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53. El Loco Muerdago de Nana. (31) por dayanstyle

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-Voy a azotar su trasero tan pronto como logre poner mis manos en ella -dijo Hangeng mientras se paseaba por su dormitorio-. ¿En qué estaría pensando?

Seven tenía que admitir que también estaba preocupado. Después de que Hangeng le explicó lo que estaba pasando con su hermano y los hombres tras Henry, se preguntaba acerca de la cordura de Nana. Tenía que estar loca para ir a buscar a los elfos de las sombras. Él también tenía la imperiosa necesidad de palmear su trasero.

Desde que conoció a ella y a Hangeng, los ojos de Seven se habían abierto a un nuevo mundo, uno en el que no sólo podía ser él mismo, sino tener una familia. Era extraño para él amar a Nana y a Hangeng de la forma en que lo hacía, sobre todo porque no había conocido a ninguno de los dos por mucho tiempo, pero su pecho se sentía oprimido al pensar en que algo le sucediera a ella.

Después de la infancia que Seven había experimentado, no creía en nada, solo el dinero y el poder le importaba. Pero después de pasar el tiempo con esta familia, jugando con los niños y viendo cómo la gente de esta casa era devota unos a los otros, Seven querían ser parte de eso.

Sólo esperaba que Jung-nam llegara con él o la corporación Kang Ta iba a destruir el pueblo.

Seven levantó la vista cuando la puerta de la habitación se abrió y Nana entró. Sintió que su corazón se aceleraba mientras la veía. Era tan hermosa, y por suerte, sin lesiones.

Hangeng inmediatamente jaló a Nana a sus brazos.

-Estás metida en un gran problema -gruñó entre dientes.

-En realidad -dijo Nana mientras colocaba las palmas de sus manos sobre el pecho de Hangeng-, sólo nos saqué del problema.

-¿Cómo? -Seven preguntó, inclinó la cabeza y miró a Nana con curiosidad-. Por lo que me dijo Hangeng, esos dos son la mierda de la sociedad. ¿Cómo lograste cancelar la deuda?

La sonrisa en su rostro se iluminó, haciendo que Seven se quedara sin aliento. Sabía sin lugar a dudas que se había metido en su corazón. Nunca había conocido a una mujer más impresionante y vivaz —y había conocido a un montón de bellezas impresionantes en sus viajes. Solo su risa derretía algo dentro de él.

Ella se echó el cabello sobre su hombro, inclinando la cabeza hacia un lado mientras le sonreía a Hangeng y luego a Seven. -Descubrí que había alguien tras ellos y quería asesinarlos.

Hangeng frunció el ceño. -¿Quién iba tras ellos?

Nana se salió de los brazos de Hangeng y se sentó en la cama junto a Seven. -¿Importa? Henry es libre de su deuda, y nuestra familia ya no está en peligro.

-Importa -dijo Hangeng seriamente-. Eres nuestra pareja. Lo que haces, o con quien trates, impacta en nosotros tres.

Seven podía sentir a Nana tensarse a su lado. Su relación era todavía nueva, pero sentía que tenía privilegios con ella. Agarrándola por la cintura, Seven la jaló a su regazo mientras veía la obstinada cara. -Dinos lo que has hecho.

La resolución en sus ojos le dijo a Seven que sin importar lo que dijeran, lo que ocurrió era un acuerdo sellado. -Estoy en deuda con Youngmin.

Hangeng palideció donde estaba, su boca abierta mientras veía a Nana. -Santa madre de los feys, por favor, dime que no dijo Youngmin.

-¿Voy a lamentar preguntar quién es Youngmin? -Seven preguntó mientras las manos de Nana que estaban sobre sus hombros se tensaron. Sí, él se iba a arrepentir de esto.

-Youngmin es un antiguo vampiro que tiene sed, no sólo por la sangre, sino también por la carne. Él es el ejemplo de lo que utilizan las madres para asustar a sus hijos y lograr que obedezcan. -Hangeng se limpió la boca con la mano y se giró-. ¿Cómo pudiste quedar en deuda con él, Nana?

¿Sabes lo que has hecho?

-Salvarnos el culo -ella respondió con un acalorado tono-. ¿Tienes cincuenta de los grandes para darle a esos locos? ¿Tenías un plan para sacarnos de esto?

-Yo tengo el dinero -dijo Seven-. ¿Por qué no preguntaste?

Nana se giró para verlo. -¿Y cómo iba a saber eso?

 

«Cierto». Cuando Seven pensó en eso, se dio cuenta de que ellos no lo sabían y él sabía muy poco de ellos. Su vida, quién era y de dónde venía, estaba envuelta en secretos. Ellos dos sólo sabían su nombre y que involuntariamente había atraído la atención del líder de los cazadores de vampiros al pueblo.

 

Eso era triste, y algo que pensaba rectificar. Pero en este momento, tenían que hacerle frente a la deuda que Nana tenía con un vampiro psicópata.

-No creo que pagarles ahora cancele la deuda con Youngmin -respondió Nana mientras sus delgados dedos apretaban los hombros de Seven-. Lo hecho, hecho está, y yo no me voy a preocupar de él hasta que crucemos ese   puente.

Seven pasó las manos por los costados de Nana mientras veía a Hangeng. -Ella tiene razón. No me gusta, pero no hay nada que podamos hacer al respecto.

Hangeng abrió la boca y volvió a cerrarla, entrecerrando los ojos mientras veía a Seven. -Eso no calma mis preocupaciones. ¿Qué infiernos puede querer Youngmin de ella?

Nana trató de girarse hacia Hangeng, pero Seven la sostenía firme de sus costados. Le gustaba tenerla en su regazo, y él no quería ceder.

Seven le tocó la mejilla, y  Nana  lo  miró  a los ojos. Sintió como si su cuerpo estuviera volviendo a la vida cuando ella lo vio con tal inocencia.

-No puedo retractarme.

-Lo sé. Vas a estar bien. -Seven pasó el pulgar por encima de su suave piel, sorprendido de lo mucho que había llegado a significar para él. Por fin sentía que pertenecía a algún lugar, y Seven quería capturar esa sensación y aferrarse a ella para siempre.

Hangeng se movió alrededor de la cama, acomodándose atrás de Seven. Deslizó sus piernas a cada lado de Seven, presionando su pecho en la espalda de Seven.

 

-Vamos a resolver esto juntos. -Hangeng apoyó la barbilla sobre el hombro de Seven, deslizando sus manos alrededor de la cintura de Seven.

-Lo que sea que te pida, nosotros tres nos encargaremos -dijo Seven mientras se apoyaba en el pecho de Hangeng. Se sentía bien no tener que ocultar su naturaleza sexual. No tenía que preocuparse de pagarle a nadie para que guardara silencio o esperar que la gente con la que trabajaba no lo averiguara. Aquí, en esta casa, Seven era libre de ser quien era, sin pretensiones —y ese era un sentimiento que atesoraba.

Sus ojos se cerraron cuando los cálidos labios de Hangeng tocaron la nuca de Seven. Podía sentir los dedos de Nana curvarse en sus hombros mientras las manos de Hangeng vagaban por su espalda. -Hueles tan bien, Seven.

-Como tierra salvaje y lluvia de verano -agregó Nana-. Se siente bien.

Seven sonrió. -Me alegro de que ambos lo crean.

-Mmm -murmuró Hangeng-. Pero me pregunto si sabes tan bien.

Seven se quedó sin aliento ante la pregunta de Hangeng. Su pene comenzó a endurecerse mientras se imaginaba a Hangeng bajar a él.

-Apuesto a que sabe bien. -Nana se inclinó hacia adelante y empezó a besarlo a lo largo de su mandíbula. Nunca antes había sido objeto de la atención de dos personas. No de esta forma. No con una persona sentada en su regazo y la otra tan cerca detrás de él.

Seven levantó sus brazos cuando Nana agarró el dobladillo  de  su  camisa  y  la  levantó  sobre  su   cabeza, quitándosela y arrojándola a un lado. Se estremeció cuando Hangeng pasó las manos sobre la espalda de Seven.

-Tan perfecto. -Hangeng empezó a besar el hombro de Seven-. Tan dulce.

Nana chupaba su cuello, sus labios y su lengua haciendo que la piel de Seven zumbara y hormigueara. Pasó las manos por el largo cabello castaño, jugando con los sedosos mechones mientras ambos saboreaban su cuerpo, provocándolo, y haciendo su erección tan dura que era dolorosa.

-Ambos vamos a joderla -Hangeng le susurró al oído a Seven-. Pero primero, quiero que chupes mi pene.

Seven se giró, bajando a Nana mientras se levantaba de la cama y se desnudaba. Hangeng se acostó junto a Nana, observando a su apuesta pareja desnudarse. Sus manos jugaban con la blusa de Nana y luego se la quitó por la cabeza. Sus exuberantes pechos expuestos dentro del sujetador de encaje púrpura.

-Qué lindo -dijo mientas se acercaba al pecho.

 

La mano de Nana se deslizó por su cabello, mientras él hizo a un lado el encaje, tomando uno de sus duros pezones y chupándolo dentro de su boca.

-Podría verlos a ambos todo el día -dijo Seven mientras se quitaba la ropa interior. Subió a la cama y tomó el otro pezón dentro de su boca, Hangeng salió de la cama y se desnudó.

Ayudó a Nana a quitarse los jeans, y luego deslizó hacia abajo sus bragas a juego por su cuerpo, gimiendo   al ver lo mojada que estaba. Quería enterrar su pene profundamente en ella. Pero primero quería sentir los labios de Seven envolviendo su erección.

Hangeng palmeó su pene mientras se deslizaba de nuevo en la cama, acercándose a su guapa pareja. El primer beso tentativo fue suave, dulce y casi casto. El segundo fue todo menos eso, fue duro, húmedo y exigente. Los dos hombres casi se devoraban uno al otro mientras sus manos se tocaban y luego se sostenían firme. La lengua de Hangeng lamió a propósito el labio superior y le concedió entrar a la húmeda y caliente caverna. Hangeng sintió a Seven abrirse a él, y pasó su lengua dentro recorriendo el tímido músculo, chupándolo lentamente. La lengua de Hangeng se deslizó sobre el satinado interior de las fuertes mejillas, incluso los dientes, recorriendo lentamente a Seven. Sus gemidos resonaban por todo el cuarto mientras sus lenguas se batían en duelo y se saboreaban.

Hangeng se apartó y observó a Seven bajar lentamente delante de él y envolviendo con sus labios la dura carne, comenzó a chupar con seriedad. Seven chupó duro y rápido, lo que hizo que Hangeng sintiera el comienzo de su orgasmo. El placer se formaba en su columna y hormigueó a lo largo de sus nervios.

Usando su lengua, Seven lamió la sensible depresión bajo la hinchada corona y luego la lengua recorrió la pequeña ranura, lamiendo el sabor salado de los deseos de Hangeng. Él empujó sus caderas hacia la boca de Seven, bombeando furiosamente con movimientos cortos y uniformes. Sostuvo a Seven en el lugar mientras sacaba su pene de la húmeda boca de  Seven.

-Aun no. -Hangeng dejó escapar un profundo suspiro, manteniendo el control. Maldición, el hombre podía chupar un pene.

Girándose Hangeng vio a Nana y la jaló a su pecho.

-Tiempo de montarme, hermosa. -Pasó sus nudillos por su mejilla mientras ella se montaba a horcajadas sobre su cintura. Nana sentada encima de él se veía malditamente impresionante, viendo a Hangeng acaloradamente, sus ojos brillaban con lujuria y amor.

Nana vibraba. Hangeng sintió la humedad en las yemas de sus dedos y en su sangre. Ella se empujó hacia su pecho y sintió los pezones duros como diamantes mientras lentamente se empalaba en su pene. Jalándola, Hangeng tomó la boca de Nana. El calor y el sabor femenino, inundó su boca.

-Oh, Dios -gimió Nana. Hangeng miró por un lado y vio a Seven detrás de ella. Sabía exactamente lo que el hombre estaba haciendo. Seven estaba preparando a Nana para tomarla analmente. La idea de que ambos la tomaran al mismo tiempo elevó el placer que recorría a Hangeng.

-Relájate, hermosa. -Hangeng pasó su brazo por el cuello de Nana y la jaló para un beso lleno de calor e intensa pasión. Quería distraerla de lo que Seven estaba haciendo, para hacerla olvidar por un momento, hasta que no quedara nada más que placer entre ellos.

Hangeng levantó la cabeza de Nana besando cada párpado cuando sintió que Seven comenzaba a moverse detrás de ellos. Nana se puso rígida, pero Hangeng le mordió el hombro con los dientes romos, atrayendo su atención hacia él.

-Tan intenso -ella murmuró.

 

-Dime si quieres que me detenga -dijo Seven a su espalda. Su voz era un susurro feroz mientras pasaba    sus manos  por  sus  costados,  la  subió  y  acunó  sus  pechos, masajeando los pequeños montículos.

Las uñas de Nana se clavaron en el pecho de Hangeng. Tomaría el dolor, sabiendo el placer que iba a experimentar.

Hangeng comenzó a moverse, agarró sus caderas y se empujó hacia arriba, hacia su caliente coño, mientras ella gemía y echaba la cabeza hacia atrás. Su pene se hinchó y pulsó a la vista de Seven detrás de ella, sabiendo que el hombre también se perdía en ella.

Crearon un ritmo, sus embestidas a juego sintiendo a Nana entre ellos. El placer abrumaba la mente de Hangeng. Envolviendo la cabeza de su erección como pequeños dedos del paraíso mientras el cuerpo de Nana se empalaba en su pene una y otra vez.

-Es demasiado -dijo Nana mientras jadeaba-. No puedo manejar a los dos.

-Sí -dijo Hangeng con un gruñido-, tu puedes.

Él aceleró sus empujes mientras Nana arqueaba su espalda y gritaba su liberación, el apretado canal de su coño ordeñaba su pene.

Seven la agarró por los lados, empujándose duro y también gritando su liberación.

Hangeng estaba desesperado por llegar. Quería unirse a ellos, saciarse. Su pene hormigueaba, doliendo por su liberación, sus bolas se tensaron. Con una ráfaga de duros empujes, Hangeng finalmente se enterró tan profundamente como pudo, y rugió su liberación. Una vez drenada su semilla, Hangeng sacó su pene de Nana, observando a Nana y a Seven tratar de  recuperar el  aliento.  Sostuvo fuerte a Nana, Seven se acostó a su lado mientras los estremecimientos finales lo recorrían.

Hangeng observó a ambos durante varios minutos, devorando a sus compañeros con los ojos antes de que los cerrara para una muy necesaria siesta.

 

continuara...

 

 


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