eunuco.

-¡No puedes retenerme aquí! -Seven gritó indignado. Nana gimió.

Jongin se acercó, sus ojos estrechándose hasta dos ranuras diminutas. Nana podía ver la vena en el lado de su sien no solo visible sino que palpitaba. -Oh, yo puedo mantenerte aquí, humano. Puedo hacer lo que jodidamente quiera. Harías bien en mantener la boca cerrada y permanecer bajo mi radar si quieres salir de aquí aun con bolas.

Gracias a Dios, Seven no dijo ni una palabra más. Pero, podría ser por el hecho de que Hangeng tenía una mano sobre la boca del hombre. Cualquiera que fuera el caso, Seven no  emitió ni un sonido.

Jongin  se  giró  señalando  con  su  dedo  a Chanyeol.

-Muéstrales a ambos una habitación. Que sea en el extremo opuesto de la de Nana.

Nana sabía que su padre estaba hablando  de Seven y Hangeng. Ella quería darle una patada. Podía entender su enojo por lo que Seven quería hacer. Pero había pasado tiempo desde que Hangeng había hecho sus bromas. Su pareja había tratado de hacer todo lo posible para hacer las paces con el Alfa, pero Jongin era tan obstinado.

-No puedes apartar de mi a mis parejas -argumentó.

-Mientras estés bajo mi techo, mírame.

Nana quería jalarse el cabello en señal de frustración. -¡No soy una niña pequeña!

Él la ignoró mientras se alejaba. Nana no estaba segura de que alguna vez la viera como la mujer en la que se había convertido. Era como si él se negara a dejarla crecer. Le dolía el corazón saber que la única forma en que podría estar con sus parejas era yéndose.

Una vez que la multitud se dispersó y Chanyeol llevó a sus parejas a su habitación, Nana se sentó en el escalón, frotándose las manos en sus muslos y deseando no tener que hacer la decisión más difícil de su vida.

Había estado a punto de irse antes de saber que tenía dos parejas. Estaba lista para irse ahora. Pero eso no hacía que la decisión fuera más fácil. Escuchó los ruidos de la casa y sabía que perdería a todas y cada una de las personas bajo este techo. Todos ellos habían llegado a significar mucho para ella durante los años.

-Él recuperara el sentido -dijo E.Den mientras llegaba a las escaleras y se sentaba a su lado-. Sólo dale tiempo... como cien años.

-No creo que incluso entonces entre en razón, tío E.Den. Tiene metido en la cabeza que sigo siendo la niña de cinco años que llegó aquí. Él se niega a verme de otra manera.

 

-No es fácil dejarte ir. -E.Den envolvió su brazo alrededor de los hombros de ella y la jaló hacia él-. Pero no puedes dejar que gane, o serás miserable.

-Ya lo sé, pero no puedo encontrar la manera de hacer que me vea como la adulta que soy. -Nana había exprimido su cerebro tratando de encontrar una solución. Ella había argumentado hasta el cansancio con el obstinado hombre, pero Jongin se negaba a escuchar nada de lo que tuviera que decir. En su corazón, Nana sabía que su única opción era dejar su techo.

-Decidas lo que decidas, te apoyaré al cien por ciento. -E.Den la besó en la sien y luego se aclaró la garganta-. Por cierto, he tenido la intención de hablar contigo.

Nana se tensó en sus brazos. -No me digas que quieres hablar acerca de los pájaros y las abejas.

E.Den se encogió de hombros. -Bien. Hablaremos de los feys y los humanos -dijo-. Pero ya que tienes dos parejas, hay cosas que debes tener en cuenta.

Nana se levantó de un salto, retrocediendo. -Si empiezas a hablarme de sexo, te voy a patear.

-Todos sabemos que eres inocente, Nana. Dime sabes qué hacer con dos hombres -le dijo.

-Lo voy a averiguar por mi cuenta. -Corrió por el pasillo, rezando para que no viniera tras ella y tratara de terminar la conversación. ¿Se habrían reunido todos para hablar sobre su virginidad y decidieron educarla a la locura?

Ella se detuvo cuando Jongin salió de su oficina, con los ojos tan oscuros que parecían negros. -No te he desobedecido -aclaró-. No he ido a ninguna parte cerca de su habitación.

-Esta vez no eres tú. Parece que Luhan, Key, y Hee Chul fueron arrestados por la policía de Seoul.

Nana parpadeó. -¿Cómo?

 

Jongin se dirigió hacia la puerta principal, Kyuhyun y Siwon se unieron a él. -Eso es lo que intento averiguar.

Ella los vio salir por la puerta principal y luego giró sobre sus talones, de regreso al pasillo. Dado que Jongin no estaba aquí, iba a encontrar a Hangeng y Seven. Necesitaba hablar con ellos acerca de sus planes, pero ella también tenía que ver si Seven había cambiado de opinión.

Después de buscar a través de dos docenas de habitaciones, Nana finalmente encontró a sus parejas en el segundo piso, en el otro extremo de la casa. Se deslizó dentro y presionó su espalda contra la puerta. Hangeng estaba sentado en una de las sillas de la recamara, relajado. Era Seven quien se paseaba por la habitación, viéndose como un pájaro enjaulado.

-No tiene derecho a retenerme aquí -argumentó Seven.

-¿Quieres callarte? -Nana gruñó-. Esto es más grande que tú y tu idea de hacer que el mundo nos conozca.

-¿Qué? -Hangeng preguntó acercándose y jalando a Nana a sus brazos. ¿Cómo se suponía que debía pensar con ese musculoso hombre envolviéndola? Realmente no ayudó que sus manos comenzaran a recorrer todo su cuerpo.

-¿Cómo sabes que Jongin no entrara aquí en cualquier momento? -preguntó  Seven.

-Porque -dijo Hangeng cuando comenzó a mordisquear su oreja-. Ella no estaría aquí si Jongin estuviera en casa.

 

Hangeng tenía razón. Nana no se arriesgaría a que su padre los matara si la encontraba con ellos. Eso sólo solidificó su decisión de dejar el techo de Jongin. Sabía que nunca tendría una oportunidad con ellos si se quedaba aquí. -No puedo pensar -ella gimió cuando Hangeng deslizó la mano debajo de su suéter, pasando sus dedos sobre su piel desnuda.

-No quiero que pienses, hermosa.

-Nos enfrentaremos a una muerte segura si ese gigante de hombre la encuentra aquí y ¿estás pensando en el sexo? -Seven preguntó con asombro.

-Oh, sí -respondió Hangeng.

Nana se estremeció cuando sintió su cálido aliento como un pequeño viento caliente en su cuello. Las manos masajeando sus costados, recorriendo su camino hacia arriba hacia sus pechos, y sus labios estaban provocando su carne tan malditamente bien que se olvidó por qué había venido aquí en primer lugar. Su vientre se tensó mientras abría más los muslos, pensando en las traviesas cosas que podía hacer con ella, como las que ya había hecho.

-Ver o unirte es tu elección, Seven. -Hangeng levantó la blusa de Nana, gimiendo cuando vio sus pechos. Estaba nerviosa y emocionada al mismo tiempo. Él había ido más lejos y más lejos con ella últimamente, y no estaba segura de qué tan lejos iría hoy.

Nana nunca había tratado con otro hombre en la ecuación antes. Seven podría no estar haciendo nada, pero la sola idea de que ambos la tocaran y besaran la hizo estremecerse. Necesitando piel Nana sacó la camisa de Hangeng del pantalón y deslizó sus manos bajo la suave tela para sentir la carne caliente bajo sus dedos.

 

Pudo sentir el hambre formándose dentro de ella por el hombre por el que había esperado tanto tiempo para estar y por el hombre al que acababa de conocer. El olor de Hangeng excitaba sus sentidos. Era a macho, caliente, oscuro, y cautivador, ella temblaba bajo su tacto.

Sus ojos verdes parecían oscurecerse cuando él la miró con todo el peso de su mirada. Hangeng estaba tan hambriento como ella. Nana podía verlo, sentirlo y saborearlo en el aire a su alrededor. Ella luchó por respirar mientras sentía unas calientes manos recorrer la curva de su espalda y sabía que no pertenecían a Hangeng.

Su cuerpo se estaba preparando para  ser reclamado. Ella estaba preparada, pero aterrorizada por la intensidad que podía sentir pulsando a través de ella como malvadas llamas.

Cuando Seven presionó su pecho contra su espalda, Nana sabía que no había quien los detuviera. Hangeng agarró su mandíbula, deslizando su lengua dentro de su boca, empujándose dentro lenta y suavemente. Su cuerpo se tensó cuando las manos de Seven se movieron hacia la cintura de sus pantalones.

Parecía que no estaban perdiendo el tiempo. Sabían que Jongin no estaría afuera durante mucho tiempo, y tenían planes de reclamarla sin preludios o juegos previos. Ella gimió mientras deslizó las manos sobre los hombros de Hangeng  anchos y fuertes hombros. Hombros que se flexionaban con fuerza y poder.

-Oh, Dios -Nana gimió cuando las manos de Seven apretaron la curva redondeada de su carne mientras   bajaba sus pantalones lentamente.

-Amo el sabor de tu piel -dijo Hangeng mientras besaba su camino hacia la curva de su pecho. Nana arqueó la espalda apretando su coño y su clítoris palpitaba ante la sensual manera en que sus dos parejas la estaban tocando.

-Desnúdala, Seven -dijo Hangeng mientras tomaba la punta de su pezón con la boca, lamiendo la sensible piel con la lengua mientras la jalaba hacia él. Seven terminó de quitarle los pantalones, dejando a Nana de pie en bragas y sujetador.

Se sentía vulnerable, expuesta ante estos hombres, Hangeng comenzó a caminar hacia atrás. Nana lamió los labios, jadeando con fuerza mientras sentía el erótico calor recorrer su carne. Estos dos iban a hacerla entrar en combustión. Nana no estaba segura de sí sobreviviría. Una totalmente consumidora necesidad asumió el control, y no le importaba si se ahogaba con los dos hombres.

Hangeng la acostó mientras Seven se acurrucaba del otro lado, completamente desnudo, su grueso y pesado pene sobresaliendo de su ingle.

-Eres sexy, erótica y caliente como el infierno -dijo Seven con un gruñido gutural mientras se inclinaba y tomaba los labios de Nana por primera vez. Ella se retorció bajo las manos que la exploraban mientras la lengua de Seven entraba profundamente en su boca, devorándola. La realidad comenzó a retroceder mientras Seven la besaba como si su vida dependiera de ello y Hangeng chupaba el pezón en su boca.

Su respiración se hizo más profunda cuando Seven le tomó la mano y la guio hacia su pene. El eje se sentía como acero forjado bajo sus dedos cuando ella los curvó alrededor de su caliente carne. Se preguntó qué se sentiría el tener a Seven enterrado profundamente dentro de ella, reclamándola, mordiéndola hasta que ella gritara su liberación.

 

-Estas tan húmeda -dijo Hangeng mientras deslizaba sus dedos entre los pliegues de su coño, capturando el pequeño brote entre sus dedos. Sus caderas se tensaron mientras los dedos de Hangeng jugaban, extrayendo más jugos y explorando entre sus piernas. Traviesa hambre se elevaba a la vanguardia de sus sentidos mientras Seven se apartaba y la veía con sus ojos azules tipo Husky siberiano. La excitación que nadaba en sus profundos y casi cristalinos ojos le quitaba casi cualquier color.

Un estremecimiento recorrió su espalda y estalló en la parte posterior de su cuello, la electricidad parecía recorrer todo su cuerpo cuando Hangeng la besó íntimamente entre sus muslos. Podía sentir el placer crecer dentro de ella.

Seven tomó su mentón, girándola hacia él mientras la cabeza de su erección se presionaba contra sus labios. Sus dedos le abrieron la boca y se deslizó al interior con un grito gutural. -Chúpame, bebé.

Su lengua lo acarició con movimientos lentos e inseguros mientras disfrutaba de la caliente y picante esencia de su pareja en la boca. Un gruñido bajo y sexy llenó la habitación mientras él sostenía su cabeza en su lugar, y empujaba su eje con medidos movimientos.

Arqueando la espalda, Nana gritó alrededor del eje de Seven mientras su cuerpo se fragmentaba en miles de diminutos pedazos llenos de placer cuando su orgasmo la atravesó. Hangeng aferró sus caderas, sujetándola mientras la lamía hasta que su cuerpo sólo podía sacudirse y temblar.

Ella gritó en señal de protesta cuando Seven sacó su eje, pero la protesta no duró mucho cuando Hangeng apareció a su lado, su pene en la mano, acercándolo a su boca.

 

-Me toca a mí, hermosa. -Sus pestañas bajaron, con fuerte sensualidad. Sus labios llenos, su rostro con deseo y la necesidad que esperaba que Nana le proporcionara. Sus labios se separaron cuando ella tomó el pene de Hangeng en su boca, succionando la cabeza mientras sentía a Seven   moverse entre sus piernas.

El estómago de Nana se tensó y su coño palpitaba ante la idea de unirse a Seven. Él era su pareja y entrelazarían sus almas para siempre.

 

El pene de Seven estaba tan sensible que era casi insoportable. Sabía que debía encontrar una manera de salir de este lugar, no tener sexo con Nana. Pero por mucho que su mente le dijera que escapara, su cuerpo era atraído a ella como una polilla a una llama. Había algo en los dos que hacía que Seven abriera las piernas mientras sus dedos acariciaban sus sedosos muslos. No estaba seguro de qué era ese sentimiento, pero él no iba a negarse al placer que encontraba al estar cerca de esos dos. La idea hacía que su pene estuviera duro y pesado, mientras sus dedos jugaban en la entrada de su coño, luego agarró su duro y doloroso pene y empujó la cabeza del pene a la mojada entrada.

Hangeng soltó un largo gemido, con el rostro contorsionado en puro éxtasis cuando Seven levantó las caderas de Nana y se empujó hacia adelante.

Se congeló ante el terrible descubrimiento mientras bloqueaba las piernas de Nana en su lugar y su cuerpo temblaba. Ella era virgen ¡maldición! ¿Qué había hecho? ¿Por qué ella iba a entregarse a un extraño como él? Seven sintió la culpa empezar a construirse dentro de él.

 

Sabía que no podía tomarla como si no importara, como si sólo fuera sexo.

Extendiendo su mano sobre su abdomen, Seven tomó una profunda respiración, dejando escapar lentamente el aire mientras sus músculos se sentían como si estuvieran en su punto de ruptura. Pero él no se iba a mover hasta que el cuerpo de ella se relajara.

-¡Ven aquí! -Hangeng enganchó la parte posterior del cuello de Seven, jalándolo para darle un beso. Pero no fue un simple beso. La lengua de Hangeng entró en la boca de Seven, tomando posesión. Se sentía casi como si Hangeng marcara su reclamo. Seven movió sus dedos en la cara interna del muslo de Nana, masajeando la piel sintiéndola relajarse lentamente.

-Muévete dentro de ella -dijo Hangeng en la boca de Seven-, porque yo voy a joderte tan fuerte que voy a dejarte medio muerto, guapo. -Hangeng tomó posesión de su boca una vez más.

El pulso de Seven se aceleró ante la promesa de Hangeng. Rompió el beso y miró a Nana. Ella tenía los ojos cerrados mientras chupaba más profundo el pene de Hangeng en su boca. La vista hizo que Seven se moviera un poco más rápido, silbando ante la sensación del apretado coño alrededor de su pene. Nunca había estado con una virgen antes y tenía miedo de hacerle daño.

Nana abrió los ojos y se giró a verlo. Seven contuvo el aliento al ver los iris azules llenos de calor sensual. Empujando sus piernas de nuevo un poco más separadas, Seven vio hacia abajo y vio su pene desaparecer dentro de su cuerpo, sintiendo el fuego recorrer su entrepierna mientras la tomaba.

 

Saber que él era el primer hombre que había estado con ella de esa forma, hizo que su necesidad de protegerla se apoderara de él, quería matar a cualquiera que se le acercara. Era una idea loca, pero eso no le impidió sentirse de esa manera.

Dejando caer un brazo, Seven vio lo que Nana le estaba haciendo a Hangeng. La vista era erótica como el infierno. Se inclinó más cerca, lamiendo el eje de Hangeng cuando Nana se apartó un poco. Los dos estaban saboreando al hombre, Seven curvó sus caderas empujándose dentro del mojado y apretado coño.

-¡Maldición! -dijo Hangeng mientras apoyaba su mano en la cabeza de Seven-. Mierda.

Seven trató de seguir el pene de Hangeng cuando el hombre se apartó, pero el tipo se había movido demasiado lejos. -Ustedes dos van a ser mi muerte.

Seven miró hacia abajo cuando Nana le acunó la cara y giró la cabeza. -Hola.

No pudo evitar la sonrisa que se  formó  en  sus labios. -Hola, hermosa.

-Ese es mi apodo para ella -dijo Hangeng mientras se movía detrás de Seven-. Pero voy a compartir.

Seven atrapó los labios de Nana, sus lenguas en duelo, cuando Seven sintió los dedos de Hangeng en su culo. Fue un reflejo automático Seven disminuyó el ritmo de sus empujes, sintiéndose nervioso como el infierno cuando el dedo de Hangeng se deslizó sobre su agujero.

-Relájate -dijo Hangeng cuando se inclinó hacia adelante y besó ambas mejillas-. ¿Alguien te ha jodido antes?

 

Apartándose de los labios de Nana, Seven negó con la cabeza. -Siempre he estado arriba. -Seven gimió cuando sintió la húmeda lengua de Hangeng sobre su culo. Nunca antes había sentido algo tan condenadamente bueno.

-Bueno, estás a punto de ser reclamado, guapo.

Nana levantó las piernas y las envolvió alrededor de la cintura de Seven mientras lo veía a los ojos. -La primera vez para ambos, ¿no es así?

Él sonrió y la besó en los labios. -Debiste haber dicho algo.

-¿Por qué? -ella preguntó, viéndose verdaderamente perpleja-. Eres mi pareja. Me puedes tener en cualquier momento que me quieras.

«Oh, infiernos». Seven sentía que su pene palpitaba dentro de ella. No estaba seguro qué maldita cosa era una pareja, pero infiernos si no tenía sexo con ella en cualquier momento que quisiera. Se detuvo con ese pensamiento. Seven no iba a quedarse. Él estaba aquí para comprar Villa Kim y seguir adelante.

¿Por qué ese pensamiento hacía que le doliera el pecho?

Seven no quería examinar esa sensación en estos momentos. Era extraño como el infierno, y en este momento lo único que quería hacer era perderse en estos dos. Seven dejó de pensar al sentir cuan caliente y tensa se sentía Nana alrededor de su pene. Ella enredó los dedos en su cabello mientras sus piernas temblaban en torno a él... y luego Seven sintió que el dedo de Hangeng entraba en él. Gimió cuando Nana lo jaló y capturó sus labios. Ella apretó sus piernas alrededor de él mientras Seven rompía el beso y tomaba un pezón en su boca. Estaba perdido en la sensación de ardor en su cuerpo. Su pene estaba enterrado profundamente bombeando duro, mientras que Hangeng utilizaba más de un dedo para estirarlo, prepararlo.

No podía aguantar. Necesitaba el eje duro como el acero de Hangeng llenándolo, jodiéndolo hasta el olvido — cualquier cosa más que esta lenta tortura que lo llevaba al borde del abismo.

Y entonces la roma cabeza del pene de Hangeng fue presionada contra su abertura. Seven se calmó, lamiendo el pezón de Nana, jodiéndola suavemente mientras Hangeng entraba en él. El coño de Nana se apretó alrededor de su pene, llevándolo al borde del abismo.

-Maldición, Seven -dijo Hangeng con un gemido bajo.

 

Seven besó el camino por el pecho de Nana, chupando su cuello cuando Hangeng empezó  a moverse. Algo en su interior se hacía añicos. La sensación era diferente a todo lo que había experimentado antes y Seven sabía que no sería la última vez. No cuando su cuerpo estaba ardiendo. Él gimió bajo y profundo en el oído de ella.

-Dios, Seven -dijo ella sin aliento-. ¡Jodeme duro!

Seven comenzó a moverse más rápido, sintiendo la dual sensación en su pene y culo. Y entonces algo muy extraño comenzó a suceder. Seven no podía entenderlo. No había una explicación lógica.

Pequeñas cintas de colores comenzaron a formarse frente a él. Giraron y se enredaron en el pecho de cada uno. Seven vio hacia atrás y vio la expresión de asombro en el rostro de Hangeng.

-¿Qué está sucediendo?

 

-Estamos enlazando nuestras almas -respondió Hangeng mientras el arco iris de colores se extendía y alargaba desde Hangeng. Las tres cintas comenzaron a girar alrededor de la otra, entrelazándose juntas... y luego Seven vio las pequeñas imágenes, hechas de humo, de ellos tres. Extendió la mano para tocarlas, pero su mano las atravesó. El espectáculo lo tenía hipnotizado.

Eran las imágenes exactas de Seven, Nana y Hangeng. Bailaban alrededor unas de las otras, se mezclaban juntas, y luego se separaron. La imagen de Nana se rompió por la mitad, una parte entró en Seven mientras la otra entró en Hangeng.

Lo mismo ocurrió con su imagen y la de Hangeng. La de Hangeng se dividió en dos, uno fue hacia Nana y la otra entró en él.

Los ojos verdes de Hangeng ardían con calor cuando la imagen de Seven desapareció en el pecho del hombre.

Era la cosa más extraña que hubiera visto, pero no podía negar el profundo lazo que instantáneamente le llenó por esos dos. En ese momento, Seven sabía que no podía vivir sin ninguno de ellos.

Salió de su aturdimiento cuando Hangeng se empujó contra él, recordándole a Seven que estaba siendo jodido completamente. Bajó la vista para ver a Nana encontrando que ella lo veía fijamente.

Deslizando su brazo debajo del hombro de Nana, Seven comenzó a moverse rápido y profundo dentro de ella, viendo como ella lo jalaba a sus brazos. Nana arqueó la espalda y gritó, flexionando su coño que se tensó alrededor del pene de Seven mientras su orgasmo la atravesaba.

-Dios, eres tan hermosa -murmuró Seven mientras Hangeng igualaba su ritmo, la necesidad de Seven llegó al máximo. Con una oleada de duros empujones, Hangeng se congeló detrás de él, rugiendo su liberación. Seven no estaba muy lejos. La explosión se formaba dentro de él, enviándolo por encima del borde mientras gritaba, su semilla brotó dentro de Nana mientras sus movimientos se hacían descoordinados, temblorosos.

Seven estaba débil cuando Hangeng se soltó, se movió de la cama y se dirigió al cuarto de baño. Seven sacó su pene de Nana y luego se dejó caer a su lado. Envolvió sus brazos alrededor de ella y se preguntó cómo iba a salir del lío con la Corporación Kang Ta para poder permanecer con ambos en Villa Kim.

Porque sin importar lo que su mente le dijera, Seven sabía que no iba a cerrar el trato en el pueblo de Kim o explotarlos. De alguna manera, fuera lo que fuera, lo que acababa de ocurrir entre ellos, los ataría juntos —Seven sabía que no podía irse.

Hangeng salió del cuarto de baño, rascándose la barbilla con expresión perpleja. -Traté de solo aparecer en la cama, pero no pasó nada.

Nana se sentó, viendo a Hangeng con los ojos muy abiertos. -Jongin debe haberle dicho al guardián que colocara hechizos más fuertes en la casa. Parece que ahora todos estamos atrapados aquí.

Seven no estaba seguro de quién era el guardián, pero sabía por la forma en que ambos se veían que él no saldría de la casa en ningún momento pronto.

 

continuara...

 

 

 

CAPÍTULO 10


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