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88. Conejo Fugitivo (02) por dayanstyle

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Taeyang había dado un paso hacia la terraza trasera, cuando un sedán negro se detuvo en la parte posterior de la casa. Los dos agentes federales del apartamento de Jay salieron del coche, sus zapatos crujiendo en la grava. Cuando Morrison cerró de golpe la puerta del conductor, el sol desapareció detrás de las oscuras nubes rodantes.
Los dos hombres ya no llevaban la ropa casual que habían tenido anoche. Ahora, ambos vestían trajes, por lo que cada uno parecía un funcionario del gobierno. A medida que se acercaba Morrison, le dio a Taeyang una apretada inclinación de cabeza.


—Simplemente dile que salga, y no causaremos ningún problema.
Taeyang dejó la taza de café en la barandilla, antes de cruzar los brazos sobre el pecho. No estaba seguro de por qué los dos estaban aquí o cómo incluso sabían dónde vivía, pero su paciencia ya se estaba agotando.
—¿De qué están hablando?                   
Su mirada chasqueó hacia Kent, quien dio un paso amenazador hacia delante.
—No jodas con nosotros. Sabemos que Jay está aquí.
Morrison agarró la manga del traje azul oscuro de Kent y sacudió su cabeza. Kent se echó atrás, pero no parecía feliz de tener que retroceder. Se colocó ambas manos en las caderas, apartando la chaqueta, para revelar la funda de la pistola envuelta alrededor de su hombro.
Lo había hecho a propósito. Un movimiento de poder. Taeyang no se intimidaba. —Vete a la mierda—dijo.


—No sé qué tipo de juego estás jugando, pero Jay no está aquí.
—¿Crees que esto un juego? —Kent preguntó con sarcasmo.
—Mira—dijo Morrison, mientras corría una mano sobre su cabeza y dejó escapar un largo suspiro, —sólo queremos hablar con él, para asegurarnos de que todo está bien.

 

Las cejas de Taeyang se fruncieron, mientras miraba con intensidad a los ojos de Morrison.
—¿No es una broma? ¿Jay ha desaparecido? ¿Desde cuándo?
Procesó  lo  que  los  dos  estaban  diciendo.  Jay   había    desaparecido.
¿Cómo? Nadie podría haber entrado, porque si el asesino había regresado, estos  dos  no  estarían aquí  acusando  a  Taeyang  de  albergar  al hombre.
¿Qué demonios estaba pasando?


—No actúes como si no estuviera aquí—Kent empujo con un dedo, a Taeyang, cuando las nubes crecieron más gruesas y más oscuras. Una tormenta pronosticada venía, y no podría haber elegido un peor momento. Una ráfaga de viento sopló, cuando Taeyang bajó los escalones de la terraza y se detuvo justo en frente de Kent.
 
 
—Vigila tu puto tono conmigo, o me voy a olvidar de que azotar tu culo es un delito federal. —Taeyang apretó la mandíbula, mientras observaba la mirada furiosa de Kent. Gruñó cuando Morrison agarró a Kent y tiró al otro agente atrás, cuando Kent se sacudió hacia Taeyang.


Después de lo ocurrido anoche, Taeyang le daría la bienvenida a una buena pelea. Tenía demasiada frustración reprimida, demasiada rabia que tenía que ser liberada en alguien, y este idiota sería la persona perfecta. En lugar de lanzar un puñetazo, lo que podría hacer que lo detuvieran, Taeyang puso los ojos hacia abajo y escupió a la tierra, apenas fallando en los zapatos súper lustrados.


Kent gruñó y empujó a Morrison para liberarse, pero este mantuvo un estrecho control sobre su pareja. Movimiento inteligente. Taeyang no estaba seguro de cuanto más de la agresión de Kent podía tomar, antes de noquear al hijo de puta.
—¿Podemos actuar como hombres civilizados?—Preguntó, mientras Morrison liberaba a Kent.
—Tenemos un problema mayor para hacer frente, además de ustedes dos con ganas de matarse el uno al otro.

 

—¿Cuándo notaste la ausencia de Jay?—Preguntó, mientras Taeyang ignoraba al otro agente, que todavía estaba mirándolo. Morrison estaba en lo correcto. Jay era su prioridad en este momento.
—Hace aproximadamente media hora—dijo Morrison. —La ventana de su dormitorio estaba abierta, y ya que eres su compañero, se asumió que vino aquí para verte.
—¿Estás seguro de que alguien no irrumpió en su ventana?—Taeyang preguntó.
—No hay signos de lucha—dijo Morrison, cuando un trueno se oía a la distancia.
—Se escapó, pero, obviamente, nunca lo hizo hacia aquí. Revisamos los caminos viniendo hacia aquí, pero no lo vimos.
—Si lo perdemos—Kent dijo, mientras una vez más señaló con el dedo
hacia Taeyang. —Voy a arrestarte por obstrucción a la justicia.   
—Yo suavizaría las amenazas contra mi hijo—T.O.P caminaba fuera de la casa y se unió a ellos. La mirada de Kent se deslizó sobre el gran cuerpo del hombre, pero el chico no dijo una palabra.
—¿Usted es? —Preguntó Morrison.
— Choi  Seung Hyun, ¿qué está pasando?


Taeyang explicó a su padre lo que los dos eran y por qué estaban ahí. Tan enojado como Taeyang estaba con Jay, su estómago se retorció en  nudos con el pensamiento de los perjuicios que pudieran ocasionarse al chico. Quería a Jay de vuelta.


Había pensado mucho, después de la conversación con su padre, y Taeyang había decidido tratar de resolver las cosas con su pareja. Pero primero tenía que encontrar el pequeño conejito.


—¿Así que, dos gatos estaban a cargo de mantener a salvo a mi yerno y la cagaron?—Preguntó T.O.P, y su tono no era agradable.
Su padre se volvió, y metió dos dedos en la boca, dejando escapar un silbido estridente.


 
Segundos más tarde, los gemelos y Kyung Il aparecieron en la terraza posterior.
—El compañero de Taeyang está desaparecido—dijo T.O.P. —Tenemos que encontrarlo antes de que el asesino lo haga.
Ni los gemelos ni Kyung Il le preguntaron por qué Jay tenía un sicario detrás de él. Los tres asintieron, cuando se unieron al pequeño grupo en el camino de entrada.


—Voy a empezar con su departamento—dijo Taeyang, —y revisare el camino de vuelta hacia aquí voy a ver si puedo coger su olor.
—Voy a buscar en las carreteras secundarias—Taehyun dijo, mientras se dirigía hacia su coche y luego se volvió hacia Jimin.
—Quédate con Ho Seok.
—Voy a comprobar en la ciudad—dijo Kyung Il.   


Por suerte, todos sabían cuál era su aspecto por sus visitas al café desde
que llegaron a Dalton Falls. Taeyang asintió con agradecimiento, antes de que se subiera a su camioneta y partiera. Tomó su celular de la guantera. Al estar de tan mal humor la noche anterior, se había olvidado de llevarlo adentro con él.


Había numerosas llamadas perdidas de Jay. El corazón de Taeyang se apretó en su pecho, y se le hizo un nudo en la garganta, al escuchar los mensajes.


Jay le pedía que no se alejara, que le diera otra oportunidad. No, Jay no era como Jong Jin. Su compañero tenía conciencia. Su compañero tenía un jodido corazón, no era frío y traicionero.
En ese momento, Taeyang sabía que no podía alejarse, que perdonaría al pequeño conejito. Su padre tenía razón. Jay había estado atrapado entre la espada y la pared. ¿Cómo podía culpar al hombre por su elección, para sobrevivir?
Tenía que encontrar a Jay y eliminar a ese asesino a sueldo. A la mierda los federales. Ese era ahora el trabajo de Taeyang, para mantener al hombre seguro. No debería haber dejado a Jay ayer por la noche, sabiendo que había un asesino a sueldo detrás de él.


La culpa comenzó a carcomerlo, cuando se detuvo en el edificio de apartamentos y se bajó.
Encontró cual ventana pertenecía al dormitorio de Jay,  Taeyang comenzó a realizar un seguimiento de su compañero.
Jay cortó a través de campos abiertos y corrió a través de un campo de maíz en época de cosecha. Tenía una vaga idea de a dónde iba, pero no estaba demasiado seguro de que estuviera en el camino correcto.
 
 
Había visto el puente cubierto, cuando había entrado a la ciudad, pero desde que era nuevo en Dalton Falls y no había explorado el lugar a profundidad, oró para que llegar a tiempo. Su pie se atoró en un agujero profundo, impulsándolo hacia el suelo. Jay maldijo, mientras liberaba su pie y luego hizo una mueca ante el dolor. Dejándose caer, mientras corría. Si esto hubiera sido una película de terror, ya estaría muerto.
Pero no lo era. No exactamente. No había cámaras, pero había sin duda un chico malo. No quería saber lo que sucedería con Xiao si no llegaba a tiempo.


Empujándose con sus pies, Jay tomó un tallo de maíz, para tratar de mantener el equilibrio. El tallo cedió, por lo cual cayó de nuevo.
—¡Maldita sea! —Tiró de su pie hacia él y levantó la pernera del pantalón, hasta ver que su tobillo estaba rojo e hinchado. No estaba seguro de si era simplemente un esguince o si se había roto algo. Pero seguro que dolía lo suficiente como para estar roto.
Incluso si él cambiaba, necesitaría tiempo para sanar. El tiempo era un lujo que no tenía. Lo intentó una vez más para levantarse en sus pies, gimió cuando puso peso sobre su pie lesionado.
Esto no iba a funcionar.

 

 
Nunca lograría llegar al puente en una hora. No mientras cojeara. Cuando un trueno sonó a la distancia, Jay miró hacia el cielo. Simplemente genial. Parecía como si una tormenta se estuviera formando. Era una pena que no pudiera volver a la cama y empezar el día todo de nuevo. Por desgracia, esa no era una opción, y necesitaba seguir moviéndose. Jay había comenzado a avanzar cuando sonó su teléfono. Si era el falso detective, iba a gritar. Su día ya era suficiente mierda sin ser amenazado.


Sacó su teléfono del bolsillo, y su corazón tartamudeó cuando vio que era Taeyang llamándolo. Tan mal como él quería hablar con su compañero, ahora no era un buen momento. Tenía un ocelote que salvar... y enfrentar su muerte. Tal vez debería hablar con su compañero. Podría ser su última oportunidad. Tomó una respiración profunda y deslizó su dedo sobre el botón verde.
—¿Hola?
—¿Dónde estás?
Jay hizo una pausa y se frotó la frente. —Afuera, por ahí.          
Taeyang sonaba lívido, sus palabras cortadas y firmes.
—Creo que me has guardado suficientes secretos. Dime dónde te encuentras, o juro por el jodido Dios que te voy a azotar el culo hasta que no puedas sentarte por un mes entero.


El gruñido en la voz del hombre, tenía a Jay agitándose. Recordó lo aterrado que había estado de su compañero, cuando se conocieron, y el tono que Taeyang estaba usando, sólo extrajo la intimidación que había sentido.
—En un terrorífico campo de maíz con un tobillo roto.
—No más secretos —dijo Taeyang, con un gruñido. —¿Lo tenemos claro?
La esperanza surgió dentro de él, que Taeyang podría perdonarlo por no decirle la verdad. Se mordió el labio inferior y cerró sus ojos.
—¿Me-me perdonas?

 

 
Una gota de lluvia le golpeó la mejilla... o ¿era una lágrima? Jay sintió un popurrí de emociones inundarlo, y no podía estar seguro de si estaba llorando o si en realidad era la lluvia. No le importaba.
Sólo quería que las cosas estuvieran bien entre ellos, antes de enfrentarse a Saeng... si ese era su verdadero nombre, lo que no era probable.
Taeyang permaneció en silencio, durante un largo momento y luego se aclaró garganta, su voz más calmada.
—Entiendo por qué me ocultaste la verdad. No me gusta, pero lo  entiendo.
Eso no contestaba la pregunta de Jay. —Bien.
—Dime dónde estás, pequeño conejito. Hay cosas sobre las que necesitamos hablar.
No sólo era que Jay iba a llegar tarde a la reunión con Saeng, sino que estaba enfermo y cansado de ocultar cosas a Taeyang. La carga se sentía demasiada malditamente pesada, y estaba cansado de llevar el peso, sólo.       
—Recibí la llamada de un sicario. Dijo que tiene a mi amigo, y tengo que encontrarme con él, en el puente cubierto, en una hora. Eso fue hace cuarenta y cinco minutos.
Taeyang dejó escapar una serie de maldiciones.
—¡Él te va a matar, Jay! ¿Por qué mierda te escapaste? —El hombre gruñó y continuó, antes de que Jay pudiera decir una palabra.
—Dime exactamente dónde te encuentras.
—Uh, en un campo de maíz. No estoy muy seguro acerca de las coordenadas exactas.
Jay miró a su alrededor, pero todo lo que podía ver era maíz, maíz, y oh sí, más maíz.
—¿Sabes que camino tomaste? —Preguntó Taeyang.
—Es el único campo de maíz por el puente cubierto.
—No te muevas —ladró Taeyang. —No te atrevas a moverte. Estaré ahí en breve —, su compañero colgó.

 

 
Por mucho que Jay quería arreglar las cosas entre ellos y escuchar a Taeyang, la vida de Xiao estaba en juego. No podía dejar de moverse. Tenía que llegar a su amigo. Su compañero sabía hacia dónde se dirigía, y esperaba que Taeyang pudiera llegar a tiempo para salvarlo.
 
Jay hizo una mueca con cada paso, cuando se dio la vuelta y se dirigió a su muerte.
 
Aunque el cielo estaba oscuro, sólo unas pocas gruesas gotas de lluvia habían caído. Taeyang estaba contento por eso. La lluvia hacía más difícil el seguimiento de un aroma. La tierra mojada y el olor a ozono reducían los sentidos y escondieron los olores subyacentes. Aunque Taeyang podía  oler el agua en el aire, por ahora todo permanecía seco.     

  
Aparcó su camioneta, en un ligero desnivel y se bajó, mirando al campo de maíz frente a él. No estaba seguro de cuántos acres de maíz había, y sabía que su trabajo de encontrar a Jay no iba a ser fácil.
Desvistiéndose, tiró su ropa en la cabina de su camioneta, junto con su cartera, llaves y teléfono, antes de permitir que el cambio llegara. Una vez que la transformación fue completada, echó la cabeza hacia atrás y aulló. Fue un instinto natural, uno al que siempre cedió. Él se sentía tan natural, en su forma de lobo, como lo hacía en su forma humana. Las dos vivían en perfecta armonía.


Taeyang recorrió el borde del campo, avanzando como un cuarto de milla, antes de que captara el olor de Jay. Su lobo se excitó, ante el olor del conejo. No quería comer, sólo jugar. Por mucho que Taeyang quería ceder a su lobo, no podía. Tenía que llegar con Jay y entonces empezar a comprender las cosas desde ahí.
Con la nariz al suelo, Taeyang siguió a su compañero. Diez minutos más tarde, encontró a Jay sentado en el suelo, con una expresión de dolor grabada a través de su cara. Taeyang cambió y se arrodilló al lado del hombre.


 
—Déjame echar un vistazo—Taeyang levantó suavemente el pie de Jay, y el hombre gritó.
—Detente. Detente. Eso duele.
Jay trató de alejar el pie, enganchó el talón en la mano de Taeyang y  lloró otra vez.
—Va a ser más fácil para mí llevarte, si cambias—dijo Taeyang. —Necesito llevarte de vuelta a mi camioneta.
—Pero ¿qué pasa con Xiao? —Preguntó Jay.
—No puedo dejarlo con un asesino a sueldo. El chico se desmaya si el viento sopla en la dirección equivocada. Probablemente está desmayado, en este momento.
Taeyang no conocía a Xiao personalmente, por lo que tomó la palabra  de Jay. 
—Vamos a recuperar a Xiao en una sola pieza, pero en este momento, mi principal preocupación eres tú.
Mordiéndose el labio inferior, Jay levantó la vista hacia Taeyang.
—Nunca me dijiste si me perdonaste o no.
Arrodillado delante de su compañero, Taeyang suspiró, mientras se frotaba una mano por la frente.
—Me dijiste que podía confiar en ti.
—Puedes—dijo Jay, y Taeyang oyó el miedo mezclado con las palabras del hombre.
—Prométeme que no vas a esconder nada más de mí, Jay. Prométeme que no tengo nada de qué preocuparme por estar acoplado a ti.
Jay puso una mano sobre el brazo de Taeyang, mirándolo a los ojos.
—No sé lo que te sucedió para que seas tan desconfiado. Estoy lejos de ser perfecto y voy a meter la pata, pero juro que no tengo la intención de lastimarte.


Taeyang asintió. —Salí con un chico que vivía una doble vida. No tenía idea de que era un acompañante, follando a otros hombres por dinero.
La mandíbula de Jay cayó.
—Puedo contar a mis amantes con una mano y me sobran tres dedos. También puedo decir que soy un tipo bastante aburrido, al que no le gusta el drama o el engaño. Lo juro.
Taeyang arqueó una ceja.
—Estás haciendo una gran cantidad de juramentos.
—Porque es la verdad —sostuvo Jay.
—Mi nombre es Jae-beom, no Jay Park. Solía vivir en California, mis padres están vivos pero creen que estoy muerto, y mi ex-mejor amigo me entregó a los federales.
El agarre de Jay en el brazo de Taeyang se tensó.        
—Tengo un padrino que está conectado a la mafia. Me quede atrapado en un montaje de drogas, y el acuerdo fue que cumplía más de veinte años o delataba a mi padrino. Tomé el acuerdo, pero parte de él era que no podía decirle a nadie sobre el acuerdo.
—Y me dijiste, ahí mismo, delante de Kent y Morrison. ¿Qué pasará ahora?
—El agente especial Pendejo Marek me va a freír —Jay dijo.
—Fue el tipo que me ofreció el trato.
—¿Qué tienen sobre ti?
—Nada—respondió Jay. —Fui a esa casa, para recoger a Myoung Jae, y el lugar fue allanado minutos más tarde. Yo no estaba involucrado en las drogas de Myoung Jae, portando armas, o prostitutas.
Taeyang maldijo. Esos eran unos cargos pesados contra Jay.
—Vamos a conseguir cuidar de esta situación, y luego vamos a  hacer frente a este chico Marek.

 

Jay miraba suplicante a Taeyang. —Mi padrino es Lee Jae Hee, y él conoce a algunas personas muy desagradables. Incluso si tenemos éxito con este asesino a sueldo, vendrá otro. No se detendrá hasta que muera.
—¿Y nadie sabía a donde te habían llevado? —Preguntó Taeyang.
—Todo el mundo, excepto los federales, pensaron que fui asesinado en un ataque,  en la cárcel —Jay dijo y luego añadió en un tono sombrío.
—Incluso mis padres.
Las cosas no le cuadraban a Taeyang. O alguien había visto a Jay después de su falsa muerte o había un hijo de puta podrido, involucrado con los federales. Él iba a averiguar cuál era.
—Tengo algunos familiares que conocen algunas personas muy importantes —dijo Taeyang.
 
—Vamos a luchar contra esto—Tocó la pierna de Jay. —Pero hasta entonces, cambia para que pueda llevarte de regreso a mi camioneta.
Jay asintió y empezó a desvestirse. Taeyang tuvo que ayudarlo con los zapatos y los pantalones. Una vez que su compañero estaba desnudo, Taeyang tuvo la tentación de follarlo ahí mismo, en el campo de maíz. Ahora no era el momento, por lo que tomó una respiración profunda y se centró en la tarea en mano.
Jay cambió y Taeyang registró los bolsillos del hombre, agarrando el teléfono celular de su pareja.
—Alguien debe llevar esto con la boca o tendremos que volver por él.
Le tomó al conejo tres intentos, antes de que lo hubiera encajado firmemente en su boca. Taeyang cambió a su forma de lobo y luego recogió a Jay, por la piel del cuello, llevando a la pequeña cosa peluda, entre sus dientes.
Taeyang se fue, de regreso a su camioneta, donde colocó al conejito en el suelo, cambió, luego recogió a Jay y lo puso en la camioneta, antes de vestirse.

 
—Mantente en esa forma—dijo Taeyang después de subir al lado del conductor.
—Por un lado, lo necesitas para sanar. Dos, quiero que seas un objetivo  tan pequeño como sea posible.
Agarrando su celular, Taeyang llamó a su padre y le explicó al hombre sobre la reunión.
—Estamos en camino. No te reúnas con él, hasta que nos reunamos con ustedes.
—No puedo—Taeyang dijo, encendiendo su camioneta y tomando la carretera. —El tiempo ya se está acabando. Si no consigo llegar ahí, el tipo matará a Xiao. Dile a Kent y Morrison que se reúnan con nosotros ahí.
—Ten cuidado —dijo T.O.P.
Esperaba que el sicario no disparara a Taeyang al verlo.
 
continuara...
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