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89. Hermoso Rojo (03) por dayanstyle

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Había pasado una semana desde que Xiao había ido a casa de Hwan Hee, y el confinamiento lo estaba volviendo loco. Ser mantenido prácticamente prisionero, lo tenía tan molesto que no podía retener la comida, y cada mañana cuando despertaba, estaba en el baño, vomitando.


No estaba seguro de cuánto más de esto podía tomar. Se sintió agradecido, cuando Jung Shin y Jong Bin pararon allí, aunque Ho Seok y Jay habían hecho todo lo posible para hacerle compañía durante los últimos días.
 
—Es pleno día—argumentó Jung Shin, mientras estaban sentados en la terraza trasera, tomando el sol de otoño. El cielo estaba cargado de nubes, pero el sol seguía asomándose a través de ellas en períodos cortos.
—Yo digo que te marches.
—¿E ir a dónde? —Preguntó Xiao, mientras se ajustaba la manta fina sobre su regazo.
—¿A casa? Los policías todavía no han capturado a quien vandalizó mi casa.


A pesar de que Xiao estaba desesperado por su libertad, no era tan estúpido como para volver a su casa, no cuando no sabía quién estaba detrás de él. Además, había pensado en dejar a Hwan Hee, y no le gustó la idea.


Dolía. Literalmente dolía. Su pecho se apretó firmemente, como si alguien hubiera abierto un agujero en su pecho y tenía un agarre feroz en su corazón.


Xiao estaba bastante seguro de que Jung Shin no quería decir que debía abandonar a Hwan Hee, pero incluso el pensamiento de hacerlo temporalmente, hizo que el dolor en su pecho se hiciera más fuerte.
—No lo presiones—Jong Bin bebió un sorbo de sidra caliente, y se sentó en el borde de su asiento. —No eres el que va a tener que lidiar con Hwan Hee si abandona su reserva.
Jay giró sus ojos por el juego de palabras de Jong Bin.
—Tal vez nada más, deberías cambiar tus noches por tus días —sugirió Ho Seok.

 

—De esa manera, estarás dormido cuando Hwan Hee lo esté.
No era una mala idea, pero eso significaría que no podría trabajar en The Running Bunny, y amaba su trabajo. La paga no era tan buena, pero le encantaba trabajar con Jay y mezclarse con todos en el pueblo. Era su manera de estar en contacto con todo el mundo y escuchar los últimos chismes. Había una energía burbujeante en el café que disfrutaba.
Una atmósfera que había extrañado durante la semana pasada.
—Haz que Hwan Hee contrate a un guardaespaldas—sugirió Jung Shin.
 
 
Los ojos de Xiao fueron hacia Jay. Hwan Hee todavía estaba enojado con Taeyang por haberlo dejado. De alguna manera, sabía que su pareja no iría con la idea. Xiao se sentía atrapado, y eso no le gustaba, pero estaba empezando a entender algunas cosas acerca de Hwan Hee. Sugerirle que a alguien más lo vigilara, era algo que no iba a hacerlo volar.


—Solo consigue un Taser—dijo Jung Shin. —Puedo hacer que mi tío te consiga uno realmente bueno.
—Ni siquiera sé quién está detrás de mí—dijo Xiao. —¿Qué pasa si el Taser es una broma patética, ya sabes, no funciona.
—Entonces necesitas quedarte aquí —dijo Jong Bin. —Si te enfrentas contra alguien, en el que uno de los Taser de su tío no funciona, estás con la mierda hasta el cuello.


Xiao dio un vistazo a su teléfono, para ver que era cerca de siete. El sol se pondría pronto, y Hwan Hee sería capaz de salir al exterior. Esa era una buena cosa sobre el otoño y el invierno. Los días eran mucho más cortos. Él temía pensar en lo que traería los largos días de verano.


—Bueno—dijo Jay, mientras acaricia la rodilla de Xiao, —no importa cómo salga esto, todavía tendrás tu trabajo. Hablé con el Sr. Weatherly, y me dijo que te tomaras tu tiempo y resolvieras las cosas.
El señor Weatherly era su jefe y un amor de hombre. A pesar de que no pasaba mucho tiempo en el café, él comprendía cuando se trataba de todo el asunto del apareamiento. El hombre también era un shifter ocelote, y él y Xiao habían congeniado desde el primer día.

 

—Dile que dije gracias—Xiao arrojó la fina manta a un lado. No había comido el almuerzo y ahora se moría de hambre. Sólo esperaba que pudiera mantener su comida. Incluso la más simple, alteraba su estómago.
Xiao se puso de pie y luego agarró la parte posterior de la silla, cuando una ola de mareo se apoderó de él. Jung Shin y Ho Seok estaban a su lado, mientras el mundo pareció enderezarse, ya no giraba a su alrededor.
—¿Estás bien? —Preguntó Jung Shin. Llevó una mano a la frente de Xiao.
—No tienes fiebre.
 
—Te ves pálido— Ho Seok lo miró, como si Xiao fuera a desmayarse en cualquier momento y preocupado de que él podría tener que atraparlo.
Xiao se sentó de nuevo, con las rodillas débiles.
—¿Debo ir a buscar a alguien? —Preguntó Jong Bin.


Él estaba parado junto a Xiao, sus alas de colores revoloteando frenéticamente, como si tomaría vuelo en cualquier momento. Xiao sabía que el hombre tenía que sentirse seguro en casa de los Lee o sus alas no estarían fuera. Jong Bin le había dicho una vez, que las hadas no mostraban sus alas en público, por temor a que fueran dañadas. Si las alas de un hada eran destruidas, ellos morían.


—No—Xiao negó con la cabeza. —Sólo tengo que comer algo. Seok asintió. —Voy a conseguirte un sándwich.
—Tal vez un tazón de caldo—dijo Xiao. Él no quería comer nada sólido, por miedo a vomitarlo.
—Puedo hacer sopa—dijo Seok. —Galletas, también.
—¿Seguro que estás bien? —Preguntó Jay. —No te ves tan caliente.
—Vaya, gracias—Xiao burló de su temor, a lo que realmente podría estar mal con él. —Y yo que pensaba que era malditamente apuesto.
—Sabes lo que quiero decir —dijo Jay. —No creas que no he notado, tu falta de apetito en la última semana.

 

—¿Qué has estado haciendo, observándome? —Preguntó Xiao. Si Jay se había dado cuenta, se preguntaba si Hwan Hee también lo hacía. Si su pareja lo hizo, el chico no había dicho nada sobre que no estaba comiendo.


—Tal vez sea el estrés—dijo Jung Shin. —Tú sabes, nosotros los shifters pasivos, no manejamos el estrés abrumador demasiado bien. Tienes a alguien detrás de ti, quien destrozó tu casa y dejó un mensaje raro atrás. Eso es suficiente para poner ansiosa a cualquier persona.
Xiao había pensado lo mismo, pero ahora estaba empezando a preguntarse si era algo más.
 
Tal vez un viaje al médico, no sería tan mala idea. Podría hacer que uno de los gemelos lo llevara o que lo hiciera Taeyang. El problema era que no quería que Hwan Hee se enterara que él estaba a la intemperie. El vampiro se preocupaba lo suficiente por Xiao.
Más como obsesionado con él.
Xiao se inclinó hacia Jay y le susurró de manera cómplice.
—¿Podemos encontrarnos en la cocina a primera hora de la mañana?
—Sí, ¿por qué?
—Necesito que me lleves a la ciudad. Yo conduciría, pero Hwan Hee ya va a golpear el techo, cuando se entere de que salí de la casa. No quiero que enloquezca, porque me fui solo.
—Está bien—dijo Jay, —pero ¿dónde vamos?
—Al doctor —dijo Xiao, rezó como el demonio para que hubiera atrapado algún virus que circulaba, aunque sabía que no era el caso.


Era muy difícil para que un shifter se enfermara. Eran inmunes a las enfermedades humanas, y las enfermedades comunes no los afectaban.
No podía entender por qué se sentía tan mal y esperaba que el médico atribuyera su condición al estrés.

 

 
—¿Descubriste que es el investigador? —Jimin le preguntó a Byung Joo, cuando el Ayudante se presentó en la casa a la mañana siguiente. Jimin se recostó en su silla, con los brazos cruzados sobre el pecho. Byung Joo lo había llamado la noche anterior para informarle que Sly Baker no era humano y que estaba trabajando en la búsqueda de más información sobre el tipo.
Byung Joo se detuvo junto a la mostrador, taza de café en mano.
—No va a gustarte —dijo antes de tomar un sorbo.
—No creí que lo haría—dijo Jimin. —¿Sin embargo, te importaría decirme?
 
Byung Joo dejó la taza sobre la mesa, se quitó el sombrero de campaña de la policía , y se pasó una mano por el pelo. —Un demonio.


Jimin se puso rígido, mientras miraba a Byung Joo con asombro y rabia.
—Tienes que estarme tomado el pelo.


Un humano, shifter, o un vampiro habría sido preferible antes que un demonio. Jimin era amigo de un buen número de ellos, pero también sabía que podían succionar el alma de alguien. Cada demonio tenía un poder único, y se preguntaba cual poder poseía el investigador privado.
Jimin conocía a alguien que podía detener el tiempo, otro que podía conjurar fuego, mientras que otro podía hacerse invisible. La lista seguía y seguía. —¿Por casualidad averiguaste qué poder tiene este demonio?


—No es como que ellos vayan por ahí anunciándolo —dijo Byung Joo, mientras tomaba su taza una vez más y tomaba un trago.


Jimin necesitaba ponerse en contacto con el líder de los demonios, para que pudiera pedirle a Himchan que fisgoneara alrededor. Tal vez este podría averiguar quién era el demonio y cuáles eran sus verdaderas intenciones.
Jimin frunció el ceño, cuando Ho Seok, Jay, y Xiao entraron en la cocina y se dirigieron hacia la puerta trasera.
—¿A dónde van ustedes?

 

Los tres se detuvieron y lo miraron como si les hubiera pedido que recitaran la Declaración de la Independencia, pero era la mirada de Seok de ciervo atrapado en los faros, lo que lo tenía poniéndose de pie.
—Esa es mi señal para salir—dijo Byung Joo, mientras dejaba su taza en el fregadero y ponía su sombrero, en su cabeza. —Hablaremos más tarde.
—Y bien, habla ahora—Jimin le dijo a Seok. —No me vengas con esa mirada en blanco. ¿Hombre, qué están tramando ustedes?
—¿Quién dice que tramamos algo?—Jay preguntó, un poco demasiado rápido.
 —¿Me veo como si hubiera nacido ayer? —Jimin observó a Ho Seok. Su pareja se le quedó mirando, durante mucho tiempo y luego dijo:
—Vamos a la ciudad.
—Sabes cómo se siente Hwan Hee acerca de que Xiao salga de la casa—dijo Jimin.
—Es por eso que vamos con él —argumentó Seok. —El necesita...
—Que le miren unas caries—dijo Xiao, y una vez más Jimin sabía que no estaban diciendo la verdad. Ellos tenían culpa escrita en sus rostros.
—Entonces voy a ir con ustedes—Cogió su chaqueta, del respaldo de la silla.
—No tendré a Hwan Hee enloqueciendo, porque ustedes dos sacaron a Xiao de la casa.
—Soy mi propio hombre—argumentó el pequeño pelirrojo. —Me las arreglé para no ser asesinado antes de que Hwan Hee llegara.
—Sea como sea —Jimin dijo, mientras abría una de las puertas del patio.
—Todavía estoy cubriéndome el culo. Mi gemelo podría ser el nuevo alfa, pero ¿ustedes alguna vez han tratado con Hwan Hee, cuando está realmente cabreado?
Jimin no lo hizo y no quería, no cuando Hwan Hee sólo estaba tratando de mantener a salvo a su pareja.

 

 
Comprendía la preocupación del vampiro y estaba totalmente de acuerdo con ello. Nadie sabía quién había entrado en la casa de Xiao, y hasta que se encontrara al culpable, él no se sentía bien dejando que el shifter gato saliera, sin alguien que lo custodiara, que no fuera un shifter conejito o un humano. Ellos se amontonaron en el Charger naranja de Jimin, y los condujo a la ciudad. Cuando se detuvo en el estacionamiento del consultorio del dentista, Seok dijo, —También podrías decirle.
Jimin miró por el espejo retrovisor, para ver los hombros de Xiao desplomarse.
—Llévame a la clínica.
 
—¿Estás enfermo? —Jimin se había dado cuenta de lo pálido que Xiao estaba últimamente, pero se lo había atribuido a la falta de sol. Las pecas que salpicaban su nariz y mejillas que eran, normalmente claras, apenas visibles. Ahora se destacaban contra su piel pálida. También parecía más delgado.
—No estoy seguro —dijo Xiao. —Es por eso que voy a ver al médico.
—¿Lo sabe Hwan Hee?—Jimin tenía la sensación de que el vampiro no tenía ni idea.
—No —dijo Xiao. —No quería preocuparlo.
Suspirando, Jimin salió del consultorio del dentista y se dirigió al Dalton Falls Medical Clinic.
¿Por qué sentía como si estuviera entrando en una pila de estiércol de vaca? El vampiro vería a Jimin, como si fuera parte de esa conspiración. La mierda en que me metí.
 
 
 
Tan pronto como Hwan Hee se despertó, sabía que algo estaba mal. No estaba solo en su habitación. Sentía la presencia de Xiao, pero olía una mezcla de confusión y terror, mezclados en un aroma tóxico que lo ahogaba.

 

 
Se giró y miró a Xiao, que estaba sentado en la silla acolchada, junto a las puertas francesas, mirando hacia la noche. Sus muebles, finalmente, habían sido entregados, y se sentía bien tener un pedazo de casa con él. También se sentía bien tener sus cosas guardadas, en lugar de hurgar en la bolsa de lona, por su ropa.


Deslizándose de la cama, cruzó la habitación, para estar junto a su pareja. Tomó la mano de Xiao y llevó al shifter gato hacia el balcón. Este no discutió. Salió a la ligera brisa y al aire fresco.
—Dime qué está mal, Rojo—Hwan Hee se giró y apretó su espalda contra la barandilla de hierro forjado, mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho.
 
Se llenó de preocupación, cuando una lágrima se deslizó por la mejilla de Xiao. Hwan Hee desdobló sus brazos y tiró de Xiao mas cerca. Estudió el rostro de su pareja, en busca de alguna pista de por qué el gato estaba angustiado.
—Habla conmigo, Xiao—La voz de Hwan Hee era suave, llena de preocupación. No estaba acostumbrado a tratar con hombres que estaban llorando.


Si Xiao no hubiera sido su pareja, Hwan Hee podría haberse alejado de esto. Él no hacia dramas o situaciones complicadas. No después de lo qué le pasó. Hizo todo, hasta lo imposible, por vivir una vida lo más simple posible, pero estar con Xiao era cualquier cosa menos simple.


Xiao parpadeó, como si acabara de darse cuenta de que Hwan Hee estaba allí. Se mordió el labio inferior, y sólo eso hizo que Hwan Hee se preocupara más.
—Últimamente no me he estado sintiéndome bien —dijo Xiao y luego sacudió su cabeza.


Hwan Hee lo sabía. Se había dado cuenta del cambio en su pequeño pelirrojo, pero pensó que el cambio era debido al estrés que los dos estaban atravesando, la nueva vida, ajustarse entre sí, la amenaza. Todos estos factores eran suficientes, como para que hacer cualquier persona se sintiera estresada.


Cepilló la mano por el pelo rojo de Xiao, tomando el confort en lo suave que era, lo familiar que las hebras sedosas se estaban volviendo para él. Xiao era una criatura táctil y Hwan Hee trató de recordar eso, trataba de tocar a su pareja tanto como fuera posible, para mantener una conexión física entre ellos.

 

 
Xiao se fundió en Hwan Hee, apoyando su mejilla contra su pecho. Él envolvió sus brazos alrededor de su pareja y lo abrazó con fuerza.
—Hoy fui a ver al médico.
Hwan Hee se puso rígido. —¿Fuiste a la ciudad solo? —No había tenido intención de sonar enojado, pero el pensamiento de quien estaba detrás de Xiao lo quería lastimar, hizo que sus dientes se molieran juntos.
—No, Ho Seok, Jay, y Jimin fueron conmigo. Hwan Hee se relajó. —¿Qué dijo el doctor?
 
—Me dijo algo que no puede ser posible —susurró Xiao. —Le dije al doctor que era un charlatán y salí de su oficina.Xiao se quedó en silencio. Hwan Hee estaba sentado sobre alfileres y agujas, pero no quiso apresurar al hombre. Permitió que su pareja ordenara sus pensamientos, aunque el suspenso estaba matándolo. Xiao no se encontraba con sus ojos. Su pelo rojo había caído hacia delante, cubriendo su rostro. Hwan Hee cepilló los mechones a un lado.


Las palabras del hombre solamente confundieron y preocuparon a Hwan Hee aún más. ¿Qué podría haberle dicho el médico que haría que su dulce gatito saliera en una rabieta?


—¿Qué pasa, Xiao?
Xiao se inclinó hacia atrás, y Hwan Hee sintió su conexión profundizarse, cuando miraba a los ojos de color verde pálido del hombre. Resplandecían con la luz brillante de la luna, e hicieron que su shifter gato pareciera ser algún diablillo del bosque, que se había colado en su habitación, para seducirlo.


En verdad, Xiao ya le había robado el corazón. ¿Cómo Hwan Hee podría no amar al hombre, cuando Xiao calmaba el caos en su interior? Sin embargo, no era sólo eso. Era la sonrisa del ocelote, su toque suave, su dulce risa, y la forma sensual en que lo miraba.
Estar enamorado, también tuvo un mal efecto secundario. Hwan Hee no quería a Xiao fuera de su vista. Quería poner al shifter gato en una burbuja protectora y mantenerlo allí por toda la eternidad.

 

 
No por primera vez, sentía como si estuviera convirtiéndose en su padre. Si no aprendía a lidiar con su miedo, el gato pronto se resentiría con él.
Simplemente no sabía cómo apagar su sobreprotección. Estaba empezando a comprender la agitación con la que Youngmin vivió, y eso lo hacía un poco más comprensivo, con la obsesión de su padre por mantenerlo a salvo.
—Dijo que estaba embarazado—dijo Xiao antes, de darle una risa sin humor. —Te dije que era un charlatán.


Los brazos de Hwan Hee se apretaron alrededor de Xiao, mientras su corazón golpeaba en su pecho y su respiración se volvía superficial.
 
—¿Hwan Hee?
Él liberó a su pareja y se pasó una mano por la mandíbula, sin afeitar, dando un paso atrás, antes de que girar y entrar en el dormitorio. Los pensamientos de Hwan Hee se dispersaron, como los pájaros tomando vuelo de un árbol. Se paró en el centro de la habitación, sin saber qué pensar, qué sentir o qué decir.


Xiao entró por las puertas y lo miró con el ceño fruncido. —¿Qué pasa?
—No es un charlatán—dijo Hwan Hee. Se dejó caer sobre la cama y soltó un profundo y tembloroso suspiro.


En el fondo de su mente, había sabido que era posible. Él era un descendiente directo de los vampiros originales. El linaje de Jaehyo era capaz de concebir o crear un niño. Xiao había pasado por el cambio, sin saber lo que le estaba pasando a su cuerpo.
—Has estado enfermo —dijo. Era más una afirmación que una pregunta.
—Sí, eso es lo que dije—Xiao parecía desconcertado. —¿Qué quieres decir con que no es un charlatán?
¿Cómo no había sumado dos y dos, cuando supo que Xiao no se sentía bien? ¿Cómo no había imaginado que su pareja estaba embarazado, en lugar de atribuírselo al estrés?
—Soy Ahn Hwan Hee Luciano Espelimbergo, hijo de Youngmin, quien es hermano de Jaehyo.

—Nunca oí de Youngmin, pero he escuchado de Jaehyo. Es uno de los miembros del Ultionem, ¿verdad? —Xiao se sentó junto a Hwan Hee.
—¿Qué tiene que ver con mi visita al médico?
—Youngmin y Kwangmin son gemelos. Son los hermanos menores de Jaehyo. Los tres son los primeros vampiros creados. Los originales.
—Eso no aclara mi confusión—dijo Xiao. —Tal vez deberías utilizar lápices de colores y papel para dibujármelo.
A pesar de la situación, Hwan Hee sonrió. Se inclinó hacia un lado y besó la sien de Xiao.
 
—Pertenezco a ese linaje, Xiao, lo que significa que puedo embarazar a mi pareja.


La risita de Xiao, se convirtió en una risa en toda regla. Le dio un puñetazo simulado a Hwan Hee, en su brazo, mientras la sonrisa en su rostro se hizo más amplia.


—Me gusta tu sentido del humor, grandulón. Necesitaba reírme, después del día que he tenido.


Su pareja levantó la cara hacia Hwan Hee, sus ojos brillando con alegría. Hwan Hee sabía que estaba a punto de destrozar esa felicidad. Tomó la mano de Xiao con la suya. —Es la verdad, Rojo. No te mentiría sobre algo como esto.


La sonrisa en el rostro de Xiao se deslizó, mientras el brillo de sus ojos se apagaba. —Hablas en serio, ¿verdad?


Bajando la mano, Hwan Hee la apoyó contra el vientre plano de Xiao. Algo feroz y primitivo rugió en su interior, ante la idea de Xiao teniendo a su hijo. Hwan Hee nunca había pensado en tener una familia, no después de lo feo que había visto de primera mano. No después de sobrevivirlo. Pero ahora que sabía que sucedería, cada fibra de su ser se comprometió a proteger a su hijo, aunque le costara su propia vida el hacerlo
 
continuara...

Notas finales:

Ahn Hwan Hee Luciano Espelimbergo.....

 


me dio escalofríos de solo pronunciar ese nombre...

 

dejen rw


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