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Fugitivos II: ¿Una razón para vivir? por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola! <3

 

Narra Johann

-Vamos Daniel, come un poco más-volví a acercar la cuchara hacia la boca de Daniel, pero él apretó con más fuerza los labios y retrocedió

-No quiero-repitió y suspiré.

Nos encontrábamos en la cocina. Ambos estábamos solos porque Sean había salido poco después de que llegué y solo atinó a decirme que iba a regresar en unas cuantas horas. También me dijo que Daniel aún se encontraba dormido y sin más, salió de casa porque al parecer tenía prisa.

Como siempre, dejé mi mochila sobre un sofá de la sala y me dirigí a la habitación de Daniel para rectificar lo que Sean me había dicho. Y cuando lo encontré dormido, solo corrí un poco sus cortinas para que la luz del día alumbrara aún más la habitación y después de tomar la temperatura de Daniel y de realizarle algunos chequeos de rutina, me dirigí a la cocina para preparar su almuerzo.

Daniel continuaba despertándose tarde, pero en los últimos días estaba despertado a las 11 de la mañana y después regresaba a su habitación cerca de la 1 para continuar durmiendo por el resto de la tarde hasta que yo lo despertaba a las 5 para que comiera un poco

-¿Por qué no? Está rica-expuse y Daniel negó

-¿Qué es? No me gusta cómo huele-hizo una mueca que me pareció exagerada

-Solo es caldo de pollo con un poco de verduras-con la cuchara tomé un pequeño brócoli junto a un poco de pollo deshebrado y lo acerqué a la boca de Daniel. Pero de nueva cuenta, apretó los labios

-No quiero, no me gusta-suspiré

-Daniel, el pollo lo has comido otras veces-elevé ambas cejas y Daniel se mantuvo viendo hacia sus manos que reposaban sobre la isla de la cocina-Y el brócoli debes comerlo porque no me dejas otra opción. Ésta semana será de puras verduras, hervidas o en papillas-advertí-Y si sigues sin comer, voy a tener que colocarte el suero. Pero no solo tendrás el suero, vas a seguir comiendo las verduras-rematé. Daniel hizo otra mueca mientras veía de reojo el plato que continuaba entre mis manos

-¿No puedo comer solo la gelatina?-tímidamente, con su dedo índice señaló hacia un vaso que reposaba sobre la isla, el cual contenía gelatina de durazno

-No Daniel, habíamos quedado que la gelatina era el postre. Ese se da después de comer el plato principal-Daniel suspiró desganado

-¿Y si bebo solo el caldo?-propuso después de unos segundos de meditarlo en silencio. Suspiré

-Bien, con el caldo bastará- “por ahora”, pensé para mí mismo mientras me levantaba de mi asiento para tomar otro plato hondo y un colador para separar el caldo de las verduras y el pollo.

Daniel empezó a comer el caldo sin negarse hasta que, cuando quedaban unas cuantas cucharas para que se lo terminara, negó

-Ya no quiero-hizo a un lado el plato

-Bueno-acepté-¿Puedes comer un poco de pollo?-ofrecí mientras le acercaba una cuchara con pollo. Daniel suspiró antes de asentir. Le di la primera cucharada y se tomó su tiempo en masticar el pollo para después, con cara de asco, finalmente ingerirlo.

Comió otras dos cucharadas que llevaron el mismo proceso y después, cuando estuvo a punto de tomar el vaso con gelatina, lo alejé de él

-Si primero comes unos cuantos brócolis-condicioné-Prometo que para cenar será solo gelatina-

-Pero no quiero-sus cejas se deformaron

-Inténtalo, sólo será un pequeño trozo-ofrecí mientras que, con la cuchara partía un brócoli por la mitad. Una mitad la acerqué a la boca de Daniel-Solo éste pequeño trozo-ofrecí y Daniel continuó con dudas-Solo será éste-insistí y entonces, Daniel cerró sus ojos y poco a poco abrió la boca.

Introduje la cuchara y después la saqué sin el brócoli.

Daniel, con cara de total asco, empezó a masticar lentamente

-¿Ves? No está tan mal-sonreí y vi cuando Daniel ingirió el brócoli-Ahora…-justo cuando tomé el vaso con la gelatina, Daniel se inclinó hacia un lado y empezó a vomitar.

Su vómito se estrelló violentamente contra el piso de la cocina a tal grado que consiguió salpicar varios muebles. Incluso alcanzó a mis zapatos blancos

-No…-rápidamente me levanté del asiento y sostuve a Daniel pese a que continuaba vomitando muy cerca de mi brazo. Sus arcadas fueron muy marcadas y potentes. Con un vistazo rápido, noté que el vómito estaba compuesto por el pollo, el caldo y el trozo de brócoli junto a la bilis.

Cuando el vómito se terminó, Daniel jadeó un poco, tosió y después empezó a llorar.

 

-¿Cómo se encuentra?-Sean preguntó mientras, con el dorso de su mano, rozaba muy sutilmente la mejilla de un Daniel que se encontraba profundamente dormido.

Después de que Daniel vomitara en la cocina, sufrió de un desmayo. Fue una labor titánica el cargarlo y llevarlo a su habitación intentando no resbalar por todo el vómito que nos rodeaba, el cual, había sido en grandes cantidades.

 

Escena Retrospectiva (Flash Back)

Coloqué a Daniel sobre su cama y acomodé varias almohadas bajo sus pies para conseguir un poco de altura. Tomé su pulso y lo encontré un poco lento. Abrí un cajón de su mesa de noche y saqué una botella con alcohol. Cuando empecé a untar un poco de alcohol en su nuca, Daniel dio signos de estar reaccionando

-Tranquilo-dije mientras dejaba la botella de alcohol sobre su mesa de noche

-Que…-murmuró

-¿Puedes verme y escucharme?-pregunté mientras me inclinaba un poco hacia él. Daniel asintió y lo vi confundido-Te desmayaste, pero todo está bajo control-le expliqué-Voy a tener que colocarte un suero intravenoso ¿Si?-no esperé ninguna reacción de su parte y empecé a sacar todo lo necesario que, afortunadamente, guardaba en un cajón especial de la habitación de Daniel.

Me lavé con agua y jabón las manos y saqué la bolsa de solución de Ringer Lactato, el cual ya venía con el tubo de plástico incrustado. La acomodé en un gancho que había en la pared y después cerré la punta del tubo para evitar que la solución se desperdiciara mientras realizaba un torniquete en el brazo de Daniel para encontrar sus venas que, debido a su delgadez, no fueron difíciles de hallar.

Escogí la vena que más se marcó en el dorso de su mano y empecé a limpiar el área con un poco de alcohol. Mis movimientos ágiles incrustaron sin ninguna vacilación la aguja en la vena y al mismo tiempo escuché una muy débil queja por parte de Daniel.

Retiré el torniquete, quité el seguro del tubo y lo conecté a la aguja.

Me cercioré de que el suero entró en contacto con Daniel y solo entonces, aseguré el tubo y la aguja con un poco de cinta médica para evitar que se movieran y se provocara un accidente.

Suspiré.

Salí de su habitación para llamar a Sean y en lo que esperaba su regreso, me dediqué en limpiar todo el vómito de la cocina y el rastro que mis zapatos habían dejado por todo el lugar.

Fin Escena Retrospectiva (Flash Back)

-Le coloqué el suero a tiempo-mencioné mientras veía el rostro de Daniel-Me parece que lo obligué a comer de más cuando en realidad no tenía hambre y…-negué levemente-Tuvo la reacción del vómito y el desmayo-me sentí culpable.

Ahora me parecía que la decisión de Daniel, de no querer comer, no se debía a un capricho o a una actitud rebelde de su parte, como anteriormente me había pasado con otros pacientes que lo hacían para tener la atención del personal médico sobre su persona. A veces, incluso, lo hacían por el mero hecho de molestar.

Lo de Daniel era algo que se debía investigar porque ese algo no era una infección estomacal y al parecer ningún otro problema físico.

Entonces ¿Por qué?

¿Por qué Daniel estaba dejando de comer?

-Gracias por cuidarlo-las palabras de Sean me trajeron de regreso a la realidad. Lo observé en silencio durante algunos segundos

-Ese es mi trabajo, pero…-negué levemente y Sean volteó a verme-Mira Sean, creo que debes volver a internar a Daniel. Si continúa sin comer, no vamos a poder mantenerlo únicamente con suero y las consecuencias podrían llegar a ser graves. Podrían extenderse para toda su vida-

-Daniel no quiere volver al hospital-dijo mientras regresaba su atención a Daniel que, por sus expresiones, parecía no estar disfrutando de sus sueños

-Sean, por ahora no se trata de lo que Daniel quiera. Se trata de su salud-relamí mis labios-Escucha, si continúas permitiendo que Daniel haga lo que quiera, nunca va a poder recuperarse-

-No estoy permitiendo que haga lo que quiera-me observó de reojo

-Por supuesto que sí-di un paso hacia el frente. Era momento de decirle algunas cosas que, desde semanas atrás, no me habían parecido del todo correctas; ahora veía necesario decirle que sus decisiones estaban interfiriendo, negativamente, en el tratamiento de Daniel-Cuando tuvo la primera caída, Daniel debía pasar la semana entera en el hospital, pero cuando a los dos días te dijo que quería regresar a casa, no dudaste ni un segundo en pedir el alta-

-Daniel tiene la última palabra. Las decisiones no han sido mías-recalcó sin perder contacto visual conmigo

-Las capacidades cognitivas de Daniel se han visto afectadas a lo largo de todo el tratamiento, si en algún momento consideraste que sus decisiones no eran las mejores, podías haber interferido-noté que la mandíbula de Sean se tensaba al igual que sus facciones.

Sus ojos se entrecerraron y su ceja se frunció.

Estaba furioso.

Di un paso atrás porque creí que en algún momento sus ojos iban a ponerse totalmente negros, como aquella vez del incidente en el hospital. Pero para mi sorpresa, sus gestos se relajaron en cuanto Daniel se quejó entre sueños

-Ya es tarde, tu turno se terminó-dijo mientras apartaba su mirada de mi persona y la colocaba en Daniel.

Me quedé en silencio y no me moví.

Quise dar más ejemplos de la irresponsabilidad que Sean estaba teniendo al permitir que Daniel tuviera la última palabra en decisiones delicadas y pese a que se le dificultaba prestar atención a lo que uno le decía y a la percepción del contexto en el que se encontraba.

Observé a Daniel y decidí guardar silencio. Por el momento, discutir con Sean no iba a llevarnos a nada más que a volver incómodas nuestras interacciones diarias

-Cuando despierte dale un poco de agua-mencioné mientras me acercaba a la puerta-No te preocupes si se termina el suero, mañana le colocaré uno nuevo-

-Bien, gracias-Sean respondió sin verme directamente y salí.

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-Un kilo menos-dije mientras revisaba el peso de Daniel en la báscula digital que había traído desde hace tiempo y que guardaba bajo su cama.

Cada semana, desde el primer día que había empezado mi trabajo de enfermería a domicilio, pesaba a Daniel. Tenía un registro en mi computadora con cada uno de los datos que obtenía, así que contaba con gráficas de cada semana y una global por mes; además de una gráfica que comparaba todos los datos obtenidos. Y si bien los gramos iban aumentando poco a poco, el nuevo número que se marcaba en la báscula, era menor al de la semana pasada.

Daniel estaba retrocediendo.

Ya había pasado una semana y media desde que le había colocado el suero intravenoso y continuaba con él

-Ya puedes bajar-dije y le ofrecí mi mano para que bajara de la báscula, pero él la dejó en el aire. Bajó por cuenta propia y con un poco de ayuda del porta suero que tenía consigo desde hace varios días.

Daniel caminó hacia el sofá de su habitación y, con mucho esfuerzo, tomó asiento en él. Lo observé de reojo. Sus clavículas volvían a notarse y su rostro había perdido el poco color que ganó semanas atrás.

Apagué la báscula y volví a colocarla bajo la cama

-Si necesitas algo, solo llámame. Voy a estar en la sala-no esperé la respuesta que sabía jamás iba a llegar y salí de la habitación.

La relación paciente-enfermero, estaba en picada. Ahora, Daniel no me hablaba y ni siquiera volteaba a verme. Había intentado convencerlo de que me explicara cuál era el problema, pero en ningún momento hizo contacto visual conmigo y desistí porque tampoco quería presionarlo.

Respecto a su dieta, solo comía gelatina 100% casera y bebía zumos. Nada más.

La mayoría del día se la pasaba sentado en ese sofá. A veces lo veía dormitar y ya estaba tomando la costumbre de comer sólo en ese lugar. Ya no iba a la cocina y solo por momentos salía a la sala para “convivir” un poco con Lucy, Ben, Tom y James, quienes realizaban visitas en diferentes días y a diversas horas.

Pero Daniel no interactuaba mucho y su motivo, para regresar casi de inmediato a su habitación, era que se encontraba cansado o le dolía la cabeza. Yo me limitaba en darle un té o colocarle una compresa en la frente y nada más. La alternativa de llevarlo al hospital había quedado definitivamente en el olvido porque Sean había intentado convencer a Daniel, un día después de nuestro muy pequeño roce, de que acudiera a una consulta en el hospital, pero Daniel sólo dijo “No” y comenzó a llorar incontrolablemente.

Solo se calmó cuando Sean salió de la habitación y yo lo dejé a solas.

Tomé asiento en el sofá de la sala y saqué mi computadora de mi mochila para anotar los nuevos datos del peso de Daniel. Estaba planeando que, cuando entregara el nuevo informe, hablaría con el doctor Iván para explicar la situación con detalles.

Absolutamente todos y cada uno de los detalles.

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-La gelatina de hoy… es de fresa-dije con una sonrisa mientras ingresaba a la habitación de Daniel con una charola sobre mis manos.

Era un nuevo día, así que mis energías estaban renovadas. No era como si la situación me desanimara por completo ya que Daniel, mi paciente, no mostraba ni la más mínima señal de entusiasmo por recuperarse, pero mi trabajo también consistía en regresarle los ánimos y ofrecerle más opciones que podrían ayudarlo.

Me pasaba las noches leyendo e investigando varios métodos para conseguir que el nivel nutricional de Daniel se mantuviera estable pese a que sólo consumía gelatinas y zumos.

¿Algunas ideas que había tenido?

En las gelatinas mezclaba jarabes que incrementaban el apetito. Y a pesar de que siempre intentaba crear menús atractivos y variados, también había reducido las cantidades para que Daniel no se sintiera tan abrumado al ver una cantidad exorbitante de gelatina o de zumo.

No dejé de sonreír pese a que no recibí respuesta porque Daniel se encontraba, como en los últimos días, sentado en el sofá y con su porta sueros a un lado de él. Coloqué la charola sobre su mesa de noche y tomé el plato hondo que contenía la gelatina de fresa junto a una cuchara y me acerqué a Daniel

-Buenos días, Daniel-lo saludé-Abre la boca, por favor-dije y aunque Daniel sólo entreabrió sus labios, me las ingenié para insertar la cuchara con un pequeño trozo de gelatina.

Con ayuda de sus dientes conseguí que la gelatina quedara sobre su lengua y después saqué la cuchara. Daniel masticó lentamente y la mueca que hizo fue notable.

Ya me lo esperaba, el nuevo jarabe de aceite de pescado que había incluido en la mezcla de la grenetina tenía un sabor muy amargo, pero por esa razón le había agregado más fresas, para intentar disminuir la amargura. Pero al parecer no estaba consiguiendo engañar a las papilas gustativas de Daniel.

Daniel se enderezó un poco y antes de que la gelatina saliera de su boca para estrellarse contra el piso, conseguí atraparla con el plato

-No es gelatina-dijo y continuó con las muecas

-Claro que lo es-afirmé-Tal vez el sabor de la fresa está un poco más amargo de lo habitual-expliqué-Pero si bebes el zumo al mismo tiempo en que comes la gelatina, no lo sentirás tanto-me acerqué a la charola y tomé el vaso con el zumo para después entregárselo a Daniel. No le tomó mucho tiempo en darle un buen sorbo.

Lo vi beber tranquilamente el zumo.

¿Mi truco?

La gelatina sí tenía un sabor más amargo debido al jarabe, pero el zumo lo había preparado con más frutas que verduras y por eso su sabor era dulzón. Era un sabor agradable y que apaciguaba casi de inmediato lo amargo.

Noté que el zumo llegó a la mitad

-No te lo termines aún. Te falta la gelatina-

-Solo quiero el zumo-dijo al despegar un poco sus labios del popote y continuó bebiendo el zumo

-No, Daniel-intenté tomar el vaso, pero Daniel se hizo a un lado-Vas a comer la gelatina de todos modos-dije e intenté de nueva cuenta quitarle el vaso, pero no me esperé la reacción de Daniel.

Cuando estuve a punto de tomar el vaso, Daniel lo aventó sin ninguna consideración a un lado de él y aprovechándose de que mi atención estaba en ver que el zumo se desparramaba por todo el piso de la habitación, con la mano en la que tenía conectado el suero, dio un golpe al plato de la gelatina y también la tiró al piso

-Daniel…-

Daniel se levantó del sofá como si de un resorte se tratara

-Quiero estar solo-dijo, con total decisión

-Pero Daniel ¿Por qué…-

-Fuera-dijo y señaló hacia la puerta de su habitación. Me quedé pasmado e incrédulo por el tono de voz que estaba empleando

-Escucha…-

-¡Fuera!-gritó y entreabrí mi boca al intentar decirle algo-¡Fuera!-repitió-¡Largo!-gritó con más fuerza, pero no pude moverme

¿Qué le pasaba?

-¡Dije que largo!-Daniel avanzó hacia mí y yo retrocedí-Quiero estar solo ¡No quiero verte! ¡Fuera!-con ayuda del porta suero, que fue agitando de un lado a otro frente a él, poco a poco consiguió sacarme de su habitación mientras yo evitaba que me golpeara.

Cerró la puerta justo frente a mi nariz y escuché que ponía el seguro

-Daniel-toqué a su puerta-Daniel, por favor, ábreme-toqué varias veces más-Daniel, escúchame-rogué y pegué mi oreja a la puerta para intentar escuchar lo que estaba haciendo en el interior de la habitación, pero solo escuché su llanto y mi corazón retumbando frenéticamente-Daniel, ábreme-mi voz tembló y escuché con más fuerza el llanto de Daniel.

Mi mente se iluminó en un microsegundo y corrí hacia mi mochila para sacar las llaves que Sean me había entregado…

-¡Sean!-grité hacia el segundo piso porque apenas estaba recordando que Sean se encontraba en su estudio-¡Sean!-regresé corriendo a la puerta de Daniel al mismo tiempo en que escuchaba que un vidrio se rompía y las manos empezaron a temblarme incontrolablemente.

¡¿Qué estaba sucediendo!?

 

Narra Sean

-¡Sean!-detuve mi tecleado frenético al escuchar el grito de Johann llamándome-¡Sean!-me levanté de mi asiento y a paso rápido salí del estudio al mismo tiempo en que escuchaba que un vidrio se rompía.

Bajé rápidamente las escaleras y mi corazón empezó a retumbar al escuchar los diversos ruidos que provenían de la habitación de Daniel

-¡¿Qué pasa?!-llegué a un lado de Johann y lo encontré intentando insertar la llave en la cerradura pese a que sus manos estaban temblando

-Daniel…-tartamudeó mientras le arrebataba el juego de llaves y conseguí abrir la puerta.

Lo primero que vi fue a Daniel hincado sobre el piso, en medio de la habitación. Estaba de espaldas a nosotros. Se encontraba llorando de tal manera que me pareció que estaba a nada de desgarrarse la garganta

-Daniel…-di el primer paso al interior de la habitación

-¡No!-Daniel gritó sin dejar de llorar y di otro paso hacia él-¡No vengas!-tosió, pero continuó llorando. Con un vistazo rápido al entorno vi que el vidrio de la ventana de su habitación estaba hecho pedazos y me alarmé en cuanto vi varias gotas de sangre en los pedazos de vidrio que quedaban adheridos al marco de la ventana y en el piso.

Giré hacia Johann y lo encontré con el rostro pálido

-Llama a una ambulancia-le dije. Sabía que él era enfermero, pero ni siquiera podía mantenerse de pie, así que iba a ser imposible que pudiera atender a Daniel. Íbamos a necesitar más ayuda.

Johann reaccionó y corrió hacia la sala.

Mi atención regresó a Daniel y no dudé en acercarme por completo a él. Lo rodeé y noté la sangre que se deslizaba por sus antebrazos. Las vendas de sus muñecas estaban desgarradas y ya no tenía conectado el suero. Rápidamente busqué el porta suero y lo encontré a un lado de su cama, estaba doblado en varias partes

-¿Daniel?-me hinqué frente a él e intenté apartar sus puños de sus párpados, pero su llanto aumentó en intensidad

-No me toques…-balbuceó y su llanto aumentó pese a que parecía imposible. Ignoré su petición.

Me acerqué lo suficiente a él y lo abracé

-Respira-froté su espalda y hubo un momento en que su llanto empezó a disminuir

-Suél…tame- a los pocos segundos tuvo un arranque de enojo, pero no desistí del abrazo al sentir que intentaba apartarme con sus antebrazos

-¿Qué pasa? Tranquilo-lo abracé con un poco más de fuerza y pese a que sus intentos de apartarme se detuvieron, sentí nula conformidad en Daniel. No parecía estar cómodo entre mis brazos

-No…-murmuró y lo sentí totalmente rígido-Suéltame-su tono fue de piedad-Por favor…-rogó y el llanto regresó, pero ahora lo sentí más accesible

-¿Qué pasó?-continué frotando su espalda y pese a que Daniel también continuó con un leve sollozo, su frente se estrelló contra mi pecho

-No puedo hacer esto, no puedo…-murmuró

-¿A qué te refieres?-también le hablé en murmullos

-No sé qué me está pasando…-berreó-Sean…-su llanto regresó con fuerza

-Respira, con calma-le pedí y poco a poco fue calmándose. Vi que Johann regresaba a la puerta de la habitación

-Esto… no lo sé. No…-se atragantó-No sé…-murmuró y sentí que se encogía en medio del abrazo.

Daniel no se movió durante algunos minutos hasta que me percaté de que se había quedado dormido.

A la distancia, escuché las sirenas de la ambulancia.

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer! <3


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