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70. Youngmin (07) por dayanstyle

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—Yo digo que lo encadenes a una cama y entonces no podrá comerte —dijo Kikwang mientras caminaban a la habitación de arriba—. Así podrán reclamarse, y quizás eso le va a impedir comerte.

En este momento, Minwoo estaba dispuesto a intentar cualquier cosa. Simplemente no podía cree que su pareja dijera que quería comer su carne. Sabía que Youngmin tenía un extraño fetiche por la carne. Todos los vampiros lo sabían. Pero Minwoo pensó que sería una excepción a esa regla.

Al parecer no.

«Y la gente se pregunta por qué tengo la cabeza hecha un lio».

—Quizás podrías ponerle un bozal. Sólo piénsalo —dijo Kikwang antes de bajar las escaleras desde el balcón del segundo piso del club. Minwoo estaba más decidido que nunca a tener una seria charla con Youngmin. Tenía que haber una solución a este problema.

Él nunca había permitido que nadie se acercara, hasta Youngmin. El antiguo vampiro era la única persona que Minwoo ansiaba tener a su lado. Su vida entera se había sentido aislado y solo. No era algo que hubiera elegido para sí mismo, sino un sentimiento que llevaba consigo.

—Hay que tener mucho cuidado.

 

La última persona que Minwoo quería ver era a Jaehyo. Sabía que pedirle a Kikwang que lo llevara con Youngmin iba en contra de la orden del príncipe de que él no fuera a ninguna parte, excepto con su permiso expreso.

 

Pero Youngmin era su pareja y él no iba a tomar ninguna orden del príncipe sobre esto. Girándose hacia el barandal, su mirada se desvió al mar de cabezas y cuerpos balanceándose con la música. No sabía qué decirle al príncipe. Jaehyo sabría si mentía, pero hablar de Youngmin era demasiado doloroso.

—Él aún no ha aprendido a controlar lo que es. — Jaehyo apoyó el brazo en el barandal dorado con adornos, mirando a la gente de abajo. Minwoo se había preguntado una o dos veces lo que hubiera sido si en su lugar hubiera estado acoplado al príncipe. Las parejas de Jaehyo parecían felices y tenían dos hijos hermosos, Hong Seok y Sun.

¿Cómo sería pertenecer a alguien que te amara tanto como el príncipe amaba a Min Hyuk y Yu Kwon? La cabeza de Jaehyo se giró lentamente hacia él, y juraba que el hombre conocía sus pensamientos. Había una sombra en los ojos del hombre que le dijo que entendía el dolor de Minwoo, pero Minwoo dudaba que alguien entendiera los caóticos pensamientos con los que trataba todas las noches.

—¿Y qué es exactamente eso? —Minwoo se giró completamente a Jaehyo, sintiendo temor por lo que el hombre pudiera revelar. No quería pensar que Youngmin fuera una causa perdida. Minwoo se negaba a creer que su pareja iba a estar siempre fuera de su alcance. Por una vez, quería saber lo que era la felicidad y lo que se siente el estar en los brazos de Youngmin, sabiendo que realmente lo amaba.

—Un vampiro que tiene hambre de cosas no naturales —dijo Jaehyo en voz baja, pero tratando el asunto con total naturalidad. Era como si el príncipe acabara de aceptar que su hermano menor estaba roto. Minwoo no podía aceptarlo, no aceptaba  ese  hecho—.  Pero  las  cosas  siempre cambian, Minwoo. Siempre hay esperanza y no debes renunciar.

 

Levantó la muñeca para que la viera Jaehyo. La muy decorada pulsera se aferraba a su brazo como una enfermedad. —¿Cómo voy a ir con él si soy tu prisionero?

La mirada de Jaehyo fue a Minwoo. —No eres mi prisionero, Minwoo. Llevas el brazalete para mantenerte a salvo. Si algo llegara a sucederte, Youngmin se perdería para mí para siempre.

Dura y fría verdad llegó de Jaehyo. Minwoo podía ver lo mucho que el príncipe quería decir lo que dijo. Se preocupaba por el estado mental de Youngmin. Sin embargo, nadie estaba haciendo nada para ayudar al vampiro.

—Envíame a él.

 

Con un movimiento de cabeza, Jaehyo se inclinó hacia atrás del barandal, su sedoso cabello negro balanceándose sobre un hombro mientras miraba a Minwoo con obstinación. —Estaría entregándote una sentencia de muerte si te envío con él ahora mismo. Paciencia, Minwoo. Tienes que aprender a tener paciencia.

Él era todo paciencia. Minwoo había estado esperando años para que Youngmin lo reclamara, y cuanto más esperaba, más solo se sentía. Era como vivir en un mundo carente de calidez. Estaba cada vez más frío y él temía que algún día estaría perdido en la locura que moraba en la parte oscura de su mente.

—Voy a ponerte con Rome. Parece que te llevas mejor con él que con Heo Jun.

Minwoo no quería estar con nadie.

 

El príncipe bajó las escaleras, dejando a Minwoo sintiéndose como si fuera a romperse justo ahí en el balcón.

 

Un profundo y enloquecedor deseo lo llenó y lo único que quería era estar con Youngmin.

 Eso es todo lo que quería.

 

Se giró hacia la multitud, Minwoo vio al hombre que había dejado en el club. No había duda de que el hombre era un humano, más por la forma en que miraba a Jun, Minwoo podía decir que el chico se sentía atraído de una manera que no entendía totalmente. Minwoo estaba morbosamente curioso de que Jun no parecía notar al tipo

Un fuerte silbido hizo que Minwoo se girara hacia la fuente del ruido. Rome caminaba hacia él. Señaló a Minwoo y luego al espacio al lado de él.

«¿Qué soy yo, su maldito perro?»

 

Minwoo ignoró al portero. Estaba muy contento donde estaba. Si no podía estar con su pareja, solo se quedaría ahí y vería que el mundo seguía girando, eso no era tan malo…

La palabra “ahora” destrozada la mente de Minwoo, haciéndole gruñir mientras su cabeza se giró hacia Rome. Despidió al hombre antes de deliberadamente alejar la mirada. Minwoo pronto fue presa de una imagen de Youngmin acechando un callejón, dirigiéndose directamente a un humano que estaba golpeando a una mujer contra una pared de ladrillo.

Sus dedos se cerraron alrededor del barandal, agarrándose con tanta fuerza que sus dedos comenzaron a palpitar de dolor. Su cuerpo se puso rígido mientras observaba a Youngmin agarrar al humano por el cuello, diciéndole a la mujer que se fuera. Se limpió el labio roto, sus ojos parpadeando entre Youngmin y el hombre que había estado atacándola.

 El tono de Youngmin era frío cuando le gritó a la mujer que se fuera. La mujer dio un paso atrás, agarró su bolso, y se fue. Cuando su pareja se dio la vuelta, no había duda del hambre que se detectaba en los ojos zafiro.

—No —susurró Minwoo, sacudiendo la cabeza ligeramente mientras trataba de llegar a Youngmin. Pero fue sólo una imagen, como una película en blanco y negro en su cabeza. El único color que podía ver era el azul de los ojos de su pareja. Su pecho comenzó a sentirse como si un enorme peso lo mantuviera presionado. Minwoo quería llegar y consolar al hombre, para que Youngmin supiera que no estaba solo—. Por favor, no lo hagas.

Youngmin se detuvo justo antes de morder el cuello del hombre, vio a su alrededor al callejón como si realmente hubiera escuchado a Minwoo. El hambre disminuyó ligeramente de sus ojos mientras entraba en su cabeza y se encontró a Minwoo allí mirándolo.

Un salvaje gruñido salió de los labios de Youngmin mientras cerraba su mente a la imagen que Minwoo había visto. El club regresó a su vista y Minwoo sintió que sus rodillas se debilitaban. Lo único que le impidió caer al suelo fue su control sobre el barandal.

De alguna manera, se había metido en la mente de Youngmin. Minwoo ni siquiera estaba seguro de cómo eso era posible. Youngmin siempre había guardado sus pensamientos, sólo dejando que Minwoo entrara cuando él lo elegía. Pero la imagen había llegado a él, se mostró a él. Minwoo no había hecho nada con su pareja. Mientras estaba allí temblando por lo que había visto, sabía sin ninguna duda que la conexión entre él y el antiguo vampiro era muy fuerte. Podía sentir la agitación de su pareja en su interior y nunca había sentido eso antes.

Para estabilizar sus nervios y las piernas, Minwoo decidió unirse a Rome. Necesitaba aire fresco y algo en que pensar.

 

La idea de lo que Youngmin había estado a punto de hacer era aterradora y triste.   

«Aún no ha aprendido a controlar lo que es»Las palabras de Jaehyo resonaban en su cabeza mientras caminaba entre la multitud, su mente seguía buscando, buscando,  buscando…

 

 

 

—¿Cómo? —Youngmin exigió mientras paseaba por la habitación en el inframundo—. ¿Cómo se conectó tan fácilmente? No lo había dejado entrar, sin embargo, allí estaba, mirándome.

Y eso era lo que preocupaba más a Youngmin. Ya era bastante malo que fuera maldecido con esta enfermedad. No había manera de que fuera a permitir que Minwoo presenciara lo que la maldición le hacía anhelar.

Después de lo que había sucedido en el techo, Youngmin estaba seguro de que su pareja ya lo veía como un enfermo psicópata.

—Has experimentado con tantos hechizos y pociones que no sabemos lo que le ha sucedido no sólo a tu cuerpo, sino a tu mente.

Esa fue la primera vez que Youngmin había conseguido una oración completa del Guardián que no estuviera llena de acertijos. Pensó que las noticias eran muy malas para que el hombre hubiera hablado claramente. —Entonces, ¿me estás diciendo que Minwoo puede abrir el puente entre la mente cada vez que lo elija?

—Tu pareja es más de lo que parece, Youngmin. -Youngmin realmente, realmente quería golpear algo.

 

Había  estado  tomando pociones desde que el Guardián había venido a él, sabiendo su secreto. ¿Ahora el hombre quería advertirle sobre los efectos secundarios? Un puño se apretó alrededor de su corazón mientras recuerdos en cascada le llegaron de la horrible expresión de Minwoo cuando estaban en el techo. Youngmin había luchado como nunca había luchado antes para no probar a su pareja. La lucha había sido tan grande que tuvo que alejarse del edificio con el fin de no tomar un bocado.

No podía seguir adelante con esto. Tenía que haber una manera de levantar la maldición. Había intentado buscar al hechicero que había colocado la maldición en su cabeza, pero el hombre no estaba en ninguna parte para ser encontrado. Las llamas de la ira se extendían como ácido por su sangre al pensar en la maldita maldición.

—Paciencia, querido Youngmin.

 —Estoy perdiendo la paciencia. —Youngmin se dirigió hacia la puerta, con los brazos doliéndole por sostener a Minwoo, reclamarlo. Estaba tan cansado de estar solo, de luchar contra ese oscuro impulso dentro de él. Las emociones le estaban pegando desde todos los ángulos cuando pensaba en la vida que se estaba perdiendo, la cercanía que —a pesar de lo que estaba pasando— él y Minwoo estaban teniendo uniéndose más estrechamente.

Mientras, Youngmin caminaba por el oscuro pasillo, escuchando los gritos de los condenados, trataba de llegar a una solución. Pero nada le llegaba. Pasó una celda y se detuvo. El hombre en el interior le pareció vagamente familiar, pero Youngmin no podía recordar de dónde. Miró a los ojos del hombre y sabía que no había nada en ellos, salvo la promesa de una muerte brutal y dolorosa tan profundamente arraigada en sus ojos que traumatizaría a cualquiera con dos dedos de auto-preservación.

 

Youngmin giró la cabeza y se encontró con que estaba de vuelta en la habitación del Guardián. —¿Qué estoy haciendo aquí?

Había un pergamino sobre la mesa, los largos dedos del Guardián manteniéndolo abierto. —Un gran sacrificio fue dado para tu maldición, Youngmin.

Youngmin inclinó la cabeza hacia un lado. —Habla más claro, viejo.

Una sonrisa irónica inclinó el lado de la boca del Guardián. No era un aspecto agradable. —El hechicero que te maldijo utilizó la sangre de su hija, ese fue su sacrificio. El hechizo es muy poderoso. Para revertirlo; tú, mi poderoso guerrero, debes hacer un sacrificio igual.

Youngmin sintió la inclinación de la habitación hacia los lados. ¿El hechicero había matado a su propia hija para colocar la maldición sobre él? Sabía que el hombre estaba loco, pero no tenía ni idea de lo loco que realmente era.

La única persona que a Youngmin le importaba mucho a punto de sacrificar era… —No lo haré. Me niego a quitarle la vida a mi pareja.

Frágiles hombros se encogieron. —Que así sea.

 Esta vez, cuando Youngmin se fue, no dudó y no se detuvo para ver a ninguno de los prisioneros. Se fue directamente a su casa, donde destruyó el observatorio.

Lo que el Guardián estaba diciendo iba más allá de lo imaginado por Youngmin. ¿Tenía que matar a Minwoo con el fin de acabar con la maldición? No, él no lo haría. En cambio, hizo algo que nunca había hecho en esta vida. Youngmin se acercó a Jaehyo.

Su hermano apareció en el arco, con el ceño oscuro mientras miraba alrededor de la habitación. Las columnas fueron destrozadas y acostadas en ruinas, el equipo volcado o demolido. El telescopio que Marsian —el hombre que todo el mundo pensaba creó la raza de los vampiros— yacía en mil pedazos.

—¿Quieres hablar conmigo? —preguntó Jaehyo, haciendo caso omiso a las destrucción de la habitación.

Youngmin se preparó. No estaba acostumbrado a pedir ayuda, y sobre todo no a Jaehyo. Pero sólo podía ver un resultado en todo esto. Si no podía controlar su impulso y mataba a Minwoo, entonces Youngmin sabía lo que seguiría después, pondría fin a su propia vida. Pero antes de eso, quería unirse a Minwoo, saber lo que era, incluso por un momento fugaz, ser uno con alguien que no fuera él mismo.

—Tienes que encadenarme para poder enlazarme con mi pareja.

Youngmin solía pensar que el amor y la familia era para los tontos, un suavizador de corazones, un resquebrajamiento de armaduras. Esas emociones eran una desventaja por lo que siempre se había burlado de su gemelo, Kwangmin, cuando se había apareado a Jeongmin, Youngmin pensó que era débil y patético. Quería matar a Jeongmin; no a causa de su adicción a las drogas, sino porque era una amenaza para la unión de Youngmin y Kwangmin. En ese momento, Youngmin no entendía el amor, no entendía la intimidad y la confianza entre parejas. Hasta cierto punto aún no lo hacía, pero sabía en su corazón que haría lo que fuera necesario para mantener a Minwoo seguro.

En contradicción con ese pensamiento, Youngmin quería sentir a Minwoo, morderlo, unirse a él como el destino quería, no comerlo.

Jaehyo dio una leve inclinación de cabeza. —Sabes que  haría  cualquier  cosa  por  ti,  hermano.  Pero ¿puedes decirme — Jaehyo se veía como si estuviera luchando por el derecho de palabras— cómo se produjo este fetiche por la carne?

Ellos nunca habían hablado del asunto. Youngmin no podía. Si abría la boca y decía una palabra, el deseo se intensificaría por diez. Dejó que todo el mundo creyera que era un vampiro psicópata al que le gustaba el sabor de la carne.

Si supieran la verdad…

 

—Te pido un favor, hermano, no preguntes porque no tengo ninguna razón para darte. —Youngmin se acercó a la ventana con arco de piedra, viendo un paisaje que ya no le era familiar. Todo acerca de este lugar era irreal. Las paredes eran sólidas, el piso resistente, pero ya no era su casa de la infancia, ya no era un lugar cómodo. Era su prisión auto- infligida.

El palacio estaba en ruinas en lo alto de las montañas Carpathian, una majestuosa vista que ni agitaba su alma ni le quitaba el aliento.

El palacio estaba siendo, hasta hoy, cubierto de una niebla que lo ocultaba, cualquier excursionista o algún científico que se aventurara por este camino tendría un impulso de dar la vuelta e ir por otro camino cuando se acercaban  demasiado.

—¿Cuándo? —preguntó Jaehyo.

 —Mañana por la noche. —Youngmin se apartó de la ventana—. ¿Puedes traerlo aquí?

Jaehyo se rio sin humor. —Creo que él podría cruzar a través de aguas violentas por estar aquí contigo.

 

 

Youngmin  no  tenía  ninguna  duda.  Sabía  que  el hombre estaba más que dispuesto a estar a su lado.

«Si la vida fuera diferente».

 

—Gracias. —Youngmin le dio a Jaehyo una leve inclinación de cabeza antes de girarse para mirar hacia afuera, preguntándose si no estaba cometiendo el mayor error de su vida.

 

 

 continuara...

 


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