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Fugitivos II: ¿Una razón para vivir? por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola! <3

 

Narra Maxim

-¡Benvenuto in Positano!-dijo una adolescente que se encontraba al principio de las escaleras del autobús. Tenía una gran sonrisa en su rostro

-Grazie mille-le sonreí y bajé por completo del autobús. Un trabajador me ayudó en sacar mi maleta y a los pocos segundos el autobús se alejó para por fin quedar frente a mí la hermosa vista ­que Positano me regalaba.

Positano era un pueblo de Italia y el destino turístico más importante de la Costa Amalfitana. Para llegar a él tomé un vuelo desde Shanghai hasta el aeropuerto de Nápoles y mi viaje continuó en autobús. Tuve la oportunidad de rentar un automóvil, pero al final desistí porque preferí disfrutar de cada vista magnífica que el lugar ofrecía.

Con maleta en mano me acerqué a uno de los muchos miradores que abundaban en esa zona y retiré mis lentes de sol; automáticamente la vista mejoró al 220% con todos los colores vivos que obtuve. El acantilado quedó a mi total disfrute junto a todas esas casas que tenían una arquitectura única y muy reconocible de Italia; gracias a ese tipo de infraestructura, el lugar también era conocido como “El pueblo vertical”. Observé la famosa Playa Grande de Positano en la que, en lugar de arena, había pequeñas piedras que, según había leído en varios blogs, no lastimaban al momento de caminar sobre ellas.

Mi mirada continuó recorriendo todo el lugar hasta que no pude evitar inhalar profundamente el aire fresco que había a las 11 con 25 minutos de la mañana. Había llegado mucho antes de lo previsto y todavía no me decidía si primero debía ir en buscar de un lugar en donde almorzar o si debía ir directamente a mi destino planeado.

Disfruté un poco más de la vista y el sonido del oleaje para después encender mi GPS del celular y empezar con mi camino rumbo a la casa que había estado buscando semanas atrás en todo internet y después en el recurso más común, Google Maps. Se me dificultó encontrarla porque Positano tenía calles estrechas, demasiado estrechas y secretas, por lo que moverse entre ellas era imposible para el servicio de mapeo gratuito. Tuve que hacer mis propias suposiciones y, además de guiarme con algunas vistas satelitales, tracé mi propia ruta para evitar perderme o para no dar vueltas de más en todo ese laberinto encubierto por calles bonitas e increíbles vistas naturales.

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No estaba sirviendo de nada.

Creí que estando en el lugar podría ubicarme mejor, pero al parecer esa suposición no me estaba funcionando.

Dejé mi maleta en el piso y decidí tomar asiento en una banca pública porque el calor estaba siendo insoportable y ya tenía más hambre. Revisé la hora en mi celular y me encontré con que ya habían pasado 2 horas y media desde que había bajado del autobús y todavía no llegaba a mi destino final.

Decidí utilizar una vez más mis poderes para intentar dar con el timbre de voz de Claudio, pero no tuve suerte. Seguramente no estaba cerca o ese día andaba muy callado. Recargué ambos brazos en el respaldo de la banca y suspiré con pesar. Me quedé inmóvil durante algunos minutos, pero sin dejar de utilizar mis poderes; escuché conversaciones y risas de los turistas que afortunadamente no eran demasiados por la temporada baja en la que nos encontrábamos. También escuché el suave oleaje a la distancia y con eso por poco caí en un agradable sueño, pero decidí levantarme y busqué un restaurante porque no iba a soportar un minuto más el hambre.

No me tomó mucho tiempo encontrar uno que me pareció agradable a la vista y el menú me gustó al primer vistazo rápido que le di. Junto con mi maleta conseguí acomodarme en una mesa que tenía una vista privilegiada del mar y después, con mi poco, pero honesto italiano, conseguí pedir la bebida más refrescante y un platillo en donde el principal ingrediente eran mariscos frescos.

Comí a gusto y después, reanudé mi búsqueda con energías renovadas.

Continué caminando entre calles con demasiadas curvas y estrechas, después volví a tomar asiento en una banca pública y revisé por enésima vez mi mapa improvisado. Al ver tantos puntos marcados que me ayudaban como referencias, me saturé y decidí descansar otro poco más; froté mi cuello y lo moví de tal manera en que conseguí relajarme.

El día estaba terminándose y yo continuaba vagando por las calles sin tener la mínima idea de en dónde podría encontrar a Claudio.

Saqué mi celular y me encontré con un 10% de batería, rápidamente revisé el menú de mis contactos y en mis primeras opciones me encontré con el de Claudio porque era el que más había frecuentado durante todo el mes. Desde el tercer día en que todos nos habíamos separado en el aeropuerto, no había día que no me mensajeara con Claudio, pero no pasábamos de conversaciones tontas y estúpidas en las que a veces terminábamos discutiendo por cosas sin sentido y al día siguiente alguno mandaba una imagen graciosa y nuestra conversación se reanudaba como si nada.

Abrí nuestra última conversación:

-Voy a ir a verte-le escribí justo después de que había formalizado mi compra por internet de los boletos del avión

-Jajaja. Claro-

Habían sido nuestros últimos mensajes desde hace 2 días, pero continuamos mandándonos imágenes.

Pretendía llegar de sorpresa y por eso no quería mandarle un mensaje para pedirle que pasara a recogerme porque, no me había perdido, pero era porque no lo encontraba. Estuve a punto de presionar el botón de llamada, pero un nuevo mensaje de Claudio apareció e inmediatamente lo abrí. Me encontré con otra imagen graciosa. Reí y después, mi teléfono se apagó por completo.

Exhalé.

Al parecer iba a tener que pasar la noche en algún hotel para cargar mi celular y al día siguiente podría marcarle. Me levanté de la banca y entonces, fue como un milagro.

Mis poderes continuaban haciendo su labor y por eso fui capaz de escuchar el timbre de voz de Claudio al reírse.

Observé a mi alrededor, pero no encontré ninguna pista de Claudio. Me encontraba en una zona comercial en la que había varias tiendas de ropa tradicional y de artesanías, así que todavía podían verse a una que otra persona por esa zona a pesar de que el sol ya estaba rozando su última etapa del atardecer.

Pero ninguna de esas personas era Claudio.

Agudicé aún más mis poderes, pero no llegó otro sonido. Me mantuve en alerta e inmediatamente después de que escuché otra vez su risa, mis poderes me guiaron.

Reanudé mi camino por donde mis poderes me iban indicando porque podía ver el rastro que la voz de Claudio iba dejando. Cada sonido generaba una onda expansiva invisible a su alrededor, si el ruido continuaba, la onda persistía, pero si el ruido se iba extinguiendo, justo como lo que estaba pasando con la voz de Claudio, ya no iba a ser capaz de ver esa onda expansiva.

Al parecer la onda expansiva continuaba con vida porque Claudio tal vez no estaba riendo, pero sí estaba hablando.

Agradecí a mi hábito de aprender y grabar en mi mente todos los sonidos y voces que consideraba importantes, la voz de Claudio no fue la excepción. Primero la escuché, después la “descompuse” y al final la guardé en pequeños fragmentos en mi mente. Así podía recordarla e identificarla más fácilmente a la distancia.

Conforme subía unas cuantas escaleras, la onda expansiva se remarcó aún más y supe que estaba cerca.

Llegué a otra calle y continué mi camino sin dejar de ver cada rostro con el que me topaba, pero después identifiqué otra onda expansiva y cambié repentinamente de camino para continuar subiendo más escaleras y más escaleras y más escaleras. Ese lugar estaba repleto de ellas.

Hubo un momento en que llegué a lo que me pareció un laberinto y no supe qué más hacer. Solo me quedé quieto y esperé otra onda que se tomó su tiempo en llegar, pero afortunadamente lo hizo.

Continué subiendo escaleras y, cuando me pareció que ya estaba alejado de la zona de turistas porque ahora solo veía casas y más casas, volví a detenerme.

Observé a mi alrededor y como si de otro milagro se tratase, vi a Claudio terminando de subir unas escaleras que llevaban directamente hacia donde yo me encontraba.

Llevaba puesta una gorra blanca, una playera sin mangas de color blanca, unas bermudas rojas y unas sandalias negras. El clima en Positano ameritaba el uso de esa ropa tan ligera y fresca que, además, le quedaba de maravilla a alguien como Claudio.

Pero Claudio no iba solo, estaba acompañado de alguien más.

Era un muchacho joven, tal vez no pasaba ni de los 15 años, pero se notaba a leguas que estaba haciendo su mejor esfuerzo por ligarse a Claudio, a quien parecía divertirle la situación. Ambos llevaban en sus manos bolsas de plástico que se veían totalmente llenas de frutas, verduras y otros tipos de alimentos. Al parecer habían ido de compras…

Vi que el muchacho colocaba su mano sobre el hombro de Claudio y ambos empezaron a reír, decidí entonces dejar mi maleta en el piso y entrar a escena

-¡il mio amore!-grité con emoción mientras me acercaba con los brazos extendidos. Ambos voltearon a verme al mismo tiempo

-Maxim…-Claudio murmuró con notable sorpresa. Llegué frente a él y lo tomé entre mis brazos. Le di una vuelta en el aire y después lo regresé al piso-¿Qué haces aquí?-

-Vengo a verte-sonreí aún más mientras le daba una mirada al muchacho que parecía estar igual de sorprendido que Claudio-Y para decirte que acepto-solo bastaron unos cuantos segundos para que en mi mente creara un maquiavélico plan con el objetivo de divertirme y de dejar en claro unas cuantas cosas a aquel muchacho

-¿Aceptas?-Claudio repitió

-Acepto casarme contigo-de nuevo lo envolví entre mis brazos y le di una vuelta en el aire. Con cuidado lo regresé al piso

-¿Qué?-preguntó el muchachito quien fue el primero de los dos en reaccionar. Volteé a verlo

-¿Y tú eres…?-

-Donato, es mi vecino-Claudio le robó la palabra y mi atención regresó a él-Ya es tarde, regresa a casa-le pidió

-Pero faltan estas bolsas…-dijo Donato y en seguida se las quité de las manos

-No te preocupes, yo me haré cargo del resto-le cerré un ojo con claras intenciones de que comprendiera el significado global de mis palabras

-Pero…-el muchacho empezó de insolente

-Anda, ya-pero Claudio volvió a interrumpirlo-Gracias por ayudarme, nos vemos después-lo despidió y al muchacho no le quedó de otra más que exhalar abatido. Dio media vuelta y lo observé bajar de nueva cuenta las escaleras por donde habían llegado a mi encuentro; ahora llevaba los hombros caídos. Sonreí

-¿Qué haces aquí, Maxim?-mi atención regresó a Claudio

-Vengo a verte-recalqué mientras dejaba las bolsas en el piso para colocar mis brazos alrededor de su cintura

-No, ya. Hablo en serio-él no se mostró incómodo por nuestro contacto-¿Es por una misión?-elevó ambas cejas

-Sí, una misión, pero del corazón-sonreí y a Claudio no le tomó mucho tiempo sonreír por mis palabras

-Oh, ¿De verdad?-

-Sí y ¿Qué crees?-

-¿Qué?-

-¿Sí sabes que salir con un menor de edad es delito?-Claudio tomó un poco de distancia

-Oye, eso no es verdad-

-¿Entonces las leyes mienten?-Claudio sonrió aún más

-Me refiero a lo que insinúas. No tengo nada con Donato, solo es mi vecino-

-¿Y él se ofreció en ayudarte a realizar tus compras porque un adolescente como él no tiene nada mejor que hacer en una tarde como ésta en este hermoso lugar?-

-Me lo encontré en las escaleras y me ayudó a cargar las bolsas-se carcajeó-Pero ¿Por qué te estoy dando explicaciones?-intentó apartarse, pero lo impedí

-Será mejor para ti que no me seas infiel-quise sonar amenazante, pero solo conseguí unas carcajadas de Claudio que le tomó más de 1 minuto en controlar-¿No me crees?-continuó riendo y su risa se me contagió durante un momento, pero después conseguí mantener mi rostro imperturbable

-Creo que el calor ya te afectó-soltó una bolsa y llevó su mano a mi frente-Sí, al parecer tienes un poco de fiebre-suspiré

-Me duele la planta de los pies-me sinceré-Pasé varias horas buscándote-cerré mis ojos durante un instante. Ambos estuvimos en silencio unos cuantos segundos

-En verdad… ¿Viniste a verme?-volví a abrir mis ojos

-Sí-lo observé fijamente-Y no es que quiera apresurar las cosas, pero ¿Tu casa está cerca? Necesito ir al baño-rompí inesperadamente la burbuja rosa que empezaba a rodearnos

-Subiendo esas escaleras y a mano izquierda-señaló hacia unas escaleras negras que, al parecer, daban a otro maldito callejón. Suspiré-Vamos-Claudio se separó, cada quien tomó sus cosas y empezamos a caminar uno al lado del otro.

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Solo me bastó que Claudio cerrara la puerta principal para que me lanzara sobre él. Lo acorralé contra la puerta y empecé a besarlo. No le tomó mucho tiempo responder al beso salvaje que le estaba dando

Sus brazos rodearon mi cintura y yo me encargué de sujetar su rostro con ambas manos. Su lengua y mi lengua tuvieron su tan ansiado reencuentro mientras nos encargábamos poco a poco de librarnos de nuestras ropas. Y desde el primer movimiento que hice, decidí no tocar su playera porque por increíble que sonara, me parecía sumamente sexy al verla puesta en él.

Dejé momentáneamente de lado nuestros besos en los labios para enfrascarme en su cuello mientras mis manos tocaban descaradamente sus muslos. Mis dedos se pasearon desde sus nalgas hasta la parte interna de sus muslos para después pasar a deshacer el nudo que mantenían en su lugar las bermudas y cuando éstas cayeron al piso, Claudio empezó a hacer lo mismo con mi pantalón corto, pero él no se apresuró demasiado porque cuando desabrochó mis botones, con su mano empezó a frotar mi miembro que aún se encontraba bajo la ropa.

Mis manos subieron un poco y me limité en pasar mi dedo índice por todo el largo de su miembro totalmente erecto y después froté la punta. Claudio se agitó un poco y entonces reanudamos los besos.

Los dedos de sus manos se enredaron en mis cabellos y mis manos se colaron bajo su playera para frotar sus tetillas y después desplazarse hacia su espalda. Continué tocándolo por todas partes hasta que Claudio se encargó de quitarme el pantalón que calló sobre mis tobillos. Di unos cuantos pasos para quitarlo por completo y aproveché para aproximarme al cuerpo de Claudio. Mis manos volvieron a bajar por sus costados y cuando regresé a sus nalgas, las estrujé y apliqué presión para que nuestras entrepiernas se encontraran.

Los dos exhalamos y aprovechamos la momentánea separación para recuperar el aire

-¿Y tú habitación?-le pregunté sin dejar de rozar sus labios con los míos. Sonrió y me tomó de la mano para empezar a guiarme en el interior de su casa.

Caminó en frente de mí y disfruté la vista de sus piernas y nalgas. Froté mi miembro y cuando su cama entró en mi campo de visión, no hice más que empujarlo para que cayera boca abajo. Escuché su risa y cuando estuvo a punto de darse la vuelta, coloqué la palma de mi mano a la mitad de su espalda

-Quédate así-lo tomé de las caderas e hice que quedara en una posición más empinada y le di una nalgada en cada nalga-¿En dónde tienes los condones y el lubricante?-sin despegar su rostro de la cama, señaló hacia un pequeño mueble blanco que había en un rincón de su habitación-No te muevas-le di otra nalgada y me alejé en busca de nuestro armamento.

No me tomó mucho tiempo encontrar un paquete nuevo de condones y el lubricante. Me coloqué justo detrás de él y me desnudé por completo.

Empecé a prepararlo con ayuda de mis dedos totalmente bañados con el lubricante y después le di otro par de nalgadas. Amasé sus nalgas y las noté rojas a pesar de que los golpes que le había dado no fueron demasiados. Tuve la idea de embarrarlas con un poco de lubricante y cuando quedaron brillosas, les di varias nalgadas más suaves que las anteriores al mismo tiempo que jugueteé con ellas al hacerlas vibrar morbosamente.

Me coloqué el condón y me unté lubricante

-¿Estás listo, bebé?-le di otra nalgada

-Muy listo…-murmuró y le di una nalgada que consiguió dejarme ardiendo la palma de la mano. Claudio quiso enderezarse, pero lo impedí

-No te escuché-le amasé la nalga que le había golpeado

-Estoy listo-dijo entre dientes y sonreí. Decidí darle otra nalgada con la misma fuerza que a la anterior. Era la primera vez que estábamos intentándolo de esa manera y quería averiguar el alcance que podríamos tener-Ah… Maxim-gimió y se retorció. Al parecer le había gustado, pero preferí no seguir tanteando el terreno

-Dímelo-exigí mientras apretaba una de sus nalgas

-¡Estoy listo, con un demonio!-rugió e hice que abriera un poco más las piernas. Cuando quedó a la altura perfecta, empecé a rozar mi miembro por todo su trasero.

Claudio se retorció cada que la punta de mi pene delineó peligrosamente desde su ano hasta sus testículos. Lo hice varias veces hasta que, sin que él se lo esperara, me deslicé en su interior. Ambos gemimos y tuve que sostenerlo de los muslos para que sus piernas temblorosas no se abrieran de más.

Lo embestí un par de veces y después me detuve. Claudio se quejó en voz baja y lo disfruté

-¿Por qué te detienes?-movió su trasero y entonces continué con las estocadas. Como él no tenía el cabello largo, me las ingenié para enredar el borde de su playera en mi puño e hice que se auto penetrara un par de veces para que después yo continuara con las estocadas, y no me tomé mucho tiempo en inclinarme sobre él para colar mis manos dentro de su playera. Lo sujeté muy bien del pecho e hice que se enderezara para que su espalda quedara contra mi pecho

-Sostente-murmuré cerca de su oreja y él colocó sus manos en mi cadera para aferrarse. Dejé de cargarlo porque una mano la moví hacia su miembro para empezar a masturbarlo y la otra se fue hacia su cuello e hice que colocara su nuca sobre mi hombro.

Inserté dos dedos en su boca y Claudio empezó a lamerlos al mismo tiempo en que lo penetré con más fuerza.

Continué moviéndome hasta que sentí su líquido preseminal y lo alejé abruptamente de mí; cayó como peso muerto sobre la cama.

Vi su playera totalmente empapada de sudor al igual que sus cabellos, en los cuales enterré mis dedos y los tomé con fuerza. Claudio se quejó y di inicio a una nueva sesión de embestidas profundas y lentas. Cuando mis piernas temblaron porque el climax estaba cerca, salí de Claudio. Él no desaprovechó la oportunidad de inhalar una buena cantidad de aire e hice que girara sobre la cama.

Quedó boca arriba. Sus ojos estaban entrecerrados y todo su rostro brillaba por el sudor. Decidí dejar a un lado mi parte dominante mientras volvía a introducirme en él y no me perdí ninguno de sus gestos faciales que gritaban que de verdad lo estaba disfrutando. Me incliné sobre él y acuné su rostro entre mis manos al mismo tiempo en que las embestidas lentas se reanudaban.

Moví mis caderas como nunca antes lo había hecho y después liberé una mano para empezar a masturbarlo

-¿Te gusta?-hablé con mis labios contra los suyos. Gimió en respuesta y cerró por completo sus ojos. Esta vez no exigí una respuesta en palabras porque me conformé con ese gemido que me hizo erizar.

Primero me corrí yo y a los pocos segundos fue el turno de Claudio.

Me quedé sobre él, su cabeza reposó sobre mis brazos y él envolvió los suyos a la altura de mi pecho

-Después haremos esto con tus poderes al 100-murmuró después de que diera su última exhalación profunda

-Claro que sí-sonreí y continuamos sin movernos durante unos minutos más.

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-¿En dónde dejaste a Heinz?-Claudio me preguntó mientras me entregaba un vaso con agua y se sentaba a mi lado.

Solo hace unos cuantos minutos nos habíamos separado después del maravillo sexo que tuvimos y ahora, aunque continuábamos desnudos, decidimos empezar con la plática que teníamos pendiente

-Viajó a Cuba. Tiene un trabajo allá-respondí e inmediatamente empecé a tomarme toda el agua. Claudio también tomó de su vaso

-¿Solo él? Creí que trabajaban juntos…-

-A veces son trabajos individuales-expliqué-Y como no quise quedarme solo en China, decidí venir a verte-lo observé y Claudio sonrió con vergüenza. Creí que iba a comentar algo más sobre mi visita, pero continuó curioso sobre el trabajo de las misiones

-¿Todo este tiempo estuvieron en China?-asentí-¿Y qué hicieron?-

-Negocios con chinos-sonreí y él puso los ojos en blanco-Tuvimos varios encuentros con La tríada…-

-¿Qué?-Claudio se levantó-¿La mafia China?-me sorprendí

-¿Has escuchado de ellos?-

-Claro…-dudó-Bueno, ya sabes que aquí en Italia tenemos a La cosa nostra o la Sacra Corona Unita-elevó ambos hombros y pensó en silencio durante un momento para después voltear a verme-No estás aquí para reunirte con éstas mafias ¿Verdad?-sonreí

-No, claro que no-también me levanté de la cama-Mi objetivo eres tú-coloqué mis brazos sobre sus hombros y Claudio observó a detalle mi rostro para encontrar algún signo de mentira, pero lo que le estaba diciendo era verdad-Es la verdad-le aseguré-En China sí tratamos con la mafia, pero estoy aquí solo por ti y nada más. Te lo juro-él relamió sus labios y entrecerró sus ojos. Sonreí-Para comprobártelo, el tiempo que planeo estar aquí, no me voy a separar ni un solo segundo de ti-

-¿Cuánto tiempo vas a quedarte?-

-Tal vez… ¿Una semana?-elevé ambas cejas

-¿Y después?-colocó sus manos en mis costados

-He mantenido comunicación con Sean y le dije que planeo ir a visitarlo a él y a los demás-empecé a balancearme un poco y mantuve mi mirada en Claudio-¿Quieres ir conmigo?-lo invité.

Y no era como si se me hubiera ocurrido en ese momento, ya tenía planeado preguntárselo

-¿Están en Alemania?-asentí-Bueno, no lo sé. Tengo algunas cosas que hacer aquí-

-Te ayudaré a dejar todo arreglado-propuse

-Ya veremos-sonrió con coquetería-Y por cierto ¿Sabes cómo se encuentra Dany?-

Empecé a platicarle todo lo que yo sabía sobre el tratamiento de Daniel gracias a Sean y nuestra plática se extendió incluso mientras nos bañábamos y hasta después de que nos la ingeniamos para acomodarnos en la cama individual de Claudio

-Fue muy complicado tratar con los chinos-ese fue mi comentario random de la noche después de que nos habíamos quedado en silencio durante unos cuantos minutos en que disfrutamos la compañía del otro-Incluso aunque estábamos frente a ellos, se dedicaban a negociar entre ellos y a insultarnos porque creían que no les entendíamos-

-¿Y sí les entendían?-

-No-sonreí-Pero Heinz se sabe alguno que otro insulto en chino y en total nos dijeron como 6 en esa pequeña reunión-escuché la risa de Claudio y continué regalándole comentarios sin sentido que lo hicieron reír otro poco más.

Después, para mí no fue un gran problema caer en los brazos de Morfeo.

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-Tienes una vista privilegiada del mar-celebré mientras me asomaba por la ventana que daba esa vista increíble del mar. La casa de Claudio se encontraba a una gran altura, y a pesar de que era complicado y muy agotador llegar a ella, el paisaje arreglaba todos los males.

Llevaba 3 días junto a él y no podía pedir más. Cada día era increíble porque siempre estábamos haciendo algo en el exterior y sobre su cama. O sobre sus minis sofás de la sala o incluso, sobre su mesa de madera que tenía en la cocina y a pesar de que Claudio me advertía que, si la rompíamos, iba a tener que comprarle 20 más. Como era de esperarse, acepté.

Su casa era sencilla y antigua, pero eso no le quitaba lo acogedora que realmente era

-Todas las casas de esta zona tenemos la misma vista-dijo desde la cocina porque se encontraba preparando nuestros desayunos. Me alejé de la ventana y me reuní con él

-Apuesto a que tú tienes la mejor-dije mientras le daba un beso en la mejilla.

Claudio solo sonrió y empecé a ayudarlo en preparar nuestros desayunos. Después tomamos asiento uno en frente del otro para degustar nuestros primeros alimentos del día.

El desayuno transcurrió entre risas, besos robados y con ambos terminando de afinar los detalles para nuestro próximo viaje rumbo a Munich.

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer! <3


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