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Fugitivos II: ¿Una razón para vivir? por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola! 

Narra Daniel

Era el comienzo de algo.

Algo que no estaba entendiendo, pero que estaba sucediendo y sucediéndome.

Podía sentirlo, pero no podía sentirlo. Era extraño.

Incluso podía saber que se trataba de mí. De mí volando. Sí, volando.

¿O no?

No, porque yo no podía volar. Pero justo en ese momento, yo estaba volando.

Flotando.

Estaba deslizándome a gran velocidad. Iba en línea recta, pero no tenía miedo de estrellarme. Veía muchas cosas, lo sabía, pero no podía distinguir con claridad. Todo parecía tan fugaz hasta el punto en que apenas y mi mirada se centraba en algo que conseguía captar de reojo, aunque no sabía si estaba a una gran distancia o a un paso de mí, se disipaba sin más.

Desaparecía. Se esfumaba. ¿Se autodestruía o era destruida? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Quién lo hacía?

Y todo, absolutamente todo, parecía querer alejarse. Huir de mí.

Aun así, no me preocupé por aquello; incluso disfrutaba cuando todo se alejaba, me hacía querer sonreír. O tal vez estaba sonriendo, pero no sentía los músculos de mi rostro al hacer tal gesto.

Me observé y no encontré a mi cuerpo en la forma que estaba acostumbrado. ¿Acostumbrado? Ahora era una masa amarilla que brillaba. Que resplandecía, pero no me provocaba querer cerrar los ojos al ver mi auto resplandor porque tampoco los sentía.

¿Podía ver sin tener ojos? ¿Cómo era eso posible?

Tampoco me preocupe, porque solo sabía, que estaba observando.

También iba girando, lo sabía porque… no sabía cómo era que lo sabía, pero lo sabía.

¡Oh sí!

Lo sabía porque lo que me rodeaba cambiaba de posición. Tampoco sabía porque las cosas cambiaban de posición… pero de nuevo supe que estaba sonriendo.

Continué flotando y moviéndome hasta que me percaté de un resplandor más potente que provenía de donde se suponía, estaban mis pies.

No sentía nada, pero podía ver cómo los dedos desnudos de mis pies iban estirándose poco a poco. Bueno, no mis pies, sino que la luz iba estirándose hasta quedar hecha una pequeña esfera que después se quedó atrás. La separación fue indolora, pero se me hizo curiosa así que me dediqué en apreciar el momento en que cada uno de mis dedos pasaba por lo mismo que el primero y se iban lejos. Lejos de mí.

Solo hasta que me quedé sin dedos, de nuevo observé a mi alrededor y me encontré con muchas luces. Luces con la misma forma en la que se habían convertido los dedos de mis pies.

Había muchas que flotaban lejos y cerca de mí. Yo iba rápido, pero lo que me rodeaba parecía que no tenía prisa por llegar a… algún lugar. Solo flotaban, brillaban y me seguían sin que pareciera que estaban esperando que algo sucediera.

De nuevo se dio otro resplandor que captó mi atención. Esta vez no eran los dedos de mis pies, sino que se trataban de mi pie y poco a poco, también fue desprendiéndose para convertirse en una esfera que no se tomó mucho tiempo en seguirme de cerca.

Estaba fascinado con lo que veía. La intensidad de las luces, los colores y sus movimientos… todo me parecía, de alguna manera, espléndido.

Mi vuelo continuó y yo lo disfruté plenamente hasta que otro resplandor nació y me percaté de que ahora se trataba de los dedos de mis manos. Empezaron a hacer el mismo procedimiento que los dedos de mis pies y poco a poco las esferas que me seguían, aumentaron en cantidad.

Sentí que mi cuerpo-masa amarilla, giraba. Ahora sabía que me movía boca abajo. Observé hacia mis piernas, pero como no las encontré, caí en cuenta de que mientras mis dedos desaparecían, mis piernas también lo habían estado haciendo. Era algo consecutivo, algo que no se detenía y que tampoco sabía si iba a poder detener, pero no me preocupaba.

Todo estaba bien y todo iba a estar bien porque podía sentirlo dentro de mí; en alguna parte que no era ni muy profunda ni muy superficial.

Antes de que cerrara mis ojos “inexistentes”, conseguí ver algo diferente a la distancia ¿O era algo que estaba cerca?

Continué flotando hasta que me vi demasiado cerca de ese algo que sobresalía del resto. Floté otro poco más hasta que caí en cuenta de que si no me estiraba ni un poco, iba a pasar de largo a ese objeto. Me decidí en que, cuando pasara cerca de él, iba a ver con detalle de lo que se trataba porque tenía curiosidad de saber lo que era.

Seguí volando hasta que los resplandores en mis dedos me hicieron replantearme mi decisión de solo ver aquel objeto ¿En verdad solo quería verlo y pasarlo de largo?

¿Qué más quería?

¿Qué era lo que de verdad quería?

Me vi presionado en cuanto mi distancia con aquel objeto se acortó y mis últimos tres dedos de la mano empezaban a desaparecer. Entonces tuve la repentina necesidad de querer “tocar” aquello. Quise aferrarme.

Mi vuelo no se detuvo y cuando aquel objeto, al que todavía no le encontraba forma, estaba a nada de pasarse de largo, con mi pulgar e índice, que eran los últimos dedos que me quedaban, conseguí “pellizcar” el borde de aquel objeto.

Cuando fui consciente del toque que estaba realizando en aquel objeto, la calma en la que había estado flotando, se extinguió.

Una fuerte corriente de aire empezó a soplar con violencia. Me aferré al extraño objeto mientras deseaba que aquella corriente de aire se detuviera, pero no fue algo de inmediato. El aire me agitó con vigor, pero no desistí. Soporté y cuando el aire se detuvo, fue como si la gravedad del lugar regresara a la vida. Mi cuerpo entero giró y entonces “desperté” sobre una superficie.

Lo primero que vi fue un cielo azul que parecía estar agrietado. Fui consciente de mi parpadeo repetitivo y cuando mis ojos se movieron de un lado a otro, me di cuenta de que el cielo no estaba agrietado, sino que se trataba de…

-¿Ramas?-se me hizo extraño escuchar mi propia voz. Fue como si no hubiera sido yo el que habló en ese momento, pero estuve seguro de que había sido yo porque sentí la vibración en mi garganta y el sonido retumbante en mis oídos.

Observé otro poco más hasta que me vi obligado en mover mi cuello para obtener más campo de visión. Giré hacia un lado y hacia otro sin encontrar nada más que un lugar en blanco, así que me enderecé. Observé toda la blancura que me rodeaba y cuando di un giro de 180 grados, con lo primero que me topé fue con un enorme árbol.

¿Siempre había estado ahí?

Su tronco era grueso y así como había de ramas en la parte de arriba, también había una gran cantidad de raíces a mi alrededor. En las ramas había una que otra hoja de color verde de tamaño pequeño y, justo a la mitad de las ramas, había pequeños brotes de flores que parecían iban a tener un color amarillo claro en sus pétalos. Las raíces eran muy variadas; había desde raíces cortas a unas muy largas porque de ellas nacían otras raíces. Y sus grosores también variaban demasiado, su color era un café brillante que parecía recién humectado.

Me levanté y me di cuenta de que estaba cerca de un precipicio, pero no quise averiguar lo que había más allá de donde me encontraba.

No lo pensé y tampoco lo razoné, solo empecé a caminar en dirección contraria al precipicio porque me parecía la mejor decisión. Era extraño, hace un momento no tenía miedo de la manera en que estaba flotando, pero ahora pensaba que acercarme al precipicio era peligroso. Me daba miedo de tan solo saber que bajo mis pies no iba a haber una superficie que me sostuviera.

Detuve mis pasos.

¿Y si me caía en el precipicio?

¿Iba a sucederme algo?

¿Algo como qué?

Intenté obtener una respuesta, pero mis piernas reanudaron el camino. Y no caminé mucho cuando casi en un parpadeo, el lugar pasó de no tener nada más que ese árbol enorme que ya estaba lejos de mí, a un enorme campo de flores.

Me descubrí a mí mismo rodeado por una inmensa cantidad de flores amarillas.

No le encontré un final a ese campo lleno de flores, pero no me dio miedo. Caminé entre ellas y me fascinó el contraste que existía entre los colores amarillo y el azul del cielo. Era un lugar agradable.

Y no importaba el hecho de que estaba solo porque no me sentía solo; estaba auto acompañándome y eso me pareció más que suficiente. Mis pasos lentos y sin prisa aumentaron progresivamente de velocidad. Empecé a correr entre esos campos y después me descubrí a mí mismo sonriendo y riendo. Corrí libremente con los brazos extendidos a un lado y con mis ojos cerrados. Todo era fantástico.

Corrí hasta que sentí un cambio en la superficie que mis pies descalzos pisaban; tampoco supe cómo era que sabía que mis pies estaban ahí, pero simplemente lo supe. Abrí mis ojos y me encontré con un bosque.

Era un bosque que tenía troncos muy altos de color negro y sus abundantes hojas eran azules. Casi plateadas. Primero observé su inmensidad y después, como si secretamente me estuviera invitando a pasar, ingresé a él. Me dediqué en observar todo lo que había a mi alrededor, caminé entre los troncos y cuando di un vistazo hacia atrás, ya no encontré el campo de flores amarillas. No me importó y continué caminando sobre un piso que estaba lleno de esas hojas casi plateadas; mis pasos eran seguros y firmes.

No estaba dudando en nada.

Caminé hasta que llegué a una parte en donde no había de esas hojas plateadas y en su lugar, había un piso negro. Lo observé con detenimiento y me percaté de que, bajo ese piso negro, había una gran cantidad de raíces. ¿Serían las mismas raíces del árbol que vi al principio?

Continué caminando sobre esa superficie y a cada paso que daba, escuché una especie de eco alargado. Llegué a un extremo del piso negro y mi camino continuó sobre las hojas plateadas que abundaban, pero mis sentimientos no fueron los mismos que en un principio porque me sentí ansioso y con miedo. Quería dar media vuelta, pero al mismo tiempo no quería hacerlo porque sabía que había algo detrás de mí y yo no quería saber de lo que se trataba.

Continué con el camino en línea recta, pero no lo soporté. Me detuve y di media vuelta.

La escena del bosque no cambió en absoluto. Observé su profundidad con atención hasta que escuché que algo se rompía; como si de un vidrio se tratara. Esperé a que algo sucediera, pero nada más pasó. Volví a dar media vuelta para continuar con mi camino, pero el sonido de ese algo rompiéndose me impidió moverme. Volví a dar media vuelta y me encontré con las raíces que antes había visto bajo ese piso negro, pero que ahora emergían. Me parecieron aterradores los movimientos que las raíces tenían; daban la impresión de que sus movimientos les provocaban dolor.

Las raíces se elevaron cerca de un metro de altura y después todos los ruidos cesaron junto a sus movimientos. Me quedé quieto, pero solo me bastó levantar uno de mis pies para que todas las raíces “regresaran” a la vida y empezaran a dirigirse hacia mí con esos movimientos que parecían dolorosos. Conforme las raíces se acercaban a mí, la cantidad disminuía porque algunas se quedaban en el camino, pero al final fueron cuatro las que me alcanzaron. Cubrí mi rostro con las manos para no tener que ver algo que podía ser inevitable, pero fue un grave error porque las raíces se enredaron en mis muñecas y tobillos.

Intenté liberarme, pero las raíces continuaron girando alrededor de mi piel hasta que la sangre empezó a brotar por la fuerza con la que me estaban sujetando.

No sentí dolor, pero estaba aterrado.

Las raíces detuvieron sus movimientos sobre mi piel e intenté liberarme sin ningún éxito. Me quedé inmóvil para esperar que esas raíces se secaran o alguna otra transformación que me ayudara a liberarme, pero eso no sucedió y en su lugar solo provoqué que las raíces reanudaran sus movimientos. Cerré mis ojos e hice presión hacia atrás para intentar zafarme, pero tampoco lo conseguí. Abrí mis ojos y no me encontré con las raíces porque en su lugar había cadenas.

Entré en pánico.

Agité con fuerza las cadenas, pero nada funcionó.

Empecé a llorar y al poco tiempo las cadenas fueron arrastrándome hacia la zona de donde habían emergido.

Cuando llegué al borde de ese nuevo precipicio que se había formado, hice un último intento por liberarme, pero nada resultó. Las cadenas halaron de mí y caí.

La caída fue larga y cuando aquel vértigo llegó a su fin, fue porque me sumergí en una sustancia líquida de color negro. Empecé a patalear porque fui consciente de que bajo mis pies no había ninguna superficie y a mi alrededor no veía nada más que oscuridad. Mis movimientos fueron ralentizándose porque el dolor apareció de un momento a otro.

Mis muñecas, tobillos y la parte derecha de mi rostro empezaron a punzarme de dolor

-Ayuda…-conseguí decir a pesar de que ya no tenía fuerzas ni para mantenerme a flote-Ayuda-cerré mis ojos con la esperanza de que cuando los abriera, me encontrara en el campo de flores amarillas. Lo intenté una y otra y otra vez, pero nada cambió.

Lo único que cambió fue que me sentí cansado, débil y adormecido.

De un momento a otro decidí que había sido suficiente y poco a poco fui hundiéndome. Como ese líquido no se sentía como un líquido, creí que podría respirar, pero en su lugar solo conseguí atragantarme y empecé a toser

-Daniel-escuché a lo lejos lo que sabía era mi nombre-Daniel-la sensación de que estaba sumergiéndome cada vez más profundo, ahora cambiaba para darle paso a un impulso que me hizo subir.

Parecía que estaba hundiéndome hacia arriba y conforme más me elevaba, empecé a sentir la humedad y el frío del líquido por todo mi cuerpo

-Estás bien-mi ascensión incrementó de velocidad-Estás bien-el eco de esas palabras me comprimieron el pecho. Parecía que había estado esperando durante mucho tiempo escuchar algunas palabras como esas y ahora, por fin las escuchaba-Todo está bien-llegué a la superficie y empecé a toser.

La cabeza me punzó y el dolor en mi cuerpo incrementó.

Entreabrí uno de mis ojos porque el otro me “picaba” y en lugar de ver la oscuridad, me encontré con una silueta que se me hizo conocida. Sentí una vibración en mi ojo y conseguí enfocar un poco más.

Descubrí que esa silueta le pertenecía a alguien que... se parecía mucho a Sean.

¿Sean?

¿Por qué estaba ahí? ¿Y por qué estaba tan cerca de mí?

¿Era una alucinación?

¿Una más de las muchas otras que siempre tenía?

Me cansé de tener el ojo abierto y lo cerré.

No podía ser una alucinación más. No porque en todas las anteriores, Sean siempre estaba a varios metros de mí o solo me daba la espalda. La diferencia con esta nueva “alucinación” era que Sean estaba frente a mí y me observaba. Fue todo lo que pude ver.

Y si estaba tan cerca de mí… era porque ¿Lo habían encontrado? ¿Lo habían capturado?

-Te…-y como siempre hacía en mis alucinaciones, intenté hablar con él-En…-la garganta se me cerró y tuve que esforzarme demasiado para continuar-En…-sentí que el aire no me era suficiente-Encontraron-¿Por qué en esa nueva ocasión me estaba costando tanto poder hablar?

-No Daniel-escuché lejana la respuesta-Estas a salvo y yo también lo estoy-la voz se alejó aún más de mí

-No…-¿De qué hablaba? ¿Por qué decía eso? Hice un sobreesfuerzo para volver a entreabrir mi ojo-No…-el esfuerzo provocó que mis lágrimas se acumularan y nublaran aún más la poca vista que tenía.

¿Por qué mientras estaba en ese campo de flores amarillas no había sentido ninguna molestia, ningún dolor y ahora, el cuerpo entero me dolía?

Prefería quedarme entre las flores a sentir esos dolores que se me estaban haciendo insoportables.

Sentía lejana mi mente; era como si mis pensamientos recorrieran muchos kilómetros para cobrar sentido para mí. Todo se movía rápido, pero al mismo tiempo lento. Era una extraña sensación porque también me sentía consciente, pero más inconsciente. Todo me aturdía. Todo me…

-Daniel-de nuevo escuché la voz de alguien-¿Cómo te sientes?-¿Cómo me sentía?

Mal.

Todo el cuerpo me dolía

-Tranquilo esto…-esa voz continuó sonando, pero no conseguí escucharla con claridad.

Tan solo quería regresar al campo de flores amarillas.

¿Iba a ser complicado regresar a ese lugar tan maravillosamente indoloro?

Sentí una molestia en mi brazo izquierdo

-No…-intenté soportar ese dolor, pero se me hizo complicado-No…-el brazo entero me dolía-No…-

-Cálmese-sentí una nueva punzada en mi brazo izquierdo.

Quería regresar al campo amarillo.

Un bochorno que emergió de la nada me hizo sentir asfixiado. No pude respirar bien.

El aire entraba caliente a mi organismo y eso era doloroso. Sentía que los pulmones se me quemaban al igual que mi pecho y mis fosas nasales

-No…-me agité y entreabrí el único ojo que me obedecía. Me encontré con varias sombras que me rodeaban. Parecían personas borrosas que me tocaban por todas partes y, a cada toque que me hacían, el dolor se expandía por todo mi cuerpo-No…-me quejé y cuando cerré mi ojo, un potente vértigo me asaltó.

Sentí que caía a un túnel sin fin; y esa repentina caída me asustó tanto que grité.

Me sentí mareado y asqueado.

Quería regresar al campo de flores amarillas. Quería, quería regresar.

En verdad quería regresar

-¡No lo toquen!-con todo lo que estaba sintiendo en ese momento, escuchar esa voz y esas palabras provocaron que los dolores disminuyeran apenas un poco.

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Narra Sean

Todo había estado bien.

Daniel pareció confundido al principio, pero conseguí una reacción más de su parte que solo aquellos vistazos que nos había estado dando durante los meses anteriores cada que intentábamos platicar con él, para saber lo que estaba sintiendo.

Y precisamente hoy, que habíamos dado un paso más hacia adelante, todo se estaba descontrolando.

Ese caos se había desencadenado porque cuando Daniel tuvo una reacción mínima, pero más superior que las veces anteriores, sus latidos incrementaron y las enfermeras que habían estado monitoreándolo a la distancia, acudieron rápidamente a la habitación. No las culpaba porque entendía que ese incremento de latidos para ellas podía significar una alteración que podría ser catastrófica, pero cuando tres enfermeras ingresaron apresuradamente a la habitación y me encontraron en ella, me pidieron que me retirara.

Estuve a nada de salirme, pero cuando las vi intentar controlar a Daniel de una manera que no me pareció adecuada, regresé sobre mis pasos y les dije que lo hicieran con cuidado. Una de ellas me observó con molestia

-Retírese-pero como yo no me moví, la atención de la enfermera regresó de inmediato a Daniel que continuaba agitándose sobre la cama como si estuviera teniendo una pesadilla.

¿No entendían que él necesitaba calma en ese momento? No necesitaba que lo atormentaran de más.

Ellas lo rodearon e intentaron controlar sus movimientos con el uso de la fuerza. Ver el cómo lo sujetaron sin ningún cuidado de los hombros y el cómo le retiraron tan agresivamente la aguja que le proporcionaba el suero, me encolerizó en un santiamén

-¡No lo toquen!-alcé la voz y por un momento conseguí que las enfermeras alejaran sus asquerosas manos de Daniel, pero creyeron que con solo observarme de mala manera iba a ser suficiente. Continuaron con sus bruscos movimientos y caminé de regreso a mi posición inicial-¡No lo toquen!-grité por segunda vez y fue cuando mis poderes se salieron de control.

El vidrio de la ventana que había a mis espaldas se hizo añicos, pero mantuve en levitación el resto de todos esos fragmentos para evitar que lastimaran a Daniel. Las luces de la habitación tintinearon y el mosaico del piso se cuarteó.

Dos enfermeras gritaron con terror mientras que la otra mantuvo su expresión de espanto, pero su piel tuvo una degradación alarmante de color

-Suéltenlo-dije con calma y entonces mis ojos se volvieron negros-Ahora-ordené y sus manos se alejaron por completo de Daniel. La enfermera que no gritó, se desmayó a los pies de las otras que continuaban observándome con horror

-¿¡Qué sucede!?-el enfermero Johann ingresó a la habitación seguido por otra enfermera. Johann se hincó a un lado de la enfermera que continuaba en el piso-¡¿Qué pasó?!-preguntó alarmado mientras observaba primero a las enfermeras y después a mí

-Revisa a Daniel-dije.

Johann primero se vio confundido e impresionado por el color de mis ojos, después su mirada viajó hacia los pedazos de vidrio que continuaban flotando a mi alrededor y por último observó a Daniel mientras pasaba saliva con nerviosismo

-Por favor, llévense a la enfermera para que la revisen-indicó y las otras enfermeras no tardaron en acatar su petición. Entre las tres cargaron a la enfermera inconsciente y salieron de la habitación mientras Johann se enderezaba y empezaba a revisar a Daniel que continuaba agitándose y quejándose en voz baja sobre la cama.

Notas finales:

Muchas gracias por leer <3 


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