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89. Hermoso Rojo (03) por dayanstyle

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Hwan Hee escuchó a Xiao levantarse y vestirse. También sabía, que era temprano en la mañana. Cuando vivías y morías por el sol, tendías a ser muy bueno en saber qué momento del día era. Podía decir que su pareja estaba tratando de ser silencioso, pero era tan ruidoso como alguien comiendo patatas fritas en una tranquila sala de cine. Él lo sabía. Había pasado mucho de su tiempo, en las proyecciones de medianoche, cuando era un adolescente.
 
Xiao abrió la puerta de la habitación y luego la cerró igual de rápido, pero no antes de que una ráfaga de luz hubiera llenado la habitación. Hwan Hee siseó y tiró las mantas sobre su cabeza. Todavía sentía el calor en su cara, con sólo esa pequeña exposición. Los vampiros mayores podían tolerar el sol temprano en la mañana. Hwan Hee no.


A la edad de veinticuatro años, todavía era considerado un bebé en su mundo algo que siempre había odiado, un hecho que Youngmin le había recordado constantemente.


Jisoo había tenido razón. Era sorprendente que Youngmin le hubiera permitido irse.


—Sólo hazlo rápido—dijo Hwan Hee, su voz aturdida por el sueño. —Estaré bien.
—¿Estás seguro? No quiero volver a mi pareja frito y crujiente—Había puro pánico en la voz de Xiao. A Hwan Hee le gustaba que su pareja se preocupara por no hacerle daño.
—Estoy seguro, pero no dejes la casa. No te puedo ayudar, mientras el sol aún está presente—Hwan Hee arrojó a un lado las mantas y se movió hasta que estaba al otro lado de la habitación, el pecho presionado contra la espalda de su pareja. —Prométeme que no vas a salir.


El pequeño shifter gato se relajó contra él, y Hwan Hee sintió la necesidad de tomarlo una vez más. La noche anterior sólo le había abierto el apetito. Él quería más. Pasó las manos arriba y abajo de los suaves brazos de Xiao, mientras besaba a un lado de su cuello. Parecía que no podía dejar de tocar al hombre.

 
Xiao suspiro. —Tengo que ir a trabajar.
El agarre de Hwan Hee se tensó sobre los brazos de Xiao, no lo suficiente como para herirlo, pero si para dejar que el hombre supiera que él no estaba ni un poco feliz. —No puedes salir de la casa.
Xiao se liberó de un tirón, y Hwan Hee observó a su pareja palpar a lo largo de las paredes hasta que encontró el interruptor de la luz. Ambos parpadearon rápidamente, cuando encendió las luces. Aunque no era una bombilla de alta potencia, aún los tenía parpadeando.
—Espera un minuto—dijo Xiao, cuando finalmente dejó de parpadear.
 
—Mi pareja va a respetar lo que quiero hacer, y cómo quiero hacerlo. Tráeme un oso para luchar.
Hwan Hee se quedó mirándolo como si hubiera perdido la cabeza. ¿El hombre se había golpeado la cabeza mientras se vestía? Sacudió la cabeza mientras fruncía sus cejas. —¿Qué?
Xiao emitió un gruñido, como si lo frustrara que Hwan Hee no estuviera siguiendo su loca línea de pensamiento. —Yo no casi exploté, para que me mantengas prisionero.
—No tiene ningún sentido.
—Estoy teniendo mucho sentido—argumentó Xiao. —¿Crees que voy a cambiar una cuerda por otra?
¿Qué jodida cuerda?
—¿Vas a hablar en mi idioma?—Exigió Hwan Hee. Un dolor de cabeza empezó a palpitar detrás de un ojo. Sentía como si necesitara un intérprete para entender a Xiao.
—Yo estaba hablando coreano.
Hwan Hee trajo su ira bajo control, respirando por la nariz y exhalando por la boca.
—Entonces, empieza desde el principio, hasta que entienda de qué demonios estás hablando. —Esto en cuanto a obtener el control total.

 

—No—Xiao dijo, mientras tomaba el pomo. —Me voy a trabajar.
—No, no lo harás—Hwan Hee golpeó su mano sobre la madera de la puerta, evitando que Xiao la abriera. —Te vas a quedar aquí, hasta que aprendas a no desobedecerme.
Xiao respingó, pero no dio marcha atrás, pero aquel movimiento fue suficiente para poner algo de sentido, en Hwan Hee.
—Lo siento, papá, pero tengo que ir a trabajar. Puedes darme órdenes cuando vuelva—dijo Xiao.
 
La voz de su pareja no era tan segura o constante ahora. Hwan Hee había asustado al hombre. Estaba tratando de mantener a Xiao prisionero, lo mismo que su padre le había hecho a él y por la exacta, misma razón el temor de que algo le ocurriera a la persona que le importaba. Él retrocedió.
Xiao pareció llamar a su valor. Sus hombros se enderezaron, mientras miraba a Hwan Hee directamente a los ojos.


—Soy un gato. Incluso puedes llamarme gatito y no voy a ofenderme, mucho. Pero lo que no puedes hacer es dictarme cómo puedo vivir mi vida. Sí, he sido conocido por desmayarme una o diez veces, pero eso no significa que la gente puede atropellarme.

Hwan Hee tomó una profunda respiración. Sabía que se había salido de la línea. Estaba actuando como su padre, y eso le molestaba. No es que él no admirara a Youngmin, pero Hwan Hee siempre se había prometido a sí mismo que no sería tan... mmm, cuál era la palabra que estaba buscando... oh diablos, que no iba a ser tan loco como sus padres.


Y él estaba actuando como un demente. Tanto para asegurarse de que la manzana cayera tan lejos del árbol como fuera posible.
—Por lo menos pídele a Taeyang que mantenga un ojo en ti.
Hwan Hee no quería comprometerse, pero vio que Xiao no iba a dar marcha atrás. La ira floreció en su interior, y sintió que su temperamento subía una vez más. Le molestó que Xiao se pusiera en peligro, deliberadamente desobedeciéndolo.

 
—Una niñera—Xiao pareció reflexionar sobre la idea. Al menos el hombre estaba considerando la sugerencia y no le estaba gritando. —Puedo vivir con eso.


Bien. A Hwan Hee no le gustaba la idea de atar a Xiao, hasta que el sol se hundiera. A pesar de que podría pensar en algunas cosas bastante malvadas, que podía hacer con el chico, estaba seguro de que Xiao sería un gatito cabreado. Podría haber sido sexy ver sus garras salir, pero Hwan Hee no quería que el hombre se enojara con él, y definitivamente no quería que su lado más oscuro se desatara. No sería bonito.
Hwan Hee agarró los brazos de Xiao, mientras tiraba de su pareja más cerca.


 —¿Me prometes que volverás directamente, después del trabajo? Xiao estudió a Hwan Hee, fijamente, antes de que sus ojos se estrecharan.
—¿Pensé que habías dicho una noche?
—Todavía no me has dicho lo que sucedió en tu casa—Hwan Hee le recordó.
—Si no estás de acuerdo en venir aquí, entonces yo voy a tu casa.
—Seguro que eres un chico agresivo—dijo Xiao, mientras su rigidez disminuía.
—Si ser agresivo me ayuda a mantenerte a salvo, entonces que así sea.
Hwan Hee no cedería en esto. También iba a averiguar qué había asustado a Xiao tan mal. Usar el sexo como tortura, podría lograr que su pareja hablara. Esa no era una mala idea.


—Está bien, recógeme del trabajo cuando se ponga el sol —dijo Xiao.
De alguna manera, tuvo sensación de que él no había ganado esta batalla. Inmovilizó a Xiao contra la puerta, bajó la cabeza y lamió un largo camino, sobre los labios de su pareja. Xiao gimió, volviéndose flexible contra Hwan Hee.
Siempre podía usar el sexo para mantener al hombre allí, pero Xiao era demasiado inteligente para eso, y aunque él se estaba derritiendo por el momento, lo apartaría para poder ir a trabajar.

 

 
El hombre hizo lo que predijo. Se besaron por un minuto entero, antes de que sus manos se apretaran contra el pecho de Hwan Hee.
—Buen intento, pero tengo que irme.
Hwan Hee dio un paso hacia atrás, manteniéndose detrás de la puerta, cuando Xiao la abrió y cerró. Lo dejó estar solo, para pensar en quién o qué había entrado en la casa de Xiao, y todo pensamiento que vino a su mente, no eran agradables.
 
 
El Ayudante Byung Joo se detuvo en Lees’ Auto Repair, estacionó, y se bajó. El lugar estaba quedando muy bien. Recordó cuando estaba ahogado de mala hierba y cayéndose a pedazos, una monstruosidad.


Ahora allí se encontraban aparcados autos, algunos ya reparados, algunos esperando su turno. Las puertas de la bahía estaban abiertas, y había automóviles en los ascensores. Los sonidos de herramientas neumáticas llenaron el aire, junto con los olores de aceite y el pavimento caliente. También podía oír el rock and roll sonando de fondo mientras los hombres trabajaban.


Taehyung salió de la oficina ubicada a la izquierda del edificio. Se pavoneaba en su camino a Byung Joo, su expresión sombría. El tipo sabía por qué estaba allí.
—Bueno, ¿te enteraste de a quien contrató Chi Hoon? Byung Joo asintió. —Algún investigador privado.


Sacó un trozo de papel del bolsillo derecho, de su pantalón del uniforme y se lo entregó a Taehyung. —Sly Baker.
Taehyung tomó el papel y lo examinó. —Nunca he oído hablar de él. Inclinando su sombrero hacia atrás, Byung Joo dejó escapar un largo suspiro.
—Él ya está en la ciudad, husmeando. Parece ser que Chi Hoon le pagó el doble de  los honorarios, para encontrar a Sang Il.

 

Fue Taehyung quien había disparado y matado a Sang Il. Había descargado la pistola ,hasta que la cabeza de Sang Il había sido irreconocible. El shifter lobo había demostrado que podía hacerse cargo de esta ciudad, pero parecía que tendría que demostrarlo de nuevo.


Byung Joo ayudaría, de cualquier forma que pudiera. Sang Il había sido un bastardo, cuando estaba vivo, intimidando a la gente de la ciudad con sobornos, extorsión y muchas otras cosas sucias. Él no deseaba mala voluntad hacia demasiada gente, pero la había deseado para Sang Il.
 
Taehyung y sus amigos habían enterrado el cuerpo. Byung Joo no había querido saber los detalles. Todavía no quería saber. Podría haber mirado para otro lado, cuando Sang Il murió, pero seguía siendo la ley en esta ciudad y tenía que actuar como si no tuviera ni idea de lo que había ocurrido.


Ahora Chi Hoon sería el que causaría problemas. Si se enteraba que su hermano menor había muerto, el shifter tigre desataría su cólera, y eso no era algo bueno, teniendo en cuenta de que él tenía el título de propiedad de las casas, de la mayoría de las personas.


—Él no va a encontrar nada—Taehyung le aseguró, mientras empujaba el papel, en el bolsillo de su camisa de trabajo. —Puedo garantizarte eso.
—Eso espero—dijo Byung Joo. —Porque si Sly Baker me trae pruebas de juego sucio, mis manos estarán atadas.


La última cosa que quería hacer, era detener a Taehyung. Dado que desde que él y su gemelo habían llegado a la ciudad, las cosas habían comenzado a mejorar. Más personas se reunían en el parque de la ciudad, tomaban paseos por la noche, y ninguno parecía temeroso, porque Sang Il no estaba allí para acosarlos.


Si Chi Hoon asumía el control, las cosas serían peores que cuando Sang Il había estado vivo.
Taehyung le dio una palmada en el hombro. —Las cosas van a ir bien.
Byung Joo asintió, antes deslizarse de nuevo en su patrulla y se fuera. Esperaba como el infierno que Taehyung tuviera razón. Lo esperaba como el infierno.

 

 
Era la hora del cierre, y Jay se paró junto a la puerta, mirando a Xiao, mientras esperaba afuera, a que Hwan Hee llegara. Él no quería volver a su casa, no solo. Se habría quedado otra noche en casa de Hwan Hee, si el vampiro no hubiera actuado como un loco esta mañana. Había mucho con lo que Xiao estaba dispuesto a tratar, pero el estar prisionero no era una de ellas.
La campana tintineó. —¿Nada todavía? —Preguntó Jay.
 
Xiao negó con la cabeza, mientras Jay salía, para colocarse a su lado. Taeyang también llegaba tarde. Tal vez se les había desinflado un neumático eso era si los dos viajaban juntos. Taeyang se suponía que vigilaría a Xiao hoy, pero se había ido hace una hora, diciendo que volvería enseguida. Aún tenía que regresar.
—Estarán aquí—Jay le aseguró.


Tan pronto como el hombre dijo las palabras, Hwan Hee se detuvo en la acera y se bajó de su auto. Xiao trató de no babear. El tipo estaba con un par de jeans, un suéter delgado, del color de las hojas de verano, y zapatos de suela blanda. Se veía gallardo. ¿Alguien usaba esa palabra? Xiao no estaba seguro, pero lo describía a la perfección. Sus manos estaban mojadas, su corazón se aceleró. Xiao tuvo un impulso de sonreír de oreja a oreja, mientras observaba cuan malditamente delicioso se veía Hwan Hee.


Se dio cuenta, en ese momento, que estaba cayendo duro por el vampiro. No podía negar eso, tampoco había razón. El hombre estaba robando su corazón... y su cuerpo definitivamente su cuerpo y el vampiro podría hacer lo que quisiera con él.


—Taeyang está detrás de mí —Hwan Hee le dijo a Jay, antes de tomar a Xiao en sus brazos y lo besó, hasta que Xiao se quedó sin aliento.
Eso sí que era un saludo apropiado. Empezó a frotar su cuerpo sobre Hwan Hee, con ganas de marcar al hombre, pero también amando la sensación de su pareja contra él.
—Siento llegar tarde—dijo Hwan Hee, cuando él se apartó. Tenía una mirada cómplice en sus ojos, una mirada que le decía a Xiao que sería follado adecuadamente, una vez que llegaran a su casa.

 

—Está bien—dijo Xiao, sonriendo tan ampliamente, que sus mejillas dolieron.
Tan bueno como el hombre besaba, él perdonaría a Hwan Hee por llegar tarde. Lo perdonaría por un montón de cosas, con tal de que el hombre siguiera besándolo así.
—¿Listo para ir a casa? —Preguntó Hwan Hee, justo cuando Taeyang se detuvo.
 
Soltó a Xiao el tiempo suficiente para ir hacia Taeyang. Los hombres se pararon junto al auto de este, y Xiao sentía la tensión espesarse en el aire. Era obvio que Hwan Hee estaba enojado, porque el shifter lobo se hubiera ido. Intercambiaron algunas palabras acaloradas, antes de que su pareja regresara y sostuviera la puerta abierta del auto para Xiao.


—¿Está todo bien? —Preguntó Xiao, antes de  deslizarse en el auto.
—Bien—dijo Hwan Hee, pero su tono indicaba lo contrario. El hombre estaba molesto, a pesar de que hizo todo lo posible para no demostrarlo.
A él le gustaba trabajar en The Running Bunny y no quería que las cosas se pusieran incómodas con Jay.


Los dos permanecieron en silencio, mientras Hwan Hee se alejaba y se dirigía a casa de Xiao. Sentía como el paseo en auto era eterno, antes de que se detuvieran en su camino de entrada. Parecía que había pasado toda una vida, desde que había estado en casa, a pesar de que había pasado menos de veinticuatro horas.


Xiao empezó a preguntarle a Hwan Hee si tenía hambre, luego se lo pensó mejor. Si el chico tuviera, no sería por comida, y Xiao no estaba seguro de poder ofrecer su cuello, cuando no estaba involucrado el sexo.
Se bajaron del auto y entraron en la casa, a través de la cocina. Xiao supo inmediatamente que algo estaba mal. En lugar de colocar sus llaves en el mostrador, las agarró con fuerza en su mano. Hwan Hee debió haber sentido lo mismo, o el malestar de Xiao, porque él levantó una mano.
—Quédate aquí—Hwan Hee se dirigió hacia la sala de estar.

 

 
Parado en la oscura cocina, hizo que los nervios de Xiao empeoraran. Él no quería estar allí solo. Era espeluznante, y odiaba el hecho de que se sentía de esa manera en su propia casa.


Corriendo hacia la sala de estar, Xiao paró bruscamente. Su boca se abrió, y luego gimoteó en voz alta, cuando admiró los restos. Los libros fueron arrojados de los estantes, las mesas volcadas, la televisión yacía destrozada en el suelo, y sus muebles habían sido cortados como un pavo en las vacaciones.
Xiao puso una mano temblorosa sobre su boca, mientras miraba todo.
 
 
¿Quién haría algo así? ¿Por qué? No tenía enemigos, que pudiera imaginar. Ninguno que podría hacerle algo como esto.
—Pensé que te dije que te quedaras en la cocina —dijo Hwan Hee, y Xiao escuchó la ira en la voz del hombre.


Haciendo caso omiso de su pareja, se arrodilló y cogió un marco roto con una foto de sus padres. El vidrio estaba roto y en el suelo había otro marco, este uno de sus hermanos, sonrientes, en el patio trasero de sus padres, de hace algunos veranos.


Dejó caer los marcos y se levantó, mirando a su alrededor, la sensación de ser violado en su propia casa una vez más, llenándolo. Cuando Hwan Hee se dirigió al final del pasillo, Xiao lo siguió. Su pareja hizo una parada justo dentro de la habitación de Xiao. Él miró a escondidas alrededor del hombre, Xiao se quedó sin aliento.


En la pared, en lo que parecía pintura en aerosol de color rojo, estaba escrito, “El Pasado Siempre Será Tu Futuro”.
—¿Qué significa eso? —Preguntó Xiao.
Hwan Hee no dijo una palabra. Sacó el teléfono y comenzó a hablar. Xiao escuchó y, después de un minuto, determinó que su pareja estaba hablando con la policía.
—No entiendo—dijo Xiao, mientras leía el mensaje varias veces más. Sin importar cuántas veces lo leyó, el mensaje no tenía sentido para él.

 

—No hay nada que entender —dijo Hwan Hee, mientras metía el teléfono en el bolsillo. —Sólo recoge algo de ropa y cualquier artículo personal que desees llevar contigo.


—¿A dónde voy?—Preguntó Xiao. —¿No debo tocar nada? ¿No debería esperar a que la policía espolvoree por huellas?
—Solo hazlo.


Xiao entrecerró los ojos hacia Hwan Hee. —Me siento malditamente violado en este momento, y tu estupidez no está ayudando en este asunto.
Hwan Hee soltó un largo suspiro. —Solo… por favor.
 
 
—Tú sabes quién hizo esto, ¿verdad?
—Xiao.
—No—Xiao dijo, mientras su miedo se convertía en rabia. —Dime lo que está pasando, Hwan Hee. Esta es mi casa y mi vida, tengo derecho a saber.


Xiao escuchó la sirena del auto de la policía, cada vez más cerca. Esta sería la segunda vez, en dos noches, que habían sido llamados a su casa. No le gustaba el tema recurrente. Esta era su casa, su santuario, y había, una vez más, sido violado.


—Reúne algunas cosas—dijo Hwan Hee en un tono más firme.
Xiao quería golpear algo. En lugar de discutir, hizo lo que se le dijo. No tenía sentido discutir con él. Era obvio por su mandíbula firme, que no iba a decirle nada. La obstinación del hombre solamente alimentaba la ira de Xiao.
—¿Por qué no me cuentas?—Preguntó Xiao, mientras empujaba algunas cosas en una bolsa. No era frecuente que se enojara aún más raro cuando quería hacerle daño a alguien o algo. Xiao podría haber sido una criatura dócil, pero experimentaba emociones negativas como todos los demás.
Sólo las ocultaba mejor que la mayoría. Pero no ahora, no cuando alguien iba a por él y el hombre que miraba para protegerlo, estaba siendo un idiota total.

 
 
—Te diré lo que sé, si me dices quien irrumpió en tu casa ayer por la noche.
—Estás siendo mezquino —espetó Xiao. —No es lo mismo.
—Es exactamente lo mismo dijo Hwan Hee, antes de agarrar la bolsa de Xiao y salir de nuevo hacia la cocina.
—Ahora quédate allí.
Cuando Hwan Hee le dio la espalda, Xiao le levantó el dedo al hombre.
—Vi eso—Hwan Hee dijo, antes de irse hacía la puerta de entrada, para dejar entrar a los policías. Xiao se quedó en la cocina, vibrando de rabia.
 
 
Tardó una hora para que la policía fuera por encima de todo, interrogara a Xiao, y luego irse. En el momento en que Hwan Hee había metido a Xiao en su auto, se sentía como si hubiera pasado a través del escurridor.
No estaba seguro de lo que estaba pasando, pero si Hwan Hee seguía ladrándole órdenes y estando con los labios apretados, él asfixiaría al idiota en su sueño.
 
continuara...
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