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53. El Loco Muerdago de Nana. (31) por dayanstyle

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Nana levantó la vista para ver el muérdago que colgaba de otra puerta. Parecía que la casa estaba llena de ellos, y tenía la sensación de saber quién estaba corriendo alrededor para colgarlos. Ella sabía que las parejas estaban adornando la casa para la fiesta de Navidad mañana, pero esto era un poco exagerado.

-Atrapada. -Unos brazos fuertes rodearon su cintura y Seven la giró y luego levantó la vista hacia el muérdago-. Nunca había visto una casa adornada con tantas cosas de estas antes. -Se inclinó hacia delante, colocando un candente beso en los labios. Nana casi había olvidado que estaban de pie en el vestíbulo, mientras trataba de subir sobre su duro cuerpo. Él se echó a reír, liberándola mientras le agarraba la mano-. Vamos, Rasa hizo unas galletas, y si no nos damos prisa, van a desaparecer todas.

-Pareces muy alegre -ella comentó.

Seven dejó de jalarla y le dio una amplia sonrisa que mostraba sus dientes blancos y brillantes. -La navidad es mi época favorita del año.

Seven le había hablado de su estéril crianza y cómo sus mejores recuerdos de la infancia eran sus visitas a casa de sus abuelos para navidad. Ella había conocido mucho sobre el hombre y encontró que a pesar de que comprara empresas en dificultades sólo para destrozarlas y venderlas, a ella le gustaba lo que había sabido.

Afortunadamente, después de la forma engañosa en que Kang Ta había utilizado a Seven, su pareja decidió que era hora de encontrar una nueva línea de trabajo.

-¿Dónde está Hangeng? -Ella preguntó mientras Seven la guiaba la cocina.

-Comiéndose todas las galletas. No sólo tendremos que guardar las golosinas azucaradas, sino que creo que Rasa va a echarlo de allí.

-¿Por qué?

-Porque Hangeng está tratando de comer todo lo que puede tener en sus manos. Al parecer no soy el único que ama esta época del año.

Nana corrió hacia la cocina, a sabiendas que Rasa podía estar muy irritado. La única cosa peor era cuando E.Den se enojaba porque sacaban de quicio a  Rasa. Aun le sorprendía que alguien tan grande como E.Den pudiera convertirse en un gran oso de peluche en torno a su pareja. Pero, al parecer, todos los centinelas de la casa se convertían en tontos por sus parejas.

Nana se agachó cuando una espátula salió zumbando por la cocina, golpeando la pared junto a su cabeza.

-¡Come una cosa más y te arrancaré la piel!

Hangeng se movía alrededor de la cocina, evitando a Rasa mientras empujaba más galletas en su boca. -Soy un duende de la Navidad. Deberías de pensarlo antes de hornear galletas.

-¡Hangeng! -Nana gritó.

Su pareja dejó de correr, le sonrió con la boca llena de galletas, y luego tomó algunas más de la charola y corrió hacia la puerta de la cocina.

-Mantenlo fuera de aquí antes de que ase su culo en una hoguera -advirtió Rasa mientras veía la puerta de la cocina-. Duende de la Navidad o no, él va a conseguir que patee su culo.

-Prometo mantenerlo fuera -dijo Nana antes de que ella y Seven salieran tras Hangeng, riéndose al ver la expresión de furia en el rostro de Rasa. Alcanzaron al ladrón de galletas y Hangeng les dio galletas robadas a Nana y a Seven.

-Creo que me va a colgar si regreso allí -dijo Hangeng con diversión.

-Oh Dios mío -dijo Seven mientras rodaba sus ojos-. Estas son las mejores malditas galletas que he probado.

 

Seven sintió sus bolas tensarse cuando Luhan se dirigió hacia ellos con una gran sonrisa en su rostro. Nana le había advertido sobre el hombre. Ella le dijo a Seven que nunca, bajo ninguna circunstancia, fuera a ninguna parte con Luhan. El hombre podía parecer inocente, pero él era la   encarnación del demonio.

-¿Qué estás tramando? -Nana preguntó mientras Hangeng la abrazaba por detrás.

Luhan se detuvo, levantó la pierna del pantalón para mostrar el brazalete de metal alrededor de su tobillo. Seven no creía que al juez le importara la moda. -Tendré esta maldita cosa hasta después de Navidad.

-¿Cómo? -Hangeng preguntó.

Luhan dejó caer la pierna del pantalón y sonrió. -Mi abogado logrará que los cargos sean desestimados. Nuestro caso será desechado cuando mi abogado revele que los agentes que nos detuvieron no nos leyeron nuestros derechos. Un infierno de regalo de Navidad, ¿eh? Por supuesto, recomienda fuertemente que Hee Chul, Key, y yo nos quedemos un infierno fuera de la ciudad de Seoul.

-Luhan miró a Hangeng-. ¿Dónde está tu alborotador hermano?

Hangeng se encogió de hombros. -La última vez que vi a Henry, Baekhyun y Ren lo tenían en el establo de los caballos.

Luhan sonrió. Era la clase de sonrisa que te hacía sentir como que el diablo se escondía en el interior del hombre.

-Creo que voy a ir... a ayudar.

 

De alguna manera Seven tenía la sensación de que ayudar era lo último que Luhan iba a hacer. Girándose una vez que Luhan se fue, Seven vio a sus parejas, aún asustado de cómo su vida había cambiado tan drásticamente. Él había llegado a Villa Kim a comprar el pueblo. En su lugar, estaba llamando a este lugar su hogar.

Se acercó a los dos, besándolos. No eran pequeños besos, encendieron su sangre mientras se bebían y llenaba sus pulmones con sus olores, disfrutando su sabor.

-¿Qué fue eso? -Hangeng preguntó cuando finalmente se apartó, jadeando mientras veía a Seven.

Seven señaló el techo por encima de ellos, donde el muérdago colgaba. -Sólo pensaba que iba a tomar ventaja   de la decoración.

Nana se rio. -Entonces seguirás porque están por todo el lugar.

 

Seven apoyó una mano en la mejilla de Nana, la otra en la de Hangeng. -Será un placer.

 

 

 

Seven sopló en sus manos, tratando de mantener el calor mientras estaba afuera de la cafetería. Se suponía que debía encontrarse con Jung-nam aquí, pero el hombre llevaba ya veinte minutos de retraso. Nunca había conocido al hombre en persona, así que no estaba muy seguro de a quien buscaba. Seven había sabido de los servicios de Jung-nam a través de un socio de negocios. Nunca se habían visto cara a cara, y Seven estaba un poco nervioso.

Aunque también podría ser el hecho de que Jongin estaba esperando en la cafetería y había otros de la casa escondidos en varios lugares, que no se veían a simple vista. Se sentía encubierto. Se sentía como si fuera un maldito espía en una misión.

-Puedes decirles que se alejen.

Seven miró alrededor, pero no vio a nadie. Sabía que la orden iba dirigida a él porque el vello de su nuca se erizó.

-No sé de qué hablas. -Se sintió un poco tonto al hablar con alguien que no estaba allí.

-Estoy hablando de los shifter que tienen sus ojos fijos en mí.

Seven estaba un poco sorprendido, Jung-nam sabía de los shifters. Pero no sería un muy buscado e inteligente hombre si no supiera lo que estaba haciendo. -Ellos están aquí para protegerme.

-O descubrir quién soy y lo que sé.

Seven ya no estaba preocupado por sus  frías manos. No cuando la profunda voz sonaba baja y letal. Tal vez debería haber tenido a uno de los shifter junto a él.

-¿Vas a venir aquí? Me siento como un tonto, aquí de pie, hablando con el aire frío.

Seven se sorprendió cuando un hombre no más alto de un metro con sesenta y tres centímetros salió de un lado del edificio. Parecía más como si perteneciera al lomo de un caballo como jinete que una amenaza para él. Pero Seven no era tan tonto como para juzgar al hombre por su apariencia. Había aprendido que las apariencias podían ser engañosas.

Pero, maldición el hombre era pequeño.

-¿Dónde está el hombre que era tan inflexible acerca de conocerme? -preguntó Jung-nam.

-Aquí mismo.

Seven se giró para ver de pie a su lado a Jongin. Ni siquiera lo había oído salir de la cafetería. Eso era jodidamente  espeluznante.

-¿Jongin?

-¿Kim Jung-nam ?

-¿Ustedes dos se conocen? -Seven preguntó mientras los veía a ambos. Dio un paso atrás cuando Jongin se carcajeó y tomó a Jung-nam, dándole un fuerte abrazo. Esa no era la imagen que pensaba ver en el letal Alfa.

-¿Cómo infiernos has estado? -Jongin preguntó cuando se apartó de Jung-nam.

-He estado haciéndolo bien. ¿Y tú?

Jongin se encogió de hombros. -No me puedo quejar. Entonces, estás en toda esa mierda de encubierto que he visto. Debería haberlo sabido por la forma en que solías saber todo lo que estaba pasando.

-Espera -dijo Seven mientras levantaba una mano, confundido como el infierno-. ¿Cómo es que se conocen?

-Este -dijo Jung-nam mientras señalaba con una mano a Jongin-, solía ser mi cómplice cuando éramos pequeños cachorros. No veías a uno sin el otro.

Seven no estaba seguro si debía sentirse aliviado o preocupado. Su hombre de inteligencia era el mejor amigo de Jongin. ¿Eso era una buena cosa?

-Al menos ahora sé que no tengo que matarte por saber de los shifters -dijo Jongin, mientras sostenía la puerta abierta a la cafetería.

Jung-nam entró, Jongin detrás de él. Seven se quedó allí sintiendo que se perdió el chiste. Se habían olvidado por completo de él, dejándolo afuera en el frío.

Abriendo la puerta, Seven entró y vio a los dos hombres sentados en un rincón en un sofá rojo. Tomó asiento junto a ellos, y escuchó.

-Reuní información tanto como pude de Kang Ta. Parece que el hombre ha estado un infierno ocupado. Él no tiene pruebas concretas acerca de Villa Kim, sólo sospechas. Me las arreglé para entrar a sus archivos, ver lo que tenía y los reemplacé con tonterías.

-Pero sigue siendo una amenaza que debemos vigilar -dijo Jongin mientras tomaba una taza y bebía un sorbo-. Él ya sabe que los vampiros existen. No quiero que averigüe sobre todos los demás.

-Creo que su asistente lo mantendrá en la oscuridad

-dijo Jung-nam-. Investigué el pasado de Sung Gu y encontré que el hombre es un shifter. Parece que él está trabajando para acabar con la corporación Kang Ta.

Eso explicaba los archivos vagos sobre Villa Kim que el hombre le había dado a Seven.

-No mierda -dijo Jongin con una sonrisa.

 

Seven se sintió tan fuera de lugar allí sentado. No tenía ni idea de qué decirles. Quizás debería regresar con sus parejas. Cuando se fue, Nana y Hangeng bebían sidra de manzana caliente y se abrazaban juntos en el estudio. Si se daba prisa, podría conseguir también algún abrazo. -Si a ustedes, señores, no les importa, me voy a casa. «Casa».

A Seven le gustó como se oía eso. La casa era un extraño lugar en donde vivir, pero Seven sabía que estaba muy lejos de lo que alguna vez tuvo. El lugar estaba lleno de vida y de amor, algo que había extrañado al ser muy aislado. La casa también tenía a las dos personas que lo eran todo para él, y no podía esperar para regresar con ellos.

Jongin lo despidió con un movimiento de la mano, sin siquiera mirar a Seven. Seven aceptaría eso. Era mejor que el Alfa tratando de desollarlo vivo si Jung-nam hubiera resultado ser una amenaza.

Silbó mientras salía de la cafetería, Seven vio a Chan Hee en la camioneta esperándolo. -¿Estás listo para irte?

Seven asintió. -Estoy listo para ir a casa.

 

 

 

La casa estaba rebosante de alegría por las fiestas, todo el mundo abría sus regalos de Navidad. Nana se sentó con Seven y Hangeng, sintiéndose como si hubiera recibido el mejor regalo de todos. Tenía a sus parejas y a su familia. Nada podía superar eso.

«Bueno, tal vez una cosa».

 

Poniéndose de pie, Nana se dirigió hacia sus papás, Jongin y Luhan, viendo como los dos desenvolvían sus regalos e intercambiando miradas entre ellos, mostrando lo mucho que realmente se amaban. Nana finalmente tenía  no uno, sino dos hombres con quienes podría compartir una mirada como esa.

-Aquí viene el problema -dijo Luhan con una sonrisa. Nana sacó la lengua mientras se inclinaba y le besaba en la mejilla.

-Feliz Navidad, papás. -Sintió a Hangeng y a Seven llegar detrás de ella. A pesar de que Nana les dijo que podía hacer esto sola, debería haber sabido que sus parejas estarían a su lado.

-Feliz Navidad, Nana -dijo Jongin jalándola a su lado-. No he tenido la oportunidad de decirte lo orgulloso que estoy por la forma en que manejaste la situación con Henry. Pero si haces algo así de nuevo, voy a decirle a tus parejas que te encierren y tiren la llave.

El corazón de Nana estalló de orgullo ante el cumplido —a pesar de que fue seguido de una amenaza. Finalmente le había demostrado a Jongin que era una adulta. Sabía que era una gran hazaña que lograr.

-Entonces, ¿ya no tratarás de mantenernos separados?

Jongin inclinó la cabeza hacia un lado, como si pensara en ello.

Nana golpeó su pecho.  -¿Papá?

 

-Está bien, pero es mejor que no esperes que juegue amablemente. -Sonrió, mostrando sus letales colmillos-. Eres mi niña, después de todo. Si quieren mantenerse ilesos, será mejor que no le hagan daño a mi hija o los mato.

-No me esperaba nada menos de ti, abuelo.

Jongin se quedó muy quieto mientras sus ojos veían la cara de Nana por un gran momento. Cuando ella  pensó que se quedaría congelado así para siempre, la más amplia sonrisa que había visto en su vida estalló en la cara del Alfa. -¿En serio?

Nana asintió mientras Hangeng y Seven se sentaban a su lado.

-Supongo que no nos puedes matar ahora -dijo Hangeng con una sonrisa.

-Y yo seré más que feliz de criar al pequeño si sigues pensando que por fin me tienes con el agua hasta el  cuello -dijo Jongin tranquilo, incluso en el tono.

-Sé bueno -dijo Luhan inclinándose y dándole un fuerte abrazo a Nana-. Es Navidad.

Jongin miró a los dos hombres antes de  suspirar.

-Felicidades -les dijo a Seven y a Hangeng-. Ahora estas realmente en mi lista negra.

-¿Por qué? -Hangeng preguntó con asombro.

-Tomaste a mi niña. Es difícil ser un tipo duro cuando voy a ser abuelo.

-¿Nana está embarazada? -preguntó Baekhyun con entusiasmo y luego se dirigió a la habitación-. ¡Nana va a tener un bebé!

La sala estalló en una ovación mientras Hangeng y Seven sacaban a Nana corriendo de la habitación y por  el pasillo forrado con muérdago. Tenía a sus parejas y a su familia, y ahora ella iba a tener una pequeña familia por su cuenta.

La vida era buena en la casa. Ella tenía toda la felicidad que podía manejar, y no había duda de que los dos hombres que le habían robado su corazón y le dieron el suyo a cambio le traerían muchos años de alegría.

 

Fin

 

 

Notas finales:

a continuación.....

54. Un Hombre Valioso (32) Manada Kim


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