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62. Forjado en Dong Woo (08) por dayanstyle

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—¿Cómo que no hay nada que puedas hacer? —preguntó Hui con los dientes apretados. Él no iba a quedarse de brazos cruzados cuando ese psicótico-shifter dragón había secuestrado abiertamente a su hermano mayor. Hui ya había perdido a dos hermanos. No iba a perder a Dong Woo—. Estoy bastante seguro de que el secuestro es ilegal.

 

—Ya sé lo que está pasando, Hui. Dong Woo está a salvo.

 

Odiaba la manera en que el Alpha se quedaba sentado allí como si Hoya no hubiera hecho nada malo. No parecía importarle que Hui estuviera volviéndose loco. ¿A nadie le importaba el estrés que estaba pasando? No. Todo el mundo se comportaba como si secuestrar a una persona de su trabajo fuera normal.

 

—¿Así que vas a dejar que se salga con la suya?

 

Jongin se frotó el puente de la nariz antes de inclinarse hacia adelante. —Son pareja, Hui. No puedo interferir.

 

—Tonterías. Dong Woo me dijo que pensaba que el hombre estaba loco, que él no sentía la atracción. Hoya está mintiendo. —Empezó a pasearse por la oficina del Alpha preguntándose qué le estaba sucediendo a su hermano. Si ese dragón loco dañaba un pelo de la cabeza de Dong Woo, Hui iba a desgarrar al hombre.

 

El Alpha se puso de pie, presionando con los nudillos el escritorio de caoba y sus ojos de color gris claro se oscurecieron.

 

—Me importa una mierda lo enfadado que estés. Si no cuidas tu maldito tono conmigo, te voy a recordar por qué soy el lobo feroz aquí.

 

 

Hui sabía que estaba caminando por una delgada línea. Jongin podía partirlo a la mitad en un abrir y cerrar de ojos. Pero él estaba desesperado por saber qué estaba pasando con Dong Woo. Él amaba a su hermano más que a su propia vida y moriría para protegerlo. Joshua no respondía a su llamada y Hui no tenía idea de cómo entrar en el reino de los demonios sin la ayuda del guerrero.

 

—¿Puedes por lo menos llevarme con mi hermano?

 

Hui se tragó una maldición cuando Jongin negó con la cabeza. —Es demasiado peligroso. Además, Him Chan tiene el reino de los demonios cerrado bajo llave. Será mejor dejar a Hoya y Dong Woo solos en este momento.

 

Recordando que no quería respirar a través de un agujero en su pecho, Hui se mordió la lengua. Iba a encontrar un camino hacia el reino de los demonios. Nadie iba a impedirle rescatar a Dong Woo. Hoya no era la pareja de Dong Woo. No le importaba lo que cualquiera dijera. Si Dong Woo creía que el shifter dragón era un loco, Hui lo creía.

 

De una forma u otra, Hui recuperaría a su hermano.

 

 

 

 

 

Hoya abrió la puerta de su casa, mostrándole a su pareja el interior. Había sido una larga noche y estaba agotado. Tomar una ducha caliente y dormir un poco sonaba muy bien.

 

Aunque amaría compartir su cama con Dong Woo, Hoya sabía que su pareja protestaría. Estaba demasiado cansado para sentir el dolor del rechazo del chita.

 

—Puedes dormir aquí —Hoya dijo mientras mostraba a Dong Woo la habitación de invitados—. Voy a hablar con Him Chan más tarde y averiguar si hay alguna noticia sobre el cazador.

 

—¿Cuánto tiempo crees que voy a tener que quedarme aquí? —Era una simple pregunta. ¿Por qué hizo enojar a Hoya? ¿Estaba viendo demasiado profundo en la pregunta? Después de tantos siglos de relaciones casuales de una noche sin ninguna pasión, Hoya se dio cuenta de lo solo que realmente estaba. Era como si Dong Woo no pudiera esperar para alejarse de él.

 

Recorrió con la mirada a Dong Woo mordazmente, a pesar de que preferiría jalar al chita a sus brazos y a su cama. —No vas a estar aquí ni un segundo más de lo necesario. —Sin decir una palabra, se dio la vuelta y se dirigió hacia su dormitorio.

 

—No tienes que ser un idiota. —Dong Woo gritó tras él. Hoya ignoró a su pareja mientras cerraba la puerta de su dormitorio. Ya no estaba agotado. Saber que Dong Woo estaba al final del pasillo parecía traer su cuerpo a la vida.

 

El pene de Hoya estaba duro.

 

—Esto no va a funcionar —murmuró para sí mientras se acercaba al aparador y se servía una copa. El Drager pusten era muy raro y Hoya no se lo permitía con demasiada frecuencia. No era como que pudiera ordenar “Aliento de dragón” a su proveedor habitual. Había tenido esa botella durante más de 700 años.

 

Esta noche necesitaba la potente bebida.

 

Tratar con Dong Woo… Hoya no estaba seguro de que el antiguo alcohol fuera suficiente. Agarró el vaso del aparador de madera de cerezo y luego se acercó a la ventana. Mientras la bebida le quemaba la garganta, veía hacia la noche.

 

Siempre era de noche en el reino de los demonios.

 

Hoya no podía recordar la última vez que sintió el sol calentar su cara. También extrañaba volar entre las nubes, sintiendo el viento acariciar su cuerpo. No había pensado en nada de eso durante eones. Después de visitar el reino humano, Hoya sintió un profundo anhelo en su interior.

 

Daría lo que fuera poder volar por los cielos, una vez más, sentir el calor del sol contra sus alas. Pero esos días eran muy lejanos. Incluso si no tuviera al cazador tras él, el mundo se había vuelto demasiado modernizado.

 

Los días de los dragones volando libremente habían terminado.

 

Él bebía su clara bebida cuando oyó un golpe en la puerta de su dormitorio. ¿Por qué Dong Woo lo provocaba así? —Entra.

 

Hoya no se molestó en darse la vuelta. No había manera de que pudiera ver a su pareja en su dormitorio y no tomar al hombre.

 

Ya era bastante malo haber mordido a Dong Woo. Pero ese era sólo el primer paso para enlazarse con el hombre. Si él no tenía sexo con Dong Woo, entonces ellos sólo tenían una conexión, nada más. Pero si las cosas progresaban y jodía a Dong Woo, separarse después de su pareja se sentiría como un millar de muertes.

 

¿Por qué infiernos era su vida tan complicada?

 

Necesitaba otra copa.

 

—¿Tienes algo para comer por aquí? —Dong Woo preguntó desde la puerta—. Fui secuestrado antes de la cena y ahora me muero de hambre.

 

Hoya no pudo evitar sonreír. Le gustaba el sentido de humor de su pareja. —Sírvete de lo que tengo en la cocina.

 

Dong Woo ladeó la cabeza, dándole a Hoya una expresión exasperada. —¿Cuándo fue la última vez que estuviste en tu propia cocina?

 

Hoya tuvo que detenerse a pensar por un segundo. — Normalmente ceno fuera. ¿Por qué?

 —Puedo decirlo. No hay absolutamente nada en los armarios y creo que un experimento científico crece en tu refrigerador. —Dong Woo señaló hacia el pasillo—. No estoy realmente seguro de lo que empezó siendo, pero ahora es verde, irregular, y estoy bastante seguro de que brazos están brotando desde ese lío mohoso.

 

El hombre era un soplo de aire fresco.

 

—Parece que tengo que visitar el mercado —dijo Hoya—. Hasta entonces puedo pedir si quieres. Hay un menú en la cocina en alguna parte.

 

Dong Woo levantó el menú. —Voy por delante de ti.

 

Dejando el vaso, Hoya se acercó. —Tengo una cuenta abierta en cada establecimiento del reino demonio. Pide lo que te guste y lo pondrán en mi cuenta.

 

—¡Genial!

 

Hoya estaba fascinado con la emoción de su pareja. Nunca había visto a nadie que se emocionara tanto por una cuenta abierta. Él cerró los dedos para evitar tocar a Dong Woo. El chita parecía ajeno a los crecientes deseos de Hoya mientras escaneaba el menú.

 

—Las costillas deben ser buenas —dijo Dong Woo y luego vio a Hoya—. ¿Quieres algo?

 

«A ti».

 

Él negó con su cabeza. —No tengo hambre.

 

Dong Woo miró a Hoya por un largo momento. La mirada era intensa causando estragos en el cuerpo de Hoya. Estudió los verdes ojos de gato de su pareja, queriéndolo, necesitándolo.

 

—¿Por qué tus ojos brillan?

 

Hoya parpadeó un par de veces antes de dar un paso atrás. —Profunda excitación. —Las palabras apenas llegaron más allá de su garganta. Si Dong Woo no se alejaba, Hoya iba a terminar lo que había empezado y sellar su destino para siempre.

 

El verde amarillo de los ojos de Dong Woo brillaba con un anhelo que impactó a Hoya. El hombre había sido muy firme en no dejar a nadie arriba de él. ¿Por qué Hoya podía ver un anhelo, un hambre cruda que había tenido durante tanto tiempo?

 

La cruda verdad era demasiado fácil de leer en el rostro de Dong Woo.

 

—¿Por qué? —preguntó Hoya—. ¿Por qué has negado lo que anhelas tan desesperadamente?

 

Los rasgos de Dong Woo se cerraron mientras miraba fijo a Hoya. —No soy la perra de nadie.

 

Hoya se quedó desconcertado cuando Dong Woo se alejó. ¿Qué infiernos significaba eso? Había sido muy evidente hace tan sólo unos segundos. Las barreras de su pareja se habían deslizado y Hoya había visto al verdadero hombre que se moría de ganas de salir.

 

No podía entender por qué Dong Woo estaba escondiendo sus deseos y necesidades. ¿No sabía el chita que Hoya lo trataría como una piedra preciosa? Dong Woo no tenía nada de qué avergonzarse. Hoya trataría todas las necesidades y deseos de su pareja con delicadeza. Dong Woo estaría bien cuidado dentro y fuera de la cama.

 

Si pudiera hacer que el tipo se abriera.

 

 

El acto de tipo duro no era más que la armadura de Dong Woo y Hoya iba a encontrar una manera de superar el alto muro que su pareja había construido a su alrededor.

 

Hoya se encontraba en una encrucijada. Por un lado, sabía que su relación era muy frágil y la posibilidad de que no funcionara era astronómica. Hoya no podía abandonar el reino de los demonios. Dong Woo nunca dejaría permanentemente el reino humano. Su relación parecía condenada al fracaso antes incluso de empezar.

 

Por otra parte, Hoya era lo suficientemente egoísta como para pasar por alto las diferencias y reclamar a Dong Woo. Estaba cansado de estar solo y quería desesperadamente demostrar a su pareja lo bien que podrían estar. El chita estaba tan solo. Hoya había visto eso.

 

No estaba seguro de cuál era el camino correcto, pero infiernos si sólo iba a quedarse allí y dejar que se deslizara su única oportunidad a través de sus dedos.

 

Dong Woo era suyo.

 

«Supongo que tomé la decisión».

 

Hoya se dirigió por el pasillo, en busca de su pareja. No tenía ni idea de cómo iban a resolver sus diferencias, y él no tenía la menor idea de qué hacer en cuanto a sus arreglos de vivienda. Pero ¿iba a dejar que eso lo detuviera?

 

Infiernos, no.

 

Él preferiría luchar por lo que ambos merecían, que nunca saber lo que se siente el tener a tu pareja en tus brazos. Hoya no era tan tonto como para pensar que Dong Woo no iba a pelear con él en cada paso del camino.

 

Pero estaba preparado para el reto.

 

Hoya encontró a Dong Woo en la cocina, pidiendo su orden por teléfono. Él lanzó la precaución al viento mientras caminaba detrás del chita y puso un suave beso en la nuca de Dong Woo. Su pareja trató de alejarse mientras seguía hablando por teléfono, pero Hoya no iba a ser tan fácilmente disuadido.

 

Los riesgos eran demasiado altos y Hoya se negaba a renunciar a su oportunidad de ser feliz. De un modo u otro, Dong Woo iba a bajar la guardia y someterse a Hoya. Si tenía que jugar sucio, que así fuera. Pasando los dedos sobre la marca de la mordida, la boca de Hoya se torció en una sonrisa cuando Dong Woo se estremeció. Al hombre casi se le cayó el teléfono cuando su cabeza cayó hacia adelante. Dejando la nuca al descubierto, Hoya pasó sus colmillos sobre la suave piel.

 

—Espera —dijo Dong Woo en el teléfono antes de golpear a Hoya—. ¡Basta ya!

 

Esquivando la mano de su pareja, Hoya se puso de rodillas y le mordió una nalga cubierta de jeans. Dong Woo gritó y trató de alejarse, pero las manos de Hoya se apoderaron de las caderas del hombre y lo empujó hacia el mostrador.

 

Poniéndose de pie lentamente, Hoya deslizó la mano por la espalda de Dong Woo, presionando a su pareja hacia adelante para que se inclinara. Ahora en esa posición podía trabajar. Dong Woo empujó la mano de Hoya, tratando de ponerse de pie. No iba a dejar que el chita se escapara.

 

Dong Woo podía luchar contra él todo lo que quisiera, pero Hoya ahora sabía la verdad. Dong Woo tenía miedo de dejarse ir. Tenía miedo de sus propias necesidades. Hoya no podía entender por qué, pero iba a ayudar a su pareja a superar esos temores.

 

Cuando Dong Woo intentó una vez más escapar, Hoya ya había tenido suficiente. Hundió sus colmillos profundamente en la marca de reclamación. Dong Woo gritó, lanzando el teléfono en el mostrador mientras sus dedos se aferraban al borde, los nudillos se pusieron blancos.

 

Hoya empujó su erección contra el culo de Dong Woo. Quería que el hombre supiera lo excitado que estaba. Podía sentir a Dong Woo luchar contra su propia excitación. Hoya iba a tener que subir la apuesta más alta.

 

Lamiendo la herida, Hoya se retiró cuando llegó frente a Dong Woo y pasó sus dedos sobre la tensa erección bajo los jeans de su pareja. A Hoya le gustaba ser por lo menos ocho centímetros más alto que Dong Woo y tener un cuerpo más amplio. Le daban ganas de envolver a su pareja en sus brazos y protegerlo del mundo. —Te voy a enseñar lo suave que puedo amarte, hjertet guante drage.

 

Hoya creía que quizás Dong Woo tenía miedo de ser tomado por primera vez. —Me comprometo a ir lento y suave en esto. Voy a luchar para asegurarme de que no sientas dolor, sólo un placer inimaginable. —Frotó la palma de su mano por el duro pene de Dong Woo y usó sus dedos para apretar la cabeza del eje de su pareja.

 

Dong Woo siseó. Por un segundo Hoya pensó que había ganado cuando Dong Woo presionó su culo contra su erección, pero luego su pareja luchó por soltarse. Hoya lo sostuvo con más fuerza. —No me tengas miedo, mi gatito. Jamás te lastimaría.

 

—No soy tu perra. —Dong Woo apretó los dientes fuerte.

 

Hoya gruñó bajo en su garganta. —Nunca te llamé mi perra ni pienso en ti de esa manera. ¿Por qué es imposible que entiendas que el que te entregues a mí es un acto de confianza, no de debilidad?

 

—Porque… —dijo Dong Woo, su voz perdiendo el borde duro que tuvo un momento antes—. Solo... porque…

Eso no era lo suficientemente para Hoya. Podía sentir culpa y vergüenza salir de su pareja en ondas gruesas. Alguien había jodido la cabeza de este hombre y lo llenó con mentiras sobre lo que realmente significaba entregarse a alguien. — ¿Quién te dijo que esto estaba mal, que era sucio? —Fue sólo una suposición, pero Hoya sabía que había puesto el dedo en la llaga cuando Dong Woo se tensó.

 

—Soy un depredador dominante. Sólo un marica se inclina ante otro hombre.

 

Dong Woo estaba recitando más que explicando las cosas a Hoya. Alguien le había dicho a Dong Woo esto hasta el punto de que ahora estaba arraigado en su mente. A él le gustaría saber quién era esa persona para poder rasgarle la garganta al hombre. —Entonces, ¿todos los hombres a los que has jodido no son más que unos maricas?

 

Dong Woo giró la cabeza mirando con confusión a Hoya.

 

—No —dijo, como si la declaración del Hoya fuera absurda—. Pero eran twinks. Eran naturalmente sumisos.

 

Hoya se apartó. —¿Quién infiernos jodió tu mente? —Él sinceramente, no podía creer lo que estaba oyendo—. El sexo es algo más que un juego de poder, Dong Woo. No se trata de ser una perra . ¿Me estás diciendo que si te jodo te convertirías inmediatamente en un twink? —Él estaba tratando de aferrarse a la comprensión de Dong Woo acerca de cómo funcionaba el sexo—. Miéntete a ti mismo todo lo que quieras, pero sé de hecho que anhelas ser dominado en la cama. —Hoya iba a establecer la verdad frente a ellos. Si a Dong Woo no le gustaba, mala suerte.

 

Cuando Dong Woo trató de salir de la cocina, Hoya se interpuso en su camino. —Quiero la verdad, Dong Woo.

 

Hoya se salió del camino justo a tiempo cuando las garras de Dong Woo cortaron el aire, justo donde acababa de estar. —No me presiones, Hoya. No soy un muy buen gatito cuando soy acorralado.

 

—En caso de que lo haya olvidado —Hoya dijo extendiendo sus alas—. Soy muy desagradable y poco amistoso.

 

Una gruesa ceja rubio marrón se elevó, la ira disminuyó rápidamente. —¿Estás tan desesperado por tenerme que estás listo para pelear conmigo?

 

Inclinándose hacia su pareja, Hoya le enseñó los colmillos.

 

—Estoy desesperado porque admitas lo que realmente quieres. — Hoya gruñó las palabras—. Una perra no es un hombre que permite que otro hombre lo joda. Una perra es una persona que corre lejos de la verdad.

 

—Aleja tus malditas alas —dijo Dong Woo, el tono de su pareja le decía que no le temía a Hoya. No quería que Dong Woo le temiera, pero estaba cansado de que el chita negara quién era realmente.

 

—¿Quién puso esas mentiras en tu cabeza? —Hoya le preguntó una vez más.

 

—Mis hermanos mayores —Dong Woo finalmente admitió. Hoya pudo ver el dolor en los ojos del hombre. Finalmente entendió por qué Dong Woo estaba tan empeñado en proclamar su dominio. Hacer honor a las expectativas de un hermano mayor, era muy difícil. Y Dong Woo estaba tratando de vivir de acuerdo con no uno, sino dos puntos de vista retorcidos.

 

Cerrando la distancia, Hoya pasó los dedos sobre la marca de la mordida. —¿Y crees que entregándote a mí los defraudarás?

 

Dong Woo apretó los puños mientras alejaba la vista de Hoya.

 

—Ellos murieron hace años, pero me siento como si siguieran juzgándome. Ellos no eran gay. Nunca entendí cómo podían aceptar mi preferencia sexual, pero no podían aceptar el hecho de que yo no quisiera dominar a nadie. Lo único que podía pensar era que ellos pensaban que si tenía que ser gay, al menos iba a ser un hombre en eso.

 

—¿Sabes lo malditamente estúpido que suena eso? —Las palabras salieron de la boca de Hoya antes de que pudiera detenerlas. Pero ahora que estaban fuera, Hoya no se arrepentía de ellas—. Siento mucho que los perdieras, pero tenían una manera verdaderamente jodida de pensar.

 

—Me di cuenta de eso cuando me hice mayor. Pero aún no me permitía sentir… —Dong Woo se pasó las manos por la cabeza, la frustración evidente en sus ojos. Hoya podría decir que su pareja estaba luchando con su identidad. Él había sido cerrado antes de que Dong Woo tuviera la oportunidad de florecer verdaderamente.

 

Jalando a Dong Woo a sus brazos, Hoya acarició el cuello de su pareja. —Promete que puedes ser quien quieras ser conmigo. Nunca te juzgaré ni te criticaré. —Besó la manzana de Adán de su pareja—. Entrégate a mí, hjertet guante drage. Permíteme que suave y gentilmente te muestre lo que estás destinado a ser.

 

—Pero qué si… —Dong Woo dejó escapar un suspiro tembloroso.

 

—Siempre serás un depredador ante mis ojos —Hoya dijo con firmeza—. Nunca voy a verte como menos que un hombre. Eres mi pareja, Dong Woo. Al entregarte a mí me estás dando el regalo más preciado en cualquier reino.

 

Dong Woo se rio. —De verdad estás trabajando muy duro para conseguir un poco de culo, ¿no es así?

 

 

Hoya le dio al chita una sonrisa traviesa mientras pasaba el pulgar por el labio inferior del hombre. —¿Funciona?

 

Dong Woo abrió la boca para contestar cuando alguien llamó a la puerta. —Mi cena está aquí.

 

Hoya quería destripar al repartidor. Tomó una respiración profunda para controlarse mientras Dong Woo abrió la puerta. Su pareja dejó la cena en el mostrador y luego se giró hacia Hoya.

 

—¿Estás seguro de que no tienes hambre?

 

Hoya se acercó. —Oh, tengo hambre. Pero lo que quiero no se encuentra en ese plato.

 

—Eres persistente —dijo Dong Woo cuando abrió el contenedor y luego se sentó ante la mesa—. No trates de tener sexo con un gato cuando tiene hambre.

 

—Lo tendré en cuenta. —Hoya se apoyó en el mostrador y observó a su pareja comer. Se sentía como si acabara de retirar un importante obstáculo entre ellos. Dong Woo no había dicho que sí, pero tampoco había dicho que no.

 

El chico parecía un poco más abierto a la idea de que Hoya lo reclamara. Iba a probar esa teoría tan pronto como Dong Woo estuviera bien alimentado. Hoya tenía la sensación de que si Dong Woo pudiera superar la primera vez, ellos tendrían una oportunidad de luchar juntos.

 

Sin embargo aún tenía que lidiar con el cazador. Ese obstáculo no iba a ser tan fácil de superar. Ahora que había encontrado a su pareja, Hoya quería volver a sentir el sol en la cara. Ya no quería vivir en el reino de los demonios, sino con su chita luchador en la Villa Kim.

 

 

 

continuara..


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