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70. Youngmin (07) por dayanstyle

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Youngmin no estaba seguro de lo que había sucedido. Se había sentido como si se estuviera muriendo, como si un puño con ira se hubiera envuelto alrededor de su corazón, apretando con fuerza. Nunca antes había sentido tanto dolor. Y eso era decir mucho teniendo en cuenta cómo vivía. Him Chan había estado de pie frente a él, los dos discutiendo, Youngmin listo para matar al hombre.

Y ahora estaba solo en la habitación, tumbado de espaldas, mirando hacia el arqueado techo.

Podía sentir algo diferente en él, pero no podía saber qué era. Un problema comenzó a formarse en el fondo de su mente, diciéndole que fuera a ver a Minwoo. Pero él sentía como si estuviera esperando algo. No estaba seguro de qué era ese algo. Era casi si temiera moverse por miedo a que el dolor regresara.

 

—Estás libre de la maldición. Un gran sacrificio ha sido dado.

 

Youngmin conocía esa voz, pero cuando miró a su alrededor, no vio al Guardián en ningún lugar. El miedo se apoderó de él cuando las palabras de la criatura le cayeron.

¿Qué sacrificio? No había dado nada. Minwoo.

El bebé.

 Youngmin se puso de pie, su cabeza aturdida mientras se tambaleaba un poco.

 

¿Qué sacrificio se había dado?

«Him Chan»La palabra susurró en su mente, como si el Guardián le estuviera contando un secreto. ¿Había Youngmin ofrecido al líder demonio a costa de su vida?

Youngmin necesitaba respuestas y sólo había un lugar para encontrarlas. Se movió con rapidez, dirigiéndose profundamente al reino de los demonios. Tan pronto como sus moléculas se reformaron, vio a su alrededor el caos absoluto. Sus ojos ampliados por la gran criatura que recorría la calle. La cosa tenía que medir al menos cuatro metros de altura y del tamaño de veinte hombres combinados.

—No deberías estar aquí —dijo alguien desde la puerta de un edificio de ladrillo—. Woo BIn es el duende de las víctimas. Si te pone las manos encima, se acabó.

Youngmin vio el letrero grabado que declaraba que era el Melting Pot. —¿Dónde está Him Chan?

El hombre se encogió de hombros. —Nadie lo ha visto. Es como si hubiera desaparecido en el aire. Ahora que él no está aquí para proteger la ciudad, cada tipo malo que le había temido al hombre está saliendo a la superficie. Es mejor estar cubiertos.

Youngmin observó al extraño volver a sumergirse en el edificio, sellando la puerta. Mirando alrededor, Youngmin regresó a la mansión. No estaba seguro de lo que estaba pasando, pero necesitaba ver a su pareja. El resto del mundo se estaba desmoronando.

Tan pronto como Youngmin apareció, se dio cuenta de que la mansión de JaeHyo, también, era un caos. ¿Qué infiernos estaba sucediendo? Se movió más allá de la gran puerta negra que sellaba la planta baja de los invasores, moviéndose hacia la habitación de Minwoo. El vidrio y las orillas doradas en las paredes no eran más que un borrón  cuando se detuvo frente a la puerta del dormitorio de su pareja.

Tomando una respiración profunda y rezando para que la maldición en realidad hubiera sido levantada, Youngmin abrió la puerta y se sorprendió al ver lo frágil que Minwoo se veía. Estaba en la cama, envuelto en una sábana, viéndose sin vida. El doctor estaba allí, y también Nana.

—¿Qué sucede? —preguntó mientras se acercó a la cama, viendo a su pareja—. ¿Qué le sucede?

—Tú, Kwangmin, y JaeHyo no podían ser contactados. Las otras parejas juraban que el príncipe y sus hermanos gemelos estaban muertos —el doctor respondió sacudiendo la cabeza—. Minwoo entró en coma mientras que YU Kwon y Min Hyuk enloquecían un poco.

Pero Youngmin no había muerto. No podía recordar dónde había estado después de que Him Chan había aparecido, pero no había muerto.

¿Habría muerto?

 

—Lo hemos estado abasteciendo de sangre. Nana añadió un poco de su sangre fey y parece que le ayuda a mantenerse y al bebé. Estoy perdido sobre lo que debe hacerse.

Sentado en la cama, Youngmin respiró hondo, esperando que el deseo chocara contra él. Todo su cuerpo se puso rígido, armándose de valor para lo que sabía iba a venir.

Pero no pasó nada. Youngmin esperó, rezando para que el Guardián estuviera en lo cierto y que su maldición fuera levantada, se fuera para siempre. Su lengua pasó por encima de sus colmillos, pero estaban en condiciones normales. A pesar de que estaba preocupado por Minwoo y el niño, su corazón latía con normalidad, no entrecortado  como cuando estaba a punto de comer y devorar.

 

Extendiendo la mano, Youngmin apartó el cabello largo y negro azabache de Minwoo, sus dedos rozaron piel fresca del hombre. En vez de querer comer a su pareja, Youngmin tuvo otra extraña necesidad externa. Quería acurrucarse alrededor de Minwoo y jalar al hombre a sus brazos, sosteniéndolo cerca por el resto de la eternidad.

—¿Sabes por qué el niño está creciendo tan rápidamente? —preguntó el doctor.

—El Guardián parece pensar que yo me tomé tantas pociones durante un largo período de tiempo que es por eso que el bebé se está desarrollando tan rápidamente.

—¿Puedes entrar en su cabeza? —preguntó el doctor— . ¿Puedes encontrarlo y traerlo de vuelta? Si no puedes, me temo que va a seguir así.

Inclinándose hacia adelante, Youngmin le dio un beso en la frente a su pareja antes de entrar en su mente.

 

—Mi corazón, ¿por qué estás aquí, acurrucado en un rincón oscuro de tu mente?

Minwoo no confiaba en la voz. Había sentido morir a Youngmin. Lo sintió en su corazón. Esto no era más que otro truco que su mente estaba jugando con él para evitar que se volviera completamente loco por la pena. —Porque realmente no estás aquí —Minwoo apretó sus piernas con fuerza—. Vete. Deja de torturarme.

La imagen dio una suave risa baja, por lo que el corazón de Minwoo dolía por lo que ya no tenía. —Soy muy real, inocente.

 

—No  —dijo  Minwoo,  negándose  a  creer  la mentira—. Déjame en paz. —Ya había llorado hasta no tener más lágrimas. Él no pensaba que podía llorar más. Pero se encontró con sus mejillas una vez más mojadas, y su cuerpo atormentado por el dolor. Quería a Youngmin, su pareja, el hombre que ni siquiera había tenido la oportunidad de conocer. Y ahora estaba solo.

Una mano cálida y sólida le tocó la cara, haciendo que mirara a los ojos azul zafiro. —Tienes que venir de nuevo a mí, Minwoo. Debes salir de este trance en el que has puesto a tu cuerpo físico. El doctor dice que no es saludable ni para ti ni para nuestro hijo. Lo estás matando.

Si Minwoo se estaba volviendo loco, entonces se alegraba de estar con el recuerdo de Youngmin. No quería apartarse del hombre de nuevo. —No quiero volver al mundo real. Quiero quedarme aquí contigo. Por favor, no me dejes.

Minwoo extendió la mano y agarró al hombre, sosteniéndolo con tanta fuerza que apenas podía respirar. Una mano fuerte se posó en su espalda, calmándolo, por lo que él gritó aún más fuerte. —Nunca me apartaré de tu lado, dulzura. Ahora estás atrapado conmigo.

—¿Cómo? —preguntó Minwoo—. El deseo.

 

—Ya no existe.

 

Ahora Minwoo sabía que estaba soñando todo esto. Una maldición no desaparecía por arte de magia, ¿verdad? Quizás sólo lo deseaba con tanta fuerza que su cerebro le daba lo que quería, aplacando su mente maníaca.

—Ven, Minwoo. Deja este lugar y vuelve a mí.

 

Tomando la mano de Youngmin, Minwoo permitió a su pareja que le llevara antes de detenerse. —No quiero volver allí.

—¿Confías en mí?

 

Minwoo asintió mientras se mordía el labio inferior. —Con todo mi ser, pero esto no es real.

 

—Entonces déjame demostrarte que esto es muy real.

—Youngmin jaló de su mano una vez más y esta vez Minwoo volvió a entrar en la realidad. Sus ojos se abrieron, viendo al doctor que estaba parpadeando una linterna frente a sus ojos.

—¿Estás    conmigo,  Minwoo? —preguntó  el doctor—. ¿Entiendes lo que te estoy diciendo?

 

La pérdida de su pareja golpeó a Minwoo de nuevo. ¿Por qué había permitido que su imaginación lo engañara? Había estado a salvo en el mundo de su mente. Había estado contenido en la tranquilidad, dispuesto a vivir el resto de su miserable vida allí.

—No responde —dijo el doctor—. Tenemos que traerlo de vuelta, si no se pierde al bebé. La tensión está afectando al bebé. Minwoo tiene que alimentarse.

Minwoo se escapaba de nuevo a su mente, con la esperanza; no, rezando para que Youngmin viniera a él una vez más.

—Lo voy a perder —dijo el doctor en tono desesperado—. Minwoo.

—Te dije que estabas pegado a mí.

 

Los ojos de Minwoo se abrieron de golpe cuando oyó la voz de Youngmin. Giró la cabeza, temiendo estar oyendo cosas cuando vio la cara de su pareja. Youngmin se acercó, poniendo la mano en el vientre de Minwoo. —Tienes que comer, mi corazón. Nuestro bebé está creciendo rápidamente y requiere una dieta sana.

—Él estará un poco mejor si me dejas poner una vía intravenosa —sostuvo el doctor.

 

—No hay necesidad —respondió Youngmin, su tono de  voz diciendo a todos que él no iba a ceder en el asunto—. Mi pareja recibirá todo su alimento de mí.

—Pero no sabemos si eso es seguro —respondió el doctor—. Tú mismo has dicho que el Guardián no está seguro de lo que puede afectar al bebé todas esas diferentes pociones que consumiste durante un largo período de tiempo. Ni siquiera estoy seguro que tu sangre sea segura para tu pareja.

Youngmin levantó a Minwoo de la mesa, envolviéndolo en una pared de puro músculo y carne caliente. Minwoo tuvo que luchar para no llorar de nuevo. Sólo que esta vez serían lágrimas de alegría porque Youngmin no estaba muerto, estaba allí, sosteniéndolo. —¿Sabes lo que es tener que ver a mi pareja desde la distancia, saber que está recibiendo su sustento de una fuente que no soy yo? Por fin puedo tocarlo, abrazarlo, y que me maten si alguien más le dará de comer.

—Oh, contrólate. —El doctor se movió alrededor de la mesa, con sus rasgos de piedra—. He tenido que hacer frente a los hombres más rebeldes y mucho más atemorizantes que tú. Las criaturas paranormales no me asustan. Los hombres actuando como idiotas y poniendo en peligro a sus parejas es lo que me asusta. Sólo porque tienes colmillos y eres un atemorizante vampiro no significa que voy a ceder. Ahora pon a Minwoo en la cama antes de que me obligues a poner mi ¡Zapato en tu trasero!

 

Minwoo miró fijo a Youngmin y podía decir que el hombre no tenía idea de cómo tomar al doctor Jaejoong. Minwoo seguro que no lo sabía. Estaba asustado de que el hombre siguiera adelante con su amenaza si Youngmin trataba de irse. Minwoo no estaba seguro de a que tenía miedo. —Bájame —dijo mientras miraba al doctor—. Creo que va en serio.

 

—Bien —Youngmin bufó mientras bajaba a Minwoo—.  Puedes colocar la aguja en su brazo. Pero quiero que revises mi sangre. Si no hay algo malo en ella, entonces no tendremos esta conversación de nuevo.

—Lo juro por Dios, Alphas tercos van a ser nuestra perdición por aquí. —El doctor Jaejoong acercó un soporte a la cama de Minwoo y colocó una bolsa de sangre en el gancho, y luego se giró hacia Minwoo que hizo una mueca cuando el doctor envolvió una banda de goma alrededor de su brazo, limpió la piel con un pequeño algodón, y luego empujó una aguja en su brazo.

¡Joder, eso dolía!

 

Youngmin le gruñó al doctor. El doctor ignoró a la pareja de Minwoo. No estaba seguro de qué hacer con ambos y sabía que Youngmin estaba tratando de deshacerse del humano. Su pareja se quedó allí, viendo todo lo que el doctor le hacía, pero no dijo una palabra más.

—Va a tomar un tiempo para que la bolsa se vacíe.

Voy a dejarlos solos. Ni siquiera pienses en eliminar la aguja.

 

El doctor miro fijo a Youngmin antes de salir de la habitación.

 

—Él es un hombre muy extraño. —Youngmin se rascó la barbilla—. No sé si me agrada o quiero matarlo.

Se giró hacia el hombre que tenía su corazón, Minwoo vio a los ojos azul zafiro de Youngmin. —¿Cómo se ha ido la maldición?

Un velo cubrió los ojos de Youngmin mientras se alejaba. Minwoo extendió la mano y acarició el brazo de Youngmin, sintiendo placer con el simple hecho de poder tocar al hombre. Él no se sentía del todo bien, tenía algo de cólico, pero necesitaba la cercanía, la ansiaba como ansiaba el aire. —No tienes que decirme.

 

Youngmin apoyó la mano en la que Minwoo había colocado en su brazo. —No estoy acostumbrado a estar tan cerca de nadie. He vivido mi vida en las sombras desde que salí de mi profundo sueño, Minwoo. Es una extraña sensación ser capaz de tocar sin...

El hombre no tenía que terminar la frase. Minwoo sabía lo que Youngmin había estado a punto de decir. El antiguo vampiro ya no necesitaba pociones para estar con él. Ya tampoco anhelaba comer. Ahora que podían estar juntos, el momento era difícil. Minwoo no conocía a Youngmin, no personalmente. Sólo sabía que el hombre era su pareja y jodía como un sueño. También sabía que Youngmin había estado luchando contra el impulso de tomar un bocado de él.

¿Y ahora qué? No podía ver a Youngmin sentado en un sillón frente a la televisión, no podía verlo en el suelo jugando con un niño pequeño. Youngmin era un guerrero fuerte. El hombre iba a querer hacer cosas de guerrero, no quedarse pegado a su lado, haciendo eructar a un bebé.

—Y puede que estés equivocado —dijo Youngmin en voz baja—. He visto el lado feo que la vida tiene para ofrecer. Solía burlarme de que mi gemelo quisiera algo tan mundano como una familia. Pero ahora que la tengo en la palma de mi mano, no puedo ver nada más.

—Deja de ver a escondidas en mi mente —dijo Minwoo un poco irritado. No estaba seguro de por qué estaba de mal humor, pero sabía que deseaba que los cólicos se calmaran.

Youngmin sacudió la cabeza, mirando a Minwoo con extrañeza.

—No lo hice. Tus pensamientos simplemente flotaron a mi cabeza.

—Eso no debería suceder —dijo Minwoo—. Nunca he oído hablar de que nada de eso suceda antes. —Iba a decir algo más, pero un  severo cólico lo dobló, haciéndole un   ovillo mientras gritaba. Nunca en su vida había sentido un dolor así.

 

Minwoo estaba dispuesto a pedir a los dioses, o a cualquier persona, que aliviara la agonía que lo consumía todo en su cuerpo.

—Creo que necesito al doctor.

 

continuara...


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