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70. Youngmin (07) por dayanstyle

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Youngmin jaló sus brazos, tratando de alcanzar a su pareja, para borrar el dolor que se deslizaba por sus mejillas, pero no pudo. Estaba encadenado a la pared. —Libérame. —Gruñó las palabras a JaeHyo con los dientes apretados. Nubes turbulentas de ira se cernían sobre el rayo de su angustia.

—No puedo.

 

Youngmin jaló sus brazos hacia adelante, las cadenas cortaron su carne, causándole un dolor que recorría la parte superior de su cuerpo. —¡Suéltame!

Una suave mano acarició el costado de su cara, los cálidos dedos en cascada por su mejilla. —Está bien.

Youngmin sintió la maldición tratando de liberarse de su prisión provisional.

Sabía que su tiempo se estaba acabando. Su rostro se tensó ante el tormento mientras miraba a su pareja. —Lo hice —susurró con tristeza—. Creé la misma prisión en la que vivo.

 

Minwoo se inclinó hacia adelante, presionando sus labios en los de Youngmin de forma rápida antes de retirarse, su pecho subía y bajaba rápidamente, sus pupilas dilatadas. Youngmin jaló sus brazos hacia adelante de nuevo, desesperado por tocarlo, sostenerlo, acariciarlo.

—No tenemos mucho tiempo. —Dejó caer la cabeza hacia atrás, parpadeando hacia el techo mientras trataba de calmarse, manteniendo la maldición en jaula sólo un poco más de tiempo.

 

«Por favor, no me dejes perder mi humanidad y que lo mate».

 

Sin preguntar, Minwoo deslizó su pierna por encima de la cintura de Youngmin, sentándose a horcajadas en Youngmin, con las manos aún apoyada en el pecho de su pareja. Girando la cabeza, Youngmin miró directamente a los ojos a JaeHyo. — Déjanos.

El hombre no se movió.

 

—¡Fuera!

 

Minwoo se giró hacia JaeHyo, sus dedos se cerraron en la carne de Youngmin. —Conozco los riesgos. Por favor.

JaeHyo vaciló y luego inclinó un poco la cabeza.   — Voy a estar afuera.

 

Tan pronto como JaeHyo se perdió de vista, Youngmin levantó la mirada hacia su bella pareja. Por fin comprendió por qué Kwangmin estaba dispuesto a sacrificar su vínculo como gemelo para estar con Jeongmin. Era como si el velo sobre sus ojos se hubiera levantado y vio por primera vez en su dos mil años a alguien que le importaba más que su propia vida.

Su corazón amenazaba con rasgar a través de su propia piel, ya que latía más rápido, más duro con emociones que nunca había experimentado antes.

Youngmin estaba empezando a reconsiderar este plan. Dado las dudas de Minwoo y sus ojos asustadizos, conjeturó que el hombre nunca había estado con nadie y no quería que la primera vez de su pareja fuera así. —No te puedo mostrar la forma de hacer el amor, Minwoo. Estoy encadenado a la pared. Por ello, pido disculpas.

—¿Puedo hacer que te sientas bien? —Minwoo pasó las manos por el pecho de Youngmin, inclinándose hacia adelante mientras presionaba suaves besos sobre cada pezón. Youngmin tuvo que apretar los dientes. Su pene estaba tan duro,  tan dolorido  por   necesidad,  que su  control se  desvanecía rápidamente.

El hombre se movió más abajo en su cuerpo, su lengua y sus labios se deslizaban sensualmente sobre la caliente piel de Youngmin. Jadeó, apretando los puños mientras observaba, su abdomen se estremeció ante los ligeros toques. Era una combinación de estar con Minwoo y saber cuán inocente era el hombre lo que había tensando todos los músculos de su cuerpo. Su pareja lo estaba estudiando y Youngmin no iba a detenerlo.

Los toques del hombre eran una tortura. Sus dedos estirados mientras arqueaba su espalda, abriendo las piernas más ampliamente para acomodar el cuerpo de Minwoo que aún se deslizaba hacia abajo. Su pene se frota a lo largo de la pierna de Minwoo, haciendo silbar a Youngmin con el caliente placer. Si Minwoo se detuviera ahora, Youngmin sabría el verdadero significado de la locura.

Besando el ombligo, Minwoo lo miró desde debajo de sus largas pestañas oscuras. El calor de la mirada atravesó el cuerpo de Youngmin y se extendió por su sensible piel, que amenazaba con quemarlo vivo. Youngmin gimió profundamente en su garganta; un duro, gruñido sin palabras, cuando los labios de Minwoo recorrieron la cabeza de su pene.

—Tómame en tu boca. —Los dientes de Youngmin rechinaron, sus muslos se tensaron con el esfuerzo de levantar las piernas, plantando sus pies en la cama mientras le daba a Minwoo más espacio—. Prueba lo que me estás haciendo.

Delgados dedos se envolvieron alrededor de la base, apretando su pene con fuerza mientras Minwoo habría más la boca, envolviendo la cabeza del pene. Observó a Minwoo tragarlo, sus labios se sellaron alrededor de la carne de su eje.

 

El dulce, dulce aroma de la excitación de Minwoo inundó la habitación. Era tan malditamente hermoso.

 

Los ojos oscuros de su pareja se oscurecieron de deseo mientras tomaba otro par de centímetros, su lengua lamiendo y explorando. Luchar por no empujar sus caderas parecía peor que la lucha contra la maldición en ese momento. Youngmin convocó hasta la última gota de control que poseía. Minwoo seguía saboreándolo, sus movimientos tensos, mostrando lo poco que sabía. Pero Youngmin estaba disfrutando todo lo que el hombre le estaba haciendo.

Minwoo tosió y luego se apartó, con los ojos brillantes por las lágrimas contenidas. Vio a la erección de Youngmin y luego envolvió sus labios una vez más alrededor de su pene.

El hombre iba a matarlo.

 

Sus brazos trataron de forma automática alcanzar a su pareja, pero el ruido de las cadenas en sus oídos le recordó que no era un acoplamiento normal, que no estaba totalmente en control.

Minwoo se deslizó de la cama y Youngmin pensó que iba a irse.

¿Podría culpar al hombre? ¿Quién querría tener sexo con alguien encadenado? —¿Qué estás  haciendo?

Minwoo tomó la cadena en el brazo derecho de Youngmin.   — No puedo hacer esto... no así, Youngmin.

 

En un abrir y cerrar de ojo, Minwoo tenía su brazo desencadenado. Cómo, no estaba seguro. JaeHyo y Kwangmin se habían asegurado de que el acero estuviera envuelto tan firmemente a su alrededor que ni siquiera Youngmin pudiera romperlo.

Y lo había intentado.

 

Con su mano libre, Youngmin se acercó y trabajó la cadena hasta que su brazo izquierdo estuvo libre. Se dio la  vuelta, poniéndose sobre sus manos y rodillas mirando al  desnudo hombre como una presa asustada. La maldición se estrelló contra la jaula que la limitaba, los colmillos de Youngmin se alargaron un poco. —Eso no fue un aciertado, Minwoo.

—Estoy empezando a pensar que no lo fue —dijo Minwoo con un suspiro tembloroso, pero se mantuvo firme—. ¿Quieres comerme?

—Mucho. —Youngmin se movió fuera de la  cama, acechando lentamente hacia su pareja. La vena en el cuello de Minwoo golpeaba con fuerza contra su cuerpo mientras observaba a Youngmin—. Pero no de la manera que crees. —Tomó a Minwoo y lo puso sobre la cama. Sabía que estaba presionado por el tiempo y estaba poco dispuesto a apurar las cosas entre ellos. Lo único que había imaginado hacer era pasar horas explorando el cuerpo de su pareja.

A pesar de que al Guardián se le ocurrió una solución temporal, no era infalible. En este mismo momento Youngmin luchaba por no darle una profunda mordida al hombre.

Pero… infierno, sólo por experimentar un momento de placer, por ser capaz de tocar...

—¿Tienes miedo, precioso? —Youngmin se movió hasta que estaba enjaulando a Minwoo, manteniéndolo entre la cama y su musculoso cuerpo. Si tenía que dar un gran sacrificio con el fin de acabar con la maldición, entonces sabía que su tiempo con Minwoo era limitado. No había manera de que fuera a matar a su pareja, por lo que su única opción era seguir viviendo en las sombras, vigilando a Minwoo desde lejos.

Y puesto que esta iba a ser la única vez que tendría al hombre, Youngmin se iba a asegurar de hacer todo. La poción era de una sola vez. El Guardián le había dicho eso y Youngmin había estado de acuerdo, sabiendo que sería la primera y última vez que podía estar con su pareja.

 

—No tengo miedo —Minwoo dijo finalmente—. Lo estaba, pero si me matas, entonces por lo menos tuve la oportunidad de estar en tus manos.

Youngmin se calmó. —Puedes darme tu vida sólo qué… —Él apartó la mirada, sintiéndose indigno de tener a alguien tan desinteresado como Minwoo. Las manos de Youngmin estaban empapadas en la sangre de matar a tantas personas. Su alma probablemente estaba condenada a los infiernos. Hasta Minwoo, a él no le importaba si vivía o moría. Él estaba en un camino autodestructivo, sus emociones bloqueadas tan profundamente en su alma que su humanidad había comenzado a sangrar.

Aún era autodestructivo, pero ahora —Youngmin miraba a Minwoo. «Tan confiado»Sí, ahora le importaba.

Minwoo se estiró, acunando la cara de Youngmin, sus oscuros ojos llenos de un insondable asombro. —Reclámame antes de que la poción se desvanezca.

Alcanzando el lubricante que había puesto sobre la mesa junto a su cama, Youngmin destapó la botella. Sus emociones en bruto y cerca de la superficie mientras colocaba aceite en sus dedos antes de colocarlos en la entrada no probada de Minwoo.

Bajando la cabeza, apretó sus labios contra el cuello de su pareja, inhalando su aroma masculino mientras sus dedos entraron en el cuerpo del hombre.

Minwoo susurró mientras sus dedos se cerraron en los hombros de Youngmin, las uñas mordiendo dura su carne. Youngmin respiraba rápidamente y luego lo dejó escapar lentamente, luchando…. Oh, dios estaba luchando por no morder. El deseo no era tan fuerte como lo había sido en esa azotea, pero no estaba como había sido antes.

 

Se tensó mientras sus dedos extendían a su pareja, su otra mano aferrando la sábana, pero no se apartó. Esta era su única oportunidad de estar con Minwoo e iba a luchar con uñas y dientes para completar su apareamiento. ¿Era egoísta de su parte obligar al hombre a estar con él, sabiendo que nunca sería como esto otra vez?

«Sí». Pero detener esto, ahora era imposible. Sólo las puertas del infierno abriéndose y tragándoselo lo apartarían de Minwoo en este momento.

—Youngmin. —Minwoo susurró su nombre en una ráfaga de aire caliente que arrojó una pequeña parte de luz a la oscuridad en la que Youngmin vivía. Deslizó su brazo bajo los hombros de Minwoo, acercando al hombre y enterrando su cara en el abundante cabello negro. Youngmin cerró los ojos, deseando... simplemente deseando.

El deseo surgió, más fuerte que un momento antes. Sus colmillos se alargaron aún más y sintió sus ojos enrojeciendo. Tomó respiraciones rápidas y superficiales mientras apartaba su rostro de Minwoo.

—Tus ojos. —Minwoo se estiró, pero Youngmin levantó la cabeza más lejos mientras quitaba los dedos del cuerpo de su pareja—. Está desapareciendo, ¿no es así?

Youngmin sólo pudo asentir, manteniendo los labios firmemente sellados. Lubricó el pene, levantó las piernas de Minwoo sobre sus brazos, y rápidamente acercó al hombre.

Minwoo no protestó, no dijo una palabra. No tenía por qué. Todo lo que el hombre sentía estaba en sus hermosos ojos.

Estaba dispuesto a morir para que Youngmin lo reclamara.

Eso no era aceptable. Alineando el pene hasta el agujero estirado, comenzó a avanzar lentamente su camino al interior. Lubricado, cómodo, caliente. Respiró lentamente por la nariz, la mirada en el rostro de su pareja, se quedaría en su memoria el puro placer que marcaba los rasgos de Minwoo.

Su pareja tomó cada centímetro de él, su apretado culo agarrándolo como un puño, inundándolo en un maravilloso calor. Silbó agudamente cuando finalmente tocó el fondo. La cabeza de Minwoo rodó hacia atrás, dejando al descubierto su largo cuello mientras dejaba escapar un largo gemido. Youngmin se retiró, y luego volvió a entrar.

Sabía que probablemente parecía demoníaco en este momento. Su sangre corría como lava caliente, fundida, convocando a esa parte de él que era primordialmente macho. Aceleró el ritmo, sabiendo que su control se escaparía rápidamente de sus manos.

Él tomó a Minwoo duro, luchando contra la necesidad que se construía dentro de él para morderlo. No estaba seguro en este momento si era la maldición o su lado vampiro que quería reclamar lo que era suyo. Youngmin no podía correr ese riesgo. Su boca se hizo agua febrilmente mientras la presión se acumulada en la base de su columna, lo que indicaba su próxima liberación.

Youngmin gruñó cuando Minwoo lo acercó, sosteniendo su feroz mirada mientras sus delgados dedos acariciaban su mejilla.

—Reclámame —le rogó—. No me importa si no podemos estar juntos. Quiero pertenecerte.

Rugió de dolor mientras se negaba a la única cosa que quería. Él se lo negaba a ambos, pero no tenía elección. Ya era una tontería que hubiera hecho que Minwoo estuviera aquí en primer lugar. Estaba arriesgando la vida de Minwoo y su propia cordura.

Él bajó la mirada, negándose a ver el pulso en el cuello de su pareja mientras se empujaba profundamente en el cuerpo  del  hombre. Su pene se  hundió  en el  calor,  cada terminación nerviosa que poseía se sentía como si estuviera en llamas. Un grito escapó de sus labios cuando Minwoo hundió sus colmillos en la carne justo por encima del corazón de Youngmin. Agarró la cabecera, las uñas cada vez de mayor espesor mientras arrancaba un pedazo grande de hierro de la estructura. Minwoo bebió, sus labios codiciosos sobre el pecho de Youngmin.

Minwoo lo soltó, lanzando su cabeza hacia atrás mientras gritaba, ordeñando el pene de Youngmin en su culo mientras se corría. Se sentía como que estaba perdido en el tiempo al ver a su pareja derrumbarse en sus brazos. Esta era la única vez que volvería a presenciar tal maravilla, tanta cruda pasión.

Acelerando sus movimientos, Youngmin encontró su liberación, su cabeza le daba vueltas y gritó, moviendo sus caderas a la velocidad de la luz. Su mente se oscureció cuando una muñeca ensangrentada fue empujada hacia él. Youngmin se salió de la cama, aterrizando en el suelo en una posición en cuclillas. Tenía la cabeza inclinada hacia atrás mientras inhalaba profundamente el olor metálico en los pulmones.

Lentamente bajó la cabeza mientras su mirada se dirigía a la fuente de la sangre. El deseo dentro de él se inició de nuevo en su cuerpo. Poniéndose de pie, Youngmin se dirigió hacia la cama, sus colmillos tan largos que la punta tocaba la barbilla. Sus uñas eran largas y gruesas, dispuestos a destruir. Una mancha oscura cruzó la línea de su visión antes de que Minwoo fuera arrancado de la cama, y luego Youngmin se quedó solo en su habitación. Echó la cabeza hacia atrás y rugió. El inquietante sonido no sólo transmitió su rabiosa hambre, sino la atormentada agonía de estar sin su pareja, una vez más.

Y esta vez, era para siempre.

 

Him Chan se agarró el pecho, tambaleándose de  lado al sentir rabia al rojo vivo llenándolo a rebosar. Lo estaba asfixiando hasta el punto que no poder respirar. Him Chan era la vida, y sin embargo sentía la muerte arrastrándose en su misma base, mientras las negras garras de Wheesung se aferraban a él con una invisible mano.

«Youngmin».

 

En aquel grito atormentado, su hijo acababa de desatar tanto dolor, tanta angustia que había liberado a Wheesung del inframundo, donde había estado  encarcelado. Youngmin había liberado a la muerte.

 

continuara...

Notas finales:

O_O

 

dejen rewwwww


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