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89. Hermoso Rojo (03) por dayanstyle

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Xiao quería cerrar de golpe las puertas del balcón, colocar un pedazo de madera contrachapada gruesa sobre ella, y terminar la noche. Su estómago se revolvía, mientras su garganta se secaba. No le gustaban las puertas abiertas. Quienquiera que había irrumpido en su casa, podría estar en el jardín trasero, mirándolo, esperando para atacar.
—Una vez más—dijo Hwan Hee. —¿Qué pasó en tu casa?


Xiao todavía sentía el escozor de la nalgada que le dio su pareja. No podía creer que Hwan Hee lo hubiera nalgueado. Lo más extraño, era que Xiao no podía creer que le gustara. No sólo le gustó, quería sentirlo de nuevo.
 
¿Quién sabía que estaba en cosas Kinky? No Xiao. Había tenido un novio antes de Hwan Hee, y no había sido exactamente del tipo de explorar. Su idea de Kinky, era dejar las luces encendidas, durante el sexo.
Xiao siempre se había preguntado cómo sería mezclar las cosas durante el sexo, pero nunca había sido lo suficientemente valiente.


—No quiero hablar de eso—dijo Xiao. No lo hacía.}


Sólo de pensar en esa voz incorpórea, lo tenía listo para desmayarse de nuevo, y él estaba tratando, realmente duro, de ser valiente frente a Hwan Hee o tan valiente como uno podría ser, después de experimentar una situación tan aterradora.


—Una de dos cosas va a suceder en esta habitación—Hwan Hee deslizó el brazo alrededor de la cintura de Xiao y tiró de él contra su cuerpo.
Xiao dejó escapar un ruido oomph, mientras Hwan Hee bajó la mirada hacia él.
—O me vas a decir lo que quiero saber—el vampiro rozó sus labios sobre la mejilla de Xiao y no se detuvo hasta que estuvieron presionados a su oreja.
—O voy a follarte.
—¿No hay una tercera opción? —Preguntó con nerviosismo.
—No—dijo Hwan Hee. —Y para que lo sepas, realmente aún espero, que no quieras hablar de ello.

 

 
Xiao se liberó de golpe y dio un paso hacia atrás, mientras sus labios se separaban y su respiración se incrementaba. Era imposible confundir el hambre en la voz de Hwan Hee. Era imposible confundir el crudo deseo en sus ojos. El vampiro planeaba tenerlo.
—Ahora, espera—Xiao levantó las manos y empezó a retroceder hacia el colchón. —¿No podemos hablar de esto?
—Eres mío—Hwan Hee le dijo esas dos palabras, con una autoridad tan dominante, que le robó el aliento.
 
Él corrió alrededor del colchón, para escapar, aunque sabía que el intento no le haría ningún bien. La maldita cosa estaba en el suelo. No había ninguna barrera entre ellos. —Ahora, dije que esperaras un minuto.


El lado de la boca de Hwan Hee, tiró ligeramente hacia arriba, en una sonrisa maliciosa, antes de que se mordiera el labio inferior. A medida que el vampiro se movía lentamente alrededor del colchón, no podía negar, que su arrogancia era sexy como el pecado. El metió los pulgares en las presillas de sus vaqueros, mientras sus caderas se movían en un vaivén masculino.


—Ven aquí, Rojo—La voz de Hwan Hee era tan profunda, como el whisky y tan suave como el agua, sobre la piedra. Era una voz hecha para el dormitorio, hecha para follar. Se sacó la camisa por la cabeza, y Xiao se tragó la lengua, cuando sus ojos se posaron en la V bien esculpida, que formaba la parte baja del abdomen del hombre.
—C-creo que necesito un poco de aire fresco—Xiao se dirigió hacia las puertas del balcón y se detuvo. Si se movía a la izquierda del colchón, correría hacia Hwan Hee. Si fuera a la derecha, él estaría en las puertas, y todavía estaba asustado de que alguien estuviera afuera, mirándolo.
—Si pensara que realmente no me quieres, retrocedería—Hwan Hee movió un dedo a Xiao.
—Pero tus ojos me dicen algo diferente—Levantó la cabeza y olio el aire.
—Y tu excitación es abundante, ondeando sobre mi piel, me dice que deseas esto tanto como yo.

 

 
Xiao no podía negar la dura verdad. La cara de Hwan Hee estaba parcialmente cubierta por la oscuridad de la habitación, pero sus ojos tenían una luminosidad sorprendente, una especie de chispa roja, mientras se iba acercando.


Xiao tragó ruidosamente, mientras retrocedía, hasta que no tuvo lugar a donde ir. La pared estaba a su espalda. Su piel hormigueaba bajo la mirada de Hwan Hee. Xiao sintió el calor arrastrarse hasta su rostro. No podía encontrarse con los ojos del vampiro y sin sonrojarse.
—Dime que no quieres esto—Hwan Hee dijo, mientras se quitaba los zapatos, antes de llegar a estar al lado de Xiao.
 
Lo único que el hombre llevaba ahora, era vaqueros de corte bajo. Xiao vio algo deslizarse detrás de los ojos de su pareja, una chispa salvaje, peligrosa, que lo hizo querer dar un paso más cerca. La respiración de Xiao era dura y rápida, como si hubiera corrido tan rápido, como podía, mientras esperaba a ver qué haría Hwan Hee.


—Quiero jugar un pequeño juego contigo.
—¿Cómo ajedrez?—Xiao no estaba seguro de a qué se refería Hwan Hee. ¿Qué tipo de juego jugaba la gente cuando se trataba de sexo?


Un destello de diversión, apareció en los ojos de Hwan Hee, por un momento, antes de que regresara el calor. Xiao nunca había conocido a alguien que pareciera tan intenso con él, cuando se trataba de sexo. Su ex novio, simplemente había empezado a besar el cuello de Xiao, cuando quería sexo. No había momentos de corazón palpitante, ninguna sensación de caída libre.
Con Hwan Hee...
—No, no ajedrez—Hwan Hee deslizó el cinturón de cuero que llevaba alrededor de la cintura. El sonido del metal hizo eco en la habitación. Era más fuerte de lo que debería haber sido.
—¿Q-qué planeas hacer con ese cinturón?—Xiao se deslizó a lo largo de la pared, hasta llegar a la esquina, realmente atrapándose a sí mismo.

 

 
Si su pareja pensaba utilizar el cinturón para una azotaina, él tenía otra cosa en camino. Ser golpeado con un cinturón de cuero, no era la idea de Xiao del placer.
—Nada —dijo Hwan Hee, mientras dejaba caer el cinturón. Cayó al suelo, la hebilla haciendo un fuerte ruido metálico. —Pero si eres realmente bueno, podría utilizarlo para amarrar tus manos.
¿Por qué  querría atar sus manos? —Uh, yo no lo creo.


Hwan Hee sonrió, y a Xiao no le gustó esa mirada. El hecho de que él no entendía el deseo del hombre, de envolver ese cinturón alrededor de sus muñecas, no lo hacía un idiota.
 
—Estás enojado—Hwan Hee se acercó y bloqueó cualquier posibilidad que Xiao podría haber tenido para correr.
Sus cejas oscuras se juntaron profundamente. —¿Por qué?
—Soy una criatura simple—dijo Xiao. —No entiendo los juegos, y no creo que me guste éste. Te estás riendo de mí.


Hwan Hee negó con la cabeza, el calor una vez más se fue de sus ojos, reemplazado con algo que Xiao no acababa de discernir. —Nunca me reiría de ti, Rojo.


Él ahuecó la mandíbula de Xiao con una mano suave, el pulgar cepillando su mejilla. Los párpados de Xiao se cerraron, mientras se apoyaba en el suave toque. Era un shifter gato, una criatura táctil que amaba los toques.
Hwan Hee gruñó suavemente... —Tan hermoso.


Cuando Xiao abrió los ojos, el calor no sólo había regresado, sino que se había intensificado. Hwan Hee lo miraba como un depredador evaluando a su presa. Sus colmillos se mostraban, en un blanco resplandeciente, por el resplandor de la luz de luna, que se derramaba en la habitación.


En un movimiento fluido, Hwan Hee se dejó caer de rodillas, sin apartar los ojos de Xiao. Le empujó la camisa hacia arriba y le acarició la parte baja del abdomen. La respiración de Xiao se enganchó, cuando aquellos afilados colmillos rasparon sobre su piel. Hwan Hee le desabrochó los pantalones y bajó la cremallera, antes de que acariciar los pelos en la ingle de Xiao.

 

Las rodillas de Xiao se debilitaron. La base de su pene estaba expuesta, pero la longitud todavía estaba metida dentro de sus pantalones. Un solitario colmillo, se arrastró sobre la base, y Xiao contuvo el aliento, mientras su pene comenzó a engrosarse. Sus brazos yacían sin vida a los costados. No estaba seguro de qué hacer con sus manos. En ese momento, tenía su cabeza girando, y no podía pensar más allá de lo que él quería que Hwan Hee hiciera con su boca.


Pulgada, a terriblemente lenta, pulgada, su pareja comenzó a bajar la cintura de los vaqueros de Xiao. Sus dedos le rozaron las caderas. Xiao gimió. Si torturarlo era la idea de Hwan Hee de un juego, él no tenía problemas para jugarlo.
 
Hwan Hee enterró la cara en el interior de los pantalones de Xiao, y mordió suavemente su polla. Este se puso tenso, los brazos rígidos. Su respiración se volvió repentinamente irregular. ¿El vampiro tenía la intención de morderlo allí? El pensamiento le daba miedo. Ningún hombre quería ningún daño en las joyas de la familia. Eran sagradas.
Xiao nunca había estado arriba. Su pene nunca había entrado en el cuerpo de cualquier persona excepto para el sexo oral pero igual, esa parte de su anatomía seguía siendo una parte vital de él, que no quería dañada.

—¿Hwan Hee?


Un duro tirón de sus pantalones, permitió que la polla de Xiao brotara libre. Estaba a punto de decirle al hombre que parara, cuando Hwan Hee lo tomó con su boca. Su espalda chocó contra la pared, y se desplomó ligeramente, a medida que sus manos se empuñaron y sus labios se separaron.
Oh. Mi. Dios. La lengua de Hwan Hee se azotó sobre su erección, chupándolo más profundamente, acariciando la piel con los labios y la lengua. Las rodillas de Xiao se sacudieron. Había muerto y entrado en las puertas nacaradas del cielo. Su corazón latía con fuerza contra sus costillas, su respiración se entrecortó. En ese momento, el hombre podía hacer lo que quisiera con esos colmillos, con tal de que Xiao se corriera. Su cuerpo vibraba como un diapasón.

 

 
Su pene palpitaba en la boca de Hwan Hee, mientras Xiao cerraba sus manos sobre la cabeza del hombre, pero Hwan Hee se estiró y las quitó. Agarró las muñecas de Xiao y las encerró firmemente a sus costados, antes de que se lo tragara entero. Se dobló y se habría caído, si Hwan Hee no lo hubiera mantenido inmovilizado contra la pared, manteniéndolo erguido y muriendo de placer. Su orgasmo estaba cerca. Lo sentía correr por su columna vertebral. Justo cuando los bordes empezaron a picarle, Hwan Hee se apartó.
Xiao tardó un momento para comprender lo qué pasó. Su cuerpo todavía estaba esperando para hacerse añicos. Bajó la mirada hacia Hwan Hee, quien se puso de pie. Estaba a cinco segundos de abofetear al hombre.
 
—¿Por qué te detienes? —Su respiración era superficial, y el sudor cubría su cuerpo. Xiao parpadeó un par de veces para tratar de aclarar su mente.
—Si te diera lo que querías, todo habría terminado—Hwan Hee agarró a Xiao alrededor de su cintura, le dio la vuelta, y luego lo dejó caer sobre el colchón. Había mantas y unas cuantas almohadas esponjosas que lo amortiguaron. Antes de que pudiera preguntar qué demonios estaba haciendo Hwan Hee, el hombre estaba a sus pies, tirando los zapatos y calcetines de Xiao, antes de retirarle el pantalón.
Xiao se sentía estúpido, acostado allí, con nada más que una camisa. ¿Esto aún era parte del juego? Tenía una confusión de siete tipos y no en el buen sentido. Estar confundido solamente lo frustraba.


—¿Estamos a punto de tener sexo? En caso de duda, seria directo.
Hwan Hee no le respondió. Sus ojos estaban llenos de un gran hambre, una necesidad. Se inclinó como si fuera a besarlo, pero un estremecimiento le recorrió el cuerpo. Enterró su cara en el cuello de Xiao, los labios tocando la piel. Cuando el hombro de Hwan Hee se movió, Xiao giró su cabeza y observó como el vampiro sacaba una botella de lubricante de debajo del grueso colchón.

 

 
Xiao se lamió los labios, mientras su cabeza le daba vueltas. Estaba siendo seducido por un vampiro, y no quería que se detuviera. Tanto como el hombre lo asustaba, también estaba fascinado con él. Había una profunda compulsión dentro de él para dejar que Hwan Hee hiciera lo que quisiera, para entregarle las riendas.
—Puedo sentirlo—Hwan Hee levantó la cabeza, y Xiao jadeo. Los ojos del hombre casi brillaban, con el débil enrojecimiento, que quería tragarse sus irises. El rojo casi se comió el negro.
—¿Sentir qué?
La tapa del lubricante chasqueó abierta, pero Xiao apenas lo escuchó. Estaba atrapado en esos hermosos ojos.
—Tu resistencia se desvanece—Hwan Hee metió la mano debajo de Xiao, los dedos húmedos sondeando.
—¿Me hechizaste?
—No puedo—dijo Hwan Hee. —Un vampiro no puede hechizar a su pareja.


Entonces lo que sentía era todo él. El ahogamiento. La caída libre. La sensación de ser marcado por este hombre. Esas emociones eran reales, no espejismos. Xiao quería que este hombre, oscuro y letal, lo tomara, lo poseyera.
Lo quería tanto, que separó las piernas, invitando a Hwan Hee a que empujara sus dedos dentro de su cuerpo. Este le dio una sonrisa de aprobación.
—Es posible, que todavía consigas ese cinturón.
—No en esta vida—dijo Xiao y luego sintió la fluencia de calor en sus mejillas. —Sin cinturones.
—Discutiremos esa opción más adelante—Hwan Hee parecía seguro de que Xiao estaría de acuerdo, que él cedería. Él no lo haría. Él...
—Oh Dios—gritó, cuando los dedos de Hwan Hee se empujaron en él, sus pensamientos se derretían como la mantequilla en el sol. ¿Cinturón? ¿Qué cinturón?

 

—Ronronea para mí, gatito—Hwan Hee tijereteo sus dedos, mientras colocaba su mano libre en el lado de la cabeza de Xiao, deteniéndose mientras miraba hacia abajo, a los ojos de Xiao.
—¿Eh? ¿Qué?—Xiao no era capaz de pensar en este momento. Deseaba que Hwan Hee se callara y dejara que se ahogara, en lo que el hombre le estaba haciendo, ahogarse en los estragos que obraba sobre sus sentidos.
Una profunda risa retumbó en el pecho de Hwan Hee. —¿No puedes pensar?
 
—Deja de hablar—dijo Xiao, mientras gemía y plantaba los pies, separándolos más. Levantó su trasero y trató de empalar su culo en los dedos del hombre, pero cada vez que empujaba hacia abajo, Hwan Hee se retiraba levemente.


—No te dije que podías tomar placer de mí—La mano de Hwan Hee se detuvo, y Xiao se mordió el labio, parar impedirse gritar al chico. Bajó su trasero, y Hwan Hee asintió, antes de empezar a estirar a Xiao una vez más.


—No eres muy agradable—Xiao luchó para no moverse. No fue fácil. El instinto le hizo girar sus caderas. Hwan Hee se detuvo. Xiao se quejó.
—No me hagas atarte.
—Tienes un fetiche extraño con atar cosas alrededor de la gente, ¿verdad? Los ojos del hombre se oscurecieron más, si eso era posible.
—No tienes ni idea, mi hermoso Rojo.


Tal vez no, pero Xiao estaba empezando a formar la imagen. A Hwan Hee le gustaba tener el completo control. La pregunta era, ¿su necesidad se extendía fuera de la habitación? Xiao no sería manipulado. No en la forma en que Hwan Hee podría exigirle.
Sentía como si estuviera sobre su cabeza, pero esas preocupaciones se dispersaron, cuando los dedos de Hwan Hee trabajaron su magia. Xiao estaba a punto de llegar al clímax. El placer se construyó dentro de suyo, hasta que sintió como si fuera a explotar.
—Aún no.

 

 
Hwan Hee sacó sus dedos, y Xiao quería golpear al hombre. Jadeaba pesadamente, mientras observaba a Hwan Hee deslizarse del colchón y cavar a través de una bolsa de ropa. Los ojos de Xiao se abrieron, cuando Hwan Hee sacó una corbata. ¿Él planeaba usarla mientras ellos tenían sexo?
Extraño, pero él podría vivir con eso.
—Dame tus manos.
—¿Qué dijiste?
—Ya me escuchaste—Hwan Hee le agarró las muñecas y luego las ató. Cuando terminó, colocó las manos sobre la cabeza de Xiao. —No las muevas.
 
Xiao habría discutido, pero sus pensamientos pronto se dispersaron, cuando Hwan Hee comenzó a lubricar su erección. Su vampiro estaba a punto de reclamarlo. Estaba a punto de estar acoplado a Hwan Hee.
Incluso la idea de unirse a un vampiro no le impidió que deseara al hombre.
—¿Y si lo hago? —Xiao tiró de sus brazos hacia abajo y luego rápidamente los arrojó por encima de su cabeza, cuando Hwan Hee los alcanzó.
—Realmente estás tratando de conseguir una palmada—dijo el vampiro.
—No, sólo fóllame—dijo Xiao, antes de que un rubor se apoderara de él.
Una oscura sonrisa apareció en el rostro Hwan Hee. —Tus deseos son órdenes para mí.


Xiao gritó, cuando Hwan Hee condujo su pene profundamente dentro de él. Arqueó su espalda y echó la cabeza hacia un lado, mordiendo con fuerza su labio inferior, mientras cerraba de golpe sus ojos.
—Yo no lo creo—Hwan Hee dijo, mientras se retiraba y luego se deslizaba en el interior de Xiao. —Abre los ojos, mi hermoso Rojo.
Xiao trató de bajar los brazos, pero Hwan Hee agarró la corbata y la sostuvo en su lugar. —Ábrelos.
Los párpados de Xiao se abrieron, cuando el dolor se transformó en placer. Se lamia los labios, mientras miraba hacia Hwan Hee. Una vez más se sentía como si estuviera en caída libre en los ojos del hombre.

 
Ellos lo absorbieron y lo arrastraban Xiao alzó las piernas y las envolvió alrededor de la cintura de Hwan Hee, tratando de conseguir que el hombre fuera más profundo.
—Realmente eres una pequeña zorra tentadora.
Hwan Hee cambió su ángulo y Xiao casi se desmayó por el placer. El vampiro golpeó su punto matador, una y otra vez, hasta que Xiao sentía como si estuviera derritiéndose. Un millar de pequeñas chispas explotaron sobre el cuerpo de Xiao. Hormiguearon hasta que la acumulación se volvió casi demasiado. El necesitaba liberarse.
—Hwan Hee—dijo sin aliento.
 
 
La risa Hwan Hee era oscura y profunda. —¿Tan pronto? Voy a tener que enseñarte resistencia.
—No ahora —dijo Xiao. —Por favor, hazme venir.
—¿Crees que es así de fácil? —Hwan Hee se retiró y volcó a Xiao sobre sus manos y rodillas. Se condujo de nuevo y lo folló, hasta que Xiao estuvo tan cerca, y luego se quedó quieto, sólo para repetir las burlas una y otra vez.
—No puedo, no puedo soportarlo más—dijo Xiao, con las manos curvándose en puños. —Por favor, Hwan Hee, por favor.


Hwan Hee cubrió la espalda de Xiao y luego lo mordió en el cuello. El dolor explotó en su cuello, antes de que se transformara en un placer que sólo intensificó el clímax de Xiao. Su cuerpo se sacudió por las abrumadoras sensaciones. Lo dispararon en el espacio y ahora estaba cayendo en picada hacia abajo, su cuerpo retorciéndose debajo de Hwan Hee, mientras su pareja se empujó más duro y más profundo. Xiao sentía como si no sobreviviría a esto. Hwan Hee retiró sus colmillos y rugió, mientras golpeaba en el culo de Xiao. Él sintió la semilla de su pareja derramarse en su interior, antes de desplomarse en el semen enfriándose por debajo de él. Cuando Hwan Hee se deslizó fuera, tiró a Xiao en sus brazos, besándolo a lo largo de su cuello donde lo había mordido.
Lo mordió.
Xiao tragó ruidosamente. Ahora estaba acoplado a un vampiro.
 
 
continuara


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