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Fugitivos II: ¿Una razón para vivir? por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Narra Johann

Lavé con dedicación el plato hondo que había utilizado para servir la papilla de Daniel. Esta vez, la papilla consistió en leche de almendra con plátano y fresa. Para mi sorpresa, Daniel estuvo a 6 cucharadas de terminársela, pero a pesar de mis intentos de motivación y súplicas, Daniel no desistió y yo no insistí en más de dos ocasiones.

Suspiré.

Sí, había avances. Daniel estaba comiendo una buena cantidad y eso era algo muy positivo porque la comida ayudaba a la recuperación física de los músculos, el fortalecimiento de los huesos y se recobraba la energía. Poco a poco, Daniel iba a ser más independiente y entonces… mi trabajo terminaría.

De mi trabajo, esa era la parte complicada; despedirme de mis pacientes.

Volví a suspirar mientras acomodaba el plato limpio sobre un pequeño estante para que se escurriera por completo y empecé a lavar la cuchara junto al vaso de la licuadora.

Y no se confundan, no quiero decir que la recuperación y la salud de mis pacientes no me alegraba. ¡Claro que me alegra! Ver a un paciente en cama y después andando de un lado a otro, me llenaba el alma y el corazón. Era una experiencia, un sentimiento demasiado gratificante, pero ese proceso de despedida me entristecía.

En el pasado había tenido uno que otro paciente que conseguía mi número y me mandaba mensajes de agradecimiento por mi arduo trabajo y muchos otros me daban una visita sorpresa en el hospital, pero ahí terminaba todo. Ellos no permanecían como amigos, ni siquiera como conocidos y lo entendía, porque era lo normal. Así debía ser porque solo debíamos tener una relación profesional.

Había otras ocasiones en las que mis pacientes seniles, algunas mañanas los veía muy bien, pero al día siguiente me daban la noticia de su fallecimiento. Y eso era difícil de superar; era complicado dejar ir a una persona que abría las puertas de su intimidad a alguien que no conocía de nada.

Me encariñaba muy rápido con las personas, ese era mi problema.

Y no era el único, muchos y muchas colegas pasaban por lo mismo, incluso los médicos. El cuidado de la salud era un tema que amaba, pero era bastante duro tanto en los estudios como en la práctica.

Coloqué la cuchara y el vaso de la licuadora a un lado del estante y volví a suspirar.

A pesar de que todavía faltaba demasiado para que Daniel se recuperara por completo, yo ya estaba pensando en la inminente despedida y eso me entristecía. Apenas llevaba una semana y media de trabajo a domicilio, pero el tratamiento completo ya llevaba poco más de 6 meses. Así que, en otras palabras, llevaba 6 meses de conocer a Daniel.

Por todo eso y más, no podía evitar pensar en la recuperación porque los avances estaban siendo efímeros.

Y eso estaba muy bien, pero no entendía por qué el asunto me preocupaba.

¿Por qué con Daniel estaba siendo diferente?

¿Por qué desde un principio el tema me tenía dando y dando vueltas?

¿Por qué?

Froté mi frente y volví a suspirar

Tal vez estaba obsesionándome con esto porque anoche me había desvelado para hacer el nuevo menú y solo conseguí dormir 2 horas ya que tuve que leer algunos artículos científicos sobre las propiedades de los alimentos.

Cuando juntaba las palabras “leer” y “alimentos”, mi tiempo se esfumaba. Ambos eran temas que me apasionaban y por eso no era consciente de lo que sucedía a mi alrededor.

Pero precisamente, gracias a esos esfuerzos nocturnos, la papilla le había gustado a Daniel y estuvo a nada de terminársela. Ahora me daba cuenta de que le gustaban los sabores dulces como el de las frutas, pero no podía darle ese capricho porque su dieta también debía incluir todo tipo de hortalizas. A mí tampoco me gustaban las papillas de verduras y por eso había investigado otras maneras para darle los vegetales; iba a hervirlos.

Con esa solución conseguía matar a 3 pájaros de un tiro, cumplía con la dieta de Daniel, ablandaba los alimentos a un nivel en que casi se deshacían dentro de la boca al primer contacto y además no perdían su valor nutricional. Esa solución era perfecta porque, además, unas que otras verduras, se endulzaban naturalmente y así resultaban ser más agradables de comer.

Esa misma tarde iba a intentarlo y esperaba un efecto positivo.

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Me sobresalté porque sentí que mi libro se deslizaba peligrosamente de entre mis dedos. Desperté a medias y observé a mi alrededor.

Continuaba en la habitación de Daniel, él todavía estaba dormido y por eso mi desvelada amenazaba con vehemencia a mis ojos de cerrarlos por completo y no podía permitirme eso. Estaba cuidando a un paciente que, aunque estaba dormido, los problemas siempre aparecían de imprevisto y por eso yo debía estar atento a todo.

Era uno de esos días en los que Daniel dormía la mayor parte del tiempo y yo había puesto música de Jazz, pero en esos momentos no estaba disfrutándola. Con mis grandes ganas de dormir, la música lenta se me estaba haciendo un martirio.

Froté mi rostro y me levanté de mi asiento, dejé mi libro a un lado y decidí apagar la música. Me encaminé al baño para lavar mi rostro con agua fría y afortunadamente desperté apenas un poco, pero resolví que no era suficiente; así que llegué a la conclusión de que necesitaba algo más fuerte para continuar con las actividades que tenía programadas para ese día.

Abrí por completo la puerta de la habitación y salí.

Me despejé apenas un poco y cuando llegué a la cocina, empecé a prepararme una taza de café.

La bebí con tranquilidad hasta que poco a poco fue haciendo efecto y solo hasta ese momento, regresé con energías renovadas a la habitación de Daniel. Todavía lo encontré dormido, así que aproveché para preparar todo lo que iba a utilizar.

Primero cerré la puerta con seguro y después saqué varios frascos de pomadas, cremas corporales y vaselinas, también preparé un traste de plástico con agua tibia, varias toallas húmedas y toallas de tela. Saqué otros suministros más y una vez con todo preparado, me coloqué a un lado de la cama.

Primero destapé a Daniel y fui bajando el pantalón de su pijama. Cuando llegué a la parte de sus rodillas, él despertó

-¿Vas a cambiarme?-lo observé y lo encontré con su ojo sano entreabierto. Con esa pregunta, supe que se refería al pañal

-No, lo hice en la mañana mientras dormías-lo puse al tanto-Ahora voy a revisar el estado de tu piel, voy a limpiarla e hidratarla ¿Está bien?-le di una explicación rápida, pero el procedimiento era lento. Daniel asintió y volvió a cerrar sus ojos; aún se veía adormilado-Relájate y dime si algo te molesta para que deje de hacerlo ¿De acuerdo?-volvió a asentir y continué.

Le quité por completo el pantalón y empecé a limpiar su piel.

Daniel todavía no podía tomar un baño, si bien podría sostenerlo en todo momento mientras él se acomodaba dentro de la bañera, también podía lavar su espalda, cabello y cuerpo en general, pero era demasiado arriesgado por el estado de sus heridas. También podría provocarle una lesión o una infección nueva.

Por el momento lo mejor era tomar otras alternativas.

Remojé las toallas de tela y empecé a pasarlas suavemente sobre su piel. Fueron roces lentos y cuidadosos. Abarqué desde sus ingles, en donde el pañal terminaba y después bajé por sus muslos, rodillas, corvas y hasta los dedos de sus pies; a los cuales limpié entre cada uno y la planta del pie.

Pasé a la otra pierna e hice el mismo procedimiento hasta que llegué a su talón y entonces Daniel se quejó

-¿Te lastimé?-

-Me duele-volvió a quejarse y empecé a revisarlo.

No me tomó mucho tiempo dar con el problema.

Daniel tenía una úlcera reventada en su talón; seguramente se le había formado porque la almohadilla que normalmente le colocaba en cada talón, precisamente para que no tuviera estos problemas, estaba un poco fuera de lugar. Todos los días me aseguraba de colocarle esas almohadillas, pero al parecer el error había sido mío al momento de colocársela

-Voy a curarte-me apresuré en tomar el botiquín para ese tipo de heridas que tenía preparado desde hace mucho tiempo y empecé a curarlo-¿No te duele en otra parte?-él negó y empecé la limpieza y desinfección de la herida.

No fue hasta cuando le coloqué una pequeña banda médica, que Daniel suspiró con calma

-Voy a tener más cuidado ¿Bien? Debemos evitar este tipo de heridas porque pueden desencadenar graves problemas en la salud de tu piel. Me encargo de revisarte todos los días, pero este tipo de heridas se pueden formar en menos de 2 horas y…-observé a Daniel y lo encontré atento a lo que le decía-No puedo estar revisándote cada 2 horas porque sería molesto para ti ¿Estás de acuerdo?-él asintió-Entonces…-alargué la palabra-Por muy mínima que sea la molestia, debes avisarme-volvió a asentir y le sonreí.

Continué lavándolo y una vez que su piel quedó limpia, procedí a untarle la crema y después, con total calma, limé las uñas de sus pies. No estaban tan largas por lo mismo de que le faltaban nutrientes, pero me gustaba darles una forma bonita para prevenir también que se enterraran y le provocaran molestia, dolor o una infección.

Cuando sus piernas estuvieron limpias, le coloqué un pijama limpio y volví a cubrirlo con su manta de algodón.

Cambié de posición para que su cabeza quedara a mi alcance y me dediqué en limpiar sus orejas y la parte interna de sus oídos con ayuda de una toalla húmeda; lavé su cuello, hombros, pecho, tórax y cadera. Después requerí de su ayuda para lavarle la espalda a la que también aproveché para revisar y prevenir otra ampolla, pero todo lo encontré en buen estado.

Continué con sus brazos y con los dedos de sus manos que no estaban envueltos por la férula. Limé las uñas de todos los dedos y les di un muy, pero muy sencillo manicure al quitarle los padrastros que amenazaban con provocarle dolorosas heridas.

Una vez todo limpio, procedí a untarle la crema hidratante, pero le puse más empeño a sus dedos para evitar la aparición de más padrastros; también decidí colocarle un pijama sin mangas para que la piel de sus brazos “respirara” un poco.

Revisé las heridas de sus muñecas, cabeza y ojo; en todas encontré un avance favorable. Me dediqué en cambiarle todos los parches y una vez terminada esa rutina, concluí que era un buen momento para empezar con mi informe si no quería volver a caer en las garras del agotamiento, así como Daniel había caído justo después de que le había terminado de colocar el pijama.

Como ya era mi costumbre, dejé la puerta de la habitación totalmente abierta y me dirigí a la cocina con mi computadora en mano para, mientras me dedicaba en almorzar, empezaría con mi redacción para el informe de esa semana.

 

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Abrí el paraguas y descendí de mi automóvil.

La lluvia de ese nuevo día pudo haberme tomado de sorpresa, pero hace años había decidido que siempre iba a cargar con un paraguas en los asientos traseros, así, ese asunto ya no iba a preocuparme jamás.

Tomé mi mochila y me la colgué en el hombro, después cerré todos los seguros de mi auto y caminé hacia la entrada sin dejar de disfrutar los diversos olores, colores, sonidos e imágenes que la lluvia creaba a mi alrededor. Los días lluviosos, sí se veían tristes, pero era un tipo de tristeza que daban muchas ganas de ser disfrutada. Todo me parecía tan melancólico y tan… fotografiable que no pude resistir mis ganas de tomarle una foto al camino de piedras aplanadas que siempre me guiaban a la entrada de la casa.

Otros días ese camino no me llamaba la atención, pero la lluvia mejoraba todo. Ahora ese camino se veía más atractivo por los colores y la nueva textura que tenía gracias al agua. Cada piedra tenía una forma diferente, pero conseguían estar en armonía para crear ese camino y, precisamente gracias a la lluvia, esas diferencias salían a relucir gracias al agua que quedaba atrapada; los reflejos que la lluvia creaba, junto a esas ondas de expansión que cobraban vida cada que las gotas caían, también eran increíbles.

Tomé tres fotos con mi celular y después continué con mi camino.

Y desde que cerré la puerta a mis espaldas, sentí un ambiente diferente en la casa porque el olor también era diferente; todo olía a delicioso café. Si los días anteriores siempre me sentía como un intruso, esa sensación incrementó. Observé a mi alrededor y lo primero que noté diferente fueron dos maletas de color azul que reposaban tranquilamente a un lado del sofá; junto a esas maletas había tres cajas de cartón apiladas una sobre otra.

¿Sean había comprado todo eso?

Colgué en un perchero que había en la entrada la sombrilla con su debida protección para que no goteara en el piso de la casa y avancé hacia la sala. Dejé mi mochila en donde siempre la colocaba, a un lado del reposabrazos del sofá.

Observé en silencio las maletas y al primer vistazo las noté casi nuevas, pero después de verlas a detalle, encontré una señal de uso gracias a las llantas.

O eran de Sean que estaba preparándose para salir de viaje o… escuché que unas voces provenían de la cocina y mis pies curiosos no tardaron en llevarme a ese lugar.

Primero me asomé con un poco de precaución, pero con la curiosidad al cien

-August todavía tiene su teléfono apagado y…-la voz de aquella mujer pelirroja desapareció cuando ambos cruzamos miradas. Sean, que estaba sentado de espaldas a mí, giró sobre su asiento

-Johann-me saludó. Sí, eso para Sean era un saludo y se levantó-Pasa-indicó y mi cero timidez se hizo presente

-Hola, buenos días-saludé en general. La mujer pelirroja de inmediato sonrió

-Hola-ella también se levantó de su asiento y conforme se acercaba a mí, fui notando el rostro cansado que tenía. Al parecer, la persona que había viajado fue ella-Me llamo Lucy-extendió su mano hacia mí y de inmediato la tomé

-Johann-me presenté. Ella sonrió y se le notaron aún más las ojeras

-Sean ya me platicó sobre ti-mi mano recibió un apretón bastante gentil de su parte-Muchas gracias por cuidar de Dany-me observó de una manera que me hizo sentir cálido y bien recibido. Fue una sensación demasiado maternal y amorosa

-Es mi trabajo-expuse un poco avergonzado mientras Lucy soltaba mi mano

-Y creo que haces un muy buen trabajo-sonrió-Él es mi novio James y él es nuestro hijo, Benedict-señaló hacia un lado de la cocina que todavía estaba oculto para mí, pero di un paso hacia el frente y las dos personas mencionadas entraron en mi campo de visión

-Ya nos conocemos-fue lo primero que James me dijo en cuanto ambos nos observamos. Después sonrió.

En ese rápido vistazo que le di, noté al bebé que tenía entre sus brazos.

Así que el James que anteriormente había conocido en el hospital, tenía su propia familia. No me lo hubiera imaginado, era alguien amable, pero la primera impresión que tuve de él me pareció que tenía un carácter especial. Me parecía una persona que toleraba muchas cosas, pero que tarde o temprano explotaba contra todo y todos por igual

-Hola-lo saludé con una sonrisa y mi atención regresó a Sean que estaba de espaldas a nosotros porque se encontraba preparando lo que suponía era más café

-¿Todos los días vienes a esta hora?-mi atención regresó a Lucy. Ella me tomó de la mano e hizo que ambos saliéramos de la cocina

-Solo vengo los lunes, miércoles, viernes y sábados-expliqué-Y sí… este es mi horario de entrada-

-¿Y te quedas todo el día?-el tono de sorpresa que Lucy manejó me hizo sentir un poco… orgulloso de mi trabajo y de lo que iba a decir

-Antes había planeado un horario diferente, pero para una mejor atención a Daniel, decidí cambiar a horas corridas-

-Claro…-murmuró y tomó asiento en el sofá. Ella me invitó a sentarme a su lado y no lo negué-Sé que tu trabajo es muy importante, pero no sé mucho sobre lo que haces-sonrió con pena-¿Es muy complicado?-

-Bueno, si eres principiante, puede que algunas cosas se te compliquen ya sea por conocimientos o incluso por los nervios-elevé ambos hombros-Pero eso ya no pasa conmigo-sonreí orgulloso-Así que mi trabajo lo llevo a cabo con total naturalidad-mientras le explicaba, pude darme cuenta de que Lucy me prestaba total atención; me observaba con una sonrisa de lado y percibí un ligero toque de admiración.

Ella me pareció una persona muy cálida.

Me aclaré la garganta

-Y… ¿Vienen a visitar a Daniel?-ella sonrió

-Sí-dudó un poco-Sí-repitió con más seguridad

-¿Planean quedarse aquí?-pregunté con curiosidad porque de ser así, quería decir que iba a seguir viendo a Lucy

-Por ahora no sabemos nada-no le entendí a su respuesta y para rematar, noté la sonrisa que dio sin muchas ganas-Fue un viaje muy apresurado-apartó su mirada y la vi ensimismada en sus pensamientos. El repentino silencio se me hizo extraño y decidí intentar subir su ánimo

-¿Todo bien?-me incliné un poco hacia adelante para captar su atención y no se me complicó. Ella parpadeó y volteó a verme con una sonrisa renovada

-A veces las cosas no pasan como a uno le gustaría que pasaran ¿Cierto?-elevó ambas cejas y asentí

-Es complicado-estuve de acuerdo con su frase porque muchas veces eso también me pasaba a mí-Pero no se pierde nada con intentar y darlo todo-sonrió a pesar de que continuaba “desconectada”

-Así es-a los pocos segundos, su energía regresó a la vida, pero no mencionó algo más, así que, como yo sí quería continuar con la plática, se me ocurrió un tema que podría mejorar su estado de ánimo

-¿Ya pasaste a ver a Daniel?-era un buen inicio de conversación porque podría decirle los avances muy positivos que había en su tratamiento

-Como llegué en la madrugada, solo me asomé un poco, pero lo encontré dormido-asentí-Así que primero decidí platicar algunas cosas con Sean y… henos aquí-sonrió-Ni siquiera he podido tomar un baño-pasó sus dedos entre su cabello y consiguió llamar mi atención

-¿Es color natural?-pregunté porque como su cabello llamaba mucho la atención, fue lo primero que vi cuando la conocí

-Muy natural-sonrió con orgullo-Pero lo he descuidado un poco y por ahora preferiría que no lo observaras tanto-se carcajeó y yo también

-De acuerdo-soltamos unas cuantas risas más y después escuché unos pasos que se aproximaban

-Ten, cariño-James llegó a nuestro lado. Le entregó una taza de café a Lucy y ella se lo agradeció

-¿Y desde dónde viajaron?-pregunté mientras James tomaba asiento en el sofá de enfrente con su hijo todavía entre sus brazos. Me di cuenta de que él también se veía igual o más agotado

-Rusia-fue James quien me respondió porque Lucy estaba dando pequeños sorbos a su bebida. Quise decir algo sobre la cultura de ese país que había leído hace mucho en una revista de curiosidades, pero James me ganó en tomar la palabra-¿Y cómo va el tratamiento de Daniel?-meció un poco a su bebé y yo me acomodé en el sofá para dar mi explicación

-Va por buen camino-asentí varias veces-Come bien y también descansa lo suficiente. A pesar de que el tratamiento se está manejando sin ningún tipo de medicación, todo se mantiene bajo control-sonreí-Pronto Daniel va a tener que ir al hospital para que le revisen la herida del ojo y de las muñecas con el equipo especial, pero hasta el momento el injerto está respondiendo y la única incógnita es sobre el estado de su ojo, pero mis revisiones arrojan buenos resultados-

-¿Y pronto va a volver a caminar?-observé a Lucy con duda-Sean nos dijo que Dany no se ha levantado de la cama desde hace 6 meses-

-No existe ningún problema motriz hasta el momento y todos los días tiene una sesión de fisioterapia acompañada de algunos masajes especiales para que sus músculos no se atrofien por el encamamiento-observé a los dos-No hay de qué preocuparse, el doctor afirma que pronto podrá levantarse de la cama y que será capaz de realizar algunas actividades por su cuenta como comer o incluso lavar su rostro-afirmé

-Qué bueno que todo va bien-Lucy dejó su taza con café sobre la mesita de la sala y se recargó por completo en el respaldo del sofá-Ahora solo quiero bañarme y dormir una semana entera-

-Voy a la habitación que Sean nos preparó-James se levantó del sofá-Me bañaré con Ben ¿Vienes?-

-Quiero platicar otro poco más con Johann-Lucy me observó-¿Te gustaría?-

-Tengo que pasar a revisar a Daniel y después le voy a preparar su desayuno…-me gustaba la idea de Lucy porque a mí me encantaba platicar, pero mis responsabilidades y mi trabajo debían anteponerse

-No se diga más-ella se levantó del sofá-Yo te ayudo-sonrió y escuché la risa de James quien después de tomar la maleta azul más grande, empezó a subir las escaleras. Me preocupé un poco porque estaba sosteniendo a Benedict con un brazo, pero al parecer para él no le fue un gran problema mantener el equilibrio-Vamos a ver a Dany-ella me tomó del brazo y me llevó hacia la habitación de Daniel que tenía la puerta entreabierta.

Cuando estuvimos a punto de entrar, de reojo vi que Sean pasaba por la sala rumbo a las escaleras que lo llevarían al segundo piso…

-Se quedó dormido-observé a Lucy y la encontré con un rostro que no pude descifrar al momento. Seguí su mirada y me encontré con un muchacho que se encontraba completamente dormido en una posición que no me pareció cómoda; él estaba sentado en la silla que yo siempre utilizaba para velar el sueño de Daniel. Lucy suspiró e ingresó a la habitación para acercarse al chico-Tom-lo agitó del hombro-Tom, despierta-continuó agitándolo con paciencia hasta que el muchacho despertó un poco sobresaltado

-Lucy…-él la observó y después frotó su rostro

-Ve a darte un baño y después baja para que desayunemos-Tom asintió mientras frotaba sus párpados con ayuda de sus puños. Él se veía aún más cansado que Lucy y James.

¿El viaje desde Rusia a Alemania de verdad era tan pesado?

Tom se levantó de su asiento

-¿Platicaste con Dany?-Lucy preguntó mientras Tom, tambaleante, se acercaba a mí

-Solo un poco-él giró y primero observó a Dany, que estaba dormido y luego observó a Lucy-Le dije que vinimos a visitarlo-elevó ambos hombros-Y le dije que los demás vendrían después-el rostro de Lucy volvió a cambiar. Ella observó hacia el piso, asintió un par de veces y después su mirada regresó a Dany

-Está bien-sonrió un poco-Ve a bañarte-dijo y Tom volvió a dar media vuelta. Fue cuando él se percató de mi presencia

-Ah, hola-me saludó con poco ánimo

-Él es Johann, el enfermero que cuida de Dany-Lucy se encargó de presentarme

-Hola-le sonreí

-Tom-él extendió su mano hacia mí y se la estreché

-Mucho gusto-me pareció que él quería decir algo más, pero solo se limitó en exhalar y salió de la habitación.

Al parecer… era una persona de muy pocas palabras

-Que no te engañe-mi atención regresó a Lucy-Por ahora está cansado, pero él de verdad que es alguien imparable-sonrió y le regresé la sonrisa-Es solo que por ahora varias cosas se nos han juntado y… es complicado-suspiró-Bien ¿En qué te ayudo?-ella se mostró totalmente entusiasta.

¿Cómo iba a decirle que todo el tratamiento de Daniel debía llevarse a cabo bajo una intimidad rigurosa en la que solo el profesional y el paciente estaban involucrados?

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer!


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